Mis libros de 2023

El año empezó con paz, serenidad y la mejor compañía. Con felicidad. Y ha terminado exactamente igual. Con infinitos burpees y dominadas, con incontables comidas y cenas en casa, con recetas, crónicas y más semanas metido en un avión que lejos de él. Sin miedos, sufrimiento ni angustia personal. Un año de muchísimo trabajo, presión, presidencias, amnistías y más estrés que casi en toda la década anterior.

No ha sido un año memorable, pero tampoco para olvidar. Y más que bien está. Volvió el equilibrio, la tranquilidad, la estabilidad, la felicidad como ausencia de tristeza, de felicidad como ausencia de conflicto y discusión, de la felicidad como conexión permanente, sin picos de tensión, sorpresas desagradables, ni minimización del yo.

Este año, de nuevo, no hubo tampoco parones forzosos y sin explicación de meses sin leer, y tampoco de semanas. Igual que en 2022, rachas de sequía absoluta por trabajo, sobre todo en la segunda mitad del año. Menos que en el pasado. Y bien está.

Mi vida ya es casi como me gustaría o me hubiera gustado, son como habría podido ser o incluso debería haber sido. Lo he aceptado y permitido que lo que siempre (me) había funcionado se fuera y dejara hueco para algo parecido, pero mejor. Más complejo, más real, más duro. Quienes pensaba que estarían siempre a mi lado se han ido para no volver. Y bien estará. Todavía no, pero algún día.

Aquí les dejo mis libros favoritos del año sin jerarquía ni ningún orden en particular. No son, forzosamente, publicados recientemente, sino leídos en los últimos 12 meses. Por comodidad, una vez más, he puesto la versión en español de todos cuando existe.

Muy feliz Navidad, feliz Año Nuevo y buena lectura en 2024 a todos.

Gracias por estar siempre ahí, conmigo.

Vuelta al país del Elkano, de Ander Izagirre.

«Un buen viaje consiste en dar una vuelta entera para volver a nuestro origen y descubrir que ya nunca lo veremos como antes”. Ander es el mejor narrador (de no ficción) que tenemos en lengua castellana. Todos sus libros son una pasada en ritmo, estructura, humor, cercanía. Qué despliegue, qué talento, qué envidia. Qué gozada. Un paseo en bicicleta, siempre en bicicleta, para conocer el País Vasco de arriba abajo. Lleno de anécdotas, personajes, geografía, historia, gastronomía. Y un mensaje: si te han vendido que el alma vasca es la que está apegada a la tierra, hacia dentro, te han vendido mercancía averiada.

La colina de Watership, de Richard Adams. Es una de las dos únicas novelas de la lista y no estoy muy seguro de las razones. Este año he descuidado muchísimo la página en la que voy apuntando las lecturas y estoy convencido de que me he olvidado de otras. Anyway, he llegado 50 años tarde a este libro pero qué bien haberlo hecho. Un señor de los anillos de conejos. Sí, han leído bien, de conejos. Los protagonistas son conejos, que viven bajo tierra, comen lo que pueden y se pasan la vida asustados y huyendo de sus infinitos depredadores. Y cuando digo un señor de los anillos no me quedo corto. Es una novela buenísima, con un ritmo frenético y personajes muy bien construidos, algo memorable teniendo en cuenta que a los pocos minutos de que pase algo lo normal es que lo hayan olvidado. Una epopeya, un viaje constante en busca de paz y tranquilidad imposible en un mundo lleno de peligros, sangre, odio y destrucción. Sorprendentemente violento y estresante. Desde ahora los conejos no me caen mejor, pero todos sus enemigos son mis enemigos. Para siempre.

Ghost of the Tsunami, de Richard Lloyd Parry.

Este libro es el reportaje perfecto, redondo. El que todo periodista querría escribir, en fondo y forma. La historia es devastadora. Un tsunami salvaje, uno más, que arrasa una costa, varios pueblos, una escuela. Lloyd Parry, corresponsal de medios británicos con muchos años de experiencia en el país, documenta el desastre, las consecuencias, la destrucción física y emocional. Las vidas que acabaron ese día, tanto de los que murieron como las de muchos de los que sobrevivieron y jamás han vuelto a descansar. Casa a casa, caso a caso, familia a familia para reconstruir lo que se hizo bien, lo que se hizo mal, lo que no se podía hacer. Y cómo una nación con una cultura en la que el honor, el respeto, el silencio y la contención es capaz de lidiar con esa tristeza y horror.

Rise and kill first. The secret history of Israel’s targeted assasination, de Ronen Bergman. Este libro es una barbaridad. Una enciclopedia de 700 páginas con todo tipo de detalles sobre décadas de operaciones imposibles, cientos de asesinatos, errores catastróficos y todo tipo de crímenes. Bergman documenta paso a paso las acciones de los servicios secretos, los cuerpos especiales, el ejército, los espías, los infiltrados, de toda unidad de élite de Israel, desde antes de la independencia a nuestros días. Nos guía a través de décadas de evolución, cambio, aprendizaje y error. Sus mayores éxitos y fracasos, los cambios de época, las decisiones que cambiaron la historia del país y de Oriente Próximo. Un acceso único a fuentes y protagonistas y un tono crítico y severo.

Maniac, de Benjamín Labatut.

Ya era hora de que tuviéramos en español (más o menos) a un autor que piensa, escribe, estructura como los anglosajones o la tradición francesa que mejor representa Patrick Deville. Alguien con ese talento, esa habilidad pero sobre todo esa ambición. No tenemos a nadie que haga nada parecido, ni remotamente. No me ha impresionado como Un verdor terrible porque estaba preparado y hay evidentes similitudes, pero me ha dado lo que iba buscando. No es tan hermoso, potente y desgarrador. Pero tiene aspiraciones incluso mayores. En la anterior nos sorprendía con su estilo, la prosa, nos llevaba, mareaba y nos tomaba el pelo a ratos de manera magistral. Aquí, aparentemente, nos acompaña y guía de una manera más directa, recta, pero la carga filosófica es abrumadora, por mucho que la difumine. Maniac explora la “locura perfectamente racional” de algunas de las mentes más increíbles y poderosas del siglo XX para ayudarnos a entender los desafíos del XXI. Maniac no es un libro, son dos. Una primera parte monumental novelando hechos reales al rededor de Von Neumann y el grupo de marcianos que lo rodeaban. Y un segunda, mucho más sobria y que casi podría ser un reportaje del New Yorker, aparentemente sin nada que ver, sobre el Go y el gran enfrentamiento que sentó en una mesa al mejor jugador del mundo y una máquina de Inteligencia Artificial. La combinación es extraña, pero funciona.

Agente Sonya. Amante, madre, soldado, espía, de Ben Macintyre. Un espectáculo. Vaya señora, vaya vida, vaya espía al servicio de la Madre Patria. Y qué talento increíble el de Macintyre. Todos sus ensayos son colosales. Éste, sobre una de las mejores agentes en toda la historia de la URSS, no es el mejor porque el de Philby es de otra galaxia, pero no hay nadie ahora mismo que se acerque siquiera a su capacidad narrativa, al nivel de conocimiento, de detalle. Te mete en la vida de los espías, de los controladores, de las instituciones, de los países. Desde China a Rusia pasando, desde luego, por Reino Unido. Se lee como una novela, se disfruta como un thriller, se aprende como de una enciclopedia.

Magníficos rebeldes. Los primeros románticos y la invención del yo, de Andrea Wulf

Qué buena es Wulf y que librazo ha escrito de nuevo. Los años mágicos en Jena de una generación única, irrepetible e increíblemente conectada e interconectada, sorprendentemente dependiente entre sí, de escritores, filósofos, poetas y periodistas. Goethe, Schiller, Fichte, los hermanos Schlegel y Caroline, Schelling, Novalis, los Humboldt, Hegel. Su vida pública y privada, sus obsesiones, sus mezquindades, su humanidad más cruda, con celos, envidias, admiraciones y necesidades. La invención del yo y el despuntar del Romanticismo, libertad y razón. La invención de la naturaleza, dedicado a Alexander von Humboldt, fue uno de mis favoritos de 2017. Éste no es tan hermoso, tan íntimo y tan especial, pero es una obra maestra narrativa y de erudición. Y más que divertido.

La frontera, de Erika Fatland

Un ensayo estupendo, redondo. Un viaje fascinante, muy bien contado y súper ameno No entiendo por qué he tardado tanto tiempo, estaba en todas las listas de recomendaciones y muy merecidamente. La frontera de Rusia es la más extensa del mundo. Fatland, que no es Kapuściński y lo agradecemos, nos lleva a pie, caballo, tren, autobús, barco o lo que haga falta por catorce países que comparten tierra con Rusia, desde Corea del Norte hasta Noruega,. Paisajes únicos, estados fallidos, historia sangrienta. Una relación de miedo, admiración, necesidad y odio hacia un imperio, herido y decadente, que ha dejado una huella imborrable en cada uno de sus vecinos. 

Mi lista de libros del año en:

2022

2021

2020

2019

2018

2017

2016

2015

2014

2013

Otras listas de interés

Las recomendaciones en el hilo ya clásico de Twitter

Ramón González Ferriz

Carlos Hortelano

Eduardo Suárez

Aloma Rodríguez

Manu de la Chica

Piedras de Papel

Alain Acevedo

Nuria Val

Si no he visto la vuestra, ¡avisadme por favor!

Mis libros de 2022

Iván Aivazovski. La creación del mundo, 1864

Este 2022 que ahora se va ha sido un buen año. De recuperación, de mucha cocina, de deporte, de juergas, de sonrisas, de infinitos aviones, de amor sano. De cicatrizar las heridas y aprender, poco a poco, a pasar página. A despegar(me). No ha sido fácil, no ha sido siempre fluido, pero sí gratificante. He encontrado la paz, la serenidad, la mejor compañía. La felicidad.

El año pasado no me gustó, ni me gusté, pero el trabajo específico con mi cabeza y la ayuda me permitieron encontrar(me) y seguir. No soy el que era, ni volveré a serlo nunca, y bien está. Ese nuevo equilibrio se ha notado en todos los aspectos y niveles. Redescubrir la ilusión en el trabajo, en el ejercicio (a pesar de una larga lesión que no acaba de irse), en la lectura. Y casi casi, en los viajes también.

Este año no hubo tampoco parones de meses sin leer, y tampoco de semanas. Sólo algunas rachas por trabajo o diversiones alternativas. 2022 ha sido de nuevo el año de los burpees y las dominadas, de las cenas en casa y amigos nuevos. De marcar distancias y dejar de hacer el idiota. El año en el que las fricciones fueron desapareciendo y en el que los disgustos y el dolor, siempre reales y a menudo presentes, se volvieron residuales. Nocivos, pero no letales. Próximos, pero no cercanos.

El mundo, y mi vida, no son como me gustaría o me hubiera gustado, no son como habrían podido ser o incluso deberían haber sido. Pero estoy aprendiendo a aceptarlo, a resignarme y soportar que lo que siempre (me) había funcionado ha dejado de hacerlo. Que quienes pensaba que estarían siempre a mi lado, se han ido para no volver. Y bien estará, algún día.

Dice Óscar Martínez en Los muertos y el periodista, que no está en esta lista pero podría perfectamente, que “El periodismo exige comprensiones, no verdades ni dogmas ni finales, comprensiones, explicaciones. Si no descubrís nada, no sirven tus dudas. Descubrir no es sólo demostrar. Descubrir también es interpretar, concluir, y lamentablemente, dudar otra vez, y sufrir y joderte, quizá”. Lo mismo vale para mi 2022. Dudar, sufrir y joderte para descubrir.

Dejé atrás la soledad, gracias a Dios. O mejor dicho, volví a convivir en armonía con ella. Y ya no hubo obsesiones, noches en vela, falta de motivación. Ni rencor, impotencia o rabia. Ni monotemas. Tampoco orden. Se ve en la lista completa de lecturas, completamente aleatoria, arbitraria, ecléctica. No ha sido el mejor año en libros, ni el más activo, ni el que me haya traído más sorpresas y descubrimientos. Pero ha estado bien, y con eso me conformo.

Aquí les dejo mis libros favoritos del curso. No son, forzosamente, publicados recientemente, sino leídos en los últimos 12 meses. Por comodidad, una vez más, he puesto la versión en español de todos.

Muy feliz Navidad, feliz Año Nuevo y buena lectura en 2023 a todos.

Claus y Lucas, de Agota Kristof

Una crueldad insoportable. Una lucidez despiadada. Una prosa mínima y brutal para explicar cómo a veces la única manera de sobrevivir es destrozar, integrar el dolor más inhumano para resistirlo. Cómo el bien y el mal son oscilaciones. Soledad y destino. La verdad construida mentira a mentira

Es un libro perturbador, desolador, que explora las partes más oscuras del alma. Que arrasa antes de intentar, más que tímidamente, dejar el sustrato para plantar algo. El estilo, el tono, lo crudo del lenguaje y los sentimientos. Cómo aborda todo Kristof, desde el bestialismo al incesto, del antisemitismo a los abusos, de una forma tan limpia. Una tarea impresionante que, quizás, sólo se podría haber culminado así, con ese estilo, precisamente por estar escrito en una lengua no materna y aprendida de adulta

La primera parte es la ‘macro’, la crueldad de Estado, régimen, clase, ideología. La segunda, la micro, de familia, cultura, miedos, celos, distancias tan cortas como insalvables. Maldad y bondad, amor y odio, egoísmo y generosidad que conviven en un mundo arrasado por una guerra sin nombre. Que conviven en cuerpos marcados, corazones rotos y una especie de fe laica para creyentes sin causa.

Vivir con nuestros muertos, de Delphine Horvilleur

Dice la rabina Horvilleur que no es necesario creer de forma literal en una vida más allá de la muerte, ni en la presencia de almas en pena en nuestras viejas casas, para reconocer muy racionalmente que todos convivimos con fantasmas. Los de nuestras historias personales, familiares o colectivas; los de las naciones que nos vieron nacer, los de las culturas que nos acogen, los de las historias que nos han contado (o no) y, a veces, los de las lenguas que hablamos.

