Lara Moreno en Letras Libres escibre sobre Anna Ajmátova. Anna de todas las Rusias. «Ajmátova agigantó su vida política, literaria y amorosa entrelazada con el pulso de la historia misma. Lo personal, lo político y lo místico. Así, su grandeza es la de un héroe trágico que lucha contra un destino con solo el arma de su expresión. Ajmátova se subió a la torre, con los huesos ya cansados, para observar las ruinas de su siglo XX. Resistió y penó y envejeció: vio morir a sus amigos a golpe del régimen, fusilaron a su primer marido, su hijo fue encarcelado y recluido en campos de trabajo, fue censurada, sobrevivió a la pobreza. Amó entre todo este gentío y esta sangre. Escribió. Como dice García Valdés: “Un poeta, un poeta no pertenece a su tiempo, pone nombre a su tiempo”.
Buenísimo el reportaje de Daniel Verdú en El País Semanal desde el sur de Italia. Territorio ‘Ndrangheta: la multinacional del crimen. »
—¿Qué buscas?
—Busco sangre y honor.
Así se inicia un diálogo de unos 20 minutos para entrar en una organización basada originalmente en dos estratos —sociedad mayor y menor—, en el secreto y en las estrictas jerarquías. Desde ese momento, si es necesario, el nuevo picciotto, el estadio más bajo, matará a su familia a fin de proteger a la ‘Ndrangheta. Cuando jura hay una vela encendida y una figurita de san Miguel Arcángel, protector de la mafia calabresa. El aspirante, pariente de otro miembro, se clava una aguja en un dedo y cada una de las gotas cae sobre la figura que se va quemando. El resto del clan, sentado en herradura, escucha que el nuevo arderá como la estatuilla si traiciona a su nueva familia. Siempre es así. Centenares de sumarios documentan ya una liturgia de la que todavía se desconoce la mayoría de detalles».
Analía Plaza, en Vanity Fair, cuenta una fascinante Breve historia de Sáenz de Oiza, el arquetecto que pidió perdón por crear Torres Blancas. » Entre junio y agosto de 1990, Madrid sacó a trescientas doce familias de un poblado chabolista de Vallecas para realojarlas en un enorme edificio curvado a los pies de la M-30. Las viviendas suscitaron tantas quejas que cuando al arquitecto se le ocurrió visitarlas casi se le echan encima. Sus ocupantes insistían en que los pisos no sólo eran pequeños, sino amorfos. La ventana de la cocina se abría sobre los fuegos («cocina tú aquí») y en el dormitorio principal apenas cabía una cama de 1,35 («¿y cómo voy a comprar una cama más pequeña para mí y mi mujer?). El arquitecto sacó entonces un metro. A punto de perder la paciencia, le dijo al inquilino que no debía haber comprado la cama sin conocer el tamaño del cuarto. Y remató echándole una bronca tan escueta como memorable. «Deja la casa y hazte arquitecto. ¡A ver si lo haces mejor tú!».
Kwame Anthony Appiah en Literary Hub sobre Amo Afer: On the Kidnapped African Boy Who Became a German Philosopher, el filósofo negro que burló la esclavitud. Vía Jorge Freire.
Hannah Ellis-Petersen, en The Guardian: The dark secret of Thailand’s child brides. Underage Muslim girls are regularly forced into marriage with Malaysian men, and the government turns a blind eye.
John Horgan, de forma divertidísima, rescata en Scientific American una entrevista con uno de los pensadores más influyentes del siglo pasado. Que no queda en muy buen lugar. The Paradox of Karl Popper. The great philosopher, renowned for his ferocious attacks on scientific and political dogmatism, could be quite dogmatic. Vía Ricardo Dudda.
Historión de Sarah Spain, en ESPN: Runs in the Family. Kansas City Chiefs running backs coach Deland McCullough went searching for his biological parents. He found them where he never would have expected. Via J. Mencía.
Margaret Coker en The New York Times cuenta la vida del capitán Harith Al-Sudani y su familia: The Iraqi Spy Who Infiltrated ISIS. «A 36-year-old former computer tech, he was, agency officials said, perhaps Iraq’s greatest spy, one of a few in the world to have infiltrated the upper reaches of the Islamic State. But now, on this last day of 2016, as he cruised along the four-lane crosstown highway toward his assigned target, the markets of Baghdad al Jdeidah, he had a nagging suspicion that his cover had been blown. Every day he remained embedded with the Islamic State was another day he risked his life. Today he had been caught in a small lie, the second in a matter of months». Vía Andrés Mourenza.
En Literary Hub también, una charla con Anthony Beevor sobre su trabajo, su experiencia en los archivos rusos, la mirada del historiador, etc. «How Does a Historian of War Sustain Any Faith in Humanity?«.
Andrea Aguilar, en El País, entrevista a la historiadora Margaret MacMillan: «La clave de un buen líder es saber dar marcha atrás«. Dice cosas como que «Nos fijamos en el pasado buscando luces de guía, y la historia lo que hace es ayudar a hacerte preguntas». Que «depositamos mucha fe en la historia porque no respetamos otro tipo de autoridad. En la mayoría de países, ya no nos fiamos de las Iglesias ni de nuestros líderes políticos, y parece que pensamos que la historia es un juez imparcial». O «Nunca me interesó mucho la corriente posmodernista. Decir que absolutamente toda evidencia es sospechosa porque siempre es, hasta cierto punto, una construcción y que no hay una verdad te puede llevar a una ruta peligrosa, y de hecho así ocurrió. Una de las corrientes actuales más interesantes es la llamada historia de las emociones. Hoy también se hacen análisis muy detallados de discursos que generan debates interminables. Y yo creo que se puede analizar lo que alguien dijo, pero también es importante mirar lo que hizo, cómo vivía, cómo funcionaba la sociedad, cómo era la economía. La política no se puede pasar por alto, importa porque afecta a la vida de la gente común. Hay sitio para muchos tipos de historia». Ví Beatriz Hoya.
Y Jorge Benitez, en El Mundo, habla con Niall Ferguson: El Papa Francisco podría ser a la Iglesia lo que Gorbachov fue a la URSS. En la que dice cosas como que «Si los soldados ingleses que estaban acorralados en las playas hubieran tenido smartphones para recibir órdenes por WhatsApp, habría sido un desastre. La jerarquía a veces es necesaria, hay que combinarla con las redes». O «Sin Facebook y Twitter Trump no sería presidente y tampoco habría Brexit. Esta herramienta no se utilizó plenamente hasta estos años. Se usó a gran escala la publicidad política en estas plataformas por los lados ganadores, mientras que el establishment se quedó parado infravalorando esa nueva arma».
Y para terminar, Cass Sustein en The New York Review of Book: It can happen here. «Some depictions of Hitler’s rise are more intimate and personal. They focus less on well-known leaders, significant events, state propaganda, murders, and war, and more on the details of individual lives. They help explain how people can not only participate in dreadful things but also stand by quietly and live fairly ordinary days in the midst of them. They offer lessons for people who now live with genuine horrors, and also for those to whom horrors may never come but who live in nations where democratic practices and norms are under severe pressure. Vía Adolfo Gª Nombela.
Buen domingo a todos.