El año 2021 ha sido el más duro y triste de mi vida. Nunca he sido más infeliz, más vulnerable. Nunca he estado más perdido ni me he sentido más solo. Todo lo que pudo salir mal salió mal, y fue a peor. Durante medio año no fui yo, o no me sentí yo, no me reconocía, ni me reconozco, ni me gusta ni me gusto, pero he ido aprendiendo a pedir y aceptar ayuda y a aceptarlo. Y poco a poco mejoró y volvió a despuntar, a lo lejos, la luz. Y leí.
Leí. No hubo, como antaño, parones de meses, sino apenas de unas semanas, cuando el dolor impedía la concentración. Así que leí, y leí, y leí más (e hice un millón de burpees y dominadas). Y busqué, sin darme cuenta, sobre la soledad. Una y otra vez, desde todos los puntos de vista. En los diarios de May Sarton, en la masía de Carlota Gurt o en la tristeza apática del psiquiatra que se jubila en el Agathe de Anne Cathrine Bomann. En el barco de Antonio Lucas, el Hamnet de O’Rilley o la casa abandonada y medio derruida de Santiago Lorenzo. Incluso en las consultas de alma soviética que torturan a Anna Strobinets. Pero lo único que encontré, si me permiten la parodia, fue el eco sordo de mi voz.
La soledad nunca había sido un problema, ni la distancia. Nos entendíamos, y arropábamos, y diría que nos complementábamos. No era forzada, pero tampoco forzosa. Era mía y en armonía. Pero dejó de serlo. En el post del año pasado ya se intuían algunas dinámicas, pero las anclas que entonces sostenían todo se descolgaron. Y no encontré soluciones ni pistas en la literatura, eterna compañera. Ya saben que rastreo en la ficción las conversaciones y pautas y explicaciones que nunca salen en la realidad, en nuestro día a día. Las confesiones que la vergüenza impide, especialmente entre amigos y compañeros, sobre todo entre quienes se aman. Y ahí no había gran cosa, no esta vez.
Afortunadamente, y a diferencia de 2020, el resultado global es positivo, aunque sea sólo en el balance de páginas. En 2021 he comprado mucho y he leído bien. Y he disfrutado, y aprendido, y me he emocionado y no acabo insatisfecho ni frustrado o arrepentido, no demasiado. Miro con sorpresa mi lista porque cierro el curso pensando, como todos los meses de diciembre, que no leo tantos ensayos como debería (en la lista faltan algunos, por diferentes razones profesionales), pero entre mis favoritos, en cambio, la proporción de novelas es mínima, a pesar de que son lo que más necesito. Supongo que es casualidad, o que el criterio para juzgar es más severo que con la no ficción. No lo tengo muy claro, pero tampoco me preocupa.
Aquí les dejo mis libros favoritos del curso. No son, forzosamente, publicados ahora, sino leídos en los últimos 12 meses. Por comodidad he puesto la versión en español de todos. Para 2022 tengo ya una lista extraordinaria de ideas (pueden ver pistas al final), cientos de recomendaciones bien apuntadas. Las nubes empiezan a escampar y si algo reconforta (y no es una forma de hablar, sino la pura realidad) es saber que están, estáis, ahí, y haceís compañía, y ayudáis, y dais ideas desde hace más de una década.
Muy feliz Navidad, feliz Año Nuevo y buena lectura en 2022 a todos.
Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez. La mejor novela que he leído en 2021, de lejos. Habla de Argentina y de esoterismo, dos temas que no me pueden resultar más indiferentes o distantes, y sin embargo, cala, vaya si cala. Es una obra espectacular, única. Es una novela física, muy física. Que te mueve, te pasea, te cansa, te agota el cuerpo. Sudas con ella y los protagonistas, sientes su hambre, su dolor físico, el insominio y el miedo, la sangre y las naúseas. Una historia y una narración potentísima, oscura, cruel, tierna, ambiciosa, total. Necesitas más, quieres vengarte y cruzar. Llega un momento en el que estás tan dentro de la historia, del círculo, de la iniciación, que necesitas más, y te dan igual los inocentes, y las víctimas, y las consecuencias. Y quieres seguir viendo, y mirar aún más allá, y de golpe entiendes mejor a los que están dispuestos a cualquier cosa por volver a verlo una vez más y ser tocados y mutilados.
No digas nada, de Patrick Radden Keefe. Qué voy a decir a estas alturas de No digas nada. Está en todas las listas (las que merecen la pena), ha ganado todos los premios (que merecen la pena) y recibido todos los elogios, especialmente entre periodistas. Porque, aunque cafres, pesados y cansinos, sabemos reconocer un talento descomunal cuando aparece y una narración magistral cuando nos explota en la cara (pun intented). Un ensayo brillante, extraordinario, sobre The Troubles. No es la historia completa, no es la historia definitiva, pero es un pedazo de historia. Un reportaje de 500 páginas (sobre el lado católico, no el unionista) que no aburre en ningún momento ya tiene un mérito increíble. Es una narración aséptica, quirúrgica. Como si el autor fuera un médico contándote un cáncer, una historia terrible de dolor y sufrimiento, pero explicada desde cierta distancia. No se recrea en la violencia sino que trata de llegar a los protagonistas. Es difícil hacer algo más redondo.
El evangelio de las anguilas, de Patrik Sevensson. Los libros de Enríquez y Radden Keefe son probablemente los mejores, pero mi libro favorito de este año es El evangelio de las anguilas. He disfrutado cada página como un niño, con sorpresa y exictación. Lo leía revolviéndome en el sofá y en la cama, poniéndome de pie, consultando una y otra vez las cosas que salían, recomendándoselo a todo el mundo. Abriendo mapas y atlas en busca de mares y océanos y ríos. Sin creerme que algo tan increíble sea tan desconocido. No entiendo cómo la gente es capaz de hablar de otras cosas que no sean anguilas. Lo digo completamente en serio. Dicen los editores que es una obsesión que ha perseguido a científicos y filósofos durante siglos, que ha traído de cabeza a pensadores como Aristóteles o Freud, y lanzado a exploradores al Mar de los Sargazos. Y no me extraña. No sabemos cómo se reproducen, por qué y cómo mutan y el mecanismo por el que un día saben que ha llegado la hora y cruzan el planeta para morir en casa, en sólo una casa. Si sólo vais a leer algo en 2022 que sea esto, de verdad.
Un espía entre amigos. La gran traición de Kim Philby, de Ben Macintyre. Qué barbaridad de ensayo, de biografía, de historia. Es un manual indispensable sobre espionaje, amistad y traición. Sobre frialdad, mentiras y fanatismo. Pero también sobre la soberbia, la ceguera, el esnobismo de la clase dirigente británica y su nobleza funcionarial durante décadas. La élite que manejó el país, y los servicios secretos, como su cortijo y no rindió cuentas. Macyntire es un superdotado (como demuestra en el resto de sus obras, como la fantástica Espía y traidor. La mayor historia de espionaje de la Guerra Fría, con un caso del lado contrario) y convierte en teatro, poesía y epopeya la traición de Philby, la más conocida y dolorosa. Te mete en cada habitación, en cada reunión y casa de campo. Te lleva a Moscú, Washington y Oriente Medio y aunque sabes de antemano lo que va a pasar, el daño y el éxito, te abstraes y esperas cada giro como si nunca hubiera ocurrido.
La casa eterna, de Yuri Slezkine. “Vivir y recordar es una y la misma cosa. No se puede destruir una sin destruir la otra. Juntas forman un verbo que no tiene nombre”. La casa eterna es un libro monumental, abrumador, inabarcable. Extraordinariamente erudito, enciclopédico (en aspiración y en páginas), avasallador. También caótico, laberíntico, disperso, genial. No se puede leer entero, ni seguido, ni importa. La excusa para dar forma es la Casa del Gobierno, un colosal edificio de más de quinientos apartamentos que se alzó en la orilla del río Moscova, delante del Kremlin, destinado a alojar a los principales dirigentes e intelectuales soviéticos. Slezkine cuenta la historia de los devotos, la primera generación que habitó la casa y que gobernó el imperio, y que terminaron casi sin excepción siendo ellos mismos víctimas de purgas. El libro es todo a la vez. Mil biografías paralelas y cruzadas, una historia de la URSS y la locura y el terror, una decena de ensayos literarios y de crítica literaria de primer nivel mezclado con teología (quizás mi parte favorita de todas). Su tesis es que comparados con otras sectas de devociones similares, los bolcheviques fueron notables por su éxito y fracaso. «Conquistaron Roma, pero no supieron cómo transformar su certeza en un hábito que pudiesen heredar sus hijos (..) Una de las razones de la fragilidad del marxismo ruso fue el marxismo. La otra fue Rusia”.
Cómo ganar el giro bebiendo sangre de buey, de Ander Izagirre. Qué les voy a decir, Izagirre sale aquí un año sí y otro también. Uno tiene sus debilidades y no las oculta. Es el mejor narrador del periodismo en español y todas sus historias son una delicia, pero en especial (para mí) las de ciclismo. La excusa es la historia del Giro, y es la mejor excusa que uno puede imaginar, pero dentro está todo. El deporte, la naturaleza humana, la política, la guerra y la paz. Se ve la evolución del país (o las evoluciones, porque Italia nunca ha sido sólo un país y el Giro si de algo ha servido es para darles forma), de las bicicletas, de las etapas y la involución del caracter de los competidores. Una antología de las trampas, bellaquerías y juegos sucios, y de las gestas y proezas, también las deportivas. Está lleno de tragedias, injusticias, odios atávicos, perrerías, palizas, montañas, barro, caídas y escaladas imposibles. No sé qué más le pueden pedir a un libro. O a la vida. Y lean los anteriores, me lo agradecerán.
Un verdor terrible, de Benjamin Labatut. Es un ¿ensayo? en el que salen Haber, Schwarzschild, Schrödinger, Bohr, Louis de Broglie o Heisenberg. Hay realidad, y ficción, y biografía y elementos novelados. Y a veces no sabes qué parte fue y cuál no, pero da igual. Sobre todo el capítulo brillante de Shinichi Mochizuki y Alexander Grothendieck, extraordinario, loco, bellísimo, falso. Es un libro sobre la ciencia, sus éxitos y sus miserias, sus experimentos y sus masacres. Sobre el avance ciego de la más peligrosa de todas las artes humanas. Sobre cómo la búsqueda del progreso, y la técnica, y los secretos, nos empujan, pero a menudo también nos hacen caer. Nos lleva siempre por el filo de la espada, sin que quede muy claro si quiere que aprendamos o que nos cortemos y desangremos. Yo creo que nos toma el pelo en varias ocasiones, y se parte de risa provocando sesudos análisis y reflexiones sobre delirios improvisados, pero es una gozada y me lo pasé genial. Lo mejor, y seguramente también lo más triste que puedo decir del libro, es que desde la primera página pensé que el autor era y tenía que ser anglosajón, porque estas cosas no las hace un chileno o un español.
El rector de Justin, de Louis Auchincloss. He llegado tarde a Auchincloss, pero para quedarme. Si algo tenemos que agradecerle a Libros del Asteroide es el mantener viva una tradición literaria que en realidad ya murió. La de un Jefferson Davies o un Auchincloss. Un internado en las afueras de la cultura norteamericana de finales del XIX que se acaba convirtiendo en el colegio más exclusivo para las élites. Un mundo de tradiciones antiguas en una novela con palabras, valores y símbolos antiguos. Una enseñanza marcada por la fe, la esperanza y algo de caridad, entre rigideces, uniformes y traiciones. A veces es lo que cuenta, a veces es cómo lo cuenta, con ecos de Henry James y cierta tradición pragmatista. Pero el resultado es lo que importa. No te caen bien, no te ves identificado, te chirría, pero lo envidias casi todo.
«En Bélgica, el primer lunes tras el primer domingo después del Driekoningen, la Epifanía, es el Verloren Maandag, el Lunes Perdido. De todas sus curiosas tradiciones y celebraciones es, probablemente, con la que más me identifico. Aunque sólo sea por el hecho de que hasta en estas cosas rompen siempre las reglas, pues un año de cada siete, cuando Reyes cae el domingo, el jolgorio se pasa al primer lunes. ¿Lo entienden? Da igual, ellos tampoco».
Los lunes perdidos. Mi segunda columna de cosas belgas de 2021. Las anteriores (desde 2018) las podéis encontrar todas, en orden inverno de publicación, aquí abajo.
05-01-2021 Caraduras reales. «Hay gente que en Año Nuevo hace largas listas y propósitos, pero yo, al arrancar cada curso, sólo hago una cosa: pensar en el príncipe Laurent y jurar que, pase lo que pase, no acabaré como él. El hermano pequeño del Rey de los Belgas es mi personaje favorito, aunque eso quiere decir en realidad una combinación de indignación, sorpresa perpetua, risa, pena y amor-odio.
EN 2020
29-12-2020 La ruta de la felicidad. «No sé si fue el mayor disgusto de mi vida, pero lo recuerdo como el mayor disgusto de mi vida belga. Ocurrió el fatídico día en que pedí una taza de chocolate caliente en una muy fría soirée culturelle, antes de un concierto en el Bozar. Era un sitio mono cerca del Sablón, al poco de llegar, y la bofetada todavía me duele. En el país de los Marcolini y Godiva, de los bombones de oro y maravillosas tartas, no saben hacer chocolate caliente«.
22-12-2020 Renglones torcidos en el alma oscura. «Sostiene Yeats que la vida es como un viaje por una escalera de caracol, pues a medida que envejecemos vamos cubriendo el terreno ya cubierto, pero desde un poquito más arriba. Al madurar, al acercarnos al final, miramos atrás, que es abajo, y «medimos el progreso por el número de lugares en los que estuvimos, pero ya no estamos». El irlandés, sin saberlo, escribió la imagen perfecta de una escalera belga».
15-12-2020 El oxígeno de la edad moderna. «Vecindad, identidad, pertenencia, distancia son conceptos más relativos que absolutos. No descubro la pólvora, pero nada funciona mejor para que alguien de Madrid abra los ojos que vivir un tiempo en el centro de Europa. No es como cruzar a Biarritz o Perpiñán a ver películas no censuradas, lo sé, pero las fronteras tienen un significado muy diferente cuando cambias de nación conduciendo poco más de una hora en línea recta en cualquier dirección desde tu cocina».
08-12-2020 La gran ilusión. «¿Saben eso de que se puede engañar a unas pocas personas durante mucho tiempo o a un montón de gente un poco, pero no a todos todo el tiempo? Ay. En Bruselas llevamos décadas haciendo pensar a millones de crédulos que los asuntos comunitarios son infumables, que la ciudad es muy aburrida, gris, que nunca pasa nada y que llueve todo el tiempo. Y ha colado, porque aprendimos, de los ilusionistas más legendarios. Somos herederos de Étienne-Gaspard Robert, Robertson, el padre belga de la fantasmagoría, y sabemos que la mejor forma de esconder un tesoro es exponerlo a plena vista entre infinitas distracciones. Por eso colocamos el mejor secreto de los últimos 50 años en el corazón mismo del continente, ante sus ojos y con varios miles de periodistas hablando todo el día sobre él. Y siguen sin verlo».
01-12-2020 No en mi nombre, no en mi casa. «Nada bueno ha salido nunca de Saint-Gilles. Ya, lo sé: hordas de modernos, hipsters y bienintencionados se me van a echar encima, hablarán del orgullo de su barrio, del mestizaje, de la tradición, del calor humano frente al frío de las zonas residenciales, del alma viva frente al aburrimiento del barrio europeo. Del color y los olores frente a la homogeneidad, de los bares, pero no. Es una zona tan sobrevalorada de la capital que hasta la famosa Union Saint-Gilloise, santificada por los inmigrantes con pasta, juega en Forest».
