Este 2022 que ahora se va ha sido un buen año. De recuperación, de mucha cocina, de deporte, de juergas, de sonrisas, de infinitos aviones, de amor sano. De cicatrizar las heridas y aprender, poco a poco, a pasar página. A despegar(me). No ha sido fácil, no ha sido siempre fluido, pero sí gratificante. He encontrado la paz, la serenidad, la mejor compañía. La felicidad.
El año pasado no me gustó, ni me gusté, pero el trabajo específico con mi cabeza y la ayuda me permitieron encontrar(me) y seguir. No soy el que era, ni volveré a serlo nunca, y bien está. Ese nuevo equilibrio se ha notado en todos los aspectos y niveles. Redescubrir la ilusión en el trabajo, en el ejercicio (a pesar de una larga lesión que no acaba de irse), en la lectura. Y casi casi, en los viajes también.
Este añono hubo tampoco parones de meses sin leer, y tampoco de semanas. Sólo algunas rachas por trabajo o diversiones alternativas. 2022 ha sido de nuevo el año de los burpees y las dominadas, de las cenas en casa y amigos nuevos. De marcar distancias y dejar de hacer el idiota. El año en el que las fricciones fueron desapareciendo y en el que los disgustos y el dolor, siempre reales y a menudo presentes, se volvieron residuales. Nocivos, pero no letales. Próximos, pero no cercanos.
El mundo, y mi vida, no son como me gustaría o me hubiera gustado, no son como habrían podido ser o incluso deberían haber sido. Pero estoy aprendiendo a aceptarlo, a resignarme y soportar que lo que siempre (me) había funcionado ha dejado de hacerlo. Que quienes pensaba que estarían siempre a mi lado, se han ido para no volver. Y bien estará, algún día.
Dice Óscar Martínez en Los muertos y el periodista, que no está en esta lista pero podría perfectamente, que “El periodismo exige comprensiones, no verdades ni dogmas ni finales, comprensiones, explicaciones. Si no descubrís nada, no sirven tus dudas. Descubrir no es sólo demostrar. Descubrir también es interpretar, concluir, y lamentablemente, dudar otra vez, y sufrir y joderte, quizá”. Lo mismo vale para mi 2022. Dudar, sufrir y joderte para descubrir.
Dejé atrás la soledad, gracias a Dios. O mejor dicho, volví a convivir en armonía con ella. Y ya no hubo obsesiones, noches en vela, falta de motivación. Ni rencor, impotencia o rabia. Ni monotemas. Tampoco orden. Se ve en la lista completa de lecturas, completamente aleatoria, arbitraria, ecléctica. No ha sido el mejor año en libros, ni el más activo, ni el que me haya traído más sorpresas y descubrimientos. Pero ha estado bien, y con eso me conformo.
Aquí les dejo mis libros favoritos del curso. No son, forzosamente, publicados recientemente, sino leídos en los últimos 12 meses. Por comodidad, una vez más, he puesto la versión en español de todos.
Muy feliz Navidad, feliz Año Nuevo y buena lectura en 2023 a todos.
Claus y Lucas, de Agota Kristof
Una crueldad insoportable. Una lucidez despiadada. Una prosa mínima y brutal para explicar cómo a veces la única manera de sobrevivir es destrozar, integrar el dolor más inhumano para resistirlo. Cómo el bien y el mal son oscilaciones. Soledad y destino. La verdad construida mentira a mentira
Es un libro perturbador, desolador, que explora las partes más oscuras del alma. Que arrasa antes de intentar, más que tímidamente, dejar el sustrato para plantar algo. El estilo, el tono, lo crudo del lenguaje y los sentimientos. Cómo aborda todo Kristof, desde el bestialismo al incesto, del antisemitismo a los abusos, de una forma tan limpia. Una tarea impresionante que, quizás, sólo se podría haber culminado así, con ese estilo, precisamente por estar escrito en una lengua no materna y aprendida de adulta
La primera parte es la ‘macro’, la crueldad de Estado, régimen, clase, ideología. La segunda, la micro, de familia, cultura, miedos, celos, distancias tan cortas como insalvables. Maldad y bondad, amor y odio, egoísmo y generosidad que conviven en un mundo arrasado por una guerra sin nombre. Que conviven en cuerpos marcados, corazones rotos y una especie de fe laica para creyentes sin causa.
Vivir con nuestros muertos, de Delphine Horvilleur
Dice la rabina Horvilleur que no es necesario creer de forma literal en una vida más allá de la muerte, ni en la presencia de almas en pena en nuestras viejas casas, para reconocer muy racionalmente que todos convivimos con fantasmas. Los de nuestras historias personales, familiares o colectivas; los de las naciones que nos vieron nacer, los de las culturas que nos acogen, los de las historias que nos han contado (o no) y, a veces, los de las lenguas que hablamos.
Ella, que intentó carrera en la medicina y el periodismo antes de estudiar la Torá, sabe mejor que nadie que “nunca se tienen que coger los caminos rectos, en la vida”. Vivir con los muertos, una pequeña historia del consuelo, me ha gustado muchísimo. Horvilleur tiene una sensibilidad, una delicadeza y una compasión maravillosas. La historia del niño Isaac, de su propia amiga o la del asesinato de Rabin son excepcionales.
Su libro es sobre la transición, el miedo, la soledad y la indefensión. Sobre la aprensión y la vergüenza, los ritos y las tradiciones. Sobre el dolor y el amor. En la mayoría de lenguas no hay palabra para unos padres que han perdido a su hijo. En hebreo sí, ‘shakul’: la rama de la vid cuyo fruto ya se ha vendimiado. Una rama amputada de su fruto, nos explica.
Horvilleur concibe la muerte, y no sólo la vida, como una narración, y afirma que sólo cuando ambas se dan la mano puede continuar la historia. Se acerca y no la evita. La teme, pero se respetan. Lo hace con una delicadeza y ternura increíble, combinando lo individual con lo colectivo, las dudas contemporáneas con los dilemas inmemoriales- Con serenidad, con una sonrisa, con sabiduría.
La octava vida, de Nino Haratischwili
Una historia de Georgia, del siglo XX, de la dictadura, la opresión, la crueldad del comunismo. Una historia de Georgia y de la URSS y de Europa a través de varias generaciones de una familia tan especial como corriente, unida por los secretos de un chocolate mágico y unos lazos irrompibles. Es un libro insuficientemente largo con sus 1.000 páginas y de lectura breve y urgente.
Son seis mujeres de vidas entrelazadas, vidas perpendiculares que se cruzan apenas un instante para luego alejarse irremediablemente, y vidas paralelas, condenadas a no tocarse nunca de verdad. Stasia, Cristina, Kitty, Elene, Niza y Brilka, fuertes, rebeldes, celosas, generosas, egoístas. La autora logra que una novela aparentemente simple en su disposición (pese a lo complejo de su estructura) abarque más que tratados de Historia, Filosofía, Ciencia Política y sobre todo Psicología.
Todo con una prosa bella y cuidada, sin florituras innecesarias. Un tapiz elaborado con retales de decenas de personas y tragedias, lleno de sueños rotos y aspiraciones (casi) imposibles. De supervivencias y traiciones. De una enorme soledad en una familia grande y un estado opresivo. Es un libro enorme, monumental, en todos los sentidos. Una reseña que decía que es “un pedazo de verdad”, y pocas cosas mejores se pueden decir de una obra universal y destinada a perdurar.
La ciudad de los vivos, de Nicola Lagioia,
Esta crónica de un asesinato inexplicable es extraordinaria y no es casualidad que salga en casi todas las listas de libros de los periodistas españoles. Dos chavales, hasta arriba de drogas y alcohol, invitan a casa a un conocido y se lo cargan con decenas de puñaladas y martillazos. Luego siguen su noche, se van a casa y poco después lo confiesan a unos padres superados. Sin razón alguna. No le debían dinero, no les caía mal, no era su enemigo, no eran agresivos. No tenían, objetivamente, ninguna razón.
La reconstrucción y el análisis de la banalidad del mal es brillante. Un ‘A sangre fría’ pero sin inventarse las cosas ni adornar demasiado. No voy a decir que el autor no tenga parte de protagonismo, porque en determinados momentos de la investigación es uno de los propios personajes. Pero no se centra en entrevistas con los asesinos, pues de eso hay poco. Sino en decenas de entrevistas, papeles y testimonios. Es un ensayo perturbador, porque no eran violentos, ni conflictivos, ni agresivos ni nada parecido. Se drogaban y desfasaban y tenían sus taras, como cualquiera de nosotros. Pero de golpe, ese día..,
El análisis que hace Lagiogia de la sociedad romana, y en realidad también de la nuestra (de una parte), es impecable, profundo y desolador. Es un libro sobre un crimen, pero en realidad es una reflexión sobre la ciudad y sus miserias, su abandono, su hostilidad e indiferencia. Sobre una decadencia anunciada, denunciada y, parece, imparable.
El Club de los desayunos filosóficos. Cuatro notables amigos que transformaron la ciencia y cambiaron el mundo, de Laura J. Snyder
Snyder es una historiadora espectacular y una narradora increíble, como ya demostró con el libro de Vermeer y van Leeuwenhoek. Es un ensayo ameno, erudito, profundo. Leerlo es como estar con los protagonistas, cuatro genios de muy diferente recorrido, desayunando en Cambridge los domingos temprano.
William Whewell, Charles Babbage, John Herschel y Richard Jones fueron los últimos filósofos naturales, esa mezcla irrepetible de sabios de todas las disciplinas conocidas y ambición total y los primeros científicos, dedicados sin descanso al detalle, el experimento y la especialización. Cuatro hombres unidos por el amor y la devoción al progreso, e inspirados Francis Bacon, que protagonizaron la transformación de la ciencia. La autora nos lleva con un talento increíble y una prosa envidiable por sus largas vidas, los altibajos de sus amistades, sus tensiones políticas y religiosas.
Se aprende muchísimo. Al ir leyendo mi pensamiento se fue, con máxima y sincera admiración, para el traductor, al que esperaba que le hayan pagado una fortuna, porque se lo ha ganado. Me impresionó tanto que fui a buscarlo y descubrí, con enorme tristeza que José Manuel Álvarez-Flórez, murió el año pasado https://amp.elperiodico.com/es/opinion/20210606/muerte-traductor-jose-manuel-alvarez-florez-articulo-silvia-cruz-lapena-11794463 Y que le debo alguno de los mejores momentos de mi juventud. Él fue quien que me llevó a Oliver Sacks, Kennedy Toole, Wolfe, Capote, Kerouac o Steinbeck. Descanse en paz.
Grand hotel Europa, de Ilja Leonard Pfeijffer
Pues no es en absoluto lo que esperaba, ni lo que imaginaba, pero me lo he pasado más que bien. El inicio es desconcertante, muy desconcertante. A ratos parece incluso una parodia, pero merece la pena aguantar. Reconozco que dudé, pero acerté
Mientras se documenta para un libro sobre el turismo de masas, un escritor llamado Ilja Leonard Pfeijffer sufre una dolorosa ruptura y lo deja todo para poner orden en su vida. Y lo hace en el Grand Hotel Europa, un establecimiento de renombre, histórico, pero venido a menos, medio vacío, comprado por un millonario chino y poblado por un elenco de personajes delirantes e imposibles.
Dice el autor que ninguna buena historia de amor acaba bien. Le gusta provocar, despistar, confundir. Durante largas fases del libro no sabes muy bien en qué consiste, si es ensayo, novela, historia o filosofía, si es todo a la vez o sólo una gran broma durante la que va, y vamos, discutiendo con Dante, Mann, Steiner y todos los clásicos. Un elenco de personajes absurdos que desfilan siendo parte imprescindible d ela tomadura de pelo. Una reflexión camuflada sobre la sociedad de masas y cómo la identidad europea es en realidad el pasado, que oprime e impide avanzar.
Una novela (sic) que no hay que tomarse en serio en ningún momento, porque aborda, una detrás de otra, todas las cuestiones realmente serias e importantes de la vida. Y con Caravaggio de fondo.
«En Bélgica, el primer lunes tras el primer domingo después del Driekoningen, la Epifanía, es el Verloren Maandag, el Lunes Perdido. De todas sus curiosas tradiciones y celebraciones es, probablemente, con la que más me identifico. Aunque sólo sea por el hecho de que hasta en estas cosas rompen siempre las reglas, pues un año de cada siete, cuando Reyes cae el domingo, el jolgorio se pasa al primer lunes. ¿Lo entienden? Da igual, ellos tampoco».
Los lunes perdidos. Mi segunda columna de cosas belgas de 2021. Las anteriores (desde 2018) las podéis encontrar todas, en orden inverno de publicación, aquí abajo.
05-01-2021 Caraduras reales. «Hay gente que en Año Nuevo hace largas listas y propósitos, pero yo, al arrancar cada curso, sólo hago una cosa: pensar en el príncipe Laurent y jurar que, pase lo que pase, no acabaré como él. El hermano pequeño del Rey de los Belgas es mi personaje favorito, aunque eso quiere decir en realidad una combinación de indignación, sorpresa perpetua, risa, pena y amor-odio.
EN 2020
29-12-2020 La ruta de la felicidad. «No sé si fue el mayor disgusto de mi vida, pero lo recuerdo como el mayor disgusto de mi vida belga. Ocurrió el fatídico día en que pedí una taza de chocolate caliente en una muy fría soirée culturelle, antes de un concierto en el Bozar. Era un sitio mono cerca del Sablón, al poco de llegar, y la bofetada todavía me duele. En el país de los Marcolini y Godiva, de los bombones de oro y maravillosas tartas, no saben hacer chocolate caliente«.
22-12-2020 Renglones torcidos en el alma oscura. «Sostiene Yeats que la vida es como un viaje por una escalera de caracol, pues a medida que envejecemos vamos cubriendo el terreno ya cubierto, pero desde un poquito más arriba. Al madurar, al acercarnos al final, miramos atrás, que es abajo, y «medimos el progreso por el número de lugares en los que estuvimos, pero ya no estamos». El irlandés, sin saberlo, escribió la imagen perfecta de una escalera belga».
15-12-2020 El oxígeno de la edad moderna. «Vecindad, identidad, pertenencia, distancia son conceptos más relativos que absolutos. No descubro la pólvora, pero nada funciona mejor para que alguien de Madrid abra los ojos que vivir un tiempo en el centro de Europa. No es como cruzar a Biarritz o Perpiñán a ver películas no censuradas, lo sé, pero las fronteras tienen un significado muy diferente cuando cambias de nación conduciendo poco más de una hora en línea recta en cualquier dirección desde tu cocina».
08-12-2020 La gran ilusión. «¿Saben eso de que se puede engañar a unas pocas personas durante mucho tiempo o a un montón de gente un poco, pero no a todos todo el tiempo? Ay. En Bruselas llevamos décadas haciendo pensar a millones de crédulos que los asuntos comunitarios son infumables, que la ciudad es muy aburrida, gris, que nunca pasa nada y que llueve todo el tiempo. Y ha colado, porque aprendimos, de los ilusionistas más legendarios. Somos herederos de Étienne-Gaspard Robert, Robertson, el padre belga de la fantasmagoría, y sabemos que la mejor forma de esconder un tesoro es exponerlo a plena vista entre infinitas distracciones. Por eso colocamos el mejor secreto de los últimos 50 años en el corazón mismo del continente, ante sus ojos y con varios miles de periodistas hablando todo el día sobre él. Y siguen sin verlo».
01-12-2020 No en mi nombre, no en mi casa. «Nada bueno ha salido nunca de Saint-Gilles. Ya, lo sé: hordas de modernos, hipsters y bienintencionados se me van a echar encima, hablarán del orgullo de su barrio, del mestizaje, de la tradición, del calor humano frente al frío de las zonas residenciales, del alma viva frente al aburrimiento del barrio europeo. Del color y los olores frente a la homogeneidad, de los bares, pero no. Es una zona tan sobrevalorada de la capital que hasta la famosa Union Saint-Gilloise, santificada por los inmigrantes con pasta, juega en Forest».
