La semana pasada estuve en Roma cubriendo la elección del presidente de la República. Tras siete largos días y siete votaciones fallidas, el sábado, a la octava, los diputados, senadores y delegados regionales escogieron al pobre Sergio Mattarella, el presidente en teoría saliente. A los 80 años, ante la incapacidad del Parlamento de pactar un reemplazo, aceptó seguir un poco más para garantizar la estabilidad.
En el post está todo lo que he escritos estos días, en orden inverso de publicación. Si sólo leéis uno, que sea el perfil final, el que arranca aquí abajo.
«Lo ocurrido en los últimos días ha sido la culminación de una larga serie de omisiones y fallos, portazos e irresponsabilidades. En los últimos años, las fundadas necesidades y las demandas apremiantes de reforma de las instituciones y la renovación de la política y los partidos no han encontrado soluciones satisfactorias. Han terminado prevaleciendo las oposiciones, la lentitud, las vacilaciones, los cálculos de conveniencia, las tácticas y los instrumentalismos. Esto es lo que ha condenado a la esterilidad o a resultados precarios las relaciones entre las fuerzas políticas y los debates en el Parlamento (…) Ya no es posible, en ningún campo, eludir el deber de hacer propuestas, de buscar una solución viable, de tomar decisiones claras y oportunas para las reformas que se necesitan con urgencia para sobrevivir y hacer avanzar la democracia y la sociedad italiana». Estas palabras, cargadas de rabia, impotencia y hastío, no las pronunció hoy Sergio Mattarella, 80 años, abogado, diputado, ministro, magistrado y presidente de la República, pero podría repetirlas, una a una, dentro de unos días, cuando jure por segunda vez su cargo. Las palabras pertenecer a su antecesor, Giorgio Napolitano, quien hace ahora nueve años, en 2013, se vio obligado a hacer lo mismo que la incapacidad de la clase dirigente italiana ha forzado a Mattarella: posponer su retiro para tomar las riendas de un Estado herido.
Lo ocurrido en los últimos días ha representado ciertamente la culminación de una larga serie de omisiones y fallos, cierres e irresponsabilidades en el Parlamento y el Senado italianos. Hasta siete veces votaron desde el lunes sin ser capaces de consensuar un nombre, llevándose por delante la reputación de las instituciones, una docena de nombres públicos y deteriorando, aún más, las ya de por sí complicadas relaciones entre e intra grupos. Un papelón, un fracaso, un espectáculo triste que eleva, una vez más, a Mattarella, consolidando poco a poco su figura como una de las más respetadas y admiradas de las últimas décadas. El presidente más relevante, quizás
Las amistades peligrosas de Rusia e Italia. Un análisis sobre oligarcas, facilitadores, reuniones y millones, de la mano del último libro de Gianluca Paolucci.
Italia elige presidente: paso a paso de un proceso farragoso y decisivo. Un largo Pregunta y Respuesta que explica los mecanismo, las votaciones y los equilibrios previos.
En 1826, el joven Benjamin Disraeli escribió en Vivian Grey, su primera novela, que «el hombre no es una criatura de las circunstancias, sino que las circunstancias son criaturas del hombre». Creía, entonces, que somos agentes libres y que «el hombre es más poderoso que la materia». Disraeli, evidentemente, nunca conoció a un presidente del Consejo Europeo.
En julio de 2019 los líderes europeos escogieron a Von der Leyen y a Michel no por sus virtudes, por sus méritos, por lo mucho que podían aportar, sino más bien por lo que no eran. La alemana y el belga no eran pesos pesados, no tenían un conocimiento en profundidad del funcionamiento de Bruselas (más allá de sus participaciones como ministros o líderes, que no siendo poco, no es suficiente), no tenían una idea muy clara de Europa, no tenían ningún plan a corto, medio o largo plazo. No se les conocía o conoce cosmovisión. No eran Jean-Claude Juncker y Donald Tusk, grandes veteranos, más guerreros e independientes. No eran líderes, sino gestores, y precisamente por eso fueron escogidos.
Charles Michel, el traspié del gran malabarista de la UE. En el periódico, un retrato político institucional del presidente del Consejo Europeo tras la crisis provocada por el llamado ‘sofagate’ de Turquía. Michel Como experto en su país sabe que en la política de cierto es tan importante resolver trifulcas como saber generarlas en el momento y el lugar apropiado. No tiene carisma, auctoritas y a duras penas potestas. Pero sí dotes de malabarista y equilibrista, un ego importante, una fe ilimitada en su talento como equilibrista para manejar coaliciones y grupos imposibles y ambición, mucha ambición, pero de la que sus colegas del Consejo Europeo pueden llegar a tolerar, pues busca anotarse tantos personales, profesionales, no dirigir al continente ni fijar la política de la Unión.