24-11-2020 Honra sin buque. «Un belga es alguien dispuesto a morir para demostrar que tenía prioridad. La perfecta definición -de mi amigo Luis- explica bien el carácter de un pueblo, una contumacia mayor que la de los cátaros y, sobre todo, el estrés permanente al ponerse al volante en este país».
17-11-2020 Manjar de dioses, pecado de hombres. «Cometieron un error. La lógica de negocio es aplastante, pero qué error. Hay países unidos por la historia, países unidos por una bandera o un idioma, los hay unidos por una amenaza, pero cuando lo único que puede mantener cohesionado a un país (acéptenme esta hipérbole) es una galleta, lo mejor que pueden hacer los caros asesores de marketing, los directivos creativos y los presidentes más modernos es cerrar el pico y escuchar».
10-11-2020 Entre el viento, la arena y las estrellas. «Hay dos habilidades en la vida que admiro por encima de todo: la fuerza sobrehumana necesaria para no dormirse viendo Blade Runner y la capacidad de saber dónde están los puntos cardinales. Siempre que algún amigo norteamericano identifica la salida norte de una boca de metro le miro con los ojos que debió de poner el hijo de la primera persona que domesticó el fuego. Ambas cualidades resultan francamente útiles en Bélgica: la primera, para seguir los debates nacionales y las cumbres de cinco días con sus noches. La segunda, porque para llegar a algunos sitios hace falta un sentido de la orientación que ni los Navy Seal. La NASA hace pruebas en los suelos del río Tinto (Huelva) para saber cómo es la vida en Marte y estoy seguro de que prueba los navegadores de sus sondas por los campos de Flandes«.
03-11-2020 Fantasmas y fantoches. «Bélgica está llena de fantasmas. No me refiero a los del pasado colonial, porque ya saben que aunque muertos y torturados los hubo por cientos de miles, esa parte de la Historia está todavía encadenada como los espíritus de los dibujos animados. Ni siquiera hablo de los infinitos fantoches, más que fantasmas, que llenan los europasillos, con tantos funcionarios de élite, diplomáticos, lobistas y periodistas estrellita pagados de sí mismos».
27-10-2020 Momentos estelares. «La vida se vive de mil maneras diferentes, se siente de un millón de formas simultáneas, pero se define en apenas unos cuantos instantes. Momentos clave, episodios que sintetizan experiencias muchísimo más grandes y complejas. Intentar resumir así mi vida belga es un ejercicio frívolo, pero si cierro los ojos y pienso rápido, lo que viene a la mente son siempre las tres mismas lecciones. Anécdotas que marcan con moralejas que perduran.
20-10-2020 El monstruo de la razón. «Todo inicia y acaba en el Palacio de Justicia. Es el alfa y el omega. No se comprende esta Bruselas sin la historia del Palacio, y creo no es posible entender un edificio de hace un siglo sin (sonreír ante) el país de hoy. Creo que ni libros, ni sociólogos ni psiquiatras: todo lo que hace falta para explicar quiénes son, de dónde vienen, está en esos 25.000 infames metros cuadrados».
13-10-2020 Pulsiones, almas y banderas. «Las megaurbes tienen barrios con distintivos geográficos o étnicos, tipo Chinatown o Little Italy, pero en Bruselas eso nos parece poco. Tenemos, claro, como la petite Anatolie o el congoleño, Matongé. Y barrios que podrían estar en Rabat o Argel. Pero además, la ciudad ofrece a residentes y visitantes dos vías únicas para conocer la idiosincrasia, misterios y matices de la vida política, cultural o deportiva del resto del planeta. La primera es decorar el Manneken Pis. A los españoles nos gusta muchísimo esto, da juego, y por eso lo hemos visto a lo largo de los años con los colores de equipos de fútbol, regiones y hasta de Rociero. Ayer, unas decenas de personas lo pudieron disfrutar recién vestido para homenajear a los muchos profesionales sanitarios que fallecieron este año combatiendo el Covid».
06-10-2020 Identidad. «A finales de los 90 hice un largo Interrail por Europa. Tengo una batería de recuerdos difusos y unas cuantas impresiones pseudo- sociológicas de post adolescencia muy bien grabadas: los franceses eran unos snobs; los luxemburgueses, unos estirados cuya Policía soltaba a los perros para echar a críos de estaciones vacías y frías. Países Bajos, una revelación, el primer lugar donde aprendí el concepto de laissez-faire viendo a grupos de neonazis, jipis e inmigrantes compartir las plazas en armónica indiferencia y paz. Y Bruselas, un antro feo, desagradable, digna capital de un pueblo sin alma. El paso del tiempo ha confirmado prácticamente todos los juicios y prejuicios, salvo el de los belgas».
29-09-2020 Heroínas sin capa. «Hay ratas. Esto no es como el metro de Barcelona o las calles de Nueva York, pero no nos engañemos: las hay. Lo habitual son los ratoncitos, y cuando digo habitual no es una forma de hablar, pero en un país que se caracteriza por dejar las bolsas de basura en la calle durante horas y horas (sin cubos) tampoco se puede esperar algo diferente. La pasada Navidad hubo crisis importante porque en la Grand Place campaban a sus anchas muchas más que siempre, y con los mercadillos y las luces el espectáculo cada noche era repugnante. Y es posible que en los próximos días vuelvan las alarmas, porque con las lluvias, y hay muchas, se inundan las alcantarillas y los roedores salen a la superficie».
22-09-2020 La sonrisa de nuestro apocalipsis. «Empezó como un comentario suelto, una anécdota que circuló entre algún conocido. Después, la historia empezó a repetirse, poco a poco primero pero cada vez con más frecuencia. Lo que era insólito empezaba a volverse norma. Recuerdo cuándo fui consciente, la caída del caballo a finales de junio, a medio camino entre la bella Dinant y Bruselas. Una braserie clásica, sin lujos ni pretensiones, en la que el camarero, sacando todo su pobre español, no sólo ofreció un licor, sino que invitó a los cafés. Les parecerá nimio, pero nunca, jamás, había ocurrido algo remotamente similar. A nadie. Durante unos minutos el grupo barajó muy seriamente la opción de llamar a un juez de los Record Guinness o comprar una placa conmemorativa».
15-09-2020 Odios atávicos. «A lo largo de mi vida (belga) he visto todo tipos de odios. El de la gente sensata hacia las endivias con cosas, el irracional al delicioso atún con melocotón. El odio nacionalista por cuestión de lengua o comunidad nacional. El odio ancestral que crece con las fronteras. Incluso el odio futbolístico, absurdo siempre pero aún más sabiendo que en verdad a nadie le importa lo que pasa en los partidos aquí. Pero hay pocos odios más genuinos y pujantes que el que se profesan ciclistas y conductores».
08-09-2020 Ciudad sin ley. «Hay cada vez más persecuciones, tiros y heridos. Noticias que hablan de explosiones y lanzamientos de granadas en las calles. La Policía encontró hace unas semanas una cámara usada por bandas criminales para torturar a sus rivales. Los laboratorios de metanfetamina se cuentan por decenas y los cargamentos incautados de cocaína, por toneladas. La mafia se han infiltrado en los puertos, entre los estibadores y las autoridades. El alcalde, siempre en campaña, ha prometido mano dura y ha lanzado NightWatch, la operación más grande en 20 años. «Ellos se adaptan, nosotros lo haremos también», aseguró en el anuncio de la compra e inminente despliegue del BearCat, un vehículo armado, blindado y temible propio de zonas de guerra. No es Baltimore, no es The Wire, sino la vida (nocturna) en la agradable y hasta aburrida Amberes».
01-09-2020 Dinastía. «Ustedes conocen los grandes apellidos de la política griega: los Karamanlis, los Mitsotakis, los míticos Papandreou. Qué decir de los Kennedy, Bush o Clinton en EEUU. Pero si quieren un ejemplo de cortijo dinástico, ojo a la poco sexy Bélgica. El caso reciente más claro es el de los Michel. El hoy presidente del Consejo Europeo y primer ministro la pasada legislatura, Charles, es hijo de Louis, ex ministro de Exterior y Comisario Europeo. Su predecesor en ambos puestos, Herman Van Rompuy, tiene a su hermana Tine y su hijo Eric en el negocio. Están los De Clercq (Mathias, Yannick, Willy). Oaquellos De Bethune/Cauwelaert de Weyls. No podemos olvidar a los famosos Moureaux y cónyuges, emperadores de Molenbeek. Por no hablar de sagas en ciernes como los Mathot, Ducarme o Reynders, etc. En 2016, casi el 20% de los diputados federales tenían un pariente con escaño en su CV».
28-07-2020 Ostende, 1936. «Ocupa una estancia en el tercer piso de una casa en el bulevar, frente al mar. Un mar abierto, oscuro, frío. En pie, frente al cristal, la misma perspectiva que tendrán los héroes del desembarco. No hay dónde esconderse, protegerse. Es sólo el hombre frente a su destino. Arriba le espera sin prisa Lotte, secretaria, confidente, amante. Abajo, en el bistró, le aguarda Roth. Pobre, inseguro, débil, formidable. Luego se unirán Müzenberg, Kesten, Irmgard Keun, Toller, Koestler. Y hablarán de España, de la guerra que empieza y no terminará en los Pirineos. Del futuro que se escapa. Del naufragio inminente. Del mundo de ayer.
21-07-2020 Asaltar los cielos, vivir en la tierra. «Dónde si no es aquí sería posible que tras un millón de días de interinidad, en medio de una súpercumbre europea de cuatro días, de una pandemia mortífera, de rebrotes, de broncas fronterizas con Luxemburgo y con la primera ministra en funciones triunfando, los principales partidos (de espectros opuestos y de dos comunidades nacionales y lingüísticas rivales) lleguen a un principio de entendimiento para intentar formar Gobierno».
14-07-2020 ‘État des lieux’. «n el Infierno, Dante popularizó la mítica ley del contrapaso, del latín contra y patior, sufrir lo contrario. Los que se dejaron llevar en vida por la gula están condenados en su obra a sufrir el hambre más atroz toda la eternidad. A los pusilánimes, avispas y gusanos castigan sus cuerpos desnudos. Pródigos y avaros, como Sísifo, arrastran pesadas rocas sin pausa. Y aquellos que, como Francesca y Paolo, sometieron la razón a la tentación, vagan sin destino arrastrados por los vientos más terribles. Aquí nos pasa algo parecido. Dios, que como he argumentado otras veces, es belga y vengativo, valga la redundancia, ofrece a los incautos ofertas inmobiliarias únicas, pisos increíbles, casas que en otros lugares no existen. Pero les castiga, en la salida, con el más brutal contrapaso, la peor de las torturas: el État des lieux«.
07-07-2020 La conga. «El Consejo de Seguridad Nacional belga ha tomado una de las decisiones más esperadas, polémicas y divisivas de los últimos años. Se reunía para ir actualizando algunas de las medidas de desconfinamiento. Ver qué actividades se pueden volver a practicar, qué aforos máximos están permitidos. Lo normal. Pero de fondo, y muy discretamente, yacía uno de esos debates existenciales, una de esas cuestiones que toda sociedad abierta, libre y democrática debe afrontar en algún momento: qué música puede sonar en un banquete nupcial«.
30-06-2020 Y aún me preguntan por qué. «Una señora en su patinete por el Ring, la gran circunvalación de Bruselas. El Ring, que tiene 12 velocidades diferentes en su raro trazado y sin razón aparante. El (enorme) tipo en dirección contraria con otro (diminuto) trotinette increpando a quien casi lo mata por mi barrio. La ministra que cogió un avión para ir desde Bruselas a Amberes para apoyar al sector aéreo el otro día. La alegría por Saint Boniface peatonal mientras los coches se apilan en el pulmón del Cincuentenario. Lo del distanciamiento social medido en tamaños de animales. Los memes del servicio público de transportes mostrando tranvías con los looks de Stromae. La música de Stromae en calles desiertas del centro».
23-06-2020 La lógica de la razón. «Grandes filósofos, ensayistas, sociólogos, psicólogos y gurús de todo tipo se preguntan cómo afectarán la pandemia y los confinamientos a nuestras sociedades. Si lo cambiará todo y nos cambiará a todos o si será una gota en un océano de historia. Hay optimistas y pesimistas en todos los sentidos, desde el insufrible saldremos mejores al recurrente estamos condenados. Esta incertidumbre genera ansiedad, pero en realidad es un debate vacío: cualquiera que mire a Bélgica sabe muy bien la respuesta».
16-06-2020 El muro de las leyendas. «Hay muros, como el de Berlín, que desnudan la línea entre libertad y opresión. Hay otros, sagrados como el de las Lamentaciones, que forjan en los siglos la identidad de todo un pueblo. Hay murallas que sellan los confines de imperios, desde Britania a China. Y luego ya está el Muur. Épico, formidable. Muur-Kapelmuur, el temible Muro de Geraardsbergen, que no es pared sino cuesta, y que tiene todo lo anterior: separa a leyendas y mortales, es sagrado como nada en Flandes, divisivo como si fuera fruto del Pentateuco y que ha coronado emperadores desde 1950: Fiorenzo Magni, Achiel Buysse, Eric Leman, Fabian Cancellara, Tom Boonen o Johan Museeuw, los que han logrado imponerse tres veces en De Ronde, la Vuelta a Flandes».
09-06-2020 Nsala. «Se llamaba Boali, tenía cinco años y le cortaron las manos y los pies. Una de las fotografías más desgarradoras de la historia muestra a su padre, Nsala, roto para siempre. Mira, ido, lo único que le queda de su pequeña, de su familia. La imagen la tomó Alice Seeley Harris, misionera que a principios del siglo XX documentó y peleó para que el mundo conociera las atrocidades del Rey Leopoldo II y la Compañía Anglo-Belga del Caucho en el Estado Libre del Congo. Nsala no había logrado el objetivo diario exigido, y el castigo fue automático».
02-06-2020 Jardineros de sueños. «Hemos visto todo tipo de escenas en Bélgica. El alcalde pillado en plena rave con sus vecinos en la fase dura del confinamiento. Los tres policías borrachos y de barbacoa en el puesto fronterizo que vigilaban. El tipo que se ha recorrido Bruselas con un invernadero en la cabeza a modo de mascarilla. Pero quizás la imagen más icónica sea la del Mercedes negro que circula por Flandes con matrícula Covid-19«.
26-05-2020 Todos los rayos del crepúsculo. “La semana pasada di dos paseos increíbles en bicicleta por los bosques y parques que rodean Bruselas. A todo el que diga que La Capital es una ciudad fea, gris y que no hay nada divertido que hacer en ella le voy a grapar al cuerpo un mapa de las infinitas rutas y senderos a tiro de piedra y una foto de árboles, estanques y rincones imposible. El único ‘Síndrome de Stendhal’ que he sentido con la naturaleza desde que estuve en Noruega ha sido aquí. Sin vértigo o confusión, temblores o palpitaciones, pero con parte de ese dolor profundo que se experimenta a veces al ver, al vivir, las cosas más bellas. O más bien al pensar, al constatar al más puro estilo Cuartango, la esencia de lo efímero, la velocidad con la que pasa el tiempo y lo increíblemente estúpido que fuiste al dejar pasar la oportunidad. Tantas oportunidades, cuando la felicidad está al alcance de tu mano, del pedal. Porque nada vuelve”.
19-05-2020 Huelga emocional. “El pasado jueves, un dron fue interceptado tras hacer varios viajes a la prisión de Forest. No cerca ni sobre la prisión, sino a la misma. Llevando, claro, un cargamento de drogas. Mi frase favorita de 2020 la encontré en La Libre Belgique: ‘La entrega de drogas por drones no es infrecuente en Bélgica‘. Con absoluta normalidad”.
12-05-2020 Yincanas sociales. “Algo intuitivo y práctico. Ha habido mucho cachondeo, dentro y fuera del país. Esto es la esencia de la belgitude, ese talento intraducible para parchear la realidad y encajarla a martillazos donde haga falta. Prefieren y preferirán siempre una yincana loca a una rigidez centralizada, y hay que quererlos pese o seguramente por ello”.
