Empezamos por el final, de Chris Whitaker
El fin del amor. Una sociología de las relaciones negativas, de Eva Illouz
La promesa, de Damon Galgut
La colina de Watership, de Richard Adams
El plagio, de Daniel Jiménez
Quebrada, de Mariana Travacio
El gran teatro del mundo, de Phillip Blom
Buena suerte, de Nickolas Butler
En 2022
The Holy Roman Empire. A thousand years of Europe’s history, de Peter H. Wilson
Intimacies. A novel, de Katir Kitamura
Weird. Las personas más raras del mundo. Cómo occcidente llegó a ser prisoclógicamente peculiar y particularmente próspero, de Joseph Henrich
14 de abril, de Paco Cerdá
El roce del tiempo, de Martin Amis
Morir en primavera, de Ralf Rothmann
No hay tierra donde enterrarme, de María Bonete
Fake News. Cómo acabar con la política española, de Daniel Gascón
Meridiano de sangre, de Cormac McCarthy
L’Arminuta, de Donatella Di Petrantonio
La diagonal Alekhine, de Arthur Larrue
Hijo de Dios, de Comrac McCarthy
El cuaderno gris, de Josep Pla
Io sono Giorgia. Le mie radici, le mie idee, de Giorgia Meloni
Giorgia on my mind. La parole della leader della destra italiana, de Claudio Sabelli Fioretti
Gregario, de Charly Wegelius
La Europa negra, de Mark Mazower
El siglo soviético. Arqueología de un mundo perdido, de Kurt Schlogel
Notes on your sudden diseappearence, de Alison Espach
Otros mundos. Viaje por los ecosistemas extintos de la tierra, de Thomas HAlliday
How civil wars start. And how to stop them, de Barbara F. Walter
Ángulo de reposo, de Wallace Stegner
A sangre y fuego. De la guerra civil europea (1914-1945), de Enzo Traverso
La chica salvaje, de Delia Owens
Espartaco, el Pacificador, de Adrian Shubert
El Pentateuco de Isaac, de Angel Wegenstein
Invierno, de Ricky Bass
Vivir con nuestros muertos, de Delphine Horvilleur
The bomber mafia, de Malcolm Gladwell
Que nos juzguen los perros, si pueden, de Paul M. Marchand
Los abismos, de Pilar Quintana
La señora Potter no es exactamente Santa Claus, de Laura Fernández
Has China Won, de Kishore Mahbubani
Los peligros de la moralidad, de Pablo Malo
Tomás Nevinson, de Javier Marías
El Club de los desayunos filosóficos. Cuatro notables amigos que transformaron la ciencia y cambiaron el mundo, de Laura J. Snyder
La ciudad de las 100 torres, de Pablo Rupérez
Páradais, de Fernanda Melchor
La revolución imposible. Vida y muerte de Andreu Nin, de Andreu Navarra
El hombre de la bata roja, de Julian Barnes
La banda que escribía torcido. Una historia del nuevo Periodismo, de Marc Weingarten
La gente no existe, de Laura Ferrero
Yo serví al rey de Inglaterra, de Bohumil Hrabal
El baile de las locas, de Victoria Mas
The world for sale. Money, power and the traders who barter the earth’s resources, de Javier Blas y Jack Farchy
Encubierta. Mi vida al servicio de la CIA, de Amaryllis Fox
Un hombre llamado Ove, de Fredrik Backman
Dieci lezioni sui classici, de Piero Boitani
1914-1918, Putain de Guerre, de Tardi y Vervey
Dirt. Adventures in French cooking, de Bill Buford
La octava vida, de Nino Haratischwili
Los últimos balleneros, de Doug Bock Clark
Shenzhemn, de Guy Delisle
Last Kingdom. A Story of Russian Nationalism from Ivan the Great to Vladimir Putin, de Serhii Plokhi
El boxeador polaco, de Eduardo Halfon
El viento idiota, de Peter Kaldheim
La cittá del vivi, de Nicola Lagioia
Claus y Lucas, de Agota Kristof
Il treno deI bambini, de Viola Ardone
Grand hotel Europa, de Ilja Leonard Pfeijffer
Oligarchi. Come gli amici di Putin stanno comprando L’Italia, de Gianluca Paolucci y Jacopo Iacobini
Personagggi della Divina Commedia, de Carlo Ossola
Sola, de Carlota Gurt
Temporada de huracanes, de Fernanda Melchor
Los muertos y el periodista, de Óscar Martínez
El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince
Un tal Sr. Piekielny, de François-Henri Désérable
Palabra de director, de Pedro J Ramírez
Una historia política de la rueda, de Raphael Metz
Pura pasión, de Annie Ernaux
When Breath Becomes Air. What makes life worth living in the face of death?, de Paul Kalanithi
The Age of Unpeace. How Connectivity Causes Conflict, de Mark Leonard
El mudejarillo, de José Jiménez Lozano
Amarillo, de Félix Romeo
En 2021
Cuaderno de memorias coloniales, de Isabela Figueredo
Hermanito, de Ibrahima Balde y Amets Arzallus Antia
Las malas, de Camila Solsa Villada
Los días perfectos, de Jacobo Bergareche
Siempre quiero ser lo que no soy, de Aloma Rodríguez
Las dos caras del liberalismo, de John Gray
Diario de una soledad, de May Sarton
Un verdor terrible, de Benjamin Labatut
Empire of pain.The Secret History of the Sackler Dynast, de Patrick Radden Keefe
Agathe, de Anne Cathrine Bomann
La ciudad de la euforia. Una hipótesis de la mafia, de Rodrigo Terrasa
Un amor, de Sara Mesa
The Ethical Slut, de Janet W. Hardy y Dossie Easton
Mía es la venganza, de Marie Ndiaye
Facsímil, de Alejandro Zambra
Los chicos de la Nickel, de Colson Whitehead.
EEG, de Sada Dmdic
Memoria de la revolución, de Edgar Straehle
El arte de perder, de Alice Zeniter.
Europa, un salto a lo desconocido, de Victoria Martín de la Torre.
Dante, de Alessandro Barbero.
El compromiso de la fotografía, de Annay Surinyach y Juan Carlos Tomasi.
El rector de Justin, de Louis Auchincloss
Mantícora, de Robertson Davies
Buena mar, de Antonio Lucas.
Días de luz y de esplendor, de Jay McInerney
Tienes que mirar, de Anna Strobinets
Pensar España El torno al pensamiento español del siglo XX, de Juan Pablo Fusi.
Projections, a story of human emotions, de Karl Deisseroth
El misterio de la creación artística, de Stefan Zweig.
Los años extraordinarios, de Rodrigo Cortés
Cómo ganar el giro bebiendo sangre de buey, de Ander Izagirre.
El zapatero y su hija, de Conor O’Clery
Espía y traidor. La mayor historia de espionaje de la Guerra Fría, de Ben Macintyre.
Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez.
Estrategías de poder. China, EEUU y Europa en la era de la gran rivalidad, de Fidel Sendagorta.
Poeta chileno, de Alejandro Zambra
Leurs enfants apres eux, de Nicolas Mathieus.
Normas de cortesía, de Amor Towles
La casa eterna, de Yuri Slezkine.
El fuego de la libertad. El refugio de la filosofía en tiempos sombríos, de Wolfram Wilenberger.
Ruta de escape, de Philippe Sands.
Los buenos hijos, de Rosa Ribas.
Una familia en Bruselas, de Chantal Akerman.
Miss Marte, de Manuel Jabois.
En otro país, de David Constantine.
La cazadora de osos, de Karolina Ramquist.
Hamnet, de Maggie O’Farrell
Berta Isla, de Javier Marías.
El alma de los espías, de Pablo Zarrabeitia.
Una mujer inoportuna, de Dominick Dunne.
Cuando todo se derrumba, de Agus Morales y Anna Surinyach
Maus, de Art Spiegelma.
Todo esto existe, de Íñigo Redondo
Los asquerosos, de Santiago Lorenzo.
Carne y piedra, de Richard Sennett.
La invasión del pueblo del espíritu, de Juan Pablo Villalobos.
War. How conflict shaped us, de Margaret MacMillan
Todo en vano, de Walter Kempowski
1898. El fin del Imperio español, de Tomás Pérez Viejo.
Un espía entre amigos. La gran traición de Kim Philby, de Ben Macintyre.
No digas nada, de Patrick Raddn Keefe.
Ya sentarás cabeza, de Ignacio Peyró
El peón, de Paco Cerdá.
The Nine Lives of Pakistan, de Declan Walsh
El evangelio de las anguilas, de Patrik Sevensson.
Casas vacías, de Brenda Navarro
Madrid, 1921. Un dietario, de Josep Pla.
El ángulo ciego, de Luisa Etxenike
El mundo en vilo. La ilusión tras la gran Guerra, de Daniel Schönpflug
Feria, de Ana Iris Simón
Lily y el pulpo, de Steven Rowley.
Confusión de sentimientos. Apuntes personales del consejero privado R. v. D., de Stefan Zweig
¡Muy bien, Jeves!, de P.G. Wodehouse
El hijo del chófer, de Jordi Amat
EN 2020
Los héroes, de Thomas Carlyle
The Europeans, de Orlando Figes.
Los perdonados, de Lawrence Osborne
The Shape of the new. Four big ideas and how they made the modern world, de Scott l. Montgomery y Daniel Chirot.
Kitchen confidential. Adventures in the culinary underbelly, de Anthony Burdain
1947. El año en que todo empezó, de Eslisabeth Asbrink
Memorias de un historiador del Holocausto, de Raul Hilberg.
El viejo periodismo, de Martín Caparrós y Agus Morales.
La defensa, de Vladirmir Nabokov.
Feminismo vibrante. Si no hay placer, no es nuestra revolución, de Ana Requena Aguilar.
El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo, de Irene Vallejo.
Y la luna tocó el mar bajo Sevilla, de Juan González-Barba.
Una dacha en el Golfo, de Emilio Sánchez-Mediavilla.
Nieve negra. Dioses, héroes y bastardos del ajedrez, de Jorge Benitez.
Sueña, crece y hazlo, de Amleto Monacelli
Por qué el liberalismo funciona, de Deirdre Nansen McCloskey.
El rapto de Britney Spears, de Jean Rolin
La trampa del optimismo, de Ramón González Férriz
Bosquejo de Europa, de Salvador de Madariaga
Un hipster en la España vacía, de Daniel Gascón
Contra Florencia, de Mario Colleoni
Lectura fácil, de Cristina Morales
Canto yo y la montaña baila, de Irene Solá
Voraz, de Jeff Gordiner
Un caballero en Moscú, de Amor Towles.
Sueños y pesadillas del liberalismo en el sigo XX, de Emund Fawcett
Talking to strangers, de Malcolm Gladwell
The Vanquished. Why the First World Ward failed to end, de Robert Gerwarth.
Richard Holbrooke and the End of the American Century, de George Packer
Effi Briest, de Theodor Fontane
Crises of democracy, de Adam Przeworski
Por Europa, de Robert Schumann.
Memorias, de Jean Monnet.
The Light That Failed, de Ivan Krastev y Stephen Holmes.
El fantasma del rey Leopoldo, de Adam Hochschild
El hueco de las estrellas, de Joe Wilkins
A little life, de Hanya Yanagihara
Maybe you should talk to someone, de Lori Gottlieb
Un coro de almas, de Wanda Marasco
Niveles de vida, de Julian Barnes
La tribalización de Europa, de Marlene Wind
La extranjera, de Claudia Durastanti
Revolución, de Juan Francisco Ferré
Música en 1853. Biografía de un año, de Hugh Macdonald.
Nobleza de espíritu, una idea olvidada, de Rob Riemen.
Como siempre, lo de siempre, de Lucía Taboada.
Tiempo y poder, de Christopher Clark
Los amnésicos. Historia de una familia europea, de Géraldine Schwarz
Sobre el nacionalismo. Textos escogidos, de Isaiah Berlin
En el jardín del ogro, de Leila Slimani
El arte de llevar gabardina, de Sergi Pàmies
Le Consentement, de Vanessa Springora
La hija de la española, de Karina Sainz Borgo
Exhalation, de Ted Chiang
Historia del silencio, de Alain Corbin.
Notes from a small island, de Bill Bryson
En 2019
We, de Yevgeny Zamyatin
What is history, de E. H. Carr
Homo ludens, de Johan Huizinga.
Big Brother, de Lionel Shriver
Júbilo matinal, de P G Wodehouse.
Formas de estar lejos, de Edurne Portela
La niña del faro, de Jeanette Winterson
Gente normal, de Sally Rooney.
El proceso, de Franz Kafka.
Open, de Andre Agassi
L’artefice. Mario Draghi: La vera storia dell’uomo che ha salvato l’euro, de Jana Randow y Alessandro Speciale.
Los milagros de la vida, de Stephan Zweig.
El sombrero de Vermeer, de Timothy Brook.
El leviatán, de Joseph Roth.
Cox o el paso del tiempo, de Ransmayr,
La democracia es un tranvía, de Andrés Mourenza e Ilya U. Topper.
La casa de los 20.000 libros, de Sasha Abramsky.
Teoría King-Kong, de Virginia Despentes.
El fin del affaire, de Graham Greene.
Cara de pan, de Sara Mesa.
El camino hacia la no libertad, de Timothy Snyder.
De acuerdo, Jeeves, de P. G. Wodehouse.
Tiempo de magos. La gran década de la filosofía 1919-1929, de Wollfram Eilenberger.
M. Il figlio del secolo, de Antonio Scurati.
Logicomix, de Apostolos Doxiadis y Christos H. Papadimitriou.
Operación Dulce, de Ian McEwan.
Diario, de Hélène Berr.
Lo que no podemos saber, de Marcus du Sautoy.
Una lección olvidada, de Guillermo Altares.
La catedral y el niño, de Eduardo Blanco Amor.
Little Fires Everywhere, de Celeste Ng.
A finales de enero, de Javier Padilla.
L’altrui mestiere, de Primo Levi.
Stop-Time, de Frank Conroy.
The Last Bluff, de Eleni Varvitsioti y Viktoria Dendrinou.
Sérotonine, de Michel Houllebecq.
Días temibles, de A. M. Homes.
Después del invierno, de Guadalupe Nettel. Es una novela estupenda. Triste, bonita, interesante, estimulante. Sobre el amor, o más bien, sobre la construcción de las relaciones amorosas sobre cimientos débiles, enclenques. Entre Nueva York y París, con Claudio y con Cecilia. Dos personalidades opuestas, imposibles. Con sus fasntasmas, sus miedos, sus incapacidades. No es un libro que emocione, que despierte sentimientos escondidos, que haga llorar. Pero va poco a poco, capa a casa, abriendo puertas cerradas, retirando cortinas, tratando de llegar al núcleo. A la pregunta que todos nos hacemos todo el tiempo: ¿por qué no funciona?
Strange Rebels. 1979 and the birth of the 21st century, de Christian Caryl. Un año y cuatro escenarios y protagonistas: Margaret Thatcher, al revolución iraní, la elección de Juan Pablo II y la invasión rusa de Afganistán. Es bastante entretenrida, pero no especialmente original, profundo ni detallado. Hay cosas que claramente comprende mejor que otras, pero aun así es una aproximación interesante y bien escrita.
Alarums and Excursions, de Luuk Van Middelaar.
El paso hacia Europa, de Luuk van Middelaar.
Apegos feroces, de Vivian Gornick. Hay una ferocidad tremenda en las páginas del libro. De la autora y de todo lo que rodea a la autora, sobre todo su relación con su madre, que es el núcleo de todo. Una joven judía que se rebela de pequeña contra la autoridad y todo el mundo que representa su casa, pero que según pasan los años nota con insoportable pesar cómo va reproduciendo muchos de esos viciones que heredó, sobre todo emocionales. Me ha gustado mucho, su rebelión y la repetición de errores, cómo no soporta a su madre y no soporta estar lejos de ella. Su necesidad de ver mundo, libertad, de vivir como una hipie o ser corresponsal en el extranjero, para volver a casa una y otra vez.