La UE y Sputnik: entre la presión y la unidad. El otro día analicé en el periódico el vendaval provocado (sic) por la voluntad alemana de comprar vacunas rusas si reciben la aprobación de la Agencia Europea del Medicamento. Trato de explicar la urgencia germana, los recelos de muchos países, las dudas de las instituciones y si esto supone un terremoto o es, simplemente, el día a día comunitario.
La UE tiene muchos problemas, pero uno de los peores es el de las expectativas. Los ciudadanos, probablemente sin saberlo, tienen expectativas federalistas. Quieren que la UE actúe, responda y en la práctica sea como EEUU o Reino Unido. Y no lo somos ni podemos hacerlo. Los europeos cargan contra la Unión, las instituciones, contra la falta de coherencia, de unanimidad, de vacunas porque creen que Europa falla, que no está a la altura. Pero los europeos nos movemos en el tablero global con reglas diferentes, según principios diferentes y, en muchas cosas, no con una mano atada a la espalda, sino con 27 manos atadas. Nos flagelamos porque Estados Unidos y Reino Unido vacunan más y más deprisa, pero al mismo tiempo se genera una enorme indignación y hay división de opiniones cuando desde Bruselas se propone utilizar sus mismos métodos, que son calificados como nacionalismo de vacunas (…) Si la Unión Europea hubiera hecho como Reino Unido los números serían muy diferentes. Si la Unión Europea hubiera prohibido desde el principio las exportaciones de vacunas tendríamos ahora mismo 60 o 70 millones más de vacunas administradas a nuestros ciudadanos, más que EEUU. Los europeos tienen todo el derecho del mundo a protestar, a indignarse, a reclamar mejores resultados y eficiencia, pero también tienen que asumir que las decisiones, todas ellas, tienen consecuencias. Si no se juegan con las mismas reglas y no se dispone de los mismos mecanismos los resultados difícilmente pueden ser los mismos.
Vacunas, protocolo, relaciones con Rusia… Hablamos con el corresponsal de 'El Mundo' en Bruselas @Suanzes sobre la realidad de la UE y la Pandemia (1/2) pic.twitter.com/OT6lbJYUYX
El viernes estuve en la Mesa de Análisis de Teo León Gross en Canal Sur hablando de ambos temas. Si les interesa, a partir del minuto 20 lo pueden ver entero en este enlace. Es un lujo inmenso que el programa permita respuestas largas y elaboradas para temas muy complejos. La concisión no es precisamente mi mejor virtud.
Y la semana pasada también, un tema con una infografía muy espectacular:
Las reglas fiscales europeas son como la Catedral de Ávila: «la estructura original es aún reconocible, pero todos los añadidos posteriores hacen que sea dificilísimo percibir la consistencia del conjunto». Empezaron, en Maastricht (1992) y con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (1997), como algo «sencillo y uniforme», buscando la elegancia que los matemáticos quieren demostrar teoremas, pero con el paso del tiempo se fueron complicando. Era básico tener pocas ideas y valores de referencia indiscutibles, el 3% de déficit y el 60% de deuda, para generar credibilidad y compromiso, pero pronto se vio que el marco «era demasiado estricto, lo que llevó a violaciones generalizadas, y por eso se tocaron». En 2005, 2011, 2013 y 2015, nada menos, permitiendo matices, «contingencias para reflejar las realidades macro» de tantos socios diferentes. El resultado, por desgracia, no satisface a nadie. Es un engendro que no cumple su función, genera confusión, malestar, disputas, fricción. No hay ni rastro de armonía. Por eso, pandemia mediante, la UE debe afrontar una de sus tareas más importantes: cambiar las reglas o, quizás incluso, erradicarlas para siempre.
Con dos papers interesantes y la opinión del secretario del Tesoro, Carlos San Basilio.
El año pasado, la profesora Anne Bradford publicó The Brussels Effect: How the European Union Rules the World, un ensayo en el que sostiene que la UE, como superpotencia regulatoria, ha logrado y logra imponer sus estándares por todo el planeta. No es poder duro, no es el poder blando tradicional pero es un poder importante.