24-11-2020 Honra sin buque. «Un belga es alguien dispuesto a morir para demostrar que tenía prioridad. La perfecta definición -de mi amigo Luis- explica bien el carácter de un pueblo, una contumacia mayor que la de los cátaros y, sobre todo, el estrés permanente al ponerse al volante en este país».
17-11-2020 Manjar de dioses, pecado de hombres. «Cometieron un error. La lógica de negocio es aplastante, pero qué error. Hay países unidos por la historia, países unidos por una bandera o un idioma, los hay unidos por una amenaza, pero cuando lo único que puede mantener cohesionado a un país (acéptenme esta hipérbole) es una galleta, lo mejor que pueden hacer los caros asesores de marketing, los directivos creativos y los presidentes más modernos es cerrar el pico y escuchar».
10-11-2020 Entre el viento, la arena y las estrellas. «Hay dos habilidades en la vida que admiro por encima de todo: la fuerza sobrehumana necesaria para no dormirse viendo Blade Runner y la capacidad de saber dónde están los puntos cardinales. Siempre que algún amigo norteamericano identifica la salida norte de una boca de metro le miro con los ojos que debió de poner el hijo de la primera persona que domesticó el fuego. Ambas cualidades resultan francamente útiles en Bélgica: la primera, para seguir los debates nacionales y las cumbres de cinco días con sus noches. La segunda, porque para llegar a algunos sitios hace falta un sentido de la orientación que ni los Navy Seal. La NASA hace pruebas en los suelos del río Tinto (Huelva) para saber cómo es la vida en Marte y estoy seguro de que prueba los navegadores de sus sondas por los campos de Flandes«.
03-11-2020 Fantasmas y fantoches. «Bélgica está llena de fantasmas. No me refiero a los del pasado colonial, porque ya saben que aunque muertos y torturados los hubo por cientos de miles, esa parte de la Historia está todavía encadenada como los espíritus de los dibujos animados. Ni siquiera hablo de los infinitos fantoches, más que fantasmas, que llenan los europasillos, con tantos funcionarios de élite, diplomáticos, lobistas y periodistas estrellita pagados de sí mismos».
27-10-2020 Momentos estelares. «La vida se vive de mil maneras diferentes, se siente de un millón de formas simultáneas, pero se define en apenas unos cuantos instantes. Momentos clave, episodios que sintetizan experiencias muchísimo más grandes y complejas. Intentar resumir así mi vida belga es un ejercicio frívolo, pero si cierro los ojos y pienso rápido, lo que viene a la mente son siempre las tres mismas lecciones. Anécdotas que marcan con moralejas que perduran.
20-10-2020 El monstruo de la razón. «Todo inicia y acaba en el Palacio de Justicia. Es el alfa y el omega. No se comprende esta Bruselas sin la historia del Palacio, y creo no es posible entender un edificio de hace un siglo sin (sonreír ante) el país de hoy. Creo que ni libros, ni sociólogos ni psiquiatras: todo lo que hace falta para explicar quiénes son, de dónde vienen, está en esos 25.000 infames metros cuadrados».
13-10-2020 Pulsiones, almas y banderas. «Las megaurbes tienen barrios con distintivos geográficos o étnicos, tipo Chinatown o Little Italy, pero en Bruselas eso nos parece poco. Tenemos, claro, como la petite Anatolie o el congoleño, Matongé. Y barrios que podrían estar en Rabat o Argel. Pero además, la ciudad ofrece a residentes y visitantes dos vías únicas para conocer la idiosincrasia, misterios y matices de la vida política, cultural o deportiva del resto del planeta. La primera es decorar el Manneken Pis. A los españoles nos gusta muchísimo esto, da juego, y por eso lo hemos visto a lo largo de los años con los colores de equipos de fútbol, regiones y hasta de Rociero. Ayer, unas decenas de personas lo pudieron disfrutar recién vestido para homenajear a los muchos profesionales sanitarios que fallecieron este año combatiendo el Covid».
06-10-2020 Identidad. «A finales de los 90 hice un largo Interrail por Europa. Tengo una batería de recuerdos difusos y unas cuantas impresiones pseudo- sociológicas de post adolescencia muy bien grabadas: los franceses eran unos snobs; los luxemburgueses, unos estirados cuya Policía soltaba a los perros para echar a críos de estaciones vacías y frías. Países Bajos, una revelación, el primer lugar donde aprendí el concepto de laissez-faire viendo a grupos de neonazis, jipis e inmigrantes compartir las plazas en armónica indiferencia y paz. Y Bruselas, un antro feo, desagradable, digna capital de un pueblo sin alma. El paso del tiempo ha confirmado prácticamente todos los juicios y prejuicios, salvo el de los belgas».
29-09-2020 Heroínas sin capa. «Hay ratas. Esto no es como el metro de Barcelona o las calles de Nueva York, pero no nos engañemos: las hay. Lo habitual son los ratoncitos, y cuando digo habitual no es una forma de hablar, pero en un país que se caracteriza por dejar las bolsas de basura en la calle durante horas y horas (sin cubos) tampoco se puede esperar algo diferente. La pasada Navidad hubo crisis importante porque en la Grand Place campaban a sus anchas muchas más que siempre, y con los mercadillos y las luces el espectáculo cada noche era repugnante. Y es posible que en los próximos días vuelvan las alarmas, porque con las lluvias, y hay muchas, se inundan las alcantarillas y los roedores salen a la superficie».
22-09-2020 La sonrisa de nuestro apocalipsis. «Empezó como un comentario suelto, una anécdota que circuló entre algún conocido. Después, la historia empezó a repetirse, poco a poco primero pero cada vez con más frecuencia. Lo que era insólito empezaba a volverse norma. Recuerdo cuándo fui consciente, la caída del caballo a finales de junio, a medio camino entre la bella Dinant y Bruselas. Una braserie clásica, sin lujos ni pretensiones, en la que el camarero, sacando todo su pobre español, no sólo ofreció un licor, sino que invitó a los cafés. Les parecerá nimio, pero nunca, jamás, había ocurrido algo remotamente similar. A nadie. Durante unos minutos el grupo barajó muy seriamente la opción de llamar a un juez de los Record Guinness o comprar una placa conmemorativa».
15-09-2020 Odios atávicos. «A lo largo de mi vida (belga) he visto todo tipos de odios. El de la gente sensata hacia las endivias con cosas, el irracional al delicioso atún con melocotón. El odio nacionalista por cuestión de lengua o comunidad nacional. El odio ancestral que crece con las fronteras. Incluso el odio futbolístico, absurdo siempre pero aún más sabiendo que en verdad a nadie le importa lo que pasa en los partidos aquí. Pero hay pocos odios más genuinos y pujantes que el que se profesan ciclistas y conductores».
08-09-2020 Ciudad sin ley. «Hay cada vez más persecuciones, tiros y heridos. Noticias que hablan de explosiones y lanzamientos de granadas en las calles. La Policía encontró hace unas semanas una cámara usada por bandas criminales para torturar a sus rivales. Los laboratorios de metanfetamina se cuentan por decenas y los cargamentos incautados de cocaína, por toneladas. La mafia se han infiltrado en los puertos, entre los estibadores y las autoridades. El alcalde, siempre en campaña, ha prometido mano dura y ha lanzado NightWatch, la operación más grande en 20 años. «Ellos se adaptan, nosotros lo haremos también», aseguró en el anuncio de la compra e inminente despliegue del BearCat, un vehículo armado, blindado y temible propio de zonas de guerra. No es Baltimore, no es The Wire, sino la vida (nocturna) en la agradable y hasta aburrida Amberes».
01-09-2020 Dinastía. «Ustedes conocen los grandes apellidos de la política griega: los Karamanlis, los Mitsotakis, los míticos Papandreou. Qué decir de los Kennedy, Bush o Clinton en EEUU. Pero si quieren un ejemplo de cortijo dinástico, ojo a la poco sexy Bélgica. El caso reciente más claro es el de los Michel. El hoy presidente del Consejo Europeo y primer ministro la pasada legislatura, Charles, es hijo de Louis, ex ministro de Exterior y Comisario Europeo. Su predecesor en ambos puestos, Herman Van Rompuy, tiene a su hermana Tine y su hijo Eric en el negocio. Están los De Clercq (Mathias, Yannick, Willy). Oaquellos De Bethune/Cauwelaert de Weyls. No podemos olvidar a los famosos Moureaux y cónyuges, emperadores de Molenbeek. Por no hablar de sagas en ciernes como los Mathot, Ducarme o Reynders, etc. En 2016, casi el 20% de los diputados federales tenían un pariente con escaño en su CV».
28-07-2020 Ostende, 1936. «Ocupa una estancia en el tercer piso de una casa en el bulevar, frente al mar. Un mar abierto, oscuro, frío. En pie, frente al cristal, la misma perspectiva que tendrán los héroes del desembarco. No hay dónde esconderse, protegerse. Es sólo el hombre frente a su destino. Arriba le espera sin prisa Lotte, secretaria, confidente, amante. Abajo, en el bistró, le aguarda Roth. Pobre, inseguro, débil, formidable. Luego se unirán Müzenberg, Kesten, Irmgard Keun, Toller, Koestler. Y hablarán de España, de la guerra que empieza y no terminará en los Pirineos. Del futuro que se escapa. Del naufragio inminente. Del mundo de ayer.
21-07-2020 Asaltar los cielos, vivir en la tierra. «Dónde si no es aquí sería posible que tras un millón de días de interinidad, en medio de una súpercumbre europea de cuatro días, de una pandemia mortífera, de rebrotes, de broncas fronterizas con Luxemburgo y con la primera ministra en funciones triunfando, los principales partidos (de espectros opuestos y de dos comunidades nacionales y lingüísticas rivales) lleguen a un principio de entendimiento para intentar formar Gobierno».
14-07-2020 ‘État des lieux’. «n el Infierno, Dante popularizó la mítica ley del contrapaso, del latín contra y patior, sufrir lo contrario. Los que se dejaron llevar en vida por la gula están condenados en su obra a sufrir el hambre más atroz toda la eternidad. A los pusilánimes, avispas y gusanos castigan sus cuerpos desnudos. Pródigos y avaros, como Sísifo, arrastran pesadas rocas sin pausa. Y aquellos que, como Francesca y Paolo, sometieron la razón a la tentación, vagan sin destino arrastrados por los vientos más terribles. Aquí nos pasa algo parecido. Dios, que como he argumentado otras veces, es belga y vengativo, valga la redundancia, ofrece a los incautos ofertas inmobiliarias únicas, pisos increíbles, casas que en otros lugares no existen. Pero les castiga, en la salida, con el más brutal contrapaso, la peor de las torturas: el État des lieux«.
07-07-2020 La conga. «El Consejo de Seguridad Nacional belga ha tomado una de las decisiones más esperadas, polémicas y divisivas de los últimos años. Se reunía para ir actualizando algunas de las medidas de desconfinamiento. Ver qué actividades se pueden volver a practicar, qué aforos máximos están permitidos. Lo normal. Pero de fondo, y muy discretamente, yacía uno de esos debates existenciales, una de esas cuestiones que toda sociedad abierta, libre y democrática debe afrontar en algún momento: qué música puede sonar en un banquete nupcial«.
30-06-2020 Y aún me preguntan por qué. «Una señora en su patinete por el Ring, la gran circunvalación de Bruselas. El Ring, que tiene 12 velocidades diferentes en su raro trazado y sin razón aparante. El (enorme) tipo en dirección contraria con otro (diminuto) trotinette increpando a quien casi lo mata por mi barrio. La ministra que cogió un avión para ir desde Bruselas a Amberes para apoyar al sector aéreo el otro día. La alegría por Saint Boniface peatonal mientras los coches se apilan en el pulmón del Cincuentenario. Lo del distanciamiento social medido en tamaños de animales. Los memes del servicio público de transportes mostrando tranvías con los looks de Stromae. La música de Stromae en calles desiertas del centro».
23-06-2020 La lógica de la razón. «Grandes filósofos, ensayistas, sociólogos, psicólogos y gurús de todo tipo se preguntan cómo afectarán la pandemia y los confinamientos a nuestras sociedades. Si lo cambiará todo y nos cambiará a todos o si será una gota en un océano de historia. Hay optimistas y pesimistas en todos los sentidos, desde el insufrible saldremos mejores al recurrente estamos condenados. Esta incertidumbre genera ansiedad, pero en realidad es un debate vacío: cualquiera que mire a Bélgica sabe muy bien la respuesta».
16-06-2020 El muro de las leyendas. «Hay muros, como el de Berlín, que desnudan la línea entre libertad y opresión. Hay otros, sagrados como el de las Lamentaciones, que forjan en los siglos la identidad de todo un pueblo. Hay murallas que sellan los confines de imperios, desde Britania a China. Y luego ya está el Muur. Épico, formidable. Muur-Kapelmuur, el temible Muro de Geraardsbergen, que no es pared sino cuesta, y que tiene todo lo anterior: separa a leyendas y mortales, es sagrado como nada en Flandes, divisivo como si fuera fruto del Pentateuco y que ha coronado emperadores desde 1950: Fiorenzo Magni, Achiel Buysse, Eric Leman, Fabian Cancellara, Tom Boonen o Johan Museeuw, los que han logrado imponerse tres veces en De Ronde, la Vuelta a Flandes».
09-06-2020 Nsala. «Se llamaba Boali, tenía cinco años y le cortaron las manos y los pies. Una de las fotografías más desgarradoras de la historia muestra a su padre, Nsala, roto para siempre. Mira, ido, lo único que le queda de su pequeña, de su familia. La imagen la tomó Alice Seeley Harris, misionera que a principios del siglo XX documentó y peleó para que el mundo conociera las atrocidades del Rey Leopoldo II y la Compañía Anglo-Belga del Caucho en el Estado Libre del Congo. Nsala no había logrado el objetivo diario exigido, y el castigo fue automático».
02-06-2020 Jardineros de sueños. «Hemos visto todo tipo de escenas en Bélgica. El alcalde pillado en plena rave con sus vecinos en la fase dura del confinamiento. Los tres policías borrachos y de barbacoa en el puesto fronterizo que vigilaban. El tipo que se ha recorrido Bruselas con un invernadero en la cabeza a modo de mascarilla. Pero quizás la imagen más icónica sea la del Mercedes negro que circula por Flandes con matrícula Covid-19«.
26-05-2020 Todos los rayos del crepúsculo. “La semana pasada di dos paseos increíbles en bicicleta por los bosques y parques que rodean Bruselas. A todo el que diga que La Capital es una ciudad fea, gris y que no hay nada divertido que hacer en ella le voy a grapar al cuerpo un mapa de las infinitas rutas y senderos a tiro de piedra y una foto de árboles, estanques y rincones imposible. El único ‘Síndrome de Stendhal’ que he sentido con la naturaleza desde que estuve en Noruega ha sido aquí. Sin vértigo o confusión, temblores o palpitaciones, pero con parte de ese dolor profundo que se experimenta a veces al ver, al vivir, las cosas más bellas. O más bien al pensar, al constatar al más puro estilo Cuartango, la esencia de lo efímero, la velocidad con la que pasa el tiempo y lo increíblemente estúpido que fuiste al dejar pasar la oportunidad. Tantas oportunidades, cuando la felicidad está al alcance de tu mano, del pedal. Porque nada vuelve”.
19-05-2020 Huelga emocional. “El pasado jueves, un dron fue interceptado tras hacer varios viajes a la prisión de Forest. No cerca ni sobre la prisión, sino a la misma. Llevando, claro, un cargamento de drogas. Mi frase favorita de 2020 la encontré en La Libre Belgique: ‘La entrega de drogas por drones no es infrecuente en Bélgica‘. Con absoluta normalidad”.
12-05-2020 Yincanas sociales. “Algo intuitivo y práctico. Ha habido mucho cachondeo, dentro y fuera del país. Esto es la esencia de la belgitude, ese talento intraducible para parchear la realidad y encajarla a martillazos donde haga falta. Prefieren y preferirán siempre una yincana loca a una rigidez centralizada, y hay que quererlos pese o seguramente por ello”.