Ella, que intentó carrera en la medicina y el periodismo antes de estudiar la Torá, sabe mejor que nadie que “nunca se tienen que coger los caminos rectos, en la vida”. Vivir con los muertos, una pequeña historia del consuelo, me ha gustado muchísimo.  Horvilleur tiene una sensibilidad, una delicadeza y una compasión maravillosas. La historia del niño Isaac, de su propia amiga o la del asesinato de Rabin son excepcionales.

Su libro es sobre la transición, el miedo, la soledad y la indefensión. Sobre la aprensión y la vergüenza, los ritos y las tradiciones. Sobre el dolor y el amor. En la mayoría de lenguas no hay palabra para unos padres que han perdido a su hijo. En hebreo sí, ‘shakul’: la rama de la vid cuyo fruto ya se ha vendimiado. Una rama amputada de su fruto, nos explica.

Horvilleur concibe la muerte, y no sólo la vida, como una narración, y afirma que sólo cuando ambas se dan la mano puede continuar la historia. Se acerca y no la evita. La teme, pero se respetan. Lo hace con una delicadeza y ternura increíble, combinando lo individual con lo colectivo, las dudas contemporáneas con los dilemas inmemoriales- Con serenidad, con una sonrisa, con sabiduría.

La octava vida, de Nino Haratischwili

Una historia de Georgia, del siglo XX, de la dictadura, la opresión, la crueldad del comunismo. Una historia de Georgia y de la URSS y de Europa a través de varias generaciones de una familia tan especial como corriente, unida por los secretos de un chocolate mágico y unos lazos irrompibles. Es un libro insuficientemente largo con sus 1.000 páginas y de lectura breve y urgente.

Son seis mujeres de vidas entrelazadas, vidas perpendiculares que se cruzan apenas un instante para luego alejarse irremediablemente, y vidas paralelas, condenadas a no tocarse nunca de verdad. Stasia, Cristina, Kitty, Elene, Niza y Brilka, fuertes, rebeldes, celosas, generosas, egoístas. La autora logra que una novela aparentemente simple en su disposición (pese a lo complejo de su estructura) abarque más que tratados de Historia, Filosofía, Ciencia Política y sobre todo Psicología.

Todo con una prosa bella y cuidada, sin florituras innecesarias. Un tapiz elaborado con retales de decenas de personas y tragedias, lleno de sueños rotos y aspiraciones (casi) imposibles. De supervivencias y traiciones. De una enorme soledad en una familia grande y un estado opresivo. Es un libro enorme, monumental, en todos los sentidos. Una reseña que decía que es “un pedazo de verdad”, y pocas cosas mejores se pueden decir de una obra universal y destinada a perdurar.

La ciudad de los vivos, de Nicola Lagioia,

Esta crónica de un asesinato inexplicable es extraordinaria y no es casualidad que salga en casi todas las listas de libros de los periodistas españoles. Dos chavales, hasta arriba de drogas y alcohol, invitan a casa a un conocido y se lo cargan con decenas de puñaladas y martillazos. Luego siguen su noche, se van a casa y poco después lo confiesan a unos padres superados. Sin razón alguna. No le debían dinero, no les caía mal, no era su enemigo, no eran agresivos. No tenían, objetivamente, ninguna razón.

La reconstrucción y el análisis de la banalidad del mal es brillante. Un ‘A sangre fría’ pero sin inventarse las cosas ni adornar demasiado. No voy a decir que el autor no tenga parte de protagonismo, porque en determinados momentos de la investigación es uno de los propios personajes. Pero no se centra en entrevistas con los asesinos, pues de eso hay poco. Sino en decenas de entrevistas, papeles y testimonios. Es un ensayo perturbador, porque no eran violentos, ni conflictivos, ni agresivos ni nada parecido. Se drogaban y desfasaban y tenían sus taras, como cualquiera de nosotros. Pero de golpe, ese día..,

El análisis que hace Lagiogia de la sociedad romana, y en realidad también de la nuestra (de una parte), es impecable, profundo y desolador. Es un libro sobre un crimen, pero en realidad es una reflexión sobre la ciudad y sus miserias, su abandono, su hostilidad e indiferencia. Sobre una decadencia anunciada, denunciada y, parece, imparable.

El Club de los desayunos filosóficos. Cuatro notables amigos que transformaron la ciencia y cambiaron el mundo, de Laura J. Snyder

Snyder es una historiadora espectacular y una narradora increíble, como ya demostró con el libro de Vermeer y van Leeuwenhoek. Es un ensayo ameno, erudito, profundo. Leerlo es como estar con los protagonistas, cuatro genios de muy diferente recorrido, desayunando en Cambridge los domingos temprano.

William Whewell, Charles Babbage, John Herschel y Richard Jones fueron los últimos filósofos naturales, esa mezcla irrepetible de sabios de todas las disciplinas conocidas y ambición total y los primeros científicos, dedicados sin descanso al detalle, el experimento y la especialización. Cuatro hombres unidos por el amor y la devoción al progreso, e inspirados Francis Bacon, que protagonizaron la transformación de la ciencia. La autora nos lleva con un talento increíble y una prosa envidiable por sus largas vidas, los altibajos de sus amistades, sus tensiones políticas y religiosas.

Se aprende muchísimo. Al ir leyendo mi pensamiento se fue, con máxima y sincera admiración, para el traductor, al que esperaba que le hayan pagado una fortuna, porque se lo ha ganado. Me impresionó tanto que fui a buscarlo y descubrí, con enorme tristeza que José Manuel Álvarez-Flórez, murió el año pasado https://amp.elperiodico.com/es/opinion/20210606/muerte-traductor-jose-manuel-alvarez-florez-articulo-silvia-cruz-lapena-11794463 Y que le debo alguno de los mejores momentos de mi juventud. Él fue quien que me llevó a Oliver Sacks, Kennedy Toole, Wolfe, Capote, Kerouac o Steinbeck. Descanse en paz.

Grand hotel Europa, de Ilja Leonard Pfeijffer

Pues no es en absoluto lo que esperaba, ni lo que imaginaba, pero me lo he pasado más que bien. El inicio es desconcertante, muy desconcertante. A ratos parece incluso una parodia, pero merece la pena aguantar. Reconozco que dudé, pero acerté

Mientras se documenta para un libro sobre el turismo de masas, un escritor llamado Ilja Leonard Pfeijffer sufre una dolorosa ruptura y lo deja todo para poner orden en su vida. Y lo hace en el Grand Hotel Europa, un establecimiento de renombre, histórico, pero venido a menos, medio vacío, comprado por un millonario chino y poblado por un elenco de personajes delirantes e imposibles.

Dice el autor que ninguna buena historia de amor acaba bien. Le gusta provocar, despistar, confundir. Durante largas fases del libro no sabes muy bien en qué consiste, si es ensayo, novela, historia o filosofía, si es todo a la vez o sólo una gran broma durante la que va, y vamos, discutiendo con Dante, Mann, Steiner y todos los clásicos. Un elenco de personajes absurdos que desfilan siendo parte imprescindible d ela tomadura de pelo. Una reflexión camuflada sobre la sociedad de masas y cómo la identidad europea es en realidad el pasado, que oprime e impide avanzar.

Una novela (sic) que no hay que tomarse en serio en ningún momento, porque aborda, una detrás de otra, todas las cuestiones realmente serias e importantes de la vida. Y con Caravaggio de fondo.

Mi lista de libros del año en:

2021

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El último sacrificio de un hombre de Estado

Mattarella bis prima pagina la repubblica - Dago fotogallery

La semana pasada estuve en Roma cubriendo la elección del presidente de la República. Tras siete largos días y siete votaciones fallidas, el sábado, a la octava, los diputados, senadores y delegados regionales escogieron al pobre Sergio Mattarella, el presidente en teoría saliente. A los 80 años, ante la incapacidad del Parlamento de pactar un reemplazo, aceptó seguir un poco más para garantizar la estabilidad.

En el post está todo lo que he escritos estos días, en orden inverso de publicación. Si sólo leéis uno, que sea el perfil final, el que arranca aquí abajo.

Sergio Mattarella: el último sacrificio de un hombre de Estado.

«Lo ocurrido en los últimos días ha sido la culminación de una larga serie de omisiones y fallos, portazos e irresponsabilidades. En los últimos años, las fundadas necesidades y las demandas apremiantes de reforma de las instituciones y la renovación de la política y los partidos no han encontrado soluciones satisfactorias. Han terminado prevaleciendo las oposiciones, la lentitud, las vacilaciones, los cálculos de conveniencia, las tácticas y los instrumentalismos. Esto es lo que ha condenado a la esterilidad o a resultados precarios las relaciones entre las fuerzas políticas y los debates en el Parlamento (…) Ya no es posible, en ningún campo, eludir el deber de hacer propuestas, de buscar una solución viable, de tomar decisiones claras y oportunas para las reformas que se necesitan con urgencia para sobrevivir y hacer avanzar la democracia y la sociedad italiana». Estas palabras, cargadas de rabia, impotencia y hastío, no las pronunció hoy Sergio Mattarella, 80 años, abogado, diputado, ministro, magistrado y presidente de la República, pero podría repetirlas, una a una, dentro de unos días, cuando jure por segunda vez su cargo. Las palabras pertenecer a su antecesor, Giorgio Napolitano, quien hace ahora nueve años, en 2013, se vio obligado a hacer lo mismo que la incapacidad de la clase dirigente italiana ha forzado a Mattarella: posponer su retiro para tomar las riendas de un Estado herido.

Lo ocurrido en los últimos días ha representado ciertamente la culminación de una larga serie de omisiones y fallos, cierres e irresponsabilidades en el Parlamento y el Senado italianos. Hasta siete veces votaron desde el lunes sin ser capaces de consensuar un nombre, llevándose por delante la reputación de las instituciones, una docena de nombres públicos y deteriorando, aún más, las ya de por sí complicadas relaciones entre e intra grupos. Un papelón, un fracaso, un espectáculo triste que eleva, una vez más, a Mattarella, consolidando poco a poco su figura como una de las más respetadas y admiradas de las últimas décadas. El presidente más relevante, quizás

Sergio Mattarella es reelegido presidente de Italia al no ser capaces los partidos de pactar un sustituto.

Come vedono in Europa l’elezione del capo dello Stato italiano (no es una crónica, sino un programa de radio de la Rai (en italiano) en el que participé el fin de semana para explicar cómo veíamos desde fuera, o los de fuera, lo ocurrido.

Francotiradores, deserciones y servicios secretos: la presidencia italiana encara su fase final.

Las amistades peligrosas de Rusia e Italia. Un análisis sobre oligarcas, facilitadores, reuniones y millones, de la mano del último libro de Gianluca Paolucci.

Factor X: el ‘reality’ de la Presidencia italiana que puede volver a protagonizar Sergio Mattarella. Spoiler: sí.

Italia encara la fase final para elegir presidente entre trampas, maniobras y miedos a traiciones. La pieza del miércoles.

Elección del presidente de la República: «Tenemos que encerrarnos y tirar la llave hasta encontrar un nombre«. La crónica del martes desde Montecitorio.

Voto en blanco en la primera ronda: Italia ralentiza la elección de presidente. Crónica del lunes.

Italia escoge presidente con todos los jugadores escondiendo sus cartas. La pieza previa, horas antes del inicio de las votaciones.

Italia elige presidente: paso a paso de un proceso farragoso y decisivo. Un largo Pregunta y Respuesta que explica los mecanismo, las votaciones y los equilibrios previos.

Italia contra sí misma: escoge presidente apurando el milagro de Mario Draghi. Un Gran Angular de domingo sobre el (poible) cambio de era en Roma. Lo podéis leer en Orbyt pinchando aquí.

Mis libros de 2021

El año 2021 ha sido el más duro y triste de mi vida. Nunca he sido más infeliz, más vulnerable. Nunca he estado más perdido ni me he sentido más solo. Todo lo que pudo salir mal salió mal, y fue a peor. Durante medio año no fui yo, o no me sentí yo, no me reconocía, ni me reconozco, ni me gusta ni me gusto, pero he ido aprendiendo a pedir y aceptar ayuda y a aceptarlo. Y poco a poco mejoró y volvió a despuntar, a lo lejos, la luz. Y leí.

L. No hubo, como antaño, parones de meses, sino apenas de unas semanas, cuando el dolor impedía la concentración. Así que leí, y leí, y leí más (e hice un millón de burpees y dominadas). Y busqué, sin darme cuenta, sobre la soledad. Una y otra vez, desde todos los puntos de vista. En los diarios de May Sarton, en la masía de Carlota Gurt o en la tristeza apática del psiquiatra que se jubila en el Agathe de Anne Cathrine Bomann. En el barco de Antonio Lucas, el Hamnet de O’Rilley o la casa abandonada y medio derruida de Santiago Lorenzo. Incluso en las consultas de alma soviética que torturan a Anna Strobinets. Pero lo único que encontré, si me permiten la parodia, fue el eco sordo de mi voz.

La soledad nunca había sido un problema, ni la distancia. Nos entendíamos, y arropábamos, y diría que nos complementábamos. No era forzada, pero tampoco forzosa. Era mía y en armonía. Pero dejó de serlo. En el post del año pasado ya se intuían algunas dinámicas, pero las anclas que entonces sostenían todo se descolgaron. Y no encontré soluciones ni pistas en la literatura, eterna compañera. Ya saben que rastreo en la ficción las conversaciones y pautas y explicaciones que nunca salen en la realidad, en nuestro día a día. Las confesiones que la vergüenza impide, especialmente entre amigos y compañeros, sobre todo entre quienes se aman. Y ahí no había gran cosa, no esta vez.

Afortunadamente, y a diferencia de 2020, el resultado global es positivo, aunque sea sólo en el balance de páginas. En 2021 he comprado mucho y he leído bien. Y he disfrutado, y aprendido, y me he emocionado y no acabo insatisfecho ni frustrado o arrepentido, no demasiado. Miro con sorpresa mi lista porque cierro el curso pensando, como todos los meses de diciembre, que no leo tantos ensayos como debería (en la lista faltan algunos, por diferentes razones profesionales), pero entre mis favoritos, en cambio, la proporción de novelas es mínima, a pesar de que son lo que más necesito. Supongo que es casualidad, o que el criterio para juzgar es más severo que con la no ficción. No lo tengo muy claro, pero tampoco me preocupa.