Hace unos días hablé con ella y con Alex Stubb, ahora profesor en el Instituto Universitario de Florencia, pero antes de eso primer ministro, ministro de Exteriores, de Economía y de Asuntos Europeos de Finlandia. Además de ex eurodiputado y miembro de la Comisión Europea con Prodi. La conversación (en inglés) for parte de la serie recién creada de Agenda Pública Conversations.
Este domingo, en EL MUNDO, he publicado un Gran Angular, un texto muy largo sobre las débiles bases del europeísmo español. Lo podéis encontrar, en la versión Premium, aquí: España: del europeísmo naif a la amenaza euroescéptica.
Una versión no tan completa, pero casi, en un link de Orbyt.
Encantado de discutir sobre el tema si quieren comentarlo.
La tesis principal es que tenemos un europeísmo claro, comprometido y genuino, pero tan indiscutible como indiscutido. Es ingenuo, inocente y hasta «beato, como le gusta destacar a Josep Borrell . Y es un problema. Nunca ha habido en nuestro país fuerzas o discursos eurófobos, pero no hay ninguna razón para que no pueda haberlo. La austeridad, el ‘caso Puigdemont’ o la pasividad ante otras crisis pueden incubarlos. La falta de debate, críticas y conocimiento sobre la UE han tejido un sentimiento europeísta amplio pero débil que puede quebrarse ante un ‘shock’ potente
«La idea europea alcanza entre nosotros carácter de mito salvador”, decía el ex ministro Fernando Morán, fallecido hace unos días, y sigue siendo válido. Porque ‘Spain is not different’.
Europa ha sido la solución a muchos problemas, pero no a todos. Es también fuente de crisis, de decepciones, de fracasos, y no hay nada malo en reconocerlo, explicarlo y contextualizarlo. Pero nos da miedo. O nos parece impensable. Seguimos viendo la Unión en términos simples, distantes. Fuente de Fondos de Cohesión, ayuda a la agricultura, pagadores de obras públicas. Y esperamos muchísimo de ella, como que solucione todo lo que a nivel doméstico falla. Y por eso cuando hay decepciones, sobrerreaccionamos.
En nuestro país no hay antieuropeísmo pero no hay ninguna razón para pensar que no vaya a haberlo. Spain is not different. No hay inoculacion, milagro. No ha pasado, pero puede llegar y no hay bases sólidas para frenarlo porque no hay debate, posición crítica, grises.
Ante otra deriva del Procés o la euroorden de Puigdemont, una nueva recesión, o cuando disminuyan los Fondos de Cohesión o el presupuesto para la PAC. Si Europa ha sido principalmente para los españoles una fuente de dinero y bienestar y los euros dejan de llegar, ¿qué es Europa entonces?
La ausencia de un debate profundo, maduro y crítico sobre la UE, la construcción, las instituciones, las ambiciones, es sangrante. En nuestro entorno, la discusión existe. A veces en términos razonables y otras muchas no, pero los ciudadanos conocen posturas que aquí ignoramos.
Igualmente, al no haber debate, se mete en un mismo saco a todos los que tienen opiniones que se alejan de la convención, equiparando a partidos o voces extremistas con quienes simplemente aspiran a menos integración o añoran los tiempos del mercado único y poco más. Decía esta semana Pedro Sánchez en Bruselas que los autodenominados Frugales nórdicos presentaban la pelea Presupuestaria de la UE asociando las políticas antiguas (PAC o Cohesión) como algo malo y las nuevas (cambio climático, innovación) como buenas. Aquí hacemos algo muy similar y peligroso con la visión de la UE, dando por hecho que la única vía aceptable es una Unión cada vez más fuerte y marginando y despreciando posiciones escépticas sobre el ritmo o el destino. Como si sólo hubiera un europeismo bueno. Y eso empuja al que discrepa hacia el extremo y lo arrincona.
La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, cogió el asunto por los cuernos esta semana en el Congreso: “No somos eurobeatos, somos euroconvencidos», afirmó. A ver si esto lo tomamos en serio. Si no, como dicen varios expertos en el artículo, el primer partido que politice la UE se puede llevar un premio inesperado.
– En el Eurogrupo, el comisario Gentiloni y Francia presentaron un papel sobre la necesidad de un estímulo fiscal para prevenir una larga época de estancamiento. La respuesta fue eolcuente: silencio obsoluto. Lo cuentan en Bloomberg: Calls for Euro-Area Fiscal Stimulus Met With Silence, Literally.
