El Ala Oeste de la Casa Blanca es la mejor serie de todos los tiempos. Hay pocas dudas al respecto, aunque soy tolerante con los que discrepan.
Jon White, que es una persona sensata, coincide con mi opinión (en realidad, no). Y por eso ha dedicado un año y medio de trabajo a Seventeen People: A modest tribute to—and deconstruction of—my favorite hour of television. Una página web dedicada íntegramente a Seventeen People, el episodio de la segunda temporada emitido el 4 de abril de 2001. Genialidad absoluta.
Para auténticos fans, este artículo de Hollywood Repoter es absolutamente imprescindible: «‘West Wing’ Uncensored: Aaron Sorkin, Rob Lowe, More Look Back on Early Fears, Long Hours, Contract Battles and the Real Reason for Those Departures«.
Una auténtica historia oral de la serie, una larga charla con todos los protagonistas, Sorkin, productores y directivos de la cadena sobre el nacimiento de la serie, su evolución, contratos, castings, problemas, salidas y retornos. Fantástico.
Porque El Ala Oeste es política, pero también drama. y aquí hay una lista de 10 episodios que lo demuestran. Incluyendo, desde luego, Dos catedrales, que nunca ha sido superado.
Y si alguien tiene curiosidad, en el número 2 de papel de Jot Down, escribí un artículo largo titulado: “The Best and the Brightest“ (PDF).
Está dedicado a la serie, claro. Y vengo a decir que:
“Sus siete temporadas demostraron que los ‘expertos’ de la televisión, los profetas de la basura y los abogados de la miseria o no tienen ni puta idea o mienten como bellacos. Demostraron que es posible sentar a millones de personas en un sofá a disfrutar con la política. Que es posible alcanzar la perfección sin sexo, sin rodar en exteriores, sin violencia, sin chistes fáciles. Que es posible generar placer con el día a día de un Gobierno. Con diálogos largos, difíciles, eruditos. Con intercambios pedantes entre niños bien de Harvard y Yale. Que la inteligencia es una virtud y no una vergüenza. Que la lealtad y el honor inspiran y conmueven. Que es posible respetar al público. Que la clave es la oferta, no la demanda”.
¿No le parecieron muy flojas las dos últimas temporadas? A mí, entusiasmado con las primeras, sí: guiones simplones y predecibles, efectismos a falta de trama y sensación de acabar de prisa y corriendo. La verdad, me dejaron muy mal sabor de boca (de hecho, no acabé de ver la última por el mal humor en que me ponía al compararla con las primeras, que. esas sí, fueron de lo mejor que he visto).
En términos relativos, sí, mucho. Además, nunca me gustó Santos. Pero en términos absolutos, no. La terminé, aunque a años de luz de gusto de las primeras.