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David Gistau (1970-2020)

11 martes Feb 2020

Posted by suanzes in Lecturas, Obituario, Periodismo

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portada gustau

No es casual cuando en la muerte hay no conenso, sino unanimidad. En la admiración y el dolor.  David Gistau ha sido un gigante en las últimas dos décadas y así se lo han reconocido sus colegas.  Los de su generación, los de la siguiente y los de la anterior. Primus inter pares.

Aquí voy a recoger tantos homenajes y recuerdos como sea posible. Iré actualizando, añadiendo según se vayan publicando o los vaya encontrando. Hay algunos que han salido en papel y para los que (aún) no hay enlace. Si echan de menos alguno, no dejen de avisarme.

Hoy, El Mundo y ABC, sus casas los últimos 15 años, le han dedicado dos sumplementos especiales que se pueden encontrar en los kioskos. Por las firmas, por las fotos, por quién fue, les recomiendo que lo compren. Merecen la pena. Y él lo merecía.

Mi favorito, de entre los muchísimos textos que se han escrito en las últimas horas, es el de Jabois en El País: Cuando os pregunten quién fue David Gistau. «Era algo más que un amigo o un hermano; era una manera de ser, una manera de estar en el mundo que había que tratar de imitar (…) se ganó el respeto de una profesión a menudo cainita, la de periodista, y lo hizo de una forma tan insobornable que daba vértigo el filo en el que se instalaba respecto a jefes, políticos y lectores; a todos los mandó a paseo».

Magnífico también Antonio Lucas en EL MUNDO: Gistau, aquel ruido de vida. «Gistau baldeaba artículos donde esa infiltración de experiencias goteaba. Igual en una crónica parlamentaria, en un texto complejo y burlón sobre los derrapes del independentismo o en una pieza de última hora alrededor de un partido donde no se distingue su voz de las palabras. Ya dijimos ayer que su estilo era de contundencia, maza de yunque, sin un gramo de lastre. Mejor revelación que símbolo. Tal vez sea eso lo que pasa cuando uno habla desde dentro, cumpliendo el principio socrático de que inteligencia y virtud son intercambiables. Sabía olfatear el incendio antes de que alguien chascase el fósforo. Gistau era (o es ya) de esos periodistas que se anticipan oponiendo resistencia a la mentira, a la estupidez, a la estulticia, a lo fácil, a cualquier plasta psicológica. Detectaba a los conspiradores por su tez cetrina y las ojeras moradas. También a los palmeros de oficio, a los que espantaba consciente de que el elogio extremo siempre oculta un responso de mentira. Si entraba un tipo así donde él estuviera, lo auscultaba con las córneas hasta descifrar todos sus movimientos y elaborar el mejor sarcasmo a lo francés (a ratos jugaba a ser un sujeto de Chamberí tocado de Robespierre). Dejarse ver algo francés es lo que le gustaba, lo que íntimamente sentía, forofo del sistema laico de educación del país de su madre y de su otro idioma de casa».

Arturo Pérez Reverte en EL MUNDO: Lo estaba haciendo bien. «Ésa era, en efecto, su obsesión. Seguir la huella del padre pero con pasos acertados esta vez: una familia unida, hijos bien criados, paz de hogar, libros, cultura, vida. No quería ser González Ruano ni Umbral, ni tampoco Faulkner o Balzac. No lo necesitaba, porque su ambición era otra. Quería ser cabeza de familia a la antigua, clásico, ejemplar. Que sus hijos nunca tuvieran clavada en el corazón la astilla del padre perdido y el hogar destruido, sino todo lo contrario».

Rubén Amón en El Confidencial: Yo quería ser David. «Y no porque fuera un castizo. Lo que era David es un cosmopolita. Afrancesado y anglófilo a la vez. Le hubiera gustado escribir como Norman Mailer, cruzar los puños con Hemingway, pero me parece más oportuno el paralelismo con Chesterton. No por el estilo, ni por la estética. Pero sí desde una concepción iconoclasta. Y por haber consolidado una posición a contracorriente que impedía clasificarlo. David votaría siempre a los demócratas en EEUU. Y era un liberal, no desde la concepción depredadora del capitalismo, sino desde una visión generosa de las libertades. Empezando por la de expresión, que hizo de sus columnas un maridaje asombroso entre la forma y el fondo. Recelaba David de los dogmas. Y era un hombre incómodo. Porque escribía desde la responsabilidad y desde la inteligencia. Un erudito era David. Le gustaba Albert Camus y ACDC. Y la comida japonesa. Y pasear por la playa de Comillas. Un padrazo. Un expatriado que te sorprendía con el acento porteño que heredó de Romina, su doña.

Y las 8 preguntas de cada mañana de Rubén en lo de Alsina, completamente roto: «¿Y a quién coño leemos mañana? Y aquí también en el monólogo de la Cultureta. «Era uno de los nuestros«.

Pedro G. Cuartango en ABC: El final de la escapada. «David Gistau dormía plácidamente la última vez que le vi. Manuel Jabois estaba en una minúscula habitación del Clínico, leyéndole un libro cuando yo llegué. Nunca pensé que jamás le volvería a ver. Pero siempre hay una última vez. La vida es cruel, vengativa, absurda. No hay consuelo ni explicación posible a una muerte como la suya (…)  Su cuento favorito de Hemingway era uno en el que los gánsteres llegan a un bar preguntando por el propietario. La acción empieza y acaba ahí, pero todo el mundo sabe que le han ido a matar. No hay comienzo ni final, pero el lector se queda con la duda de si la víctima ha logrado escapar en el último momento. Yo creía que David iba a escapar, pero el destino -o lo que sea- le atrapó».

Gistau nieto

Pedro Simón en EL MUNDO: El miedo a faltar pronto. «Era de una fraternidad de clan palermitano: de esos que se harían cortar un dedo por uno de los suyos. En el periodismo, ha sido lo más parecido a Liebling que hemos tenido en España. En lo epidérmico, un sonido de Motörhead con ecos cántabros. Unas noches decía que querría escribir como Budd Schulberg y haber boxeado como Foreman (yo le tomaba el pelo con que lo había logrado, pero cambiando la ecuación).

Carlos Alsina en Onda Cero: En estos tiempos de militancias. «Ha muerto Gistau. Periodista, escritor, lector, animador. Libre entre los libres. Si algo demostró siempre, en estos tiempos de militancias y banderías, fue su libertad de criterio y su soberana independencia».

Javier Aznar, en su Hotel Jorge Juan, despide con una inmensa tristeza y entre lágrimas al Gistau más generoso, amable y protector. Como un primo que desde la Universidad de descubre cosas de la vida adulta; como una estrella que escribe a un columnista novato y asustado para disculparse por haber usado el mismo título en un texto. Que te arropa en las presentaciones y te hace sentir parte de la familia.

Carlos Herrera en ABC: El Gobierno del verbo. «Cada una de sus frases, tanto en el periódico como en la radio, estaba gobernada por un verbo. Era poseedor de una prosa brillante como pocas, fruto de ese acercamiento muy personal a la actualidad con licencias literarias. Inventó un género que le permitía ser culto sin ser pedante y le habilitaba para desprender, en cada exhalación, un sentido del humor inteligente y deslumbrante. David era un gran conversador y en la radio uno de sus éxitos fue trasladar la sensación de un diálogo en el bar».  Y aquí, su despedida en antena.

Rosa Belmonte en ABC: Vecinos de un torero. «A veces nos cruzábamos en el ascensor. Él con la basura, yo con una maleta camino del primer debate presidencial de 2008 de Obama y John McCain en la Universidad de Mississippi (una carambola extraordinaria del periódico me lo permitió). «Te envidio», me dijo. Pero tú qué me ibas a envidiar a mí. Yo envidiaba sobre todo su libertad. Con Florentino. Con quien fuera»:

Raúl del Pozo en EL MUNDO: Gistau, columnista de culto. «Se ha retirado del ruedo entre ovaciones el columnista de metáfora rápida como los pistoleros y mafiosos que tanto admiraba. Lo han despedido con una esquela triunfal, colectiva, como a los escritores de antes. No lo han linchado, como suelen, en las redes sociales. Le han dedicado necrológicas radiantes el presidente del Gobierno y los líderes de la oposición, a los que tanta estopa les dio con mordacidad e ingenio satírico. Está claro que gozaba del respeto de la afición y ahora le escriben necrológicas los columnistas, ese fatigoso trabajo español y egipcio de apalancar bien a los doblados».