– Quizás en la próxima reunión le puedan echar un vistazo al paper de Matthias Matthijs y Silvia Merler de inspiración hirshmaniana: Mind the Gap: Southern Exit, Northern Voice and Changing Loyalties since the Euro Crisis: «We observe a rather puzzling North–South divergence in identity among the young and a widening skills gap overall. We argue that the Euro crisis triggered dynamics of southern exit (through surging South–North migration), northern voice (based on EU adoption of policies preferred in the North) and shifting national versus European loyalties, which may have consequences for the changing nature of European identity research.
– Penny Goldberg, economista jefe del Banco Mundial, ha dimitido tras apenas 15 meses en el puesto. Sus superiores le impidieron publicar una investigación interna que muestra correlación entre la ayuda internacional a economías en desarrollo (incluyendo la de su propia institución) y un salto notable en sus depósitos en paraísos fiscales en el extranjero. The World Bank loses another chief economist. SIempre es importante recordan en estas ocasiones a William Easterly. Conté su historia hace casi una década en el periódico: La carga del hombre blanco.
Y dos entrevistas de mucho interés:
La primera, a Mario Monti en Politico, sobre por qué sería un «suicidio» minar las normas de competencia en la UE (como quieren Francia, Alemania, Italia o Polonia, que presionan estos días como nunca a Vestager): Don’t blame Brussels: Mario Monti weighs into clash over EU champions.
La segunda, la de Isabel Schnabel, miembro del comité ejecutivo del BCE, a Die Welt. Sobre cómo quiere combatir los «malentendidos» y la mala fama de la institución en Alemania, en especial la de idea de que se está «expropiando a los ahorradores». Dedica buena parte a eso en las respuestas, pero también se muestra en contra por ejemplo de la tasa a las transacciones financieras (This measure is mainly politically motivated. From a economic point of view, I see it rather critically. However, the plan is on such a small scale that it will not really change the financial world). Y crítica con la concentración de deuda soberana en los bancos (del mismo país).
Su estilo es directo, muy refrescante. Y tiene recados para todos.
Los políticos: «Instead of constantly complaining to the ECB about low interest rates, it would be better to ask politicians to implement measures that would push up long-term growth. The ECB is the wrong addressee of such complaints»
Las entidades: «Banks themselves are primarily responsible for their weak profitability. Many banks were not very cost-efficient even before the financial crisis. They need now to consider what they can do to make themselves more efficient and remain competitive, whether that is through mergers or other means».
Un poquito a los medios alemanes: «I’m not so sure about this notion of alienation that the media likes to project. If you look at survey results, the euro is incredibly popular in Germany and has higher approval ratings than elsewhere in the euro area. Interestingly, trust in the ECB as an institution is also above the euro area average in Germany».
Hoy escribo mi columna semanal de asuntos belgas sobre algo muy serio: el sentido del humor. Algo así, inevitablemente, tiene que incluir a funcionarios, ovejas y cabras. Comienza así: «Bélgica ha contratado a 85 ovejas y 15 cabras para hacerse cargo de su red de ferrocarriles«. Lo que es bastante injusto, pero…
Y luego, viendo esto, decidme que no…
Ya sabréis que cada martes sale un texto nuevo, de corte más bien costumbrista, a veces con humor. Las columnas anteriores, una a la semana en la sección Patio Global, las tenéis aquí.
17/07 Protones y ‘bitcoines’. Los belgas tienen una relación curiosa con los pagos. Muchos de los servicios domésticos más básicos (agua, luz, teléfono) no funcionan por domiciliación. Se puede, pero lo habitual es que envíen el recibo por carta y hagas una transferencia con referencias estructuradas. El médico, o si alquilas algo, parecido.
10/07 Tous ensemble! Para Brel, ay Brel, Bélgica era un páramo «donde las minorías pelean en nombre de dos culturas que no existen». Este julio, sin embargo, el rojo y el negro sí se abrazan, las gargantas saltan en el fuego de un antiguo volcán gritando como nunca «tous ensemble», todos juntos, y el corazón de los amantes se abrasa feliz. Ne me quitte pas. No todavía.
03/07 Square Lumumba. Todos los países tienen problemas para abordar de forma valiente y honesta su pasado colonial. Bélgica los tiene siquiera para mencionarlo. El país está lleno de vestigios del rey Leopoldo II, de su legado, pero cuesta mucho encontrar elementos que recuerden sus crímenes.