La maleta, de Serguei Dovlátov. Leer a Dovlátov justo después de Foster Wallace fue un acierto absoluto. Qué señor tan simpático, qué humor tan estupendo. Un humor sencillo, básico, a veces esperpéntico. Un humor de rusos borrachos y hastiados, de desafío a la autoridad y exilio. De noches delirantes, redacciones periodísticas dignas de los hermanos Marx. De granujas, vagos, jetas y vividores. La gran pluma de la antitragedia allí donde la tragedia llegó a su máximo espledor diario. Y todo, como excusa para un esqueleto narrativo maravilloso. Tiene un punto que me ha recordado a Big Fish, la película de Tim Burton. Pues sólo al final del todo entiendes el título del libro y ves todas los puntos que se conectan y dan un sentido maravilloso (y triste) a lo que quiere contar. Marta Rebón, en este maravillo artículo (que acabo de leer, meses después del libro), lo sintetiza bien: el hombre que se llevó a Rusia en una maleta.
Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, de David Foster Wallace. Nada. Lo mejor que puedo decir del libro es que no es muy largo. Foster Wallace se sube a un crucero de una semana en Florida para hacer un reportaje. Le sale muy largo y lo convierte en libro. Hay alguna escena divertida, pero en ningún momento he descubierto dónde está esa genialidad y esa hilaridad que tantos amigos encuentran en este autor en concreto y en la obra en particular. Es obvio que sabe escribir, pero sin más.
Everything is obvious, de Duncan J. Watts. Llegué al libro por los elogios de gente muy respetable y respetada, pero meh. La tesis es formidable: todo es obvio… cuando ya conoces la respuesta. El libro trata de explica por qué no existe el sentido común y cómo nuestro cerebro es capaz de trazar en milésimas de segundo una explicación ‘obvia’ ante cualquier fenómeno. Si nos dicen que los jóvenes rurales son mejores militares que los de ciudad según un estudio, rápidamente encontraremos una explicación intuitiva y lógica. Si nos dicen que es al revés, haremos exactamente igual. Watts desmonta una y otra veces esa falsa ilusión de control, pero el libro tampoco me ha dicho mucho que no hubiera leído un millón de veces en otras partes. Y a ratos me resultó no muy bien escrito. Es correcto, pero sin más. No me ha emocionado, pero quizás lo leí poco despué sde Haidt y hay cosas que se repiten.
Vinieron como golondrinas, de William Maxwell. La muerte lo cambia todo. La vida, a veces, cambia mucho más. La gripe de 1919 se lleva aElizabeth Morrison,. y deja destrozados a Bunny, un niño de ocho años; su hermano Robert, de trece, y el padre de ambos, James Morison. Vinieron como golondrinas no es una historia dramática, ni de superación. Leerla es como estar viendo una escena de hace un siglo sin sonido. Aprendiendo a sentir como los protagonistas, sin fijarse tanto en lo que dicen sino en cómo observan, cómo perciben, cada uno a su manera, el cambio. En ellos, en lo que les rodea y en quienes les acompañan. Los que abren los ojos y los que querrían dejarlos perpetuamente cerrados. Es una descripción dulce, a cámara lenta por momentos, de quienes no acaban de comprender lo que ha sucedido o lo que implica y se esfuerzan en parecer listos. En vano.
El niño perdido, de Thomas Wolfe. Si algo rodea, atormenta, a Thomas Wolfe es el tiempo. El paso del tiempo. Cómo arrasa con los recuerdos, con memorias, con ideas y sentimientos. En el niño perdido aborda la muerte por Tifus de su hermano Grover. Fue en St Louis, en 1904, cuando tenía 12 años. Y es algo que siempre estuvo ahí, haciendo daño. Wolfe, maestro del tiempo, evoca, pincela, describe, distorsiona, lo que fue, lo que sintieron, lo que todavía siente. Hay pena y melancolía, pero también mucha sorpresa. Es un texto realmente bonito.
La mente de los justos, de Jonathan Haidt. Es un ensayo buenísimo, magnífico. Unabofetada detrás de otra para comprender la polarización, los prejuicios, los engaños y los autoengaños. Una disección cuidadanos de los conflictos morales que hacen de cortina y nos impiden ver lo que tenemos delante. Haidt tira de neurociencia, genética, la psicología social o los procesos evolutivos para llevarnos, cual Virgilio, por un camino que sólo conduce a algún lugar si abrimos mucho el enfoque y bajamos las barreras. Muy recomendable.
Cárdeno adorno, de Katharina Winkler. Flitz nació entre animales. Los de verdad y los que se comportan, con ella y entre ellos, como tales. Su vida es una sucesión de miedos e ilusiones, de fogonazos en medio de la oscuridad. Huye de la tiranía del padre para caer en otra peor e incluso más violenta. Llena de golpes, injusticias, arbitrariedades, humillaciones y abusos. Su cuerpo acaba siendo un lienzo para los moratones. Basada en una historia real, en tantísimas historiales reales,. no ha logrado sin embargo que me meta. Sí en la historia, no en el dolor de su protagonista.
Los sueños de Einstein, de Alan Lightman. Una joya, una pequeña maravilla. Delicioso, original, crativo, inesperado. Me ha fascinado. Un experimento originalísimo, de hace 25 años, que no entiendo cómo no conocía. Bellísimo. Un viaje de la mano de los sueños de Einstein, una ficción en la que cada noche imagina un mundo difernte (hasta 30!) y en los que el tiempo se rige de maneras diferentes. «En un mundo, el tiempo se congela en el momento en el que somos más felices, en otro, el tiempo transcurre hacia atrás o bien avanza más rápido en un barrio que en otro. Sueña también qué sucedería si conociéramos el fin del mundo de antemano, si no tuviéramos recuerdos o si no tuviéramos futuro». Lo disfruté como un niño pequeño.
Los náufragos del Batavia. Anatomía de una masacre, de Simon Leys. Meh, ni fu ni fa. Ha tenido mucho éxito y tiene muchos fans, pero no acabo de verle la gracia. Es un divertimento del autor, sin mucho trabajo, resumiendo el trabajo de otros. Ficcionando lo que debió de ser. La historia es espectacular, brutal. Lo tiene todo: 1629, códigos de honor, exploración, barcos, lugares remotos, naugrafios, jerarquía, demencia, violencia, justicia. Pero vamos, ni fu ni fa.
El sermón del fuego, de Jamie Quatro. No es un libro fácil, ni en estructura, ni en el orden, pero me ha gustado. Son las preguntas de siempre en el formato de siempre: matrimonio, aburrimiento, novedad, sorpresa, estabilidad, pasión, descubrimiento, fuego, duda, remordimiento. Una historia a lo largo del tiempo, con la explosividad de la intelectualidad y el patetismo del apaño logístico a lo largo de años y años. En el fondo, la cuestión, la única cuestión: libertad. Frente a convenciones, frente a tópicos, frente a los miedos. Frente a nosotros mismos.
¿Está bien pegar a un nazi?, de Jaime Rubio Hancock. Los lectores de este blog ya saben que tengo especial debilidad por Jaime y por sus anteriores libros. Éste es diferente. No es novela, no es relato, es un extraño y divertido repaso de no ficción a los dilemas éticos del día a día. Literalmente, lo plantea enumerando los muchos desafíos a los que nos encontramos desde que salimos de casa y dudamos si coger transporte público o el coche hasta si, como dice el título, está bien pegar a un nazi, explorando los límites de la tolerancia. No se dejen engañar por los chistes o el perfil del autor: es la única persona del mundo que ha leído (y entendido) a Sloterdijk y Parfit y aun así es capaz de recitar las mejores citas de Homer Simpson y el Señor Burns.
La verdad de la tribu, de Ricardo Dudda. Buenísimo, buenísimo de verdad. Bien escrito, con ritmo y una barbaridad de referencias (y no sobra ninguna). Delegaría en Ricardo Dudda mi voto si hubiera un referéndum sobre cualquiera de los asunto que aborda el libro. Cómprenlo ya porque, de verdad, no cae en lugares comunes ni es un pastiche de obviedades. Hay historia, hay filosofía, hay sociología y hay política. Muy fresco y muy práctico si necesitan armadura o un marco sobre el que construir un discurso en estos tiempos movidos.
Demasiada felicidad, de Alice Munro. Hay algo diferente e inquietante en el universo de Munro. En este libro de cuentos, hay dos grandes particularidades quizás que la separan de otros muchos (buenos) autores. La primera, no sé si menor, es que todos sus personajes son mayores. No adultos, sino jubilados o gente en los últimos años de sus carreras. No hay jóvenes (salvo en los recuerdos), y hace que se aborden inquietudes, ritmos vitales, intereses y experiencias que a menudo son únicamente parte secundaria. Además son gente completamente normal, vidas corrientes, pura clase media, sin adornos, sin cualidades excepcionales. Al revés. La segunda, que sus tramas dan constantemente giros impreisibles. Arranca un cuento y cuando crees que va por un lado, y va bien, gira 90 grados y acaba en un punto del todo imprevisible. Un realismo doméstico, adaptado, brutalmente cercano, que transmite emociones alejando el foco del de los propios personajes. Lo inquietante es que termino el libro convencido de que Munro es una asesina, sin ningún tipo de remordimiendo, y que a lo largo de sus páginas nos está contando qué hizo, cómo lo hizo y lo divertido que le parece cuarenta años después.
Sigo aquí, de Maggie O’Farrell. Qué barbaridad el talento de esta mujer. En novelas o en relatos desborda literatura, potencia. Literalmente, las página a veces no son capaces de contenerla, desborda. Hay algunos de los cuentos o relatos de este libro (Abdomen- Recién nacida -Pulmones) de verdad extraordinarios, de los que hay que leer dos veces seguidas para regordearse. Todos giran al rededor de experiencias cercanas a la muerte, de una forma u otra. De la autora, su familia, sus seres cercanos. Se desnuda de manera increíble, sincera, valiente. Completamente rendido, una de mis escritoras favoritas de la actualidad, sino la que más.
Potosí, de Ander Izagirre. Izagirre es, probablemente, el mejor narrador que tenemos entre los periodistas españoles. Todo lo que escribe (sea de ciclismo, de fútbol, o reportajes) es oro, una maravilla del lenguaje, el ritmo y la técnica. Escribe sin prisa, como si usara una cámara capaz de registrar muchos más fotogramas que cualquiera de nosotros. Su mirada capta lo que al resto se le escapa y tiene un talento descomunal para explicarlo, para fijarse en los detalles y para acercar cada persona al lector, haciendo que forme inmediatamente parte de su vida. Formando parte él mismo de la historia, pero con un respeto exquisito,
Emilia Pardo Bazán, de Isabel Burdiel. Esta biografía está realmente bien. Me ha gustado realmente bastante. Hay partes, como las primeras 150 páginas, magníficas. Te haces muy bien a la idea de quién fue, sus orígenes, sus amistades y su visión política.El peso de esa familiar tan peculiar que tuvo, de sus padres, influencias importantes pero tan dispares. Acompaña durante el progresivo descrubrimiento de su talento, sus primeros eecritos, la novela, su lucha con el naturalismo. Sus relaciones con otros escritores, su tensa ambiguedad con los conservadores, los más afines ideológicamente pero quizás por eso mismo sus críticos más fieros. Su independencia, su fortuna. ,su amor extraño con Galdós. Una mujer con una historia increíble y un papel importante en unas décadas fascinantes de la historia española. Logra no aburrir, que no le sobren demasiadas páginas (aunque algunas sí, diría) y que sitúes razonablemente bien el Madrid y la Galicia de la época. Muy recomendable.
España. Una historia global, de Luis Martínez Montes. Luis Martínez Montes es un gran diplomático, un buen escrito y un hombre de una cultura, erudición y conversación fantástica. En España. Una historia global el autor salda una cuenta pendiente, consigo mismo y con su admirado Kenneth Clark. En su célebre Civilización, Clarck menosprecia, ignora, obvia a España y su pasado. Cree, con tantos otros, que España desapareció en el siglo XVI y nada hizo por contribuir a lo que rimbomantemente denominó civilización. El libro, un ensayo ameno, trabajado y completo, desmonta paso a paso ese falso mito. No hay ira, ni rabia. No es un trabajo siquiera de defensa, sino de perspectiva. No regaña a Clarck, sino que trata de hacerle ver por qué se equivoca y es injusto. Desde una óptica muy personal, de un enorme conocedor de la historia y la cultura de la peníncula Ibérica y los territorios de Ultramar. Desde los romanos y los godos hasta Picasso, pasando uno por uno por las figuras políticas y militares, los escritores y los pintores (su interés por el tema aparece una y otra vez). Y yo, viajando de su mano, lo he disfrutado mucho.
El candelabro enterrado, de Stefan Zweig. A estas alturas es francamente difícil que algo de Zweig no me guste, pero también es complicado que algo de Zweig me sorprenda. Y esto lo ha hecho. Es de sus novelas cortas quizás la que más he disfrutado en los últimos años. La más diferente, en términos de ambientación. Se sale de su ambiente cómodo, del mundo que mejor conoce, y se va a Roma y Bizancio. Y el experimento es extraordinario. Un inmenso poder de narranción, para transmitir la presión eterna sobre los hombros de un hombre y de su pueblo. La determinación, la misión, la paciencia. Y la desesperación, cómo en un abrir y cerrar de ojos un héroe se transforma en villano entre los suyos. Fantástica.
How Change Happens, de Cass R. Sunstein. Sunstein es un tipo interesantísimo que aborda temas interesantísimos y apunta a debates interesantísimos, pero que escribe de una forma aburrida, farragosa y ofensivamente antiinteresante. Este libro, puro behavioral, es un gran ejemplo. El tema no puede molar más: cambio social y cómo se produce. Enfocado en los conceptos de nudge y cascadas, sobre cómo las normas (su origen y su resistencia) definen lo que nos rodea. Pero el resultado para mí es repetitivo, poco atractivo y a ratos irritante.
Anti pluralism. The Populist Threat to Liberal Democracy, de Willliam A. Galston. Galston, ex asesor de Bill Clinton, disecciona el populismo como reacción a una batería de políticas obsoletas, a líderes incapaces de traducir el triunfalismo de 1989 en una base estable y los desafíos que han aupado a líderes, partidos, presidentes iliberales en EEUU y Europa. Su respuesta no es milagrosa: un crecimiento económico más sólido, más estable y más inclusivo. Y abordar de cara la fractura social y la ansiedad demográfica, que aunque se sostenga muchas veces en cifras falsas es absolutamente real. No me ha gustado especialmente, no muy profundo ni revelador.
El cielo según Google, de Marta Carnicero. Me ha gustado muchísimo. Triste y dolorosamente cercano. Sobre relaciones, distancia crecientes y rutinas, de matrimonios, de amantes, de madres e hijas. Un tratado fresco sobre la modernidad, la resignación, nuestra cobardía y la soledad. Sobre miedos constantes e impotencia. Sobre mentiras y representaciones, y la cosmovisión que levantamos para seguir adelante a diario. Una novela de errores y sobre todo de falta de soluciones. Una crítica, sin lecciones morales, al comportamiento de una generación que repite e incluso empeora los mismos errores que la de sus padres, pero todavía con más impotencia y menos herramientas que ellos.