Gistau dedo

A. Di Loli

Rafa Latorre en EL MUNDO: Una burla a la impostura. «En cuanto al puto folio, siempre hizo lo contrario de lo que se esperaba de él, que era uno de los consejos que solía repetirle a sus amigos que escribían pero no como él. Sus jefes de La Razón lo enviaron con treintaytantos a una guerra convencidos de que llegarían las crónicas desgarradoras de un reportero de raza y lo que llegó desde Pakistán fue una burla a la impostura. La solemnidad le producía bochorno e iba huyendo de las modas que él mismo había inspirado. No respetaba nada, ni siquiera la mística de la columna, quizás eso menos que nada. Esa aversión por la muchedumbre terminaba convirtiéndole en un disidente de todas las causas cuya militancia le suponían. Cuando llegaban los que le seguían, él ya no estaba allí. De ahí que sea tan pertinente la pregunta que se hizo ayer y se hace hoy y se seguirá haciendo Rubén Amón: ¿a quién coño leemos mañana? El periódico ahora es más previsible».

Karina Sainz Borgo en Voz Populi: Gracias, Gistau. «Así era su escritura, refinada y contumaz, certera, directa, magra. Rápida y ágil como un peso welter e invencible como la de un peso completo. En él hasta la nostalgia pegaba fuerte, pero sin renunciar al combate de la ironía y la inteligencia. Tenía razón Javier Aznar cuando escribió que David Gistau era un perro sin collar. Un tipo que sabía morder e hincaba el diente en la frase perfecta. Más que lector, con Gistau uno se sentía esparrin. Sus libros dejaban claro que no bastaba el periódico para todo lo que tenía dentro. Como narrador, Gistau derribaba con la primera persona e iba directo a la quijada con la tercera. Como periodista era capaz de convertir una coma en una navaja».

gistau puebla

Jorge Bustos en EL MUNDO: Nunca bajarás del ring. «Cuando murió Jorge Berlanga, escribió de su compañero de contraportada el más aséptico de los obituarios porque así se lo pidió Jorge desde la cama terminal del hospital. A diferencia de la nuestra, la suya es una generación que aprendió la insinceridad espantable de la cursilería«.

Francisco Rosell, director de EL MUNDO: El sueño roto de David Gistau. «Un gran periodista, de esos que marcan época, puede acabar acribillado por el poder al que critica, narcotizado por las adormideras del ídolo de barro al que adula o simplemente destrozado como un muñeco roto por la leyenda que ha dejado tejer a su alrededor. Es sumamente difícil esquivar cualquiera de esos peligros que se ciernen peligrosamente merodeadores, pero quien sobrevive a ellos y lo logra adquiere una aureola que trasciende por encima de su recuerdo. Ese es el caso de nuestro David Gistau».

Luis Enríquez en ABC: Gistau, rockanroll. «La tribuna de autoridades estará vacía. Esto tiene un propósito testimonial: ellos nunca entendieron la crítica de David y él siempre los quiso lejos para que no comprometieran su independencia. Lo llamaba «el mamoneo». Creo que él y Martín Ferrand son los únicos que yo he conocido que llevaron esta forma de entender la profesión hasta las últimas consecuencias. Recuerdo varias ocasiones en que, después de contarme lo simpáticos que habían sido con él este presidente de club de fútbol o aquella vicepresidenta del Gobierno, les pegaba un columnazo en la cabeza. «¿Y esto por qué?». «Empezaba a sentirme demasiado cerca…». La frase que más he escuchado en mi vida profesional es «¿qué le pasa últimamente a David?». Siempre he respondido lo mismo: «Nada, que es periodista».

Gistau negronis

A. Di Loli

David Jiménez Torres en Letras Libres: Una especie de superhéroe (en recuerdo de David Gistau). «Encuadrado generalmente en el liberalismo político, era sobre todo un comentarista libre, con una fuerte alergia hacia las grandilocuencias engañosas y los simplismos moralizantes que pretendiesen tratar al ciudadano como a un menor de edad. En entrevistas solía hablar de cuán necesario era para alguien que ocupaba su lugar en la esfera pública estar dispuesto a decepcionar a aquellos que pudieran haberle convertido en su columnista de cabecera. No era una pose: su obra da fe de ese esfuerzo por no ser un comentarista predecible sin caer a cambio en el vacuo efectismo del enfant terrible. Así, encontró un equilibrio que muchas veces se antoja imposible: tener criterio sin acomodarse en el dogmatismo, ser independiente sin ser arbitrario».

Agustín Pery en ABC: Artillero de tinta. «Y ahora ¿qué coño hago? David. No, esto no. ¿A quién le envío ese whatsapp mañanero después de leerte? La respuesta siempre certera, el consejo del amigo con alergia al púlpito. Ando hurgando en el pasado, consciente pero incrédulo porque ya me han jodido el presente y embargado el futuro».

Alberto Olmos en El Confidencial: David Gistau ha ido a una guerra. «‘La razón’ no era el mejor periódico para ser joven, y Gistau comprendió pronto que su rival no era la izquierda, sino la misma gente que le había contratado. Desde el principio, propuso una columna que parecía llevarle la contraria a todo su periódico, pues estaba llena de desacomplejadas alusiones a la cultura que ideologizaban las cabeceras contrarias, desde Woody Allen a Los Simpson, que de pronto estaban también de su parte. Esto generaba mucho despiste, que alguien pudiera ser divertido y de derechas».

Ignacio Rúiz Quintano en su blog: DG. «En una España de vividores sedentarios, David Gistau, con su algo de Bakunin (la misma barba de Jehová y una disposición a fumar cigarros sentado en un barril de pólvora para poner de los nervios a las visitas), fue, lo primero, un hombre de acción. Y en busca de acción se alistó en el periodismo».

Santiago González en su blog: David Gistau, siempre en la memoria. «Tenía una humanidad expansiva que imponía con su conversación y su risa. No llegar a cumplir los cincuenta es una tesitura vital impropia. Es una edad indecente para morirse».

Cayetana Álvarez de Toledo en su blog. Tanto, tanto. «Nuestros mundos se solapaban en todas las esquinas: casi más porteño que yo, algo más francés y definitivamente más español. Periodista, liberal y salmón, aunque habría vivido más. Mucho más. Nada de desovar para morir. Su romanticismo, no sólo literario, tenía un límite limpio. Y además había construido la familia perfecta».

Carlos Malpartida en Medium: El puto Gistau. «Cada uno tiene sus vocaciones y sus vicios. Algunos de ellos inconfesables por frustrados. En mi caso, no me escondo, siempre quise ser Francisco Umbral. Ahora tengo una gata y es lo más cerca que estaré nunca de escribir como él. Bueno, no siempre he querido ser Umbral en realidad, solo hasta que empecé a leer a David Gistau. Desde ese momento el objetivo era parecerse a David Gistau. O, siendo realmente sinceros y porque yo ya empezaba a tener una edad, ninguna lectura, nula formación y muy poquita valentía, lo que realmente anhelaba, ahora lo sé, es que David Gistau fuera el mejor Francisco Umbral posible. Que matara al padre por uno».

Manuel Marlasca en EL MUNDO: Hijos del diario Pueblo. «David me confesó que decidió hacerse periodista en aquel edificio de la calle Huertas, igual que yo. Él pronto se destapó como uno de los más grandes escritores de su generación, alejado de dogmas y verdades absolutas, más allá de su adhesión al boxeo, el Real Madrid y a la escritura exquisita. Yo tomé el camino del periodismo de sucesos y siempre que nos vimos, la última vez en el funeral de mi padre, recordamos aquellos ascensores del diario Pueblo y a aquellos gigantes a los que conocimos siendo niños. Él ha muerto convertido en uno de ellos. Y yo me quedo sin el abrazo que nos prometimos la última vez que nos comunicamos por Whatsapp, mientras releo su última columna, esa que publicó en EL MUNDO y que hablaba de nuestro Real Madrid, de Samantha Fox y de madrasas andrófobas».

Ignacio Camacho en ABC: Imprescindible. «No es sólo que fuera uno de los mejores de este oficio, si no el mejor: es que era un imprescindible. Uno de esos tipos con los que te alistarías en cualquier causa que tuviera que ver con la justicia, con el honor, con la dignidad, con la decencia. Con David Gistau podías apuntarte a cualquier cosa y a cualquier sitio: a una velada de boxeo, a una tertulia cultural, a narrar una revolución, a ver un partido del Madrid, a tomar un café, una copa o una colina fortificada por un nido de ametralladoras. Porque contagiaba nobleza, hombría de bien, generosidad y coraje».

idigoras y pachi

Miguel A. Herguedas en EL MUNDO: Y Gistau convocó a Luca Brasi. «Cuando empezó a escribir en este diario, sus denuncias contra las trapisondas de Ramón Calderón fueron acogidas con entusiasmo por directivos que luego recelarían de la libertad de su criterio. Combatía esas minucias mesándose las barbas y sonreía cuando le recordábamos lo que escribió sobre el fichaje de Mourinho. Todos sabíamos que había sido como llamar a Luca Brasi, pero sólo él fue capaz de ponerlo sobre el papel».