Aquí les dejo mis libros favoritos del curso. No son, forzosamente, publicados ahora, sino leídos en los últimos 12 meses. Por comodidad he puesto la versión en español de todos. Para 2022 tengo ya una lista extraordinaria de ideas (pueden ver pistas al final), cientos de recomendaciones bien apuntadas. Las nubes empiezan a escampar y si algo reconforta (y no es una forma de hablar, sino la pura realidad) es saber que están, estáis, ahí, y haceís compañía, y ayudáis, y dais ideas desde hace más de una década.

Muy feliz Navidad, feliz Año Nuevo y buena lectura en 2022 a todos.

Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez. La mejor novela que he leído en 2021, de lejos. Habla de Argentina y de esoterismo, dos temas que no me pueden resultar más indiferentes o distantes, y sin embargo, cala, vaya si cala. Es una obra espectacular, única. Es una novela física, muy física. Que te mueve, te pasea, te cansa, te agota el cuerpo. Sudas con ella y los protagonistas, sientes su hambre, su dolor físico, el insominio y el miedo, la sangre y las naúseas. Una historia y una narración potentísima, oscura, cruel, tierna, ambiciosa, total. Necesitas más, quieres vengarte y cruzar. Llega un momento en el que estás tan dentro de la historia, del círculo, de la iniciación, que necesitas más, y te dan igual los inocentes, y las víctimas, y las consecuencias. Y quieres seguir viendo, y mirar aún más allá, y de golpe entiendes mejor a los que están dispuestos a cualquier cosa por volver a verlo una vez más y ser tocados y mutilados.

No digas nada, de Patrick Radden Keefe. Qué voy a decir a estas alturas de No digas nada. Está en todas las listas (las que merecen la pena), ha ganado todos los premios (que merecen la pena) y recibido todos los elogios, especialmente entre periodistas. Porque, aunque cafres, pesados y cansinos, sabemos reconocer un talento descomunal cuando aparece y una narración magistral cuando nos explota en la cara (pun intented). Un ensayo brillante, extraordinario, sobre The Troubles. No es la historia completa, no es la historia definitiva, pero es un pedazo de historia. Un reportaje de 500 páginas (sobre el lado católico, no el unionista) que no aburre en ningún momento ya tiene un mérito increíble. Es una narración aséptica, quirúrgica. Como si el autor fuera un médico contándote un cáncer, una historia terrible de dolor y sufrimiento, pero explicada desde cierta distancia. No se recrea en la violencia sino que trata de llegar a los protagonistas. Es difícil hacer algo más redondo.

El evangelio de las anguilas, de Patrik Sevensson. Los libros de Enríquez y Radden Keefe son probablemente los mejores, pero mi libro favorito de este año es El evangelio de las anguilas. He disfrutado cada página como un niño, con sorpresa y exictación. Lo leía revolviéndome en el sofá y en la cama, poniéndome de pie, consultando una y otra vez las cosas que salían, recomendándoselo a todo el mundo. Abriendo mapas y atlas en busca de mares y océanos y ríos. Sin creerme que algo tan increíble sea tan desconocido. No entiendo cómo la gente es capaz de hablar de otras cosas que no sean anguilas. Lo digo completamente en serio. Dicen los editores que es una obsesión que ha perseguido a científicos y filósofos durante siglos, que ha traído de cabeza a pensadores como Aristóteles o Freud, y lanzado a exploradores al Mar de los Sargazos. Y no me extraña. No sabemos cómo se reproducen, por qué y cómo mutan y el mecanismo por el que un día saben que ha llegado la hora y cruzan el planeta para morir en casa, en sólo una casa. Si sólo vais a leer algo en 2022 que sea esto, de verdad.

Un espía entre amigos. La gran traición de Kim Philby, de Ben Macintyre. Qué barbaridad de ensayo, de biografía, de historia. Es un manual indispensable sobre espionaje, amistad y traición. Sobre frialdad, mentiras y fanatismo. Pero también sobre la soberbia, la ceguera, el esnobismo de la clase dirigente británica y su nobleza funcionarial durante décadas. La élite que manejó el país, y los servicios secretos, como su cortijo y no rindió cuentas. Macyntire es un superdotado (como demuestra en el resto de sus obras, como la fantástica Espía y traidor. La mayor historia de espionaje de la Guerra Fría, con un caso del lado contrario) y convierte en teatro, poesía y epopeya la traición de Philby, la más conocida y dolorosa. Te mete en cada habitación, en cada reunión y casa de campo. Te lleva a Moscú, Washington y Oriente Medio y aunque sabes de antemano lo que va a pasar, el daño y el éxito, te abstraes y esperas cada giro como si nunca hubiera ocurrido.

La casa eterna, de Yuri Slezkine. “Vivir y recordar es una y la misma cosa. No se puede destruir una sin destruir la otra. Juntas forman un verbo que no tiene nombre”. La casa eterna es un libro monumental, abrumador, inabarcable. Extraordinariamente erudito, enciclopédico (en aspiración y en páginas), avasallador. También caótico, laberíntico, disperso, genial. No se puede leer entero, ni seguido, ni importa. La excusa para dar forma es la Casa del Gobierno, un colosal edificio de más de quinientos apartamentos que se alzó en la orilla del río Moscova, delante del Kremlin, destinado a alojar a los principales dirigentes e intelectuales soviéticos. Slezkine cuenta la historia de los devotos, la primera generación que habitó la casa y que gobernó el imperio, y que terminaron casi sin excepción siendo ellos mismos víctimas de purgas. El libro es todo a la vez. Mil biografías paralelas y cruzadas, una historia de la URSS y la locura y el terror, una decena de ensayos literarios y de crítica literaria de primer nivel mezclado con teología (quizás mi parte favorita de todas). Su tesis es que comparados con otras sectas de devociones similares, los bolcheviques fueron notables por su éxito y fracaso. «Conquistaron Roma, pero no supieron cómo transformar su certeza en un hábito que pudiesen heredar sus hijos (..) Una de las razones de la fragilidad del marxismo ruso fue el marxismo. La otra fue Rusia”.

Cómo ganar el giro bebiendo sangre de buey, de Ander Izagirre. Qué les voy a decir, Izagirre sale aquí un año sí y otro también. Uno tiene sus debilidades y no las oculta. Es el mejor narrador del periodismo en español y todas sus historias son una delicia, pero en especial (para mí) las de ciclismo. La excusa es la historia del Giro, y es la mejor excusa que uno puede imaginar, pero dentro está todo. El deporte, la naturaleza humana, la política, la guerra y la paz. Se ve la evolución del país (o las evoluciones, porque Italia nunca ha sido sólo un país y el Giro si de algo ha servido es para darles forma), de las bicicletas, de las etapas y la involución del caracter de los competidores. Una antología de las trampas, bellaquerías y juegos sucios, y de las gestas y proezas, también las deportivas. Está lleno de tragedias, injusticias, odios atávicos, perrerías, palizas, montañas, barro, caídas y escaladas imposibles. No sé qué más le pueden pedir a un libro. O a la vida. Y lean los anteriores, me lo agradecerán.

Un verdor terrible, de Benjamin Labatut. Es un ¿ensayo? en el que salen Haber, Schwarzschild, Schrödinger, Bohr, Louis de Broglie o Heisenberg. Hay realidad, y ficción, y biografía y elementos novelados. Y a veces no sabes qué parte fue y cuál no, pero da igual. Sobre todo el capítulo brillante de Shinichi Mochizuki y Alexander Grothendieck, extraordinario, loco, bellísimo, falso. Es un libro sobre la ciencia, sus éxitos y sus miserias, sus experimentos y sus masacres. Sobre el avance ciego de la más peligrosa de todas las artes humanas. Sobre cómo la búsqueda del progreso, y la técnica, y los secretos, nos empujan, pero a menudo también nos hacen caer. Nos lleva siempre por el filo de la espada, sin que quede muy claro si quiere que aprendamos o que nos cortemos y desangremos. Yo creo que nos toma el pelo en varias ocasiones, y se parte de risa provocando sesudos análisis y reflexiones sobre delirios improvisados, pero es una gozada y me lo pasé genial. Lo mejor, y seguramente también lo más triste que puedo decir del libro, es que desde la primera página pensé que el autor era y tenía que ser anglosajón, porque estas cosas no las hace un chileno o un español.

El rector de Justin, de Louis Auchincloss. He llegado tarde a Auchincloss, pero para quedarme. Si algo tenemos que agradecerle a Libros del Asteroide es el mantener viva una tradición literaria que en realidad ya murió. La de un Jefferson Davies o un Auchincloss. Un internado en las afueras de la cultura norteamericana de finales del XIX que se acaba convirtiendo en el colegio más exclusivo para las élites. Un mundo de tradiciones antiguas en una novela con palabras, valores y símbolos antiguos. Una enseñanza marcada por la fe, la esperanza y algo de caridad, entre rigideces, uniformes y traiciones. A veces es lo que cuenta, a veces es cómo lo cuenta, con ecos de Henry James y cierta tradición pragmatista. Pero el resultado es lo que importa. No te caen bien, no te ves identificado, te chirría, pero lo envidias casi todo.

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David Beriain (1977- 2021), Roberto Fraile (1974-2021)

David Beriain y MAJ. Foto de Silvia Penco.

«He tenido mucha suerte en la vida. Mis padres, mi familia y mi mujer me han querido de la manera más hermosa en que se puede querer a alguien: libre. Aunque eso suponga en su caso que un día pueda haber una llamada que les diga: ‘No va a volver’. Eso es un acto de generosidad del que yo no sé si sería capaz». David Beriain

Ayer, Roberto Fraile y David Beriain fueron asesinados en Burkina Faso. He recopilado recuerdos y obutuarios de dos periodistas valientes, generosos, incansables. En un momento de descrédito insoportable, de repugnancia por todas partes, de vergüenzas constantes, honrar y recordar a los buenos es lo menos que podemos hacer.

STTL

Natalia Junquera en El País: David Beriain, el mejor periodista, mi mejor amigo. «David tenía 43 años. Roberto, 47. Murieron en acto de servicio. Al servicio de usted. Su forma de estar en el mundo era contarlo y en una profesión de egos y de firmas, entendieron siempre que su oficio consiste en compartir. A David le llenaron las vitrinas de premios, la espalda de palmaditas. Y al principio, durante y al final, la historia que más le gustaba contar y la que a mí más me gustaba escuchar era la de cómo conoció a su mujer, Rosaura».

Y de Natalia también: El sitio donde vivimos. «El exilio no es abandonar el lugar en el que has nacido, sino que te separen a la fuerza de los tuyos. Puede parecer que hay cosas más importantes en Madrid estos días, pero no piquen. Lo esencial es cuidar el sitio donde vivimos, es decir, regar todos los días a nuestros amigos, como las plantas que dan oxígeno; dejarse querer y hacerles saber lo mucho que los queremos».

Adriano Morán, amigo y socio, en la web de 93 metros: Un huracán de verdad. «Permítanme que lance un pequeño aviso o moraleja para idealistas. Todos saben que la profesión de David y Roberto es peligrosa y que por muchas precauciones que se tomen, que David las tomaba, lo peor puede pasar. Pero de lo que no se suele hablar es del sacrificio total que supone tomar el camino que tomó David. Un camino muy solitario, compartido por pocos y comprendido por menos. David lo dio todo literalmente por los demás, no solo su último aliento sino todos los de los 20 años anteriores (…) No escatimó en esfuerzos, entregó su salud y gran parte de su vida personal, sé bien lo que digo. Una entrega afortunadamente comprendida y compartida por su mujer Rosaura, una de las pocas personas que estaban a su altura».

Marias Recarte también en 93 metros: Nos vemos en Artajona. «Te quemaba la sangre y convencías a quien fuera para que te mandara sobre el terreno. Tus crónicas comenzaban a ser ya diferentes. Nunca traías un material como los demás. Buscabas la historia detrás del conflicto. La reducías a uno o dos personajes y, desde ahí, construías todo lo que pasaba de forma global. Yo disfrutaba mucho leyéndolas y pensaba que el David con el que me había criado desde la guardería estaba creciendo y crecía mucho. Cuando nos veíamos en Artajona, sin embargo, seguías igual que siempre, humilde».

Luis de Vega en El País: Roberto Fraile, última etapa en la ruta del ‘kafir’. «Roberto Fraile ha permanecido hasta el último día sin desviarse de la ruta del kafir, como él mismo definía su trabajo. Escogió esa senda, la del no creyente, el kafir en árabe, porque prefería acudir, ver y comprobar».

En Eldiario.es: Roberto Fraile, el compromiso de mostrar el horror de la guerra. «Tipos incómodos para aquellos que ejercen la ausencia de humanidad. Tipos valientes, que funcionan como el nexo cabal entre la brutalidad y la civilización. Y lo hacen a costa de todo. Roberto esquivó a la muerte en 2012 en Alepo, Siria, cuando recibió la metralla de un proyectil. Era perfectamente consciente de lo que se jugaba: «Los que estamos metidos en esto ya sabemos lo que hay».

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Vía MAJ

A. Mateos y S. Cantera en El Correo: Roberto Fraile, un cámara veterano de guerra que nunca dejó de captar las atrocidades en Siria. «Siria fue, sin duda, el país que más le marcó. En diciembre de 2012, mientras trabajaba en la ciudad de Alepo, sufrió una herida que casi le cuesta la vida. Resultó alcanzado por varios trozos de metralla en la pelvis. Fraile intentaba captar el momento en el que un joven sirio lanzaba una granada, pero un error del miliciano hizo que todo saltase por los aires. «Cuando explotó la granada me miré y vi que tenía un boquete grande justo debajo del estómago. Solo pensé en correr como un león y ponerme a salvo con el poco fuelle que me quedaba», relataba Fraile en una entrevista a la ‘Gaceta de Salamanca'».

Carlos G. Cano en la Cadena Ser: Roberto Fraile: el cámara de Salamanca que aprovechaba sus vacaciones para ser periodista de guerra. «Es una lástima que nos acordemos de esta gente solo cuando ocurren estas cosas porque gracias a tipos como él comprendemos mejor cómo funciona el mundo. No son héroes, son personas con manos, pies, cámaras y bolígrafos, con sus errores y sus limitaciones, pero me duele en el alma porque va a seguir ocurriendo. Decimos que nos importa el periodismo, pero hay editores a los que no les importa nada».