El País donde florence el limonero. La historia de Italia y sus cítricos, de Helena Attlee. Este ensayo es una joya, una abasoluta maravilla para los sentidos. Un recorrido que apela a la vista y el olfato, un repaso histórico, gastronómico, religioso, cultural a través de las infinitas variedades de cítricos. Un paseo por jardines, campos y palacios con los que se aprende muchisimo del país, sus tradiciones ys us recetas. Usa lo que cultivamos y lo que comemos para ayudar a descifrar quiénes somos y quiénes fuimos, con una erudición cercana y amable. Un libro de viajes, de sociología, de los más sorprendentes de los últimos años.
El río de la conciencia, de Oliver Sacks. «Socavar las propias creencias y teorías puede ser un proceso muy doloroso e incluso aterrador, pues nuestras vidas mentales se sustentan, de manera consciente o inconsciente, en teorías a veces investidas con la fuerza de la ideología o la delusión». La obra póstuma de Sacks no tiene el componente único de sus memorias, la sorpresa de Despertares y la brillatez de El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, pero es puro Sacks en cada página, en cada tema y en acda enfoque. Un compendio de sabiduría, conocimiento, multidisciplina y don para la escritura. Sensibilidad en estado puro y pasión por el cerebro, la memoria y el sufrimiento, sus grandes obsesiones profesionales y personales durante su vida.
El director, de David Jiménez. No podía no leer este libro, supongo. O si podía pero quién puede resistirse a un ensayo sobre el lugar donde trabajas y siempre has trabajado. He leído muchísimos tuits sobre el libro y unas cuantas reseñas. En los primeros hay de todo, en lo segundo, bastante unanimidad: no sale muy bien parado. El autor. A mí me evoca las memorias de Varoufakis sobre sus seis meses de ministro. Muy bien escrito, con ritmo y de lectura veloz. Hay una parte de crítica al sistema válida y en muchas cosas cierta y justa, aunque no fuera ningún secreto. La parte de la gestión, me temo, le deja bastante peor parado de lo que cree. Sospecho que ninguno de los dos entendió muy bien cuál era exactamente la naturaleza, la importancia y la dificultad de su trabajo, ni cuando llegaron ni quizás cuando se fueron.
La capital, de Robert Menasse. Bruselas no tiene quien le escriba. De Londres, París o Roma lo sabemos todo porque hay películas que las inmortalizan, extraordinarias novelas, fotos legendarias. Pero de Bruselas no. Hasta las grandes plumas, como Amélie Nothomb, se han convertido en estrellas describiendo locuras distantes y exóticas. Robert Menasse, en La Capital, hace un intento encomiable de mezclarlo todo. Ha tenido éxito, porque hablar de Direcciones Generales y promociones en la Comisión es porno duro para la burbuja europea, pero el balance literario es irregular. La obra sí capta en cambio muy bien, demasiado, ese aire triste de Bruselas y la forma de funcionar y de pensar de los organismos comunitarios. Es una historia coral, media docena de protagonistas cuyas vidas giran en torno a la ciudad, las instituciones y el futuro del continente. Se acercan, se rozan pero no acaban de coincidir. No está mal, creo, pero por alguna razón (¿quizás por la cercanóa?) no logro nunca entrar del todo, ni en la trama ni en las descripciones.
Lluvia fina, de Luis Landero. «Ella carecía de imaginación, y cuando no se tiene no se puede amar de verdad, porque el amor es casi todo imaginación”. Landero tiene una escritura bellísima y hay un talento descomunal. Las páginas más duras del libro, en las que describe las cosas más horribles y perturbadoras de la trama, son quizás las que t ienen una prosa más increí le, visual, un derroche técnico impresionante. Una historia de familia, de silencios, de secretos, de memorias incrustadas, de un pasado que no sólo marca sino que impide a todos vivir el presente. Una acumulación de quejas, desgracias, lamentos y egoismos que conducen a la destrucción de todo lo que es querido.
Compañía K, de William March. Magnífico. Publicado en 1933 sobre los recuerdos del autor en la Gran Guerra. Tardó dos décadas en digerir lo suficiente para escribir y varias más para seguir viviendo. Simple, directo, sin adornos ni florituras. Logra exactamente transmitir lo que busca. El horror de la guerra, el frío, el hambre, los miedos. La soledad del soldado y el vacío del que vuelve. El egoísmo más repugnante y la generosidad última. Los límites de la cordura y las fronteras de la resistencia. Criminales y héroes. Sin épica, con barro.
La vraie vie, de Adeline Dieudonné. Uno de los grandes éxitos del año en el mundo francófono y con razón. Me ha gustado muchísimo, una historia dura, inteligente, muy cercana pese a lo extremo del entorno que narra. Y qué enormes construcción la de los personajes: un padre maltratador, una madre sumisa, aterrorizada y anulada para sobrevivir. Una hija extraordinariamente inteligente y sensible y un hermano psicópata. Más que recomendable.
Bottoms Up in Belgium: Seeking the High Points of the Low Land, de Alex Le Sueur. Un tipo se casa con una flamenca y cuenta cómo es Bélgica, en teoría con mucha gracia. No me ha gustado. Es una especie de Bélgica para dummies pero con muy muy poquito de interés. Hubierámos ganado todos si se hubiera dedicado más a contar las competiciones de aves en Flandes que a capítulo sobre la UE y tal. No se molesten.
Under the Wire. Marie Colvin’s Final Assigment, de Paul Conroy. El autor, fotógrafo, era el compañero de batallas, literalmente, de Colvin, una de las reporteras de guerra más prestigiosas y reconocidas. Ella murió, junto a Remi Ochlik en Siria, en 2012. Estaban en Homs informando sobre las atrocidades de la guerra cuando un proyectil del ejército destrozó el centro de prensa en el que trabajan. El libro cuenta la última misión de Colvin, veteranísima corresponsal. Sus ñultimos años en Libia y Siria, el viaje paso a paso junto a Conroy, que resultó gravemente herido en el mismo ataque. No es el mejor libro del género, hay omisiones extrañas en la narración y algunos errores inexplicables (como calificar de fotógrafo a Javier Espinosa, que estaba en el mismo edificio y salió ileso por los pelos). Conroy asume un papel bastante protagonista, pero el texto se lee muy bien, rápido y transmite más la presión y el miedo previo a la desgracia que la angustia posterior.
Atlante delle micronazini, de Graziano Graziani. Esto es un libro muy curioso. Una pequeña enciclopedia, relatos muy cortitos (de pocas páginas en la mayoría de casos) sonre micronaciones, microestados, islas de fantasía. Son casos reales, por extraños que parezca, de exploradores, visionarios y artistas. Delirioso, la mayoría de las veces inocentes, de quienes proclamaron la secesión, la independencia e incluso un imperio dentro de EEUU. Es la adaptación de una idea radiofónica, y se nota. Leídos seguidos acaban cansando, pues la fórmula (las motivaciones, las palabras) acaban siendo muy repetitivas. Pero se aprenden un montón de cosas.
Guerra y trementina, de Stefan Hertmans. El libro, un ensayo novelado o una novela en foma de ensayo, ha tenido unas críticas extraordinarias en todo el mundo. Y aunque es verdad que está bien, que la historia es fantástica y el punto de partida (los diarios de un pariente), perfecto, yo no he logrado entrar del todo en ningún momento. Quizás es cosa mía, no del autor o de la prosa. Es la historia de finales del XIX y principios del XX en Flandes. Varias generaciones canalizadas a través de los acuerdos del abuelo Urbain. Una familia sin mucha suerte, con la pintura en el centro siempre. Una historia de amores y de aprecios, de dramas, guerras y tintes. De pobreza, hambre, trincheras y frío.
Into the hands of the Soldiers. FreedoM and Chaos in Egypt and the Middle East, de David K. Kirkpatrick. No hay corresponsal gordo de The New York Times que sea malo escribiendo. Los hay mejores, peores, pero todos saben cómo contar una historia, un país. Cómo mezclar información política, anécdotas, vivencias personales, dramas. Dicho eso, no estamos ante un libro especialmente logrado. Cuando la historia reciente de Egipto, desde las revoluciones que llevaron a la caída de Mubarak hasta el ascenso de Al Sisi, con el interregno fracasado de Morsi y los Hermanos Musulmanes. No engancha, no fascina, no deslumbra, que es lo que uno le pide al bureau chieg en El Cairo del principal periódico del planeta. Se aprenden algunas cosas, pero deleite periodístico o narrativo me temo que no.
Una historia de amor y oscuridad, de Amos Oz. De pequeño, Amos no quería ser escritor, ni siquiera lector aunque estaba todo el día pegado a las páginas. Él quería ser libro. Uno de los miles que aborrotaban las paredes y los pasillos de su diminuto apartamento familiar. Oz escribe con un talento extraordinario, una prosa limpia, rítmica, elegante. cercana, que nunca cansa, aburre o satura. Hay parets enteras de su infancia que me han resultado indiferentes, hasta aburridas. Pero aunque sólo fuera por el principio y el final, merecería la pena.
His favorites, de Kate Walbert. No me ha gustado nada. Dos tragedias, de inicio y de fondo, dan forma a la historia de una quinceañera. Un accidente con dos amigas mientras están borrachas y lo que le ocurre en la nueva escuela a la que se va interna. Muy simple y simplista. Nada a destacar ni el estilo, el lenguaje o algo concreto. Tengo que ver de dónde saqué la recomendación y actuar en consecuencia.
Los 16 árboles del Somme, de Lars Mytting. Muy entretenido. Una trama bien trenzada a lo largo del tiempo y el espacio. Con un nivel de mimo y precisión en los detalles espectacular. Una novela que se lee del tirón y se disfruta, acercándote al día a día de una granja noruega perdida en mitad de la nada y a un misterio familiar que se remonta generaciones. Los diálogos, el lenguaje y los personajes, muchos peldaños por debajo de la historia
Comimos y bebimos, de Ignacio Peyró. Es una maravilla. Una gozada. Un lenguaje rico, erudito, fresco. Una alegría contagiosa. Literatura de garbancismo, colmado y mantequerías. Dice mi añorado Borja Martínez en la fala del libro que Peyró, y es verdad. Es un estilo propio que recuerda al de hace un siglo, con casi todo lo bueno y prácticamente nada de lo malo. Transmite una pasión, un amor enorme no sólo por la comida, la bebida o los puros (hasta eso se le perdona), sino por el ritual, la compañía, la calma. El almuerzo como acto social, familiar y de expresión máxima de la amistad. Creo que nunca había tantas ganas de no ser abstemio. O de que me gustaran los arenques y la casquería. Más que recomendable.
No, mamá, no, de Verity Bargate. Qué barbaridad de libro. Desgarrador, dolorosísimo, magnífico. Una puñalada detrás de otra. Una disección milimétrica de la angustia, de cómo quedar muerto por dentro. Una madre regresa a casa del hospital tras dar a luz a su segundo hijo, y desde la primera página queda claro que algo se ha roto ya en ella. En su cabeza, su cuerpo, en su matrimonio con un gilipollas despreciable. Más que recomendable.
La maternidad en los textos cristianos gnósticos, de Saray García. Una monografía muy especializada de un tema del que no tenía (aunque os sorprenda) la menor idea. Es para muy cafeteros, pero aprendes un montón de cosas y te dan ganas de aprender aún más.
Sabrina, de Nick Drnaso. Una novela gráfica dura, triste. Es bastante desoladora la forma en que dibuja, escribe. En el ritmo lento, apagado, en las vidas sin luz de todos los protagonistas. La historia, la escritura, tiene una frialdad brutal, deliberada, desapasionada. No hay ilusión por ninguna parte. No hay expresividad en las caras, y hay páginas y páginas sin palabras siquiera. Una crítica demoledora de una sociedad solitaria en la que las personas buscan refugio, notoriedad, consuelo, con lo que tienen a mano. Y no funciona demasiado bien.
Y ahora lo importante, de Beatriz Navas Valdés. Me pasé esos años (principios de los 90) yendo del colegio al campo de fútbol y de la piscina a la pista de tenis. En bicicleta o patines. Me perdí claramente un mundo paralelo en el que Beatriz Navas, a los 14 años, tenía una vida llena de fiestas, entradas, salidas, independencia, dinero, amigas, parejas efímeras y viajes. Son los diarios, retocados, de una adolescente en 1992. Y sólo por eso, y los titulares de prensa que abren o cierran cada entrada, casi merecería le pena leerlo.
Unthinkable: An Extraordinary Journey Through the World’s Strangest Brains, de Helen Thomson. Psa. Hay que partir de que escribir sobre el cerebro, sobre cerebros extraños, después de Oliver Sacks es tarea imposible. Intentar estar a su altura es complicadísimo, y Thomson, aún en un estilo mucho más periodístico que literario, no lo consigue. La autora, reportera, nos cuenta casos poco habituales a los que ha seguido la pista por todo el mundo. Diría que entretenido y llamativo (y ojo al caso de un periodista español que sale en uno de los capítulos), pero tampoco mucho más allá.
LIBROS LEÍDOS EN 2018
Cómo mueren las democracias, de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt. Las democracias no mueren a manos de hombres armados. Ya no. Hoy caen de una forma menos dramática pero igualmente destructiva. Poco a poco, destrozando una a una todas las instituciones. Con el respaldo, el apoyo y a veces el fervor de la ciudadanía. Eliminando sistemáticamente los pesos y contrapesos, los guardaráiles institucionales. Convirtiendo en normal y aceptable lo que antes era impensable. Con Cómo mueren las democracias, sin embargo, me pasa un poco como con Camino de servidumbre, de Hayek. Un título extraordinario, unas ideas que comparto y respeto. Pero un desarrollo francamente mejorable. En el caso del austriaco nunca me convenció la prosa. Aquí, más bien, la forma. Es un libro con algunas lagunas y, si se me permite, bastante simple. Para un público, quizás, amplio, que no sigue la actualidad muy de cerca o que no tiene referencias de lo que ocurre fuera de EEUU. Pero un libro que, en el fondo, lleva razón y es oportuno. Un poco de polarización está bien. Pero si no estamos vigilantes (y hace tiempo que nos descuidamos), nos seremos capaces de reaccionar cuango haga falta.
Por el camino de Richter, de Yuri Borísov. Sviatoslav Richter fue uno de los pianistas más virtuosos del siglo XX. Youtube está lleno de interpretaciones colosales. EnPor el camino de Richter, Yuri Borísov, hijo de un célebre actor del círculo del músico, hace una narración muy peculiar del genio ruso. Es un libro diferente, sin preguntas, sin pausas. Son todo frases, párrafos, páginas y páginas como si escucháramos miles de horas de entrevistas, o tuviéramos una cámara que hubiera seguido a Richter durante décadas. Es complicado a veces, pero se aprecia la singularidad, la mezcla de literatura, pintura y música. Cómo todas son inseperables. Igual que no se puede entender el arte sin la religión, no se puede entender la música sin los libros y los dibujos. Richter lo sabía y a través de sus palabras entendemos las conexiones, los hilos invisibles. Las ideas y la cultura que brota incluso bajo el martillo dictatorial.
Historias de una becarria incorrecta, de @becaria_. La becaria no es incorrecta, aunque así se presente. Es lenguaraz, provocadora, cínica y una convaleciente sentimental. También divertida, directa y capaz de decir y hacer lo que muchos no nos atrevemos ni en sueños. Un libro lleno de jefes inútiles, amantes bastante deceentes, frikis con mucha suerte y hasta un sereno.
Como si todo hubiera pasado de Iban Zaldua. Está realmente bien. Un libro de cuentos y relatos sobre «la cosa», sobre ETA, el terrorismo, la violencia, la tortura, el dolor, la fractura. Lleno de grises, de matices, de ángulos y de visiones. Con un enfoque valiente y contemporáneo. Son historias republicadas, pero escritas en el momento.Algunos sin más, los últimos cuentos, con toque futurista o de ciencia ficción, no me interesaron lo más mínimo. Pero hay algunos fantásticos . “Lo único que cambia”, ‘Zambullirte’ y ‘El plazo’ son buenísimos. ‘Célula durmiente’, hilarante. Merece la pena.