Hughes en ABC: Gracias, David. «Estos meses sin él ya han sido suficientes para notar un vacío. Gistau no era nada en extremo, pero era firme; era intuitivo, pero no fue nunca un frívolo o un desahogado. Se estuviera o no de acuerdo con él, no participaba de la desfachatez ambiental. David no iba a fallar cuando llegase lo importante, y por eso hay una sensación de que algo cambia, algo ha cambiado si él no puede contarlo, y un cierto vértigo que da miedo confesar. Somos menos, estamos menos acompañados».

Xabi Alonso en EL MUNDO: El abrazo de Tony Soprano. «Su conversación era brillante, pero sin caer en la pedantería. Recomendaba libros y apuntaba los consejos literarios de los demás. Porque le gustaba, sobre todo, escuchar. Más aún al contrario. Hubo temas en los que no coincidíamos, y ahí es donde la cosa se ponía más interesante».

Y Álvaro Arbeloa en EL MUNDO también: Su Madrí. «Era mordaz, irónico, pero siempre educado, cercano en el trato y muy independiente en su criterio. Su madridismo de pasión y respeto, sin estridencias, destacó en una época muy intensa. No tenía complejos en reconocer sus colores ni en aplaudir al rival. Era libre, era auténtico. También divertido, curioso con el amigo y alegre. Historia, guerra, política, su Buenos Aires, su Madrí. No olvido las fiestas de Halloween que compartimos, protagonista sin pedir foco, con imán aunque no quisiera».

La despedida, en Twitter, de Loquillo.

gallego y rey gistau

La huella de Gistau. El adiós entre lágrimas de Luis Herrero en su programa de EsRadio. Y en el programa, días después, un Homenaje a un gran periodista, con la presencia en ele studio de Jabois, Enríquez, Garcia

Y en la misma emisora, Dieter Brandau a su amigo: «David era un tipo leal y si alguien se metía con un miembro de alguna de sus múltiples pandillas salía siempre a dar la cara. Por ejemplo, decía que si algunos progres nos atizaban a Cayetana, a él o a mí era porque les daba rabia el no poder meternos en el mismo saco de la derecha casposa porque a nosotros nos gustaban los Simpsons, Los Rolling y Tarantino y no la película Raza».

Ricardo F. Colmenero rescata en su blog unExtracto del capítulo ‘El sueño del columnista’, del libro ‘Literatura infiel’:  «De ahí que no tuviera ningún sentido que ahora me hubiera encontrado en Madrid frente a un tipo dormido junto a su teclado al que presuntamente pagaban por pensar, y que imaginé que había venido precisamente a que viéramos como pensaba. Es decir, para que viéramos que no había agravio comparativo con los que no cobrábamos por pensar. Es decir, quería que viéramos que le llevaba un montón de tiempo y esfuerzo elaborar sus cuatro párrafos de mierda. No se podía caer más bajo. En aquello vi además una gran inseguridad por su parte, ya que a los columnistas del año 2000 les daba exactamente igual si todo el mundo imaginaba que redactaban sus textos en gayumbos en jornadas laborales de cuatro minutos, o si sus intrincados razonamientos eran en realidad los del portero de su finca. Volví a preguntar su nombre, ésta vez para que no se me olvidara, y que cada vez que me encontrara con su careto en una página pudiera pasar de largo sin remordimientos. Su nombre era David Gistau, y por culpa de aquella decisión perdí años de sentir envidia, lo que suponía que había perdido años de mi propia vida».

Juan Diego Madueño en El Español: Llanto por Gistau. «Su logro principal fue desmontar el lugar sagrado del periodismo, por el que varios de sus colegas matarían, a base de textos perfectos que decoraron las habitaciones de los recién llegados a la capital en busca de oportunidad y voz propia. A Gistau se le veía la aleta dorsal a mil millas cuando acechaba las metáforas. Para mí, siempre estará sentado en la barra de aquel bar en Georgetown junto al veterano de guerra al que sólo le quedaba la copa que tenía delante.En la vida, parecía decir, no hay más literatura que la de formar una familia, ni más malditismo que ser un hombre sólido que mantiene su visión del mundo a pesar de todo. Gistau era una idea sobre cómo afrontar la vida».

Cristina Pardo en El Periódico: Ser y estar. «Gistau me parecía una persona acogedora. Era un jugón. Se apuntaba a todo. Su risa se escuchaba y no hay sonido más agradable que el de la carcajada. Era un columnista brillante y muy completo. Tenía una mentalidad abierta, se le salía la inteligencia por todas partes y poseía un humor y una ironía que yo hubiera querido para mí. Era un periodista decente, independiente, íntegro. Y valiente. Recuerdo la época en la que los periodistas sufríamos el desmesurado poder de la entonces vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Gistau fue uno de los primeros que se atrevió a denunciarlo en sus columnas. Aquel día le admiré todavía más, si cabe. Porque David escribía para que se le entendiera. No era redicho. Era culto, pero apto para todos los públicos. Cuántas veces le leí y deseé ser capaz de expresarme como lo hacía él».

Pedro Vallín en La Vanguardia: David Gistau, estirpe de Heminway. «Lo descubrió Luis María Anson y lo apadrinó Francisco Umbral, a su manera mentor de una ge­neración de nuevos columnistas que lo secundarían en su deleite por el lenguaje. Sin embargo, el Gistau umbraliano pronto dio paso a uno menos manierista y mucho más sofisticado, provocador no siempre adrede, molesto a discreción y de prosa aguerrida, sin flancos débiles. Pese al coro halagador y confortable, ­supo deshacerse del abrazo del ­periodismo conservador capi­talino para trascender el cepo auto­rreferencial de la mutua celebración y fundó él mismo una corriente de columnistas que en Madrid quisieron ser Gistau mientras él iba siendo ya otra ­cosa».

José Ramón Iturriaga en ABC: Su escala de valores. «David, nunca entraba en el juego, miraba cómo sus colegas se dejaban llevar por las emociones y seguía su camino como si aquello no fuera con él. Y acertaba. Esos problemas, como muchos otros, lo eran para el común de los mortales pero a él no le preocupaban, estaba por encima de ellos, eso sí, sin atisbo de soberbia o cinismo, al revés. Qué más da lo que pueda pasar con el sistema financiero mundial o con los depósitos de los bancos, su escala de valores era otra. Y quizá esa fuera la mejor medida de su manera de entender la vida y la lección pendiente para todos los que le conocimos. Estamos de paso, y él se aplicó en lo que se desprendía de sus columnas: no tomarse la vida ni demasiado en broma ni desde luego demasiado en serio«.

Fernando Iwasaki en ABC: Manual para ser David Gistau. «Como su personaje Daniel, los hijos de David Gistau tampoco crecerán viendo a su padre, pero a ellos quiero decirles que no hay ninguna pieza esparcida por el suelo, sino maravillosos rastros de valor, nobleza y conocimiento que los aguardan impacientes en la memoria que atesoramos radios, periódicos, televisiones y amigos, para que siempre puedan añadir una línea más al manual de instrucciones del gran hombre que serán a imagen y semejanza de su padre».

Agustín Rivera en El Confidencial: David Gistau, el más brillante articulista de su generación. «Era un reportero. Siempre se sintió un reportero. Consiguió ganarse la vida, el oficio e incluso la fama como columnista; pero lo que en realidad le gustaba era salir a la calle y empaparse de una historia. Amaba el periodismo y el boxeo. Era el mejor».

Alfonso Ussia en La Razón: David Gistau.

Jesús Nieto Jurado en El Español: Gistau, luto con guantes. «Gistau llegó a la cúspide del articulismo con una humanidad cachazuda, artículos macho y ninguna concesión al pensamiento débil o así. Su periodismo de Cortes es una mirada, un ambiente, un olor y todo lo que da de sí un gallinero como el que tenemos. Y ahí queda en las hemerotecas para recordarnos que, de aquellos polvos, estos lodos».