07-05-2020 El bosque de los jacintos. “Es un lugar especial, en donde durante unos pocos días al año, entre abril y mayo, se produce el mayor espectáculo de luz y de color imaginable. Un festival de morados con la eclosión de los jazmines más hermosos y poderosos, los bluebell por la forma acampanada y torcida de su flor. Se despliega de golpe una alfombra infinita de púrpuras, azules y finalmente grises, cuando crecen las hojas y se apaga la luz, a las faldas de los abedules, las hayas y las inmensas sequoias”.
28-04-2020 Ubi patatas, ibi patria. “Belgapom, la asociación nacional del ramo (y miembro de Europatat, la mejor de todas las asociaciones europeas de cualquier tipo y colaboradora de Cipotato, The International Potato Center) ha hecho un llamamiento que ha tenido más eco y respuesta que los del Gobierno: coman patatas al menos dos veces por semana. Preferiblemente fritas, para poder vaciar las cámaras congeladoras saturadas, pero en cualquier formato. Con restaurantes cerrados, festivales de música y eventos deportivos prohibidos, los hogares son la última esperanza. A esta generación nos ha sido encomendada la tarea más dura: quedarnos en casa, jugar a la consola y saturarnos de grasas. No vamos a fallar, estaremos a la altura”.
21-04-2020 Agua fría, agua negra. “Es probable que si menciono localidades como De Panne, Blankenberg, De Haan, Zeebrugge, Knokke o Koksijde no suene ninguna campana. No son Amberes o Brujas. No tienen monumentos ni fama. Sin embargo, en los próximos meses es de esperar que haya desplazamientos masivos y sin ningún precedente hacia todas ellas. Tienen tres cosas en común: están en Flandes, las recomiendan las guías y todas tienen playa. En nuestro mundo postcoronavirus, con viajes limitados y sospechas ilimitadas, los pueblos cercanos con mar van a ser el destino de millones de belgas desesperados y acostumbrados al litoral mediterráneo”.
14-04-2020 La lengua del alma. “Tenía el patriarca la convicción secreta de que la honestidad, una básica y brusca, era la mejor manera de desafiar los estragos del tiempo. Maeterlinck, la gran voz belga de la primera mitad del siglo XX, defendía que “la vida verdadera, la única que deja alguna huella, no está hecha sino de silencio”. Sostiene Alain Corbin siguiendo sus pasos que “la lengua del alma es el silencio”. Y creía Jacques de Decker, y así lo dejó escrito como despedida, que la vida es precisamente “un pequeño fragmento, una página sigilosa en el gran libro salido de la pluma de Dios”.
07-04-2020 Renglones torcidos. “Esta es una historia de éxito. De la lucha contra un entorno hostil, el clima adverso y el ruido. Una historia de superación, de adaptación y de esperanza. Un milagro urbano que inspira cuando más frío hace. De cómo lo imposible ocurre cada día a nuestro alrededor. Es, les aviso ya, una historia de loros”.
31-03-2020 Aire puro. “La retirada del hombre le ha devuelto la iniciativa a la naturaleza. Sin coches, camiones, sin atascos, compradores y vendedores, el cantar de los pájaros llega más nítido que nunca en las grandes urbes. Los animales salvajes se aventuran hasta las arterias principales. En Bruselas era posible ver de noche, salidos de la nada, pequeños zorros. Pero ahora se mueven con aún más libertad y desparpajo. Los cielos están despejados, el aire limpio. La sensación de fuerza, de total comunión con el entorno, es algo increíble, único. Una experiencia extraordinaria y reconfortante en mitad de la pandemia. Hasta que llega el olor a mierda y se te incrusta en el cerebro. Literalmente”.
24-03-2020 El rincón de los patriotas. “El rincón más extraordinario y representativo de Bélgica no está en la Grand Place o en los museos del Sablón. No es un Palacio Real o una sede comunitaria en el Barrio europeo. No está en el pavé de Flandes, las playas de Ostende o las llanuras de las Ardenas. No está a los pies de los macizos de Dinant ni en los puentes sobre el Mosa de Namur. Ni en las murallas del castillo de Bouillon o las calles de fantasía de Brujas. El rincón más extraordinario es un pequeño hexágono, con lados de apenas cuatro o cinco metros, en el Carrefour de l’Europe, la explanada circular frente a la entrada principal de la Gare Central de la capital”.
17-03-2020 La textura del tiempo. “Hay cierta sorna en el hecho de que Bruselas sea la ciudad de la velocidad cuando la UE y Bélgica están siempre al ralentí. Aquí nos movemos deprisa, muy deprisa, siempre acelerando y acelerados, haciendo mucho ruido. Los artistas tienen a veces horror vacui. Nosotros, en cambio, una especie de difuso horror silentii, miedo del y al silencio de la inmovilidad. Uno atroz, colectivo y contagioso. Silencio como sinónimo de parálisis, de fracaso. Pero sobre todo, de distancia. No son las cuatro paredes y el blancor opresivo. No es la falta de aire o de luz. No es la oxidación de músculos y del carácter. Es el silencio repentino, la bofetada que te hace consciente de la distancia con los tuyos. De la soledad”.
10-03-2020 Raíces podridas. “Bruselas es un sitio hostil para las mujeres. Insultos, acoso, escupitajos, agresiones sexuales. Es casi imposible encontrar a una amiga que lleve tiempo suficiente por aquí y no haya tenido sustos. Sola o en grupo. Desagradables en el mejor de los casos, de mucho miedo en otros. Hay un machismo y una cultura de acoso totalmente extendida, que se palpa en las calles, en eventos sociales y en el transporte, público o privado. Con total impunidad y complicidad. Es desproporcionado entre los jóvenes de origen magrebí, árabe o turco, pero no sólo”.
03-03-30 La Grande Colère. “Cuesta darse cuenta porque la fachada de laissez faire y pasotismo tiene el grosor de un muro románico, pero prestando atención uno se da cuenta de que Bélgica es el país de los cabreados. Estamos siempre enfadados. Por el clima, por el tráfico, por el Gobierno, por no tener Gobierno, por los impuestos, por las obras, por la burocracia, los precios. Están enfadados los obreros, los camareros, los propietarios, los profesores, los padres. Se puede cruzar el país saltando de indignación en indignación genuina. Por o a pesar de la aparente displicencia, los parches y la genial capacidad de apañarse”.
25-02-2020 Carnaval. “En 2019, el carnaval de Aalst, en Flandes Oriental, generó titulares en todo el mundo. Acostumbrados a burlarse de primeros ministros, deportistas o de esa alcaldesa a la que pillaron en furor amoroso en el Palacio Real de Olite, y que se disfrazó de torre ella misma el año siguiente, vecinos y organizadores desoyeron las acusaciones de banalización y flirteo con el antisemitismo. Unos cuantos judíos de largas narices, bolsas de dinero y rodeados de ratas eran parte del espíritu canalla de la fiesta”.
18-02-2020 Descanso eterno. “Morirse es una cosa muy seria. Tanto, que los belgas hacen con la muerte lo más consecuente que se puede hacer tras una vida crujiéndote: meterle un impuesto. Y, además, uno que varía de comuna en comuna y que mete el dedo en las injusticias fiscales habituales. Si tienes a bien irte en paz en tu casa es una cosa más barata. Si en cambio decides hacerlo en una cama del hospital…”.
11-02-2020 La gran mentira: “Decía Jean-François Revel que la primera de las fuerzas que mueven el mundo es la mentira, y nunca se dijo una verdad mayor. Hay muchos tipos de mentiras, pero entre las peores probablemente estén, en orden creciente, la nocilla blanca, el jazz y sostener que uno entiende el sistema político belga”.
04-02-2020 Reñideros. “Los belgas son gente paciente, perseverante, indiferentes al paso del tiempo. Las peleas de gallos están prohibidas desde 1929, hace casi un siglo, y sin embargo la afición sigue muy viva. Los animales se matan en realidad en Francia, donde una exención similar a la de las corridas de toros permite combates en el Norte y Pas-de-Calais. Algo parecido a lo que ocurre en Andalucía o Canarias. La cuestión es muy sensible aquí, porque históricamente ha sido uno de los lugares con más tradición y estructura. Y ha sobrevivido. La legislación es dura desde 1986, y cualquier pelea puede acabar con condena por maltrato animal, incluyendo a los espectadores. Las multas son altísimas, pero vecinos y periodistas constatan que las autoridades locales y los veterinarios miran para otro lado”.
28-01-2020 Truhanes y vitriolos. “Yo, como Vicente Huidobro, “nada amo tanto como lo imprevisto”, y si una gitana en Budapest me leyera el porvenir en las líneas de la mano, me echaría vitriolo para borrarlas. En un mundo estandarizado, reglado, previsible, y qué les voy a decir desde Bruselas, todo lo que se sale de lo normal, por esperpéntico que sea, proporciona luz. Dos belgas, de lo más peculiares, han contribuido en las últimas semanas a ello”.
21-01-2020 Chanson triste. La canción belga está muriendo. Admito que la frase es exagerada, pero da la sensación de que cada pocas semanas perdemos a una de las grandes voces del país. Eso o los algoritmos creen que tengo unas filias extrañas. Remontándonos apenas un par de años hacia atrás, es una cascada de disgustos. Art Sullivan, Marc Morgan, Paul Severs. Pero también la mítica Maurane (Claudine Luypaerts), Tim Visterin, Johan Stollz, Mario Guccio, el cantante de Machiavel. Incluso la joven Celine Lechanteur”.
14-01-2020 Una buena conciencia. “Hay tres momentos que sintetizan y condensan el dolor de la vuelta al trabajo después de Navidades en Bélgica. La puñalada nada más poner un pie fuera del avión y ver el gris por todas partes tras diez días de sol y luz en España. La puñalada que llega con el torrente infinito y culpable de emails de unas instituciones desconectadas y unos partidos sobreexcitados. Y, sobre todo, el cementerio urbano de abetos abandonados. Calles y calles teñidas de verde pálido y marrón seco. Sin luces, adornos, vida ni esperanza”.
07-01-2020 Los dados de Dios. “En la noche de San Silvestre, un hombre fue apuñalado en la estación de Beekkant. En Charleroi un tiroteo dejó dos heridos. En Lieja, 60 personas montaron barricadas y se enfrentaron con la Policía usando piedras, y petardos. Coches y motos ardieron en lugares tan dispares y distantes como Molenbeek y Woluwe Saint-Lambert. Y cerca de 200 personas fueron detenidas. No empezaba una guerra, no era una protesta, sino Fin de Año. Hay países en los que se comen uvas, otros en los que maltratan lentejas. En Bélgica, el cambio de año se celebra con el resonar de las trompetas de apocalipsis”.
Qué les voy a contar de 2020. Empecé leyendo mucho y bien, pero durante tres o cuatro meses fui incapaz de abrir una página. NI una. Ni siquiera el recurso habitual de Wodehouse sirvió para desatascar. No fue como en años anteriores, como quizás recuerden, sino por el estrés, la obsesión, la presión de la actualidad, las noticias del virus, la angustia. Por esa polarización, de la vida política y social, de mis amigos, de mis conocidos, de todos. Por esa necesidad de destrozar la batería del teléfono en infinitos gestos inútiles en busca no sé de qué. Y por una cantidad de trabajo inasumible al inicio de la pandemia.
Ha sido un curso montaña rusa para mí, en lo profesional y sobre todo en lo personal, en lo sentimental. Uno de los años más duros, sino el que más. Uno en el que la distancia respecto a la familia, la preocupación por la salud, el miedo a no volver a ver, no han sido el factor principal. Tampoco el no salir de casa, trabajar en el salón etc, que para alguien acostumbrado a trabajar solo y en su mesa del comedor no ha sido tan extraño o sufrido. Pero ha sido exigente, jodido, en aspectos y niveles a los que nunca me había tenido que enfrentar. Hay cosas de las que presumía desde hace décadas y por desgracia, ya no puedo.
Todo eso, inevitablemente, repercute en los libros que he leído (para mal) y he comprado (para bien). No sé muy buen explicar de qué forma, el algortimo mental, pero sé que ha afectado. Afortundamente, en verano me descomprimí un poco. Pasé mucho tiempo solo, pero pude relajarme con ficción y no ficción. No ha sido un año memorable para mi lectura, ni en cantidad ni en calidad, pero hay unas cuantas joyas que hubiera lamentado muchísimo perderme y que me han alegrado, desgarrado y fascinado.
No están los infinititos títulos de cocina (tampoco en la lista de todos los libros leídos en 2020, que como siempre pueden ver aquí), porque son más bien de consulta. Sí están en ella las biografías o autobiografía de algunos cocineros.
El otro día, la buena gente de El Washington Post, el blog en español del diario norteamericano, nos preguntaron a Marc Basset, a la mexicana Denise Dresser, la colombiana Ana Cristina Restrepo, el peruano Renato Cisneros y a un servidor nuestros títulos favoritos. Y esto es lo que salió (verán una diferencia respecto al post, pero porque aquello estaba pensado para un público americano, en toda su extensión, que sabe menos de la UE).
Espero que los próximos 12 meses sean mucho mejores para todos, puedan ser felices y leer todo lo que quieran.
Muy feliz Año Nuevo.
Un caballero en Moscú, de Amor Towles. Es, sin duda alguna, mi libro favorito de 2020, a mucha distancia de todos los demás. Es una maravilla, una auténtica maravilla. Un libro que me ha sorprendido, fascinado, divertido y emocionado. Una de las novelas más bonitas, completas y redondas que he leído en muchísimo tiempo. Una que parece sacada de otra época, de los mejores maestros rusos de un siglo antes. Y qué personaje eterno ha creado Towles. El conde Alexandr Ilich Rostov es juzgado en 1922 por un comité revolucionario. Como no saben qué hacer con él, porque es noble pero al mismo tiempo ha publicado en el pasado textos revolucionaros, deciden perdonarle la vida y condenarle a un arresto domiciliario perpetuo. En el lujoso hotel Metrpole de Moscú, que es donde reside. La novela son décadas de la vida del conde, la evolución del país. Aventuras en un edificio. Con una sensibilidad, una belleza, una ternura y un humor espectaculares. Desde la primera página, los primeros párrafos, hasta el final logra mantener el ritmo y la ironía. Qué dominio sobre todo del tiempo, de la narración, parando el reloj sin aburrir nunca. No es un best seller, pero debería serlo.
The Europeans, de Orlando Figes. Figes, con sus extrañas sombras personales, es un historiador increíble y un narrador dotadísimo. Tiene un don y sabe exprimirlo como nadie. The Europeans es la historia de una idea, la de la cultura europea, en un siglo agitado y tumultuoso. Desglosa la identidad, la cultura, las carreteras del continente a través de la vida y obra del escritor Ivan Turgenev, la cantante Pauline Viardot y su marido, el abogado y empresario Paul Viardot. De España a Rusia pasando por todos y cada uno de los países. Es ameno, profundo, detallado, muy cercano, humano. Te mete en las cocinas, en los salones, en los dormitorios. En teatros y palacios, en hoteles y balnearios para mostrar un continente vivo, en constante movimiento, cambio y tensión. Es un ensayo con una documentación extraordinaria, pero que se lee, literalmente, con una novela.
Los amnésicos. Historia de una familia europea, de Géraldine Schwarz. Está francamente bien. Una prosa sobria, sin ninguna estridencia ni pretensión. Una mezcla de biografía y reportaje casi periodístico. Un ensayo sobre memoria, reconocimiento, culpa y la amnesia, colectiva e individual. Empezando por su propia casa. Es una autora franco-alemana hablando de la colaboración de sus abuelos con los nazis. Que no eran fanáticos, ni fueron criminales, sino personas aparentemente arrastradas por la corriente de la historia pero cómplices también de lo que ocurrió. En alemán tienen la palabra Mitläufer [simpatizante, compañero de viaje].No es la banalidad del mal de Arendt, pero sí el relato de quienes como dice ella por ofuscación, por indiferencia, por apatía, por conformismo o por oportunismo, se convierte en cómplice de prácticas e ideas criminales.
