1) Largo y sugerente texto de Alberto Penadés en Letras Libres: Filosofía catastrofista. Un tipo de reflexión que cada vez es menos habitual en nuestra lengua, tras la progresiva desaparición o reducción de las revistas. Todo lo que sea burlarse de Žižek o de Byung-Chul Han, «esta versión Coelho de lo peor de la Escuela de Frankfurt», está bien y es necesario. Pero de la mano de Voltaire, Pombal o Rousseau va más dentro:

«Criticar era para Kant, y aun para Marx, explorar las condiciones de posibilidad de lo que sabemos y afirmamos. En un sentido lato, pensamiento crítico es aprender a reconocer ambigüedades en los conceptos, generalizaciones infundadas, equivalencias solo aparentes, demostraciones incompletas, afirmaciones para las que se necesitan datos, la naturaleza probabilística de los hechos, y a reconocer datos fiables. Esto es más o menos lo que hacen los científicos en sus especialidades. Nadie dice hacer “ciencia crítica”, que yo sepa (iluminados y construccionistas aparte), aunque cualquiera entiende que la crítica científica es tan parte de la ciencia como los experimentos o los manuales. Nos queda lejos saber cómo se llegó de la crítica filosófica que posibilita el conocimiento a la “crítica” entendida como (supuesto) desenmascaramiento de cualquier afirmación con pretensión de verdad con resultados (supuestamente) liberadores. Pero hubo filósofos entre los culpables».

2) Algo claramente relacionado, aunque quizás no lo parezca instintivamente. En el mundo de internet existe una expresión que quizás nunca hayan escuchado, pero que arrastra mucho peso. Se conoce como Tedpilling, y significa leer el párrafo 1 de Industrial Society and Its Future, el manifiesto de 35.000 palabras Ted Kaczynski, Unabomber, y su afirmación de que el frenético avance tecnológico desde la Revolución Industrial ha «hecho la vida insatisfactoria», «provocado sufrimiento psicológico generalizado» y «causado graves daños al mundo natural» y pensar: lleva toda la razón.

El primer párrafo, tal cual, probablemente recibiría hoy un aplauso generalizado en cualquier contexto. «La Revolución Industrial y sus consecuencias han sido un desastre para la humanidad. Han aumentado considerablemente la esperanza de vida de quienes vivimos en países ‘avanzados’, pero han desestabilizado la sociedad, han hecho que la vida sea insatisfactoria, han sometido a los seres humanos a indignidades, han provocado un sufrimiento psicológico generalizado (también sufrimiento físico en el Tercer Mundo) y han infligido graves daños al mundo natural. El continuo desarrollo tecnológico empeorará la situación. Sin duda, someterá a los seres humanos a mayores indignidades y causará mayores daños al mundo natural, probablemente provocará mayor disrupción social y sufrimiento psicológico, y podría provocar un mayor sufrimiento físico incluso en países ‘avanzados'».

Kaczynski mató e hirió a mucha gente, aterrorizó a un país, y se convirtió en una especie de leyenda en muchos sentidos. Ahora, 30 años después, cada vez más gente piensa que fue una especie de visionario, aunque los críticos digan que no fue ningún filósofo o pensador original. Un tarado que perdió la cabeza, un asesino, una mala persona, pero un visionario. Y no sólo inspirados como Luigi Mangione, el hombre que mató hace unos meses en Nueva York al consejero delegado de una aseguradora. «Old Ted was maybe onto something here»

Charles Homans en The New York Times, The Strange, Post-Partisan Popularity of the Unabomber. When Ted Kaczynski’s manifesto appeared 30 years ago, the internet was brand-new. Now his dark vision is finding fans who don’t remember life before the iPhone. Sobre cómo hay simpatías por su manifiesto entre la derecha que entonces pensaba era un izquierdista desnortado ( a pesar de que literalmente al inicio dice que «una de las manifestaciones más extendidas de la locura de nuestro mundo es el izquierdismo, por lo que una discusión de la psicología del izquierdismo puede servir como introducción al debate de los problemas de la sociedad moderna en general»). Entre los libertarios. Y quizás también entre grupos diferentes dentro del progresismo, los más escépticos del lado identitario. En el manifiesto, Unabomber carga contra los izquierdistas colectivistas, y los activista del feminismo o los derechos de otros colectivos, de una forma que hoy no sería difícil se asociar a la ira anti woke (párrafos 227 a 230 del texto).

El último párrafo del manifiesto

Y por su puesto, en el mundo tecnológico. «Kaczynski’s vision of a species-wide rebellion against our own creations was far-fetched in 1995, but in 2025, even his personal retreat from technological society seems practically impossible. The robots will be everywhere soon enough, and only the people who build them can afford to buy land in Montana these days».

En un giro inesperado, incluso la que fue su última víctima ha acabo desarrollando cierta fascinación por las ideas del terrorista panfletista.

«La sensación de que no hay escapatoria a la tecnología y sus consecuencias ha fomentado el ethos, muy flexible y muy online, conocido como catastrofismo, una combinación irónica de nihilismo y utopismo, en la que el apocalipsis es inevitable, pero las posibilidades al otro lado son inmensas, libres de las limitaciones y la imaginación limitada de la política tal como las conocemos. Quizás no sorprenda que Kaczynski sea omnipresente en este entorno, citado, memeado y venerado en redes sociales y foros como el Tío Ted (…). En este contexto, el manifiesto de Kaczynski es menos el modelo de resistencia que él esperaba que fuera que un marco teórico para comprender la distopía en la que ahora debemos descubrir cómo vivir y cómo llegamos aquí. En los rincones más bobos de las redes sociales, azotadas por Tedpilling, se le invoca, mayormente con ironía, pero no del todo, como una especie de Lorax: una criatura extraña y salvaje a la que la humanidad debería haber escuchado cuando tuvo la oportunidad. En X, su imagen ceñuda se superpone a titulares sobre hombres japoneses que se casan con novias de realidad virtual. En TikTok, su manifiesto se cita, al estilo de «Vive, ríe, ama», en publicaciones sobre vacaciones de senderismo en la naturaleza».