Guillermo Garabito en The Subjective: Cuando se mueren los héroes. «Se han muerto los periódicos en papel. Se ha muerto otra vez Ruano y Chaves Nogales y Umbral. Se ha muerto la vocación de la mitad de los chavales que antes de ayer querían escribir en España pudiendo estudiar una ingeniería o cualquier cosa que dé de comer. Se ha muerto David Gistau y la prosa se nos ha cortado, se nos ha quedado la vocación en los huesos en una tarde angustiada de primavera (…) El papel tiene menos sentido cuando se mueren los héroes».

Juan Soto Ivars en El Confindencial: El tipo que tenía miedo a Gistau. » Lo que se pierde hoy es más que un poeta que escribía prosa en los periódicos: se esfuma una opinión desacomplejada. No le tenía miedo a las turbas, ni a los anunciantes, ni a los jefes, ni a los lectores. No había venido para agradar a la despectiva ortodoxia del pensamiento dominante. El menosprecio de quien no entiende los dobles sentidos no le hacía mella. Lo que quería escribir, lo escribía. Tampoco se pervertía en su propia opinión. El orgullo no le corrompía. Unas veces escribía a puñetazos, como Jack Johnson, y otras con caricias. Lo último que se le puede copiar a un maestro es el sentido del ritmo. He leído sus columnas sin que se me pegue el acento. Y por eso pienso ahora que no quise ser su amigo porque podía ser algo mejor: su lector. O porque soy una polilla prudente con la llama de la vela».

Miguel Ángel Uriondo en la web de Globalia: Gistau y el turismo. «Hoy creo que la falta de Gistau me hizo caer en la melancolía porque es, de todos los grandes columnistas españoles que admiro y a quienes considero mis contemporáneos, el único con quien me sentía realmente identificado. Siempre me ganó con su normalidad de señor gigante y barbudo. Y, especialmente, con su obsesión de los últimos años por ser tan buen periodista como padre, con su deseo transparente de permanecer vivo por sus criaturas. Un afán tan lógico y humano, y expresado tan a menudo, que hace que su muerte suene a castigo desproporcionado. No era un Ícaro que quisiera volar, sino un señor que quería boxear y estar ahí para sus hijos.

Yayo Delgado en La Opinión de Murcia: Gistau. «Su muerte ha sido como alcanzar un escalón generacional desde el que comienza un declive. No tiene por qué ser una palabra negativa, como no lo es nostalgia. En la vida hay etapas y todas tienen algo maravilloso que es mejor tener claro».

Javier Yanes en 20 minutos: Va por Gistau. «Allá por el año 2003, si no me patina la memoria, entré a trabajar en una editorial de revistas de viajes llamada Temascinco, o T+5. Fue el trabajo más divertido que he tenido, en una empresa inevitablemente destinada al naufragio, y aún no estoy seguro de la relación entre ambas cosas. Tratábamos de hacer revistas bonitas en fotos y textos, que al lector le dieran hambre de viajar. Y David Gistau era uno de nuestros colaboradores estrella. Lo de estrella le iba que ni pintado. No porque su actitud fuera la de tal, sino porque era un tipo que hacía saltar chispas a la cuartilla (es un decir; ya escribíamos en Word). Era como si le atizara una paliza a la hoja en blanco. Y cuando se pasaba por la redacción, siempre desprendía un torrente de carisma, de esa clase que los tímidos siempre hemos envidiado y del que hemos tratado de aprender, sin éxito, porque para eso hay que nacer».

Aurora Nacarino-Brabo en The Objective: Yo no me voy a morir. «Es un disparate que Gistau, que fue libre como Santillana en pleno vuelo hacia el remate, haya perecido como un Don Álvaro cualquiera. No como un Don Álvaro, claro, que Gistau murió con los guantes puestos, pero sí resulta una excentricidad macabra este final prematuro de quien creíamos tan libre como para no estar obligado por las leyes de la física y la historia. ¡Ni por las del periodismo! Alguien tan libre como para jurar a sus hijos que él no se iba a morir».

Jesús García Calero en ABC: La confusión del mundo. «Estuvo en estas páginas, las hizo mejores y más divertidas, porque su estilo era la pura mirada hacia las cosas. La que brota mordaz y deslumbrante, natural como una respiración -esa que hoy nos falta- después de mil lecturas, viajes, bromas, conciertos, cierres, crónicas, carcajadas… Un escalpelo limpio y esa fuerza de la ironía incruenta manejada con audacia ayudan en sus textos a poner un rato en claro la confusión del mundo. Qué difícil es eso».

José Antonio Trujillo en el Diario Sur: David Hemingway Gistau. «En los inicios de los años dos mil descubrí a David Gistau en la última página de ‘La Razón’ de un artrósico Ansón. Sus columnas tangenciales nos presentaban a un autor en el que la actualidad tenía la tentación de convertirse en literatura. Como los buenos toreros, sabía que tenía la moneda para cambiarla, y no cejó en su empeño de escribir en el centro del ruedo sin más defensa que la seguridad de conocer su oficio».

Gistau heredia

Antonio Heredia

Sit tibi terra levis

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El arte de morir

18 sábado Oct 2014

Posted by suanzes in Obituario, Periodismo

≈ 6 comentarios

When he shall die,
Take him and cut him out in little stars,
And he will make the face of heaven so fine
That all the world will be in love with night,
And pay no worship to the garish sun.

William Shakespeare
Scene 2, Romeo and Juliet

La sección de Obituarios es una de las menos conocidas y populares de los periódicos, pero para mí es una de las más bonitas y estimulantes. Yo empecé allí, en 2006, cuando llegué a El Mundo. En Opinión es donde aprendí a editar, a leer con atención y a escribir. O mejor dicho, no aprendí, sino que me enseñaron. Sin Eduardo, mi compañero, supervisor e incansable corrector, ni habría aprendido a moverme por un periódico ni me habrían contratado ni estaría ahora aquí.

Durante más de seis meses lo único que escribí fueron obituarios. Nunca había hecho algo parecido, pero doy gracias. Algunas de las piezas literariamente más hermosas de los diarios se publican en forma de despedidas. Sobre todo en las de personajes menos conocidos, gente relevante, pero no mediática. Poetas, músicos o futbolistas cuyo momento de gloria o fama ocurrió décadas antes. Gente recordada entre sus pares, pero no por el gran público. Si tenéis tiempo, buscadlas, leedlas. No son de las que se suben a las ediciones online, pero merecen la pena.

Tener la oportunidad de dejar en miles de personas la sensación de que conocieron a un líder mesiánico, un físico o al rey de la isla de Wallis es algo realmente fascinante, y al tiempo genera una enorme sensación de responsabilidad. Te hace cuidar al detalle las palabras, la selección de los hechos, la opinión. Sabes que su memoria está en tus manos.

No hay una forma unificada de hacer obituarios. En El Mundo, la sección de Opinión se encarga de ello. No hay redactores especializados, sino que se delega en los compañeros de cada sección del periódico y, sobre todo, en colaboradores especializados. En música, cine, teatro, poesía, historiadores, expertos en alpinismo. Y mucho en los corresponsales en el extranjero. Nosotros publicamos una página de Obituarios cada día, pase lo que pase. Y si hay más de un muerto ‘importante’, hasta dos páginas enteras.

Siempre pegado a la actualidad. Hay veces que para personajes menos conocidos puede retrasarse la publicación hasta un par de semanas, en función de la actualidad y el espacio, pero la norma es clara: cuanto antes. No es siempre así en la profesión. En The Guardian, por ejemplo, es normal ver publicados en el papel artículos sobre personas que murieron un mes o dos antes.

En The New York Times explican ellos mismos cómo funciona la sección: «Obituaries for the Pre-Dead«. Margalit Fox cuenta que son, al menos, seis redactores y un jefe en el departamento, donde tienen cientos de necrológicas ya escritas. Se dedican durante semanas, meses, a investigar sobre personajes, recopilar información e incluso entrevistarlos. Esa parte, explica, es una de las más violentas:

«One of the most stressful aspects of reporting an advance entails, when feasible, telephoning its pre-dead subject for an interview. This is one of the stranger social predicaments in human experience and, trust me, there is nothing in Emily Post to cover it. The midcentury Timesman Alden Whitman, an obituary writer famous for sitting down with his subjects in advance, favored tender circumlocutions on the order of, “We’re updating your biographical file” and “This is for possible future use.” I have used both with a fair margin of success».

