Desde hace tiempo se sabía que Seymour Hersh estaba trabajando en un artículo sobre la muerte de Bin Laden, ocurrida hace cuatro años y poco más de una semana en Abbotabad, una ciudad pakistaní.

El otro día en Revista 5W Agus Morales, que estuvo allí, hizo un resumen. Ayer domingo, por fin, la historia de Hersh vio la luz. Un larguísimo ensayo, de más de 10.000 palabras, publicado por la perstigiosa y británica London Review of Books con el título: «The Killing of Osama bin Laden«.

Es una historia fascinante, realmente bien escrita, dinámica, con ritmo y una teoría demoledora: todo lo que nos han dicho sobre la muerte de Bin Laden es mentira. O casi todo. No fue una operación secreta de EEUU, ejecutada sin el conocimiento de Pakistán. No lo descubrieron a través de sus correos (no electrónicos, sino gente que hacía de correo), sino por la traición de un oficial de interligencia pakistaní que ahora vive en Washington con una recompensa de 25 millones de dólares.

Y no fue una enorme sorpresa porque, según Hersh y sus fuentes, Bin Laden era ‘prisionero’ de Islamabad desde al menos 2006. Los americanos entraron con un guía que prácticamente los condujo hasta la puerta del dormitorio. Apenas hubo disparos, porque no habría habido apenas resistencia. Y los restos no fueron siquiera tirados al mar porque básicamente no quedaban restos que tirar. Hay mucho más. Aquí, un resumen en español en El Mundo.

La historia es tremenda. Leedla. Sólo tiene un problema: es tremendamente endeble, no se sostiene por ningún lado.

No soy un especialista ni mucho menos en estos temas. He leído bastante sobre ello, pero a nivel muy amateur. Pero me dedico al periodismo, así que el principal problema salta a la vista incluso para un profano. El argumento, la historia, de Hersh se sustenta sobre muy pocos testimonios y de gente vagamente relacionada con la información. Con vagamente no queremos decir que no sea gente informada (al menos una de ellas aparece por nombre), sino gente que, aparentemente, estaba muy lejos de la cadena de mando y de la información de mayor nivel en esa época. Y es algo que van a usar en su contra inmediatamente.

Max Fisher, en Vox, enumera las principales debilidades de la historia y lamenta que el periodista que ha sacado cosas que van desde la matanza de My Lai hasta Abu Ghraib, haya caído en la «conspiración». El texto está lleno de afirmaciones muy controvertidas.

Como admiten alguno de los críticos más feroces, el Gobierno de EEUU mintió en algunas de las filtraciones inmediatamente posteriores al ataque de los Navy Seals. Pero el relato de Hersh no está lo suficientemente bien atado.

Peter Bergen, en un texto de la CNN, empieza elogiando la carrera de Hersh, uno de los «gigantes» del periodismo de investigación. Pero su dictamen es durísimo: «Hersh’s account of the bin Laden raid is a farrago of nonsense that is contravened by a multitude of eyewitness accounts, inconvenient facts and simple common sense«. Pero sobre todo, en dos párrafos, da un golpe bastante fuerte a la línea de flotación del artículo de Hersh (negritas mías):

«The only source Hersh refers to by name in his 10,000-word piece is Assad Durrani, who was the head of ISI during the early 1990s, around two decades before the bin Laden raid occurred. Hersh portrays Durrani as generally supportive of Hersh’s various conclusions.

When I emailed Durrani after the Hersh piece appeared, Durrani said there was «no evidence of any kind» that the ISI knew that bin Laden was hiding in Abbottabad but he still could «make an assessment that this could be plausible.» This is hardly a strong endorsement of one of the principal claims of Hersh’s piece».

Y el final del post, los dos últimos párrafos, son buenos.

