Estas semanas están siendo bastante productivas. Para trabajar, escribir y leer en realidad, poco más. Pero estoy escogiendo mejor o teniendo más suerte con los libros.

¿Qué he estado leyendo?

Nothing is true and everything is possible. The Surreal Heart of the New Russia“, de Peter Pomeranzev. Un libro raro para un país rarísimo. Una mezcla de diario, memorias, reflexiones, ensayo, Historia, cotilleo y entretenimiento.  Pomeranzev, británico de padres exiliados rusos, pasa una década en Moscú haciendo sobre todo de productor en televisión. Este libro es la historia de los últimos 15 años. Putin no sale nombrado, es siempre el Presidente. El autor escoge a todo tipo de personajes secundarios (mafiosos convertidos en actores, top models, pandilleros, oligarcas, millonarios, artistas enloquecidos, otros periodistas) para hablar de toda la sociedad. De sectas, gurús, sicarios, políticos, empresarios. De la televisión y el Kremlin, de Rusia Today. De manipulación y propaganda. La Rusia que (en cierto modo parece amar) le desgasta y acaba ganando. Un país corrupto en el que nadie puede ni va a poder parar la ola nacionalista y ultra. En el que tienes que saber a quién sobornar y cuándo para no acabar en prisión (o para salir de ella) por guerras internas entre servicios secretos. En el que puedes acabar muerto en cualquier momento. Un país orgulloso al que durante demasiado tiempo hemos ignorado y que más nos vale empezar a estudiar bien.

Tiene que ser aquí“, de Maggie O’Farrell. Novela y Asteoride. La probabilidad de que esa combinación acabe en éxito es altísima. Me ha gustado mucho. La historia, los personajes, la estructura, el ritmo. Se lee de un tirón. Tiene algunas partes extrañas y difíciles de sostener (estamos en el siglo XXI), algunas escenas inexplicables (el psicólogo escolar) y sus cosas. Pero más que recomendable.

Yo, Bill Murray“, de Marta Jiménez. Un libro realmente peculiar. No es lo que esperaba y, en realidad, not my cup of tea. Es un texto totalmente dedicado a Murray, un personaje que seguramente lo merece. No conocía muchas de las anécdotas y hasta qué punto es estrambótico. Hay tres o cuatro momentos hilarantes, como cuando explica que para paliar lo desastre que es organizándose  un estudio le obliga a contratar a un asistente que le siga la pista y haga de intermediario. Y él  encuentra a una mujer sordomuda que sólo se puede comunicar con lenguaje de signos y a la que, claro, nadie entiende. El problema es que es un libro un tanto caótico, desordenado y cuya finalidad y estructural exacta no acabo de comprender. Y la llucva de títulos, muchas veces en dos idiomas, me agotó un poco.

Adults in the room:My Battle With Europe’s Deep Establishment“, de Yanis Varoufakis, Me ha gustado. Lo leí en un día y lo disfruté. Tengo escrita una reseña de 4.000 palabras a la que a ver cómo doy salida. Pero no tengo muy claro que sea una obra útil o realmente entretenida para quien (tuvo la suerte de) no siguió la crisis griega de 2015 día a día ni conoce bien a los protagonistas y sus matices.  Está sin duda bien escrito, pero en su intento de defensa Varoufakis se acaba hundiendo. No creo que sea un intento de autocrítica, sino todo lo contrario. Y por alguna razón que se me escapa, siendo un homber tan inteligente, no parece darse cuenta de en qué lugar le deja esta crónica.

¿Dónde vamos a bailar esta noche“, de Javier Aznar. Javier es un buen amigo. Es su primer libro, pero en absoluto sus primeras líneas. Cualquier que haya seguido estos años su blog encontrará en ¿Dónde vamos a bailar esta noche? ese mismo espíritu. Fresco, divertido, ligero (en un buen sentido). Sin pretensiones ni aparente profundidad. El estilo de alguien feliz, sin problemas, que mira y disecciona su mundo, uno ajeno para muchos de nosotros, con gracia y mucha más mala uva de lo que su espíritu bonachón da a entender. Lo que viene a la cabeza, instintivamente, es Gatsby, Fitzgerald y Salinger. Y él juega con eso. Con Nueva York, terrazas, azoteas, fiestas, enamoramientos diarios, bodas, chicas increíbles por todas partes, dinero (nunca mencionado), paseos iniciáticos, música y todo tipo de bebidas alcohólicas. Mezclado con un punto juvenil, con amigos en calzoncillos jugando a la Play y partidos de fútbol, en el patio del colegio o el Bernabéu. Pero, a rato, yo imaginaba a Javi, más bien, como una mezcla de Jeeves y Bertie Wooster del siglo XXI. Sin trenes ni tías graciosas. A él lo que le gustan son las fiesta, pero yo pagaría por una deriva más propia del Club de los Zánganos con té y enredos. (Y por borrar dos o tres los capítulos, sobre todo el del runner).

Años de vértigo. Cultura y cambio en Occidente. 1900-1914“, de Philipp Blom. Maravilloso. Una obra extraordinaria. Un repaso detallado, profundo, elegante y hasta hermoso de tres lustros que cambiaron el mundo. Bloom cree que el hecho decisivo no es la Guerra y que los factores que ayudan a entenderlo se remontan algunas décadas atrás. La tesis de cómo se puede ver la quiebra en el arte, la literatura, la ciencia, la historia y la política está muy bien hilada. La teoría sobre el auge de la violencia, el machismo y cómo la tecnología descoloca al hombre y éste responde de la peor manera. A ratos la cantidad de autores y obras citadas puede abrumar, pero no desgasta. No es un name dropping frívolo. Hay capítulos (los iniciales) por países o ciudades que sientan muy bien las bases, cada uno con sus particularidades. Uno termina las casi 550 páginas encantado y con la sensación de que comprende mucho mejor el siglo XX, el XIX y las fracturas de Europa.

L’Historie de la Belgique. Des origines à 1830, pour les nuls“, de Fred Stevens y Axel Tixhon.  Bastante flojo. Quería una vista rápida y sencilla, pero historiográficamente no tiene valor y didácticamente es un pestiño. Sucesión agotadora de nombres, reyes, batallas y sucesiones sin especial cuidado ni buena prosa. A ratos se acuerdan de que son historiadores y meten, como un pegote, algunas páginas de contexto, cultura, etc. No es lo que esperaba.

 

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