Paco Sánchez en La Voz de Galicia: David Beriain, periodista. «Alguien parafraseó el aforismo anglosajón tan recordado en ambientes periodísticos, «los hechos son sagrados y las opiniones son libres», con otro acaso más verdadero: «Las opiniones son baratas y los hechos, caros». El asesinato de David Beriain en Burkina Faso lo confirma: cualquiera puede opinar, pero para llegar a ciertos hechos hay que arriesgar hasta la vida.

Mikel Ayestaran en los diarios de Vocento: David Beriáin y Roberto Fraile: Los ojos de la guerra. «David Beriáin y Roberto Fraile, ‘el artajonés universal’ y ‘el león de Babilonia’, formaban una pareja de baile perfecta para trabajar en la línea del frente y, sobre todo, eran dos buenos tipos. Roberto, siempre pegado a su cámara y su paquete de tabaco. «¿No lo habías dejado?», le tomaba el pelo cada vez que se encendía uno. No, nunca lo dejaba. Hablaba muy poco, grababa mucho y tenía una calma inusual para desenvolverse en ambientes hostiles. Durante años combinó un tranquilo trabajo como cámara de la televisión regional en la delegación de Salamanca con su pasión por el reporterismo en primera línea y en lugares calientes. Esto le llevó a Irak en 2003, a Afganistán y a otros lugares hostiles, en aquellos días en compañía de su amigo Roberto Lozano, director vallisoletano con quien grabó películas como ‘Los ojos de la guerra’, que se estrenó en 2011. Los silencios de Roberto los llenaba David, con su fuente inagotable de anécdotas, su pasión desbordada y ese tono solemne que se le había puesto desde que se había dejado barba ‘talibán’, un auténtico talibán del periodismo nacido en Artajona.

Ramón Salaverría en Cuatro ayer.

Javier Brandoli en El Confidencial: David y Roberto: los que mueren por contar la muerte de los otros. Puede que no haya mayor muestra de valor que ir a donde uno teme ir. David intentaba quitarle mítica al oficio de los reporteros de zonas de conflicto. No era para él una cuestión de testosterona, sino de tener algunas dudas y buscar las mejores respuestas. “Si no tienes ni idea de qué vas a preguntarle al diablo, ¿para qué ir al infierno?”, decía. Y no paró de ir al infierno porque no paró nunca de tener preguntas. Y ahora, por esas crueles casualidades de la vida, dos enormes curiosos desgraciadamente han muerto y el mundo se queda huérfano de un montón de buenas dudas«.

Alberto Rojas en El Mundo: David Beriáin, el reportero que lo hizo todo. «Cuando uno prepara un viaje mira antes quién ha estado por allí para llamarle y asesorarse. David había estado en todos lados. Nadie tenía más chinchetas en el mapa. Aunque le llamaras 20 veces 20 veces te atendía. Delante de él todos los compañeros éramos niños».

Daniel Burgui Iguzkiza en Noticias de Navarra: Un maldito silencio. «Hay toda una falsa imagen creada en torno a las periodistas que se dedican a cubrir conflictos o contextos donde se sufre la violencia. Al igual que pasa a veces con los himalayistas, personas que va a las montañas más altas. Nadie va allí a morir. Se va para vivir (…)

Antonio Villareal en El Confidencial: La primera batalla del caído Beriain: sacudir el avispero en lo más remoto de Argentina. «Tuvo que ser necesario un valiente becario llegado desde Navarra para iluminar por primera vez las tinieblas que durante décadas se enhebraron en Santiago del Estero. Como las noticias llegadas desde Burkina Faso, la historia del pasante Beriain tuvo un desenlace triste en que la oscuridad ha acabado imponiéndose a su breve fogonazo. Pero la grandeza del periodismo es que hasta una historia triste puede ser inspiradora. Por todos los becarios valientes que seguirán su ejemplo, descanse en paz».

Manu de la Chica en Medium: David, el periodista bueno. «David era el mejor. No hacía ruido. Siempre estaba atento. Se volcaba en cada trabajo. Se acordaba de ti, te animaba, te respetaba. Nunca se imponía. Creía en el ser humano, porque nada del ser humano le era ajeno. No era un yonqui de la adrenalina. David quería conocer y admitía que le daba miedo cada vez que escuchaba un disparo. O cuando se sentaba delante de un sicario y se daba cuenta de que podía entenderles y ponerse en un lugar. Él quería tender puentes. Era un hombre bueno». Y la entrevista que le hicieron entonces, aquí.

Fermín Torrano en Medium también: No estaba preparado. «No sé de dónde salió, ni cómo lo sabía, pero me miró y me dijo: “Siéntate, cuéntame”. Y ahí, en los bancos de piedra de las cristaleras, me atraganté ante unos ojos que parecían estar frente a su entrevistado más importante. Mi gran idea era que se llevara a un alumno de segundo a su próximo viaje. Quería aprender. No se rio, no interrumpió a pesar de mi desorden, me explicó cómo funcionaban los seguros de Discovery Max y me dio un consejo antes de hacerme apuntar su número: “Pasa por una redacción y llámame”. Aquella vez no estaba preparado».

Marina Sardiña en France24: Morir contándolo: así trabajaban los dos periodistas españoles asesinados en Burkina Faso. «Cargar con la mochila de años de experiencia detrás de la lente, documentando las historias más inaccesibles y difíciles, no protege a los reporteros de las desgracias. Este martes, después de más de dos décadas retratando la muerte ajena a miles de kilómetros de casa, los periodistas españoles Roberto Fraile y David Beriain fueron asesinados en Burkina Faso tras un ataque de un grupo armado contra el convoy en el que viajaban».

Manuel Jabois en El País: Periodismo español es esto. «Cuando escuchen “periodismo español” hagan el esfuerzo, además de pensar en titulares manipulados, noticias tendenciosas y activismo político, de pensar en los periodistas de medios locales y nacionales que hacen guardias de horas en tribunales, hospitales, ayuntamientos o comisarías, en periodistas que investigan noticias que les pueden costar la vida en los países en los que trabajan, en reporteros de guerra que viven y mueren contando lo que nadie más puede contar para que haya justicia y verdad en el mundo. Ese es el periodismo español que se debe leer, ver y escuchar, que se debe publicitar, del que se debe presumir y que se debe pagar».

Marc Marginedas en El Periódico: Beriain, un periodista sin barreras psicológicas ni techos de cristal. «Los reporteros conocemos, trabajamos y trabamos amistad a lo largo de nuestra vida profesional con un buen número de colegas. Con muchos colaboramos, compartimos datos y experiencias, investigamos temas, hacemos entrevistas… Pero hay una pequeña parte de ellos que dejan en nosotros una huella intensa y duradera, quedándonos con la sensación de que, además de camaradería y buenos momentos, a su lado hemos aprendido cosas y maneras de hacer que ignorábamos hasta el momento. En mi personal y subjetiva taxonomía, David Beriain pertenecía a ese segundo grupo de periodistas a los que un buen día, por alguna razón, tomé como referencia. Y ahí se ha quedado desde entonces»:

María Ramírez en Eldiario.es: David Beriain, el reportero trotamundos que se ponía en la piel de los demás. «“Si no tienes ni idea de qué vas a preguntarle al diablo, ¿para qué ir al infierno? Nuestra ocupación no es solo guerra. En cualquier situación de riesgo tenemos que dar con la solución de una ecuación con dos incógnitas: el riesgo y las consecuencias. Tú tienes que minimizar el riesgo y maximizar el resultado. Si consigo contar la historia sin ningún riesgo pero con toda la solución, soy el mejor. Mi trabajo no es correr riesgos”, decía en la entrevista de Nuestro Tiempo«.

Juan Andrés Muñoz en CNN en español: El mundo necesita gente como David Beriain. «Cuando David te escuchaba, te clavaba la mirada de tal manera que difuminaba el entorno, desnudaba tu alma y el mundo se limitaba a la conversación que estabas teniendo con él, como si ambos fuéramos las dos únicas personas en este planeta».

Noemí Petronacci en WebsCoruña: Un réquiem por David Beriain, un réquiem por la prensa de verdad. «Tenía una gran calidez al tratar con la gente y que estaba lleno de una energía envidiable. Era un gran observador testigo imparcial como pocos, relataba los hechos con claridad y sin adjetivaciones, sin juzgar, sin opinar para cerrar su relato.

Alexis Vicente, en el Diario Vasco, publica una entrevista inédita que le hizo hace unos meses. «Hay que ser consciente de que te puede costar la vida. De hecho, a compañeros mucho mejores, mucho más experimentados, les ha tocado. Este trabajo no es un asunto de cojones. De quien tiene más huevos para ir. No. No es una cuestión de locura. Consiste en resolver una ecuación, en una incógnita tienes los riesgos y en otra los resultados. El mejor día de mi trabajo es cuando consigo muchos resultados con casi ningún riesgo. El riesgo no es algo positivo. Es algo con lo que hay que vivir. El reportaje no tiene más mérito porque asumas muchísimo más riesgo. Las historias no son mejores porque corras más peligros. No me gusta el riesgo, aunque vivo con él».

Carlos Marañón en 20 Minutos: Un reportero como los de las películas. «David Beriain era un hombre directo, sin ínfulas ni artificios. Logró lo más difícil: ser extraordinario con armas muy sencillas. Navarro a conciencia, te contaba cómo había entrado en un Irak en guerra atravesando Siria en el doble fondo de un camión exactamente igual que te contaba cómo había ido a ayudar a su padre en el campo o que el último gol de Osasuna. Jamás se dio importancia, nunca se puso por delante de lo que contaba. La curiosidad, las ganas de aprender, su pasión por el relato de la realidad, su ilusión por alumbrar el camino a los estudiantes en sus visitas a las facultades, su compromiso con las historias de los más necesitados, su terquedad para meterse en líos a pesar de lo que sufría su madre cada vez que planeaba una nueva aventura». 

David Álvarez en Medium: Perder a David Beriain. «David no encontraba estas cosas porque fuera más valiente y así pudiera llegar al lugar donde crecen como campos de trigo. Tampoco porque tuviera más suerte. Era mejor. El mejor de todos nosotros. Y también más valiente, claro, quizá porque se exigía más cuando se cruzaba con una historia. Pero el arrojo, tan llamativo, no me parece el rasgo esencial de alguien que puede hacer llorar a un sicario y reír a mis hijos».

Rafa Cores en Medium: Querida Angelines. «De aquella no quería ser jefe, ni seguridad laboral, ni ninguno de esos objetivos que la mayoría nos ponemos. Él quería que le dejaran ir a los sitios y le publicaran sus historias. Por eso se fue a ADN, donde empezó a utilizar la cámara de vídeo y se dio cuenta del poder de las imágenes. Los medios tradicionales se le quedaron pequeños. El País Semanal le llamaba para un reportaje de portada sobre la producción de cocaína en Perú -lo que para muchos sería un gran éxito profesional- y él lo tomaba como preproducción de una historia mucho mayor».

Bostjan Videmsek en La Marea: Homenaje a mi mejor amigo, David Beriain. «David era el mejor periodista que he conocido jamás. Mi amigo era la persona más valiente que he conocido. Estaba lleno de pasión, de vitalidad, de humanismo, de lealtad, energía, sueños, alma, sensibilidad, ética, amor. Y de experiencia. David tenía al menos cuatro vidas intensas. Y al mismo tiempo, era el más joven. Permanecía siendo el más joven. Y siempre estuvo a mi lado. Como un maestro, como una inspiración, como un motor. Era mi voz interna, una voz interna mucho más valiente que yo. ¿Qué es la amistad si no eternidad?».

Roberto Saviano en Il Corriere della Sera: Ciao David, reporter gentile: il tuo coraggio ci mancherà. «David Beriain era uno di qui giornalisti che considerano la distanza una premessa di menzogna. Solo se stai vicino alle cose, se ne senti l’alito e ci affondi la suola delle scarpe puoi provare a trovare la strada della verità. David credeva in una semplice regola, lavorare per portare alle persone ciò che altrimenti non vedrebbero. Si fa il reporter per questo per nessun’altra ragione». [David era uno de esos periodistas que creen que la distancia es el preludio de la mentira. Sólo si estás cerca de las cosas, si sientes el aliento y desgastas el suelo de las zapatillas pueden intentar encontrar el camino de la verdad. David creía en una regla sencilla: trabajar para llebar a las personas lo que de otra manera no podría ver. Uno es reportero para esto y para nada más»].

En Radio Euskadi, un pequeño homenaje a Beriain y Fraile: Hay que hablar menos de ellos y escucharles más.

Aquí, enlances a los documentales en abierto de Beriain.

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Vía @fcomunav

Malabarismos europeos

Charles Michel, Erdogan y Úrsula Von der Leyen posan en el encuentro entre Turquía y la Unión Europea.

En 1826, el joven Benjamin Disraeli escribió en Vivian Grey, su primera novela, que «el hombre no es una criatura de las circunstancias, sino que las circunstancias son criaturas del hombre». Creía, entonces, que somos agentes libres y que «el hombre es más poderoso que la materia». Disraeli, evidentemente, nunca conoció a un presidente del Consejo Europeo.

En julio de 2019 los líderes europeos escogieron a Von der Leyen y a Michel no por sus virtudes, por sus méritos, por lo mucho que podían aportar, sino más bien por lo que no eran. La alemana y el belga no eran pesos pesados, no tenían un conocimiento en profundidad del funcionamiento de Bruselas (más allá de sus participaciones como ministros o líderes, que no siendo poco, no es suficiente), no tenían una idea muy clara de Europa, no tenían ningún plan a corto, medio o largo plazo. No se les conocía o conoce cosmovisión. No eran Jean-Claude Juncker y Donald Tusk, grandes veteranos, más guerreros e independientes. No eran líderes, sino gestores, y precisamente por eso fueron escogidos.

Charles Michel, el traspié del gran malabarista de la UE. En el periódico, un retrato político institucional del presidente del Consejo Europeo tras la crisis provocada por el llamado ‘sofagate’ de Turquía. Michel Como experto en su país sabe que en la política de cierto es tan importante resolver trifulcas como saber generarlas en el momento y el lugar apropiado. No tiene carisma, auctoritas y a duras penas potestas. Pero sí dotes de malabarista y equilibrista, un ego importante, una fe ilimitada en su talento como equilibrista para manejar coaliciones y grupos imposibles y ambición, mucha ambición, pero de la que sus colegas del Consejo Europeo pueden llegar a tolerar, pues busca anotarse tantos personales, profesionales, no dirigir al continente ni fijar la política de la Unión.