07-05-2020 El bosque de los jacintos. “Es un lugar especial, en donde durante unos pocos días al año, entre abril y mayo, se produce el mayor espectáculo de luz y de color imaginable. Un festival de morados con la eclosión de los jazmines más hermosos y poderosos, los bluebell por la forma acampanada y torcida de su flor. Se despliega de golpe una alfombra infinita de púrpuras, azules y finalmente grises, cuando crecen las hojas y se apaga la luz, a las faldas de los abedules, las hayas y las inmensas sequoias”.
28-04-2020 Ubi patatas, ibi patria. “Belgapom, la asociación nacional del ramo (y miembro de Europatat, la mejor de todas las asociaciones europeas de cualquier tipo y colaboradora de Cipotato, The International Potato Center) ha hecho un llamamiento que ha tenido más eco y respuesta que los del Gobierno: coman patatas al menos dos veces por semana. Preferiblemente fritas, para poder vaciar las cámaras congeladoras saturadas, pero en cualquier formato. Con restaurantes cerrados, festivales de música y eventos deportivos prohibidos, los hogares son la última esperanza. A esta generación nos ha sido encomendada la tarea más dura: quedarnos en casa, jugar a la consola y saturarnos de grasas. No vamos a fallar, estaremos a la altura”.
21-04-2020 Agua fría, agua negra. “Es probable que si menciono localidades como De Panne, Blankenberg, De Haan, Zeebrugge, Knokke o Koksijde no suene ninguna campana. No son Amberes o Brujas. No tienen monumentos ni fama. Sin embargo, en los próximos meses es de esperar que haya desplazamientos masivos y sin ningún precedente hacia todas ellas. Tienen tres cosas en común: están en Flandes, las recomiendan las guías y todas tienen playa. En nuestro mundo postcoronavirus, con viajes limitados y sospechas ilimitadas, los pueblos cercanos con mar van a ser el destino de millones de belgas desesperados y acostumbrados al litoral mediterráneo”.
14-04-2020 La lengua del alma. “Tenía el patriarca la convicción secreta de que la honestidad, una básica y brusca, era la mejor manera de desafiar los estragos del tiempo. Maeterlinck, la gran voz belga de la primera mitad del siglo XX, defendía que “la vida verdadera, la única que deja alguna huella, no está hecha sino de silencio”. Sostiene Alain Corbin siguiendo sus pasos que “la lengua del alma es el silencio”. Y creía Jacques de Decker, y así lo dejó escrito como despedida, que la vida es precisamente “un pequeño fragmento, una página sigilosa en el gran libro salido de la pluma de Dios”.
07-04-2020 Renglones torcidos. “Esta es una historia de éxito. De la lucha contra un entorno hostil, el clima adverso y el ruido. Una historia de superación, de adaptación y de esperanza. Un milagro urbano que inspira cuando más frío hace. De cómo lo imposible ocurre cada día a nuestro alrededor. Es, les aviso ya, una historia de loros”.
31-03-2020 Aire puro. “La retirada del hombre le ha devuelto la iniciativa a la naturaleza. Sin coches, camiones, sin atascos, compradores y vendedores, el cantar de los pájaros llega más nítido que nunca en las grandes urbes. Los animales salvajes se aventuran hasta las arterias principales. En Bruselas era posible ver de noche, salidos de la nada, pequeños zorros. Pero ahora se mueven con aún más libertad y desparpajo. Los cielos están despejados, el aire limpio. La sensación de fuerza, de total comunión con el entorno, es algo increíble, único. Una experiencia extraordinaria y reconfortante en mitad de la pandemia. Hasta que llega el olor a mierda y se te incrusta en el cerebro. Literalmente”.
24-03-2020 El rincón de los patriotas. “El rincón más extraordinario y representativo de Bélgica no está en la Grand Place o en los museos del Sablón. No es un Palacio Real o una sede comunitaria en el Barrio europeo. No está en el pavé de Flandes, las playas de Ostende o las llanuras de las Ardenas. No está a los pies de los macizos de Dinant ni en los puentes sobre el Mosa de Namur. Ni en las murallas del castillo de Bouillon o las calles de fantasía de Brujas. El rincón más extraordinario es un pequeño hexágono, con lados de apenas cuatro o cinco metros, en el Carrefour de l’Europe, la explanada circular frente a la entrada principal de la Gare Central de la capital”.
17-03-2020 La textura del tiempo. “Hay cierta sorna en el hecho de que Bruselas sea la ciudad de la velocidad cuando la UE y Bélgica están siempre al ralentí. Aquí nos movemos deprisa, muy deprisa, siempre acelerando y acelerados, haciendo mucho ruido. Los artistas tienen a veces horror vacui. Nosotros, en cambio, una especie de difuso horror silentii, miedo del y al silencio de la inmovilidad. Uno atroz, colectivo y contagioso. Silencio como sinónimo de parálisis, de fracaso. Pero sobre todo, de distancia. No son las cuatro paredes y el blancor opresivo. No es la falta de aire o de luz. No es la oxidación de músculos y del carácter. Es el silencio repentino, la bofetada que te hace consciente de la distancia con los tuyos. De la soledad”.
10-03-2020 Raíces podridas. “Bruselas es un sitio hostil para las mujeres. Insultos, acoso, escupitajos, agresiones sexuales. Es casi imposible encontrar a una amiga que lleve tiempo suficiente por aquí y no haya tenido sustos. Sola o en grupo. Desagradables en el mejor de los casos, de mucho miedo en otros. Hay un machismo y una cultura de acoso totalmente extendida, que se palpa en las calles, en eventos sociales y en el transporte, público o privado. Con total impunidad y complicidad. Es desproporcionado entre los jóvenes de origen magrebí, árabe o turco, pero no sólo”.
03-03-30 La Grande Colère. “Cuesta darse cuenta porque la fachada de laissez faire y pasotismo tiene el grosor de un muro románico, pero prestando atención uno se da cuenta de que Bélgica es el país de los cabreados. Estamos siempre enfadados. Por el clima, por el tráfico, por el Gobierno, por no tener Gobierno, por los impuestos, por las obras, por la burocracia, los precios. Están enfadados los obreros, los camareros, los propietarios, los profesores, los padres. Se puede cruzar el país saltando de indignación en indignación genuina. Por o a pesar de la aparente displicencia, los parches y la genial capacidad de apañarse”.
25-02-2020 Carnaval. “En 2019, el carnaval de Aalst, en Flandes Oriental, generó titulares en todo el mundo. Acostumbrados a burlarse de primeros ministros, deportistas o de esa alcaldesa a la que pillaron en furor amoroso en el Palacio Real de Olite, y que se disfrazó de torre ella misma el año siguiente, vecinos y organizadores desoyeron las acusaciones de banalización y flirteo con el antisemitismo. Unos cuantos judíos de largas narices, bolsas de dinero y rodeados de ratas eran parte del espíritu canalla de la fiesta”.
18-02-2020 Descanso eterno. “Morirse es una cosa muy seria. Tanto, que los belgas hacen con la muerte lo más consecuente que se puede hacer tras una vida crujiéndote: meterle un impuesto. Y, además, uno que varía de comuna en comuna y que mete el dedo en las injusticias fiscales habituales. Si tienes a bien irte en paz en tu casa es una cosa más barata. Si en cambio decides hacerlo en una cama del hospital…”.
11-02-2020 La gran mentira: “Decía Jean-François Revel que la primera de las fuerzas que mueven el mundo es la mentira, y nunca se dijo una verdad mayor. Hay muchos tipos de mentiras, pero entre las peores probablemente estén, en orden creciente, la nocilla blanca, el jazz y sostener que uno entiende el sistema político belga”.
04-02-2020 Reñideros. “Los belgas son gente paciente, perseverante, indiferentes al paso del tiempo. Las peleas de gallos están prohibidas desde 1929, hace casi un siglo, y sin embargo la afición sigue muy viva. Los animales se matan en realidad en Francia, donde una exención similar a la de las corridas de toros permite combates en el Norte y Pas-de-Calais. Algo parecido a lo que ocurre en Andalucía o Canarias. La cuestión es muy sensible aquí, porque históricamente ha sido uno de los lugares con más tradición y estructura. Y ha sobrevivido. La legislación es dura desde 1986, y cualquier pelea puede acabar con condena por maltrato animal, incluyendo a los espectadores. Las multas son altísimas, pero vecinos y periodistas constatan que las autoridades locales y los veterinarios miran para otro lado”.
28-01-2020 Truhanes y vitriolos. “Yo, como Vicente Huidobro, “nada amo tanto como lo imprevisto”, y si una gitana en Budapest me leyera el porvenir en las líneas de la mano, me echaría vitriolo para borrarlas. En un mundo estandarizado, reglado, previsible, y qué les voy a decir desde Bruselas, todo lo que se sale de lo normal, por esperpéntico que sea, proporciona luz. Dos belgas, de lo más peculiares, han contribuido en las últimas semanas a ello”.
21-01-2020 Chanson triste. La canción belga está muriendo. Admito que la frase es exagerada, pero da la sensación de que cada pocas semanas perdemos a una de las grandes voces del país. Eso o los algoritmos creen que tengo unas filias extrañas. Remontándonos apenas un par de años hacia atrás, es una cascada de disgustos. Art Sullivan, Marc Morgan, Paul Severs. Pero también la mítica Maurane (Claudine Luypaerts), Tim Visterin, Johan Stollz, Mario Guccio, el cantante de Machiavel. Incluso la joven Celine Lechanteur”.
14-01-2020 Una buena conciencia. “Hay tres momentos que sintetizan y condensan el dolor de la vuelta al trabajo después de Navidades en Bélgica. La puñalada nada más poner un pie fuera del avión y ver el gris por todas partes tras diez días de sol y luz en España. La puñalada que llega con el torrente infinito y culpable de emails de unas instituciones desconectadas y unos partidos sobreexcitados. Y, sobre todo, el cementerio urbano de abetos abandonados. Calles y calles teñidas de verde pálido y marrón seco. Sin luces, adornos, vida ni esperanza”.
07-01-2020 Los dados de Dios. “En la noche de San Silvestre, un hombre fue apuñalado en la estación de Beekkant. En Charleroi un tiroteo dejó dos heridos. En Lieja, 60 personas montaron barricadas y se enfrentaron con la Policía usando piedras, y petardos. Coches y motos ardieron en lugares tan dispares y distantes como Molenbeek y Woluwe Saint-Lambert. Y cerca de 200 personas fueron detenidas. No empezaba una guerra, no era una protesta, sino Fin de Año. Hay países en los que se comen uvas, otros en los que maltratan lentejas. En Bélgica, el cambio de año se celebra con el resonar de las trompetas de apocalipsis”.
Hemos visto todo tipo de escenas en Bélgica. El alcalde pillado en plena rave con sus vecinos en la fase dura del confinamiento. Los tres policías borrachos y de barbacoa en el puesto fronterizo que vigilaban. El tipo que se ha recorrido Bruselas con un invernadero en la cabeza a modo de mascarilla. Pero quizás la imagen más icónica sea la del Mercedes negro que circula por Flandes con matrícula Covid-19«.
Jardineros de sueños, mi columna semanal de cosas belgas, sobre oportunidades y facilidades generacionales. Las que aquí hay, la que los míos nunca han tenido.
Las columnas anteriores de este años las tenéis a continuación en orden inverso de publicación. Y las de los años anteriores, al final del post.
ANTES EN 2020
26-05-2020 Todos los rayos del crepúsculo. «La semana pasada di dos paseos increíbles en bicicleta por los bosques y parques que rodean Bruselas. A todo el que diga que La Capital es una ciudad fea, gris y que no hay nada divertido que hacer en ella le voy a grapar al cuerpo un mapa de las infinitas rutas y senderos a tiro de piedra y una foto de árboles, estanques y rincones imposible. El único ‘Síndrome de Stendhal’ que he sentido con la naturaleza desde que estuve en Noruega ha sido aquí. Sin vértigo o confusión, temblores o palpitaciones, pero con parte de ese dolor profundo que se experimenta a veces al ver, al vivir, las cosas más bellas. O más bien al pensar, al constatar al más puro estilo Cuartango, la esencia de lo efímero, la velocidad con la que pasa el tiempo y lo increíblemente estúpido que fuiste al dejar pasar la oportunidad. Tantas oportunidades, cuando la felicidad está al alcance de tu mano, del pedal. Porque nada vuelve».
19-05-2020 Huelga emocional. «El pasado jueves, un dron fue interceptado tras hacer varios viajes a la prisión de Forest. No cerca ni sobre la prisión, sino a la misma. Llevando, claro, un cargamento de drogas. Mi frase favorita de 2020 la encontré en La Libre Belgique: ‘La entrega de drogas por drones no es infrecuente en Bélgica‘. Con absoluta normalidad».
12-05-2020 Yincanas sociales. «Algo intuitivo y práctico. Ha habido mucho cachondeo, dentro y fuera del país. Esto es la esencia de la belgitude, ese talento intraducible para parchear la realidad y encajarla a martillazos donde haga falta. Prefieren y preferirán siempre una yincana loca a una rigidez centralizada, y hay que quererlos pese o seguramente por ello».
07-05-2020 El bosque de los jacintos. «Es un lugar especial, en donde durante unos pocos días al año, entre abril y mayo, se produce el mayor espectáculo de luz y de color imaginable. Un festival de morados con la eclosión de los jazmines más hermosos y poderosos, los bluebell por la forma acampanada y torcida de su flor. Se despliega de golpe una alfombra infinita de púrpuras, azules y finalmente grises, cuando crecen las hojas y se apaga la luz, a las faldas de los abedules, las hayas y las inmensas sequoias».
28-04-2020 Ubi patatas, ibi patria. «Belgapom, la asociación nacional del ramo (y miembro de Europatat, la mejor de todas las asociaciones europeas de cualquier tipo y colaboradora de Cipotato, The International Potato Center) ha hecho un llamamiento que ha tenido más eco y respuesta que los del Gobierno: coman patatas al menos dos veces por semana. Preferiblemente fritas, para poder vaciar las cámaras congeladoras saturadas, pero en cualquier formato. Con restaurantes cerrados, festivales de música y eventos deportivos prohibidos, los hogares son la última esperanza. A esta generación nos ha sido encomendada la tarea más dura: quedarnos en casa, jugar a la consola y saturarnos de grasas. No vamos a fallar, estaremos a la altura».
21-04-2020 Agua fría, agua negra. «Es probable que si menciono localidades como De Panne, Blankenberg, De Haan, Zeebrugge, Knokke o Koksijde no suene ninguna campana. No son Amberes o Brujas. No tienen monumentos ni fama. Sin embargo, en los próximos meses es de esperar que haya desplazamientos masivos y sin ningún precedente hacia todas ellas. Tienen tres cosas en común: están en Flandes, las recomiendan las guías y todas tienen playa. En nuestro mundo postcoronavirus, con viajes limitados y sospechas ilimitadas, los pueblos cercanos con mar van a ser el destino de millones de belgas desesperados y acostumbrados al litoral mediterráneo».
14-04-2020 La lengua del alma. «Tenía el patriarca la convicción secreta de que la honestidad, una básica y brusca, era la mejor manera de desafiar los estragos del tiempo. Maeterlinck, la gran voz belga de la primera mitad del siglo XX, defendía que «la vida verdadera, la única que deja alguna huella, no está hecha sino de silencio». Sostiene Alain Corbin siguiendo sus pasos que «la lengua del alma es el silencio». Y creía Jacques de Decker, y así lo dejó escrito como despedida, que la vida es precisamente «un pequeño fragmento, una página sigilosa en el gran libro salido de la pluma de Dios».
07-04-2020 Renglones torcidos. «Esta es una historia de éxito. De la lucha contra un entorno hostil, el clima adverso y el ruido. Una historia de superación, de adaptación y de esperanza. Un milagro urbano que inspira cuando más frío hace. De cómo lo imposible ocurre cada día a nuestro alrededor. Es, les aviso ya, una historia de loros».
31-03-2020 Aire puro. «La retirada del hombre le ha devuelto la iniciativa a la naturaleza. Sin coches, camiones, sin atascos, compradores y vendedores, el cantar de los pájaros llega más nítido que nunca en las grandes urbes. Los animales salvajes se aventuran hasta las arterias principales. En Bruselas era posible ver de noche, salidos de la nada, pequeños zorros. Pero ahora se mueven con aún más libertad y desparpajo. Los cielos están despejados, el aire limpio. La sensación de fuerza, de total comunión con el entorno, es algo increíble, único. Una experiencia extraordinaria y reconfortante en mitad de la pandemia. Hasta que llega el olor a mierda y se te incrusta en el cerebro. Literalmente».