Pero así lo tienen escrito, fact-checkeado y editado, y sólo tienen que añadir el cómo, el cuándo y el dónde antes de publicar. Es otro mundo. Tener un equipo de media docena de personas a tiempo completo es impensable en cualquier otro lugar del planeta. Nosotros tenemos hechos bastantes, pero lejos de esas cifras. El 99% son de reacción.

En The Economist es diferente. Son un semanario, y de los obituarios, uno por número, se ocupa siempre la misma persona. Desde 2014, Anna Wroe: «An Interview with Ann Wroe, Obituaries Writer for The Economist«. El personaje se decide el lunes y el martes por la tarde tiene que estar escrito. 36 horas de maratón para condensar la vida de una persona. Que son unas 30 más de las que normalmente disponemos en otros medios.

Harry de Quetteville, Editor de Obituarios del Telegraph, explica en The Art of the Obituary su punto de vista. Y cuenta por qué no es deprimente escribir de los muertos, sino todo lo contrario.

«It is a measure of his achievement that the obituaries page has become such a central feature of so many newspapers around the world. It may be immodest to say it, but I still think that those in the Telegraph are the best. That is because we cherish above all the Massingberd mantra: that in each life, no matter how it’s lived, there is cause for fascination and – often – delight. And that is not depressing, but supremely cheering».

En febrero de 1966, Guy Talese publicó en Esquire un artículo titulado  «Mr. Bad News. A profile of New York Times obituary writer Alden Whitman«. Un texto delicioso, maravillosamente escrito, sobre un periodista tranquilo, que sólo una vez en su vida levantó la voz pero perdió los dientes en una pelea callejera. Un hombre que de forma minuciosa y concienzuda lee la prensa buscando noticias por si un dictador está enfermo, está suscrito a todo tipo de publicaciones y es capaz de recitar la lista de los Papas.

Ya en 1966, el NYT tenía hasta 2.000 obituarios hechos, listos para su publicación, y que eran actualizados de forma periódica. Leed a Talese, porque la pieza es fantástica, sobre periodismo y una forma de trabajar que parece de otra época. O de otro mundo.

Whitman, por ejemplo, se pasó sin dormir la noche después de entregar, a  contrareloj, el obituario de Martin Buber. Fueron 3.000 palabras (en El Mundo tenemos unos 3.000 caracteres con espacios más bien para este tipo de artículos) y él sufrió pensando que había sido una chapuza, que no conocía lo suficientemente bien al personaje y que por la mañana le iban a acusar, con razón, de ser un fraude. Pero pasó todo lo contrario.

A mí me encanta hacer obituarios. De todo tipo. El primero que publiqué, siendo becario, fue el del Doctor Abril «El polémico ginecólogo de las famosas» (sed indulgentes). Y poco después, sobre el Rey de Wallis o Kate Web, una corresponsal de guerra pionera.

Pero hay de todo. Denis Dutton (el Darwin del arte), la economista Rose Friedman, el historiador Manuel Fernández Álvarez, el matemático Vladimir Arnold, Ronald Coase “El último ‘faro’ económico” o Gary Becker,  “Alma de la Escuela de Chicago. Y claro, McCandlish Phillips,  El señor de las palabras o James M. Buchanan. “Gigante del liberalismo”

Con el tiempo he ido puliendo la forma, el estilo. Y algunos de los obituarios de los últimos dos años son mis artículos favoritos, de los que estoy más satisfecho. Son textos personales, incluso íntimos. Que lo deben decir todo sobre el protagonista, pero que revelan mucho sobre el autor.

Por ejemplo,

Christopher Hitchens, El último gran polemista

Albert O Hirshman, “Profesor, soldado, héroe“

Jacques Le Goff, El historiador que devolvió la luz a la Edad Media.

Robert Dahl, Prócer de la democracia

Es prácticamente imposible hacer un obituario bueno de un desconocido. De alguien a quien no has leído, escuchado, visto, seguido. De alguien a quien no admiras, amas u odias. No es por la información, que en general ahora es fácil conseguir, sino porque has de contar quién fue, cómo fue, qué lo hizo distinto, importante, único. Has de saberlo antes de empezar. Has de sentirlo antes de empezar. Por eso es más arte que ciencia.Y cuando todo se combina salen las notas más hermosas del mundo.

«The song is ended, but the melody lingers on». Descansen en paz.

Let’s talk of graves, of worms and epitaphs,
Make dust our paper and with rainy eyes
Write sorrow on the bosom of the earth
Let’s choose executors and talk of wills
—Shakespeare, Richard II

——–

Gracias a Eduardo Suárez, Ramón González Ferriz y Agus Morales por los enlaces. Hablamos de este tema en Twitter a principios de septiembre. Y a Raffaella M. Breeze ‏por el link del Telegraph con el que he actualizado.

Gracias por tanto, Vallcorba

23 sábado Ago 2014

Posted by suanzes in Lecturas, Obituario

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Hoy ha muerto en Barcelona, a los 65 años, Jaume Vallcorba, fundador de Acantilado y Quaderns Crema. Un hombre que pensaba, que creía, que editar es amar. Y que amaba la cultura.

No lo conocía, pero le quiero dar infinitas gracias por estos años de descubrimiento, conocimiento y placer.Gracias por todo. Gracias por tanto.

Acantilado1 Acantilado2

 

Descanse en paz

 

D-Day: el desembarco

06 viernes Jun 2014

Posted by suanzes in Historia, Obituario, Periodismo

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normandiadesembarco

– Ojo. Brutal esto del Telegraph. Están haciendo un en vivo del Dia D como si fuera hoy en tiempo real: «D-Day: June 6th 1944 as it happened«. Rolling timeline of the D-Day landings of 6th June 1944 updated hour by hour as events unfolded on the day.

-Delicioso. «D-Day: In the words of the BBC journalists«. Las crónicas radiofónicas del desembarco. Con los aviones, el ruido de fondo. Obligatorio.

– «June the Sixth«. Madre mía. El texto que apareció en la portada de The Economist en su edición del 10 de junio de 1944 es simplemente extraordinario. Qué retórica, qué lucidez. (y vaya elogio de Churchill, del de 1940, el que dijo «we shall fight on the seas and oceans, we shall fight with growing confidence and growing strength in the air . . . . whatever the cost may be, we shall fight on the beaches, we shall fight on the landing grounds, we shall fight in the fields and in the streets, we shall fight in the hills»).

– «AP was there, 1944: Allies win footholds in France«. Las crónicas de los enviados de AP a las playas de Normandía. Tenían dos docenas de reporteros y fotógrafos. Las primeras llegaron a las 09.32. y un minuto después estaban en los teletipos.

– «Ian Fyfe, Daily Mirror reporter who was the only journalist to die on D-Day«.

–  Ojo a este historión: «Manuel Otero, el único español que murió hace 70 años en el desembarco de Normandía«. Emigró a EE.UU y se alistó voluntario en el Ejercitó para conseguir la nacionalidad, pero tres días después Japón bombardeo Pearl Harbour.

– «How The Washington Post covered D-Day 70 years ago«.

– Y en este enlace se pueden ver las páginas que dedicó The New York Times a la cobertura del desembarco.

– «70 aniversario del desembarco de Normandía«. El podcast con el monólogo de hoy de Alsina es extraordinario. Qué sonidos.

– Alberto Rojas en El Mundo «‘¿Pero qué hace ese tipo con una cámara aquí?‘. El soldado Houston S. Riley, de la compañía Fox, y Robert Capa.

– Fernando Múgica también en El Mundo: «Robert Capa, el día D«.

– Marie Brenner en Vanity Fair: «Robert Capa’s Longest Day«.

– Moeh Atitar: «Historia de una fotografía: Taxi al infierno«.

-Portada de ABC el 7 de junio de 1944: «Ha comenzado la invasión de Europa«.

– Ojo a la portada de Il Corriere della Sera.

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– Y la portada del Financial Times, siempre a lo importante:

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bbcseaborne– Esto de la BBC: «How was the biggest ever seaborne invasion launched?«. The Allied commanders faced a formidable task. The lives of hundreds of thousands of men, and the freedom of millions would depend on them getting it right.

– «Five facts you may not know about the Normandy invasion«. El soldado más veterano tenía 56 años, artritis y no tenía que estar allí. Además, era hijo de un ex presidente de Estados Unidos. Y «10 things you didn’t know about the D-Day landings«. Genialidades como «On the morning of D-Day, the House of Commons debated whether office cleaners should no longer be called ‘charladies«.

– «Bill Millin, el gaitero que conquistó Normandía«. Obituario de 2010 en The Telegraph y estupenda historia.

– Y la misma, en The Economist, con épica: «Bill Millin«.