El amor del revés, de Luisgé Martín. Siento un respeto auténtico y creciente por quienes se desnudan, sea ficción, no, o algo entre medias. Para quienes abren su corazón, su cabeza o sus vidas. Y Luisgé Martin, en El amor del revés, hace las tres cosas. Me gustó gustado bastante (mucho el primer tercio, menos el resto). A pesar de un par de detalles que causan estupor, indignación y rabia (cómo el amigo pederasta al que no censura ni un poco o esos episodios de acoso). Las primeras 90 páginas se deberías leer y enseñar en alguna facultad, pero no tengo muy claro en cuál. Me gusta la idea de que «aprender a amar es aprender a nombrar». O la idea de que “El corazón humano es como la fruta: tiene que madurar al sol y ser cortada a tiempo, porque si se cría en la oscuridad, en un huerto cerrado donde no da el aire, y se arranca del árbol muy temprano o se deja pudrir en la rama, ya no vale”. El descubrimiento es fascinante y muy, muy bien contado y analizado. Luego se pierde un pco en una sucesión casi cronológica de desfase y parejas que me resulta mucho menos estimulante.
Todo lo que no conté, de Celeste Ng. Una novela, buenísima y dolorosa. Qué triste, y qué bueno. Cada vez me llegan más las historias sobre distancias inapreciables, los códigos rotos, las conversaciones imposibles. Sobre todo lo que (nos) pasa y somos incapaces de decir y de ver. Lo simple convertido en un muro que crece día a día. Celeste Ng tiene un talento desbordante para transmitirlo a todos los niveles. Entre el matrimonio, entre padres e hijos, entre hermanos, entre amigos, entre vecinos, entre razasy hasta entre aparentes enemigos. Todos ellos, en algún momento, son capaces de detectar increíblres sutilezas en la vida, el comportamiento y el caracter de sus seres más cercanos. Pero son incapaces de ver lo que tienen delante, de pensar con claridad, de evitar cometer los errores más estúpidos y graves. Son, sobr todo, incapaces de decir y de aceptar la verdad.
Marc Bloch. Una vida para la historia, de Carole Fink. Llevaba años con ganas de leer la biografía de Marc Bloch, uno de los historiadores más interesantes del siglo pasado. No es de mis favoritos, por estilo y temática, pero seguramente sí uno de los más agudos y capaces. El libro, sin embargo, me ha decepcionado. No es lo que buscaba. No hay nada de su infancia y juventud, de sus intereses, de sus lecturas, de sus pasiones. No hay, apenas, influjos intelectuales, ideas. Hay mucho de su vida adulta, de la parte que menos me puede interesar en sus luchas académicas o por entrar en la Academia. Hay algunos detalles útiles de sus años finales, de la época de la Resistencia, su captura y ejeción por los nazis. Pero te deja con un regusto más que amargo.
Brat Farrar, de Josephine Tey. Sinceramente, no tengo ni idea de por qué este libro, de hace un siglo, ha llegado a mí. Lo vi en algún lado recomendado y no soy capaz de recordar. Es una historia sencilla, en un ambiente sencillo (esa campaia británica rica de Wodehouse y ssus amigos). Un crimen, un reencuentro, una mentira. Algunos valores. Simpática, pero sin más.
Sing, unburiend, sing, de Jesmyn Ward. Buenísimo. Espectacular novela. Bellísimo en la tristeza, demoledor en la crónica. Siglos de humillaciones, derrotas y fracaso en la piel de los protagonistas. Raza, división y pobreza en un país herido. Un talento descomunal para relatar la degradación, la impotencia (o más incluso, la derrota interiorizada hasta el punto no de saber que existe siquiera el derecho a luchar o protestar). El dolor de la abuela, la entereza del abuelo, la inteligencia de los hijos. La rabia por la madre y el padre, tan deprimentes e incapaces de asumir las consecuencias de sus actos. Drogas, cárcel, Mississippi. Brillantísima.
Diario de un librero, de Shaun Bythell. El autor es librero, escocés y bastante cretino, y no forzosamente por ese orden. En Diario de un librero nos presenta un diario francamente bueno para dos cosas: renunciar inmediatamente al sueño de comprar una librería y convencernos de que es una de las personas más antipáticas de Reino Unido. La idea está muy bien, y a pesar de los cascarrabias que resulta con los clientes (no con sus amigos, en general), hay cierta ternura. Amor por los libros, no demasiado, la verdad. Al principio está bien, pero al final se me hizo pesado.
After Europe, de Ivan Krastev. Krastev es ahora mismo el analista más interesante para intentar comprender Europa y sus problemas. El profesor búlgaro ha logrado una combinación casi perfecta de sabiduría, historia y presente. Con una crítica feroz, algunas recetas y una capacidad extraordinaria de simplificar lo complejo y ver lo infinitamente complicado en lo que aparentemente es obvio. Escribí esto inspirado en sus ideas y el material interesantísimo del libro lo he usado en muchas charlas y tertulias. Leed todo lo que os caiga en las manos, antes de que pierda en toque.
La España de Abel, editado por Juan Claudio de Ramón y Aurora Nacarino. La España de Abel es la de mi generación, la de mis amigos. Son «40 jóvenes españoles contra el cainismo en el 40 aniversario de la Constitución Española», 40 voces cercanas, cada uno a su manera, contra los agoreros y los que quieren destruir, emponzoñar .Son pequeños relatos, muy personales, diferentes, que acercan al lector a la idea de progreso, de libertad, de Estado, de respeto, de ley. Muy recomendable (dentro de las desigualdades).
Moscas, de Agustín Pery. Pery escribe como habla y habla como manda: sin atajos, sin adornos, con mala hostia, tacos y todo lo que piensa por delante. En su novela no hay buenos pero está el mundo plagado de malos, de cínicos, de bocazas, de egos y puñaladas. La isla que pinta, la suya durante tantos años, está llena de conexiones sucias entre políticos, policías y periodistas. Para sobrevivir en un mundo corrupto hay que jugar, apostar, traicionar y tener siempre algo escondido para defenderte cuando haga falta. Y hará falta. Ni la trama ni los diálogos son sofisticados, pero es que lo que persigue es justamente lo contrario. Y te la lees de un tirón.
Canción dulce, de Leila Slimani. «Se me castigará por esto. Se me castigará por no saber amar». Durísimo, tristisimo, magnifico. Me ha encantado. Una novela sobre la soledad, la tristeza, el peso abrumador del día a día, del pasado, del presidente. Una niñera perfecta, sin más vida ni misión que cuidar de sus niños. Un retrato descomunal de una mujer machada en todos y cada uno de sus planos hasta que, al final, no puede más. Del París de hoy, del equilibrio entre ambiciones (más que legítimas) y fristraciones. De nuestro lado oscuro. Del egoísmo máximo en la entrega absoluta.
En el corredor de la muerte, de Nacho Carretero. Que el caso del español Pablo Ibar, condenado a muerte en EEUU, fue un escándalo, es más que evidente. Nacho Corredor, que conoce lo ocurrido como nadie y lleva años encima del proceso y en contacto con el condenado, lo ha escrito por activa y por pasiva. En su último libro lo hace una vez más, de cero, para quienes no sabían (sabíamos) nada o casi nada. Paso a paso, con una prosa veloz, incisiva y sin adornos innecesarios. Es verdad que no responde a todas las preguntas, y que de hecho genera algunas que se quedan en el aire, pero también es verdad que no es lo que busca. No se trata de que te guste o te caiga bien Pablo, no se trata de prensentarlo como un santo, pero sí como una víctima de un sistema podrido, inoperativo, absurdo.
Factfulness, de Hans Rosling. Que el mundo va mucho mejor de lo que piensas es algo, a estas alturas, difícil de discutir. Hay autores que llevan años, décadas, intentando luchar contra el pesimismo estructural y sus derivadas. La pregunta es, ¿por qué nos empeñamos en ver sólo lo malo? ¿Por qué nos quedamos con lo terrible pero somos incapaces de apreciar las mejoras? Hans Rosling, una de las personas que más ha hecho por traer luz a la caverna, murió el año pasado sabiendo que había logrado cambiar unas cuantas mentes, pero no las suficientes. En el periódico escribí su obituario entonces y he escrito recientemente sobre su último libro (póstumo), publicado en español hace apenas unas semanas. Factfulness es una guía para conocer el mundo porque, créeme, no lo conoces. Nuestra visión del planeta, fatalista, está plagada de prejuicios, mitos y, sobre todo, cifras y estimaciones desactualizadas. Los principales indicadores van mejor. No bien, no todavía, pero mucho mejor que antes. En su libro póstumo, Rosling y su familia desmontan algunas de las grandes falacias que imperan en Occidente. Con sentido del humor, pedagogía y un montón de gráficos. Es muy sencillo de leer, facilísimo de entender, pero, por alguna razón, complicado de asimilar. Nuestro cerebro está entrenado para ver una realidad deformada. Él casi se rindió, agotado. Queda su legado para ayudarnos en la lucha que sigue. Merece y mucho la pena.
Pompeii. The life of a Roman town, de Mary Beard. Hay pocas cosas que Mary Beard haga o escriba o mal. En Pompeii. The life of a Roman town, comprado al salir de las ruinas después de 22 años de la última visita, se puede apreciar su absoluto dominio de lo que fue, lo que pasó y, más si cabe, lo que siempre ha simbolizado Pompeya y la vida cotidiana en el mundo romano. De su mano vemos la forma de la ciudad y su Gobierno, el hedonismo de los ciudadanos, los pasatiempos, el pan y el circo. Y desmonta, poco a poco, muchos de los mitos sobre la villa.
Calle Este-Oeste, de Philippe Sand. Extraordinario. Uno de los mejores libros que he léido en los últimos tiempos. Cuatro historias familiares, tres grandes investigaciones paralelas: la de los abuelos del autor, el jerarca nazi Hans Frank, Hersch Lauterpacht y Rafael Lemkin. Una dedicación exhaustiva a la insportable detrucción del siglo XX y a cómo de una pequeña facultad salieron dos rivales que cambiaron para siempre el Derecho Internacional. Un talento narrador inmenso combinado con una precisión quirúrgica, un trabajo de historiador y cronista con una desbordante pasión en primera persona. Y todo alrededor de la ciudad de Lemberg, Lviv, Lvov, Lwòw, sus secretos y sus desgracias.
Toda una vida, de Robert Seethaler. Andreas Egger es noble, fuerte y solitario. No es muy listo, ni lo pretende. Perdió a sus padres, su tio lo dejó cojo, amó y perdió. Toda su vida ha estado solo, en la naturaleza. En la montaña, en silencio. en paz. «Pensaba despacio, hablaba despacio, caminaba despacio, pero cada pensamiento, cada palabra y cada paso que daba dejaban un rastro justo donde, a su juicio, debían dejarlo». Toda una vida es un relato hermoso, limpio, tranquilo. Hay una belleza, un toque estético, extremadamente simple. En los personales, en el lenguaje, en las emociones, en la pasivilidad. En los paisajes montañosos de Austria o los campos de prisioneros de Rusia. Andreas nunca ha sabido expresarse, y no le hace mucha falta. Hay ternura en sus actos, en su visión. En la forma de respoder y no plegarse. El mundo de Andreas cambia hasta cuatro veces de forma extraordinaria, pero él, como las montañas, casi no se inmuta. Se adapta, se ajusta y, tal como llegó, se va. En silencio. En paz.
Lo que no tiene nombre, de Piedad Bonnett. Lo que no tiene nombre pero rompe, es la muerte, el suicidio, de un hijo. Una criatura sensible, dotada y terriblemente atormentada. Perseguida por fantasmas, por voces, por miedos. Bonnett ha escrito un libro sobrio pero tristísimo. Una autopsia sobre la vida y muerte de Daniel. Por la que se culpa, que comprende pero no asimila. Cuenta que la palabra francesa échec es el más preciso, nos dice «que el suicida mira hacia atrás, hace un balance, ve su pasado como algo infame, y suma todos los fracasos de su existencia en un sentimiento de échec». Daniel le pregunta un día, lleno de dolor, si le ayudará a llegar hasta el final. Nunca le dijo que sí, aunque lo pensara. Bonnett no lo acompañó hasta el final, pero en el libro, tratando «de darle sentido a tu vida, a tu mujerte, a mi pena», vuelve a «parirle, con el mismo dolor, para que vivas un poco más, para que no desaparezca de la memoria». Y lo consigue.
The Future of Humanity, de Michio Kaku. Fantástico libro. Ameno, profundo, completo, bien escrito. Uno de los que más he disfrutado los últimos meses sin duda. Un repaso extraordinario a lo que podemos y no podemos hacer todavía partiendo de una premisa muy simple: el futuro de la humanidad no está en la tierra. Vemos el desarrollo de cohetes, de naves, de ascensores. El ¡terraforming’ de Marte, la luna o asteroides. Viajes interestelares, la inmortalidad, inteligencia articifical, nanotecnología. Kaku tiene un don para la narración y para guiar a profanos en un campo de ciencia avanzada. Más que recomendado a todo tipo de lectores curiosos.
Manuel Azaña, de Santos Juliá. Santos Juliá (no soy fan, pero tampoco un detractor) ha logrado cabrarme, y mucho, con su biografía de Azaña. Pero mucho. La indignación es creciente según avanzan las páginas, porque no es biografía, sino hagiografía. No hay una sola crítica a Azaña en todo el libro. Nada, rien, niente. Es inconcebible que en más de 60 años de vida no sea capaz de encontrar o describir un error, una falta. Ni en lo académico, ni en lo personal ni en lo político. Es increíble, especialmente siendo el presidente cuando estalla la Guerra Civil. Lo protege de todas las formas posibles, sin apenas contexto histórico en los momentos clave, lo que no permite entender casi nada. Sbaemos que hay alzamiento, pero no por qué. Huelgas, violencia sindicar, amenazas de golpe por todas partes, de rebelión, pero no nos cuenta una sola razón. . Que le van las niñas de 15 años a los 33, ok. ¿Absentismo laboral? No pasa nada. ¿Que sus amigos le firman partes falsos? Jeje. ¿Que su obra se estrena porque es presidente? Todo bien, circulen. Pero que a toda su gestión política, como mucho y una sola vez, diga que podría haberlo hecho mejor, pero que fue inane, saca los colores.
The True Flag, de Stephen Kinzer. Muy ameno, entretenido y didáctico. Un relato periodístico que tiene todo lo necesario para detestar a Teddy Roosevelt, el único presidente de la historia de EEUU que presumía de haber matado (por la espalda) a un español. Bueno, y para detestar también a Cabot Lodge y Hearst. Se lee muy fácil y rápido y sirve para repasar la política exterior de EEUU, desde la Doctrina Monroe hasta el periodo de entreguerras. Los manejos de la opinión público y los resortes más primitivos. La figura de Marl Twain, algo más secundaria en la historia de lo que el subtítulo da a entender, es la que se contrapone a los beligerantes, warmogers imperialistas. Un viajero consumado y escarmentado defensor de la paz, al que la retórica de los advenedizos le provocaba arcadas.
Zalacaín el Aventurero, de Pío Baroja. Qué bien Baroja. Culto, de rico lenguaje, atrevido. No había leído nunca Zalacaín y no entiendo por qué. Una historia magnífica de pobre, riqueza, clases, historia, guerras, honor, pillería, contrabando, rencores, odios atávicos, improvisación.