La vacuna Sputnik V contra el coronavirus.

La UE y Sputnik: entre la presión y la unidad. El otro día analicé en el periódico el vendaval provocado (sic) por la voluntad alemana de comprar vacunas rusas si reciben la aprobación de la Agencia Europea del Medicamento. Trato de explicar la urgencia germana, los recelos de muchos países, las dudas de las instituciones y si esto supone un terremoto o es, simplemente, el día a día comunitario.

La UE tiene muchos problemas, pero uno de los peores es el de las expectativas. Los ciudadanos, probablemente sin saberlo, tienen expectativas federalistas. Quieren que la UE actúe, responda y en la práctica sea como EEUU o Reino Unido. Y no lo somos ni podemos hacerlo. Los europeos cargan contra la Unión, las instituciones, contra la falta de coherencia, de unanimidad, de vacunas porque creen que Europa falla, que no está a la altura. Pero los europeos nos movemos en el tablero global con reglas diferentes, según principios diferentes y, en muchas cosas, no con una mano atada a la espalda, sino con 27 manos atadas. Nos flagelamos porque Estados Unidos y Reino Unido vacunan más y más deprisa, pero al mismo tiempo se genera una enorme indignación y hay división de opiniones cuando desde Bruselas se propone utilizar sus mismos métodos, que son calificados como nacionalismo de vacunas (…) Si la Unión Europea hubiera hecho como Reino Unido los números serían muy diferentes. Si la Unión Europea hubiera prohibido desde el principio las exportaciones de vacunas tendríamos ahora mismo 60 o 70 millones más de vacunas administradas a nuestros ciudadanos, más que EEUU. Los europeos tienen todo el derecho del mundo a protestar, a indignarse, a reclamar mejores resultados y eficiencia, pero también tienen que asumir que las decisiones, todas ellas, tienen consecuencias. Si no se juegan con las mismas reglas y no se dispone de los mismos mecanismos los resultados difícilmente pueden ser los mismos.

El viernes estuve en la Mesa de Análisis de Teo León Gross en Canal Sur hablando de ambos temas. Si les interesa, a partir del minuto 20 lo pueden ver entero en este enlace. Es un lujo inmenso que el programa permita respuestas largas y elaboradas para temas muy complejos. La concisión no es precisamente mi mejor virtud.

Y la semana pasada también, un tema con una infografía muy espectacular:

Las reglas fiscales de la UE y la catedral de Ávila... ¿Se han vuelto ineficaces tras tantas reformas?
Las reglas fiscales de la UE y la catedral de Ávila… ¿Se han vuelto ineficaces tras tantas reformas?

Las reglas fiscales europeas son como la Catedral de Ávila: «la estructura original es aún reconocible, pero todos los añadidos posteriores hacen que sea dificilísimo percibir la consistencia del conjunto». Empezaron, en Maastricht (1992) y con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (1997), como algo «sencillo y uniforme», buscando la elegancia que los matemáticos quieren demostrar teoremas, pero con el paso del tiempo se fueron complicando. Era básico tener pocas ideas y valores de referencia indiscutibles, el 3% de déficit y el 60% de deuda, para generar credibilidad y compromiso, pero pronto se vio que el marco «era demasiado estricto, lo que llevó a violaciones generalizadas, y por eso se tocaron». En 2005, 2011, 2013 y 2015, nada menos, permitiendo matices, «contingencias para reflejar las realidades macro» de tantos socios diferentes. El resultado, por desgracia, no satisface a nadie. Es un engendro que no cumple su función, genera confusión, malestar, disputas, fricción. No hay ni rastro de armonía. Por eso, pandemia mediante, la UE debe afrontar una de sus tareas más importantes: cambiar las reglas o, quizás incluso, erradicarlas para siempre.

Con dos papers interesantes y la opinión del secretario del Tesoro, Carlos San Basilio.

El efecto Bruselas

El año pasado, la profesora Anne Bradford publicó The Brussels Effect: How the European Union Rules the World, un ensayo en el que sostiene que la UE, como superpotencia regulatoria, ha logrado y logra imponer sus estándares por todo el planeta. No es poder duro, no es el poder blando tradicional pero es un poder importante.

Hace unos días hablé con ella y con Alex Stubb, ahora profesor en el Instituto Universitario de Florencia, pero antes de eso primer ministro, ministro de Exteriores, de Economía y de Asuntos Europeos de Finlandia. Además de ex eurodiputado y miembro de la Comisión Europea con Prodi. La conversación (en inglés) for parte de la serie recién creada de Agenda Pública Conversations.

Podéis escuchar el podcast aquí o en Spotify.

Y podéis leer la transcripción de la charla, en español, aquí.

Los lunes perdidos

«En Bélgica, el primer lunes tras el primer domingo después del Driekoningen, la Epifanía, es el Verloren Maandag, el Lunes Perdido. De todas sus curiosas tradiciones y celebraciones es, probablemente, con la que más me identifico. Aunque sólo sea por el hecho de que hasta en estas cosas rompen siempre las reglas, pues un año de cada siete, cuando Reyes cae el domingo, el jolgorio se pasa al primer lunes. ¿Lo entienden? Da igual, ellos tampoco».

Los lunes perdidos. Mi segunda columna de cosas belgas de 2021. Las anteriores (desde 2018) las podéis encontrar todas, en orden inverno de publicación, aquí abajo.

05-01-2021 Caraduras reales. «Hay gente que en Año Nuevo hace largas listas y propósitos, pero yo, al arrancar cada curso, sólo hago una cosa: pensar en el príncipe Laurent y jurar que, pase lo que pase, no acabaré como él. El hermano pequeño del Rey de los Belgas es mi personaje favorito, aunque eso quiere decir en realidad una combinación de indignación, sorpresa perpetua, risa, pena y amor-odio.

EN 2020

29-12-2020 La ruta de la felicidad. «No sé si fue el mayor disgusto de mi vida, pero lo recuerdo como el mayor disgusto de mi vida belga. Ocurrió el fatídico día en que pedí una taza de chocolate caliente en una muy fría soirée culturelle, antes de un concierto en el Bozar. Era un sitio mono cerca del Sablón, al poco de llegar, y la bofetada todavía me duele. En el país de los Marcolini y Godiva, de los bombones de oro y maravillosas tartas, no saben hacer chocolate caliente«.

22-12-2020 Renglones torcidos en el alma oscura. «Sostiene Yeats que la vida es como un viaje por una escalera de caracol, pues a medida que envejecemos vamos cubriendo el terreno ya cubierto, pero desde un poquito más arriba. Al madurar, al acercarnos al final, miramos atrás, que es abajo, y «medimos el progreso por el número de lugares en los que estuvimos, pero ya no estamos». El irlandés, sin saberlo, escribió la imagen perfecta de una escalera belga».

15-12-2020 El oxígeno de la edad moderna. «Vecindad, identidad, pertenencia, distancia son conceptos más relativos que absolutos. No descubro la pólvora, pero nada funciona mejor para que alguien de Madrid abra los ojos que vivir un tiempo en el centro de Europa. No es como cruzar a Biarritz o Perpiñán a ver películas no censuradas, lo sé, pero las fronteras tienen un significado muy diferente cuando cambias de nación conduciendo poco más de una hora en línea recta en cualquier dirección desde tu cocina».

08-12-2020 La gran ilusión. «¿Saben eso de que se puede engañar a unas pocas personas durante mucho tiempo o a un montón de gente un poco, pero no a todos todo el tiempo? Ay. En Bruselas llevamos décadas haciendo pensar a millones de crédulos que los asuntos comunitarios son infumables, que la ciudad es muy aburrida, gris, que nunca pasa nada y que llueve todo el tiempo. Y ha colado, porque aprendimos, de los ilusionistas más legendarios. Somos herederos de Étienne-Gaspard Robert, Robertson, el padre belga de la fantasmagoría, y sabemos que la mejor forma de esconder un tesoro es exponerlo a plena vista entre infinitas distracciones. Por eso colocamos el mejor secreto de los últimos 50 años en el corazón mismo del continente, ante sus ojos y con varios miles de periodistas hablando todo el día sobre él. Y siguen sin verlo».

01-12-2020 No en mi nombre, no en mi casa. «Nada bueno ha salido nunca de Saint-Gilles. Ya, lo sé: hordas de modernos, hipsters y bienintencionados se me van a echar encima, hablarán del orgullo de su barrio, del mestizaje, de la tradición, del calor humano frente al frío de las zonas residenciales, del alma viva frente al aburrimiento del barrio europeo. Del color y los olores frente a la homogeneidad, de los bares, pero no. Es una zona tan sobrevalorada de la capital que hasta la famosa Union Saint-Gilloise, santificada por los inmigrantes con pasta, juega en Forest».

24-11-2020 Honra sin buque. «Un belga es alguien dispuesto a morir para demostrar que tenía prioridad. La perfecta definición -de mi amigo Luis- explica bien el carácter de un pueblo, una contumacia mayor que la de los cátaros y, sobre todo, el estrés permanente al ponerse al volante en este país».

17-11-2020 Manjar de dioses, pecado de hombres. «Cometieron un error. La lógica de negocio es aplastante, pero qué error. Hay países unidos por la historia, países unidos por una bandera o un idioma, los hay unidos por una amenaza, pero cuando lo único que puede mantener cohesionado a un país (acéptenme esta hipérbole) es una galleta, lo mejor que pueden hacer los caros asesores de marketing, los directivos creativos y los presidentes más modernos es cerrar el pico y escuchar».

10-11-2020 Entre el viento, la arena y las estrellas. «Hay dos habilidades en la vida que admiro por encima de todo: la fuerza sobrehumana necesaria para no dormirse viendo Blade Runner y la capacidad de saber dónde están los puntos cardinales. Siempre que algún amigo norteamericano identifica la salida norte de una boca de metro le miro con los ojos que debió de poner el hijo de la primera persona que domesticó el fuego. Ambas cualidades resultan francamente útiles en Bélgica: la primera, para seguir los debates nacionales y las cumbres de cinco días con sus noches. La segunda, porque para llegar a algunos sitios hace falta un sentido de la orientación que ni los Navy Seal. La NASA hace pruebas en los suelos del río Tinto (Huelva) para saber cómo es la vida en Marte y estoy seguro de que prueba los navegadores de sus sondas por los campos de Flandes«.

03-11-2020 Fantasmas y fantoches. «Bélgica está llena de fantasmas. No me refiero a los del pasado colonial, porque ya saben que aunque muertos y torturados los hubo por cientos de miles, esa parte de la Historia está todavía encadenada como los espíritus de los dibujos animados. Ni siquiera hablo de los infinitos fantoches, más que fantasmas, que llenan los europasillos, con tantos funcionarios de élite, diplomáticos, lobistas y periodistas estrellita pagados de sí mismos».

27-10-2020 Momentos estelares. «La vida se vive de mil maneras diferentes, se siente de un millón de formas simultáneas, pero se define en apenas unos cuantos instantes. Momentos clave, episodios que sintetizan experiencias muchísimo más grandes y complejas. Intentar resumir así mi vida belga es un ejercicio frívolo, pero si cierro los ojos y pienso rápido, lo que viene a la mente son siempre las tres mismas lecciones. Anécdotas que marcan con moralejas que perduran.

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20-10-2020 El monstruo de la razón. «Todo inicia y acaba en el Palacio de Justicia. Es el alfa y el omega. No se comprende esta Bruselas sin la historia del Palacio, y creo no es posible entender un edificio de hace un siglo sin (sonreír ante) el país de hoy. Creo que ni libros, ni sociólogos ni psiquiatras: todo lo que hace falta para explicar quiénes son, de dónde vienen, está en esos 25.000 infames metros cuadrados».

13-10-2020 Pulsiones, almas y banderas. «Las megaurbes tienen barrios con distintivos geográficos o étnicos, tipo Chinatown o Little Italy, pero en Bruselas eso nos parece poco. Tenemos, claro, como la petite Anatolie o el congoleño, Matongé. Y barrios que podrían estar en Rabat o Argel. Pero además, la ciudad ofrece a residentes y visitantes dos vías únicas para conocer la idiosincrasia, misterios y matices de la vida política, cultural o deportiva del resto del planeta. La primera es decorar el Manneken Pis. A los españoles nos gusta muchísimo esto, da juego, y por eso lo hemos visto a lo largo de los años con los colores de equipos de fútbol, regiones y hasta de Rociero. Ayer, unas decenas de personas lo pudieron disfrutar recién vestido para homenajear a los muchos profesionales sanitarios que fallecieron este año combatiendo el Covid».

06-10-2020 Identidad. «A finales de los 90 hice un largo Interrail por Europa. Tengo una batería de recuerdos difusos y unas cuantas impresiones pseudo- sociológicas de post adolescencia muy bien grabadas: los franceses eran unos snobs; los luxemburgueses, unos estirados cuya Policía soltaba a los perros para echar a críos de estaciones vacías y frías. Países Bajos, una revelación, el primer lugar donde aprendí el concepto de laissez-faire viendo a grupos de neonazis, jipis e inmigrantes compartir las plazas en armónica indiferencia y paz. Y Bruselas, un antro feo, desagradable, digna capital de un pueblo sin alma. El paso del tiempo ha confirmado prácticamente todos los juicios y prejuicios, salvo el de los belgas».

29-09-2020 Heroínas sin capa. «Hay ratas. Esto no es como el metro de Barcelona o las calles de Nueva York, pero no nos engañemos: las hay. Lo habitual son los ratoncitos, y cuando digo habitual no es una forma de hablar, pero en un país que se caracteriza por dejar las bolsas de basura en la calle durante horas y horas (sin cubos) tampoco se puede esperar algo diferente. La pasada Navidad hubo crisis importante porque en la Grand Place campaban a sus anchas muchas más que siempre, y con los mercadillos y las luces el espectáculo cada noche era repugnante. Y es posible que en los próximos días vuelvan las alarmas, porque con las lluvias, y hay muchas, se inundan las alcantarillas y los roedores salen a la superficie».

