Via Niall Ferguson, que está medio cayéndose del caballo estos días, llego a esta tribuna de Douglas Murray en The Spectator, sobre cómo The MAGA movement is wrong on Ukraine:

«Of course, almost all the allegations the MAGA right make against Ukraine are infinitely truer of Putin’s Russia. Interested in international corruption? Try looking at Putin and his friends. Interested in an anti-Christian government? How about looking to the cynical faith of Putin, who trumpets Christian values while firing rockets at great cathedrals like that in Odessa and recruiting jihadists to fight for him. Think Ukraine is cruel in forcing draft-dodgers into the army? Consider Putin’s army recruitment processes. Dislike Zelensky for not holding an election during a total war? Have you noticed Putin’s electoral habits? By this stage Ukraine is not just a country that the MAGA right has never visited. It is a fantasy country that they imagine they know everything about – and all of it is bad«.

Hace un año, David French escribía en The New York Times sobre exactamente lo mismo: Why MAGA Loves Russia and Hates Ukraine y cómo «Ronald Reagan no sólo se está revolcando en su tumba; también podría salir de ella tambaleándose en un ataque de ira incrédula. Se trata de un cambio notable y potencialmente catastrófico por parte de un partido político que se encuentra en un estado de transformación ideológica casi total y a menudo aleatoria».

El texto está bien para dar contexto estos días, pues recopila lo que alguno de los gurús del mundo MAGA, de la alt-right, y de la familia de Trump siempre han pensado de Zelenski, al que desprecian. Nada que ver con lo ocurrido en la Casa Blanca. Su obsesión, incluida la ropa, es mucho más profunda. «Candace Owens dice que quiere “darle un puñetazo” a Zelensky. Donald Trump Jr. lo llama «reina internacional de la asistencia social”. Tucker Carlson dice que se viste “como el gerente de un club de striptease”. También recuerda las opiniones de muchos dentro del mundo conservador, del establishment, analistas, thinktankeros, admiradores de Putin y de Rusia.

Sobre esto, por cierto, un inciso: este reportaje del otro día en The Wall Street Journal sobre un ‘misionero’ cristiano estadounidense que se fue a Ucrania para espiar para Rusia, de la que es fan ideológico: The American Who Went Undercover in Ukraine—for Moscow. «“There is a place in this world where you can live traditional family values, like your best vision of 1950s America,” said Joseph Rose, a YouTuber from Florida who moved to Russia in 2022 and lives in Moscow with his wife and four children. “That place exists right now, and it’s here in Russia.”

Eso me recuerda la triste y delirante historia de la familia Feenstra: Conservative who moved to RUSSIA with family to escape LGBT ideology now says she hates it because locals don’t speak English… then begs for forgiveness after Kremlin hears insults.

Una réplica más seria es este artículo del año pasado de Adrian Karatnicky en Foreign Affairs: Russia Is No Conservative Haven. The Western populist right has fallen for Vladimir Putin’s latest propaganda ploy.

«Esta imagen de Rusia como paraíso de los tradicionalistas llevó al ex comentarista de Fox News Tucker Carlson a ofrecer a Putin y al filósofo ruso de extrema derecha Alexander Dugin, uno de los más despiadados promotores del genocidio en Ucrania, la oportunidad de exponer sus puntos de vista a millones de estadounidenses en un ambiente cómodo y acrítico. Es la razón por la que la representante estadounidense Marjorie Taylor Greene, alineada con el MAGA, habla de Rusia como un fuerte protector del cristianismo. Y es la razón por la que el ex asesor de seguridad nacional de la administración Trump, Michael Flynn, ha presentado a Putin como un defensor de “la familia y de Dios”. El contraste entre mito y realidad no podría ser más marcado (…) La falsa imagen de una Rusia temerosa de Dios no es casual, sino consecuencia de los esfuerzos sistemáticos de Putin y sus propagandistas por elaborar temas de conversación para la derecha mundial, un esfuerzo que se ha acelerado desde que Rusia lanzó su guerra total contra Ucrania en 2022″.

Otro ángulo. John Burn-Murdoch, tirando de datos y gráficos en Financial Times, explica Why the Maga mindset is different, un análisis sobre cómo la visión del universo republicano está mucho más cerca de la Rusia de Putin o la Turquía de Erdogan que de Europa. «Si bien el movimiento Maga ya había comenzado esta divergencia de valores en 2016, la mayor parte de las inclinaciones más transgresoras de Trump fueron controladas por quienes lo rodearon en su primer mandato. Pero esas influencias moderadoras desde entonces han sido reemplazadas por animadores y poderosos lugartenientes», dice.

Usually, analysis is done at national level, but by drilling down to different political parties in the latest raw data, I find that on everything from attitudes towards international co-operation, to appetite for an autocratic leadership style, through to trust in institutions and inward- vs outward-looking mindset, Trump’s America is a stark outlier from western Europe and the rest of the Anglosphere. In many cases, the Maga mindset is much closer to that of Vladimir Putin’s Russia or Recep Tayyip Erdoğan’s Turkey.

Y para acabar una visión algo más académica de dos think tankeros americanos para Europa: How the MAGA-right came to reject Ukraine.

«Los tentáculos del excepcionalismo de extrema derecha están avanzando por Estados Unidos y Europa, caracterizados por un discurso soberanista impregnado de tropos antiglobalización. Para ellos, Ucrania apenas es una preocupación. Su ideología está evolucionando rápidamente hacia un movimiento global, con su red de pensadores y líderes como Orbán que se presentan como los asediados salvadores de sus naciones. Fuertes, soberanos y sin ataduras ante la masa de Washington y Bruselas, Orbán y los de su calaña despotrican contra las llamadas fronteras abiertas y los tecnócratas europeos sin rostro. Aquí preguntan: ¿Por qué Ucrania merece apoyo mientras nuestros propios ciudadanos enfrentan dificultades?».