Viaje al pasado, de Stefan Zweig. Este Zweig sí. Uno de sus libros cortos que más me han gustado. Dans le vieux parc solitaire et glacé // Deux spectres cherchent le passé. Dos espectros que se reecunentran tantos años después, queriendo amarse como creen haberse amado. Ya no son los mismos, si que alguna vez lo fueron. Lean, Lean.
Grief Works, de Julia Samuel. Tenía puestas expectativas, pero no. Nada. Cero. Una sucesión de historias, tristes y dolorosas, pero no me ha llegado en ningún momento. No entiendo la buena fama que ha acogido. No hay historia, son en general, obviedades. Casos personales razonablemente bien expuestos, pero sin más. Un inicio, un final, poca chicha.
La fractura. Vida y cultura en Occidente, 1918-1938, de Philipp Blom. Las primeras 30 páginas son un ensayo casi perfecto sobre el periodo de entreguerras. Qué bueno es Blom. Un talento inmenso para conocer la época, las fuentes, los hechos, los vínculos. Para relacionar la música y ela rte con al teconología y la política, al guerra con la danza, la psicológica de masas con las figuras individuales. No me gustó tanto como Años de Ve´rtigo, serguramente porque éste peca de ambicioso. Apunta a «Occidente», que es Europa y EEUU básicamente, sin tocar Australia, o Canadá, sin menciones a América Latina. Y abarca tanto que algunas partes quedan cojas o menos atadas que sus obras anteriores. Pero se disfruta.
Sei lezioni di storia e altre incursioni nel mondo antico, de Valerio Massimo Manfredi. Hay, sí, seis lecciones de Historia. Ni fu ni fa cuatro, una bien y la principal, y más extensa, es realmente estupenda y se disfruta muchísimo No son lecciones de historia, sino historias, discursos, charlas. La de fenicios, cartagineses, romanos y tartesos muestra su mejor faceta narradora. No lo recomendaría, pero si os cae en las manos, por qué no.
Encyclopédie. El triunfo de la razón en tiempos irracionales, de Philipp Blom. El París de 1750, en los últimos compases del Antiguo Régimen, un amplop grupo de escritores, pensadores, filósofos, científicos y polemistas se unenen, bajoe l liderazgo de Diderot y D’Alambert, para sacar a la luz una obra monumental de 72.000 artículos y 17 millones de palabras. Un repaso muy completo, ameno y didáctico. Un vistazo muy entretenido al origen y desarrollo de La Enciclopedia y a la vida y desvelos de sus autores, sobre todo los principales y algunos de los menos conocidos. Eso sí, no es una obra maestra como Años de vértigo. Le falta el toqeu genial, ese conocimiento absoluto de la época, los ritmos, los lenguajes que Blom tiene del siglo XX.
On Grand Strategy, de John Lewis Gaddis. Este libro lo tiene todo para gustarme. Griegos, romanos, persas, Felipe II, nazis, guerras, estrategia. Están Lincoln, Mackinder, Mahan. Y todo bajo el prisma constante de Maquiavelo, Clausewitz y Berlin. Pero no. No encontré en ningún momento el ritmo o el hilo.Es algo así como la adaptación de su célebre curso en Yale, pero lo que quizás funciona en el aula aquí se queda completamente cojo. Se ven una serie de nexos, pero cojo. Si nunca has tocado esos autores o estos temas. puede estar bien como introducción general. Si los has trabajado a fondo, no aprendes nada nuevo.
Educated, de Tara Westover. Lo que Hillibilly Elegy hizo para el EEUU Redneck, Educated, de Tara Westover, lo hace con los survivalists e integristas religiosos del midwest. Criada en las montañas de Idaho, en una familia temerosa de Dios y que no creía en el Gobierno, en la educación ni la medicina, la autora cuenta su vida diaria. No puso un pie en una escuela hasta los 17, tiene un hermano psicópata que la acosa, un padre esquizofrénico que cree que los federales vendrán cualquier día a por ello y deben estar preparados con armas y provisiones. Pese a eso, pese a todo, Westover logra imponerse. Estudia sola, se deja la vida, la salud, pero logra ir a la universidad y se acaba doctorando en Cambridge. El precio, sine mbargo, no es pequeño. Magnífico y doloroso relato que deja a Estados Unidos como los zorros.
Un paese senza leader, de Luciano Fontana. Fontana, director del Corriere della Sera, hace en Un paese senza leader un retrato de Italia a través de las principales figuras políticas. Está bastante bien, pero muy desigual. El mejor capítulo, de lejos, es e de Silvio Berlusconi. Después, seguramente, el de Renzi y el centro izquierda. Y luego, distantes, Salvini, Grillo, Di Maio y otros. ¿Por qué? Porque la italia del Cavalliere es la suya, la que mejor conoce. Y a él. Se nota que se han visto mil veces, que tiene las mejores fuentes, que la clase política de las últimas tres décadas le queda cerca. El resto. en cambio, los analiza desde fuera, o al menos desde más lejos. Con buen ojo, pero sin el mismo conocimiento. En todo caso, un texto sencillo e interesante sobre los males de la clase política y las décadas de autodestrucción de las fuerzas tradicionales.
El vestido azul, de Michèle Desbordes. Me lo recomendaron dos personas que suelen acertar, pero no. Ni un poco. Lento, insoportablemente lento y repetitivo. La misma idea, los mismos párrafos, una y otra vez, de una forma y de otra. En activa y en pasiva. El tema no puede ser más formidable: una artista excelente, Camille Claudel, sola, consumida, esperando en el jardín de un manicomio a Rodin, el hombre que la ninguneó y en cierto modo ayudó a su condena. Una víctima y un vividor. Dicen los admiradores que la novela está lejos de la mroalina habitual y que no hay ruido innecesario. Yo sólo recuerdo silencio innecesario y una machacona reprobación.
A time to keep silence, de Patrick Leigh Fermor. Tengo debilidad por Paddy Leigh Fermor, y cualquier cosa que salga de su pluma (literalmente) me gusta. A Time to keep silence, cortito, es una reflexión tras viajar y pasar algo de tiempo en diferentes monasterios. En St. Wandrille, en la Capadodia, en Francia. Busca y aprende del silencio, de los religiosss. Medita sobre la vida contemplativa, sobre la belleza del tiempo, sobre la calma. Con su estilo único, maestro de las palabras y de observadores, te hace paladear y disfrutar más que si hubieras estado allí tú mismo. Y sin madrugar.
La confusión nacional, de Ignacio Sánchez-Cuenca. Sánchez-Cuenca, que fue mi profesor hace mucho, siempre logra cabrearme. Es un sociólogo listo, incisivo, dotado, y fue un gran profesor. Pero en sus escritos siempre deja salir sus fobias, una detrás de otra. Según empecé La confusión nacional iba contando cuánto tardarían en salir Savater y Rosa Díez. Más de lo esperado, pero salen, claro. Como en la desfachatez intelectual. Sánchez-Cuenca combina su capacidad crítica con mirar para otro lado de forma intencionada. Utiliza toda su potencia intelectual para atacar aquello que le disgusta, y guarda el arsenal en cambio ante aquello, igual o más flagrante, que muchas veces tiene delante. ¿Por qué? No creo que tenga mucho misterio: hay cosas que rechaza (en este caso, en el independentismo) pero su odio (a lo que, en general, representa el PP O la derecha) es superior. Una pena que no despliegue sus dotes contra la desfachatez de forma más sistemática.
Conversaciones entre amigas, de Sally Rooney. Una novela muy entretenida, divertida, de las que lees deprisa con ganas de que no acabe ya. Pero tampoco es la mejor novela que vais a leer. Ha generado bastante entusiasmo entre mis amigas. Los protagonistas, en la Irlanda de la crisis, son jóvenes. Las dos principales, Frances y Bobbi, tienen hambre, sed, ego, miedo. Quieren ser aceptadas, aprobación. encajar, respeto, aplausos. La estabiliad y el dinero de Melissa y Nick (a quien no hay forma de creerse, lo pintan con 31 años pero lo descibre exactamente, una y otra vez, como si fueran 15 más, en todo). Quieren ser radicales, pero más bien son inconscientes, torpes. Se flagelan, se castigan, maduran como creen que se supone deben hacerlo.
Tierra adentro, de Karlos Zurutuza, Corresponsal, viajero y buen conocedor de los problemas de Libia. En el libro (que no me ha vuelto loco), en primera persona, muy pegado a las calles, a las pateras, documenta cómo es el día a día de los que tratan de llegar a Europa. Las mafias, las trampas, la connivencia de las autoridades, los zulos, los mercados de trata, las palizas, secuestros y chantajes. Las peletas entre ONG. No acabas el texto siendo optimista, por decirlo suavamente.
Miedo, de Stefan Zweig. Irene Wagner está casada, tiene dos hijos, es rica y se aburre. En una trama que no puede ser más típica (al menos de cómo uno se imagina Viena fin de siglo) tiene un amante. Un joven y talentoso pianista.Un día, al salir de su estudio, la descubren. Y su mundo se hunde. Miedo a la verdad, a ser descubierta, a que se entere su marido (que la ama y le tiende puentes). No es el mejor Zweig, la verdad, pero pasable.
El orden del día, de Eric Vuillard. Ha tenido un exito arrollador, indiscutible, pero a mí no me llegó en ningún momento. Una no-ficción novelada o una pseudonovela sobre el ascenso del nacismo, la relación manchada de los grandes industriales de la época con el partido que ofrecía mayores perspectivas de estabilidad (Opel, Krupp, Siemens, etc). No entré en ningún momento en su juego, uno absolutamente francés.
El golpe posmoderno. 15 lecciones para el futuro de la democracia, de Daniel Gascón. Daniel es un escritor buenísimo y cada día mejor analista. En El Golpe posmoderno disecciona lo ocurrido en los últimos meses, años, en Cataluña, pero con una lupa mucho más amplia, evaluando las lecciones para la democracia. Si eres un lector fiel de Letras Libres o de sus tribunas en El País, no te sorprenderá la tesis, el estilo, en lenguaje y la capacidad de incidir. SI no lo eras, a partir de este ensayo estoy seguro de que lo serás.
Quién quiere ser madre, de Silvia Nanclares. Otro no. Tampoco he logrado entrar en prácticamente ningún momento (salvo la relación entre ella y sus padres o cuando empieza con Gabi. Vamos, en general la parte no relacionada con la maternidad). Entiendo perfectamente la idea y el debate más que necesario sobre el deseo frente a la realidad económica y social del país. La impotencia, el miedo y la frustración. Los condicionantes culturales o biológicos de los que habla. Pero no logro meterme ni queriendo. Ni comprender por qué alguien que no tiene 2.000 euros para un tratamiento cree que es una buena idea tener un hijo.
Para morir iguales, de Rafael Reig. Es un libro muy peculiar, algo que conociendo (sic) a su autor, tampoco es que resulte muy sorprendente. No sabría decir exactamente qué es Para morir iguales. Yo creo que hay mucho de ternur y más de tomadura de pelo. De infancia y recuerdos, con nostangia, y de crítica feroz a los años y la España del tardofranquismo y la Transición. Una morriña del país improvisado donde todo era posible, y una crítica a cómo ese desastre fundacional llevó al desastre de cuatro décadas después. Político y económico. Hay una burla constante con la religión o sus representantes, sobre las autoridades, sobre el dinero, el capitalismo, las desigualdades (de nacimiento y oportunidad). Con un punto determinista, donde el pobre está condenado a la pobreza, la ingorancia, la cárcel o la enfermedad. O todas a la vez. No sé, a ratos parece escrito pro un adolescente mismo y hay escenas delirantes metidas a golpetazos. Pero me ha gustado.
El asesino tímido, de Clara Usón. No. No he entrenado en ningún momento. Mezcla fragmentos, episodios, recuerdos de la vida de Sandra Mozarovski, actriz efímera en los años del destape, con pensamientos goteados de Wittgenstein o Pavese.. El libro, creo, habla sobre la vida, su sentido, las esperanzas del futuro de dos chicas jóvenes. Hay apenas unas pocas páginas, en las que la autora recuerda su propia infancia, de su (muy díficil) madre, que me gustaron. El resto, meh.
L’amore molesto, de Elena Ferrante. El Nápoles de Ferrante es incómodo. Caluroso, viejo, antimoderno, sucio. Su mundo es áspero, agresivo, violento. Pobre. Su sociedad, machista, llena de acoso en las calles y autobuses, de abusos, de maltratos, celos patológicos y mujeres atrapadas. Su literatura, su amor, es sin duda molesto. Es real, palpable, pero no te gusta ni te gustas en él aunque te reconozcas en muchas cosas. Impresiona la escena, el simbolismo, la intimidad (femenina), la fuerza de la fisiología. Su obra y su prosa no es brillante, no deslumbra. Pero esa densidad, esa tensión, muestran que sabe llegar muy dentro. Y atrapa
Una granja en las Green Mountains, de Alice Herdan-Zuckmayer. Es un libro increíblemente sencillo, simple y limpio. Sin alardes ni pretensiones de ningún tipo. Que habla de una familia y una granja en las Green Mountains. Sin más, de verdad. De unos emigrados, perseguidos, que dejan atrás todo su mundo y acaben en una montaña perdida de EEUU. Y disfrutan su vida descubriendo como sembrar y cuidar animales. Pasaron de cenar con Bertolt Brecht, Stefan Zweig, Alma Mahler o Marlene Dietrich a morirse de fríso en Vermont alimentando patos, gansos y gallinas. Habla la autora de montañas de estiércol, de la luna, de una guerra de dos años contra las ratas. No hay dolor, lamentos, quejas, aunque de eso estuvo llena su vida.Sorprendentemente interesante y adictivo, una maestra de la narración .
Histories of nations. How their identities were forged, editado por Peter Furtado. Psa. Una colección de ensayos muy cortos sobre muchos países y nacionas de todo el mundo. Con buena intención y altas expectativas, pero resultados más bien flojos. Hay algunos, como el de Egipto, que dan verguenza ajena y hacen preguntarse cuál ha sido exactamente la labor del editor.
Lady L., de Romain Gary. Es un extremista del alma», dicen de uno de los protagonistas. Lady L es un libro (estupendo) sobre contradicciones, nihilismo, pasión. Sobre libertad y la esclavitud de su misma idea. Entre la independencia y la sumisión. Me encanta Gary y cómo esconde la profundidad tras la frivolidad. Nos habla de los «Soñadores de lo absoluto que toman su nobleza y la exquisita cualidad de sus sentimientos por doctrina sociológica (..) lanzan sus bombas como Víctor Hugo sus destellos poéticos». Gary mezcla, pervierte, el anarquismo emocional con la flema más británica posible. Y une lo imposible a través de la devoción, una y otra vez. «Después de casi 40 años, la amaba con una constancia tal que a veces le parecía que no iba a morirse jamás, simplemente porque no podía imaginar que el cariño que tenía por ella pudiera tener un fin»
El Reino, de Emmanuel Carrere. Da igual de lo que trate, Carrere siempre escribe de Carrere. Es honesto al menos. Sólo concibe la literatura en primera persona y es dueño de un estilo, de casi un género propio, muy francés. Las 300 primeras páginas, sobre San Pa blo, Lucas, los evangelios, su conversión, la tradición, el abismo, el miedo, las querencias, están muy bien. Exñegesis moderna con ritmo y técnica. Luego me perdió completamente. No hace falta comulgar para disfrutar de esta forma de escribir no ‘ad probandum’, sino ‘ad narrandum’, como él mismo dice de Renan. O para emocionarte cuando dice «Te abandono, Señor. Tú no me abandones». No volvería a leerlo y tardaré en volver al autor, pero no me arrepiento en absoluto.