22-09-2020 La sonrisa de nuestro apocalipsis. «Empezó como un comentario suelto, una anécdota que circuló entre algún conocido. Después, la historia empezó a repetirse, poco a poco primero pero cada vez con más frecuencia. Lo que era insólito empezaba a volverse norma. Recuerdo cuándo fui consciente, la caída del caballo a finales de junio, a medio camino entre la bella Dinant y Bruselas. Una braserie clásica, sin lujos ni pretensiones, en la que el camarero, sacando todo su pobre español, no sólo ofreció un licor, sino que invitó a los cafés. Les parecerá nimio, pero nunca, jamás, había ocurrido algo remotamente similar. A nadie. Durante unos minutos el grupo barajó muy seriamente la opción de llamar a un juez de los Record Guinness o comprar una placa conmemorativa».

15-09-2020 Odios atávicos. «A lo largo de mi vida (belga) he visto todo tipos de odios. El de la gente sensata hacia las endivias con cosas, el irracional al delicioso atún con melocotón. El odio nacionalista por cuestión de lengua o comunidad nacional. El odio ancestral que crece con las fronteras. Incluso el odio futbolístico, absurdo siempre pero aún más sabiendo que en verdad a nadie le importa lo que pasa en los partidos aquí. Pero hay pocos odios más genuinos y pujantes que el que se profesan ciclistas y conductores».

08-09-2020 Ciudad sin ley. «Hay cada vez más persecuciones, tiros y heridos. Noticias que hablan de explosiones y lanzamientos de granadas en las calles. La Policía encontró hace unas semanas una cámara usada por bandas criminales para torturar a sus rivales. Los laboratorios de metanfetamina se cuentan por decenas y los cargamentos incautados de cocaína, por toneladas. La mafia se han infiltrado en los puertos, entre los estibadores y las autoridades. El alcalde, siempre en campaña, ha prometido mano dura y ha lanzado NightWatch, la operación más grande en 20 años. «Ellos se adaptan, nosotros lo haremos también», aseguró en el anuncio de la compra e inminente despliegue del BearCat, un vehículo armado, blindado y temible propio de zonas de guerra. No es Baltimore, no es The Wire, sino la vida (nocturna) en la agradable y hasta aburrida Amberes».

01-09-2020 Dinastía. «Ustedes conocen los grandes apellidos de la política griega: los Karamanlis, los Mitsotakis, los míticos Papandreou. Qué decir de los Kennedy, Bush o Clinton en EEUU. Pero si quieren un ejemplo de cortijo dinástico, ojo a la poco sexy Bélgica. El caso reciente más claro es el de los Michel. El hoy presidente del Consejo Europeo y primer ministro la pasada legislatura, Charles, es hijo de Louis, ex ministro de Exterior y Comisario Europeo. Su predecesor en ambos puestos, Herman Van Rompuy, tiene a su hermana Tine y su hijo Eric en el negocio. Están los De Clercq (Mathias, Yannick, Willy). Oaquellos De Bethune/Cauwelaert de Weyls. No podemos olvidar a los famosos Moureaux y cónyuges, emperadores de Molenbeek. Por no hablar de sagas en ciernes como los Mathot, Ducarme o Reynders, etc. En 2016, casi el 20% de los diputados federales tenían un pariente con escaño en su CV».

28-07-2020 Ostende, 1936. «Ocupa una estancia en el tercer piso de una casa en el bulevar, frente al mar. Un mar abierto, oscuro, frío. En pie, frente al cristal, la misma perspectiva que tendrán los héroes del desembarco. No hay dónde esconderse, protegerse. Es sólo el hombre frente a su destino. Arriba le espera sin prisa Lotte, secretaria, confidente, amante. Abajo, en el bistró, le aguarda Roth. Pobre, inseguro, débil, formidable. Luego se unirán Müzenberg, Kesten, Irmgard Keun, Toller, Koestler. Y hablarán de España, de la guerra que empieza y no terminará en los Pirineos. Del futuro que se escapa. Del naufragio inminente. Del mundo de ayer.

21-07-2020 Asaltar los cielos, vivir en la tierra. «Dónde si no es aquí sería posible que tras un millón de días de interinidad, en medio de una súpercumbre europea de cuatro días, de una pandemia mortífera, de rebrotes, de broncas fronterizas con Luxemburgo y con la primera ministra en funciones triunfando, los principales partidos (de espectros opuestos y de dos comunidades nacionales y lingüísticas rivales) lleguen a un principio de entendimiento para intentar formar Gobierno».

14-07-2020 ‘État des lieux’. «n el Infierno, Dante popularizó la mítica ley del contrapaso, del latín contra y patior, sufrir lo contrario. Los que se dejaron llevar en vida por la gula están condenados en su obra a sufrir el hambre más atroz toda la eternidad. A los pusilánimes, avispas y gusanos castigan sus cuerpos desnudos. Pródigos y avaros, como Sísifo, arrastran pesadas rocas sin pausa. Y aquellos que, como Francesca y Paolo, sometieron la razón a la tentación, vagan sin destino arrastrados por los vientos más terribles. Aquí nos pasa algo parecido. Dios, que como he argumentado otras veces, es belga y vengativo, valga la redundancia, ofrece a los incautos ofertas inmobiliarias únicas, pisos increíbles, casas que en otros lugares no existen. Pero les castiga, en la salida, con el más brutal contrapaso, la peor de las torturas: el État des lieux«.

07-07-2020 La conga. «El Consejo de Seguridad Nacional belga ha tomado una de las decisiones más esperadas, polémicas y divisivas de los últimos años. Se reunía para ir actualizando algunas de las medidas de desconfinamiento. Ver qué actividades se pueden volver a practicar, qué aforos máximos están permitidos. Lo normal. Pero de fondo, y muy discretamente, yacía uno de esos debates existenciales, una de esas cuestiones que toda sociedad abierta, libre y democrática debe afrontar en algún momento: qué música puede sonar en un banquete nupcial«.

30-06-2020 Y aún me preguntan por qué. «Una señora en su patinete por el Ring, la gran circunvalación de Bruselas. El Ring, que tiene 12 velocidades diferentes en su raro trazado y sin razón aparante. El (enorme) tipo en dirección contraria con otro (diminuto) trotinette increpando a quien casi lo mata por mi barrio. La ministra que cogió un avión para ir desde Bruselas a Amberes para apoyar al sector aéreo el otro día. La alegría por Saint Boniface peatonal mientras los coches se apilan en el pulmón del Cincuentenario. Lo del distanciamiento social medido en tamaños de animales. Los memes del servicio público de transportes mostrando tranvías con los looks de Stromae. La música de Stromae en calles desiertas del centro».

23-06-2020 La lógica de la razón. «Grandes filósofos, ensayistas, sociólogos, psicólogos y gurús de todo tipo se preguntan cómo afectarán la pandemia y los confinamientos a nuestras sociedades. Si lo cambiará todo y nos cambiará a todos o si será una gota en un océano de historia. Hay optimistas y pesimistas en todos los sentidos, desde el insufrible saldremos mejores al recurrente estamos condenados. Esta incertidumbre genera ansiedad, pero en realidad es un debate vacío: cualquiera que mire a Bélgica sabe muy bien la respuesta».

16-06-2020 El muro de las leyendas. «Hay muros, como el de Berlín, que desnudan la línea entre libertad y opresión. Hay otros, sagrados como el de las Lamentaciones, que forjan en los siglos la identidad de todo un pueblo. Hay murallas que sellan los confines de imperios, desde Britania a China. Y luego ya está el Muur. Épico, formidable. Muur-Kapelmuur, el temible Muro de Geraardsbergen, que no es pared sino cuesta, y que tiene todo lo anterior: separa a leyendas y mortales, es sagrado como nada en Flandes, divisivo como si fuera fruto del Pentateuco y que ha coronado emperadores desde 1950: Fiorenzo Magni, Achiel Buysse, Eric Leman, Fabian Cancellara, Tom Boonen o Johan Museeuw, los que han logrado imponerse tres veces en De Ronde, la Vuelta a Flandes».

09-06-2020 Nsala. «Se llamaba Boali, tenía cinco años y le cortaron las manos y los pies. Una de las fotografías más desgarradoras de la historia muestra a su padre, Nsala, roto para siempre. Mira, ido, lo único que le queda de su pequeña, de su familia. La imagen la tomó Alice Seeley Harris, misionera que a principios del siglo XX documentó y peleó para que el mundo conociera las atrocidades del Rey Leopoldo II y la Compañía Anglo-Belga del Caucho en el Estado Libre del Congo. Nsala no había logrado el objetivo diario exigido, y el castigo fue automático».

02-06-2020 Jardineros de sueños. «Hemos visto todo tipo de escenas en Bélgica. El alcalde pillado en plena rave con sus vecinos en la fase dura del confinamiento. Los tres policías borrachos y de barbacoa en el puesto fronterizo que vigilaban. El tipo que se ha recorrido Bruselas con un invernadero en la cabeza a modo de mascarilla. Pero quizás la imagen más icónica sea la del Mercedes negro que circula por Flandes con matrícula Covid-19«.

26-05-2020 Todos los rayos del crepúsculo. “La semana pasada di dos paseos increíbles en bicicleta por los bosques y parques que rodean Bruselas. A todo el que diga que La Capital es una ciudad fea, gris y que no hay nada divertido que hacer en ella le voy a grapar al cuerpo un mapa de las infinitas rutas y senderos a tiro de piedra y una foto de árboles, estanques y rincones imposible. El único ‘Síndrome de Stendhal’ que he sentido con la naturaleza desde que estuve en Noruega ha sido aquí. Sin vértigo o confusión, temblores o palpitaciones, pero con parte de ese dolor profundo que se experimenta a veces al ver, al vivir, las cosas más bellas. O más bien al pensar, al constatar al más puro estilo Cuartango, la esencia de lo efímero, la velocidad con la que pasa el tiempo y lo increíblemente estúpido que fuiste al dejar pasar la oportunidad. Tantas oportunidades, cuando la felicidad está al alcance de tu mano, del pedal. Porque nada vuelve”.

Todos los rayos del crepusculo

19-05-2020 Huelga emocional. “El pasado jueves, un dron fue interceptado tras hacer varios viajes a la prisión de Forest. No cerca ni sobre la prisión, sino a la misma. Llevando, claro, un cargamento de drogas. Mi frase favorita de 2020 la encontré en La Libre Belgique: La entrega de drogas por drones no es infrecuente en Bélgica. Con absoluta normalidad”.

Huelga emocional

12-05-2020 Yincanas sociales. “Algo intuitivo y práctico. Ha habido mucho cachondeo, dentro y fuera del país. Esto es la esencia de la belgitude, ese talento intraducible para parchear la realidad y encajarla a martillazos donde haga falta. Prefieren y preferirán siempre una yincana loca a una rigidez centralizada, y hay que quererlos pese o seguramente por ello”.

Yincanas sociales

07-05-2020 El bosque de los jacintos. “Es un lugar especial, en donde durante unos pocos días al año, entre abril y mayo, se produce el mayor espectáculo de luz y de color imaginable. Un festival de morados con la eclosión de los jazmines más hermosos y poderosos, los bluebell por la forma acampanada y torcida de su flor. Se despliega de golpe una alfombra infinita de púrpuras, azules y finalmente grises, cuando crecen las hojas y se apaga la luz, a las faldas de los abedules, las hayas y las inmensas sequoias”.

El bosque de los jacintos

28-04-2020 Ubi patatas, ibi patria. “Belgapom, la asociación nacional del ramo (y miembro de Europatat, la mejor de todas las asociaciones europeas de cualquier tipo y colaboradora de Cipotato, The International Potato Center) ha hecho un llamamiento que ha tenido más eco y respuesta que los del Gobierno: coman patatas al menos dos veces por semana. Preferiblemente fritas, para poder vaciar las cámaras congeladoras saturadas, pero en cualquier formato. Con restaurantes cerrados, festivales de música y eventos deportivos prohibidos, los hogares son la última esperanza. A esta generación nos ha sido encomendada la tarea más dura: quedarnos en casa, jugar a la consola  y saturarnos de grasas. No vamos a fallar, estaremos a la altura”.

Ubi patatas ibi patria

21-04-2020 Agua fría, agua negra. “Es probable que si menciono localidades como De Panne, Blankenberg, De Haan, Zeebrugge, Knokke o Koksijde no suene ninguna campana. No son Amberes o Brujas. No tienen monumentos ni fama. Sin embargo, en los próximos meses es de esperar que haya desplazamientos masivos y sin ningún precedente hacia todas ellas. Tienen tres cosas en común: están en Flandes, las recomiendan las guías y todas tienen playa. En nuestro mundo postcoronavirus, con viajes limitados y sospechas ilimitadas, los pueblos cercanos con mar van a ser el destino de millones de belgas desesperados y acostumbrados al litoral mediterráneo”.

Agua fria agua negra

14-04-2020 La lengua del alma. “Tenía el patriarca la convicción secreta de que la honestidad, una básica y brusca, era la mejor manera de desafiar los estragos del tiempo. Maeterlinck, la gran voz belga de la primera mitad del siglo XX, defendía que “la vida verdadera, la única que deja alguna huella, no está hecha sino de silencio”. Sostiene Alain Corbin siguiendo sus pasos que “la lengua del alma es el silencio”. Y creía Jacques de Decker, y así lo dejó escrito como despedida, que la vida es precisamente “un pequeño fragmento, una página sigilosa en el gran libro salido de la pluma de Dios”.

La lengua del alma

07-04-2020 Renglones torcidos. “Esta es una historia de éxito. De la lucha contra un entorno hostil, el clima adverso y el ruido. Una historia de superación, de adaptación y de esperanza. Un milagro urbano que inspira cuando más frío hace. De cómo lo imposible ocurre cada día a nuestro alrededor. Es, les aviso ya, una historia de loros”.

renglones torcidos

31-03-2020 Aire puro. “La retirada del hombre le ha devuelto la iniciativa a la naturaleza. Sin coches, camiones, sin atascos, compradores y vendedores, el cantar de los pájaros llega más nítido que nunca en las grandes urbes. Los animales salvajes se aventuran hasta las arterias principales. En Bruselas era posible ver de noche, salidos de la nada, pequeños zorros. Pero ahora se mueven con aún más libertad y desparpajo. Los cielos están despejados, el aire limpio. La sensación de fuerza, de total comunión con el entorno, es algo increíble, único. Una experiencia extraordinaria y reconfortante en mitad de la pandemia. Hasta que llega el olor a mierda y se te incrusta en el cerebro. Literalmente”.