26/06 El mamut copernicano. «Necesitamos un giro copernicano, pero tenemos al mando sólo a un tendero». Si le preguntasen a cualquiera de mis amigos belgas les diría que la frase es aplicable a cualquier alcalde o diputado, al jefe de Policía, al entrenador de su equipo o al jefe de Gobierno. Y, si me apuran, y con bastante más razón, al Rey, no conocido por sus agilidad mental. Pero el entrecomillado pertenece a Thierry Marchandise, magistrado con más de cuatro décadas de carrera y juez de paz a sus 71 años. Y hablaba de su ministro de Justicia, Koen Geens, quizás la persona que ha sobrevivido a más razonables peticiones de dimisión en Europa desde los años de Javier Clemente.
19/06 Catapultas y broncantes. No hace falta un navegador Tor ni entrar a las zonas más oscuras de la Dark Web. No es necesario jugarse la vida en descampado a las afueras de Grozni ni contactar con los aprendices de mafiosos de Siem Reap, donde una vez me ofrecieron disparar a una vaca con un lanzacohetes. Si uno necesita algo realmente extravagante basta con darse una vuelta por las páginas web belgas de intercambio y venta objetos de segunda mano.
12/06 Cuestión de Estado. Lleva un tiempo y muchos equívocos de novato, pero al final uno acaba descubriendo que no es ni la lengua, ni la religión, ni la ideología: la argamasa que mantiene unida a la sociedad belga es el olor a carne recién hecha.
05/ 06 Nainggolan. Ni Rajoy, ni Pedro Sánchez ni Puigdemont. El español que está en boca de todos los belgas es catalán, muy polémico y se ve sometido al juicio de la opinión pública cada día, pero nada tiene que ver con la política. Roberto Martínez, seleccionador nacional, dio ayer la convocatoria para el Mundial de fútbol. Y aunque la ausencia de Radja Nainggolan, centrocampista de la Roma, ya había sido anunciada, muchos no querían creérselo.
29/05 Tabúes. Crear un programa de televisión con éxito arrollador de audiencia no es frecuente, pero tampoco raro. Lograr, además, el aplauso de la crítica, es más insólito. Pero hacerlo arriesgando mucho, rompiendo corsés y mezclando sensibilidad y humor es casi un milagro. Y es lo que ha logrado el flamenco Philppe Geubel con Taboe.
22/05 Kilos de política. Para Clausewitz, la guerra era la continuación de la política por otros medios. Para Foucault la política era en realidad la guerra librada por otros medios. Para flamencos y valones, todo es política y todo es guerra, y los medios importan poco si sirven para machacar al adversario.
15-05 Dogmas y compases. Cada lunes a primera hora, puntual e infalible, llega a nuestro buzón el e-mail de la Gran Logia de España-Grande Oriente Español. Nuestro porque un buen día los corresponsales en Bruselas empezamos a recibirlo sin aviso previo. Bien pensado, no es de extrañar. La capital belga tiene una conexión antigua, profunda y a menudo también mitificada con la masonería. Y si nos ocupamos de Europa, de Puigdemont y hasta de escándalos de arbitraje en rugby, por qué no de pirámides y escuadras.
08/05 Ensueños que fracasan. En el siglo XXI se puede (sobre)vivir sin una identidad nacional definida y fuerte. Pero eso no disuelve los miedos y los complejos, no impide los debates constantes ni difumina la necesidad de pertenencia por otras vías a medio hacer. Escribió Maeterlinck, arrítmico y simbolista, que “lo que es razonable no es verdaderamente sabio; y lo que es sabio no es casi nunca razonable a los ojos de una razón demasiado fría”. Releyendo su obra hoy queda claro que tratar de definir qué supone ser belga no es quizá ni sabio ni razonable, sino más bien “sueño de hombres cansados/ Aun ensueños que fracasan”.
01/05 Grúas de la memoria. Los Cigrang son los más famosos, pero ni de lejos los únicos belgas interesados en nuestras playas. En 2017, cada día, once de ellos compraron una casa en España. Casi 4.000 apartamentos y villas, sobre todo en las islas y la costa mediterránea, claro. Después de británicos, alemanes y franceses, son los más activos, algo llamativo teniendo en cuenta que son apenas 11 millones, pero lógico si uno ha intentado irse a bañar a Ostende o Knokke.