Primero, una reflexión en general sobre periodismo: «All sorts of things are, of course, plausible, but in both journalism and in the writing of history one looks for evidence, not plausibility». Que suscribo completamente. Es posible que Hersh lleve razón y que todo haya sido una enorme mentira, de inicio a fin. Pero no basta con que sea posible. Esto no es un jurado al que se le dice que si tiene dudas razonables no puede condenar. Aquí la carga de la prueba va por otro lado, y Hersh no sólo pone en duda una versión oficial, sino que presenta una alterantiva. Pero no la demuestra. Y si no desuestras algo tan grave, no es periodismo, es ciencia ficción.

La última, sobre el caso concreto. «Hersh has had a storied career. One hopes that he won’t end it with a story about the Obama administration and the bin Laden raid that reads like Frank Underwood from «House of Cards» has made an unholy alliance with Carrie Mathison from «Homeland» to produce a Pakistani version of Watergate»:

Imagino que en las próximas horas habrá más reacciones y artículos. Los iré enlazando según los lea.

Íñigo tiene una opinión muy similar a la mía, lo escribe en Guerra Eterna.

Jack Shafer en Politico: «Sy Hersh, Lost in a Wilderness of Mirrors«. De forma resumida: «It’s a messy omelet of a piece that offers little of substance for readers or journalists who may want to verify its many claims. The Hersh piece can’t be refuted because there’s not enough solid material to refute. Like the government officials who spun the original flawed Abbottabad stories, he simply wants the reader to trust him.»

Y la conclusión, bastante dura pero que comparto también:

«By re-exploring the bin Laden operation, Hersh has thrust himself into the phenomenological territories that Cold War spymaster James Jesus Angleton called a “wilderness of mirrors.” In this clandestine world, truths are constructed, obliterated and bent to serve their masters. Adversaries who would deceive abound in this place, and without a reliable map, a compass, a sense of direction and maybe even a pedometer, even the most intrepid voyager (or journalist) can find himself lost. I’ll volunteer to join a search party for Hersh—somebody I’ve long admired—if only somebody can tell me precisely where he is.

Gabriel Sherman en el NY Magazine: «Why Seymour Hersh’s ‘Alternative’ bin Laden History Did Not Appear in The New Yorker«. Con un enlace a esto, de hace unos días, que apoya parte de la versión de Hersh.

– Blogger accuses Seymour Hersh of ‘plagiarism’ for bin Laden raid story. Dice que ella, en 2011, ya puso las mismas dudas, identificó los mismos factores y citó a dos de las fuentes militares de Pakistán que ahora recupera Hersh.

– El autor defiende su trabajo: «Seymour Hersh Details Explosive Story on Bin Laden Killing & Responds to White House, Media Backlash«.

-Ojo, que Carlotta Gall, corresponsal del NYT en Afganistán y Pakistán durante 12 años, desde 2001, se pone de parte de Hersh: «The Detail in Seymour Hersh’s Bin Laden Story That Rings True«. Dice que hay elementos que ella misma llegó a confirmar, como la existencia de un informante y por lo tanto el conocimiento del ISI de la ubicación de Bin Laden, pero que no lo publicó porque habría sido muy complicado de justificar y defender en EEUU. Porque en esos temas no hay documentos y todo se mueven con fuentes anónimas.

James Kirchick en Slate: «A Crank Theory of Seymour Hersh«. Quizás el ataque más violento. «the bulk of what Hersh has written over the course of his legendary career is distortion and conjecture; his reputation as America’s premier investigative journalist rests on two stories: the My Lai Massacre and the Abu Ghraib prisoner abuse scandal. The rest of Hersh’s oeuvre descends largely from his overactive imagination».

– Interesante esto de Husain Haqqani, pero obviamente, ‘de parte’, porque el que firma fue embajador de Pakistán en EEUU: «What Pakistan Knew About the Bin Laden Raid«.

OJO DE NUEVO. Pablo Pardo entrevista a Hersh en El Mundo: «Era más fácil la versión heroica«.

– E Isaac Chotiner en Slate: “I Am Not Backing Off Anything I Said”. Es la entrevista más surrealista que me he encontrado en mucho tiempo, tenéis que leerla. Llena de palabrotas, mala leche, interrupciones por llamadas, un Hersh irascible y súper sincero, reproches.

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