Unknown-3El pasado martes falleció Robert Fogel, historiador y premio Nobel de Economía en 1993 junto a Doug North. The New York Times le ha dedicado un buen obituario. En The Economist y The Chicago Tribune también se hacen eCo. Kevin Bryan, le dedica un post en su blog. Y Nicholas Wapshott, el autor de Hayek vs Keynes, elogia su figura y método.

En español, Jesús Fernández Vilalverde ha escrito una entrada muy positiva en Nada es Gratis sobre él.

Fogel ha sido uno de los rostros más visibles –y polémicos– de la cliometría, la disciplina que aplica teoría económica y métodos cuantitativos (matemáticas, estadística) al estudio de la Historia.

De la mano de Meyer y Conrad, e incluso de la de Kuznets , que tanto inspiró a Fogel, la disciplina se remonta a finales de los años 50. En EEUU existe una Sociedad Cliométrica desde 1983.

En 1964, Fogel publicó Railroads and American Economic Growth: Essays in Econometric History, un trabajo pionero. Pero fue otro libro, Time on the Cross (1974), junto a Stanley Engerman, el que marcó época.

Se trataba de un estudio cuantitativo en dos volúmenes sobre la esclavitud (PDF). Un libro importantísimo, documentado, pero que le valió muchas críticas (PDF). Por afirmar, entre otras cosas, que la esclavitud, lejos de ser un mal negocio para el sur, era rentable. Y lo era, además, porque estaba diseñada de forma bastante eficiente (PDF). Y que, al depender su negocio de ellos, muchos propietarios trataban a los negros mejor que algunos empresarios del norte a sus trabajadores libres.

Los autores no justificaban, ni mucho menos, la esclavitud, hacia la que mostraban repugnancia moral. De hecho, Fogel se casó y fue feliz toda su vida junto a una afroamericana. Ellos, simplemente, la analizaban, como explica Engerman en este audio, en términos numéricos y no morales, yendo contracorriente. Aquí se pueden ver sus puntos y los de las corrientes mainstream de forma muy esquemática.

Los enfoques cuantitativos son minoritarios en el campo historiográfico, pero muchos hablan de una revolución cliométrica en el último medio siglo. En España, en los 70, ya estaba presente. Y en los 80 se extendió de la mano de Prados de la Esclosura, Martín Aceña, Fraile y otros.  A pesar de la resistencia de los materialistas y las acusaciones de «deshumanización» y de «tratar de identificar y medir fuerzas que normalmente están fuera del control consciente de individuos y personajes particulares».

Eloy Fernández habla de una «escisión anunciada» entre historiadores (PDF). En América Latina se pueden rastrear también los efectos de la cliometría (PDF).

Pero hay quien quiere ir mucho más allá. Peter Turchin, biólogo reconvertido, es el principal exponente de la cliodinámica, el estudio de las dinámicas históricas. 


Desde hace años aboga por esa nueva y polémica disciplina. Dice que la cliometría tocó techo en 1978, y que desde entonces su impacto académico ha caído.

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Por eso quiere dar un paso más y transformar la Historia en una ciencia «analítica y predictiva», que busque patrones que se repitan en el tiempo.

Como por ejemplo, la desigualdad, cuya frecuencia explica en un largo e interesante artículo titulado: «Return of the oppressed». La consecuencua última es que en algún momento quizás seamos capaces, en cierto modo, de anticipar el futuro.

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Este post es una versión editada de la Crítica de Ideas publicada hoy domingo en Mercados, el suplemento económico de El Mundo.

La ilustración que lo encabeza la firma EFEALCUADRADO.