Nuestro hombre: Richard Holbrooke y el fin del siglo americano, de George Packer. Periodista y escritor, Packer es seguramente el mejor narrador de su generación. Ha publicado la biografía de Richard Holbrooke, diplomático clave para entender la historia de EEUU desde los años 60, pero ha escrito, en realidad,una biografía del país y su política exterior. Ha descrito, paso a paso, el auge y caída de una idea y un sueño convertido en pesadilla. El declive de esa aspiración democrático-liberal de llevar la democracia y los Derechos Humanos por el mundo, aunque eso supusiera cargarse cualquier democracia y destrozar cualquier resquicio de Derechos Humanos en continentes enteros. Holbrooke es esencial para entender Vietnam, para entender los Balcanes, el camino que lleva a Irak y Afganistán. Para entender cómo funcionan las rotaciones en el departamento de Estado. Para entender cómo la brillantez no sirve de nada a veces y, de hecho, puede ser perjudicial. Y no es casualidad que uno de los secundarios fundamentales en los capítulos iniciales sea David Halberstam. Para entender los beneficios y las consecuencias del ego, la ambición, la iniciativa, la decepción, la frustración. Cómo la labor de hormiga de unas pocas personas puede afectar a millones en la otra punta del mundo. Cómo hay muchas cosas mucho más chapuceras, improvisadas y aleatorias de lo que podríamos y querríamos imaginar .
En el jardín del ogro, de Leila Slimani. Uno de los primeros del curso y me gustó mucho, en especial la primera parte. La disección de ese agujero insoportable que devora y consume y que la protagonista, impotente, trata de arrancarse con violencia. Qué capacidad tien la autora de describir lo más difícil, lo que no se ve ni se toca. Una ninfomanía destructiva, sin idealizar, frivolizar, sin dar respiro. Aborda el destrozo y los mecanismos psicológicos, no la parte erótica. Y tiene una de esas frases demoledoras que recuerdas años después: «los hombres me sacaron de la infancia». Es la otra cara del mal de ‘Canción dulce’. Aunque aquella novela es mejor, más redonda y madura, se nota la misma semilla, el mismo estilo, una angustia parecida. Este libro es anterior y quizás algo menos pulido, por ponerle alguna queja.
Desde hace unas semanas, en el periódico tenemos una serie casi diaria de piezas largas, de una página entera cada una, tratando de contar la pandemia, sus efectos y particularidades desde todos los rincones del planeta. Las firman, las firmamos, los corresponsales y colaboradores habituales.
La foto con la que ilustro el post no es pura frivolidad (tendrían que ver la que no quisieron usar). En todas las maquetas, en papel y en web, hay siempre una imagen que acompaña desde nuestro escritorio. Es verdad que para los que juntamos líneas desde lejos el entorno no cambia demasiado estas semanas, pero así quizás les os podamos acercar un poco nuestro pequeño mundo distante.
Hoy he publicado yo la 16ª entrega: Bélgica ante el coronavirus: un ejemplo de seriedad en la tierra del caos. El país que se consideró un «estado fallido» tras los atentados de 2016 afronta la emergencia con sentido común y patriotismo tranquilo. Esperábamos lo peor, pero no ha sido así. Hasta se ha logrado formar Gobierno después de año y medio en funciones. Pero tampoco se confían mis vecinos: no ha pasado, pero podría haber ocurrido lo peor. Y aún puede pasar.
«El carácter nacional, más allá de tópicos, sin duda ayuda. Mis vecinos están acostumbrados a moverse en el caos, en un sistema de normas y leyes en el que todo lo importante es flexible y lo menor, rígido. Donde nunca acabas de saber quién tiene las competencias de qué cosa y tienes que acabar buscándote la vida por tu cuenta. Donde el castigo, la amenaza, la sanción, no son la forma de convencer a nadie, pero la presión social puede ser fortísima.
Con ese bagaje, saben relativizar, separar lo realmente grave de lo accesorio y adaptarse con increíble naturalidad a condiciones adversas. Una cosa es frivolizar en lo corriente, otra en lo extraordinario. Hay aprovechados, inconscientes, egoístas, pero están resultando ser una minoría y, por ahora, poco ruidosa. Que se sepa. En general, se respetan las reglas, pero no las están sacralizando. Fuerzan los márgenes y los que hacen cumplir la ley, lo toleran sin estridencias. Se quejan sin parar, gritan, pero encajan como el mejor boxeador«.
El texto es Premium, de pago. Si os interesa, como los 15 anteriores y todas las grandes entrevistas y reportajes y columnas de opinion, por menos de 50 euros al año podéis tener acceso a todo el contenido de pago del diario.
Diría que es un regalo, pero la connotación no me hace feliz. Hacer un periódico es algo muy caro, y tener corresponsales, carísimo. Cuatro euros al mes por medio centenar de páginas diarias, el doble los domingos, y montones de revistas y suplementos, no es un regalo, es otra cosa. Pero sin duda una cosa barata.
Si queréis ver los testigos anteriores, os los enlazo:
– Felicity Lawrence, Rob Evans, David Pegg, Caelainn Barr y Pamela Duncan en The Guardian: How the right’s radical thinktanks reshaped the Conservative party. In the wake of the Brexit vote, ultra free market thinktanks have gained exceptional access to the heart of Boris Johnson’s government.
– Alberto Rojas y Rosa Meneses en El Mundo: El Sahel, la frontera ingobernable que preocupa a Europa. En la región operan diversos grupos yihadistas que aprovechan la creciente inestabilidad y se financian a través del tráfico de drogas, armamento y seres humanos. Francia, EEUU y España llevan años en la zona implicadas en misiones militares de pacificación.
– Esto de Katherine lucky en Commonweal Magazine: The Last Shakers? Keeping the faith in a community facing extinction.
– Ellen Barry en The New York Times: The Jungle Prince of Delhi. «For 40 years, journalists chronicled the eccentric royal family of Oudh, deposed aristocrats who lived in a ruined palace in the Indian capital. It was a tragic, astonishing story. But was it true?». Probablemente la historia del mes. Por el tema, el trabajo, la cercanía, la sensibilidad.
– Bryan Box en The New Republic: Ghosts of War in a Wisconsin Forest. An Afghanistan veteran’s struggle with ecology and memory. Simplemente un párrafo de una pieza desgarradora: «Forests aren’t static; each one has disturbance regimes that reset them, segment by segment, until the whole thing is new again. I can’t get the time off work to drive two hours to the local VA frequently enough for mental health services, and the local civilian doctors are useless for combat trauma. Back home in Alaska, fire and beetles did the job. Here, we have periodic wind storms. A thunderstorm passed through today, dropping walnut-sized hail and blowing trees down around me. I thought I might die as I hid under a big sugar maple. I realized that I couldn’t remember precisely how many friends wound up in flag-draped coffins, but that more had died by suicide than from enemy action·.
– En The New York Times, Michael H. Keller y Gabriel J. X. Dance: Child Abusers Run Rampant as Tech Companies Look the Other Way. Though platforms bar child sexual abuse imagery on the web, criminals are exploiting gaps. Victims are caught in a living nightmare, confronting images again and again. «Ten years ago, when the two sisters were just 7 and 11, their father did the unthinkable: He and another man drugged and raped the 7-year-old. He posted photos and videos on the internet documenting violent assaults of the girls».
– En El País, José Naranjo: El pueblo de las almas perdidas. Unos 400 jóvenes de Oussoubidiagna, en Malí, han muerto en el intento de llegar a Europa, pero sus familias sobreviven gracias a quienes lo lograron.
– Gary Cartwright en The Texas Monthly: Leroy’s Revenge. Animal lovers, don’t read this. El mundo violento, sangriento y cruel de un Cedar chopper. Y vaya inicio de texto: «Otis Crater was late for the fanciers’ organizational meeting at the Cherokee Lounge for good reason. He had just stabbed a U-Totem attendant following a discussion of the economic impact of a five-cent price increase on a six-pack of beer».
– Gavin Francis en The Guardian: What I have learned from my suicidal patients. A GP has minutes to try to convince a person that life is worth living. It’s a challenge that brings rare rewards.
– En The Guardian,Rory Carroll y Mae Ryan: Extreme haunted house: inside the real life kingdom of masochists. At McKamey Manor, people pay to be kidnapped, bound, masked, slapped, stomped on and held under water over an eight-hour ‘tour’. But unlike other ‘extreme haunts’ of the same variety, here there’s no safe word to make it stop.
– Paul Kvinta en Outside: I Bought an Elephant to Find Out How to Save Them. At a time of unprecedented mass extinctions, no animal epitomizes the global biodiversity free fall more than the Asian elephant. Paul Kvinta travels to Laos to visit a moon-shot project aimed at saving the country’s 400 remaining wild behemoths, investigate the strange underworld of wildlife trafficking—and make a very unexpected purchase.
– En el Magazine del WSJ (de hace un par de meses) J.R. Moehringer (el de Agassi y el Bar de las grandes esperanzas) sobre una de las estrellas de la NBA: «Kevin Durant’s New Headspace. «The Nets new star is focused on his recovery and elated to be coming to Brooklyn—so can everyone stop worrying about whether or not he’s happy? “We talk about mental health a lot. We only talk about it when it comes to players. We need to talk about it when it comes to executives, media, fans.”
Como muchos de ustedes sabrán ya, en Revista 5W hemos publicado recientemente un librito de conversaciones: Europa soy yo. Lo firmamos Anna Bosch y yo, aunque en realidad lo deberían firmar Agus Morales, Anna Surinyach, Marta Arias y Maribel Izcue, que se dieron el grueso de la paliza, de la edición, corrección, fotos, promoción, etc. Son ellos el alma de 5W, sin ellos (y Quim) la revista no sería lo que es hoy y cualquier elogio debe ir directo a sus oídos.
Europa soy yo se ha enviado a todos los suscriptores de Revista . Si aún no lo son pero están interesados (y eso espero), aquí tienen todos los detalles. Es una revista estupenda, un proyecto con cuatro años de vida y que depende casi por entero de las contribuciones de los lectores. Son apenas cinco euros al mes por material original, reposado y de calidad desde todos los rincones del planeta. Echen un vistazo y si tienen dudas estaré encantado de resolver las que pueda.
Si simplemente tienen curiosidad por el libro, lo pueden encontrar en librerías o encargarlo en nuestra web. Lo enviamos a cualquier lugar en el que estén.
¿Todavía indecisos? Hemos hecho una ronda de presentaciones y promoción en las últimas semanas. Les dejo algunos enlaces de artículos de periódicos o entrevistas en radio. Y un podcast nuestro. Malo será que entre todos no les convenzamos de que Europa importa y hay que acercarse un poco.
En El Mundo (ya, juego en casa, pero qué les voy a decir) Fátima Ruiz nos hace una reseña muy bonita. Carta de amor a Europa.
¿Prefieren algo más dinámico? No hay problema, tenemos de todo. Aquí nuestro podcast. Lo pueden escuchar y descargar en todas las plataformas imaginables.
El sábado de la semana pasada, estuvimos en la Cadena Ser, en A Vivir, con Javier del Pino y Ramón Lobo. » Analizamos la crisis política y de identidad que sufre Europa con Anna Bosch, corresponsal de Televisión Española y Pablo Suanzes, corresponsal de El Mundo. Además, ambos periodistas presentan el libro ‘Europa soy yo’, en el que reflexionan sobre el euroescepticismo o la pérdida de confianza en las instituciones. Y nuestra compañera Beatriz Nogal ha charlado con varios jóvenes, estudiantes de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid para conocer su interés y conocimientos en asuntos de actualidad».
En Radio Nacional de España, en el 24 horas con Antonio Delgado, Más de 20 minutos sobre nuestra idea del continente, la diferencia generacional en los sentimientos hacia la Unión, la fortaleza de las instituciones y los desafíos para un experimento político que algunos quieren romper y que busca su lugar en el mundo ante gigantes.
Hace unas semanas, los compañeros de Cinco Continentes de RNE nos invitaron para hablar del libro y algunos de los temás de más actualidad. A pesar de los problemas inciales de Anna para conectarse, quedó muy entretenido. Mérito total de María Eulate, of course
Si buscan un tono más desenfdado, aquí con Ángel Carmona en Hoy empieza todo, de Radio 3. Tomando un té con pastas y hablando del dónde, el cómo, el cuándo y el por qué de todo esto.
Gracias a la enorme generosidad de Íñigo Alfonso, una reposada charla en profundidad en Las mañanas de RNE.
Y algo un poco diferente: aquí con Luis Rodríguez en Radio El Prat (en catalán y castellano): què és la Unió Europea, per què és tant complicat d’entendre el seu funcionament i qüestions d’actualitat com és l’auge del populisme i l’extrema dreta o el BREXIT.
En este post elogiaría también a Aldekoa y Ayestaran, pero creen que sus libros son mejores y que van a vender más ejemplares y les acabo de declarar la guerra editorial.
Mi columna de cosas belgas de esta semana, La fuerza del rencor, trata de fútbol.
Bueno, del fútbol como pretexto. Igual que cuando Francia habla de Europa siempre está hablando de Francia, cuando yo escribo estas cosas siempre hablo de las mismas.
«Ni las reglas de Competencia de la UE, ni las regulaciones financieras de Basilea ni el VAR: si quieren algo complicado, retorcido y polémico no tienen más que apuntarse a la Royale ABSSA, l’Association Belge des Sports du Samedi. Mi liga de fútbol de los sábados».
Las columnas anteriores, y las de todo 2018, en la sección Patio Global, las podéis encontrar en orden inveso de publicación aquí abajo.
29/10/2019 Insólito. El legendario portugués que una vez admirose al ver que desde su más tierna infancia todos los niños en Francia supiesen hablar francés disfrutaría como un gorrino viendo las extrañas costumbres y reacciones de mis vecinos. Esta semana he aprendido que Bélgica era (bueno, todavía es) el único país de la Unión Europea en la que la venta de tabaco estaba prohibida a menores de 16 años, y no de 18. No es que tenga un trato diario con adolescentes, y no he notado una epidemia de adictos juveniles…
22/10/2019 Fantasmas del pasado. Cuatro cosas aprendí de niño viendo la legendaria serie Kung fu. Primero, que con temple y elegantes movimientos puedes derrotar a cualquier grupo de bandidos y borrachos. La segunda, que no se puede ser vegetariano sin intensidad espiritual. La tercera, que el camino de 1.000 kilómetros empieza siempre con un paso. Y la más importante, que con el amor y la confianza ocurre como con los jarrones chinos: si se rompen, aunque pegues todas partes con mimo, las cicatrices siempre permanecen a la vista.
15/10/2019 Royale Union Saint Gillioise. DIOS dio a los belgas un país plano, lluvia para el césped y recursos para que cada pueblo, cada barrio, tenga unas instalaciones deportivas alucinantes. Pero también los castigó con un fútbol (que me perdonen Courtois, Hazard o Lukaku) aburrido, soso. Y con unas administraciones inoperantes que convierten joyas naturales en infames barrizales torcidos. Qué capacidad, qué talento, para eliminar casi cualquier atisbo de imaginación, creatividad y flexibilidad, dentro y fuera del terreno.
08/10/2019 Universos paralelos. Una de las cosas más llamativas del mundo belga es la vivienda. Teniendo en cuenta que el poder adquisitivo es mucho más alto que en los países mediterráneos, que los salarios son más altos y que el coste de la vida en general lo es también notablemente, el mercado inmobiliario en cambio, sin ser barato, ofrece oportunidades que sacan los ojos de las órbitas.
