Hoy, 1 de octubre, empiezo una nueva etapa como corresponsal de El Mundo en Bruselas. Llegué a la ciudad apenas hace una semana y he estado muy liado con todo tipo de trámites (casa, internet, teléfono, bancos, acreditaciones), lo que explica buena parte del silencio.

Llevo sin actualizar el blog unas semanas, y sin poner Lecturas de Domingo. El cambio de destino ha sido un proceso muy rápido, así que tuve que aprovechar cada minuto de las últimas semanas en preparar un cambio de país. Pero en cuanto esté asentado del todo, y vuelva a la nueva ‘normalidad’ retomaré todo como hasta ahora.

Bueno, en realidad no sé si como hasta ahora. No tengo muy claro qué va a pasar en las próximas semanas o meses en mi orden diario de lecturas, ni horarios ni preferencias. Pero entre tanta Unión Europea seguro que seguiré buscando refugio en historias largas, atemporales. En reportajes, biografías, perfiles y aventuras.

La que se abre es una etapa fascinante, pues siempre había querido ser corresponsal. Todos mis recuerdos del pasado asocian el periodismo a estar fuera. He estado siete años en Economía, pero antes de periodismo yo estaba haciendo el Doctorado en Relaciones Internacionales, la que siempre había (ha) sido mi principal afición. Afortunadamente, John Müller decidió apostar por mí y en Economía, algo por lo que nunca le estaré lo suficientemente agreadecido. La época de crisis ha sido terrible para el país, pero para los periodistas que empezábamos ha sido un Master intensivo, acelerado y profundo.

Estoy muy contento, pero al tiempo estos días son tristes, y no sólo por dejar atrás amigos y familia. Sustituyo en Bruselas a Eduardo Suárez y María Ramírez, compañeros todos estos años y buenos amigos. Va a ser díficil concebir El Mundo sin ellos, pero les irá genial hagan loq ue hagan y vayan donde vayan porque son realmente buenos.

En fin, gracias a todos por la paciencia que tendréis. Llegar detrás de Eduardo y María, de Javier Gallego, de Carlos Segovia, de tantos otros a este puesto es muy duro, porque han dejado el listón altísimo. Haré lo posible por no bajarlo.

Arrancamos.

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