– Tres posts seguidos de Sinonevero: El día D, parte I. /El día D, parte II / El día D, parte III

La portada del Daily Mail de hoy es muy sentida

DailyMail

– Julio Martín Alarcón en La ventura de la Historia: «Desembarco en Normandía; Las playas de la victoria aliada«. También artículos de David Solar: «En Berlín lo supieron todo pero no entendieron nada» y «La resistencia en Francia comenzó a funcionar«.

– Una buenísima: «La batalla de la innovación en el desembarco de Normandía«. Investigadores de Dassault Systèmes han querido rendir homenaje a los ingenieros que hicieron posible la victoria de las tropas aliadas en la batalla más decisiva de la Segunda Guerra Mundial. Con viejos planos y fotografías y unos pocos restos, han reconstruido digitalmente desarrollos emblemáticos, como el puerto flotante Mulberry y el planeador silencioso Waco CG-4.

– Marc Bassets en El País: «La memoria menguante del Día D«.

– Guillermo Altares, también en El País, entrevista a Anthony Beevor,autor de «Día D. La batalla de Normandía».

– Un artículo en The New York Times: «Memories From Normandy«. Seventy years later, four veterans of the largest amphibious invasion in history recall their experiences.

– Una web interactiva canadiense, con la serie emitida en 2011. Extraordinaria, para disfrutar con mucha calma, pantalla completa, sonido al máximo y algo de tiempo libre. D-Day to Victory.

 

Y galerías de fotos:

Baltimore Sun: «World War II veterans and re-enactors gather in France for the 70th anniversary of D-Day«.

Libération: «Ciel, le D-Day, les sites du Débarquement vus d’avion«.

The Guardian: «D-day veterans return to Normandy – in pictures«.

ABC: «Normandía: el desembarco que cambió la historia«.

The Age: «70th anniversary D-Day commemorations«.

Time: «Before and After D-Day: Color Photos From England and France«.

El País: «El día D, entonces y ahora«.

En Slate Francia: «Les paysages du Débarquement en photos, en 1944 et aujourd’hui«.

WSJ: «D-Day Invasion: View From Above«.

This is colossal: «9,000 Fallen Soldiers Etched into the Sand on Normandy Beach to Commemorate Peace Day«.

Le Figaro: «Le film des évènements du débarquement«.

 

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Carne de gallina con la oración/discurso de Roosevelt para el Día D.

Franklin Roosevelt’s D-Day Prayer

lmighty God: Our sons, pride of our Nation, this day have set upon a mighty endeavor, a struggle to preserve our Republic, our religion, and our civilization, and to set free a suffering humanity.

Lead them straight and true; give strength to their arms, stoutness to their hearts, steadfastness in their faith.

They will need Thy blessings. Their road will be long and hard. For the enemy is strong. He may hurl back our forces. Success may not come with rushing speed, but we shall return again and again; and we know that by Thy grace, and by the righteousness of our cause, our sons will triumph.

They will be sore tried, by night and by day, without rest-until the victory is won. The darkness will be rent by noise and flame. Men’s souls will be shaken with the violences of war.

For these men are lately drawn from the ways of peace. They fight not for the lust of conquest. They fight to end conquest. They fight to liberate. They fight to let justice arise, and tolerance and good will among all Thy people. They yearn but for the end of battle, for their return to the haven of home.

Normandy1Some will never return. Embrace these, Father, and receive them, Thy heroic servants, into Thy kingdom.

And for us at home — fathers, mothers, children, wives, sisters, and brothers of brave men overseas — whose thoughts and prayers are ever with them–help us, Almighty God, to rededicate ourselves in renewed faith in Thee in this hour of great sacrifice.

Many people have urged that I call the Nation into a single day of special prayer. But because the road is long and the desire is great, I ask that our people devote themselves in a continuance of prayer. As we rise to each new day, and again when each day is spent, let words of prayer be on our lips, invoking Thy help to our efforts.

Give us strength, too — strength in our daily tasks, to redouble the contributions we make in the physical and the material support of our armed forces.

And let our hearts be stout, to wait out the long travail, to bear sorrows that may come, to impart our courage unto our sons wheresoever they may be.

And, O Lord, give us Faith. Give us Faith in Thee; Faith in our sons; Faith in each other; Faith in our united crusade. Let not the keenness of our spirit ever be dulled. Let not the impacts of temporary events, of temporal matters of but fleeting moment let not these deter us in our unconquerable purpose.

With Thy blessing, we shall prevail over the unholy forces of our enemy. Help us to conquer the apostles of greed and racial arrogancies. Lead us to the saving of our country, and with our sister Nations into a world unity that will spell a sure peace a peace invulnerable to the schemings of unworthy men. And a peace that will let all of men live in freedom, reaping the just rewards of their honest toil.

Thy will be done, Almighty God.

Amen

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Vía @sinonevero @rsalaverria @mariaramirezNY @ampique @lhermoso_ @nanisimo @maydeuO @droblopuntoes @martarias @carloshortelano @Monsan_piolin  @allymaav

Jacques Le Goff, el historiador que devolvió la luz a la Edad Media

02 miércoles Abr 2014

Posted by suanzes in Historia, Obituario

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(Foto: Keystone para Le Temps)

Ayer, a los 90 años, falleció JacquesLe Goff, uno de los más grandes historiadores franceses del siglo XX.

En El Mundo de hoy, el obituario que le he escrito: Jacques Le Goff, el historiador que devolvió la luz a la Edad Media. Y empieza así:

«A Jacques Le Goff, sus amigos, sus colegas, sus centenares de discípulos y miles de admiradores, le llamaban el historiador ogro. Parafraseaban a Marc Bloch, fundador junto a Lucien Febvre de la Escuela de Annales, para quien el historiador de verdad, el bueno, como los ogros de los cuentos y las fábulas: «Allí donde huele carne humana, sabe que se encuentra su presa».

Le Goff, como sus maestros, encabezó una de las más grandes revoluciones historiográficas del siglo pasado, la que rompió las cadenas del positivismo rankeano y combatió las estructuras anquilosadas del marxismo británico. La que se centró en las personas, los detalles, la vida cotidiana. La que apostó por las mentalidades, la imaginación y la antropología en lugar de las batallas, la cronología y las dinastías reales».

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Robert Dahl, prócer de la democracia

08 sábado Feb 2014

Posted by suanzes in Obituario

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Hoy, en El Mundo, el obituario de Robert Dahl, uno de los politólogos más influyenes del siglo XX y «Prócer de la democracia«.

«Cuando un ciudadano piensa en la democracia la asociación inmediata son urnas o derechos. Cuando lo hace un filósofo, la Grecia clásica. Cuando lo hacen un politólogo o un sociólogo lo primero que les viene a la cabeza no es un concepto o una abstracción, sino un nombre: Robert Dahl. Erudito, sabio y maestro de generaciones de científicos sociales, Dahl falleció el jueves a los 98 años, en paz y rodeado de su familia. Con él, y tras la muerte de Juan Linz, se cierra una era en la política y en Yale, donde fueron una institución».

Sigue leyendo.

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«Hago preguntas, es mi trabajo»: Michael Hastings (1980-2013)

19 miércoles Jun 2013

Posted by suanzes in Obituario, Periodismo

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Ayer por la mañana, Michael Hastings, periodista de BuzzFeed y ex corresponsal de guerra, murió en un accidente de coche en Los Angeles.

Con 33 años, no estaba entre la élite de la élite del periodismo estadounidense, pero se hizo muy conocido cuando publicó en Rolling Stone un larguísimo perfil del general Stanley McChrystal titulado The Runaway General. El perfil (bueno, lo que decía de Obama y otros civiles) le costó el cargo a McChrystal, hasta entonces responsable de las tropas estadounidenses en Afganistán.

Con apenas 25 años, siendo un crío, Hastings llegó a Bagdad a cubrir la guerra para Newsweek. En Nueva York salía con Andi Parhamovich, una idealista que trabajaba para Air America que hizo algo tan absurdo como irse a Iraq para estar con él, aceptando un trabajo en el ‘National Democratic Institute’. El 17 de enero de 2007, ella murió asesinada en una emboscada. De la tragedia salió un libro: «I Lost My Love in Baghdad: A Modern War Story».

De vuelta en EEUU, cubrió todo tipo de cosas. E hizo muy pocos amigos. Se peleó con políticos, con asesores, con portavoces, con funcionarios y con muchísimos periodistas. Respetaba los off the record, por supuesto, pero contaba todo lo demás, porque seguía la máxima de un veterano colega: «Journalists’ behavior is always on the record». Y eso no gustaba un pelo.