Aire puro

24-03-2020 El rincón de los patriotas. “El rincón más extraordinario y representativo de Bélgica no está en la Grand Place o en los museos del Sablón. No es un Palacio Real o una sede comunitaria en el Barrio europeo. No está en el pavé de Flandes, las playas de Ostende o las llanuras de las Ardenas. No está a los pies de los macizos de Dinant ni en los puentes sobre el Mosa de Namur. Ni en las murallas del castillo de Bouillon o las calles de fantasía de Brujas. El rincón más extraordinario es un pequeño hexágono, con lados de apenas cuatro o cinco metros, en el Carrefour de l’Europe, la explanada circular frente a la entrada principal de la Gare Central de la capital”.

el rincond e los patriotas

17-03-2020 La textura del tiempo. “Hay cierta sorna en el hecho de que Bruselas sea la ciudad de la velocidad cuando la UE y Bélgica están siempre al ralentí. Aquí nos movemos deprisa, muy deprisa, siempre acelerando y acelerados, haciendo mucho ruido. Los artistas tienen a veces horror vacui. Nosotros, en cambio, una especie de difuso horror silentii, miedo del y al silencio de la inmovilidad. Uno atroz, colectivo y contagioso. Silencio como sinónimo de parálisis, de fracaso. Pero sobre todo, de distancia. No son las cuatro paredes y el blancor opresivo. No es la falta de aire o de luz. No es la oxidación de músculos y del carácter. Es el silencio repentino, la bofetada que te hace consciente de la distancia con los tuyos. De la soledad”.

La textura del tiempo

10-03-2020 Raíces podridas. “Bruselas es un sitio hostil para las mujeres. Insultos, acoso, escupitajos, agresiones sexuales. Es casi imposible encontrar a una amiga que lleve tiempo suficiente por aquí y no haya tenido sustos. Sola o en grupo. Desagradables en el mejor de los casos, de mucho miedo en otros. Hay un machismo y una cultura de acoso totalmente extendida, que se palpa en las calles, en eventos sociales y en el transporte, público o privado. Con total impunidad y complicidad. Es desproporcionado entre los jóvenes de origen magrebí, árabe o turco, pero no sólo”.

raices podridas

03-03-30 La Grande Colère. “Cuesta darse cuenta porque la fachada de laissez faire y pasotismo tiene el grosor de un muro románico, pero prestando atención uno se da cuenta de que Bélgica es el país de los cabreados. Estamos siempre enfadados. Por el clima, por el tráfico, por el Gobierno, por no tener Gobierno, por los impuestos, por las obras, por la burocracia, los precios. Están enfadados los obreros, los camareros, los propietarios, los profesores, los padres. Se puede cruzar el país saltando de indignación en indignación genuina. Por o a pesar de la aparente displicencia, los parches y la genial capacidad de apañarse”.

la grande colere

25-02-2020 Carnaval. “En 2019, el carnaval de Aalst, en Flandes Oriental, generó titulares en todo el mundo. Acostumbrados a burlarse de primeros ministros, deportistas o de esa alcaldesa a la que pillaron en furor amoroso en el Palacio Real de Olite, y que se disfrazó de torre ella misma el año siguiente, vecinos y organizadores desoyeron las acusaciones de banalización y flirteo con el antisemitismo. Unos cuantos judíos de largas narices, bolsas de dinero y rodeados de ratas eran parte del espíritu canalla de la fiesta”.

Carnaval

18-02-2020 Descanso eterno. “Morirse es una cosa muy seria. Tanto, que los belgas hacen con la muerte lo más consecuente que se puede hacer tras una vida crujiéndote: meterle un impuesto. Y, además, uno que varía de comuna en comuna y que mete el dedo en las injusticias fiscales habituales. Si tienes a bien irte en paz en tu casa es una cosa más barata. Si en cambio decides hacerlo en una cama del hospital…”.

Descanso eterno

11-02-2020 La gran mentira: “Decía Jean-François Revel que la primera de las fuerzas que mueven el mundo es la mentira, y nunca se dijo una verdad mayor. Hay muchos tipos de mentiras, pero entre las peores probablemente estén, en orden creciente, la nocilla blanca, el jazz y sostener que uno entiende el sistema político belga”.

la gran mentira

04-02-2020 Reñideros. “Los belgas son gente paciente, perseverante, indiferentes al paso del tiempo. Las peleas de gallos están prohibidas desde 1929, hace casi un siglo, y sin embargo la afición sigue muy viva. Los animales se matan en realidad en Francia, donde una exención similar a la de las corridas de toros permite combates en el Norte y Pas-de-Calais. Algo parecido a lo que ocurre en Andalucía o Canarias. La cuestión es muy sensible aquí, porque históricamente ha sido uno de los lugares con más tradición y estructura. Y ha sobrevivido. La legislación es dura desde 1986, y cualquier pelea puede acabar con condena por maltrato animal, incluyendo a los espectadores. Las multas son altísimas, pero vecinos y periodistas constatan que las autoridades locales y los veterinarios miran para otro lado”.

Reñiederos

28-01-2020 Truhanes y vitriolos. “Yo, como Vicente Huidobro, “nada amo tanto como lo imprevisto”, y si una gitana en Budapest me leyera el porvenir en las líneas de la mano, me echaría vitriolo para borrarlas. En un mundo estandarizado, reglado, previsible, y qué les voy a decir desde Bruselas, todo lo que se sale de lo normal, por esperpéntico que sea, proporciona luz. Dos belgas, de lo más peculiares, han contribuido en las últimas semanas a ello”.

truhanes y vitriolo

21-01-2020 Chanson triste. La canción belga está muriendo. Admito que la frase es exagerada, pero da la sensación de que cada pocas semanas perdemos a una de las grandes voces del país. Eso o los algoritmos creen que tengo unas filias extrañas. Remontándonos apenas un par de años hacia atrás, es una cascada de disgustos. Art Sullivan, Marc Morgan, Paul Severs. Pero también la mítica Maurane (Claudine Luypaerts), Tim Visterin, Johan Stollz, Mario Guccio, el cantante de Machiavel. Incluso la joven Celine Lechanteur”.

chanson triste

14-01-2020 Una buena conciencia. “Hay tres momentos que sintetizan y condensan el dolor de la vuelta al trabajo después de Navidades en Bélgica. La puñalada nada más poner un pie fuera del avión y ver el gris por todas partes tras diez días de sol y luz en España. La puñalada que llega con el torrente infinito y culpable de emails de unas instituciones desconectadas y unos partidos sobreexcitados. Y, sobre todo, el cementerio urbano de abetos abandonados. Calles y calles teñidas de verde pálido y marrón seco. Sin luces, adornos, vida ni esperanza”.

Una buena conciencia

07-01-2020 Los dados de Dios. “En la noche de San Silvestre, un hombre fue apuñalado en la estación de Beekkant. En Charleroi un tiroteo dejó dos heridos. En Lieja, 60 personas montaron barricadas y se enfrentaron con la Policía usando piedras, y petardos. Coches y motos ardieron en lugares tan dispares y distantes como Molenbeek y Woluwe Saint-Lambert. Y cerca de 200 personas fueron detenidas. No empezaba una guerra, no era una protesta, sino Fin de Año. Hay países en los que se comen uvas, otros en los que maltratan lentejas. En Bélgica, el cambio de año se celebra con el resonar de las trompetas de apocalipsis”.

Los dados de dios

Y las de 2018 y 2019

Mis libros de 2020

Qué les voy a contar de 2020. Empecé leyendo mucho y bien, pero durante tres o cuatro meses fui incapaz de abrir una página. NI una. Ni siquiera el recurso habitual de Wodehouse sirvió para desatascar. No fue como en años anteriores, como quizás recuerden, sino por el estrés, la obsesión, la presión de la actualidad, las noticias del virus, la angustia. Por esa polarización, de la vida política y social, de mis amigos, de mis conocidos, de todos. Por esa necesidad de destrozar la batería del teléfono en infinitos gestos inútiles en busca no sé de qué. Y por una cantidad de trabajo inasumible al inicio de la pandemia.

Ha sido un curso montaña rusa para mí, en lo profesional y sobre todo en lo personal, en lo sentimental. Uno de los años más duros, sino el que más. Uno en el que la distancia respecto a la familia, la preocupación por la salud, el miedo a no volver a ver, no han sido el factor principal. Tampoco el no salir de casa, trabajar en el salón etc, que para alguien acostumbrado a trabajar solo y en su mesa del comedor no ha sido tan extraño o sufrido. Pero ha sido exigente, jodido, en aspectos y niveles a los que nunca me había tenido que enfrentar. Hay cosas de las que presumía desde hace décadas y por desgracia, ya no puedo.

Todo eso, inevitablemente, repercute en los libros que he leído (para mal) y he comprado (para bien). No sé muy buen explicar de qué forma, el algortimo mental, pero sé que ha afectado. Afortundamente, en verano me descomprimí un poco. Pasé mucho tiempo solo, pero pude relajarme con ficción y no ficción. No ha sido un año memorable para mi lectura, ni en cantidad ni en calidad, pero hay unas cuantas joyas que hubiera lamentado muchísimo perderme y que me han alegrado, desgarrado y fascinado.

No están los infinititos títulos de cocina (tampoco en la lista de todos los libros leídos en 2020, que como siempre pueden ver aquí), porque son más bien de consulta. Sí están en ella las biografías o autobiografía de algunos cocineros.

El otro día, la buena gente de El Washington Post, el blog en español del diario norteamericano, nos preguntaron a Marc Basset, a la mexicana Denise Dresser, la colombiana Ana Cristina Restrepo, el peruano Renato Cisneros y a un servidor nuestros títulos favoritos. Y esto es lo que salió (verán una diferencia respecto al post, pero porque aquello estaba pensado para un público americano, en toda su extensión, que sabe menos de la UE).

Espero que los próximos 12 meses sean mucho mejores para todos, puedan ser felices y leer todo lo que quieran.

Muy feliz Año Nuevo.

un caballero en moscuUn caballero en Moscú, de Amor Towles. Es, sin duda alguna, mi libro favorito de 2020, a mucha distancia de todos los demás. Es una maravilla, una auténtica maravilla. Un libro que me ha sorprendido, fascinado, divertido y emocionado. Una de las novelas más bonitas, completas y redondas que he leído en muchísimo tiempo. Una que parece sacada de otra época, de los mejores maestros rusos de un siglo antes. Y qué personaje eterno ha creado Towles.  El conde Alexandr Ilich Rostov es juzgado en 1922 por un comité revolucionario. Como no saben qué hacer con él, porque es noble pero al mismo tiempo ha publicado en el pasado textos revolucionaros, deciden perdonarle la vida y condenarle a un arresto domiciliario perpetuo. En el lujoso hotel Metrpole de Moscú, que es donde reside. La novela son décadas de la vida del conde, la evolución del país. Aventuras en un edificio. Con una sensibilidad, una belleza, una ternura y un humor espectaculares. Desde la primera página, los primeros párrafos, hasta el final logra mantener el ritmo y la ironía. Qué dominio sobre todo del tiempo, de la narración, parando el reloj sin aburrir nunca. No es un best seller, pero debería serlo.

the europeansThe Europeans, de Orlando Figes. Figes, con sus extrañas sombras personales, es un historiador increíble y un narrador dotadísimo. Tiene un don y sabe exprimirlo como nadie. The Europeans es la historia de una idea, la de la cultura europea, en un siglo agitado y tumultuoso. Desglosa la identidad, la cultura, las carreteras del continente a través de la vida y obra del escritor Ivan Turgenev, la cantante Pauline Viardot y su marido, el abogado y empresario Paul Viardot. De España a Rusia pasando por todos y cada uno de los países. Es ameno, profundo, detallado, muy cercano, humano. Te mete en las cocinas, en los salones, en los dormitorios. En teatros y palacios, en hoteles y balnearios para mostrar un continente vivo, en constante movimiento, cambio y tensión. Es un ensayo con una documentación extraordinaria, pero que se lee, literalmente, con una novela.

amnesicosLos amnésicos. Historia de una familia europea, de Géraldine Schwarz. Está francamente bien. Una prosa sobria, sin ninguna estridencia ni pretensión. Una mezcla de biografía y reportaje casi periodístico. Un ensayo sobre memoria, reconocimiento, culpa y la amnesia, colectiva e individual. Empezando por su propia casa. Es una autora franco-alemana hablando de la colaboración de sus abuelos con los nazis. Que no eran fanáticos, ni fueron criminales, sino personas aparentemente arrastradas por la corriente de la historia pero cómplices también de lo que ocurrió. En alemán tienen la palabra Mitläufer [simpatizante, compañero de viaje].No es la banalidad del mal de Arendt, pero sí el relato de quienes como dice ella por ofuscación, por indiferencia, por apatía, por conformismo o por oportunismo, se convierte en cómplice de prácticas e ideas criminales.

our manNuestro hombre: Richard Holbrooke y el fin del siglo americano, de George Packer. Periodista y escritor, Packer es seguramente el mejor narrador de su generación. Ha publicado la biografía de Richard Holbrooke, diplomático clave para entender la historia de EEUU desde los años 60, pero ha escrito, en realidad,una biografía del país y su política exterior. Ha descrito, paso a paso, el auge y caída de una idea y un sueño convertido en pesadilla. El declive de esa aspiración democrático-liberal de llevar la democracia y los Derechos Humanos por el mundo, aunque eso supusiera cargarse cualquier democracia y destrozar cualquier resquicio de Derechos Humanos en continentes enteros.  Holbrooke es esencial para entender Vietnam, para entender los Balcanes, el camino que lleva a Irak y Afganistán. Para entender cómo funcionan las rotaciones en el departamento de Estado. Para entender cómo la brillantez no sirve de nada a veces y, de hecho, puede ser perjudicial. Y no es casualidad que uno de los secundarios fundamentales en los capítulos iniciales sea David Halberstam. Para entender los beneficios y las consecuencias del ego, la ambición, la iniciativa, la decepción, la frustración. Cómo la labor de hormiga de unas pocas personas puede afectar a millones en la otra punta del mundo. Cómo hay muchas cosas mucho más chapuceras, improvisadas y aleatorias de lo que podríamos y querríamos imaginar .