24/04 Belgian solutions. Tuberías que bloquean puertas, escaleras a ninguna parte, carriles que se cruzan sin sentido y terminan estampándose en muros. Grúas a las que les ponen el cepo, vigas en mitad de la acera, señales de tráfico contradictorias, bicicletas encadenadas a conos sueltos. La capacidad de los belgas para las chapuzas y para improvisar remedios absurdos es infinita.
17/04 Cizallas y pistolas. El 69% de los flamencos tienen miedo en Bruselas (y sólo uno de cada cinco se siente seguro). El 44% de los valones y el 40% de los residentes en la ciudad, vengan de donde vengan, también. La (mala) fama de Molenbeek, de Anderlecht, de ciertas zonas junto a la Gare du Midi y la Gare du Nord no ayudan, ni el flagrante racismo, pero hay mucho más. Nueve de cada diez mujeres han sufrido acoso por las calles. El mes pasado, a tres personas muy cercanas les robaron el teléfono (en un bar, en un supermercado, durante un partido de fútbol). No conozco a nadie a quien no le hayan quitado una bicicleta o lo hayan intentado, y cada día al aparcarla busco en vano al que partió mi candado con una cizalla a las puertas de la Comisión Europea.
10/04 Frittes y dominatrix, “Ni El Grito de Munch, ni la Medusa de Caravaggio ni el Saturno devorador de Goya: la cara más desencajada de la historia la tuve delante, apenas a un metro de distancia, en Bruselas. Fue a mediados de 2015, en la cafetería de la Comisión Europea, cuando una banda de irresponsables intentó pedir tres cafés. Al mismo tiempo. Dos con leche y uno solo”.
03/04 – La brújula perdida. Sobre la ruptura del contrato social y la quiebra en la confianza en las instituciones y el sistema en las últimas dos décadas. Y una razón para el optimismo
27/03 La policía de la basura. Mi reflexión costumbrista de hoy sobre el cuerpo de élite que inspecciona bolsas y sanciona a quien recicla mal o saca los restos el día equivocado. Salvo a mis vecinos, a los que nunca pillan ensuciando mi pobre calle
20/03 El yodo de Reagan. Sabrían qué hacer en caso de accidente nuclear? Si la respuesta es no, es probable que no sean belgas. Si creen que sí, seguramente lo sean pero estén equivocados
13/03 Fútbol a capela. Sobre aficionados deportivos, identidad nacional y por qué nunca más debería escribir de deportes. “La gente va a los campos a disfrutar, a desahogarse, a relajarse, a olvidar, a odiar, pero no a buscar ni facilitar equilibrios. Por eso los cánticos belgas eran fríos, sosos, sin alma. Y por eso el animador se dejaba la vida en la megafonía”.
06/03 Pascal en Meiser. Los belgas aceptaron hace tiempo que en algo tan serio y peligroso la lógica es irrelevante (algún día hablaré de la prioridad a la derecha) y fingir coherencia, una pérdida de tiempo.
01/03 Celdas contra el frío. Algunos alcaldes belgas han ordenado a la Policía arrestar a los sin techo que no quiersn ir por las buenas a n albergue. ¿Buena idea o puro oportunismo político y una gran campaña electoral gratuita? Si dependiera de ustedes, ¿qué harían? ¿Limitarían las libertades individuales por ‘el bien’ de los ciudadanos? Esto no es exactamente una columna de Patio Global. Es una pieza que llamamos La mirada del corresponsal, mucho más larga, pero encaja perfectamente aquí.
27/02 La libertad de los monstruos. “La sociedad es civil, pero sólo de vez en cuando. Porque aceptar que hasta los monstruos, y sobre todo los monstruos, tienen derechos, no casa bien con las entrañas. Porque Bélgica no ha perdonado ni se ha perdonado aún”.
20/02 Mezuzot y vigilias. “Hay un grave problema y mirar para otro lado durante años, porque van a por otros, ya sabemos lo bien que fue en Molenbeek·.
13/02 Hablamos diamante. “Amberes es desde hace cinco siglos el centro neurálgico del comercio mundial, con más de 1.500 joyerías donde antaño los talleres de alfarería imitaban la mayólica italiana. En un barrio de solo un kilómetro, bajo la mirada de 2.500 cámaras y de expertos flamencos, judíos, libaneses, armenios, jainistas y rusos se compra y vende el 40% del diamante industrial, en torno al 85% del diamante en bruto y el 50% del pulido de todo el mundo”.