Leche caliente, de Deborah Levy. Qué libro tan extraño. Tiene un ritmo cortado, que avanza a trompicones. Tiene personajes inverosímiles, inexplicables (como el médico), de los que nunca acabas de saberlo todo (la hija del médico, el dueño de los caballos). O a los que parece que les falta un hervor, como si deliberadamente estuvieran a medias. Tiene relaciones tóxicas (Madre-hija, padre-hija, otro padre-hija). Pero de una forma que no acaba de comprender muy bien, funciona. No es una novela de iniciación al uso. Ni de descubrimiento, no exactamente. No es de amor. Ni de dolor. Ni de juventud. Hay identidad en formación. Hay identidad de mujer. Hay enfermedad y lentitud. Hay resignación y contradicción. Hay una apología de lo cotidiano. Y aunque las medusas son protagonistas constantes, parece más bien que fuera una sirena que te ha hipnotizando, acunando y te dejas llevar.
La primera mano que sostuvo la mía, de Maggie O’Farrell. Qué barbaridad de libro. Extraordinario. Novela perfecta. Qué talento para mirar, describir, contar. Para penetrar en sus personajes. Para el detalle. Para comprender los resortes del pensamiento y el miedo. Para sentir la vida como soledad, como falta de control. Una dolorosa radiografía de un alejamiento imparable y de cómo las relacione se pudren centímetro a centímetro. Y qué ganas de llorar. Me había gustado ‘Tiene que ser aquí», pero éste es muy superior.
Las guerras civiles. Una historia en ideas, de David Armitage. Aceptable. Hay partes e ideas que me han interesado, como la diferencia, el debate y la necesidad histórica de distinguir enre guerra civil y revolución. El hecho de que para algunos en realidad en toda la histotira sólo haya cinco Guerras Civiles. La idea, poderosa, de victrix causa diis desde los días de Romas al siglo XVIII: El pensamiento de Vattel; el silencio de los grandes teóricos de la guerra para los enfrentamientos fratricidas. Pero se me ha hecho aburridillo en general.
Ordesa, de Manuel Vilas. No he llegado a conectar casi nunca y no me ha llegado. Como dice miamiiga Lara, Vilas tenía dos opciones: ir al psiquiatra o escribir un libro, y ha optado por lo segundo como terapia. Se ve talento, ritmo y hay partes muy buenas (quizás mi favorita es su primer destino y su primer alumno realmente cabrón) pero me deja frío al final. No el final, sino en el conjunto. Me encantan los desnudos literarios, pero éste no es tan profundo como parece. No siempre. Y no logro entender cómo se pasa la mitad pensando que su infancia fue la de un niño pobre.
Clavícula, de Marta Sanz. No es mi favorito de Marta Sanz, pero tiene un enorme talento y como en todo lo que toca hay páginas brillantes. Es una radiografía personalísima sobre el dolor, que es cualquier cosa menos noble, elegante y ordenado. Y que por tanto requiere caos, humor, impotencia, delirio, rencor, maldad, envidia o ternura. Habla de ella, de su dolor, de la frustración. Y es capaz de cavar, cavar, cavar y ver cada vez ma´s dentro y describir lo que apenas sería posible dibuar. Es un deshago sobre fracturas y reconstrucciones, pero uno muy interesante.
El liberalismo del miedo, de Judith Shklar. Un ensayo con unas cuantas ideas interesantes y otras tantas con las que estoy de acuerdo. Como la de preferir y buscar no el mejor bien, sino el menor mal. El elogio del escepticismo y la tolerancia. Evitar el sufrimiento y el «miedo al miedo», que es el factor clave según la autora, para explicar el comportamiento. El liberalismo como modestia, rechazo de toda utopía y, jugando con Emerson, entendido más como memoria que como esperanza.Hay menos ‘cuerpo’ en el liberalismo del miedo que en Isiaah Berlin, del que quiere marcar distancias, pero más modernidad, más calle, más mundo real. Un recelo muy claro y fuerte de los gobiernos y su «avasallador poder para matar, mutilar, adoctrinar». También es un ensayo demasiado académico, en su peor sentido, con muchas páginas dedicadas a pelear con otros profesores, como Strauss, más que a articular o desarticular ideas. Pero es tan corto que el esfuerzo merece la pena sin duda.
El infiel y el profesor: David Hume y Adam Smith: la amistad que forjó el pensamiento moderno de Dennis C. Rasmussen. Muy ameno, divertido, documentado. Una amistad sincera, casi perfecta, entre dos mentes clave del siglo XVIII y esenciales para el pensamiento posterior. Dos autores totalmente diferentes e inseparables durante lustros. El libro no es una biografía de ambos, aunque hay mucho de eso, sino de su relación, de su país y su época. De sus viajes a Francia, sus preocupaciones, sus (muchos) amigos. Uno grande, enorme, comedor y bebedor, conversador infatigable, ateo, provocador, encantado de ir siempre un poco más allá de lo debido. Otro, Smith, de un físico más discreto, distráido, absorto siempre en sus pensamientos. Más temeroso (de Dios, la Iglesia, la sociedad, sus pares, los censores). Ambos se retroalimentaron en sus obras y su pensamiento evolucionó de la mano. Muy recomendable, aunque deja algunas dudas. Hume se presenta como el gran filósofo de la modernidad, el que más ha influido en sus herederos durante 250 años. Pero no explica cómo, en qué, por qué ni en quién. Y eso se echa en falta.
Vértigo, de Joanna Walsh. Íntimo, cuidado, quirúrgico. Un desnudo valiente, total en algunos instantes, del corazón y la mente. Las desmonta pieza a pieza, deconstruye desde el final hasta el principio el pensamiento, su pensamiento, por boca de muchas mujeres, de ella misma muchas veces y en diferentes lugares y épocas. Es un libro muy especial, en la forma de escribir, pero sobre todo de mirar, enfocar y diseccionar. Hay una profundidad asombrosa en su percepción y una ingenuidad delicada en sus pasos y su indecisión. Es incisiva y vulenrable. Quiere dar pasos, pero cada uno de ellos le quita el aliento, literalmente, y le da vértigo. Y el resultado, prístino, es terriblemente triste y pesimista.
No voy a pedirle a nadie que me crea, de Juan Pablo Villalobos. No es una novela de humor, ni negra, ni de misterio, ni social, ni sobre inmigración, ni sobre parejas. Y es todo a la vez. Crea su propio universo lleno de personajes imposibles que se cruzan y combinan de forma extraordinaria, con una finezza hilarante. Mafiosos mexicanos, un banquero gay pakistani que lava dinero mientras hace de latero. Niñas pijas, antropologas posmodernas, okupas italianos y dos pobres diablos como protagonistas, con surrealistas frases de Lacan de fondo. Lean, lean, de un tirón, con carcajadas a ratos y lágrimas de vez en cuando.
Trafalgar, de Benito Pérez Galdós. No voy a extenderme, nada que se haya dicho de Galdós hace justicia. Narrafor formidable, nos lleva a la gran batalla naval de la mano de un mozo y sus amos. Nos habla y mucho de la España de inicios del siglo XIX .De clases, de educación, de sociedad, de prejuicios, de política y de honor. Magnífica.
Con rabbia, de Lorenza Mazzetti. Hay rabia, mucha rabia, en casi cada página de este libro. Tiene cincuenta años y una vigencia increíble y poderosa. Penny es adolescente y vive, aprende y crece en un mundo que no entiende, no soporta y la asfixia. Es explosiva, pura, intensa, inteligente, incontrolable. Y arrastra una pena, una rabia y una furia absoluta hacia un mundo que permitió el exterminio de su familia en el Holocausto. Hacia los adultos. Hacia la sociedad que convierte a las niñas en inferiores a los niños. Hacia la religión. La pecatería. Rabia ante el machismo, la hipocresía de sus referentes. Y miedo, mucho miedo por todas partes a perder el control, a salir de la seguridad de la infancia. Hay muchísima frustración, dolor, pasión, ganas de rebelión. Y literatura de primer nivel.
La llamada de la tribu, de Mario Vargas Llosa. Adam Smith, Ortega y Gasset, Karl Popper, Raymond Aron, Isaiah Berlin y Jean FranÇois Rebel. Los siete autores que marcan la vida intelectual de Vargas Llosa desde que empezó a alejarse del comunismo hasta hoy. La llamada de la tribu, contra la que él se rebela y contra la que todos ellos lucharon a su manera, es una biografía intelectual, una colección de ensayos personales sobre los esctitores, pensadores y economistas que han definido en los últimos siglos una o muchas de las líneas del liberalismo. El libro está bien, como dice Ramón, el autor del ensayo anterior de esta lista, todo perfil es un reflejo de lo que vemos y queremos ver en otros, en especial si los mitificamos o si llevan centurias o décadas muertos. Hay desigualdad y Vargas Llosa pone en otros lo que le gustaría ser o lo que ha sido, viendo quizás más de lo que hubo (Ortega). Es el libro de un escritor, no de un filósofo, político o economista. Veo las intuiciones y las ideas correctas (y con las que me siento yo cómodo), pero hay un vacío en parte de la sustancia, el fondo de los autores. Y está bien, porque la tribu ha sido muchas cosas a lo largo de la historia, y para comprender su llamada importan tanto las palabras como la interpretación de las mismas.
1968, el nacimiento de un mundo nuevo, de Ramón González Ferriz. El año 68 ha quedado en nuestra memoria como el del mayo francés, pero pasaros tantas cosas y tan relevantes en esos meses que es necesario ampliar el foco. Ramón lo hace extraordinariamente bien en un viaje rápido, vibrante, que nos lleva de París a Tokio pasando por Berlín, México, todo EEUU, Checoslovaquia, Roma o Madrid. Un ensayo al mejor estilo narrativo norteamericano, combinando cronología, historia, periodismo, ideas, entrevistas y perfiles. Un ensayo que se lee muy rápido y se disfruta. Que conecta quejas estudianiles, descontentos filosóficos, déficit democráticos, conflictos raciales, leyes injustas, opresión comunista, avance capitalista, la revolución sexual y egos desmesurados, de De Faulle a Cohn-Bendit. Más que recomendable. La única pega es que Ramón, inmenso talento, te deja con ganas de mucho más.
The Great Leveller. Violence and the History of Inequality from the Stone Age to the Twenty-First Century, de Walter Scheidel. Es un libro con una tesis interesantísima, súper sugerente, pero un desarrollo bastante aburrido. Como paper me hubiera valido. No es que esté mal documentado o que las propuestas no tengan interés, al revés. Pero sinceramente, el texto en sí es bastante tostón. Merece la pena al menos asomarse porque la idea principal es potente: la paz conlleva aumento de desigualdad, y sólo los choques violentos contribuyen a reducirla. Ni la democracia, ni la prosperidad económica, ni las libertades. Scheidel identifica cuatro jinetes fatales (guerra, revolución, plagas y las caídas de los Estados) que son los que, con muerte y destrucción, han tenido a lo largo de la historia un efecto más igualador. Siempre en «negativo», esto es, haciendo más pobres a los ricos, pues son los que tienen más capital físico y renta que perder. Hay partes más entretenidas (como la de Japón o algunas referencias superficiales a la Guerra Civil española), pero otras, como la del Neolítico, se hacen eternas.
El lado vacío del corazón, de Eric Hackel. A través de cartas, entrevistas, documentos, registros empresariales y públicos, conversaciones y libros, Hackel reconstruye la vida de los Saizmann en la Europa del siglo pasado. Una vida dura llena de exilios, persecuciones, malas decisiones y dictaduras. De acosadores y asesinos. De abusos y sometimiendo. Es un relato denso, no muy fluido. LLeno de lagunas, un recurso narrativo legítimo, pero que a ratos no funciona demasiado bien. Pero pinta una Europa central injusta, rencorosa y todavía con cimientos muy podridos.
Enemies and Neighbors. Arabs and Jews in Palestina and Israel, 1917-2017, de Ian Black. Black ha viajado, trabajado y vivido en Israel y Palestina durante cuatro décadas. Ex editor de Oriente Proximo para el Guardian hasta el año pasado, en el libro hace un repaso, rápido pero cargado (quizás en exceso) de datos sobre el último siglo. Desde la Declaración Balfour, esas 60 palabras que cambiaron la historia, hasta 2017. Ha tenido buena acogida en general, por lo que he visto, y en especial entre la izquierda israelí. El autor hace todo lo que pueda para mantenerse equilibrado, distante, y casi siempre lo consigue. Pero no deja de ser una historia bastante crítica con Israel (más que con los palestinos) pero desde Israel, en la línea de los nuevos historiadores. Pero mucho más cerca de Morris (ex colaborador) que de Pappé. Black incluye cientos y cientos de nombres, atentados y estadísticas. Pero es evidente que maneja mucho mejor las fuentes israelíes y occidentales ( por otro lado, muchísimo más numerosas). Y eso se nota no en una posición más favorable a Israel, por definirlo con brocha gorda, sino lo opuesto. Está muy familiarizado con el país, la política y sus críticos más duros. Y eso se refleja. Como libro de historia, sin embargo, no me ha llamado la atención demasiado. No tiene las ventajas (aunque sea literarias y de ritmo) de un reportaje ni hay una narrativa sociológica o económica. A ratos es una sucesión de fechas, ataques y cambios que se hace incluso pesada. Como una aproximación inicial deja a medias. Como un repaso para iniciados, está bastante mejor. Cuando aborda (sobre todo los últimos 10 años) lo que quizás conoce más en profundidad, gana.
El fin del mundo tal y como lo conocemos, de Marta García Aller. Conozco a Marta desde hace mucho y he escuchado y leído tanto sus historias sobre el mundo cambiante que en las páginas del libro e he vuelto a sentir como en casa. No hay ludismo, ni alarmismo ni falacias de progreso en él. Hay decenas de ejemplos y poco dogma. Ve evolución, cree que es importante, que marcará una clara diferencia, pero no busca imponer. Hay más preguntas que respuestas y unos cuantos avisos. Sobre el riesgo de quedarse atrás, de no prestar atención, de minusvalorar los riesgos. De no comprender que nos guste o no, ya poco será lo mismo.
El ferrocarril subterráneo, de Colson Whitehead. En los últimos años se han publicado o rodado obras muy reconocidas por la crítica sobre la esclavitud en EEUU. Doce años de esclavitud, de McQueen o Django desencadenado. El ferrocarril subterráneo es otro ejemplo. Angustiosa, desoladora, triste. Empieza de una forma, si se me permite, demasiado convencional. Que evoca una era ominosa, repugnante, pero de una forma que se ha contado ya desde hace décadas. Las reseñas hablan de un texto muy original y fantástico. No me ha parecido tanto. Como novela está bien pero me sorprende un poco que tenga el Premio Pulitzer, el National Book Award y fuera finalista del Man Booker Prize. No es original en su estructura, en su narración, en su prosa y casi, tampoco, en la profundidad de los personajes, salvando algunas excepciones. Acaba funcionando, pero da el giro sobre la bocina, cuando ya había casi perdido la esperanza.
Fútbol contra el enemigo, de Simon Kuper. No soy un aficionado al fútbol, ni un gran aficionado a Simon Kuper, y el mejor ejemplo es que pensé que este libro era reciente y no sabía que salió en 1994. Pero incluso con esas premisas, esperaba algo más. Es algo injusto por mi parte. Es un ensayo escrito por alguien de 25 años tras un viaje por el mundo con dos años menos y apenas 5.000 libras de presupuesto. Con esos detalles es un ensayo más que logrado. Pero mirado ahora, con perspectiva, se ven las costuras. Es habitual en el periodismo que algo o alguien te guste mucho hasta que toca un tema del que sabes lo suficiente. No es mi caso en el fútbol en general, pero si sobre al menos un par de países de lo que escribe. Y ahí se ven las debilidades de los paracaidistas. Apenas unos días sobre el terreno y un montón de lecturas y cliches que no se pueden tapar aunque citen a dos sociólogos y cuenten tres anécdotas. Es entretenida, pero no fascinante. Es ambicioso, pero no cerrado. Es, para bien y para mal, uno de los mejores trabajos de un paracidista, pero paracaidismo al fin y al cabo.

