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How Poverty Ends. The Many Paths to Progress—and Why They Might Not Continue. En Foreign Affairs, los flamantes ganadores del Nobel de Economía 2019, Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo escriben sobre cómo a pesar de la discusión (creciente e importante) sobre las desigualdades, las últimas décadas han sido razonablemente buenas para los pobres. Pero por qué no hay que confiarse, ya que no hay ninguna garantía de que la senda yava a mantenserse. Con humildad, explicando cómo no saben qué hay que hacer para impulsar un crecimiento económico rápido.

Este párrafo, tatuado también: «Between 1980 and 2016, the average income of the bottom 50 percent of earners nearly doubled, as this group captured 12 percent of the growth in global GDP. The number of those living on less than $1.90 a day—the World Bank’s threshold for “extreme poverty”—has dropped by more than half since 1990, from nearly two billion to around 700 million. Never before in human history have so many people been lifted out of poverty so quickly«.

The ‘crisis of capitalism’ is not the one Europeans think it is. En The Guardian, Branko MIlanovic, especialista precisamente en , sobre por qué todo este ruido y publicaciones recientes sobre la crisis del capitalismo y sus debilidades están leyendo mal la cuestión, como ocurrió en los 90 con el ‘fin de la historia’.  «The facts show capitalism to be not in crisis at all. It is stronger than ever, both in terms of its geographical coverage and expansion to areas (such as leisure time, or social media) where it has created entirely new markets and commodified things that were never historically objects of transaction».

Pero si esto es así, ¿entonces por qué el debate? Porque es algo muy concentrado. «Why do we speak of its crisis? Because we focus on the malaise of the western middle classes and the rise of populism. But the dissatisfaction with globalised capitalism is not universal: a YouGov survey showed a very high degree of support for globalisation in Asia, with the lowest support in the US and France» (…) The crisis therefore is not of capitalism per se, but a crisis brought about by the uneven effects of globalisation and the expansion of capitalism to areas traditionally not considered apt for commercialisation. Capitalism has thus become too powerful, and in regions such as Europe, it is in collision with strongly held beliefs. Unless it is controlled and its “field of action” reduced to what it used to be, it will continue this conquest of as-yet-uncommercialised spheres».

– Insistiendo un poco en la cuestión, pero desde otro punto de vista: Clara Martínez-Toledano en Nada es Gratis: Ciclos Inmobiliarios y Desigualdad de la Riqueza. 

Con algunas ideas importantes:

«El porcentaje de riqueza en manos del 10% más rico cae durante booms inmobiliarios—en beneficio del 50% más pobre y aún más de la clase media (el 40% intermedio)— mientras que la tendencia decreciente se revierte durante contracciones inmobiliarias».

«El segundo resultado del trabajo es que las diferencias en las ganancias de capital a lo largo de la distribución son el principal determinante de la caída en la concentración de la riqueza durante booms inmobiliarios, mientras que las diferencias en el comportamiento del ahorro son el factor fundamental tras las dinámicas en la distribución de la riqueza durante contracciones. La clase media y baja posee un porcentaje mayor de su cartera en activos inmobiliarios y, por lo tanto, se beneficia en mayor medida de los aumentos de valor de los activos inmobiliarios durante booms (Figura 3a). Sin embargo, las ganancias o pérdidas de valor no parecen explicar las dinámicas durante contracciones, puesto que estas convergen entre grupos de riqueza. Las tasas de ahorro, en cambio, aunque caen siguen siendo más altas para el 10% más rico durante contracciones, lo cual explica por qué la tendencia decreciente en su proporción de riqueza se revierte durante estos periodos».

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¿Un obituario para la OMC? Marta Dominguez, de Bruegel, esta vez en Agenda Pública: con una idea a tatuar: «la economía mundial ha crecido sustancialmente en las últimas décadas impulsada por la naturaleza de suma positiva del comercio. Este es un hecho que haríamos bien en recordar, incluso a medida que la UE evolucione para jugar mejor el juego que otros han elegido.»

Un buen párrafo: «En una ocasión, el matemático Stanislaw Ulam le pidió al Nobel de Economía Paul Samuelson que le dijese un solo concepto de las Ciencias Sociales que fuese simultáneamente verdadero y no trivial. Años más tarde, cayó en la cuenta de que la teoría de la ventaja comparativa era una (tal vez la única) posible solución. Ésta demuestra matemáticamente (y de manera simple) que el comercio es beneficioso para los países más eficientes y para los menos eficientes. Siempre que existan más bienes que países, todos los países se beneficiarán de especializarse y de exportar aquello en lo que disfrutan de una ventaja relativa, e importar todo lo demás. Sin profundizar en la lógica matemática que subyace en esta conclusión, una de las pocas verdades fundamentales de la disciplina económica es que el comercio es un juego de suma positiva que genera crecimiento para todos los países que participan en él».

Ramón González Ferriz en El Confidencial: Cuatro cosas y media que mi generación debería haber aprendido de esta década. 1) Las innovaciones tecnológicas no nos van a redimir. De hecho, muchas son nocivas. 2) Las novedades políticas generan ilusión. La ilusión solo sirve hasta cierto punto. 3) La cultura cambia siempre, pero en esta década tú te has hecho mayor. 4) Si no sabes un poco de economía estás incapacitado para entender el mundo.

– Silvia Merler, de Algebris, sobre la increíble polémica por la reforma del Mede que se ha generado en Italia. Si necesitan algo de backgorund, aquí escribí hace dos semanas sobre el tema. El texto de Silvia está en italiano. La riforma del Mes: facciamo chiarezza. «Alan Posner scriveva nel lontano 1977 che la strategia di politica economica internazionale tipicamente adottata dall’Italia consisteva all’epoca nel far leva sul fatto che i nostri partner non potessero permettersi il nostro fallimento. Purtroppo, sembra essere cambiato molto poco, in questi 40 anni. Piuttosto che averne paura, gli Italiani dovrebbero vedere le nuove CACs come un elemento che finalmente responsabilizzi i nostri (volatili) governi sul tema del mettere in sicurezza le finanze pubbliche. Bloccare questo cambiamento darebbe un segnale di inaffidabilità, che farebbe al nostro costo di finanziamento molto più male di quanto qualsiasi tipo di CACs potrebbe mai fare. Nel discutere la riforma, il Parlamento dovrebbe considerare che anche l’inaffidabilità ha un costo, e che per noi quel costo è troppo alto».

 

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