31/09/2019 Sin complejos. Si tuviera que elegir una cosa belga que exportar al resto del mundo probablemente escogería su falta de complejos. Es una ironía en una sociedad que en realidad tiene tantísimos complejos cuando mira hacia Francia u Holanda. Un país que lleva al extremo el arte de burlarse de sí mismo y sus ambiciones, pero que sufre tanto cuando sus vecinos los toman por idiotas y necesita reafirmarse con cada pequeña victoria, deportiva, cultural, económica. Dicho eso, existe una característica extendida que los hace inmunes hacia convencionalismos, costumbres y críticas. Independientes y, a su manera, libres.
24/09/2019 Culos y colitas. Ya saben cuánto odio el Manneken Pis, una atracción turística cuya sobrevaloración sólo igualan Mad Max y la comida japonesa, pero no me queda más remedio que volver a hablar de ella. No es porque este fin de semana, con la celebración de una nueva edición del Folklorissimo, un festival cultural local, hayan vestido al neñu de llanisco y una de las gracias haya sido beber la sidra caliente que escancia como sólo puede hacer un niño meón. Ni por el traje bautizado «En pelotas» (literalmente un porrón de pelotas de colores) con el que Agatha Ruiz de la Prada lo decoró después. Bastante duro ha sido eso de por sí.
17/09/2019 Juegos de palabras. La semana pasada, un tipo escribió una barbaridad en internet. Ya, a mí también me sorprendió, no es algo que pase a menudo. Por eso seguramente las fuerzas del orden tuvieron que tomar rápidamente cartas en el asunto. Aguanten, el toque belga llega enseguida. Resulta que el sujeto, con pseudónimo, lanzó una diatriba en Facebook tras leer la noticia de que un Policía había muerto en acto de servicio en Lieja. «Un bon flic et un flic mort», escribió, algo así como «Poli bueno, poli muerto». A pesar de que el agente no había fallecido, el post se volvió viral, y ya saben, indignación, insultos, trataron de hacerle recapacitar para que borrara y todo acabó con una denuncia.
10/09/2019 Be tarta, my friend. Pensé que este momento nunca llegaría, pero ha llegado. ¿Recuerdan el anuncio de BMW con Bruce Lee? El de «Be water, my friend». Parecía insuperable, pero no, los belgas han hecho lo imposible y han encontrado la forma de mejorarlo con una campaña antológica: «Trata a tus amigos como si fuera una tarta». Literalmente. La campaña se titula Safety Cake y la han lanzado la asociación de Jóvenes conductores responsables de Flandes (en serio, esto existe) y Renault, con una web (www.safetycake.be) y un magnífico vídeo en tres idiomas.
3/09/2019 Montesquieu tenía razón. Lo confieso: he cambiado de idea. He pasado las últimas dos décadas de mi vida combatiendo a Montesquieu y, al final, resulta que el galo lleva razón. No en lo de la separación de poderes, que también, sino en su polémica teoría sobre el clima. Sostenía que «el carácter del espíritu y las pasiones del corazón son extremamente diferentes en los diversos climas«, y de sus escritos se deriva un determinismo (la temperatura como «el primero de todos los imperios») muy debatido en los primeros cursos de Sociología. Uno, siempre liberal, vociferaba en las aulas, hasta que vine a Bélgica.
30/07/2019 Bienvenido al sur.
23/07/2019 Orgullo dominguero.
16/07/2019 Errores de juventud. Bélgica es un lugar donde casi todo el mundo tiene trabajo (5,5% de paro) y la negociación colectiva y la protección social garantizan salarios decentes (el mínimo es casi 1.600 y el bruto medio en torno a 3.500 para jornada completa, con más de la mitad de la población ingresando al menos 3.053). Los jóvenes no tienen las preocupaciones que atormentan a sus colegas españoles o italianos. Se van pronto de casa, se casan antes, tienen (muchos más) hijos razonablemente pronto. Estos días se ven aprendices por todas partes: bancos, supermercados, las instituciones europeas.
09/07/2019 Un ‘petit permis’. En la fina línea que separa el orden del caos, la civilización de la barbarie, las piscinas son el último bastión de la esperanza y la felicidad. Los que viven cerca del mar jamás han sido capaces de entender la dependencia emocional que se puede desarrollar con unos pocos metros cuadrados de agua y cloro. La familia resulta que tampoco entiende que se añore más una inmersión que a ellos. Históricamente, los que vivían en el norte del continente no entendían este idioma de depuradoras y filtros. Pero no sé si por el cambio climático o la imposición del sentido común, las cosas están cambiando.
02/07/2019 Manía persecutoria. A partir de marzo, BPost, el servicio postal belga, sólo repartirá correo no urgente dos veces por semana. Los lunes y los miércoles, en concreto. No sufran: periódicos, paquetes y «avisos de defunciones» (no me lo invento) seguirán llegando cada día. Pero el ordinario, como la recogida de basuras, se dosifica.
25/06/2019 ‘Commuting‘. Hay cosas complicadas cuando uno vive en Bruselas. Comprar pescado dos veces por semana sin pedir un crédito. Encontrar una calle sin obras. O aguantar la risa cuando los medios advierten de la canícula, la insoportable ola de calor con temperaturas de 27 grados (no exagero). Pero si hay algo verdaderamente difícil viviendo aquí es conocer belgas. Sabemos que están, porque los escuchamos a veces paseando por los parques, en los bares y en las tiendas y algún veterano dice que son sus amigos. Pero conocer, lo que se dice conocer bien, no a menudo.
18/06/2019 Bruegel en Marolles. Bruselas es un paraíso para los aficionados a los murales. Se puede cruzar la ciudad de norte a sur y este a oeste saltando de fachada en fachada. Hay varios tours de turismo alternativo, y los lectores de comics no se cansan de venir a buscar por las paredes de la capital belga a Tintín, de onmipresente Hergé, a Ric Hochet (de Tibet); a Albertito (de Chaland) o las aventuras de De Blake y Mortimer, salidas de la mano de Edgar P. Jacobs. Por no hablar de clásicos como los Pitufos, Spirou o Lucky Luke. Pero si el panorama antes era rico, ahora lo es todavía más.
11/06/2019 El mejor trabajo del mundo. Woody Allen quería reencarnarse en las yemas de los dedos de Warren Beatty. La mayoría de los aficionados al fútbol del planeta pactarían con el diablo por hacerlo en los pies de Leo Messi o Cristiano Ronaldo. Yo, en cambio, vendería el alma de todos mis lectores a cambio de reencarnarme en las papilas gustativas de Daniel Vaughn, el periodista que sin duda alguna tiene el mejor trabajo del mundo: editor de Barbacoas del Texas Monthly.
04/06/2019 Fritland. Zanel Laci y su familia llegaron a Bélgica a mediados de los 70 cargados de ambiciones. Refugiados albaneses que, considerando como la mayoría (y equivocándose como tantos) Bruselas como mero lugar de paso, se encerraron en sí mismos esperando para dar el salto. Pasó el tiempo y cuando comprendieron que aquello no era camino sino destino, compraron un local en las proximidades de la Bolsa y lo convirtieron en Fritland, una de las friteries más famosas de la ciudad, al nivel de Antoine o Eugène.
28/05/2019 Arcoiris en Borgoña. Sospecho que lo que van a leer es producto de la falta de sol, vitamina C y sueño tras la resaca electoral, pero lo voy a escribir igualmente: hay un elemento de la cultura política belga que tenemos que incorporar urgentemente. Ya, qué me van a contar, decir esto el día en que la prensa titula Dos Bélgicas o Domingo negro, tsunami político, país desarticulado no parece muy inteligente, pero debemos importar el uso de colores y banderas para hablar de coaliciones.
21/05/2019 El retorno del rey. El domingo Bélgica celebra elecciones. Es una cita importantísima porque lo único más complicado que aprender a sacar la basura en el país es formar Gobierno. En 2011 estuvieron 541 días sin ponerse de acuerdo en las coaliciones. Pese a ello, o quizás precisamente por ello, crecimiento, desempleo y las cuentas públicas registraron mejores marcas que la media de la eurozona. En 2014 fue todo un récord, apenas cuatro meses y medio, aunque con poca fe la llamaron «coalición kamikaze». La de 2019 pinta complicada, pero en realidad, da absolutamente igual.
14/05/2019 Un país en la mochila” Dos de las cosas más llamativas de Bélgica son que no hay chabolas y que los pueblos no son lo que nosotros entendemos por pueblos. Lo primero no choca porque no se ve. No te das cuenta de la diferencia hasta que llevas un tiempo viviendo por aquí y un día, en otro país, caes del guindo. Hay pobres, y una cantidad brutal de personas sin hogar, pero no hay chabolas, viviendas destartaladas. Ni, prácticamente, bloques inmensos que alojan a cientos de familias. Las diferencias, salvajes, están por dentro, pero por fuera las casas de ricos, pobres y clases medias (al menos en las ciudades) son increíblemente parecidas”.
07/05/2019 Sostiene De Wever. “Bélgica se evapora. No es una consecuencia climática, ya nos gustaría. Es una cuestión filosófica, sociológica. Lo dice Bart De Wever, el líder de la N-VA flamenca, en su último libro, titulado Sobre la identidad. Su tesis, no muy original, es que Bélgica no existe. Hay “apenas algunos indicadores simbólicos” de la belgitude, como “el chocolate, los mejillones con patatas, el Atomium, los Diablos Rojos y la casa real”. Pero poco más”.
30/04/2019 Acto de servicio .”Una de mis fotos favoritas, y la que más ha circulado estos años en mi Whatsapp, es la de un agente de policía, impecable con su gorra, en medio de una protesta. De fondo se ven coches patrulla, antidisturbios, algún cámara de televisión, pero el protagonista es el hombre que, con un bote a presión en su mano derecha, trata de echar de la zona a un manifestante. Se palpa el movimiento, la acción, el intento del joven de esquivar el chorro que le golpea. Y se ve, por encima de todo, el imperial gofre a medio comer en la mano izquierda del impasible agente. Qué manos, qué fuerza. Como diría el difunto R. Lee Ermey en La chaqueta metálica, “una da tiros y la otra consuela”.
23/04/2019 Huevos y gallinas. “El otro día, volviendo a casa, vi algo muy sospechoso. Un grupo de críos, inquietantemente silenciosos y concentrados, registraban una zona de arbustos en el Parque del Cincuentenario. Rastreaban de forma coordinada, sin levantar la cabeza del suelo. Uno, prematuro cascarrabias, pensó en drogas o pokemon, pero como sus seis años de media sugerían que era algo excesivo para lo primero, y no estamos en 2016 para lo segundo, quedé en observación. Era todo mucho más inocente, tradicional y sano: cazaban huevos de pascua“.
16/04/2019 Buenos y malos. “Hace unos meses, un ladrón abrió mi coche. Revolvió la guantera pero no sé llevó gran cosa, apenas una bolsa de deporte con ropa de deporte sin valor. Tuve bastante suerte: si en lugar de ser un ladrón hubiera sido la policía, el coste hubiera sido mucho más alto. Resulta que buenos y malos tienen una afición común: pasean por las aceras dándole a la cerradura. Si los primeros en encontrar un coche sin pestillo son los amigos de lo ajeno, arrasan con lo que pueden. Si se adelantan los agentes, la multa que te llega es de 58 euros”.
09/0472019 La capital. “Bruselas no tiene quien le escriba. De Londres, París o Roma lo sabemos todo porque hay películas que las inmortalizan, extraordinarias novelas, fotos legendarias. Pero de Bruselas no. Hasta las grandes plumas, como Amélie Nothomb, se han convertido en estrellas describiendo locuras distantes y exóticas. Es comprensible que sin el glamour de sus vecinas Bruselas no inspire derroches estéticos, pero es curioso que la ciudad de la OTAN y las instituciones europeas, con espías chinos y rusos por todas partes y cientos de diplomáticos, no dé siquiera para thrillers”.
02/04/2019 Manual de resistencia. “Antes de mudarse, el gran error que comete todo español es pensar que cruzar los Pirineos es llegar a Europa. Mentira, Europa no existe. Esa fantasía pseudo-orteguiana en la que el sur es el problema y el norte la solución, en la que políticos y servicios públicos son mejores en función de la latitud, cualquier vecino habla seis idiomas y todo procedimiento administrativo se hace en dos clicks ha hecho más daño que la nocilla blanca, la colifor y Amelie juntas”.
26/03/19 Caídos por la patria. Tras una larga carrera llena de victorias, fama y reconocimiento, Armando, como otras leyendas del deporte, va a dar el salto a China. Allí tiene admiradores y un millonario que ha pagado los 1.252.000 euros de su cláusula de rescisión. Es una historia razonablemente habitual, salvo por un pequeño detalle: Armando es una paloma.
19/03/19 Pavé. Cada mes de marzo Bélgica se parte en dos. En ese momento, los extranjeros empiezan a mirar al cielo con cara de súplica mientras que los locales miran al suelo en busca de gloria. Primavera, aquí, quiere decir clásicas. Quiere decir Flecha Valona, Lieja-Bastón-Lieja, Gante-Wevelgem. Quiere decir, épica, sufrimiento, dolor y agujetas. Quiere decir pavé.
12/03/19 Reír y llorar. Esa combinación y ese contraste son para mí Bélgica. Dos lados que coexisten pero nunca llegan a juntarse. Ríen y lloran, a veces por lo mismo, a veces juntos incluso, pero se alejan paso a paso sin que puedan o sepan evitarlo. Con más indiferencia que rechazo. Donde nadie parece pensar mucho ni en el pasado ni en el futuro y se limitan a vivir, como pueden, el presente.
5/03/19 La familia. París es la ciudad del amor. Venecia, la de los canales. Oslo, la de los atracos a mano armada en cualquier bar, cafetería o restaurante. Y Bruselas, ay Bruselas, es la ciudad del adiós. Dicen que todos los caminos llevan a Roma, pero es mentira, todos desembocan aquí (..) No es fácil asumir que estás, o eres, lugar de paso. Aquí, donde primero lloras abrumado y luego pides más. Donde creces (personal y profesionalmente) como en ningún otro lugar, por el ambiente, por el nivel, por la camaradería y la competición. Donde aprendes, te enamoras y te vacías. Las estancias son temporales, lo sabes desde el primer instante, pero aun así o quizás por eso mismo, la sensación de pertenencia, de tribu, de familia, es más fuerte. Como Gran Hermano pero sin edredones y con Cumbres hasta el amanecer. Nunca quise venir, no lo cambiaría por nada.
26/02/19 Los 27. Llegaron a ser miles, pero hoy quedan apenas 27. La ocupación nazi de Bélgica es una de las fases más oscuras, incómodas y evitadas de la historia del país. Por lo que ocurrió, por los que murieron y por los que colaboraron. Hasta 80.000 nacionales se volcaron con los invasores, y sus esfuerzos siguen siendo bien recompensados.
19/02/19 Antitapas. Hay dos grandes juicios que se repiten sobre Bruselas: que es una ciudad gris de tiempo horrible y un lugar muy aburrido. La primera es dolorosamente cierta, la segunda increíblemente falsa.
12/02/19 Al ralentí. Decía Golda Meir que la paz en Oriente Medio llegaría cuando los árabes amasen a sus hijos más de lo que odiaban a los israelíes. Algo así se podría decir de los belgas: la paz social llegará el día en el que amen las conquistas sociales más, aunque sea sólo un poquito más, de lo que adoran las huelgas generales.
05/02/19 Jalea de arándanos. Cometieron un error. Hasta la semana pasada, los chalecos amarillos eran una cosa ya testimonial en Bélgica. Lejos del poder de convocatoria de sus colegas galos, de su violencia, de los linchamientos a la prensa y la deriva antisemita o bolivariana. Hacía mucho que no hacían ruido, ocupados ya en otras batallas, pero el sábado volvieron y cometieron un error: bloquearon la entrada del Ikea de Anderlecht.