 

en e ljardin del ogroEn el jardín del ogro, de Leila Slimani. Uno de los primeros del curso y me gustó mucho, en especial la primera parte. La disección de ese agujero insoportable que devora y consume y que la protagonista, impotente, trata de arrancarse con violencia. Qué capacidad tien la autora de describir lo más difícil, lo que no se ve ni se toca. Una ninfomanía destructiva, sin idealizar, frivolizar, sin dar respiro. Aborda el destrozo y los mecanismos psicológicos, no la parte erótica. Y tiene una de esas frases demoledoras que recuerdas años después: «los hombres me sacaron de la infancia». Es la otra cara del mal de ‘Canción dulce’. Aunque aquella novela es mejor, más redonda y madura, se nota la misma semilla, el mismo estilo, una angustia parecida. Este libro es anterior y quizás algo menos pulido, por ponerle alguna queja.

 

 

Jardineros de sueños

Hemos visto todo tipo de escenas en Bélgica. El alcalde pillado en plena rave con sus vecinos en la fase dura del confinamiento. Los tres policías borrachos y de barbacoa en el puesto fronterizo que vigilaban. El tipo que se ha recorrido Bruselas con un invernadero en la cabeza a modo de mascarilla. Pero quizás la imagen más icónica sea la del Mercedes negro que circula por Flandes con matrícula Covid-19«.

Jardineros de sueños, mi columna semanal de cosas belgas, sobre oportunidades y facilidades generacionales. Las que aquí hay, la que los míos nunca han tenido.

Las columnas anteriores de este años las tenéis a continuación en orden inverso de publicación. Y las de los años anteriores, al final del post.

ANTES EN 2020

26-05-2020 Todos los rayos del crepúsculo. «La semana pasada di dos paseos increíbles en bicicleta por los bosques y parques que rodean Bruselas. A todo el que diga que La Capital es una ciudad fea, gris y que no hay nada divertido que hacer en ella le voy a grapar al cuerpo un mapa de las infinitas rutas y senderos a tiro de piedra y una foto de árboles, estanques y rincones imposible. El único ‘Síndrome de Stendhal’ que he sentido con la naturaleza desde que estuve en Noruega ha sido aquí. Sin vértigo o confusión, temblores o palpitaciones, pero con parte de ese dolor profundo que se experimenta a veces al ver, al vivir, las cosas más bellas. O más bien al pensar, al constatar al más puro estilo Cuartango, la esencia de lo efímero, la velocidad con la que pasa el tiempo y lo increíblemente estúpido que fuiste al dejar pasar la oportunidad. Tantas oportunidades, cuando la felicidad está al alcance de tu mano, del pedal. Porque nada vuelve».

Todos los rayos del crepusculo

19-05-2020 Huelga emocional. «El pasado jueves, un dron fue interceptado tras hacer varios viajes a la prisión de Forest. No cerca ni sobre la prisión, sino a la misma. Llevando, claro, un cargamento de drogas. Mi frase favorita de 2020 la encontré en La Libre Belgique: La entrega de drogas por drones no es infrecuente en Bélgica. Con absoluta normalidad».

Huelga emocional

12-05-2020 Yincanas sociales. «Algo intuitivo y práctico. Ha habido mucho cachondeo, dentro y fuera del país. Esto es la esencia de la belgitude, ese talento intraducible para parchear la realidad y encajarla a martillazos donde haga falta. Prefieren y preferirán siempre una yincana loca a una rigidez centralizada, y hay que quererlos pese o seguramente por ello».

Yincanas sociales

07-05-2020 El bosque de los jacintos. «Es un lugar especial, en donde durante unos pocos días al año, entre abril y mayo, se produce el mayor espectáculo de luz y de color imaginable. Un festival de morados con la eclosión de los jazmines más hermosos y poderosos, los bluebell por la forma acampanada y torcida de su flor. Se despliega de golpe una alfombra infinita de púrpuras, azules y finalmente grises, cuando crecen las hojas y se apaga la luz, a las faldas de los abedules, las hayas y las inmensas sequoias».

El bosque de los jacintos

28-04-2020 Ubi patatas, ibi patria. «Belgapom, la asociación nacional del ramo (y miembro de Europatat, la mejor de todas las asociaciones europeas de cualquier tipo y colaboradora de Cipotato, The International Potato Center) ha hecho un llamamiento que ha tenido más eco y respuesta que los del Gobierno: coman patatas al menos dos veces por semana. Preferiblemente fritas, para poder vaciar las cámaras congeladoras saturadas, pero en cualquier formato. Con restaurantes cerrados, festivales de música y eventos deportivos prohibidos, los hogares son la última esperanza. A esta generación nos ha sido encomendada la tarea más dura: quedarnos en casa, jugar a la consola  y saturarnos de grasas. No vamos a fallar, estaremos a la altura».

Ubi patatas ibi patria

21-04-2020 Agua fría, agua negra. «Es probable que si menciono localidades como De Panne, Blankenberg, De Haan, Zeebrugge, Knokke o Koksijde no suene ninguna campana. No son Amberes o Brujas. No tienen monumentos ni fama. Sin embargo, en los próximos meses es de esperar que haya desplazamientos masivos y sin ningún precedente hacia todas ellas. Tienen tres cosas en común: están en Flandes, las recomiendan las guías y todas tienen playa. En nuestro mundo postcoronavirus, con viajes limitados y sospechas ilimitadas, los pueblos cercanos con mar van a ser el destino de millones de belgas desesperados y acostumbrados al litoral mediterráneo».

Agua fria agua negra

14-04-2020 La lengua del alma. «Tenía el patriarca la convicción secreta de que la honestidad, una básica y brusca, era la mejor manera de desafiar los estragos del tiempo. Maeterlinck, la gran voz belga de la primera mitad del siglo XX, defendía que «la vida verdadera, la única que deja alguna huella, no está hecha sino de silencio». Sostiene Alain Corbin siguiendo sus pasos que «la lengua del alma es el silencio». Y creía Jacques de Decker, y así lo dejó escrito como despedida, que la vida es precisamente «un pequeño fragmento, una página sigilosa en el gran libro salido de la pluma de Dios».

La lengua del alma

07-04-2020 Renglones torcidos. «Esta es una historia de éxito. De la lucha contra un entorno hostil, el clima adverso y el ruido. Una historia de superación, de adaptación y de esperanza. Un milagro urbano que inspira cuando más frío hace. De cómo lo imposible ocurre cada día a nuestro alrededor. Es, les aviso ya, una historia de loros».

renglones torcidos

31-03-2020 Aire puro. «La retirada del hombre le ha devuelto la iniciativa a la naturaleza. Sin coches, camiones, sin atascos, compradores y vendedores, el cantar de los pájaros llega más nítido que nunca en las grandes urbes. Los animales salvajes se aventuran hasta las arterias principales. En Bruselas era posible ver de noche, salidos de la nada, pequeños zorros. Pero ahora se mueven con aún más libertad y desparpajo. Los cielos están despejados, el aire limpio. La sensación de fuerza, de total comunión con el entorno, es algo increíble, único. Una experiencia extraordinaria y reconfortante en mitad de la pandemia. Hasta que llega el olor a mierda y se te incrusta en el cerebro. Literalmente».

Aire puro

24-03-2020 El rincón de los patriotas. «El rincón más extraordinario y representativo de Bélgica no está en la Grand Place o en los museos del Sablón. No es un Palacio Real o una sede comunitaria en el Barrio europeo. No está en el pavé de Flandes, las playas de Ostende o las llanuras de las Ardenas. No está a los pies de los macizos de Dinant ni en los puentes sobre el Mosa de Namur. Ni en las murallas del castillo de Bouillon o las calles de fantasía de Brujas. El rincón más extraordinario es un pequeño hexágono, con lados de apenas cuatro o cinco metros, en el Carrefour de l’Europe, la explanada circular frente a la entrada principal de la Gare Central de la capital».

el rincond e los patriotas

17-03-2020 La textura del tiempo. «Hay cierta sorna en el hecho de que Bruselas sea la ciudad de la velocidad cuando la UE y Bélgica están siempre al ralentí. Aquí nos movemos deprisa, muy deprisa, siempre acelerando y acelerados, haciendo mucho ruido. Los artistas tienen a veces horror vacui. Nosotros, en cambio, una especie de difuso horror silentii, miedo del y al silencio de la inmovilidad. Uno atroz, colectivo y contagioso. Silencio como sinónimo de parálisis, de fracaso. Pero sobre todo, de distancia. No son las cuatro paredes y el blancor opresivo. No es la falta de aire o de luz. No es la oxidación de músculos y del carácter. Es el silencio repentino, la bofetada que te hace consciente de la distancia con los tuyos. De la soledad».

La textura del tiempo

10-03-2020 Raíces podridas. «Bruselas es un sitio hostil para las mujeres. Insultos, acoso, escupitajos, agresiones sexuales. Es casi imposible encontrar a una amiga que lleve tiempo suficiente por aquí y no haya tenido sustos. Sola o en grupo. Desagradables en el mejor de los casos, de mucho miedo en otros. Hay un machismo y una cultura de acoso totalmente extendida, que se palpa en las calles, en eventos sociales y en el transporte, público o privado. Con total impunidad y complicidad. Es desproporcionado entre los jóvenes de origen magrebí, árabe o turco, pero no sólo».

raices podridas

03-03-30 La Grande Colère. «Cuesta darse cuenta porque la fachada de laissez faire y pasotismo tiene el grosor de un muro románico, pero prestando atención uno se da cuenta de que Bélgica es el país de los cabreados. Estamos siempre enfadados. Por el clima, por el tráfico, por el Gobierno, por no tener Gobierno, por los impuestos, por las obras, por la burocracia, los precios. Están enfadados los obreros, los camareros, los propietarios, los profesores, los padres. Se puede cruzar el país saltando de indignación en indignación genuina. Por o a pesar de la aparente displicencia, los parches y la genial capacidad de apañarse».

la grande colere

 

25-02-2020 Carnaval. «En 2019, el carnaval de Aalst, en Flandes Oriental, generó titulares en todo el mundo. Acostumbrados a burlarse de primeros ministros, deportistas o de esa alcaldesa a la que pillaron en furor amoroso en el Palacio Real de Olite, y que se disfrazó de torre ella misma el año siguiente, vecinos y organizadores desoyeron las acusaciones de banalización y flirteo con el antisemitismo. Unos cuantos judíos de largas narices, bolsas de dinero y rodeados de ratas eran parte del espíritu canalla de la fiesta».

Carnaval

18-02-2020 Descanso eterno. «Morirse es una cosa muy seria. Tanto, que los belgas hacen con la muerte lo más consecuente que se puede hacer tras una vida crujiéndote: meterle un impuesto. Y, además, uno que varía de comuna en comuna y que mete el dedo en las injusticias fiscales habituales. Si tienes a bien irte en paz en tu casa es una cosa más barata. Si en cambio decides hacerlo en una cama del hospital…».

Descanso eterno

11-02-2020 La gran mentira: “Decía Jean-François Revel que la primera de las fuerzas que mueven el mundo es la mentira, y nunca se dijo una verdad mayor. Hay muchos tipos de mentiras, pero entre las peores probablemente estén, en orden creciente, la nocilla blanca, el jazz y sostener que uno entiende el sistema político belga”.

la gran mentira

04-02-2020 Reñideros. “Los belgas son gente paciente, perseverante, indiferentes al paso del tiempo. Las peleas de gallos están prohibidas desde 1929, hace casi un siglo, y sin embargo la afición sigue muy viva. Los animales se matan en realidad en Francia, donde una exención similar a la de las corridas de toros permite combates en el Norte y Pas-de-Calais. Algo parecido a lo que ocurre en Andalucía o Canarias. La cuestión es muy sensible aquí, porque históricamente ha sido uno de los lugares con más tradición y estructura. Y ha sobrevivido. La legislación es dura desde 1986, y cualquier pelea puede acabar con condena por maltrato animal, incluyendo a los espectadores. Las multas son altísimas, pero vecinos y periodistas constatan que las autoridades locales y los veterinarios miran para otro lado”.

Reñiederos

28-01-2020 Truhanes y vitriolos. “Yo, como Vicente Huidobro, “nada amo tanto como lo imprevisto”, y si una gitana en Budapest me leyera el porvenir en las líneas de la mano, me echaría vitriolo para borrarlas. En un mundo estandarizado, reglado, previsible, y qué les voy a decir desde Bruselas, todo lo que se sale de lo normal, por esperpéntico que sea, proporciona luz. Dos belgas, de lo más peculiares, han contribuido en las últimas semanas a ello”.

truhanes y vitriolo

21-01-2020 Chanson triste. La canción belga está muriendo. Admito que la frase es exagerada, pero da la sensación de que cada pocas semanas perdemos a una de las grandes voces del país. Eso o los algoritmos creen que tengo unas filias extrañas. Remontándonos apenas un par de años hacia atrás, es una cascada de disgustos. Art Sullivan, Marc Morgan, Paul Severs. Pero también la mítica Maurane (Claudine Luypaerts), Tim Visterin, Johan Stollz, Mario Guccio, el cantante de Machiavel. Incluso la joven Celine Lechanteur”.

chanson triste

14-01-2020 Una buena conciencia. “Hay tres momentos que sintetizan y condensan el dolor de la vuelta al trabajo después de Navidades en Bélgica. La puñalada nada más poner un pie fuera del avión y ver el gris por todas partes tras diez días de sol y luz en España. La puñalada que llega con el torrente infinito y culpable de emails de unas instituciones desconectadas y unos partidos sobreexcitados. Y, sobre todo, el cementerio urbano de abetos abandonados. Calles y calles teñidas de verde pálido y marrón seco. Sin luces, adornos, vida ni esperanza”.

Una buena conciencia

07-01-2020 Los dados de Dios. “En la noche de San Silvestre, un hombre fue apuñalado en la estación de Beekkant. En Charleroi un tiroteo dejó dos heridos. En Lieja, 60 personas montaron barricadas y se enfrentaron con la Policía usando piedras, y petardos. Coches y motos ardieron en lugares tan dispares y distantes como Molenbeek y Woluwe Saint-Lambert. Y cerca de 200 personas fueron detenidas. No empezaba una guerra, no era una protesta, sino Fin de Año. Hay países en los que se comen uvas, otros en los que maltratan lentejas. En Bélgica, el cambio de año se celebra con el resonar de las trompetas de apocalipsis”.

Los dados de dios

Y las de 2018 y 2019.