No le importaba parecer un gilipollas, siempre y cuando quedara muy claro que otros lo eran incluso más.

Ben Smith, su último jefe, ha escrito un texto realmente bueno sobre él, su caracter, su forma de ser y de trabajar.

No era una compañía cómoda para otros periodistas. Se movía continuamente y no le importaba lo más mínimo quemar puentes. «Hastings wasn’t really interested in power. He was interested in what power did to people. He wrote for his readers, not to please his sources, as witnessed in«.

El año pasado, Hastings dejó 10 consejos para jóvenes periodistas en Reddit. Aquí los reproduzco (traducción rápida, no fiel palabra por palabra).

1) Tienes que estar dispuesto a dedicar tu vida al periodismo. Ocúpate de ello como si fuera la Facultad de medicina o de Derecho.

2) Cuando te hagan una entrevista de trabajo, díle al editor cómo te gusta informar. Que tu pasión es conseguir información. Nunca menciones cuánto deseas ser escritor, ni utilices la palabra «prosa» ni le digas que en el fondo tienes la sospecha de que vas a ser el próximo Norman Mailer.

3) Prepárate para hacer un montón de cosas gratis. Es una mierda, es injusto y le da ventaja a los niños ricos. Pero es lo que hay.

4) Al escribir para el público, pon un hecho en cada frase.

5) Tus historias deben ser simples e ir al grano, al menos al principio.

6) Deberías tener un blog y seguir en twitter a los periodistas que te gustan.

7) Si hay alguna publicación en la que quieras trabajar o para la que quieras escribir, llama a sus editores o mándales un correo electrónico. Puede que funcione.

8) Deberías ser capaz de explicar la totalidad de tu historia en dos frases. (En otras palabras, si no eres capaz de conseguir un titular, lograr que te la publiquen va a ser todo un desafío).

9) Básicamente, te tiene que encantar escribir e informar. Como si fuera más importante para ti que cualquier otra cosa en tu vida, ya sea familia, amigos, la vida social, etc.

10) Aprende a aceptar el rechazo como parte del proceso. Sigue escribiendo / buscando / leyendo.

Descanse en paz.

McCandlish Phillips: el señor de las palabras

15 lunes Abr 2013

Posted by suanzes in Obituario

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McCandlish Phillips fue uno de los mayores talentos del periodismo estadounidense de los años 50 y 60. Y eso es mucho decir. Reportero de The New York Times, fue el más dotado para la escritura de una generación de superdotados. El más admirado de una redacción en la que deslumbran Gay Talese, David Halberstam, Richard Reeves, Ada Louise Huxtable o Gloria Emerson.

Talese, buen amigo, se refería a él como «el Ted Williams de los jóvenes reporteros» y decía que era el único ante el que no se sentía un igual.

Su periódico le ha dedicado un obituario no especialmente sentido. Ken Auletta le dedicó un perfil de seis páginas en el primer número del New Yorker de enero de 1997 con el título: «The  Man Who Dissapeared«. Un texto que se queda cortísimo.

El título, El hombre que desapareció, es certero, porque en diciembre de 1973, a los 46 años y dos décadas después de haber entrado como copy boy, dejó el mejor periódico del mundo. Por la Biblia.

Mientras sus compañeros recurrían a la bebida o el juego en las largas tardes en la redacción (en obituario del NYt dice que el periódico llegó a tener a dos corredores de apuestas en nómina), él recurría a las Sagradas Escrituras en busca de guía.

Phillips pasó de copy a boy a la cochambrosa sede del diario en Brooklyn. Su maravilosa prosa llamó la atención de los jefes, que lo llevaron a la redacción central y le pagaron para contar historias. De vagabundos en estaciones de autobús, de un payaso sin éxito que le obsesionó durante años, de cubanos entrenándose en Florida o del líder del KKK y miembro del Partido nazi que ocultaba un pasado judío.

Ésa fue la historia que le marcó para siempre. A. M. Rosenthal, uno de los pilares del periodisno norteamericano de la posguerra, y padre de Andy Rosenthal, actual responsable de opinión del NYT, recibió el soplo de que Daniel Burros, de 28 años, tenía orígenes judíos. Y mandó a Phillips, una «persona de honor y gran dignidad», a investigar.

El reportero hizo su trabajo. Rastreó, preguntó y se sumergió en archivos. Encontró pruebas y cerró la historia. Y fue a hablar con Barros. La conversación fue amable, hasta que Phillips sacó la historia. El nazi se puso muy nervioso. Amenazó y suplicó durante días. Pidió que no se publicara nada porque arruinaría su vida. Pero el diario, seguro de los datos (eran ciertos), siguió adelante.

El 31 de octubre de 1965 la historia («State Klan Leader Hides Secret of Jewish Origin«) salió en portada. Pocas horas después, Barros se pegó un tiro. Pese a sus profundas convicciones religiosas, la noticia no pareció afectar especialmente a Phillips. «What I think we’ve seen here is the God of Israel acting in judgment.'»

Durante los siguientes ocho años, Phillips, altísimo, muy delgado, sin gota de cinismo o vanidad, siguió trabajando en la sección Metropolitana, con pequeñas historias, reportajes costumbristas, algún perfil. Y con una columna semanal sobre la ciudad esculpida palabra a palabra.Hasta que de golpe, renunció.

Ni él mismo sabía explicar muy bien por qué. Sufrió una transformación, una revelación, la tercera de su vida. Y la siguió sin vacilar.

In 1962 había fundado, junto a su amiga Hannah Lowe, la New Testament Missionary Fellowship, una congregación Pentecostal ein Manhattan. Y a ella se consagró el resto de su vida, pese a polémicas que mancharon el nombre de la institución. Y a ella consagró el resto de su vida.

Esporádicamente publicó piezas en el Times o columnas sobre religión en el Washington Post o revistas especializadas. Y dio algunas clases de periodismo.

Tuvo la gloria, la fama y el dinero, y renunció a todo. Peter Duffy lo entrevistó en 2009. Nunca se arrepentíó, aunque reconocía que su cruzada evangelizadora no había tenido el éxito deseado. Phillps era periodista, pero no aspiraba, no quería ganar el Pullitzer. Quería «redimir a la gente».  Lo que, en el fondo, quieren todos los buenos periodistas. Lo que, en el fondo, quieren todos los hombres buenos.

John McCandlish Phillips, periodista, nació en Glen Cove (Nueva York, EEUU) el 4 de diciembre de 1927 y falleció en Nueva York el 9 de abril de 2013.

* Este post es una versión ligeramente editada del texto aparecido el domingo 14 de abril en la edición impresa de El Mundo.

Margaret Thatcher: 1925-2013

08 lunes Abr 2013

Posted by suanzes in Obituario

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Los enlaces tras la muerte de Thatcher hoy, a los 87 años de edad, son incontables. He recopilado unos cuantos de interés, y la lista va creciendo según leo más. Cualquier recomendación, a favor o en contra del personaje, es bienvenida.

The Guardian tiene una galería de 40 fotos con la vida de la ex primera ministra, una colección de frases célebres (el Telegraph tiene otra) una interesantísima pieza en el Datablog con 15 gráficos sobre cómo cambió el Reino Unido durante su época.

El obituario del Guardian, de Anne Perkins, es increíblemente neutro. Recorre su vida política de una forma impecablemente equidistante. Sin embargo, su editorial es francamente duro: «The lady and the land she leaves behind«. «Her legacy is public division, private selfishness and a cult of greed that together shackle the human spirit».

The Economist: «A cut above the rest«. Un balance de luces (generalmente fuera9 y sombras (más bien dentro). [«She was also an enemy of big government who presided over a huge expansion of it»]

– El obituario del NYT lo firma Joseph Gregory: «Margaret Thatcher, Who Remade Britain, Dies at 87«. No especialmente brillante, pero con  mucha información al modo habitual del Times.

– Roger Bootle escribe en The Telegraph un larguísimo texto sobre «The economic achievements and legacy of Thatcherism«. Me ha gustado mucho. Presenta a una primera ministra que no era una «intelectual» pero sí «ideological by nature».»Patriota», pero no «nacionalista económica». Y dice que «Thatcherism is usually depicted as extremely right wing, but whether this is accurate depends upon your analysis of what the spectrum, on which you may be at one end or the other, is all about. The best way of understanding Thatcherism is to appreciate that it was fundamentally anticonservative. Indeed, on some definitions of the political spectrum, it was essentially left-wing. It was not just radical; it was revolutionary».

