No hay criterio temático, ideológico o psicológico que explique la elección de los siguientes libros. Al menos que yo sepa. Hay de todo en la lista: novelas, ensayo, historia, matemáticas, memorias, periodismo, economía, etc.
No hay tampoco razones cronológicas. Hay libros recientes, otros de hace tres años o una década, y alguno de hace medio siglo. Lo único que tienen en común es que me han gustado y creo que merece la pena recomendarlos.
No son los mejores, ni los únicos. Son los primeros que me han venido a la cabeza al pensar en una lista. Bueno, no exactamente, porque he pensado en otros que he dejado fuera por diferentes razones, pero casi.
Enjoy.
– Harry Thompson: «Hacia los confines del mundo«. Una auténtica maravilla de novela que recrea la relación entre Darwin y Fizroy y el viaje del Beagle. De lo que más me ha gustado en los últimos años. No soy un apasionado de las novelas marítimas, tipo O’Brian, pero casi me convierto en uno después de esto.
– Carsten Jensen: «Nosotros los ahogados«. También en Salamanca y también centrada en barcos, pero diferente en todo lo demás. Magnífica novela sobre generaciones y familias de marineros de un pequeño pueblo costero de Dinamarca a lo largo de varias décadas.
– Stefan Zweig: «El mundo de ayer«. Testimonio desolado(r) de un europeo desesperanzado. Memorias del fin de una era, de un austriaco que perdió la fe con el ascenso de los nacionalismos y la barbarie. Que pasó de la Viena de fin de siglo al Brasil de entreguerras. Un repaso erudito y envidiable a la vida cultural de un continente suicida. Uno de los mejores libros de Zweig e imprescindible para entender el siglo pasado. Ésta es una de mis páginas favoritas.
– «Mi abuela y diez más«, de Ander Izagirre en Libros del KO. Muy corto pero delicioso. La irracional e inexplicable pasión de Ander por la Real Sociedad (y su abuela). Más que recomendable incluso si, como a mí, el fútbol te resulta del todo indiferente.
– “El tiempo de los regalos” y “Entre los bosques y el agua“, de Patrick Leigh Fermor en un mismo volumen de RBA. Leigh Fermor, ‘Paddy’, es uno de los escritores de viaje más importantes del siglo XX, aunque nunca soportó eso de «escritor de viajes». A los 18 años, en 1933, cruzó andando Europa. Desde Londres (Roterdam) a Estambul. Décadas después, con las notas que tomó entonces y una prodigiosa memoria, escribió esta joya. Un impresionante relato de una Europa que ya no existe. Llena de castillos, gente amable, nobleza decadente y princesas enamoradizas. La historia de un crío que recita poesía victoriana y aprende alemán mientras pasea entre fronteras abiertas, pero escrita por un veterano de guera capaz de impresionar a sus prisioneros nazis declamando en latín. Pura erudición sin (demasiadas) pretensiones. Una gozada.
– «La tumba de Lenin«. Buenísimo libro de David Remnick sobre los últimos años de la Unión Soviética. Remnick, hoy director del New Yorker, vivió en Moscú como corresponsal del Washington Post. Su crónica, puro periodismo, le lleva de una parte a otra de Rusia, a hablar con cientos de personas, a buscar a los protagonistas del presente y del pasado. Es dinámico e interesantísimo. De lo mejor que he leído este año sin duda.
«Querido líder. Vivir en Corea del Norte«, de Barbara Demick, corresponsal de Los Angeles Times en Seul. Un relato desgarrador de una serie de norcoreanos aplastados por un régimen brutal que huyen a China y Corea del Sur. Que encuentran la libertad y a veces a la familia, pero no siempre la felicidad. Demick habla con ellos y explica el horror del que vienen, pero también el descocierto al que llegan.
– Tony Judt: «Reappraisals«. El mejor Judt es, a mi juicio, el de Posguerra y el de Reappraisals. En las distancias cortas, en el cara a cara, es formidable. Repartiendo cera hacia todos los lados, sin contemplaciones. A Althusser o Gaddis. Sus reseñas y ataques son certeros, muy bien documentados y sensatos. Tiene un formidable aparato sobre el que levantar su ataque, y no tiene la moralina o el discurso evangelizador de alguno de sus últimos libros.