29/01/19 Menos es más. A los belgas les gustan las cosas pequeñas. Hasta ahí, nada que objetar, yo respeto mucho las preferencias, parafilias y tradiciones. Lo que es digno de estudio, y de aplauso probablemente, es que hayan logrado convencer a millones de personas de que sus atracciones diminutas son dignas de interés. De que “menos es más”, como popularizó Mies van der Rohe.
22/01/19 Oxígeno político. Al principio pensé que era la maquetación. Luego algo me sugirió que tenía que ser la tipografía, pero tampoco. Después de un rato, de mirar también la competencia, no era capaz de encontrar el problema, aunque algo no era normal. Al final, caí en la cuenta: no había política en la portada del periódico.
15/01/19 La reconquista. En Francia, quien quería ser presidente de la República solía poner los ojos primero en la Alcaldía de París, al modo de Chirac. En España tienes que ser el jefe del partido. En Bélgica, da totalmente igual o al menos lo parece. La N-VA, el partido nacionalista (e independentista flamenco), la fuerza más votada de lejos, anunció ayer su lista de candidatos y para un observador mediterráneo resulta curioso.
08/01 Libros, brunchs y sofrología. En 2008, en Bélgica había 4.219 librerías. En 2017, quedaban 3.095. Según los números del sindicato SIN, tres locales cierran cada semana en el país. Ojo, es una definición muy laxa de librería, casi al nivel de calificar de chocolate a la taza el brebaje líquido y sin alma que te ofrecen en las pastelerías pijas del mundo francófono. (…) Me preocupa que a este ritmo de traspasos cualquier día acabamos como en El Ejido. La cosa es que como ya tenemos una ultraderecha más que asentada, el absurdo apocalíptico que nos tendremos que inventar para intentar darle sentido a la realidad va a tener que ser más rebuscado.
Mi columna de esta semana, Manual de resistencia, recopila varias de las obsesiones y fobias que he ido desglosando en el último año y pico. Servicios públicos, trato al cliente/ciudadano, horarios, y la colifor, claro, siempre la colifor.
Como sabéis, cada martes sale un texto nuevo, corto, descriptivo y a menudo con una burla que no oculta el cariño que hay detrás. Las columnas anteriores, y las de todo 2018, en la sección Patio Global, las podéis encontrar en orden inveso de publicación aquí abajo.
26/03/19 Caídos por la patria. Tras una larga carrera llena de victorias, fama y reconocimiento, Armando, como otras leyendas del deporte, va a dar el salto a China. Allí tiene admiradores y un millonario que ha pagado los 1.252.000 euros de su cláusula de rescisión. Es una historia razonablemente habitual, salvo por un pequeño detalle: Armando es una paloma.
19/03/19 Pavé. Cada mes de marzo Bélgica se parte en dos. En ese momento, los extranjeros empiezan a mirar al cielo con cara de súplica mientras que los locales miran al suelo en busca de gloria. Primavera, aquí, quiere decir clásicas. Quiere decir Flecha Valona, Lieja-Bastón-Lieja, Gante-Wevelgem. Quiere decir, épica, sufrimiento, dolor y agujetas. Quiere decir pavé.
12/03/19 Reír y llorar. Esa combinación y ese contraste son para mí Bélgica. Dos lados que coexisten pero nunca llegan a juntarse. Ríen y lloran, a veces por lo mismo, a veces juntos incluso, pero se alejan paso a paso sin que puedan o sepan evitarlo. Con más indiferencia que rechazo. Donde nadie parece pensar mucho ni en el pasado ni en el futuro y se limitan a vivir, como pueden, el presente.
5/03/19 La familia. París es la ciudad del amor. Venecia, la de los canales. Oslo, la de los atracos a mano armada en cualquier bar, cafetería o restaurante. Y Bruselas, ay Bruselas, es la ciudad del adiós. Dicen que todos los caminos llevan a Roma, pero es mentira, todos desembocan aquí (..) No es fácil asumir que estás, o eres, lugar de paso. Aquí, donde primero lloras abrumado y luego pides más. Donde creces (personal y profesionalmente) como en ningún otro lugar, por el ambiente, por el nivel, por la camaradería y la competición. Donde aprendes, te enamoras y te vacías. Las estancias son temporales, lo sabes desde el primer instante, pero aun así o quizás por eso mismo, la sensación de pertenencia, de tribu, de familia, es más fuerte. Como Gran Hermano pero sin edredones y con Cumbres hasta el amanecer. Nunca quise venir, no lo cambiaría por nada.
26/02/19 Los 27. Llegaron a ser miles, pero hoy quedan apenas 27. La ocupación nazi de Bélgica es una de las fases más oscuras, incómodas y evitadas de la historia del país. Por lo que ocurrió, por los que murieron y por los que colaboraron. Hasta 80.000 nacionales se volcaron con los invasores, y sus esfuerzos siguen siendo bien recompensados.
19/02/19 Antitapas. Hay dos grandes juicios que se repiten sobre Bruselas: que es una ciudad gris de tiempo horrible y un lugar muy aburrido. La primera es dolorosamente cierta, la segunda increíblemente falsa.
12/02/19 Al ralentí. Decía Golda Meir que la paz en Oriente Medio llegaría cuando los árabes amasen a sus hijos más de lo que odiaban a los israelíes. Algo así se podría decir de los belgas: la paz social llegará el día en el que amen las conquistas sociales más, aunque sea sólo un poquito más, de lo que adoran las huelgas generales.
05/02/19 Jalea de arándanos. Cometieron un error. Hasta la semana pasada, los chalecos amarillos eran una cosa ya testimonial en Bélgica. Lejos del poder de convocatoria de sus colegas galos, de su violencia, de los linchamientos a la prensa y la deriva antisemita o bolivariana. Hacía mucho que no hacían ruido, ocupados ya en otras batallas, pero el sábado volvieron y cometieron un error: bloquearon la entrada del Ikea de Anderlecht.
29/01/19 Menos es más. A los belgas les gustan las cosas pequeñas. Hasta ahí, nada que objetar, yo respeto mucho las preferencias, parafilias y tradiciones. Lo que es digno de estudio, y de aplauso probablemente, es que hayan logrado convencer a millones de personas de que sus atracciones diminutas son dignas de interés. De que “menos es más”, como popularizó Mies van der Rohe.
22/01/19 Oxígeno político. Al principio pensé que era la maquetación. Luego algo me sugirió que tenía que ser la tipografía, pero tampoco. Después de un rato, de mirar también la competencia, no era capaz de encontrar el problema, aunque algo no era normal. Al final, caí en la cuenta: no había política en la portada del periódico.
15/01/19 La reconquista. En Francia, quien quería ser presidente de la República solía poner los ojos primero en la Alcaldía de París, al modo de Chirac. En España tienes que ser el jefe del partido. En Bélgica, da totalmente igual o al menos lo parece. La N-VA, el partido nacionalista (e independentista flamenco), la fuerza más votada de lejos, anunció ayer su lista de candidatos y para un observador mediterráneo resulta curioso.
08/01 Libros, brunchs y sofrología. En 2008, en Bélgica había 4.219 librerías. En 2017, quedaban 3.095. Según los números del sindicato SIN, tres locales cierran cada semana en el país. Ojo, es una definición muy laxa de librería, casi al nivel de calificar de chocolate a la taza el brebaje líquido y sin alma que te ofrecen en las pastelerías pijas del mundo francófono. (…) Me preocupa que a este ritmo de traspasos cualquier día acabamos como en El Ejido. La cosa es que como ya tenemos una ultraderecha más que asentada, el absurdo apocalíptico que nos tendremos que inventar para intentar darle sentido a la realidad va a tener que ser más rebuscado.
2018
18/12 Territorio Moureaux. Hace unos años, uno podía sintetizar los problemas de España recurriendo a la figura de Carod-Rovira. De una forma u otra, el ex líder de ERC estaba metido en todos los charcos: la Constitución y sus límites, el problema catalán, el modelo de Estado, la Corona, las ramificaciones del terrorismo y la negociación política, etc. En Bélgica, un equivalente sería Philippe Moureaux, ex alcalde de Molenbeek y figura clave del socialismo, fallecido el pasado fin de semana.
11/12 Cultos estacionales. En Bélgica hay dos cultos estacionales: el de la barbacoa con el sol y el del abeto cuando se acercan las Navidades. Es una cuestión de Estado de verdad, ríete de la dimisión de los ministros nacionalistas flamencos. Los periódicos dedican páginas y páginas a ayudarte a escoger el modelo idóneo, los telediarios vigilan las rachas de viento por si ponen en peligro las plantaciones (o como este año, el Village de Noël de Lieja) e incluso los ministerios se tienen que remangar para hacer frente a problemas de sostenibilidad.
04/12 Zwarte Piet. Pasado mañana, en la madrugada del 5 al 6, llega Saint Nicolas (o Sinterklaas). Los niños están muy nerviosos, dejarán sus zapatos junto al árbol, junto a agua, zanahorias y un chupito de alcohol. Llevan días nerviosos gritando Hij komt, hij komt, ya viene, ya viene, y despertarán con chocolate, speculoos, mandarinas y un regalo. Después, al colegio. Corriendo. Nada más belga que una fiesta sin festivo ni tan cruel como un juguete sin tiempo para disfrutarlo.
27/11 Celdas y chalecos. Ayer en una radio rescataban las declaraciones de hace unos días del primer ministro, Charles Michel, sobre “el derecho a una información fiable”. Apuntando que no sólo no está haciendo nada para garantizarla, sino que su Gobierno ha querido que los periodistas que cubren las cumbres europeas tengan que pagar de su bolsillo el coste de parte de los controles de seguridad. Las libertades se defienden con hechos, no con tuits. Pero sobre todo, creyéndotelas de verdad.
20/11 Economía circular. A la Gare du Midi sólo se va a tres cosas: coger un tren, comprar un Kalashnikov o comer una deliciosa crepe marroquí de queso con miel los domingos por la mañana. Las tres son peligrosas pero ninguna, absolutamente ninguna de ellas, requiere dos ruedas.
13/11 Chocolate amargo. En los últimos 15 años, las exportaciones de chocolate han aumentado un 117%. Es un mercado “en expansión que suponía en 2017 2.670 millones en 2017”, según explicaba hace unos días Le Soir. El 80% de la producción, unas 600.000 toneladas, se dedica ya al resto del mundo. Ya no queda casi nada con capital de la tierra, Neuhaus y algunas menores. Por si fuera poco, mis favoritos, Pralibel, no hay forma de encontrarlos en Bruselas. Hasta hace poco los tenían en el Duty Free del aeropuerto, y puedo recordar hasta dos viajes innecesarios sólo para poder comprarlos. Pero ya ni eso. Somos liberales y todo eso, pero no sé cómo esperan que soportemos las huelgas y retrasos.
06/11 La épica del camarón. Si eres español, hay tres cosas que convierten cualquier experiencia gastronómica en Bélgica en un desafío. La primera, el agua. Después de años he aceptado tener que pagar un riñón por un plato de albóndigas y el otro por un filete, pero jamás me acostumbraré a que un litro de agua cueste nueve euros. La segunda, las salsas en el pescado. Sí, en Francia pasa lo mismo, pero el mal de muchos es parco consuelo. La tercera, una de las más serias, es el asunto de las croquetas
30/10 Laissez-faire. EL laissez-faire, sin ninguna connotación económica, llega en Bélgica a su extremo. El residente temporal sufre de hipersensibilidad y mira todos los elementos de la cultura o la idiosincrasia local con lupa y el arma cargada, pero los niveles de indiferencia y pasividad de mis vecinos sorprenden.
23/10 Cambriolages. Si dijera que en Bruselas conozco tanta gente a la que le han entrado en casa (o lo han intentado) como a la que no, exageraría, pero no demasiado. A otro compañero, recién llegado, le metimos tanto miedo en el cuerpo hace unos días con batallitas que al final cedió y corrió a hacerse un seguro. Cuando, en el papeleo, se lo denegaron por el tipo de cerradura que tiene en casa, se puso en lo peor. Que su vecina de abajo tenga cuatro cerrojos en la puerta de entrada no ayudó tampoco.
16/10 El paraíso de Milgram. Por todo el planeta los gobiernos apuran las obras públicas con la intención de inaugurar rotondas, carreteras o edificios justo antes de unas elecciones. Torturan a sus ciudadanos durante meses con trabajos multimillonarios infernales, al estilo Gallardón, para liberar la presión en el momento justo y conseguir el voto. En Bélgica ocurre al revés.
09/10 Maldito animal inflacionario. Hacer la compra en Bélgica es muy caro. La pescadería más cercana se asemeja más al mercado de diamantes de Amberes que a la de mi barrio de toda la vida. Sospecho que los vecinos de enfrente no han pedido la hipoteca para la casa, sino para el detergente y los pañales de su crío.
02/10 267 horas de penuria. Con mucha vergüenza, pesar y terribles remordimientos, la semana pasada puse la calefacción de casa. Fueron apenas 15 minutos y sólo en el salón, pero la encendí. Dolió al ver las fotos de amigos y familia en la playa y terrazas a 35 grados. Dolió a mi ego que presume de poco friolero. Pero más dolerá en mayo, cuando llegue el ajuste anual de la factura.
25/09 Crímenes de lesa olesidad. “Es un drama, una tragedia. Los telediarios abren con ello, mis compañeros de equipo no hablan de otra cosa y se puede ver la preocupación en los ojos llorosos de la gente. Es probable que nunca antes un pueblo haya mirado al cielo con tanto desconcierto, al suelo con tanto dolor y a los escépticos del calentamiento global con tanta furia como el belga en las últimas semanas. Al menos, en los atolones de Kiribati llevan años avisando de que el agua sube. Al menos, en las Carolinas evacuaron por el huracán Florence. Pero a los belgas nadie nos dijo que la ausencia de lluvias de los últimos meses iba a tener una consecuencia indeseada tan brutal: las frites, las patatas fritas que son casi el único símbolo de unidad nacional, van a ser esta temporada más pequeñas”
18/09 Tinder de proximidad. “Los barrios belgas tienen una vida riquísima y los contactos son mucho más habituales de lo que uno podía imaginar. Por cultura, por tradición, por su apego a lo local en contraste a una complicada relación a nivel federal. Para tener controlados a quienes viven cerca…”.
11/09 Bruegel y la ‘fonction publique’. “El 2019 se cumplirán 450 años de la muerte del flamenco y están en marcha los preparativos para el Año Brueghel. Entre los fastos previstos destaca la inauguración de una gran Maison. Sólo hay un problema: no abrirá sus puertas por “complicaciones administrativas”.
04/09 Adiós a las armas. “Desde el 1 de septiembre, los militares han empezado a retirarse de las estaciones de tren y de metro y los lugares más emblemáticos de la capital. Será algo gradual, y su presencia seguirá muy viva en “lugares estratégicos”, como las sedes de los organismos europeos, embajadas y las principales instituciones judías, pues no nos engañemos, no hay lugar seguro en todo el mundo para los judíos y mucho menos en Bélgica. Pero parece que se van”.
17/07 Protones y ‘bitcoines’. Los belgas tienen una relación curiosa con los pagos. Muchos de los servicios domésticos más básicos (agua, luz, teléfono) no funcionan por domiciliación. Se puede, pero lo habitual es que envíen el recibo por carta y hagas una transferencia con referencias estructuradas. El médico, o si alquilas algo, parecido.
10/07 Tous ensemble! Para Brel, ay Brel, Bélgica era un páramo “donde las minorías pelean en nombre de dos culturas que no existen”. Este julio, sin embargo, el rojo y el negro sí se abrazan, las gargantas saltan en el fuego de un antiguo volcán gritando como nunca “tous ensemble”, todos juntos, y el corazón de los amantes se abrasa feliz. Ne me quitte pas. No todavía.
03/07 Square Lumumba. Todos los países tienen problemas para abordar de forma valiente y honesta su pasado colonial. Bélgica los tiene siquiera para mencionarlo. El país está lleno de vestigios del rey Leopoldo II, de su legado, pero cuesta mucho encontrar elementos que recuerden sus crímenes.