– Andreas Whittan Smith, en The Independent, escribe sobre «A heroine and a hate figure‘». Destacando todas las batallas que libró y señalando a Europa como su principal fracaso (además de su caída en el 90, claro).

– Lord Douglas Hurd sobre su papel y el de otros miembros de sus gabinetes para matizar el thatcherismo.  Working alongside a political titan.

– John Rentoul cree que Thatcher salvó la economía británica. Pero a un coste (social) demasiado alto. [It wasn’t necessary to push unemployment that high – and so much of it hidden on sickness benefit – to end excessive trade union power].

– Editorial del Wall Street Journal: «Not for Turning. The woman who saved Britain with a message of freedom». «`Thatcher died in London Monday, at age 87, having earned her place among the greats. This is not simply because she revived Britain’s economy, though that was no mean achievement. Nor is it because she held office longer than any of her predecessors, though this also testifies to her political skill. She achieved greatness because she articulated a set of vital ideas about economic freedom, national self-respect and personal virtue, sold them to a skeptical public and then demonstrated their efficacy».

– Bruce Barlett, en 2011, sobre el legado económico de la Dama de Hierro: «The Legend of Margaret Thatcher«. [While Mrs. Thatcher is a towering figure in British political history, well deserving of admiration, the conservative legend about her time in power is at odds with the facts. In this legend, she was even more aggressive than Reagan in cutting taxes and the welfare state. But that is not true].

ACTUALIZACIONES

– Robert Evans, que fue corresponsal de Reuters en Moscú durante 10 años, recuerda cómo introdujo en occidente la expresión «Dama de Hierro». «The Iron Lady»: my part in her ascent«.

– Chris Dillow (vía Jorge San Miguel) tiene un post hoy sobre cosas positivas de Thatcher (aunque no le guste nada el personaje… y un post de 2005 muy muy crítico con sus medidas económicas, la falta de ellas o su motivación.

– David Frum, que está posteando de forma compulsiva, tiene una entrada titulada: «How Margaret Thatcher Saved Britain and Changed the World«. No justifica el título, pero apunta algunas ideas sobre Thatcher y las minorías, su postura sobre cambio climático y otros temas que no gustarán mucho a los conservadores de hoy.

MÁS ACTUALIZACIONES

– Charles Powell, secretario privado de Margaret Thatcher entre 1982 y 1991, escribe en el Daily Mail sobre su carácter y su falta de tacto diplomático.

– Bill Keller, ex director del NYT, escribe sobre «Maggie and Gorby«. Sobre su relación y en cierto modo simpatía y sus efectos. Y enlaza esta maravilla: la transcripción de la entrevista de Thatcher en la televisión soviética en 1987.

– Ian McEwan: «Margaret Thatcher: we disliked her and we loved it«. [«For those of us who were dismayed by her brisk distaste for that cosy state-dominated world, it was never enough to dislike her. We liked disliking her. She forced us to decide what was truly important.»]

– Bill Emmott, ex director de The Economist: «The Iron Lady que Woke Britain Up«? `[The real measure of a leader’s greatness is whether, by their hard work and sheer force of personality, they changed politics, changed their country, and even changed the way their citizens think about themselves. That was true of Mrs, later Baroness, Thatcher. She made a lot of mistakes, and in her final few years as prime minister began to do more damage than good. But she woke Britain up and, taking her 11 years in office as a whole, changed her country hugely for the better.]

Y sobre todo, y ésta es la clave: «Thatcherism” was first of all an ideology of liberalism, of reducing the state’s role in society and the economy and increasing the role of markets and individuals. But also it was an ideology of opportunity, of self-realisation, of meritocracy.»

– Y hay que leer a Andrew Sullivan en Thatcher, Liberator. Cometió muchos y gravísimos errores. Dividió al país en dos. Todavía lo hace. Pero lo liberó de una asfixia insoportable. [«I was a teenage Thatcherite, an uber-politics nerd who loved her for her utter lack of apology for who she was. I sensed in her, as others did, a final rebuke to the collectivist, egalitarian oppression of the individual produced by socialism and the stultifying privileges and caste identities of the class system.»].

Y también: «Thatcher’s economic liberalization came to culturally transform Britain. Women were empowered by new opportunities; immigrants, especially from South Asia, became engineers of growth; millions owned homes for the first time; the media broke free from union chains and fractured and multiplied in subversive and dynamic ways. Her very draconian posture provoked a punk radicalism in the popular culture that changed a generation. The seeds of today’s multicultural, global London – epitomized by that Olympic ceremony – were sown by Thatcher’s will-power.»

– El texto de John Cassidy, otro británico con un backgroung similar a Sullivan o McEwan, y que salía a manifestarse contra ella, es estupendo también. «Maggie and Me: How Thatcher Changed Britain«.

– Yuliya Tymoshenko desde su prisión: «The Iron Lady as Liberator«. Y en español, via Droblo, aquí.

– David Brooks: «The Vigorous Virtues«. `

The daughter of a small grocer, she led a fervent bourgeois Risorgimento. She was the voice of the ambitious middle class. She lionized the self-made striver. Loving tidiness, she checked to see if the space above the picture frames was properly dusted. She championed a certain sort of individual, one who possessed what the writer Shirley Robin Letwin called the Vigorous Virtues: “upright, self-sufficient, energetic, adventurous, independent-minded, loyal to friends and robust against foes.” If her predecessors stood for consensus and the endless negotiation of interests over beer and sandwiches, Thatcher stood for steadfast conviction on behalf of the national good»… «At a time when others were sliding toward moral relativism, Thatcher stood for individual responsibility, moral self-confidence and often, it has to be admitted, self-righteous certitude.»

MÁS ARTÍCULOS TODAVÍA

– Niall Ferguson, nacido en 1964 y adolescente frustrado cuando la Dama de Hierro llegó al poder, era entonces un «punk Tory». Hoy es un ex punk Tory eternamente agradecido a la ex premier por devolver la esperanza al país: «Margaret Thatcher: Punk Savior«.

– Russell Brand, actor y cómico, tiene también una larga pieza en The Guardian sobre Thatcher titulada. «I always felt sorry for her children‘». No es un texto favorable, pero tampoco una crítica furibunda. Al menos en apariencia. Lo que subyace es algo así como una sensación de desasosiego por ella y su época que el propio autor no es capaz de entender ni explicar. Y que sin embargo, logra transmitir. Vía Rodrigo Orihuela.

Hugo Chávez 1954-2013

06 miércoles Mar 2013

Posted by suanzes in Obituario

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Alma Guillermoprieto: «The Last Caudillo«.

Jon Lee Anderson: «Postscript: Hugo Chávez, 1954-2013«.

Y de Anderson también, su clásico perfil: «Fidel’s Heir». The influence of Hugo Chávez«.

Gabriel García Márquez: «El enigma de los dos Chávez«.

Felipe Sahagún: «Santo y satán«.

Christopher Hitchens: «Hugo Boss. What I learned about Hugo Chávez’s mental health when I visited Venezuela with Sean Penn.»

Simon Romero: «A Polarizing Figure Who Led a Movement«.

Juan Jesús Aznárez: «Chávez, un caudillo avasallador e imbatible«.

Enrique Clemente: «Así nació el mito de Chávez«.

Ángeles Afuera: «El comandante del populismo«.

Carlos Esteban: «La vida exagerada de Chávez«.

Marcelo Cantelmi: «Un liderazgo absoluto que buscó cubrirlo todo«.

William. J. Dobson: «The Ghost of Hugo Chávez«.

Moisés Naim: «Hugo Chávez, R.I.P.: He Empowered the Poor and Gutted Venezuela«.

The Economist: «Now for the reckoning«.

Joaquín Villalobos: «La herencia de Chávez«.

William Neuman: «For Good or Ill, Chávez Altered How Venezuela Views Itself«.

Rory Carroll: «Hugo Chávez: people’s hero in final showdown«.

Roberto Giusti. «El nacimiento del mito«.

Phil Gunson: «Obituary«.

Albinson Linares: «Hugo Chávez, el hombre del poder«.

——————————————————————

Juan Carlos Monedero: «Chávez nuestro que estás en los cielos«.

Tariq Ali: «Hugo Chávez and me«.

Atilio A. Boron: «¡Gloria al bravo Chávez!«.

Carles Muntaner y Joan Benach: «Hugo Chávez, antiimperialista socialista y latinoamericano inmortal«.

Olga Rodríguez: «El presidente Chávez. ¿Presidente?«.

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