24-03-2020 El rincón de los patriotas. «El rincón más extraordinario y representativo de Bélgica no está en la Grand Place o en los museos del Sablón. No es un Palacio Real o una sede comunitaria en el Barrio europeo. No está en el pavé de Flandes, las playas de Ostende o las llanuras de las Ardenas. No está a los pies de los macizos de Dinant ni en los puentes sobre el Mosa de Namur. Ni en las murallas del castillo de Bouillon o las calles de fantasía de Brujas. El rincón más extraordinario es un pequeño hexágono, con lados de apenas cuatro o cinco metros, en el Carrefour de l’Europe, la explanada circular frente a la entrada principal de la Gare Central de la capital».
17-03-2020 La textura del tiempo. «Hay cierta sorna en el hecho de que Bruselas sea la ciudad de la velocidad cuando la UE y Bélgica están siempre al ralentí. Aquí nos movemos deprisa, muy deprisa, siempre acelerando y acelerados, haciendo mucho ruido. Los artistas tienen a veces horror vacui. Nosotros, en cambio, una especie de difuso horror silentii, miedo del y al silencio de la inmovilidad. Uno atroz, colectivo y contagioso. Silencio como sinónimo de parálisis, de fracaso. Pero sobre todo, de distancia. No son las cuatro paredes y el blancor opresivo. No es la falta de aire o de luz. No es la oxidación de músculos y del carácter. Es el silencio repentino, la bofetada que te hace consciente de la distancia con los tuyos. De la soledad».
10-03-2020 Raíces podridas. «Bruselas es un sitio hostil para las mujeres. Insultos, acoso, escupitajos, agresiones sexuales. Es casi imposible encontrar a una amiga que lleve tiempo suficiente por aquí y no haya tenido sustos. Sola o en grupo. Desagradables en el mejor de los casos, de mucho miedo en otros. Hay un machismo y una cultura de acoso totalmente extendida, que se palpa en las calles, en eventos sociales y en el transporte, público o privado. Con total impunidad y complicidad. Es desproporcionado entre los jóvenes de origen magrebí, árabe o turco, pero no sólo».
03-03-30 La Grande Colère. «Cuesta darse cuenta porque la fachada de laissez faire y pasotismo tiene el grosor de un muro románico, pero prestando atención uno se da cuenta de que Bélgica es el país de los cabreados. Estamos siempre enfadados. Por el clima, por el tráfico, por el Gobierno, por no tener Gobierno, por los impuestos, por las obras, por la burocracia, los precios. Están enfadados los obreros, los camareros, los propietarios, los profesores, los padres. Se puede cruzar el país saltando de indignación en indignación genuina. Por o a pesar de la aparente displicencia, los parches y la genial capacidad de apañarse».
25-02-2020 Carnaval. «En 2019, el carnaval de Aalst, en Flandes Oriental, generó titulares en todo el mundo. Acostumbrados a burlarse de primeros ministros, deportistas o de esa alcaldesa a la que pillaron en furor amoroso en el Palacio Real de Olite, y que se disfrazó de torre ella misma el año siguiente, vecinos y organizadores desoyeron las acusaciones de banalización y flirteo con el antisemitismo. Unos cuantos judíos de largas narices, bolsas de dinero y rodeados de ratas eran parte del espíritu canalla de la fiesta».
18-02-2020 Descanso eterno. «Morirse es una cosa muy seria. Tanto, que los belgas hacen con la muerte lo más consecuente que se puede hacer tras una vida crujiéndote: meterle un impuesto. Y, además, uno que varía de comuna en comuna y que mete el dedo en las injusticias fiscales habituales. Si tienes a bien irte en paz en tu casa es una cosa más barata. Si en cambio decides hacerlo en una cama del hospital…».
11-02-2020 La gran mentira: “Decía Jean-François Revel que la primera de las fuerzas que mueven el mundo es la mentira, y nunca se dijo una verdad mayor. Hay muchos tipos de mentiras, pero entre las peores probablemente estén, en orden creciente, la nocilla blanca, el jazz y sostener que uno entiende el sistema político belga”.
04-02-2020 Reñideros. “Los belgas son gente paciente, perseverante, indiferentes al paso del tiempo. Las peleas de gallos están prohibidas desde 1929, hace casi un siglo, y sin embargo la afición sigue muy viva. Los animales se matan en realidad en Francia, donde una exención similar a la de las corridas de toros permite combates en el Norte y Pas-de-Calais. Algo parecido a lo que ocurre en Andalucía o Canarias. La cuestión es muy sensible aquí, porque históricamente ha sido uno de los lugares con más tradición y estructura. Y ha sobrevivido. La legislación es dura desde 1986, y cualquier pelea puede acabar con condena por maltrato animal, incluyendo a los espectadores. Las multas son altísimas, pero vecinos y periodistas constatan que las autoridades locales y los veterinarios miran para otro lado”.
28-01-2020 Truhanes y vitriolos. “Yo, como Vicente Huidobro, “nada amo tanto como lo imprevisto”, y si una gitana en Budapest me leyera el porvenir en las líneas de la mano, me echaría vitriolo para borrarlas. En un mundo estandarizado, reglado, previsible, y qué les voy a decir desde Bruselas, todo lo que se sale de lo normal, por esperpéntico que sea, proporciona luz. Dos belgas, de lo más peculiares, han contribuido en las últimas semanas a ello”.
21-01-2020 Chanson triste. La canción belga está muriendo. Admito que la frase es exagerada, pero da la sensación de que cada pocas semanas perdemos a una de las grandes voces del país. Eso o los algoritmos creen que tengo unas filias extrañas. Remontándonos apenas un par de años hacia atrás, es una cascada de disgustos. Art Sullivan, Marc Morgan, Paul Severs. Pero también la mítica Maurane (Claudine Luypaerts), Tim Visterin, Johan Stollz, Mario Guccio, el cantante de Machiavel. Incluso la joven Celine Lechanteur”.
14-01-2020 Una buena conciencia. “Hay tres momentos que sintetizan y condensan el dolor de la vuelta al trabajo después de Navidades en Bélgica. La puñalada nada más poner un pie fuera del avión y ver el gris por todas partes tras diez días de sol y luz en España. La puñalada que llega con el torrente infinito y culpable de emails de unas instituciones desconectadas y unos partidos sobreexcitados. Y, sobre todo, el cementerio urbano de abetos abandonados. Calles y calles teñidas de verde pálido y marrón seco. Sin luces, adornos, vida ni esperanza”.
07-01-2020 Los dados de Dios. “En la noche de San Silvestre, un hombre fue apuñalado en la estación de Beekkant. En Charleroi un tiroteo dejó dos heridos. En Lieja, 60 personas montaron barricadas y se enfrentaron con la Policía usando piedras, y petardos. Coches y motos ardieron en lugares tan dispares y distantes como Molenbeek y Woluwe Saint-Lambert. Y cerca de 200 personas fueron detenidas. No empezaba una guerra, no era una protesta, sino Fin de Año. Hay países en los que se comen uvas, otros en los que maltratan lentejas. En Bélgica, el cambio de año se celebra con el resonar de las trompetas de apocalipsis”.
Este domingo, en EL MUNDO, he publicado un Gran Angular, un texto muy largo sobre las débiles bases del europeísmo español. Lo podéis encontrar, en la versión Premium, aquí: España: del europeísmo naif a la amenaza euroescéptica.
Una versión no tan completa, pero casi, en un link de Orbyt.
Encantado de discutir sobre el tema si quieren comentarlo.
La tesis principal es que tenemos un europeísmo claro, comprometido y genuino, pero tan indiscutible como indiscutido. Es ingenuo, inocente y hasta «beato, como le gusta destacar a Josep Borrell . Y es un problema. Nunca ha habido en nuestro país fuerzas o discursos eurófobos, pero no hay ninguna razón para que no pueda haberlo. La austeridad, el ‘caso Puigdemont’ o la pasividad ante otras crisis pueden incubarlos. La falta de debate, críticas y conocimiento sobre la UE han tejido un sentimiento europeísta amplio pero débil que puede quebrarse ante un ‘shock’ potente
«La idea europea alcanza entre nosotros carácter de mito salvador”, decía el ex ministro Fernando Morán, fallecido hace unos días, y sigue siendo válido. Porque ‘Spain is not different’.
Europa ha sido la solución a muchos problemas, pero no a todos. Es también fuente de crisis, de decepciones, de fracasos, y no hay nada malo en reconocerlo, explicarlo y contextualizarlo. Pero nos da miedo. O nos parece impensable. Seguimos viendo la Unión en términos simples, distantes. Fuente de Fondos de Cohesión, ayuda a la agricultura, pagadores de obras públicas. Y esperamos muchísimo de ella, como que solucione todo lo que a nivel doméstico falla. Y por eso cuando hay decepciones, sobrerreaccionamos.
En nuestro país no hay antieuropeísmo pero no hay ninguna razón para pensar que no vaya a haberlo. Spain is not different. No hay inoculacion, milagro. No ha pasado, pero puede llegar y no hay bases sólidas para frenarlo porque no hay debate, posición crítica, grises.
Ante otra deriva del Procés o la euroorden de Puigdemont, una nueva recesión, o cuando disminuyan los Fondos de Cohesión o el presupuesto para la PAC. Si Europa ha sido principalmente para los españoles una fuente de dinero y bienestar y los euros dejan de llegar, ¿qué es Europa entonces?
La ausencia de un debate profundo, maduro y crítico sobre la UE, la construcción, las instituciones, las ambiciones, es sangrante. En nuestro entorno, la discusión existe. A veces en términos razonables y otras muchas no, pero los ciudadanos conocen posturas que aquí ignoramos.
Igualmente, al no haber debate, se mete en un mismo saco a todos los que tienen opiniones que se alejan de la convención, equiparando a partidos o voces extremistas con quienes simplemente aspiran a menos integración o añoran los tiempos del mercado único y poco más. Decía esta semana Pedro Sánchez en Bruselas que los autodenominados Frugales nórdicos presentaban la pelea Presupuestaria de la UE asociando las políticas antiguas (PAC o Cohesión) como algo malo y las nuevas (cambio climático, innovación) como buenas. Aquí hacemos algo muy similar y peligroso con la visión de la UE, dando por hecho que la única vía aceptable es una Unión cada vez más fuerte y marginando y despreciando posiciones escépticas sobre el ritmo o el destino. Como si sólo hubiera un europeismo bueno. Y eso empuja al que discrepa hacia el extremo y lo arrincona.
La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, cogió el asunto por los cuernos esta semana en el Congreso: “No somos eurobeatos, somos euroconvencidos», afirmó. A ver si esto lo tomamos en serio. Si no, como dicen varios expertos en el artículo, el primer partido que politice la UE se puede llevar un premio inesperado.
– En el Eurogrupo, el comisario Gentiloni y Francia presentaron un papel sobre la necesidad de un estímulo fiscal para prevenir una larga época de estancamiento. La respuesta fue eolcuente: silencio obsoluto. Lo cuentan en Bloomberg: Calls for Euro-Area Fiscal Stimulus Met With Silence, Literally.
– Quizás en la próxima reunión le puedan echar un vistazo al paper de Matthias Matthijs y Silvia Merler de inspiración hirshmaniana: Mind the Gap: Southern Exit, Northern Voice and Changing Loyalties since the Euro Crisis: «We observe a rather puzzling North–South divergence in identity among the young and a widening skills gap overall. We argue that the Euro crisis triggered dynamics of southern exit (through surging South–North migration), northern voice (based on EU adoption of policies preferred in the North) and shifting national versus European loyalties, which may have consequences for the changing nature of European identity research.
– Penny Goldberg, economista jefe del Banco Mundial, ha dimitido tras apenas 15 meses en el puesto. Sus superiores le impidieron publicar una investigación interna que muestra correlación entre la ayuda internacional a economías en desarrollo (incluyendo la de su propia institución) y un salto notable en sus depósitos en paraísos fiscales en el extranjero. The World Bank loses another chief economist. SIempre es importante recordan en estas ocasiones a William Easterly. Conté su historia hace casi una década en el periódico: La carga del hombre blanco.
Y dos entrevistas de mucho interés:
La primera, a Mario Monti en Politico, sobre por qué sería un «suicidio» minar las normas de competencia en la UE (como quieren Francia, Alemania, Italia o Polonia, que presionan estos días como nunca a Vestager): Don’t blame Brussels: Mario Monti weighs into clash over EU champions.
La segunda, la de Isabel Schnabel, miembro del comité ejecutivo del BCE, a Die Welt. Sobre cómo quiere combatir los «malentendidos» y la mala fama de la institución en Alemania, en especial la de idea de que se está «expropiando a los ahorradores». Dedica buena parte a eso en las respuestas, pero también se muestra en contra por ejemplo de la tasa a las transacciones financieras (This measure is mainly politically motivated. From a economic point of view, I see it rather critically. However, the plan is on such a small scale that it will not really change the financial world). Y crítica con la concentración de deuda soberana en los bancos (del mismo país).
Su estilo es directo, muy refrescante. Y tiene recados para todos.
Los políticos: «Instead of constantly complaining to the ECB about low interest rates, it would be better to ask politicians to implement measures that would push up long-term growth. The ECB is the wrong addressee of such complaints»
Las entidades: «Banks themselves are primarily responsible for their weak profitability. Many banks were not very cost-efficient even before the financial crisis. They need now to consider what they can do to make themselves more efficient and remain competitive, whether that is through mergers or other means».
Un poquito a los medios alemanes: «I’m not so sure about this notion of alienation that the media likes to project. If you look at survey results, the euro is incredibly popular in Germany and has higher approval ratings than elsewhere in the euro area. Interestingly, trust in the ECB as an institution is also above the euro area average in Germany».
No es casual cuando en la muerte hay no conenso, sino unanimidad. En la admiración y el dolor. David Gistau ha sido un gigante en las últimas dos décadas y así se lo han reconocido sus colegas. Los de su generación, los de la siguiente y los de la anterior. Primus inter pares.
Aquí voy a recoger tantos homenajes y recuerdos como sea posible. Iré actualizando, añadiendo según se vayan publicando o los vaya encontrando. Hay algunos que han salido en papel y para los que (aún) no hay enlace. Si echan de menos alguno, no dejen de avisarme.
Hoy, El Mundo y ABC, sus casas los últimos 15 años, le han dedicado dos sumplementos especiales que se pueden encontrar en los kioskos. Por las firmas, por las fotos, por quién fue, les recomiendo que lo compren. Merecen la pena. Y él lo merecía.
Mi favorito, de entre los muchísimos textos que se han escrito en las últimas horas, es el de Jabois en El País:Cuando os pregunten quién fue David Gistau. «Era algo más que un amigo o un hermano; era una manera de ser, una manera de estar en el mundo que había que tratar de imitar (…) se ganó el respeto de una profesión a menudo cainita, la de periodista, y lo hizo de una forma tan insobornable que daba vértigo el filo en el que se instalaba respecto a jefes, políticos y lectores; a todos los mandó a paseo».
Magnífico también Antonio Lucas en EL MUNDO: Gistau, aquel ruido de vida. «Gistau baldeaba artículos donde esa infiltración de experiencias goteaba. Igual en una crónica parlamentaria, en un texto complejo y burlón sobre los derrapes del independentismo o en una pieza de última hora alrededor de un partido donde no se distingue su voz de las palabras. Ya dijimos ayer que su estilo era de contundencia, maza de yunque, sin un gramo de lastre. Mejor revelación que símbolo. Tal vez sea eso lo que pasa cuando uno habla desde dentro, cumpliendo el principio socrático de que inteligencia y virtud son intercambiables. Sabía olfatear el incendio antes de que alguien chascase el fósforo. Gistau era (o es ya) de esos periodistas que se anticipan oponiendo resistencia a la mentira, a la estupidez, a la estulticia, a lo fácil, a cualquier plasta psicológica. Detectaba a los conspiradores por su tez cetrina y las ojeras moradas. También a los palmeros de oficio, a los que espantaba consciente de que el elogio extremo siempre oculta un responso de mentira. Si entraba un tipo así donde él estuviera, lo auscultaba con las córneas hasta descifrar todos sus movimientos y elaborar el mejor sarcasmo a lo francés (a ratos jugaba a ser un sujeto de Chamberí tocado de Robespierre). Dejarse ver algo francés es lo que le gustaba, lo que íntimamente sentía, forofo del sistema laico de educación del país de su madre y de su otro idioma de casa».