26/06 El mamut copernicano. “Necesitamos un giro copernicano, pero tenemos al mando sólo a un tendero”. Si le preguntasen a cualquiera de mis amigos belgas les diría que la frase es aplicable a cualquier alcalde o diputado, al jefe de Policía, al entrenador de su equipo o al jefe de Gobierno. Y, si me apuran, y con bastante más razón, al Rey, no conocido por sus agilidad mental. Pero el entrecomillado pertenece a Thierry Marchandise, magistrado con más de cuatro décadas de carrera y juez de paz a sus 71 años. Y hablaba de su ministro de Justicia, Koen Geens, quizás la persona que ha sobrevivido a más razonables peticiones de dimisión en Europa desde los años de Javier Clemente.
19/06 Catapultas y broncantes. No hace falta un navegador Tor ni entrar a las zonas más oscuras de la Dark Web. No es necesario jugarse la vida en descampado a las afueras de Grozni ni contactar con los aprendices de mafiosos de Siem Reap, donde una vez me ofrecieron disparar a una vaca con un lanzacohetes. Si uno necesita algo realmente extravagante basta con darse una vuelta por las páginas web belgas de intercambio y venta objetos de segunda mano.
12/06 Cuestión de Estado. Lleva un tiempo y muchos equívocos de novato, pero al final uno acaba descubriendo que no es ni la lengua, ni la religión, ni la ideología: la argamasa que mantiene unida a la sociedad belga es el olor a carne recién hecha.
05/ 06 Nainggolan. Ni Rajoy, ni Pedro Sánchez ni Puigdemont. El español que está en boca de todos los belgas es catalán, muy polémico y se ve sometido al juicio de la opinión pública cada día, pero nada tiene que ver con la política. Roberto Martínez, seleccionador nacional, dio ayer la convocatoria para el Mundial de fútbol. Y aunque la ausencia de Radja Nainggolan, centrocampista de la Roma, ya había sido anunciada, muchos no querían creérselo.
29/05 Tabúes. Crear un programa de televisión con éxito arrollador de audiencia no es frecuente, pero tampoco raro. Lograr, además, el aplauso de la crítica, es más insólito. Pero hacerlo arriesgando mucho, rompiendo corsés y mezclando sensibilidad y humor es casi un milagro. Y es lo que ha logrado el flamenco Philppe Geubel con Taboe.
22/05 Kilos de política. Para Clausewitz, la guerra era la continuación de la política por otros medios. Para Foucault la política era en realidad la guerra librada por otros medios. Para flamencos y valones, todo es política y todo es guerra, y los medios importan poco si sirven para machacar al adversario.
15-05 Dogmas y compases. Cada lunes a primera hora, puntual e infalible, llega a nuestro buzón el e-mail de la Gran Logia de España-Grande Oriente Español. Nuestro porque un buen día los corresponsales en Bruselas empezamos a recibirlo sin aviso previo. Bien pensado, no es de extrañar. La capital belga tiene una conexión antigua, profunda y a menudo también mitificada con la masonería. Y si nos ocupamos de Europa, de Puigdemont y hasta de escándalos de arbitraje en rugby, por qué no de pirámides y escuadras.
08/05 Ensueños que fracasan. En el siglo XXI se puede (sobre)vivir sin una identidad nacional definida y fuerte. Pero eso no disuelve los miedos y los complejos, no impide los debates constantes ni difumina la necesidad de pertenencia por otras vías a medio hacer. Escribió Maeterlinck, arrítmico y simbolista, que “lo que es razonable no es verdaderamente sabio; y lo que es sabio no es casi nunca razonable a los ojos de una razón demasiado fría”. Releyendo su obra hoy queda claro que tratar de definir qué supone ser belga no es quizá ni sabio ni razonable, sino más bien “sueño de hombres cansados/ Aun ensueños que fracasan”.
01/05 Grúas de la memoria. Los Cigrang son los más famosos, pero ni de lejos los únicos belgas interesados en nuestras playas. En 2017, cada día, once de ellos compraron una casa en España. Casi 4.000 apartamentos y villas, sobre todo en las islas y la costa mediterránea, claro. Después de británicos, alemanes y franceses, son los más activos, algo llamativo teniendo en cuenta que son apenas 11 millones, pero lógico si uno ha intentado irse a bañar a Ostende o Knokke.
24/04 Belgian solutions. Tuberías que bloquean puertas, escaleras a ninguna parte, carriles que se cruzan sin sentido y terminan estampándose en muros. Grúas a las que les ponen el cepo, vigas en mitad de la acera, señales de tráfico contradictorias, bicicletas encadenadas a conos sueltos. La capacidad de los belgas para las chapuzas y para improvisar remedios absurdos es infinita.
17/04 Cizallas y pistolas. El 69% de los flamencos tienen miedo en Bruselas (y sólo uno de cada cinco se siente seguro). El 44% de los valones y el 40% de los residentes en la ciudad, vengan de donde vengan, también. La (mala) fama de Molenbeek, de Anderlecht, de ciertas zonas junto a la Gare du Midi y la Gare du Nord no ayudan, ni el flagrante racismo, pero hay mucho más. Nueve de cada diez mujeres han sufrido acoso por las calles. El mes pasado, a tres personas muy cercanas les robaron el teléfono (en un bar, en un supermercado, durante un partido de fútbol). No conozco a nadie a quien no le hayan quitado una bicicleta o lo hayan intentado, y cada día al aparcarla busco en vano al que partió mi candado con una cizalla a las puertas de la Comisión Europea.
10/04 Frittes y dominatrix, “Ni El Grito de Munch, ni la Medusa de Caravaggio ni el Saturno devorador de Goya: la cara más desencajada de la historia la tuve delante, apenas a un metro de distancia, en Bruselas. Fue a mediados de 2015, en la cafetería de la Comisión Europea, cuando una banda de irresponsables intentó pedir tres cafés. Al mismo tiempo. Dos con leche y uno solo”.
03/04 – La brújula perdida. Sobre la ruptura del contrato social y la quiebra en la confianza en las instituciones y el sistema en las últimas dos décadas. Y una razón para el optimismo
27/03 La policía de la basura. Mi reflexión costumbrista de hoy sobre el cuerpo de élite que inspecciona bolsas y sanciona a quien recicla mal o saca los restos el día equivocado. Salvo a mis vecinos, a los que nunca pillan ensuciando mi pobre calle
20/03 El yodo de Reagan. Sabrían qué hacer en caso de accidente nuclear? Si la respuesta es no, es probable que no sean belgas. Si creen que sí, seguramente lo sean pero estén equivocados
13/03 Fútbol a capela. Sobre aficionados deportivos, identidad nacional y por qué nunca más debería escribir de deportes. “La gente va a los campos a disfrutar, a desahogarse, a relajarse, a olvidar, a odiar, pero no a buscar ni facilitar equilibrios. Por eso los cánticos belgas eran fríos, sosos, sin alma. Y por eso el animador se dejaba la vida en la megafonía”.
06/03 Pascal en Meiser. Los belgas aceptaron hace tiempo que en algo tan serio y peligroso la lógica es irrelevante (algún día hablaré de la prioridad a la derecha) y fingir coherencia, una pérdida de tiempo.
01/03 Celdas contra el frío. Algunos alcaldes belgas han ordenado a la Policía arrestar a los sin techo que no quiersn ir por las buenas a n albergue. ¿Buena idea o puro oportunismo político y una gran campaña electoral gratuita? Si dependiera de ustedes, ¿qué harían? ¿Limitarían las libertades individuales por ‘el bien’ de los ciudadanos? Esto no es exactamente una columna de Patio Global. Es una pieza que llamamos La mirada del corresponsal, mucho más larga, pero encaja perfectamente aquí.
27/02 La libertad de los monstruos. “La sociedad es civil, pero sólo de vez en cuando. Porque aceptar que hasta los monstruos, y sobre todo los monstruos, tienen derechos, no casa bien con las entrañas. Porque Bélgica no ha perdonado ni se ha perdonado aún”.
20/02 Mezuzot y vigilias. “Hay un grave problema y mirar para otro lado durante años, porque van a por otros, ya sabemos lo bien que fue en Molenbeek·.
13/02 Hablamos diamante. “Amberes es desde hace cinco siglos el centro neurálgico del comercio mundial, con más de 1.500 joyerías donde antaño los talleres de alfarería imitaban la mayólica italiana. En un barrio de solo un kilómetro, bajo la mirada de 2.500 cámaras y de expertos flamencos, judíos, libaneses, armenios, jainistas y rusos se compra y vende el 40% del diamante industrial, en torno al 85% del diamante en bruto y el 50% del pulido de todo el mundo”.
06/02 La vida de Bo. “Los flamencos tienen mala prensa. Los que escriben y hablan sobre Bélgica para el exterior viven (casi) siempre en Bruselas, leen francés y sólo salen de la capital para enseñar Brujas a las visitas o para peregrinar a las guaridas de Puigdemont”.
30/01 Europa no existe. “Una mayor renta, unos impuestos y salarios más altos, una productividad disparada no llevan de la mano el bienestar, la eficiencia y las soluciones con que todo currito patrio sueña, al igual que una carrera no basta para tener un buen trabajo. Al descubrirlo, maduras. Al aceptarlo, creces, pero algo muere para siempre por dentro”.
23/01 La Forma A-38. “Cuando uno lleva el tiempo suficiente en Bruselasinterioriza que hay dos, y sólo dos, verdades absolutas sobre la lengua de Molière. La primera, que la frase más hermosa y esperada en una llamada no es Je t’aime, sino il ne s’agit pas d’un acte terroriste. La segunda, y contraria, es una palabra que hace estremecerse a adultos curtidos, provoca ansiedad, privación de sueño y genera las historias más increíbles y divertidas: commune”.
Mi columna de esta semana es la que más fibra ha tocado desde que empecé en esto. En el periodismo, digo, no en el columnismo. Bruselas es una ciudad increíble en muchos aspectos, pero dura en otros. Es la ciudad del adiós, porque constantemente tienes que despedirte de tus vecinos, de tus compañeros, de tus amigos. De la familia. El tiempo, la costumbre, no ayudan demasiado.
Como sabéis, cada martes sale un texto nuevo, corto, volatil, rara vez muy meditado. Las columnas anteriores de todo 2018, en la sección Patio Global, las podéis encontrar en orden inveso de publicación aquí abajo.
26/02/19 Los 27. Llegaron a ser miles, pero hoy quedan apenas 27. La ocupación nazi de Bélgica es una de las fases más oscuras, incómodas y evitadas de la historia del país. Por lo que ocurrió, por los que murieron y por los que colaboraron. Hasta 80.000 nacionales se volcaron con los invasores, y sus esfuerzos siguen siendo bien recompensados.
19/02/19 Antitapas. Hay dos grandes juicios que se repiten sobre Bruselas: que es una ciudad gris de tiempo horrible y un lugar muy aburrido. La primera es dolorosamente cierta, la segunda increíblemente falsa.
12/02/19 Al ralentí. Decía Golda Meir que la paz en Oriente Medio llegaría cuando los árabes amasen a sus hijos más de lo que odiaban a los israelíes. Algo así se podría decir de los belgas: la paz social llegará el día en el que amen las conquistas sociales más, aunque sea sólo un poquito más, de lo que adoran las huelgas generales.
05/02/19 Jalea de arándanos. Cometieron un error. Hasta la semana pasada, los chalecos amarillos eran una cosa ya testimonial en Bélgica. Lejos del poder de convocatoria de sus colegas galos, de su violencia, de los linchamientos a la prensa y la deriva antisemita o bolivariana. Hacía mucho que no hacían ruido, ocupados ya en otras batallas, pero el sábado volvieron y cometieron un error: bloquearon la entrada del Ikea de Anderlecht.
29/01/19 Menos es más. A los belgas les gustan las cosas pequeñas. Hasta ahí, nada que objetar, yo respeto mucho las preferencias, parafilias y tradiciones. Lo que es digno de estudio, y de aplauso probablemente, es que hayan logrado convencer a millones de personas de que sus atracciones diminutas son dignas de interés. De que «menos es más», como popularizó Mies van der Rohe.
22/01/19 Oxígeno político. Al principio pensé que era la maquetación. Luego algo me sugirió que tenía que ser la tipografía, pero tampoco. Después de un rato, de mirar también la competencia, no era capaz de encontrar el problema, aunque algo no era normal. Al final, caí en la cuenta: no había política en la portada del periódico.
15/01/19 La reconquista. En Francia, quien quería ser presidente de la República solía poner los ojos primero en la Alcaldía de París, al modo de Chirac. En España tienes que ser el jefe del partido. En Bélgica, da totalmente igual o al menos lo parece. La N-VA, el partido nacionalista (e independentista flamenco), la fuerza más votada de lejos, anunció ayer su lista de candidatos y para un observador mediterráneo resulta curioso.
08/01 Libros, brunchs y sofrología. En 2008, en Bélgica había 4.219 librerías. En 2017, quedaban 3.095. Según los números del sindicato SIN, tres locales cierran cada semana en el país. Ojo, es una definición muy laxa de librería, casi al nivel de calificar de chocolate a la taza el brebaje líquido y sin alma que te ofrecen en las pastelerías pijas del mundo francófono. (…) Me preocupa que a este ritmo de traspasos cualquier día acabamos como en El Ejido. La cosa es que como ya tenemos una ultraderecha más que asentada, el absurdo apocalíptico que nos tendremos que inventar para intentar darle sentido a la realidad va a tener que ser más rebuscado.
2018
18/12 Territorio Moureaux. Hace unos años, uno podía sintetizar los problemas de España recurriendo a la figura de Carod-Rovira. De una forma u otra, el ex líder de ERC estaba metido en todos los charcos: la Constitución y sus límites, el problema catalán, el modelo de Estado, la Corona, las ramificaciones del terrorismo y la negociación política, etc. En Bélgica, un equivalente sería Philippe Moureaux, ex alcalde de Molenbeek y figura clave del socialismo, fallecido el pasado fin de semana.
11/12 Cultos estacionales. En Bélgica hay dos cultos estacionales: el de la barbacoa con el sol y el del abeto cuando se acercan las Navidades. Es una cuestión de Estado de verdad, ríete de la dimisión de los ministros nacionalistas flamencos. Los periódicos dedican páginas y páginas a ayudarte a escoger el modelo idóneo, los telediarios vigilan las rachas de viento por si ponen en peligro las plantaciones (o como este año, el Village de Noël de Lieja) e incluso los ministerios se tienen que remangar para hacer frente a problemas de sostenibilidad.
04/12 Zwarte Piet. Pasado mañana, en la madrugada del 5 al 6, llega Saint Nicolas (o Sinterklaas). Los niños están muy nerviosos, dejarán sus zapatos junto al árbol, junto a agua, zanahorias y un chupito de alcohol. Llevan días nerviosos gritando Hij komt, hij komt, ya viene, ya viene, y despertarán con chocolate, speculoos, mandarinas y un regalo. Después, al colegio. Corriendo. Nada más belga que una fiesta sin festivo ni tan cruel como un juguete sin tiempo para disfrutarlo.
27/11 Celdas y chalecos. Ayer en una radio rescataban las declaraciones de hace unos días del primer ministro, Charles Michel, sobre “el derecho a una información fiable”. Apuntando que no sólo no está haciendo nada para garantizarla, sino que su Gobierno ha querido que los periodistas que cubren las cumbres europeas tengan que pagar de su bolsillo el coste de parte de los controles de seguridad. Las libertades se defienden con hechos, no con tuits. Pero sobre todo, creyéndotelas de verdad.
20/11 Economía circular. A la Gare du Midi sólo se va a tres cosas: coger un tren, comprar un Kalashnikov o comer una deliciosa crepe marroquí de queso con miel los domingos por la mañana. Las tres son peligrosas pero ninguna, absolutamente ninguna de ellas, requiere dos ruedas.
