– Esto, interesantísimo. «How the New York Times Handles Israeli Censorship«. Jodi Rudoren, que es la bureau chief del New York Times en Jerusalén, explica sus relaciones con la censura israelí estos días. Cuenta que ella, como todo periodista que quiera acceder a determinados lugares (como Gaza) tiene que firmar un papel en el que se comprometé a aceptar las normas de censura del país. Lleva más de dos años allí, y hasta ahora no había tenido noticias del censor, pero el otro día, tras el aparente secuestro de un soldado israelí (emparentado con un alto mando), recibió la llamada. Y detalla el proceso y cómo el periódico, si quiere, se salta el muro simplemente publicando todo lo que tiene pero firmándolo desde fuera del país. Pero cómo, en el artículo en el que tuvieron que dejar fuera un párrafo, añadieron un disclaimer explicando a sus lectures lo anómalo de la situación.

– Y hay que leer lo que escribe Anne Barnard desde Gaza también: «In Fatal Flash, Gaza Psychologist Switches Roles, Turning Into a Trauma Victim«. La triste historia del psicólogo Hassan al-Zeyada. Durante años ha atendido a cientos de pacientes traumatizados en su tierra. Ahora, mientras sigue intentado ayudar, él mismo se ha convertido en una víctima. El pasado 20 de julio, seis familiares, incluyendo a su madre y tres hermanos, murieron en un ataque aéreo israelí.

– Una investigación de Rukmini Callimachi también en el NYT: «Paying Ransoms, Europe Bankrolls Qaeda Terror«. Sobre cómo los rescates pagados por los gobiernos (o empresas) europeos financian de hecho a Al Qaeda y sus diferentes asociados. Con cifras astronómicas: «Al Qaeda and its direct affiliates have taken in at least $125 million in revenue from kidnappings since 2008, of which $66 million was paid just last year». «In news releases and statements, the United States Treasury Department has cited ransom amounts that, taken together, put the total at around $165 million over the same period».

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