– «Hitch-22«, las memorias de Christoper Hitchens. Envidias su vida desde la primera página a la última, a pesar de las tragedias familiares y una infancia poco feliz. Su educación, la gente a la que tuvo acceso, sus viajes, su ego, su prestigio, su capacidad, sus lecturas, sus polémicas, su carácter. Uno de los grandes polemistas de las últimas décadas. Tan temido que sólo ahora, más de un año después de su muerte, empiezan a salir a la luz sus críticos.
– Louis Menand: «El club de los metafísicos«. Buenísima reconstrucción de la vida intelectual (semi)académica de los EEUU de después de la Guerra Civil a través de la vida y amistad de William James, Charles Peirce, Oliver Wendell Holmes o Dewey y su búsqueda del Pragmatismo. Libro detallista, lleno de referencias, te logra transportar a la atmósfera de la época, a un país en reconstrucción gracias a figuras como las que describe.
– «Yo no. El rechazo del nazismo como actitud moral«, las memorias de Joachim Fest y su familia, profundamente alemanes, religiosos y firmemente opuestos al nazismo. Un hombre, un apellido, íntegro y valiente. Con un lema que deberíamos grabar en la pared de todos los colegios: Etiam si omnes, ego non.
-«El club del Bang Bang. Instantáneas de una guerra encubierta«, de Greg Marinovich y Joao Silva. Un relato sobre cuatro fotógrafos de ‘guerra’ sudafricanos, los que firman el texto, los únicos que sobrevivieron, y Kevin Carter (el famoso del retrato del cuervo y el niño y la canción de los MSP) y Ken Ooterbroek. Es el país del caos en los últimos años del Apartheid. Hay violencia, muerte, crueldad y tragedias. También una pasión incontrolada y una búsqueda autodestructiva de la perfección. Razones convincentes, las mejores que nunca tuve, para querer ser periodista.
– «The White Man’s Burden«, del gran Bill Easterly, que explica «Why the West’s Efforts to Aid the Rest Have Done So Much Ill and So Little Good». Una crítica brutal y acertada al paradigma buenista y paternalista de la ayuda al desarrollo por un auténtico especialista, al que el Banco Mundial dio la patada por cantarles las cuarenta. Mandar miles y miles de millones de euros al año puede lavar conciencias, pero servir, lo que se dice servir, más bien para poco.
– Marcus du Sautoy: «La música de los números primos«. «Una evocación maravillosa y emocionante del mundo de las matemáticas, de su belleza y sus secretos». Desde la Grecia antigua hasta Riemman y la distribución de los ceros de la función zeta. Uno de los mejores libros que he leído en los últimos años. No de matemáticas. Ni de divulgación, sino uno de los mejores y más entretenidos libros en general. Permite que profanos como yo disfruten de cada página con admiración. Que entendamos y podamos compartir la belleza, la música, de los números. Magnífico.
– Y más matemáticas. «The man who loved only numbers: the story of Paul Erdos«, de Paul Hoffman. La biografía definitiva y deliciosa de un matemático único. Un húngaro que sólo vivía para las matemáticas. Que no tenía casa ni país, que viajaba por el mundo de casa en casa de compañeros ofreciendo su cerebro para resolver problemas y escribir papers. Un genio impredecible para el que no existía nada más allá de los números. Que llamaba «epsilons» a los niños pequeños, decía que alguien estaba muerto cuando había dejado de hacer matemáticas y apenas dormía o dejaba dormir. La disfruté como un enano.
«En busca del crecimiento» es más equilibrado y se aprende más, para mi gusto.
Los dos libros de Helpman «The mystery of economic growth» y «Understanding Global Trade» son muy fáciles de leer y super instructivos
No he leído En busca del crecimiento. Tomo nota de los tres, gracias!
Hay alguno que tengo en cartera pero el que sí he leído es el de Joachim Fest y, siendo interesante, no es de los que más me han gustado como testimonio de esos años bárbaros. Lo achaco a que está escrito muchos años después de los hechos descritos y eso le hace perder viveza, a diferencia de muchos relatos de víctimas que cuentan su paso por campos de concentración. Desde un ángulo con cierta semejanza, ‘Historia de un alemán’ de Sebastian Haffner me gustó mucho más. Y de paso comento mi última lectura de esa época: ‘La noche quedó atrás’ de Jan Valtin que ciertamente sí me ha impresionado sobremanera. Ahora, con cierta relación, estoy con ‘El fin de la inocencia. Willi Münzenberg y la seducción de los intelectuales’ de Stephen Koch que es más espeso, aunque también interesante.
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