Arturo Pérez Reverte en EL MUNDO: Lo estaba haciendo bien. «Ésa era, en efecto, su obsesión. Seguir la huella del padre pero con pasos acertados esta vez: una familia unida, hijos bien criados, paz de hogar, libros, cultura, vida. No quería ser González Ruano ni Umbral, ni tampoco Faulkner o Balzac. No lo necesitaba, porque su ambición era otra. Quería ser cabeza de familia a la antigua, clásico, ejemplar. Que sus hijos nunca tuvieran clavada en el corazón la astilla del padre perdido y el hogar destruido, sino todo lo contrario».
Rubén Amón en El Confidencial: Yo quería ser David. «Y no porque fuera un castizo. Lo que era David es un cosmopolita. Afrancesado y anglófilo a la vez. Le hubiera gustado escribir como Norman Mailer, cruzar los puños con Hemingway, pero me parece más oportuno el paralelismo con Chesterton. No por el estilo, ni por la estética. Pero sí desde una concepción iconoclasta. Y por haber consolidado una posición a contracorriente que impedía clasificarlo. David votaría siempre a los demócratas en EEUU. Y era un liberal, no desde la concepción depredadora del capitalismo, sino desde una visión generosa de las libertades. Empezando por la de expresión, que hizo de sus columnas un maridaje asombroso entre la forma y el fondo. Recelaba David de los dogmas. Y era un hombre incómodo. Porque escribía desde la responsabilidad y desde la inteligencia. Un erudito era David. Le gustaba Albert Camus y ACDC. Y la comida japonesa. Y pasear por la playa de Comillas. Un padrazo. Un expatriado que te sorprendía con el acento porteño que heredó de Romina, su doña.
Pedro G. Cuartango en ABC: El final de la escapada. «David Gistau dormía plácidamente la última vez que le vi. Manuel Jabois estaba en una minúscula habitación del Clínico, leyéndole un libro cuando yo llegué. Nunca pensé que jamás le volvería a ver. Pero siempre hay una última vez. La vida es cruel, vengativa, absurda. No hay consuelo ni explicación posible a una muerte como la suya (…) Su cuento favorito de Hemingway era uno en el que los gánsteres llegan a un bar preguntando por el propietario. La acción empieza y acaba ahí, pero todo el mundo sabe que le han ido a matar. No hay comienzo ni final, pero el lector se queda con la duda de si la víctima ha logrado escapar en el último momento. Yo creía que David iba a escapar, pero el destino -o lo que sea- le atrapó».
Pedro Simón en EL MUNDO: El miedo a faltar pronto. «Era de una fraternidad de clan palermitano: de esos que se harían cortar un dedo por uno de los suyos. En el periodismo, ha sido lo más parecido a Liebling que hemos tenido en España. En lo epidérmico, un sonido de Motörhead con ecos cántabros. Unas noches decía que querría escribir como Budd Schulberg y haber boxeado como Foreman (yo le tomaba el pelo con que lo había logrado, pero cambiando la ecuación).
Carlos Alsina en Onda Cero: En estos tiempos de militancias. «Ha muerto Gistau. Periodista, escritor, lector, animador. Libre entre los libres. Si algo demostró siempre, en estos tiempos de militancias y banderías, fue su libertad de criterio y su soberana independencia».
Javier Aznar, en su Hotel Jorge Juan, despide con una inmensa tristeza y entre lágrimas al Gistau más generoso, amable y protector. Como un primo que desde la Universidad de descubre cosas de la vida adulta; como una estrella que escribe a un columnista novato y asustado para disculparse por haber usado el mismo título en un texto. Que te arropa en las presentaciones y te hace sentir parte de la familia.
Carlos Herrera en ABC: El Gobierno del verbo. «Cada una de sus frases, tanto en el periódico como en la radio, estaba gobernada por un verbo. Era poseedor de una prosa brillante como pocas, fruto de ese acercamiento muy personal a la actualidad con licencias literarias. Inventó un género que le permitía ser culto sin ser pedante y le habilitaba para desprender, en cada exhalación, un sentido del humor inteligente y deslumbrante. David era un gran conversador y en la radio uno de sus éxitos fue trasladar la sensación de un diálogo en el bar». Y aquí, su despedida en antena.
Rosa Belmonte en ABC: Vecinos de un torero. «A veces nos cruzábamos en el ascensor. Él con la basura, yo con una maleta camino del primer debate presidencial de 2008 de Obama y John McCain en la Universidad de Mississippi (una carambola extraordinaria del periódico me lo permitió). «Te envidio», me dijo. Pero tú qué me ibas a envidiar a mí. Yo envidiaba sobre todo su libertad. Con Florentino. Con quien fuera»:
Raúl del Pozo en EL MUNDO: Gistau, columnista de culto. «Se ha retirado del ruedo entre ovaciones el columnista de metáfora rápida como los pistoleros y mafiosos que tanto admiraba. Lo han despedido con una esquela triunfal, colectiva, como a los escritores de antes. No lo han linchado, como suelen, en las redes sociales. Le han dedicado necrológicas radiantes el presidente del Gobierno y los líderes de la oposición, a los que tanta estopa les dio con mordacidad e ingenio satírico. Está claro que gozaba del respeto de la afición y ahora le escriben necrológicas los columnistas, ese fatigoso trabajo español y egipcio de apalancar bien a los doblados».
A. Di Loli
Rafa Latorre en EL MUNDO: Una burla a la impostura. «En cuanto al puto folio, siempre hizo lo contrario de lo que se esperaba de él, que era uno de los consejos que solía repetirle a sus amigos que escribían pero no como él. Sus jefes de La Razón lo enviaron con treintaytantos a una guerra convencidos de que llegarían las crónicas desgarradoras de un reportero de raza y lo que llegó desde Pakistán fue una burla a la impostura. La solemnidad le producía bochorno e iba huyendo de las modas que él mismo había inspirado. No respetaba nada, ni siquiera la mística de la columna, quizás eso menos que nada. Esa aversión por la muchedumbre terminaba convirtiéndole en un disidente de todas las causas cuya militancia le suponían. Cuando llegaban los que le seguían, él ya no estaba allí. De ahí que sea tan pertinente la pregunta que se hizo ayer y se hace hoy y se seguirá haciendo Rubén Amón: ¿a quién coño leemos mañana? El periódico ahora es más previsible».
Karina Sainz Borgo en Voz Populi: Gracias, Gistau. «Así era su escritura, refinada y contumaz, certera, directa, magra. Rápida y ágil como un peso welter e invencible como la de un peso completo. En él hasta la nostalgia pegaba fuerte, pero sin renunciar al combate de la ironía y la inteligencia. Tenía razón Javier Aznar cuando escribió que David Gistau era un perro sin collar. Un tipo que sabía morder e hincaba el diente en la frase perfecta. Más que lector, con Gistau uno se sentía esparrin. Sus libros dejaban claro que no bastaba el periódico para todo lo que tenía dentro. Como narrador, Gistau derribaba con la primera persona e iba directo a la quijada con la tercera. Como periodista era capaz de convertir una coma en una navaja».
Jorge Bustos en EL MUNDO: Nunca bajarás del ring. «Cuando murió Jorge Berlanga, escribió de su compañero de contraportada el más aséptico de los obituarios porque así se lo pidió Jorge desde la cama terminal del hospital. A diferencia de la nuestra, la suya es una generación que aprendió la insinceridad espantable de la cursilería«.
Francisco Rosell, director de EL MUNDO: El sueño roto de David Gistau. «Un gran periodista, de esos que marcan época, puede acabar acribillado por el poder al que critica, narcotizado por las adormideras del ídolo de barro al que adula o simplemente destrozado como un muñeco roto por la leyenda que ha dejado tejer a su alrededor. Es sumamente difícil esquivar cualquiera de esos peligros que se ciernen peligrosamente merodeadores, pero quien sobrevive a ellos y lo logra adquiere una aureola que trasciende por encima de su recuerdo. Ese es el caso de nuestro David Gistau».
Luis Enríquez en ABC: Gistau, rockanroll. «La tribuna de autoridades estará vacía. Esto tiene un propósito testimonial: ellos nunca entendieron la crítica de David y él siempre los quiso lejos para que no comprometieran su independencia. Lo llamaba «el mamoneo». Creo que él y Martín Ferrand son los únicos que yo he conocido que llevaron esta forma de entender la profesión hasta las últimas consecuencias. Recuerdo varias ocasiones en que, después de contarme lo simpáticos que habían sido con él este presidente de club de fútbol o aquella vicepresidenta del Gobierno, les pegaba un columnazo en la cabeza. «¿Y esto por qué?». «Empezaba a sentirme demasiado cerca…». La frase que más he escuchado en mi vida profesional es «¿qué le pasa últimamente a David?». Siempre he respondido lo mismo: «Nada, que es periodista».
A. Di Loli
David Jiménez Torres en Letras Libres: Una especie de superhéroe (en recuerdo de David Gistau). «Encuadrado generalmente en el liberalismo político, era sobre todo un comentarista libre, con una fuerte alergia hacia las grandilocuencias engañosas y los simplismos moralizantes que pretendiesen tratar al ciudadano como a un menor de edad. En entrevistas solía hablar de cuán necesario era para alguien que ocupaba su lugar en la esfera pública estar dispuesto a decepcionar a aquellos que pudieran haberle convertido en su columnista de cabecera. No era una pose: su obra da fe de ese esfuerzo por no ser un comentarista predecible sin caer a cambio en el vacuo efectismo del enfant terrible. Así, encontró un equilibrio que muchas veces se antoja imposible: tener criterio sin acomodarse en el dogmatismo, ser independiente sin ser arbitrario».
Agustín Pery en ABC: Artillero de tinta. «Y ahora ¿qué coño hago? David. No, esto no. ¿A quién le envío ese whatsapp mañanero después de leerte? La respuesta siempre certera, el consejo del amigo con alergia al púlpito. Ando hurgando en el pasado, consciente pero incrédulo porque ya me han jodido el presente y embargado el futuro».
Alberto Olmos en El Confidencial: David Gistau ha ido a una guerra. «‘La razón’ no era el mejor periódico para ser joven, y Gistau comprendió pronto que su rival no era la izquierda, sino la misma gente que le había contratado. Desde el principio, propuso una columna que parecía llevarle la contraria a todo su periódico, pues estaba llena de desacomplejadas alusiones a la cultura que ideologizaban las cabeceras contrarias, desde Woody Allen a Los Simpson, que de pronto estaban también de su parte. Esto generaba mucho despiste, que alguien pudiera ser divertido y de derechas».
Ignacio Rúiz Quintano en su blog: DG. «En una España de vividores sedentarios, David Gistau, con su algo de Bakunin (la misma barba de Jehová y una disposición a fumar cigarros sentado en un barril de pólvora para poner de los nervios a las visitas), fue, lo primero, un hombre de acción. Y en busca de acción se alistó en el periodismo».
Santiago González en su blog: David Gistau, siempre en la memoria. «Tenía una humanidad expansiva que imponía con su conversación y su risa. No llegar a cumplir los cincuenta es una tesitura vital impropia. Es una edad indecente para morirse».
Cayetana Álvarez de Toledo en su blog. Tanto, tanto. «Nuestros mundos se solapaban en todas las esquinas: casi más porteño que yo, algo más francés y definitivamente más español. Periodista, liberal y salmón, aunque habría vivido más. Mucho más. Nada de desovar para morir. Su romanticismo, no sólo literario, tenía un límite limpio. Y además había construido la familia perfecta».
Carlos Malpartida en Medium: El puto Gistau. «Cada uno tiene sus vocaciones y sus vicios. Algunos de ellos inconfesables por frustrados. En mi caso, no me escondo, siempre quise ser Francisco Umbral. Ahora tengo una gata y es lo más cerca que estaré nunca de escribir como él. Bueno, no siempre he querido ser Umbral en realidad, solo hasta que empecé a leer a David Gistau. Desde ese momento el objetivo era parecerse a David Gistau. O, siendo realmente sinceros y porque yo ya empezaba a tener una edad, ninguna lectura, nula formación y muy poquita valentía, lo que realmente anhelaba, ahora lo sé, es que David Gistau fuera el mejor Francisco Umbral posible. Que matara al padre por uno».
Manuel Marlasca en EL MUNDO: Hijos del diario Pueblo. «David me confesó que decidió hacerse periodista en aquel edificio de la calle Huertas, igual que yo. Él pronto se destapó como uno de los más grandes escritores de su generación, alejado de dogmas y verdades absolutas, más allá de su adhesión al boxeo, el Real Madrid y a la escritura exquisita. Yo tomé el camino del periodismo de sucesos y siempre que nos vimos, la última vez en el funeral de mi padre, recordamos aquellos ascensores del diario Pueblo y a aquellos gigantes a los que conocimos siendo niños. Él ha muerto convertido en uno de ellos. Y yo me quedo sin el abrazo que nos prometimos la última vez que nos comunicamos por Whatsapp, mientras releo su última columna, esa que publicó en EL MUNDO y que hablaba de nuestro Real Madrid, de Samantha Fox y de madrasas andrófobas».
Ignacio Camacho en ABC: Imprescindible. «No es sólo que fuera uno de los mejores de este oficio, si no el mejor: es que era un imprescindible. Uno de esos tipos con los que te alistarías en cualquier causa que tuviera que ver con la justicia, con el honor, con la dignidad, con la decencia. Con David Gistau podías apuntarte a cualquier cosa y a cualquier sitio: a una velada de boxeo, a una tertulia cultural, a narrar una revolución, a ver un partido del Madrid, a tomar un café, una copa o una colina fortificada por un nido de ametralladoras. Porque contagiaba nobleza, hombría de bien, generosidad y coraje».
Miguel A. Herguedas en EL MUNDO: Y Gistau convocó a Luca Brasi. «Cuando empezó a escribir en este diario, sus denuncias contra las trapisondas de Ramón Calderón fueron acogidas con entusiasmo por directivos que luego recelarían de la libertad de su criterio. Combatía esas minucias mesándose las barbas y sonreía cuando le recordábamos lo que escribió sobre el fichaje de Mourinho. Todos sabíamos que había sido como llamar a Luca Brasi, pero sólo él fue capaz de ponerlo sobre el papel».
Hughes en ABC: Gracias, David. «Estos meses sin él ya han sido suficientes para notar un vacío. Gistau no era nada en extremo, pero era firme; era intuitivo, pero no fue nunca un frívolo o un desahogado. Se estuviera o no de acuerdo con él, no participaba de la desfachatez ambiental. David no iba a fallar cuando llegase lo importante, y por eso hay una sensación de que algo cambia, algo ha cambiado si él no puede contarlo, y un cierto vértigo que da miedo confesar. Somos menos, estamos menos acompañados».
Xabi Alonso en EL MUNDO: El abrazo de Tony Soprano. «Su conversación era brillante, pero sin caer en la pedantería. Recomendaba libros y apuntaba los consejos literarios de los demás. Porque le gustaba, sobre todo, escuchar. Más aún al contrario. Hubo temas en los que no coincidíamos, y ahí es donde la cosa se ponía más interesante».
Y Álvaro Arbeloa en EL MUNDO también: Su Madrí. «Era mordaz, irónico, pero siempre educado, cercano en el trato y muy independiente en su criterio. Su madridismo de pasión y respeto, sin estridencias, destacó en una época muy intensa. No tenía complejos en reconocer sus colores ni en aplaudir al rival. Era libre, era auténtico. También divertido, curioso con el amigo y alegre. Historia, guerra, política, su Buenos Aires, su Madrí. No olvido las fiestas de Halloween que compartimos, protagonista sin pedir foco, con imán aunque no quisiera».
