IMG_1130.PNGHoy, desde París, escribe Iñaki Gil en el periódico sobre los medios franceses. «Noticias hay muchas y usted puede leerlas gratis en muchas partes. Pero si usted quiere mis exclusivas, mis grandes reportajes, mis opiniones… tiene que pagarlo. Esa es la filosofía que comparte la prensa francesa de calidad. Y que cada día avalan más ciudadanos. Tres cabeceras, dos títulos señeros de la era del papel (Le Monde y Le Figaro) y un medio nativo (Mediapart) superan los 100.000 abonados digitales. Le Monde, faro de la izquierda y vespertino en los kioscos físicos, ha alcanzado los 180.000 abonados y Le Figaro, matutino conservador, superó la cota de los 100.000 en noviembre, según datos de OJD. Entre ambos el más exitoso de los nativos con 140.000 abonados«.

Hay mucho debate sobre los medios de comunicación, modelos de negocio, ingresos, publicidad, muros de pagos, cobro, contenido de calidad. Qué les voy a contar. Hemos cometido errores, muchos y devastadores, ya lo saben. Ya lo sabemos. Podemos debatirlos todos, me encontrarán en el lado más autocrítico y no en el más optimista de cara al futuro.

La mayoría de los que me leen, de los que leen, ya no compra periódicos en papel. Miran la web, las páginas web, muchas. Algunos, pocos, están abonados a ediciones digitales. Conozco todos los argumentos y no voy a tratar de convencerles de nada. Un periódico como el mío cuesta 1,50 en kioskos. Infinitamente menos en suscripción, impresa o no.

Hoy, un día cualquiera, tiene 60 páginas impresas de contenido. Por ejemplo

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Y la opinión, claro

Gistau, Arcadi, Muller, Redondo, Raúl del Pozo, Moyano.

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Hay decenas de artículos, analisis, crónicas (políticas, deportivas, sociales), infografías, un diseño muy trabajado, fotografías de primer nivel. Un periódico es un increíble esfuerzo diario que va mucho más allá de un título desafortunado, de una barbaridad viralizada. No es ninguna justificación, me disgustan, escandalizan o indignan cosas como a todos. No deberían estar, y explican y quizás justifican las fugas de lectores. Pero una parte no es el todo. Y si sólo les llegan fragmentos que otros han seleccionado, si sólo les llega lo peor, si sólo escogen una instantánea al azar o dejan que sean algoritmos los que escojan sus lecturas, no lo apreciarán en su justa medida.

Para mí, leer un periódico es disfrutar una columna, aprender con una crónica, informarme con noticias y contextualizar con un análisis. Pero es también leer algo que me cabrea y me incomoda, que me revuelve por dentro. Leer aquello con lo que no comulgo, que rompe mi círculo. Es leer también a quien defiende lo contrario, lo que me parece indefendible. Porque el mundo no soy yo y mis circunstancias.

Podemos debatir de todo lo que quieran, sobre si lo dan gratis aquí o en otro sitio, lo mismo o parecido. Sobre los artículos que ofenden, sobre los errores, las frivolidades, el clickbait, el amarillismo, la reiteración, las declaraciones. Los columnistas desatados. El fomato, los enlaces, la velocidad, las erratas. Sobre si nos merecemos un margen de confianza o no. Sobre redactores cuestionables, por decir algo amable, y si lo bueno compensa a lo malo. Sobre líneas editoriales. Lo que gusten. Pero si me preguntan a mí, suscrito a más de media docena de publicaciones, les diría que esto sí vale 1,5€. En papel o en web. Y esto es el primer paso. Si no logramos un acuerdo en lo más básico, el resto nos va a dar igual.

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