El 21 de noviembre de 2001, la NBC emitió The Indians in the Lobby, un episodio de la tercera temporada de El Ala Oeste de la Casa Blanca. El programa convirtió en una efímera celebridad a Mollie Orshansky, una economista y estadística de origen ucraniano que a principios de los años 60 elaboró los llamados Orshansky Poverty Thresholds (los Umbrales de Pobreza de Orshansky). Herramienta clave entonces, hoy en día todavía se utiliza para fijar el límite a partir del cual un hogar es pobre.

La historia de Orshansky es fascinante (PDF). Su final, por desgracia, no. La economista utilizó los datos de planes «nutricionalmente adecuados» (PDF) del Departamento de Agricultura (los dos más bajos de los cuatro existentes) para sus umbrales, y multiplicó por tres su coste en dólares para llegar a una estimación, a la baja, del coste de la vida.

¿Por qué? Porque una encuesta de consumo de alimentos de 1955 señalaba que las familias de tres o más personas dedicaban cerca de un tercio de sus ingresos a comprar comida. Hoy, probablemente, supone en torno a una sexta parte del presupuesto de los hogares.

Definir la pobreza es crítico para un país. No es lo mismo serlo en EEUU que en África. Stephen Chow y Lin HuiHyitratan de explicarlo y dar perspectiva en un interesante proyecto: The Poverty Line.

Demócrata y simpatizante de la Guerra contra la Pobreza de Lyndon B. Johnson, Orshansky sin embargo desarrolló sus umbrales como una herramienta casi académica, no para su uso en políticas públicas.

El gran problema de esos umbrales de 1963 es que, aunque tienen en cuenta la inflación, están obsoletos y no reflejan los patrones de consumo de las familias de hoy en día.

La necesidad de cambio es evidente. En 1992, el Committee on National Statistics of the National Academy of Sciences empezó un estudio estadístico serio sobre los desafíos de sus modelos.

En 1995 el panel de Poverty and Family Assistance de la National Academy of Sciences (NAS) estadounidense hizo público un informe titulado «Measuring Poverty: A New Approach» en el que ofrecía recomendaciones para mejorar de manera efectiva el sistema de medición de la pobreza.

El 1999 y 2011 el Census Bureau se sumó a la iniciativa con ideas y propuestas concretas para modificar los umbrales y la medición. Si los expertos lo tienen claro, ¿por qué no se ha cambiado en profundidad? Porque los políticos, por desgracia, no quieren cambios tan sustanciales, pues harían que aumentara de un día para otro el número de pobres . Y por tanto el de las ayudas, sin contar siquiera lo ya producido por la crisis.

Blooomberg (el ex alcalde) lo sabe bien. El problema es que por mucho que se niegue, y se llame como se llame, el elefante está en la habitación.

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Este post es una versión editada de la Crítica de Ideas publicada ayer en Mercados, el suplemento económico del diario El Mundo.

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