El futuro será de los robots. Quizás –esperemos– no desde un punto de vista distópico, a lo Matrix, pero sí desde uno económico. Los aficionados a la ciencia ficción lo saben desde hace mucho. Los científicos, de otra manera, también.
Hoy, además de ser caros e increíbles juguetes para niños ricos (bueno, y para adultos también) salvan vidas y hasta hacen películas. O algo así.
En unos años, al final, serán más baratos, rápidos y eficientes trabajando. Y aunque nosotros necesitaremos dormir mucho menos que ahora gracias al desarrollo de nuevos medicamentos, y por lo tanto trabajaremos más horas, ellos no necesitarán ni hablar para comunicarse.
¿Cuento del lobo? Kevin Drum, en un estupendo y largo artículo en Mother Jones, tituladoBienvenidos amos robots, por favor, no nos despidan, vaticina que las máquinas no nos matarán, pero que se quedarán nuestros trabajos. Y antes de lo que pensamos.
Drum reconoce que los científicos llevan alertando de algo así al menos desde 1956 . Y los economistas, seguramente asustando demasiado. Pero puede que esta vez sea la buena. Drum calcula que para el año 2025 ya tendremos «un ordenador con la capacidad de procesamiento del cerebro humano». Y para explicarlo, hace una analogía con la posibilidad de secar el Lago Michigan gota a gota.
La UE, de hecho, le acaba de dar 1.000 millones de euros al científico Henry Markram para que construya un superordenador réplica del cerebro humano. Un proyecto -él lo llama misión- en el que lleva años trabajando años, y que explicó en una célebre Ted Talk en 2009. Una charla en la que explica una de las teorías sobre cómo funciona el cerebro, «creando, construyendo, una visión del universo, y proyectándola como una burbuja alrededor de nosotros».
Karl Smith, el un texto en Forbes («Inequality In The Robot Future«) todavía más interesante presenta un escenario diferente. Afirma que la transformación de los robots será mayor incluso que la de la Revolución Industrial. Y anticipa un futuro en el que que según un «puro equilibrio de mercado», los humanos podrían ser menos necesarios que ahora, como pasó con los caballos.
[«When factors of production can no longer earn enough income to support themselves they die off. And, so horses began to die off. In a pure market equilibrium this is exactly what would happen to most humans. They would die off»]. Eso sí, si todo se desarrolla como imagina, las máquinas serán pobres para siempre, y aunque lleguen a ser conscientes de ellos, no podrán cambiarlo. «Our task is to be prepared to handle such a future with grace and kindness, and to above all, ease suffering».
Noah Smith, en The Atlantic, se suma al debate y expone un mundo postcapitalista y sobre todo, desigual: «The End of Labor: How to Protect Workers From the Rise of Robots«.
El suyo es un mundo extraño, con humanos a los que el Estado les da máquinas al cumplir la mayoría de edad para usar o vender. Un mundo en el que hay muchas más pymes y menos trabas burocráticas. «What if, when each citizen turns 18, the government bought him or her a diversified portfolio of equity? Of course, some people would want to sell it immediately, cash out, and party, but this could be prevented with some fairly light paternalism, like temporary «lock-up» provisions. This portfolio of capital ownership would act as an insurance policy for each human worker; if technological improvements reduced the value of that person’s labor, he or she would reap compensating benefits through increased dividends and capital gains».
¿El inicio de un sueño keynesiano? JMK aventuró hace un siglo que hoy en día la gente sólo tendría que trabajar 15 horas por semana y dedicaría el resto de tiempo al ocio. No por casualidad, su biógrafo, Robert Skidelsky, ha escrito recientemente sobre robots y tiempo libre: «The Rise of the Robots«.
Robin Hanson, que ha publicado docenas de posts sobre el tema de los robots en los últimos años, relativiza estos días en su blog en una entrada esencial la fiebre robótica actual, y resume algunos puntos esenciales para el debate y por qué no deberíamos estar tan nerviosos. Todavía.
Izabella Kaminska, bloguera de Alphaville, del Financial Times, lleva meses también escribiendo al respecto (aquí en un texto tras visitar una competición de robots).En su página privada, de hecho, recopiló hace tiempo una cantidad ingente de literatura reciente sobre el tema).
En 1949, The New York Times pidió al legendario Norbert Wiener un artículo sobre las máquinas del futuro cuando éste trabajaba en el MIT. No lo llegó a publicar entonces (el editor se lo rechazó y después a él, en medio de un viaje, le dio pereza organizarse), pero tras haber aparecido el borrador original entre sus papeles, el periódico esta misma semana lo ha rescatado. Y las ideas que esbozaba hace casi 65 años son fantásticas.
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Este post es una versión editada y alargada de la Crítica de Ideas que se ha publicado hoy domingo en Mercados, el suplemento económico del diario El Mundo.
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