Le roi, Donald Duck et les vacances du dessinateur, de Patrick Reogier. Ni fu ni fa, la verdad. La premisa me parecía muy interesante, pero el libro es una mera recreación literaria con la que no he conectado en ningún momento. Hergè y el Rey Leopoldo coinciden a orillas del lago Léman en julio de 1948. Uno está de vacaciones, el otro todavía no puede volver a casa. La ficción que retrata es en realidad una mezcla de cine, personas de Hollywood, conversaciones con un humor que no me hace reír. «Mordaz y sarcástico», lo presenta la editorial. Supongo que sí, pero no es para mí
El ojo del observador. Johannes Vermeer, Antoni van Leeuwenhoek y la reinvención de la mirada, de Laura J. Snyder. El libro de Snyder me ha gustado mucho. Es una investigación finísima, quirúrgica. Miles de detalles del día a día sobre vestuario, inventario, costumbres, cuentas, comidas. sobre la época y sobre sus protagonistas. Está claro que es un ensayo mucho más sobre Leeuwenhoek que sobre Vermeer. La pasión con la que habla del científico, su conocimiento absoluto, es fascinante yc ontagiosa. A Vermeer lo conoce y lo disfruta menos. Entiendo la técnica, pero no le fascina el artista. Sin embargo, y a pesar de eso, la forma en la que escribe y aprendes sobre la mirada, la importancia de querer ver y de creer para ver es extraordinaria. Más que recomendable.
Twilight of History, de Shlomo Sand Admito que no había mirado en ateción los detalles del libro cuando lo compré. Me dejé llevar por las críticas positivas de la contraportada, sobre todo las de Judt. Esperaba otro tipo de ensayo. Es un libro entretenido, pero no demasiado sólido. Dificil (imposible) de seguir si no eres historiador o no has dedicado algún momento de tu vida a leer y debatir de Annales, marxistas británicos, Ginzburg, Chartier, Zemon Davis o Ranke. Es un libro sobre historiografía con algunas reflexiones generales, no al revés. El autor es polémico y polemista, lo sabe, le encanta y loe xagera. Pero el texto es un poco desordenado, no especialmente original en su mayoría, y pese a lo que critica acaba cayendo en los mismos referentes culturales en los que nos hemos criados todos. A ratos parece desfasado o vago, ajeno a mucho de lo que se ha abordado en debates recientes que hasta un outsider como yo ha seguido a distancia.
La chica de Kyushu, de Seicho Matsumoto. Hay tres lecciones importantes en La chica de Kyushu: los japoneses son gente muy rara, la maldad toma muchas formas (y a menudo es casi gratuita) y cuando los códigos de honor se dejan de lado, el mundo va mejor. El libro me ha gustado mucho, a pesar de que retrata un mundo que me resulta ajeno, en un lenguaje que me resulta demasiado simple y cuando trata sentimientoso rencores atávicos que desconozco. La protagonista, la chica, quiere algo y cree que tiene derecho. El tiempo, a su manera, le da la razón. Y eso, como occidental, racional, del siglo XXI, me cabrea. Pero es una historia muy bien hilada, sobre una realidad que está ahí, sobre una cultura que es completamente real. Sobre una forma de relacionarse en la que viven cientos de millones de personas, por distante que me resulte. Y lo he leído de un tirón en un tren.
La uruguaya, de Pedro Mairal. Es un libro muy bueno. una novela muy sólida, muy completa, muy intensa, muy rápida, muy breve. No se puede tardar más de dos horas en leerla, por extensión y porque ciertamente engancha. Porque te sumerges enseguida y sabes que algo va a pasar y no quieres esperar. Es fácil de entender su éxito, pero pese a todo, no me ha fasciando ni emocionado como a la mayoría de la gente que escucho hablar de ella. Dicen alguno de sus fans que «para que cuaje su efecto el lector tiene que entreverarla con sus días, mancharla de sí mismo», beberba a sorbos. Tonterías. O que es sobre la masculindad, lo que es menos tontería. El personaje es un antihéroe, y de esos lso tenemos a patadas. Y está bien, porque en el mundo hay más de esos que de héroes de verdad. No hay ninguno en el libro, como en mi día a día. Hay idiotas, improvisaciones, errores, gente mala y al menos una idea importante, de refilón: las parejas se convierten en copias, en clones, con los mismos gustos, lenguajes, códigos. Se imitan, funden y apagan. Y por eso está bien tener secretos, pasiones, juegos, independencia. En el libro, de hecho, todos los tienen. Y al finales les sale bien, porque aunque el libro no lo explicite, y la vida rara vez te lo enseñe, ahí está la felicidad. En la libertad, la confianza, la emoción. En el no tener que reprimir qué eres, qué piensas, qué quieras. Y eso lo entiende, aunque se a paslos, hasta un argentino cuarentón, y pesado, que se salva con un ukelele.
Qué vas a hacer con el resto de tu vida, de Laura Ferrero. La primera novela de Laura es fantástica. Me ha gustado muchísimo. No en términos relativos, no como primera novela, no como lo que sea. En términos absolutos. Una historia personal, profunda, trabajada. A ratos íntima, a ratos dolorosa, a ratos muy divertida. Fresca. Hay una protagonista, una historia y mucho talento. La idea, la isla como centro de la historia, del lenguaje, es un acierto absoluto. Y a partir de ahí se contruye un universo narrativo y personal que funciona. Una filosofía sobre la vida como superación de pérdidas, de la realidad como imposible, del exilio como realidad constante. De la huida como mal menor y del regreso como valor. De la impotencia de quien quiere y no puede cambiar no ya el mundo, ni a sí mismo, sino el sufrimiento de quienes les rodean. La Laura de la novela es la misma que la de Piscinas vacías, y sin embargo no lo parece. Y eso es extraordinario porque muestra un discurso, unos recursos, una habilidad y una escritura tan rica, que nada es lo obvio. Y cuando ocurre, es porque la vida, a veces, es obvia. Y dramática. y melodramática. Y fácil. Y difícil. Y de consumo.
El hermano del famoso Jack, de Barbara Trapido. Una (o dos) familias típicas inglesas de los años 70. O no. Una o dos familias muy atípicas, pero una novela rápida, divertida, interesante. Una magnífica novela formal, con diálogos preciosos, profundos. Conversaciones inteligentes de gente lista, educada, liberal rompiendo el mundo encosertado de Katherine, la protagonista principal y secundaria. La historia gira en torno a ella y ella lo hace en torno a Jacob, Jane y sus dos hijos. De libros, ideas y educaciones modernas, llenas de libertades, música, literatura e independencia.
Muerte de un hombre feliz, de Giorgio Fontana .Giacomo Colnaghi es fiscal antiterrorista en el Milán de principios de los 80, los años de plomo. Viene de abajo y cree y quiere creer que aunque la suya no es una socidad totalmente justa, ni buena, ni perfecta, es abierta y democrática. Que hay oportunidades si trabajas. Que las hay, si eliges. Le atormenta no ser capaz de entender a los críos que deciden matar por sus ideas. Es un hombre solitario, austero, adicto al trabajo. Y atormentado (en su acepción más laxa) por el padre partisano al que nunca llegó a conocer. Como él, quiere hacer lo correcto, lo que debe, a pesar de los riesgos. Es creyente, conservador en sus principios pero abierto en sus actitudes. Tímido, introvertido, incapaz de expresar la mayoría de sus sentimientos, sufre cuando se da cuenta de que la debilidad de su hijo le irrita más de lo que le despierte compasión. Necesita hablar y aunque no logra explicarlo, como la mayoría de nosotros, cree que se salvará siendo escuchado. Y mira al mundo, sin saberlo, siguien los versos de Dylan Thomas:
And all your deed and words / Y todos tus actos y tus palabras
Each trueth, each lie / Cada verdad, cada mentira
Die in injuring love / Mueren en el amor que no juzga.
El Metereólogo, de Oliver Rolin. La historia (triste, corta, diezmada) de Alekséi Feodósievich Vangengheim, meterólogo soviético víctima, como millones, de purgas sin ningún tipo de base, fundamento, sentido. El autor hace una mezcla de Limonov y las obras de Delville, con el mismo estilo de escritura, ¡tan y únicamente francés¡ con menos profundidad y talento. Y sin conocer al protagonista. Llega a través de un genuino interés en Rusia, a través de cartas y dibujos de una superviviente. Y recorre los años 30 de fusilado en fusilado, de carta en carta, una taxonomía del totalitarismo a través de una vida más, la de quien no fu eun científico especialmente brillante, ni un resistente ni un opositor. Alguien que no perdió la fe en el Partido hasta el final y sólo quiso «ayudar con sus predicciones a la construcción del socialismo».
La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca. Es verdad; pues reprimamos esta fiera condición, esta furia, esta ambición por si alguna vez soñamos. Y sí haremos, pues estamos en mundo tan singular. Quee el vivir sólo es soñar y la experiencia me enseña que el hombre que vive sueña lo que es hasta despertar. Sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando; y este aplauso que recibe prestado, en el viento escribe, y en cenizas le convierte la muerte (¡desdicha fuerte!); ¡que hay quien intente reinar, viendo que ha de despertar en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende; y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende. Yo sueño que estoy aquí destas prisiones cargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.
Tango satánico, de László Krasznahorkai. «En una remota región rural de Hungría azotada por el viento y la incesante lluvia, unos pocos miembros de una fallida cooperativa agrícola llevan una vida anodina en un pueblo ya casi fantasmal mientras aguardan impotentes a que un milagro les devuelva el futuro» László Krasznahorkai dibuja, disecciona, la Hungría inmediatamente posterior a la caída del comunismo y retrata a una banda de hombres y mujeres fracasados, tristes, débiles, mezquinos, cobardes, humanos. Pinta el mal frente a la inocencia, la estupidez, frente a otros males. Retrata, en un ambiente asfixiante y horroroso de lluvia, fríos, viento, barro, pobreza y falta absoluta de esperanzas, a un grupo siempre al borde del estallido, de la ira y la importencia. Lo suficientemente listos para saber que la oportunidad, la esperanza, el salvador que esperan llegará para machacarlos. Que sólo puede ser así. Pero necesitan desesperadamente la pequeña chispa de la ilusión, de la posibilidad. Casi tanto como seguir, aplastados, sentados en una habitación vacía, sólo con un barreño de agua caliente, viendo como la vida pasa lo antes posible.
LIBROS LEÍDOS EN 2017
«Mejor la ausencia«, de Edurne Portela
«El corazón de los hombres«, de Nickolas Butler.
«Les salauds de l’EuropeLes salauds de l’Europe«, de Jean Quatremer.
«La acusación. Cuentos prohibidos de Corea del Norte«, de Bandi.
«Homo Deus«, de Yuval Noah Harari.
«Carl Schmitt, pensador español«, de Miguel Saralegui.
«Rites of Spring. The Great War and the birth of modern age«, de Modris Eksteins
«En lugar seguro«, de Wallace Stegner.
«Ciudad abierta«, de Teju Cole.
«El poder de las ideas. Ensayos escogidos«, de Isaiah Berlin.
«La transformación del mundo. Una historia global del siglo XIX«, de Jürgen Osterhammel.
«On Tyranny. Twenty Lessons from the Twentieth Century «, de Timothy Snyder.
«Outlandish Knight. The Byzantine Life of Steven Runciman«, de Minoo Dinshaw.
«Clarissa«, de Stefan Zweig.
«Un amor imposible«, de Christine Angot.
«En la oscuridad. Diez meses secuestrado por Al Qaeda en Siria«, de Antonio Pampliega.
«Homenaje a Cataluña«, de George Orwell.
«La matanza de Rechnitz. Historia de mi familia«, de Sacha Batthyani.
«Arthur Koestler, nuestro hombre en España«, de Jorge Freire.
«Tantos días felices«, de Laurie Colwin.
«10 ingobernables. Historias de trasgresión y rebeldía«, de June Fernández.
«Más allá de la contienda«, de Romain Rolland.
«Are we smart enough to know how smart animals are?«, de Frans De Wall.
«Euforia«, de Lily King
«The smartest kids in the world. And how they got that way«, de Amanda Ripley
«Camino a Trinidad«, de José Andrés Rojo
«La partida inmortal. Una historia del ajedrez«, de David Shenk.
«El balcón en invierno«, de Luis Landero.
«Democracy without nations. The fate of self-government in Europe«, de Pierre Manent.
«Nothing is true and everything is possible. The Surreal Heart of the New Russia«, de Peter Pomeranzev
«Tiene que ser aquí«, de Maggie O’Farrell
«Yo, Bill Murray«, de Marta Jiménez.
«Adults in the room: My Battle With Europe’s Deep Establishment«, de Yanis Varoufakis
«¿Dónde vamos a bailar esta noche?«, de Javier Aznar.
«Años de vértigo. Cultura y cambio en Occidente. 1900-1914«, de Philipp Blom.
«L’Historie de la Belgique. Des origines à 1830, pour les nuls«, de Fred Stevens y Axel Tixhon.
«El quinto en discordia«, de Robertson Davies.
«The Return. Fathers, sons and the land between«, de Hisham Matar.
«Le mal européen«, de Guy Verhofstadt.
«En el vientre de la yijad. El testimonio de las madres de yijadistas«, de Alexandra Gil.
«Lesser Beasts. A Snout-to-Tall history of the Humble Pig«, de Mark Essig.
«Imperiofobia y leyenda negra. Roma, Rusia, EEUU y el imperio español«, de María Elvira Roca Barea
«La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de proximidad«, de Josep María Esquirol.
«La invención de la naturaleza. El nuevo mundo de Alexander von Humboldt«, de Andrea Wulf.
«L’illuminato. Vita e morte di Marco Panella e i radicali«, de Giovanni Negri.
«Islamic exceptionalism. How the struggle over Islam is reshaping the world«, de Shadi Hamid.
«Tres años en las cámaras de gas«, de Filip Muller
«Just Kids«, de Patti Smith.
«La voluntad del Gudari. Génesis y metástasis de la violencia de ETA» de Gaizka Fernández Soldevilla.
«The Vanishing. In pursuit of Velazquez«, de Laura Cummings.
«Hillbilly Elegy. A Memoir of a Family and Culture in Crisis«, de J. D. Vance
«Piscinas vacías«, de Laura Ferrero.
«Les Revenants. Ils étaient partis faire le jihad, ils sont de retour en France«, de David Thomson
«Patria«, de Fernando Aramburu
«Principios de un orden social liberal«, de Friedrich Hayek.
«The sould of the battle. From the Ancient times to the present day, how three great liberators vanquished tyranny.», de Victor David Hanson
«The noise of time«, de Julian Barnes
«Do humankind’s best days lie ahead? Pinker, Ridley, De Botton y Gladwell
«Mollenbeck sûr djihad«, de Jean-Pierre Martin y Christophe Lamfalussy
«Cazadores, campesinos y carbón. Una historia de los valores en las sociedades humanas«, de Ian Morris.
«The brief wondrous life of Oscar Wao«, de Junot Díaz.
«La españa vacía«, de Sergio del Molino.
«The euro and battle of ideas«, de Markus Brunnermeir, Harold James y Jean-Pierre Landu.
«Manual para mujeres de la limpieza«, de Lucia Berlin.
«Black Wind, White Snow: The Rise of Russia’s New Nationalism«, de Charles Clover.