13/11 Chocolate amargo. En los últimos 15 años, las exportaciones de chocolate han aumentado un 117%. Es un mercado “en expansión que suponía en 2017 2.670 millones en 2017”, según explicaba hace unos días Le Soir. El 80% de la producción, unas 600.000 toneladas, se dedica ya al resto del mundo. Ya no queda casi nada con capital de la tierra, Neuhaus y algunas menores. Por si fuera poco, mis favoritos, Pralibel, no hay forma de encontrarlos en Bruselas. Hasta hace poco los tenían en el Duty Free del aeropuerto, y puedo recordar hasta dos viajes innecesarios sólo para poder comprarlos. Pero ya ni eso. Somos liberales y todo eso, pero no sé cómo esperan que soportemos las huelgas y retrasos.
06/11 La épica del camarón. Si eres español, hay tres cosas que convierten cualquier experiencia gastronómica en Bélgica en un desafío. La primera, el agua. Después de años he aceptado tener que pagar un riñón por un plato de albóndigas y el otro por un filete, pero jamás me acostumbraré a que un litro de agua cueste nueve euros. La segunda, las salsas en el pescado. Sí, en Francia pasa lo mismo, pero el mal de muchos es parco consuelo. La tercera, una de las más serias, es el asunto de las croquetas
30/10 Laissez-faire. EL laissez-faire, sin ninguna connotación económica, llega en Bélgica a su extremo. El residente temporal sufre de hipersensibilidad y mira todos los elementos de la cultura o la idiosincrasia local con lupa y el arma cargada, pero los niveles de indiferencia y pasividad de mis vecinos sorprenden.
23/10 Cambriolages. Si dijera que en Bruselas conozco tanta gente a la que le han entrado en casa (o lo han intentado) como a la que no, exageraría, pero no demasiado. A otro compañero, recién llegado, le metimos tanto miedo en el cuerpo hace unos días con batallitas que al final cedió y corrió a hacerse un seguro. Cuando, en el papeleo, se lo denegaron por el tipo de cerradura que tiene en casa, se puso en lo peor. Que su vecina de abajo tenga cuatro cerrojos en la puerta de entrada no ayudó tampoco.
16/10 El paraíso de Milgram. Por todo el planeta los gobiernos apuran las obras públicas con la intención de inaugurar rotondas, carreteras o edificios justo antes de unas elecciones. Torturan a sus ciudadanos durante meses con trabajos multimillonarios infernales, al estilo Gallardón, para liberar la presión en el momento justo y conseguir el voto. En Bélgica ocurre al revés.
09/10 Maldito animal inflacionario. Hacer la compra en Bélgica es muy caro. La pescadería más cercana se asemeja más al mercado de diamantes de Amberes que a la de mi barrio de toda la vida. Sospecho que los vecinos de enfrente no han pedido la hipoteca para la casa, sino para el detergente y los pañales de su crío.
02/10 267 horas de penuria. Con mucha vergüenza, pesar y terribles remordimientos, la semana pasada puse la calefacción de casa. Fueron apenas 15 minutos y sólo en el salón, pero la encendí. Dolió al ver las fotos de amigos y familia en la playa y terrazas a 35 grados. Dolió a mi ego que presume de poco friolero. Pero más dolerá en mayo, cuando llegue el ajuste anual de la factura.
25/09 Crímenes de lesa olesidad. “Es un drama, una tragedia. Los telediarios abren con ello, mis compañeros de equipo no hablan de otra cosa y se puede ver la preocupación en los ojos llorosos de la gente. Es probable que nunca antes un pueblo haya mirado al cielo con tanto desconcierto, al suelo con tanto dolor y a los escépticos del calentamiento global con tanta furia como el belga en las últimas semanas. Al menos, en los atolones de Kiribati llevan años avisando de que el agua sube. Al menos, en las Carolinas evacuaron por el huracán Florence. Pero a los belgas nadie nos dijo que la ausencia de lluvias de los últimos meses iba a tener una consecuencia indeseada tan brutal: las frites, las patatas fritas que son casi el único símbolo de unidad nacional, van a ser esta temporada más pequeñas”
18/09 Tinder de proximidad. “Los barrios belgas tienen una vida riquísima y los contactos son mucho más habituales de lo que uno podía imaginar. Por cultura, por tradición, por su apego a lo local en contraste a una complicada relación a nivel federal. Para tener controlados a quienes viven cerca…”.
11/09 Bruegel y la ‘fonction publique’. “El 2019 se cumplirán 450 años de la muerte del flamenco y están en marcha los preparativos para el Año Brueghel. Entre los fastos previstos destaca la inauguración de una gran Maison. Sólo hay un problema: no abrirá sus puertas por “complicaciones administrativas”.
04/09 Adiós a las armas. “Desde el 1 de septiembre, los militares han empezado a retirarse de las estaciones de tren y de metro y los lugares más emblemáticos de la capital. Será algo gradual, y su presencia seguirá muy viva en “lugares estratégicos”, como las sedes de los organismos europeos, embajadas y las principales instituciones judías, pues no nos engañemos, no hay lugar seguro en todo el mundo para los judíos y mucho menos en Bélgica. Pero parece que se van”.
17/07 Protones y ‘bitcoines’. Los belgas tienen una relación curiosa con los pagos. Muchos de los servicios domésticos más básicos (agua, luz, teléfono) no funcionan por domiciliación. Se puede, pero lo habitual es que envíen el recibo por carta y hagas una transferencia con referencias estructuradas. El médico, o si alquilas algo, parecido.
10/07 Tous ensemble! Para Brel, ay Brel, Bélgica era un páramo “donde las minorías pelean en nombre de dos culturas que no existen”. Este julio, sin embargo, el rojo y el negro sí se abrazan, las gargantas saltan en el fuego de un antiguo volcán gritando como nunca “tous ensemble”, todos juntos, y el corazón de los amantes se abrasa feliz. Ne me quitte pas. No todavía.
03/07 Square Lumumba. Todos los países tienen problemas para abordar de forma valiente y honesta su pasado colonial. Bélgica los tiene siquiera para mencionarlo. El país está lleno de vestigios del rey Leopoldo II, de su legado, pero cuesta mucho encontrar elementos que recuerden sus crímenes.
26/06 El mamut copernicano. “Necesitamos un giro copernicano, pero tenemos al mando sólo a un tendero”. Si le preguntasen a cualquiera de mis amigos belgas les diría que la frase es aplicable a cualquier alcalde o diputado, al jefe de Policía, al entrenador de su equipo o al jefe de Gobierno. Y, si me apuran, y con bastante más razón, al Rey, no conocido por sus agilidad mental. Pero el entrecomillado pertenece a Thierry Marchandise, magistrado con más de cuatro décadas de carrera y juez de paz a sus 71 años. Y hablaba de su ministro de Justicia, Koen Geens, quizás la persona que ha sobrevivido a más razonables peticiones de dimisión en Europa desde los años de Javier Clemente.
19/06 Catapultas y broncantes. No hace falta un navegador Tor ni entrar a las zonas más oscuras de la Dark Web. No es necesario jugarse la vida en descampado a las afueras de Grozni ni contactar con los aprendices de mafiosos de Siem Reap, donde una vez me ofrecieron disparar a una vaca con un lanzacohetes. Si uno necesita algo realmente extravagante basta con darse una vuelta por las páginas web belgas de intercambio y venta objetos de segunda mano.
12/06 Cuestión de Estado. Lleva un tiempo y muchos equívocos de novato, pero al final uno acaba descubriendo que no es ni la lengua, ni la religión, ni la ideología: la argamasa que mantiene unida a la sociedad belga es el olor a carne recién hecha.
05/ 06 Nainggolan. Ni Rajoy, ni Pedro Sánchez ni Puigdemont. El español que está en boca de todos los belgas es catalán, muy polémico y se ve sometido al juicio de la opinión pública cada día, pero nada tiene que ver con la política. Roberto Martínez, seleccionador nacional, dio ayer la convocatoria para el Mundial de fútbol. Y aunque la ausencia de Radja Nainggolan, centrocampista de la Roma, ya había sido anunciada, muchos no querían creérselo.
29/05 Tabúes. Crear un programa de televisión con éxito arrollador de audiencia no es frecuente, pero tampoco raro. Lograr, además, el aplauso de la crítica, es más insólito. Pero hacerlo arriesgando mucho, rompiendo corsés y mezclando sensibilidad y humor es casi un milagro. Y es lo que ha logrado el flamenco Philppe Geubel con Taboe.
22/05 Kilos de política. Para Clausewitz, la guerra era la continuación de la política por otros medios. Para Foucault la política era en realidad la guerra librada por otros medios. Para flamencos y valones, todo es política y todo es guerra, y los medios importan poco si sirven para machacar al adversario.
15-05 Dogmas y compases. Cada lunes a primera hora, puntual e infalible, llega a nuestro buzón el e-mail de la Gran Logia de España-Grande Oriente Español. Nuestro porque un buen día los corresponsales en Bruselas empezamos a recibirlo sin aviso previo. Bien pensado, no es de extrañar. La capital belga tiene una conexión antigua, profunda y a menudo también mitificada con la masonería. Y si nos ocupamos de Europa, de Puigdemont y hasta de escándalos de arbitraje en rugby, por qué no de pirámides y escuadras.
08/05 Ensueños que fracasan. En el siglo XXI se puede (sobre)vivir sin una identidad nacional definida y fuerte. Pero eso no disuelve los miedos y los complejos, no impide los debates constantes ni difumina la necesidad de pertenencia por otras vías a medio hacer. Escribió Maeterlinck, arrítmico y simbolista, que “lo que es razonable no es verdaderamente sabio; y lo que es sabio no es casi nunca razonable a los ojos de una razón demasiado fría”. Releyendo su obra hoy queda claro que tratar de definir qué supone ser belga no es quizá ni sabio ni razonable, sino más bien “sueño de hombres cansados/ Aun ensueños que fracasan”.
01/05 Grúas de la memoria. Los Cigrang son los más famosos, pero ni de lejos los únicos belgas interesados en nuestras playas. En 2017, cada día, once de ellos compraron una casa en España. Casi 4.000 apartamentos y villas, sobre todo en las islas y la costa mediterránea, claro. Después de británicos, alemanes y franceses, son los más activos, algo llamativo teniendo en cuenta que son apenas 11 millones, pero lógico si uno ha intentado irse a bañar a Ostende o Knokke.
24/04 Belgian solutions. Tuberías que bloquean puertas, escaleras a ninguna parte, carriles que se cruzan sin sentido y terminan estampándose en muros. Grúas a las que les ponen el cepo, vigas en mitad de la acera, señales de tráfico contradictorias, bicicletas encadenadas a conos sueltos. La capacidad de los belgas para las chapuzas y para improvisar remedios absurdos es infinita.
17/04 Cizallas y pistolas. El 69% de los flamencos tienen miedo en Bruselas (y sólo uno de cada cinco se siente seguro). El 44% de los valones y el 40% de los residentes en la ciudad, vengan de donde vengan, también. La (mala) fama de Molenbeek, de Anderlecht, de ciertas zonas junto a la Gare du Midi y la Gare du Nord no ayudan, ni el flagrante racismo, pero hay mucho más. Nueve de cada diez mujeres han sufrido acoso por las calles. El mes pasado, a tres personas muy cercanas les robaron el teléfono (en un bar, en un supermercado, durante un partido de fútbol). No conozco a nadie a quien no le hayan quitado una bicicleta o lo hayan intentado, y cada día al aparcarla busco en vano al que partió mi candado con una cizalla a las puertas de la Comisión Europea.
10/04 Frittes y dominatrix, “Ni El Grito de Munch, ni la Medusa de Caravaggio ni el Saturno devorador de Goya: la cara más desencajada de la historia la tuve delante, apenas a un metro de distancia, en Bruselas. Fue a mediados de 2015, en la cafetería de la Comisión Europea, cuando una banda de irresponsables intentó pedir tres cafés. Al mismo tiempo. Dos con leche y uno solo”.
03/04 – La brújula perdida. Sobre la ruptura del contrato social y la quiebra en la confianza en las instituciones y el sistema en las últimas dos décadas. Y una razón para el optimismo
27/03 La policía de la basura. Mi reflexión costumbrista de hoy sobre el cuerpo de élite que inspecciona bolsas y sanciona a quien recicla mal o saca los restos el día equivocado. Salvo a mis vecinos, a los que nunca pillan ensuciando mi pobre calle
20/03 El yodo de Reagan. Sabrían qué hacer en caso de accidente nuclear? Si la respuesta es no, es probable que no sean belgas. Si creen que sí, seguramente lo sean pero estén equivocados
13/03 Fútbol a capela. Sobre aficionados deportivos, identidad nacional y por qué nunca más debería escribir de deportes. “La gente va a los campos a disfrutar, a desahogarse, a relajarse, a olvidar, a odiar, pero no a buscar ni facilitar equilibrios. Por eso los cánticos belgas eran fríos, sosos, sin alma. Y por eso el animador se dejaba la vida en la megafonía”.
06/03 Pascal en Meiser. Los belgas aceptaron hace tiempo que en algo tan serio y peligroso la lógica es irrelevante (algún día hablaré de la prioridad a la derecha) y fingir coherencia, una pérdida de tiempo.
01/03 Celdas contra el frío. Algunos alcaldes belgas han ordenado a la Policía arrestar a los sin techo que no quiersn ir por las buenas a n albergue. ¿Buena idea o puro oportunismo político y una gran campaña electoral gratuita? Si dependiera de ustedes, ¿qué harían? ¿Limitarían las libertades individuales por ‘el bien’ de los ciudadanos? Esto no es exactamente una columna de Patio Global. Es una pieza que llamamos La mirada del corresponsal, mucho más larga, pero encaja perfectamente aquí.
27/02 La libertad de los monstruos. “La sociedad es civil, pero sólo de vez en cuando. Porque aceptar que hasta los monstruos, y sobre todo los monstruos, tienen derechos, no casa bien con las entrañas. Porque Bélgica no ha perdonado ni se ha perdonado aún”.
20/02 Mezuzot y vigilias. “Hay un grave problema y mirar para otro lado durante años, porque van a por otros, ya sabemos lo bien que fue en Molenbeek·.
13/02 Hablamos diamante. “Amberes es desde hace cinco siglos el centro neurálgico del comercio mundial, con más de 1.500 joyerías donde antaño los talleres de alfarería imitaban la mayólica italiana. En un barrio de solo un kilómetro, bajo la mirada de 2.500 cámaras y de expertos flamencos, judíos, libaneses, armenios, jainistas y rusos se compra y vende el 40% del diamante industrial, en torno al 85% del diamante en bruto y el 50% del pulido de todo el mundo”.
06/02 La vida de Bo. “Los flamencos tienen mala prensa. Los que escriben y hablan sobre Bélgica para el exterior viven (casi) siempre en Bruselas, leen francés y sólo salen de la capital para enseñar Brujas a las visitas o para peregrinar a las guaridas de Puigdemont”.
30/01 Europa no existe. “Una mayor renta, unos impuestos y salarios más altos, una productividad disparada no llevan de la mano el bienestar, la eficiencia y las soluciones con que todo currito patrio sueña, al igual que una carrera no basta para tener un buen trabajo. Al descubrirlo, maduras. Al aceptarlo, creces, pero algo muere para siempre por dentro”.
23/01 La Forma A-38. “Cuando uno lleva el tiempo suficiente en Bruselasinterioriza que hay dos, y sólo dos, verdades absolutas sobre la lengua de Molière. La primera, que la frase más hermosa y esperada en una llamada no es Je t’aime, sino il ne s’agit pas d’un acte terroriste. La segunda, y contraria, es una palabra que hace estremecerse a adultos curtidos, provoca ansiedad, privación de sueño y genera las historias más increíbles y divertidas: commune”.