06/02 La vida de Bo. “Los flamencos tienen mala prensa. Los que escriben y hablan sobre Bélgica para el exterior viven (casi) siempre en Bruselas, leen francés y sólo salen de la capital para enseñar Brujas a las visitas o para peregrinar a las guaridas de Puigdemont”.
30/01 Europa no existe. “Una mayor renta, unos impuestos y salarios más altos, una productividad disparada no llevan de la mano el bienestar, la eficiencia y las soluciones con que todo currito patrio sueña, al igual que una carrera no basta para tener un buen trabajo. Al descubrirlo, maduras. Al aceptarlo, creces, pero algo muere para siempre por dentro”.
23/01 La Forma A-38. “Cuando uno lleva el tiempo suficiente en Bruselasinterioriza que hay dos, y sólo dos, verdades absolutas sobre la lengua de Molière. La primera, que la frase más hermosa y esperada en una llamada no es Je t’aime, sino il ne s’agit pas d’un acte terroriste. La segunda, y contraria, es una palabra que hace estremecerse a adultos curtidos, provoca ansiedad, privación de sueño y genera las historias más increíbles y divertidas: commune”
«Sostiene Ivan Krastev, director del Centro de Estrategias Liberales de Sofía y uno de los analistas más eclécticos de la actualidad, que hay «tres versiones de Europa colapsando al mismo tiempo». La visión post-1945, la post-1968 y la surgida tras la Caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética. Todas ellas fundamentales, potentes, obsoletas».
En el periódico de hoy escirbo una larga reflexión sobre este nuevo verano de desasosiego en el continente, recurriendo a lo que el historiador Reinhart Koselleck definía como ‘Sattelzeit’, ese tiempo-bisagra entre un mundo por nacer y otro que va muriendo. Con una UE tocada, pero no hundida. Que se mueve zigzagueante, sin brújula, tras recibir todo tipo de golpes. Tiene una crisis existencial no resuelta tras el ‘Brexit’ y el auge de partidos populistas y euroescépticos, cuando no eurófobos. Tiene un serio problema de liderazgo, de perspectiva y de cortoplacismo. Y tiene además, e innegablemente, una lista de desafíos, problemas y enemigos, internos y externos, difícil de digerir.
«Ni El Grito de Munch, ni la Medusa de Caravaggio ni el Saturno devorador de Goya: la cara más desencajada de la historia la tuve delante, apenas a un metro de distancia, en Bruselas. Fue a mediados de 2015, en la cafetería de la Comisión Europea, cuando una banda de irresponsables intentó pedir tres cafés. Al mismo tiempo. Dos con leche y uno solo».
Frittes y dominatrix, mi columna de esta semana en El Mundo sobre salir a comer fuera en Bélgica.
Hace unas semanas Puigdemont ya no era candidato y sufría importantes presiones para que dejara de ser incluso diputado. Hoy, tras pasar 12 días en prisión, está en Berlín. Está lejos de su nuevo hogar y se enfrenta a la posibilidad de ser extraditado a España. Pero también ha llevado su causa al cuarto sistema judicial europeo. Ha logrado una victoria, ya veremos si pírrica. Y abierto más dudas en el continente.
En el periódico de hoy escribo sobre El resurgir europeo de Puigdemont y sobre cómo lo ven algunos en las instituciones europeas y las embajadas. Sigue habiendo apoyo a España, y se apela al imperio de la ley. Pero no sólo. Nadie comprende que no haya una vía política. A pesar de lo ocurrido.
«Hizo falta un extraño golpe de Estado y una reacción salvaje al mismo tiempo para que la UE reaccionara ante Turquía. Hizo falta que el Gobierno de Varsovia hiciera todo lo que estuvo en su mano para cargarse la independencia del poder judicial para que la UE reaccionara. Pero aunque Viktor Orban ha normalizado un discurso anti-inmigración y anti musulmán, ha guiado una cruzada contra medios, ONG y universidades y desafiado de todas las formas imaginables a sus socios, la UE, aún, no ha reaccionado».
Orban ha vuelto a ganar las elecciones. En el periódico de hoy analizo El silencio cómplice de Europa ante la deriva de quien hace un cuarto de siglo encarnaba las esperanzas liberales tras la caída del comunismo. Que su partido (a diferencia del Ley y Justicia polaco) forme parte del Partido Popular Europeo, explica mucho.