«Noche es el día«, de Peter Stramm.
«The Undoing Project. A Friendship That Changed Our Minds«, de Michael Lewis.
«The Secret Race: Inside the Hidden World of the Tour de France«, de Tyler Hamilton y Daniel Coyle.
LIBROS LEÍDOS EN 2016
«La nueva odisea«, de Patrick Kingsley
«Ecuatoria«, de Patrick Deville
«Daniela Astor y la caja negra«, de Marta Sanz
«Karl Polanyi. A life on the left«, de Gareth Dale
«La eternidad en un día. Clásicos del periodismo literario alemán (1823-1934)«, Francisco Uzcanga (ed)
«Siria, el país de las almas rotas«, de Mónica García Prieto y Javier Espinosa.
«Ante todo no hagas daño«, de Henry Marsh.
«L’amica geniale«, de Elena Ferrante
«Yo, Claudio«, de Robert Graves.
«Juan Pablo Fusi: el historiador y su tiempo«, María Jesús González y Javier Ugarte (Coord)
«El mar«, de John Banville.
«Peste & Cólera«, de Patrick Deville.
«Dark matter and the dinosaurs.The Astounding Interconnectedness of the Universe«, de Lisa Randall.
«Mi lucha: 1. La muerte del padre«, de Karl Ove Knausgard
«Farándula«, de Marta Sanz.
«Pumpkin Flowers. A Soldier’s Story«, de Matti Friedman.
«SPQR. Una historia de la antigua Roma«, de Mary Beard.
«El camino al lago desierto«, de Franz Kain.
«¡Melisande! ¿Qué son los sueños?«, de Hillen Halkin.
«Tú no eres como otras madres«, de Angelika Schrobsdorff
«We should all be feminists«, de Chimamanda Ngozi Adichie
«El nadador en el mar secreto«, de William Kotzwinkle.
«Muerte de un silencio«, de Clémence Boulouque.
«Nos vemos en esta vida o en la otra«, de Manuel Jabois.
«Empire of Cotton: A Global History«, de Deckle Edge.
«Cher pays de notre enfance. Enquete sur les années de plomb de la V Republique«, de Etienne Davodeau y Benoit Collombat
«Historia de las utopías«, de Lewis Mumford.
«¡Matadlos! / Quién estuvo detrás del 11-M y por qué se atentó en España«, de Fernando Reinares.
«La marcha Radetzky«, de Joseph Roth.
«1936. Los mitos de la Guerra Civil«, de Enrique Moradiellos.
«Los idiotas prefieren la montaña«, de Aloma Rodríguez
«In wartime. Stories from Ukraine«, de Tim Judah.
«Ostende. 1939, el verano de la amistad«, de Volker Weidermann.
«Jihad academy. Nos erreurs face á l’État islamique«, de Nicolas Hénin.
«Non temete per noi. la nostra vita sará meravigliosa. Storie di ragazzi che non hanno avuto paura di diventare grandi», de Mario Calabresi. .
«The Sixth Extinction. An unnatural history«, de Elizabeth Kolbert.
«Los orígenes del orden político. Desde la Prehistoria hasta la Revolución Francesa«, de Francis Fukuyama.
«El fumador pasivo«, de Daniel Gascón.
«Una historia crepuscular«, de Stefan Zweig.
«Goool en las Gaunas«, de Javier Triana
«En la orilla«, de Rafael Chirbes
«Chicas felizmente casadas«, de Edna O’Brien
«Ensayos«, de Michel de Montaigne
«El bar de las grandes esperanzas«, de JR Moehringer
«Il etait un fois en France. L’Empire de Monsieur Joseph«, de Fabien Nury y Silvain Vallée
«One of us. The story of Anders Breivik and the Massacre in Norway«, de Asne Seierstad
«Nada se acaba«, de Margaret Atwood.
«La ley del menor«, de Ian McEwan
«Between the world and me«, de Ta-Nehisi Coates
«El fin del Homo Sovieticus«, de Svetlana Aleksiévich
«Instrumental«, de James Rhodes.
«The Tyranny of Silence«, de Fleming Rose
«En movimiento. Una vida«, de Oliver Sacks.
«La vida sexual de las gemelas siamesas», de Irvine Welsh
ANTERIORES EN 2015
«H de Halcón«, de Helen MacDonald
«Fariña«, de Nacho Carretero
«Las lecciones peligrosas«, de Alissa Nutting.
«La ciudad sin judíos«, de Hugo Bettauer.
«The impossible exile. Stefan Zweig and the end fo the world«, de George Prochnik
«La vida ante sí«, de Romain Gary.
«La música en el castillo del cielo. Un retrato de JS Bach«, de John Elliott Gardiner
«Pequeño fracaso«, de Gary Shteyngart.
«The ISIS Apocalypse: The History, Strategy, and Doomsday Vision of the Islamic State«, de Will McCants
«Sapiens: A Brief History of Humankind«, de Yuval Noah Harari.
«Killing a King. The Assassination of Yitzhak Rabin and the Remaking of Israel«, de Dan Ephron.
«Economics Rules: The Rights and Wrongs of the Dismal Science«, de Dani Rodrick.
«El retorno de los chamanes«, de Víctor Lapuente.
«El comensal«, de Gabriela Ybarra.
«Kissinger. The Idealist, 1923-1968«, de Niall Ferguson
«La diosa de las pequeñas victorias«, de Yannick Grannek.
«Being mortal«, de Atul Gawande.
«The 13th labour of Hercules. Inside the Greek crisis«, de Yannis Palaiologos.
«Reparar a los vivos«, de Maylis de Kerangal.
«Sumisión, de Michel Houellebecq.
«Ciudadanos. Deconstruyendo a Albert Rivera«, coordinado por John Müller.
«Los consejos de la paloma«, de Stephen Kelman.
«Los últimos tiempos del club del autobús«, de Chris Stewart.
«Las aventuras del buen soldado Svejk«, de Jaroslav Hasek.
«Los intelectuales en el siglo XIX«, de Christopher Charle.
«Hayek sobre Hayek y La fatal arrogancia«, de Friedrich Hayek
«El marqués y la esvástica. César González Ruano y los judíos en el París ocupado». De Placid García-Planas y Rosa Sala Rose.
«Ser amigo mío es funesto. Correspondencia (1927-1938)«, Joseph Roth y Stefan Zweig.
«Tierras de sangre«, de Timothy Synder.
«Telón de acero.La destrucción de Europa del Este 1944-1956«, de Anne Applebaum.
«Las luminarias«, de Eleanor Catton.
«Libro de familia«, de Patrick Modiano.
«Cuando yunque, yunque. Cuando martillo, martillo«, de Augusto Assia
«La economía a la intemperie«, de Andrés González y Rocio Orsi.
«Clases de baile para mayores«, de Bohumil Hrabal.
«La historia silenciosa«, de Eli Horowitz, Kevin Moffett y Matthew Derby.
«El deber«, de Ludwig Winder.
«Leones contra dioses«,d e John Müller.
«Sobre el amor«, de Miguel de Cervantes (más o menos).
ANTERIORES EN 2014
«España. Un enigma histórico«, de Claudio Sánchez Albornoz.
«Reinventing de bazar. A natural history of markets«, de John McMillan.
«Las nubes. Lisístrata, Dinero«, de Aristófanes.
«Dante. Storia di un visionario«, de Guglielmo Gorni
«Te regalaré el mundo«, de Marta Fernández.
«¿Haciendo somos todos?«, de Francisco de la Torre.
«Historia de un Estado clandestino«, de Jan Karski.
«Natasha’s Dance. A Cultural History of Russia«, de Orlando Figes.
«Canciones de amor a quemarropa«, de Nickolas Butler.
«Payasos. El dictador y el artista«, de Norman Manea.
«The Fear. Robert Mugaba and the martyrdom of Zimbabwe«, de Peter Godwin.
«El libro de mi destino«, de Parinoush Saniee.
«El huérfano«, de Adam Johnson.
«El día del oprichnik«, de Vladimir Sorokin.
«Ignorance. How it drives science«, de Stuart Firestein.
«Memorias. Medio siglo de reflexiones políticas«, de Raymond Aron.
«1913. Un año hace 100 años«, de Florian Illies.
«Nos vemos allá arriba«, de Pierre Lamaitre
«La analfabeta que era un genio de los números«, de Jonas Jonasson.
«Big Brother«, de Lionel Shriver
«El intocable«, de John Banville.
«The Mouse Proof Kitchen«, de Saira Shah
«The Unwinding. An inner history of the new America«, de George Packer.
«Inventing the Individual. The Origins of Western Liberalism«, de Larry Siedentop.
«La cartuja de Parma«, de Stendhal.
«El problema de la bala«, de Jaime Rubio.
«The Kingdom of Iron. The Rise and Downfall of Peussia, 1600-1947“, de Christopher Clarke.
“Crónica de Trávnik», de Ivo Andric.
«HHhH«, de Laurent Binet.
«¿Por qué pagas más impuestos que Apple?«, de Mercedes Serraller.
«#Podemos. Deconstruyendo a Pablo Iglesias«, coordinado por John Müller y en el que yo escribo un capítulo.
«El silencio de los animales. Sobre el progreso y otros mitos modernos«, de John Gray.
«My Promised Land«, de Ari Shavit.
«The Tyranny of Experts«, de William Easterly.
«La trama nupcial«, de Jeffrey Eugenides.
«Canadá«, de Richard Ford.
«Las cuatro estaciones de Atenas. Crónicas desd eun país ahogado por su rescate«, de Mariangela Paone.
«Karl Marx«, de Jonathan Sperber.
«¿Qué será de mi pensión? Cómo hacer sostenible nuestro futuro como jubilados«, de José Ignacio Conde-Ruiz.
«The Good Soldiers«, de David Finkel.
«El pudor del pornógrafo«, de Alan Pauls.
«El pequeño guardia rojo«, de Wenguang Huang.
«Madrid, 1921. Un dietario«, de Josep Pla.
«El retorno de la geografía. Cómo los mapas condicionan el destino de las naciones«, de Robert D. Kaplan.
«Qué fue de Sophie Wilder«, de Christopher R. Beha.
«Limónov«, de Emmanuel Carrère.
«Años luz«, de James Salter.
«Cómo ser mujer«, de Caitlin Moran.
«La habitación oscura«, de Isaac Rosa.
«La utilidad de los inútil. Manifiesto«, de Nuccio Ordine.
«Bajo el cielo de Greene Harbor«, de Nick Dybek
«El dilema de España«, de Luis Garicano
ANTERIORES EN 2013:
– «The War that Ended Peace. The Road to 1914«, de Margaret MacMillan
– «Notes on a Century. Reflections of a Middle East Historian«, de Bernard Lewis.
– «Corralito«, de Lucio di Matteo. Aquí mi reseña en Mercados.
– «Swiss Watching. Inside the land of milk and money«, de Diccon Bewes.
– «Entresuelo«, de Daniel Gascón.
– «A Moscú sin Kaláshnikov. Una crónicasentimental de la Rusia de Putin envuelta en papel de periódico«, de Daniel Utrilla.
– «Recuerdos. 40 años de servicio público«, de Pedro Solbes.
– «La interpretación Whig de la historia«, de Herbert Butterfield. Con introducción, traducción y comentarios de Rocío Orsi.
– «El regreso de Martin Guerre«, de Natalie Zemon Davis.
– «The Honest Truth About Dishonesty: How We Lie to Everyone–Especially Ourselves«, de Daniel Ariely.
«Austerity: The History of a Dangerous Idea«, de Mark Blyth.
«El fin del poder«, de Moisés Naím
– «Ángulo de reposo«, de Wallace Stegner.
«The Honor Code: How Moral Revolutions Happen«, de Kwame Anthony Appiah.
«Honor, a History’», de James Bowman.
«Ulises y la comadreja«, de Georg von Wallwitz.
«Fouché«, de Stefan Zweig.
«Tres noches«, de Austin Wright.
«Honor: a History«, de James Bowman.
«El fiel Ruslán«, de Gueorgui Vladímov.
«El giro. De cómo un manuscrito olvidado contribuyó a crear el mundo moderno», de Stephen Greenbñatt
«La ventana alta«, de Raymond Chandler.
«Europesadilla. Alguien se ha comido a la clase media«, de Aleix Saló
«Capital«, de John Lanchester.
«Le città invisibili«, de Italo Calvino.
«Max Weber: la pasión del pensamiento«, de Joachim Radkau.
«Héroes, aventureros y cobardes«, de Jacinto Antón.
«La casta invencible«, de Ken Kesey.
«Lo que el dinero no puede comprar. Los límites morales del mercado«, de Michael J. Sandel.
«Plomo en los bolsillos«, de Ander Izaguirre.
«La tumba de Lenin. Los últimos días del imperio soviético«, de David Remnick.
«Por qué dejé Goldman Sachs«, de Greg Smith.
«Mi abuela y diez más«, de Ander Izaguirre.
«Promesas de papel. Dinero, deuda y un nuevo paradigma financiero«, de Philip Coggan.
«Fai bei sogni«, Massimo Gramellini.
«Ortodoxia«, de G. K Chesterton:
«El burgués. Contribución a la historia espiritual del hombre económico moderno«, de Werner Sombart.
«El eco de las ciudades vacías«, de Madeleine Thien.
«El hombre anumérico«, de John Allen Paulos.
«Naciones y nacionalismos desde 1780«, de Eric Hobsbawn.
«El increíble caso de Barnaby Brocket», de John Boyne.
«Cosmopolitan Islanders. British Historians and European Continent«, de Richard J. Evans.
«Claves poéticas de la Divina Comedia«, de Franc Ducros.
«Nosotros, los mercados. Qué son, cómo funcionan y por qué resultan imprescindibles«, de Daniel Lacalle.
«Defendámonos de esta crisis«, de M. Alfonso Villa Vigil.
«Los pájaros amarillos«, de Kevin Powers.
«El tiempo de los regalos» y «Entre los bosques y el agua«, de Patrick Leigh Fermor.
«Cuando muere el dinero«, de Adam Fergusson. Y mi reseña, publicada en Mercados.
«Absolución«, de Patrick Flanery.
«Nueva York, 08.45 AM«, de Simone Barillari (Ed).
«El insólito peregrinaje de Harold Fry«, de Rachel Joyce.
«Saqueo«, de Gemma Martínez. Y mi reseña entera publicada en Mercados
«Carlos III y la España de la Ilustración«, de Antonio Dominguez Ortiz.
«Cómo cambiar el mundo«, de Eric Hobsbawm
«Gobernanza inteligente para el siglo XXI«, de Nicolas Berggruen y Nathan Gardels
«La Edad Media y el dinero«, de Jacques Le Goff. Ensayo de antropología histórica sobre el papel del dinero. Desde su «decadencia» tras la caída del Imperio Romano a su renacer a partir de las Cruzadas y, en especial, el ‘largo siglo XIII’.
«El minotauro global«, de Yanis Varoufakis. Y mi reseña publicada en Mercados.
«El prisionero del Cáucaso y otros relatos«, de Vladimri Makanin
«Cartas desde el fin del mundo«, de Toyofumi Ogura
Pingback: Los mejores libros de 2013 | Maven Trap
Pingback: Ideas y palabras | Maven Trap
Pingback: Los libros del año (I) | Maven Trap
Pingback: Los libros del año (y III) | Maven Trap
Pingback: Mis libros de 2015 (y II) | Maven Trap
Pingback: Mis libros del año | Maven Trap
Pingback: Lecturas de verano | Maven Trap
Pingback: Mis libros de 2018 | Maven Trap
Pingback: Mis libros de 2020 | Maven Trap
Pingback: Mis libros de 2021 | Maven Trap
Pingback: Mis libros de 2022 | Maven Trap