Y en la misma emisora, Dieter Brandau a su amigo: «David era un tipo leal y si alguien se metía con un miembro de alguna de sus múltiples pandillas salía siempre a dar la cara. Por ejemplo, decía que si algunos progres nos atizaban a Cayetana, a él o a mí era porque les daba rabia el no poder meternos en el mismo saco de la derecha casposa porque a nosotros nos gustaban los Simpsons, Los Rolling y Tarantino y no la película Raza».
Ricardo F. Colmenero rescata en su blog unExtracto del capítulo ‘El sueño del columnista’, del libro ‘Literatura infiel’: «De ahí que no tuviera ningún sentido que ahora me hubiera encontrado en Madrid frente a un tipo dormido junto a su teclado al que presuntamente pagaban por pensar, y que imaginé que había venido precisamente a que viéramos como pensaba. Es decir, para que viéramos que no había agravio comparativo con los que no cobrábamos por pensar. Es decir, quería que viéramos que le llevaba un montón de tiempo y esfuerzo elaborar sus cuatro párrafos de mierda. No se podía caer más bajo. En aquello vi además una gran inseguridad por su parte, ya que a los columnistas del año 2000 les daba exactamente igual si todo el mundo imaginaba que redactaban sus textos en gayumbos en jornadas laborales de cuatro minutos, o si sus intrincados razonamientos eran en realidad los del portero de su finca. Volví a preguntar su nombre, ésta vez para que no se me olvidara, y que cada vez que me encontrara con su careto en una página pudiera pasar de largo sin remordimientos. Su nombre era David Gistau, y por culpa de aquella decisión perdí años de sentir envidia, lo que suponía que había perdido años de mi propia vida».
Juan Diego Madueño en El Español: Llanto por Gistau. «Su logro principal fue desmontar el lugar sagrado del periodismo, por el que varios de sus colegas matarían, a base de textos perfectos que decoraron las habitaciones de los recién llegados a la capital en busca de oportunidad y voz propia. A Gistau se le veía la aleta dorsal a mil millas cuando acechaba las metáforas. Para mí, siempre estará sentado en la barra de aquel bar en Georgetown junto al veterano de guerra al que sólo le quedaba la copa que tenía delante.En la vida, parecía decir, no hay más literatura que la de formar una familia, ni más malditismo que ser un hombre sólido que mantiene su visión del mundo a pesar de todo. Gistau era una idea sobre cómo afrontar la vida».
Cristina Pardo en El Periódico: Ser y estar. «Gistau me parecía una persona acogedora. Era un jugón. Se apuntaba a todo. Su risa se escuchaba y no hay sonido más agradable que el de la carcajada. Era un columnista brillante y muy completo. Tenía una mentalidad abierta, se le salía la inteligencia por todas partes y poseía un humor y una ironía que yo hubiera querido para mí. Era un periodista decente, independiente, íntegro. Y valiente. Recuerdo la época en la que los periodistas sufríamos el desmesurado poder de la entonces vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Gistau fue uno de los primeros que se atrevió a denunciarlo en sus columnas. Aquel día le admiré todavía más, si cabe. Porque David escribía para que se le entendiera. No era redicho. Era culto, pero apto para todos los públicos. Cuántas veces le leí y deseé ser capaz de expresarme como lo hacía él».
Pedro Vallín en La Vanguardia: David Gistau, estirpe de Heminway. «Lo descubrió Luis María Anson y lo apadrinó Francisco Umbral, a su manera mentor de una generación de nuevos columnistas que lo secundarían en su deleite por el lenguaje. Sin embargo, el Gistau umbraliano pronto dio paso a uno menos manierista y mucho más sofisticado, provocador no siempre adrede, molesto a discreción y de prosa aguerrida, sin flancos débiles. Pese al coro halagador y confortable, supo deshacerse del abrazo del periodismo conservador capitalino para trascender el cepo autorreferencial de la mutua celebración y fundó él mismo una corriente de columnistas que en Madrid quisieron ser Gistau mientras él iba siendo ya otra cosa».
José Ramón Iturriaga en ABC: Su escala de valores. «David, nunca entraba en el juego, miraba cómo sus colegas se dejaban llevar por las emociones y seguía su camino como si aquello no fuera con él. Y acertaba. Esos problemas, como muchos otros, lo eran para el común de los mortales pero a él no le preocupaban, estaba por encima de ellos, eso sí, sin atisbo de soberbia o cinismo, al revés. Qué más da lo que pueda pasar con el sistema financiero mundial o con los depósitos de los bancos, su escala de valores era otra. Y quizá esa fuera la mejor medida de su manera de entender la vida y la lección pendiente para todos los que le conocimos. Estamos de paso, y él se aplicó en lo que se desprendía de sus columnas: no tomarse la vida ni demasiado en broma ni desde luego demasiado en serio«.
Fernando Iwasaki en ABC: Manual para ser David Gistau. «Como su personaje Daniel, los hijos de David Gistau tampoco crecerán viendo a su padre, pero a ellos quiero decirles que no hay ninguna pieza esparcida por el suelo, sino maravillosos rastros de valor, nobleza y conocimiento que los aguardan impacientes en la memoria que atesoramos radios, periódicos, televisiones y amigos, para que siempre puedan añadir una línea más al manual de instrucciones del gran hombre que serán a imagen y semejanza de su padre».
Agustín Rivera en El Confidencial: David Gistau, el más brillante articulista de su generación. «Era un reportero. Siempre se sintió un reportero. Consiguió ganarse la vida, el oficio e incluso la fama como columnista; pero lo que en realidad le gustaba era salir a la calle y empaparse de una historia. Amaba el periodismo y el boxeo. Era el mejor».
Jesús Nieto Jurado en El Español: Gistau, luto con guantes. «Gistau llegó a la cúspide del articulismo con una humanidad cachazuda, artículos macho y ninguna concesión al pensamiento débil o así. Su periodismo de Cortes es una mirada, un ambiente, un olor y todo lo que da de sí un gallinero como el que tenemos. Y ahí queda en las hemerotecas para recordarnos que, de aquellos polvos, estos lodos».
Guillermo Garabito en The Subjective: Cuando se mueren los héroes. «Se han muerto los periódicos en papel. Se ha muerto otra vez Ruano y Chaves Nogales y Umbral. Se ha muerto la vocación de la mitad de los chavales que antes de ayer querían escribir en España pudiendo estudiar una ingeniería o cualquier cosa que dé de comer. Se ha muerto David Gistau y la prosa se nos ha cortado, se nos ha quedado la vocación en los huesos en una tarde angustiada de primavera (…) El papel tiene menos sentido cuando se mueren los héroes».
Juan Soto Ivars en El Confindencial: El tipo que tenía miedo a Gistau. » Lo que se pierde hoy es más que un poeta que escribía prosa en los periódicos: se esfuma una opinión desacomplejada. No le tenía miedo a las turbas, ni a los anunciantes, ni a los jefes, ni a los lectores. No había venido para agradar a la despectiva ortodoxia del pensamiento dominante. El menosprecio de quien no entiende los dobles sentidos no le hacía mella. Lo que quería escribir, lo escribía. Tampoco se pervertía en su propia opinión. El orgullo no le corrompía. Unas veces escribía a puñetazos, como Jack Johnson, y otras con caricias. Lo último que se le puede copiar a un maestro es el sentido del ritmo. He leído sus columnas sin que se me pegue el acento. Y por eso pienso ahora que no quise ser su amigo porque podía ser algo mejor: su lector. O porque soy una polilla prudente con la llama de la vela».
Miguel Ángel Uriondo en la web de Globalia: Gistau y el turismo. «Hoy creo que la falta de Gistau me hizo caer en la melancolía porque es, de todos los grandes columnistas españoles que admiro y a quienes considero mis contemporáneos, el único con quien me sentía realmente identificado. Siempre me ganó con su normalidad de señor gigante y barbudo. Y, especialmente, con su obsesión de los últimos años por ser tan buen periodista como padre, con su deseo transparente de permanecer vivo por sus criaturas. Un afán tan lógico y humano, y expresado tan a menudo, que hace que su muerte suene a castigo desproporcionado. No era un Ícaro que quisiera volar, sino un señor que quería boxear y estar ahí para sus hijos.
Yayo Delgado en La Opinión de Murcia: Gistau. «Su muerte ha sido como alcanzar un escalón generacional desde el que comienza un declive. No tiene por qué ser una palabra negativa, como no lo es nostalgia. En la vida hay etapas y todas tienen algo maravilloso que es mejor tener claro».
Javier Yanes en 20 minutos: Va por Gistau. «Allá por el año 2003, si no me patina la memoria, entré a trabajar en una editorial de revistas de viajes llamada Temascinco, o T+5. Fue el trabajo más divertido que he tenido, en una empresa inevitablemente destinada al naufragio, y aún no estoy seguro de la relación entre ambas cosas. Tratábamos de hacer revistas bonitas en fotos y textos, que al lector le dieran hambre de viajar. Y David Gistau era uno de nuestros colaboradores estrella. Lo de estrella le iba que ni pintado. No porque su actitud fuera la de tal, sino porque era un tipo que hacía saltar chispas a la cuartilla (es un decir; ya escribíamos en Word). Era como si le atizara una paliza a la hoja en blanco. Y cuando se pasaba por la redacción, siempre desprendía un torrente de carisma, de esa clase que los tímidos siempre hemos envidiado y del que hemos tratado de aprender, sin éxito, porque para eso hay que nacer».
Aurora Nacarino-Brabo en The Objective: Yo no me voy a morir. «Es un disparate que Gistau, que fue libre como Santillana en pleno vuelo hacia el remate, haya perecido como un Don Álvaro cualquiera. No como un Don Álvaro, claro, que Gistau murió con los guantes puestos, pero sí resulta una excentricidad macabra este final prematuro de quien creíamos tan libre como para no estar obligado por las leyes de la física y la historia. ¡Ni por las del periodismo! Alguien tan libre como para jurar a sus hijos que él no se iba a morir».
Jesús García Calero en ABC: La confusión del mundo. «Estuvo en estas páginas, las hizo mejores y más divertidas, porque su estilo era la pura mirada hacia las cosas. La que brota mordaz y deslumbrante, natural como una respiración -esa que hoy nos falta- después de mil lecturas, viajes, bromas, conciertos, cierres, crónicas, carcajadas… Un escalpelo limpio y esa fuerza de la ironía incruenta manejada con audacia ayudan en sus textos a poner un rato en claro la confusión del mundo. Qué difícil es eso».
José Antonio Trujillo en el Diario Sur: David Hemingway Gistau. «En los inicios de los años dos mil descubrí a David Gistau en la última página de ‘La Razón’ de un artrósico Ansón. Sus columnas tangenciales nos presentaban a un autor en el que la actualidad tenía la tentación de convertirse en literatura. Como los buenos toreros, sabía que tenía la moneda para cambiarla, y no cejó en su empeño de escribir en el centro del ruedo sin más defensa que la seguridad de conocer su oficio».
«Decía Jean-François Revel que la primera de las fuerzas que mueven el mundo es la mentira, y nunca se dijo una verdad mayor. Hay muchos tipos de mentiras, pero entre las peores probablemente estén, en orden creciente, la nocilla blanca, el jazz y sostener que uno entiende el sistema político belga».
La gran mentira: mi columna semanal de cosas belgas, sobre el frustrante, delirante e ineficiante sistema de organización territorial y político de Bélgica. Y que sin embargo….
Las columnas anteriores de este año, aquí.
04-02-2020 Reñideros. «Los belgas son gente paciente, perseverante, indiferentes al paso del tiempo. Las peleas de gallos están prohibidas desde 1929, hace casi un siglo, y sin embargo la afición sigue muy viva. Los animales se matan en realidad en Francia, donde una exención similar a la de las corridas de toros permite combates en el Norte y Pas-de-Calais. Algo parecido a lo que ocurre en Andalucía o Canarias. La cuestión es muy sensible aquí, porque históricamente ha sido uno de los lugares con más tradición y estructura. Y ha sobrevivido. La legislación es dura desde 1986, y cualquier pelea puede acabar con condena por maltrato animal, incluyendo a los espectadores. Las multas son altísimas, pero vecinos y periodistas constatan que las autoridades locales y los veterinarios miran para otro lado».
28-01-2020 Truhanes y vitriolos. «Yo, como Vicente Huidobro, «nada amo tanto como lo imprevisto», y si una gitana en Budapest me leyera el porvenir en las líneas de la mano, me echaría vitriolo para borrarlas. En un mundo estandarizado, reglado, previsible, y qué les voy a decir desde Bruselas, todo lo que se sale de lo normal, por esperpéntico que sea, proporciona luz. Dos belgas, de lo más peculiares, han contribuido en las últimas semanas a ello»:
21-01-2020 Chanson triste. La canción belga está muriendo. Admito que la frase es exagerada, pero da la sensación de que cada pocas semanas perdemos a una de las grandes voces del país. Eso o los algoritmos creen que tengo unas filias extrañas. Remontándonos apenas un par de años hacia atrás, es una cascada de disgustos. Art Sullivan, Marc Morgan, Paul Severs. Pero también la mítica Maurane (Claudine Luypaerts), Tim Visterin, Johan Stollz, Mario Guccio, el cantante de Machiavel. Incluso la joven Celine Lechanteur».
14-01-2020 Una buena conciencia. «Hay tres momentos que sintetizan y condensan el dolor de la vuelta al trabajo después de Navidades en Bélgica. La puñalada nada más poner un pie fuera del avión y ver el gris por todas partes tras diez días de sol y luz en España. La puñalada que llega con el torrente infinito y culpable de emails de unas instituciones desconectadas y unos partidos sobreexcitados. Y, sobre todo, el cementerio urbano de abetos abandonados. Calles y calles teñidas de verde pálido y marrón seco. Sin luces, adornos, vida ni esperanza».
07-01-2020 Los dados de Dios. «En la noche de San Silvestre, un hombre fue apuñalado en la estación de Beekkant. En Charleroi un tiroteo dejó dos heridos. En Lieja, 60 personas montaron barricadas y se enfrentaron con la Policía usando piedras, y petardos. Coches y motos ardieron en lugares tan dispares y distantes como Molenbeek y Woluwe Saint-Lambert. Y cerca de 200 personas fueron detenidas. No empezaba una guerra, no era una protesta, sino Fin de Año. Hay países en los que se comen uvas, otros en los que maltratan lentejas. En Bélgica, el cambio de año se celebra con el resonar de las trompetas de apocalipsis».
Con más de un mes de retraso, me pongo al día con las columnas semanales de cosas belgas publicadas en 2019. Ya saben, el textito que sale publicado todos los martes en la sección de Opinión.
Su tuviera que escoger, diría que mis favoritas del ejercicio son La familia (sin duda el texto más popular que nunca haya escrito y en cierto modo uno de los más personales también).
Aquí las dejo todas por si tienen ganas de un atracón de vida expatriada. Todas las de 2018 se pueden leer aquí.
31-12-2019 Doble crimen. «Un doble crimen tiene conmocionada a Bélgica. En Nochebuena, un ataque con nocturnidad y alevosía en la zona de Balen dejó un herido y un desaparecido. Las autoridades creen que la primera víctima se recuperará, pero están seguras de que la segunda está muerta. Tienen un sospechoso, un vagabundo conocido que deambula cerca de la frontera con Alemania y Holanda. El Instituto flamenco para el estudio de la naturaleza y los bosques exámenes de ADN para estar seguros de la autoría. El caso, sin embargo, no acabará en los tribunales, porque el presunto culpable es un lobo y los asaltados, canguros».
24-12-2019 Aguinaldos. «La Navidad es volver a la infancia. La decoración, los dulces, villancicos… Los olores y sabores. El espíritu. Los abetos y los nervios. Y los aguinaldos. En algunas cosas, la Navidad en Bélgica supone retroceder en el tiempo varias décadas. Es algo que yo había olvidado completamente, pero aquí se mantiene: durante unas semanas llaman constantemente a tu puerta trabajadores (públicos) pidiendo una propina«.
17-12-2019 Nueces. «Este fin de semana, Bélgica ha conmemorado el 75º aniversario de la batalla. Estaban en Bastoña, cerca de Luxemburgo, los reyes, el presidente alemán y el secretario de Defensa de EEUU, y 100.000 personas más. La primera ministra en funciones del país, Sophie Wilmès, respetando la tradición, lanzó desde el balcón del ayuntamiento un puñado de nueces, honrando a McAuliffe. Hace 10 días, en Auschwitz, la canciller Merkel dijo que la memoria de los crímenes del nazismo es «inseparable» de la identidad alemana. Ayer, Frank-Walter Steinmeier, dijo que en Bastoña se ve cómo el «espíritu de Europa está muy vivo». El tanque Sherman aparcado en el centro de la Villa, y los 4.000 árboles que en el Bosque de la Paz guardan la memoria de la generación de norteamericanos caídos, se encargan de recordarlo cada día. Deuda eterna».
10-12-2019 Placeres de invierno. La semana pasada, por fin, llegaron a las costas belgas Sinterklaas y su inseparable ayudante, Père Fouettard (Zwarte Piet). La emoción de los niños balbuceando Hij komt, hij komt (ya viene, ya viene) es el pistoletazo de las Navidades. Este año sólo se habla de dos cosas: de cómo Ikea está reventando el mercado de los árboles de Navidad, del que ya hablamos en alguna ocasión. Y de los mercadillos navideños, uno de los grandes fenómenos culturales y turísticos.
03-12-2019 ‘Perturbations‘. El confort, la puntualidad, la red de conexiones que aproxima y hermana culturas y pueblos. Lo mejor de vivir en esta parte del continente es poder disfrutar de la experiencia del viaje en tren, dijo nunca, nadie. La única cosa en común que tienen los desplazamientos de hoy y la imagen novelada y novelesca la de la época de Zweig, Maeterlinck o Thomas Mann es que probablemente se tarda lo mismo en hacer los trayectos.
26-11-2019 Vecinos y desconocidos. «La OTAN es el Portugal de las instituciones europeas: compartimos la península de Bruselas, tenemos muchas cosas en común pero no les hacemos ni puñetero caso el 99% del tiempo. No es ningún secreto, ellos entienden nuestro idioma muchísimo mejor que al revés, son aplicados, se esfuerzan por ser agradables y útiles y además, se desviven por la conexión Atlántica. En vano».
19-11-2019 En los campos de flandes. «El otoño es la estación más hermosa en Bélgica. El gris que durante tantos meses se incrusta en la retina, ese gris hiriente, idioma mudo de un cielo hostil y una arquitectura violenta, eclosiona durante unas pocas semanas en una maravillosa paleta de verdes, marrones y naranjas. Las calles y canales se cubren de millones de hojas y las carreteras se convierten en un prodigio de esperanza y alegría».
12-11-2019 Guerra y paz. » Lo que hoy se recuerda menos es lo que ocurrió tras el Armisticio. El caos, la destrucción, las dudas. El 22 de noviembre de 1918, el Rey Alberto hizo una solemne entrada en Bruselas. Se pactó un Gobierno con seis católicos, tres liberales y tres socialistas. Con un sufragio universal masculino (las mujeres tuvieron que esperar hasta 1948), la derogación del artículo 310 que reprimía el huelga y creación de la fundación para la educación superior en holandés. El largo camino de la paz. La vital búsqueda de consenso».
05-11-2019 La fuerza del rencor, “Ni las reglas de Competencia de la UE, ni las regulaciones financieras de Basilea ni el VAR: si quieren algo complicado, retorcido y polémico no tienen más que apuntarse a la Royale ABSSA, l’Association Belge des Sports du Samedi. Mi liga de fútbol de los sábados”.
29/10/2019 Insólito. El legendario portugués que una vez admirose al ver que desde su más tierna infancia todos los niños en Francia supiesen hablar francés disfrutaría como un gorrino viendo las extrañas costumbres y reacciones de mis vecinos. Esta semana he aprendido que Bélgica era (bueno, todavía es) el único país de la Unión Europea en la que la venta de tabaco estaba prohibida a menores de 16 años, y no de 18. No es que tenga un trato diario con adolescentes, y no he notado una epidemia de adictos juveniles…
22/10/2019 Fantasmas del pasado. Cuatro cosas aprendí de niño viendo la legendaria serie Kung fu. Primero, que con temple y elegantes movimientos puedes derrotar a cualquier grupo de bandidos y borrachos. La segunda, que no se puede ser vegetariano sin intensidad espiritual. La tercera, que el camino de 1.000 kilómetros empieza siempre con un paso. Y la más importante, que con el amor y la confianza ocurre como con los jarrones chinos: si se rompen, aunque pegues todas partes con mimo, las cicatrices siempre permanecen a la vista.
15/10/2019 Royale Union Saint Gillioise. Dios dio a los belgas un país plano, lluvia para el césped y recursos para que cada pueblo, cada barrio, tenga unas instalaciones deportivas alucinantes. Pero también los castigó con un fútbol (que me perdonen Courtois, Hazard o Lukaku) aburrido, soso. Y con unas administraciones inoperantes que convierten joyas naturales en infames barrizales torcidos. Qué capacidad, qué talento, para eliminar casi cualquier atisbo de imaginación, creatividad y flexibilidad, dentro y fuera del terreno.
08/10/2019 Universos paralelos. Una de las cosas más llamativas del mundo belga es la vivienda. Teniendo en cuenta que el poder adquisitivo es mucho más alto que en los países mediterráneos, que los salarios son más altos y que el coste de la vida en general lo es también notablemente, el mercado inmobiliario en cambio, sin ser barato, ofrece oportunidades que sacan los ojos de las órbitas.
31/09/2019 Sin complejos. Si tuviera que elegir una cosa belga que exportar al resto del mundo probablemente escogería su falta de complejos. Es una ironía en una sociedad que en realidad tiene tantísimos complejos cuando mira hacia Francia u Holanda. Un país que lleva al extremo el arte de burlarse de sí mismo y sus ambiciones, pero que sufre tanto cuando sus vecinos los toman por idiotas y necesita reafirmarse con cada pequeña victoria, deportiva, cultural, económica. Dicho eso, existe una característica extendida que los hace inmunes hacia convencionalismos, costumbres y críticas. Independientes y, a su manera, libres.
24/09/2019 Culos y colitas. Ya saben cuánto odio el Manneken Pis, una atracción turística cuya sobrevaloración sólo igualan Mad Max y la comida japonesa, pero no me queda más remedio que volver a hablar de ella. No es porque este fin de semana, con la celebración de una nueva edición del Folklorissimo, un festival cultural local, hayan vestido al neñu de llanisco y una de las gracias haya sido beber la sidra caliente que escancia como sólo puede hacer un niño meón. Ni por el traje bautizado “En pelotas” (literalmente un porrón de pelotas de colores) con el que Agatha Ruiz de la Prada lo decoró después. Bastante duro ha sido eso de por sí.
17/09/2019 Juegos de palabras. La semana pasada, un tipo escribió una barbaridad en internet. Ya, a mí también me sorprendió, no es algo que pase a menudo. Por eso seguramente las fuerzas del orden tuvieron que tomar rápidamente cartas en el asunto. Aguanten, el toque belga llega enseguida. Resulta que el sujeto, con pseudónimo, lanzó una diatriba en Facebook tras leer la noticia de que un Policía había muerto en acto de servicio en Lieja. “Un bon flic et un flic mort”, escribió, algo así como “Poli bueno, poli muerto”. A pesar de que el agente no había fallecido, el post se volvió viral, y ya saben, indignación, insultos, trataron de hacerle recapacitar para que borrara y todo acabó con una denuncia.
10/09/2019 Be tarta, my friend. Pensé que este momento nunca llegaría, pero ha llegado. ¿Recuerdan el anuncio de BMW con Bruce Lee? El de “Be water, my friend”. Parecía insuperable, pero no, los belgas han hecho lo imposible y han encontrado la forma de mejorarlo con una campaña antológica: “Trata a tus amigos como si fuera una tarta”. Literalmente. La campaña se titula Safety Cake y la han lanzado la asociación de Jóvenes conductores responsables de Flandes (en serio, esto existe) y Renault, con una web (www.safetycake.be) y un magnífico vídeo en tres idiomas.
3/09/2019 Montesquieu tenía razón. Lo confieso: he cambiado de idea. He pasado las últimas dos décadas de mi vida combatiendo a Montesquieu y, al final, resulta que el galo lleva razón. No en lo de la separación de poderes, que también, sino en su polémica teoría sobre el clima. Sostenía que “el carácter del espíritu y las pasiones del corazón son extremamente diferentes en los diversos climas“, y de sus escritos se deriva un determinismo (la temperatura como “el primero de todos los imperios”) muy debatido en los primeros cursos de Sociología. Uno, siempre liberal, vociferaba en las aulas, hasta que vine a Bélgica.
30/07/2019 Bienvenido al sur.
23/07/2019 Orgullo dominguero.
16/07/2019 Errores de juventud. Bélgica es un lugar donde casi todo el mundo tiene trabajo (5,5% de paro) y la negociación colectiva y la protección social garantizan salarios decentes (el mínimo es casi 1.600 y el bruto medio en torno a 3.500 para jornada completa, con más de la mitad de la población ingresando al menos 3.053). Los jóvenes no tienen las preocupaciones que atormentan a sus colegas españoles o italianos. Se van pronto de casa, se casan antes, tienen (muchos más) hijos razonablemente pronto. Estos días se ven aprendices por todas partes: bancos, supermercados, las instituciones europeas.
09/07/2019 Un ‘petit permis’. En la fina línea que separa el orden del caos, la civilización de la barbarie, las piscinas son el último bastión de la esperanza y la felicidad. Los que viven cerca del mar jamás han sido capaces de entender la dependencia emocional que se puede desarrollar con unos pocos metros cuadrados de agua y cloro. La familia resulta que tampoco entiende que se añore más una inmersión que a ellos. Históricamente, los que vivían en el norte del continente no entendían este idioma de depuradoras y filtros. Pero no sé si por el cambio climático o la imposición del sentido común, las cosas están cambiando.
02/07/2019 Manía persecutoria. A partir de marzo, BPost, el servicio postal belga, sólo repartirá correo no urgente dos veces por semana. Los lunes y los miércoles, en concreto. No sufran: periódicos, paquetes y “avisos de defunciones” (no me lo invento) seguirán llegando cada día. Pero el ordinario, como la recogida de basuras, se dosifica.
25/06/2019 ‘Commuting‘. Hay cosas complicadas cuando uno vive en Bruselas. Comprar pescado dos veces por semana sin pedir un crédito. Encontrar una calle sin obras. O aguantar la risa cuando los medios advierten de la canícula, la insoportable ola de calor con temperaturas de 27 grados (no exagero). Pero si hay algo verdaderamente difícil viviendo aquí es conocer belgas. Sabemos que están, porque los escuchamos a veces paseando por los parques, en los bares y en las tiendas y algún veterano dice que son sus amigos. Pero conocer, lo que se dice conocer bien, no a menudo.
18/06/2019 Bruegel en Marolles. Bruselas es un paraíso para los aficionados a los murales. Se puede cruzar la ciudad de norte a sur y este a oeste saltando de fachada en fachada. Hay varios tours de turismo alternativo, y los lectores de comics no se cansan de venir a buscar por las paredes de la capital belga a Tintín, de onmipresente Hergé, a Ric Hochet (de Tibet); a Albertito (de Chaland) o las aventuras de De Blake y Mortimer, salidas de la mano de Edgar P. Jacobs. Por no hablar de clásicos como los Pitufos, Spirou o Lucky Luke. Pero si el panorama antes era rico, ahora lo es todavía más.
11/06/2019 El mejor trabajo del mundo. Woody Allen quería reencarnarse en las yemas de los dedos de Warren Beatty. La mayoría de los aficionados al fútbol del planeta pactarían con el diablo por hacerlo en los pies de Leo Messi o Cristiano Ronaldo. Yo, en cambio, vendería el alma de todos mis lectores a cambio de reencarnarme en las papilas gustativas de Daniel Vaughn, el periodista que sin duda alguna tiene el mejor trabajo del mundo: editor de Barbacoas del Texas Monthly.
04/06/2019 Fritland. Zanel Laci y su familia llegaron a Bélgica a mediados de los 70 cargados de ambiciones. Refugiados albaneses que, considerando como la mayoría (y equivocándose como tantos) Bruselas como mero lugar de paso, se encerraron en sí mismos esperando para dar el salto. Pasó el tiempo y cuando comprendieron que aquello no era camino sino destino, compraron un local en las proximidades de la Bolsa y lo convirtieron en Fritland, una de las friteries más famosas de la ciudad, al nivel de Antoine o Eugène.
28/05/2019 Arcoiris en Borgoña. Sospecho que lo que van a leer es producto de la falta de sol, vitamina C y sueño tras la resaca electoral, pero lo voy a escribir igualmente: hay un elemento de la cultura política belga que tenemos que incorporar urgentemente. Ya, qué me van a contar, decir esto el día en que la prensa titula Dos Bélgicas o Domingo negro, tsunami político, país desarticulado no parece muy inteligente, pero debemos importar el uso de colores y banderas para hablar de coaliciones.
21/05/2019 El retorno del rey. El domingo Bélgica celebra elecciones. Es una cita importantísima porque lo único más complicado que aprender a sacar la basura en el país es formar Gobierno. En 2011 estuvieron 541 días sin ponerse de acuerdo en las coaliciones. Pese a ello, o quizás precisamente por ello, crecimiento, desempleo y las cuentas públicas registraron mejores marcas que la media de la eurozona. En 2014 fue todo un récord, apenas cuatro meses y medio, aunque con poca fe la llamaron “coalición kamikaze”. La de 2019 pinta complicada, pero en realidad, da absolutamente igual.
14/05/2019 Un país en la mochila” Dos de las cosas más llamativas de Bélgica son que no hay chabolas y que los pueblos no son lo que nosotros entendemos por pueblos. Lo primero no choca porque no se ve. No te das cuenta de la diferencia hasta que llevas un tiempo viviendo por aquí y un día, en otro país, caes del guindo. Hay pobres, y una cantidad brutal de personas sin hogar, pero no hay chabolas, viviendas destartaladas. Ni, prácticamente, bloques inmensos que alojan a cientos de familias. Las diferencias, salvajes, están por dentro, pero por fuera las casas de ricos, pobres y clases medias (al menos en las ciudades) son increíblemente parecidas”.
07/05/2019 Sostiene De Wever. “Bélgica se evapora. No es una consecuencia climática, ya nos gustaría. Es una cuestión filosófica, sociológica. Lo dice Bart De Wever, el líder de la N-VA flamenca, en su último libro, titulado Sobre la identidad. Su tesis, no muy original, es que Bélgica no existe. Hay “apenas algunos indicadores simbólicos” de la belgitude, como “el chocolate, los mejillones con patatas, el Atomium, los Diablos Rojos y la casa real”. Pero poco más”.
30/04/2019 Acto de servicio .”Una de mis fotos favoritas, y la que más ha circulado estos años en mi Whatsapp, es la de un agente de policía, impecable con su gorra, en medio de una protesta. De fondo se ven coches patrulla, antidisturbios, algún cámara de televisión, pero el protagonista es el hombre que, con un bote a presión en su mano derecha, trata de echar de la zona a un manifestante. Se palpa el movimiento, la acción, el intento del joven de esquivar el chorro que le golpea. Y se ve, por encima de todo, el imperial gofre a medio comer en la mano izquierda del impasible agente. Qué manos, qué fuerza. Como diría el difunto R. Lee Ermey en La chaqueta metálica, “una da tiros y la otra consuela”.
23/04/2019 Huevos y gallinas. “El otro día, volviendo a casa, vi algo muy sospechoso. Un grupo de críos, inquietantemente silenciosos y concentrados, registraban una zona de arbustos en el Parque del Cincuentenario. Rastreaban de forma coordinada, sin levantar la cabeza del suelo. Uno, prematuro cascarrabias, pensó en drogas o pokemon, pero como sus seis años de media sugerían que era algo excesivo para lo primero, y no estamos en 2016 para lo segundo, quedé en observación. Era todo mucho más inocente, tradicional y sano: cazaban huevos de pascua“.
16/04/2019 Buenos y malos. “Hace unos meses, un ladrón abrió mi coche. Revolvió la guantera pero no sé llevó gran cosa, apenas una bolsa de deporte con ropa de deporte sin valor. Tuve bastante suerte: si en lugar de ser un ladrón hubiera sido la policía, el coste hubiera sido mucho más alto. Resulta que buenos y malos tienen una afición común: pasean por las aceras dándole a la cerradura. Si los primeros en encontrar un coche sin pestillo son los amigos de lo ajeno, arrasan con lo que pueden. Si se adelantan los agentes, la multa que te llega es de 58 euros”.
09/0472019 La capital. “Bruselas no tiene quien le escriba. De Londres, París o Roma lo sabemos todo porque hay películas que las inmortalizan, extraordinarias novelas, fotos legendarias. Pero de Bruselas no. Hasta las grandes plumas, como Amélie Nothomb, se han convertido en estrellas describiendo locuras distantes y exóticas. Es comprensible que sin el glamour de sus vecinas Bruselas no inspire derroches estéticos, pero es curioso que la ciudad de la OTAN y las instituciones europeas, con espías chinos y rusos por todas partes y cientos de diplomáticos, no dé siquiera para thrillers”.
02/04/2019 Manual de resistencia. “Antes de mudarse, el gran error que comete todo español es pensar que cruzar los Pirineos es llegar a Europa. Mentira, Europa no existe. Esa fantasía pseudo-orteguiana en la que el sur es el problema y el norte la solución, en la que políticos y servicios públicos son mejores en función de la latitud, cualquier vecino habla seis idiomas y todo procedimiento administrativo se hace en dos clicks ha hecho más daño que la nocilla blanca, la colifor y Amelie juntas”.
26/03/19 Caídos por la patria. Tras una larga carrera llena de victorias, fama y reconocimiento, Armando, como otras leyendas del deporte, va a dar el salto a China. Allí tiene admiradores y un millonario que ha pagado los 1.252.000 euros de su cláusula de rescisión. Es una historia razonablemente habitual, salvo por un pequeño detalle: Armando es una paloma.
19/03/19 Pavé. Cada mes de marzo Bélgica se parte en dos. En ese momento, los extranjeros empiezan a mirar al cielo con cara de súplica mientras que los locales miran al suelo en busca de gloria. Primavera, aquí, quiere decir clásicas. Quiere decir Flecha Valona, Lieja-Bastón-Lieja, Gante-Wevelgem. Quiere decir, épica, sufrimiento, dolor y agujetas. Quiere decir pavé.
12/03/19 Reír y llorar. Esa combinación y ese contraste son para mí Bélgica. Dos lados que coexisten pero nunca llegan a juntarse. Ríen y lloran, a veces por lo mismo, a veces juntos incluso, pero se alejan paso a paso sin que puedan o sepan evitarlo. Con más indiferencia que rechazo. Donde nadie parece pensar mucho ni en el pasado ni en el futuro y se limitan a vivir, como pueden, el presente.
5/03/19 La familia. París es la ciudad del amor. Venecia, la de los canales. Oslo, la de los atracos a mano armada en cualquier bar, cafetería o restaurante. Y Bruselas, ay Bruselas, es la ciudad del adiós. Dicen que todos los caminos llevan a Roma, pero es mentira, todos desembocan aquí (..) No es fácil asumir que estás, o eres, lugar de paso. Aquí, donde primero lloras abrumado y luego pides más. Donde creces (personal y profesionalmente) como en ningún otro lugar, por el ambiente, por el nivel, por la camaradería y la competición. Donde aprendes, te enamoras y te vacías. Las estancias son temporales, lo sabes desde el primer instante, pero aun así o quizás por eso mismo, la sensación de pertenencia, de tribu, de familia, es más fuerte. Como Gran Hermano pero sin edredones y con Cumbres hasta el amanecer. Nunca quise venir, no lo cambiaría por nada.
26/02/19 Los 27. Llegaron a ser miles, pero hoy quedan apenas 27. La ocupación nazi de Bélgica es una de las fases más oscuras, incómodas y evitadas de la historia del país. Por lo que ocurrió, por los que murieron y por los que colaboraron. Hasta 80.000 nacionales se volcaron con los invasores, y sus esfuerzos siguen siendo bien recompensados.
19/02/19 Antitapas. Hay dos grandes juicios que se repiten sobre Bruselas: que es una ciudad gris de tiempo horrible y un lugar muy aburrido. La primera es dolorosamente cierta, la segunda increíblemente falsa.
12/02/19 Al ralentí. Decía Golda Meir que la paz en Oriente Medio llegaría cuando los árabes amasen a sus hijos más de lo que odiaban a los israelíes. Algo así se podría decir de los belgas: la paz social llegará el día en el que amen las conquistas sociales más, aunque sea sólo un poquito más, de lo que adoran las huelgas generales.
05/02/19 Jalea de arándanos. Cometieron un error. Hasta la semana pasada, los chalecos amarillos eran una cosa ya testimonial en Bélgica. Lejos del poder de convocatoria de sus colegas galos, de su violencia, de los linchamientos a la prensa y la deriva antisemita o bolivariana. Hacía mucho que no hacían ruido, ocupados ya en otras batallas, pero el sábado volvieron y cometieron un error: bloquearon la entrada del Ikea de Anderlecht.
29/01/19 Menos es más. A los belgas les gustan las cosas pequeñas. Hasta ahí, nada que objetar, yo respeto mucho las preferencias, parafilias y tradiciones. Lo que es digno de estudio, y de aplauso probablemente, es que hayan logrado convencer a millones de personas de que sus atracciones diminutas son dignas de interés. De que “menos es más”, como popularizó Mies van der Rohe.
22/01/19 Oxígeno político. Al principio pensé que era la maquetación. Luego algo me sugirió que tenía que ser la tipografía, pero tampoco. Después de un rato, de mirar también la competencia, no era capaz de encontrar el problema, aunque algo no era normal. Al final, caí en la cuenta: no había política en la portada del periódico.
15/01/19 La reconquista. En Francia, quien quería ser presidente de la República solía poner los ojos primero en la Alcaldía de París, al modo de Chirac. En España tienes que ser el jefe del partido. En Bélgica, da totalmente igual o al menos lo parece. La N-VA, el partido nacionalista (e independentista flamenco), la fuerza más votada de lejos, anunció ayer su lista de candidatos y para un observador mediterráneo resulta curioso.
08/01 Libros, brunchs y sofrología. En 2008, en Bélgica había 4.219 librerías. En 2017, quedaban 3.095. Según los números del sindicato SIN, tres locales cierran cada semana en el país. Ojo, es una definición muy laxa de librería, casi al nivel de calificar de chocolate a la taza el brebaje líquido y sin alma que te ofrecen en las pastelerías pijas del mundo francófono. (…) Me preocupa que a este ritmo de traspasos cualquier día acabamos como en El Ejido. La cosa es que como ya tenemos una ultraderecha más que asentada, el absurdo apocalíptico que nos tendremos que inventar para intentar darle sentido a la realidad va a tener que ser más rebuscado.
– Qué bien escribe Hernán Casciari y qué historia increíble. El cuento de Navidad perfecto. En Revista Orsai: Lo que le pasó al hombre que me salvó la vida. Al argentino le dio un infarto mientras estaba en Uruguay, en una casa de alquiler. Lo que pasó, antes y después, os hará recuperar la espernaza.
El ingeniero. El estafador de los mil nombres. Historión también de Rafa Méndez en El Confidencial sobre Enrique Irazabal, alias Henry Hughes, alias Luis Rivera, alias Luis Braun, alias Josef Guzman, alias Roberto Urrutia, alias Heuk Labazh, alias José Goicoechea, alias Henry Hellinger, alias Carlos Suárez, alias Equirne Labazari.
– Brett Forrest en el Wall Street Journal (puede pedir suscripción): The FBI Lost Our Son. Billy Reilly worked in counterterrorism for the Federal Bureau of Investigation, penetrating radical groups online with false identities. Then he disappeared. Sobre cómo después del 11S las agencias norteamericnas reclutaron a ciudadanos para que se infiltraran en organizaciones peligrosas, pero sin darles el entrenamiento y las compensaciones de sus agentes.
– También en el NYT, esto de John Ismay: America’s Dark History of Killing Its Own Troops With Cluster Munition. The weapons are notorious for their effects on civilians. But five years of reporting and hundreds of interviews have revealed they’ve also killed and wounded scores of Americans.
– Nick Pachelli en Searchlight, una publicación de investigación de Nuevo México: «Stolen and Erased A Navajo girl was exploited and sex trafficked in urban and rural New Mexico. Why did so many fail to help her?
– Pamela Colloff en Pro Publica y el NYTMagazine: How a Con Man’s Wild Testimony Sent Dozens to Jail, and 4 to Death Row. El artículo es disparatdamente largo, más de 13.00 palabras sobre Paul Skalnik un delincuente muy particular. Now a man may be executed because of his dubious testimony. Why did prosecutors rely on him as an informant?
– Alexander Wynne, en Aeon: A Prince or a Pauper: Who was the Buddha? When we strip away the myths, such as his princely youth in a palace, a surprising picture of this enigmatic sage emerges.
– Dan Shipper en SuperOrganizes hace un perfil/charla con la persona detrás de The Browser, del que salen cada semana algunas de estas recomendaciones: The Man Who Reads 1,000 Articles a Day How Robert Cottrell finds the absolute best writing on the web.
– Philip Pullman en Public Domain: The Sound and the Story Exploring the World of Paradise Lost. Un ensayo precioso. John Milton’s Paradise Lost has been many things to many people — a Christian epic, a comment on the English Civil War, the epitome of poetic ambiguity — but it is first of all a pleasure to read. Drawing on sources as varied as Wordsworth, Hitchcock, and Conan Doyle, author Philip Pullman considers the sonic beauty and expert storytelling of Milton’s masterpiece, and the influence it has had on his own work. Una idea destacada: «A poem is not a lecture; a story is not an argument. The way poems and stories work on our minds is not by logic, but by their capacity to enchant, to excite, to move, to inspire. To be sure, a sound intellectual underpinning helps the work to stand up under intellectual questioning, as Paradise Lost certainly does; but its primary influence is on the imagination».
– How Poverty Ends. The Many Paths to Progress—and Why They Might Not Continue. En Foreign Affairs, los flamantes ganadores del Nobel de Economía 2019, Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo escriben sobre cómo a pesar de la discusión (creciente e importante) sobre las desigualdades, las últimas décadas han sido razonablemente buenas para los pobres. Pero por qué no hay que confiarse, ya que no hay ninguna garantía de que la senda yava a mantenserse. Con humildad, explicando cómo no saben qué hay que hacer para impulsar un crecimiento económico rápido.
Este párrafo, tatuado también: «Between 1980 and 2016, the average income of the bottom 50 percent of earners nearly doubled, as this group captured 12 percent of the growth in global GDP. The number of those living on less than $1.90 a day—the World Bank’s threshold for “extreme poverty”—has dropped by more than half since 1990, from nearly two billion to around 700 million. Never before in human history have so many people been lifted out of poverty so quickly«.
– The ‘crisis of capitalism’ is not the one Europeans think it is. En The Guardian, Branko MIlanovic, especialista precisamente en , sobre por qué todo este ruido y publicaciones recientes sobre la crisis del capitalismo y sus debilidades están leyendo mal la cuestión, como ocurrió en los 90 con el ‘fin de la historia’. «The facts show capitalism to be not in crisis at all. It is stronger than ever, both in terms of its geographical coverage and expansion to areas (such as leisure time, or social media) where it has created entirely new markets and commodified things that were never historically objects of transaction».
Pero si esto es así, ¿entonces por qué el debate? Porque es algo muy concentrado. «Why do we speak of its crisis? Because we focus on the malaise of the western middle classes and the rise of populism. But the dissatisfaction with globalised capitalism is not universal: a YouGov survey showed a very high degree of support for globalisation in Asia, with the lowest support in the US and France» (…) The crisis therefore is not of capitalism per se, but a crisis brought about by the uneven effects of globalisation and the expansion of capitalism to areas traditionally not considered apt for commercialisation. Capitalism has thus become too powerful, and in regions such as Europe, it is in collision with strongly held beliefs. Unless it is controlled and its “field of action” reduced to what it used to be, it will continue this conquest of as-yet-uncommercialised spheres».
«El porcentaje de riqueza en manos del 10% más rico cae durante booms inmobiliarios—en beneficio del 50% más pobre y aún más de la clase media (el 40% intermedio)— mientras que la tendencia decreciente se revierte durante contracciones inmobiliarias».
«El segundo resultado del trabajo es que las diferencias en las ganancias de capital a lo largo de la distribución son el principal determinante de la caída en la concentración de la riqueza durante booms inmobiliarios, mientras que las diferencias en el comportamiento del ahorro son el factor fundamental tras las dinámicas en la distribución de la riqueza durante contracciones. La clase media y baja posee un porcentaje mayor de su cartera en activos inmobiliarios y, por lo tanto, se beneficia en mayor medida de los aumentos de valor de los activos inmobiliarios durante booms (Figura 3a). Sin embargo, las ganancias o pérdidas de valor no parecen explicar las dinámicas durante contracciones, puesto que estas convergen entre grupos de riqueza. Las tasas de ahorro, en cambio, aunque caen siguen siendo más altas para el 10% más rico durante contracciones, lo cual explica por qué la tendencia decreciente en su proporción de riqueza se revierte durante estos periodos».
¿Un obituario para la OMC? Marta Dominguez, de Bruegel, esta vez en Agenda Pública: con una idea a tatuar: «la economía mundial ha crecido sustancialmente en las últimas décadas impulsada por la naturaleza de suma positiva del comercio. Este es un hecho que haríamos bien en recordar, incluso a medida que la UE evolucione para jugar mejor el juego que otros han elegido.»
Un buen párrafo: «En una ocasión, el matemático Stanislaw Ulam le pidió al Nobel de Economía Paul Samuelson que le dijese un solo concepto de las Ciencias Sociales que fuese simultáneamente verdadero y no trivial. Años más tarde, cayó en la cuenta de que la teoría de la ventaja comparativa era una (tal vez la única) posible solución. Ésta demuestra matemáticamente (y de manera simple) que el comercio es beneficioso para los países más eficientes y para los menos eficientes. Siempre que existan más bienes que países, todos los países se beneficiarán de especializarse y de exportar aquello en lo que disfrutan de una ventaja relativa, e importar todo lo demás. Sin profundizar en la lógica matemática que subyace en esta conclusión, una de las pocas verdades fundamentales de la disciplina económica es que el comercio es un juego de suma positiva que genera crecimiento para todos los países que participan en él».
– Ramón González Ferriz en El Confidencial: Cuatro cosas y media que mi generación debería haber aprendido de esta década. 1) Las innovaciones tecnológicas no nos van a redimir. De hecho, muchas son nocivas. 2) Las novedades políticas generan ilusión. La ilusión solo sirve hasta cierto punto. 3) La cultura cambia siempre, pero en esta década tú te has hecho mayor. 4) Si no sabes un poco de economía estás incapacitado para entender el mundo.
– Silvia Merler, de Algebris, sobre la increíble polémica por la reforma del Mede que se ha generado en Italia. Si necesitan algo de backgorund, aquí escribí hace dos semanas sobre el tema. El texto de Silvia está en italiano. La riforma del Mes: facciamo chiarezza. «Alan Posner scriveva nel lontano 1977 che la strategia di politica economica internazionale tipicamente adottata dall’Italia consisteva all’epoca nel far leva sul fatto che i nostri partner non potessero permettersi il nostro fallimento. Purtroppo, sembra essere cambiato molto poco, in questi 40 anni. Piuttosto che averne paura, gli Italiani dovrebbero vedere le nuove CACs come un elemento che finalmente responsabilizzi i nostri (volatili) governi sul tema del mettere in sicurezza le finanze pubbliche. Bloccare questo cambiamento darebbe un segnale di inaffidabilità, che farebbe al nostro costo di finanziamento molto più male di quanto qualsiasi tipo di CACs potrebbe mai fare. Nel discutere la riforma, il Parlamento dovrebbe considerare che anche l’inaffidabilità ha un costo, e che per noi quel costo è troppo alto».