La economista francesa Esther Duflo ha sido galardonada hoy con el premio Princesa de Asturias 2015. Se ha impuesto a gente de mucho nombre, como Thomas Piketty, Manuel Castells o Michael Sandel. Es un punto irónico, pues fue Piketty uno de los que más la influyó a la hora de decantarse por la Economía, puesto que de estudiante quería ser historiadora, y fue él quien la empujó a irse a Massachusetts.

El jurado es muy claro en las actas. El premio es un reconocimiento a Duflo «por sus innovadoras y decisivas contribuciones a la economía del desarrollo y al estudio de las políticas contra la pobreza.Duflo ha aplicado con originalidad métodos experimentales para evaluar la eficacia de las políticas contra la desigualdad económica y social, especialmente en África, Asia e Iberoamérica. Los resultados de su investigación han renovado profundamente el diseño de estrategias en los ámbitos de la educación, la salud, las microfinanzas y el empleo. Es cofundadora y codirectora del Laboratorio para la Acción contra la Pobreza del Instituto Tecnológico de Massachusetts, una de las mayores redes de investigación mundial para el fomento del desarrollo».

Me gusta mucho Duflo. Es complicado de explicar, porque no tengo muy claro si tiene razón en su principal argumento, pero tiendo a pensar que sí, sus posturas intuitivamente me resultan lógicas y su modo de trabajar, appealing.

Simpatizo enormemente con el resumen que hace de su trabajo: «La gente es irracional, tanto si vive en países desarrollados como si vive en países en desarrollo, pero la gente es irracional en formas que podemos intentar y conseguir entender. Y los incentivos funcionan, simplemente tenemos que entender la manera en que lo hacen».

Duflo es francesa de nacimiento y educación, pero americana de formación. Tremendamente inteligente, original, aguda e incisiva. Tiene 42 años. Estudió economía en París y se doctoró en el MIT en 1999, y allí ha trabajado prácticamente toda su carrera. Ser profesora (con tenure) en esa institución  antes de los 30 no es nada fácil.

Su trayectoria está plagada de premios y es una de las mujeres más conocidas en el mundo académico norteamericano.

Aquí, ella misma explica qué hace (con su tremendo acento francés, por cierto) y de qué sirve en una muy interesante Ted Talk.

Hace un par de veranos recomendé en EL MUNDO el libro de Duflo y Abhijit Banerjee entre los más estimulantes del momento: Diez libros de economía (para el verano).

Mantengo lo dicho entonces:

«Experta en Economía del Desarrollo es directora del Abdul Latif Jameel Poverty Action Lab y una pensadora original y creativa. En ‘Repensar la pobreza‘, escrito con Abhijt V. Banerjee, la autora trata de romper con los enfoques macro y aboga por ideas pequeñas, válidas para casos concretos. En vez de destinar cientos de millones a grandes proyectos explica cómo prologar un año un tratamiento contra los parásitos en algunas aldeas africanas dispara el sueldo de esos cuando llegan a adultos. O como un kilo de legumbres en la India es el mejor de los incentivos para vacunar a los hijos.

Duflo denuncia la ideología, ignorancia e inercia presente en muchos organismos y gobiernos, y cree que hay que eliminar el paternalismo, o aceptar que es tan real en países en desarrollo como en los desarrollados. Un libro imprescindible para entender la pobreza y los grandes errores que se han cometido para combatirla».

Duflo nos viene a decir con sus experimentos y controles que no hay grandes recetas mágicas que funcionen para todo el mundo en todas partes en todo momento. Parece algo bastante obvio, para cualquier campo, pero en el mundo de la Economía del Desarrollo, de la ayuda al desarrollo, de los grandes proyectos, del dinero del Banco Mundial y de las ONG, no está tan claro. Que se lo pregunten  a Bill Easterly.

La posición de Duflo está más cerca de las posiciones de «los gurús de la demanda» que de los de «la oferta», por usar la terminología del sector que muy bien repasan Octavio Medina y Kiko Llaneras en «Esther Duflo y el auge de lo aleatorio«, en Politikon. Pero no forma parte de esa ‘escuela’ y su trabajo, como apuntan, sirve para romper un poco el debate enquistado desde hace demasiado tiempo.

El libro de Duflo no es un manual de teoría, sino un buen repaso de lo que se ha hecho mal en la última década y en lo que se podría hacer bien. Toda la economía derivada de experimentos es polémica, pero como decía JFV, pero «poner evidencia empírica seria encima de la mesa sobre qué políticas funcionan y cuáles no es una de las motivaciones fundamentales». Él se refería a NeG, pero valdría como motivación en general.

Duflo ganó la John Bates Clark Medal (el reconocimiento de enorme prestigio que la American Economic Association concede a los mejores economistas de menos de 40 años) en 2010. La AEA resume su trabajo, en la parte de los experimentos y el control, pero no sólo.

Sus papers se pueden encontrar aquí. Miren los más recientes: Kenia, India, microcréditos, Marruecos, organizaciones. Pepe Fernández Albertos recomienda la lectura de «Women Empowerment and Economic Development«.

Las compañeras de Economía en Dos tardes explican hoy en español qué eso es de los experimentos y controles aleatorios. Un buen ejemplo del tipo de trabajo es cuando ella cita a unos compañeros. ¿Qué pasaría en China si el precio del arroz, un bien de consumo esencial, baja? ¿Se comería más o menos arroz? La intuición diría que más, ¿no? Pues el caso es que…

«So you need an experiment to know, and in fact they found something very interesting when they did this experiment in one place in China where rice is a very important part of the food basket for the poor. And they found that when the price decreased, people ate less rice, not more rice, which means rice is a Giffen good [a product that consumers demand more of as its price rises because the income effect dominates the substitution effect].

¿Cómo afecta la ausencia de un profesor en clase al rendimiento de sus alumnos en India? ¿Se podría mejorar, ambas, simplemente obligando al profesor a hacerse una foto con ellos dos veces al día? ¿Y se mejoraría la vacunación premiando a las madres de los niños con legumbres? [La respuesta es sí, claro]

Alicia González la entrevistó en El País en 2012. Javier Mato lo hizo en 2010 para Sintetia, y el resultado es interesantísimo.

Carlos Fresneda también para El Mundo en 2010 («Los países más pobres suelen ser corruptos,  pero esa corrupción anida en la burocracia«). Y Juanma Bellver, en 2013, también para El Mundo («Los países pobres acabarán desoyendo al Banco Mundial y al FMI si no les ayudan más«). Y ayer mismo, Pablo Pardo charló con ella y lo explica hoy en El Mundo también.

En un texto que escribí hace dos años, titulado, «Ganar la lucha contra la pobreza«, puse:

«Esther Duflo (1972), profesora del MIT y una de las economistas con más proyección e influencia en temas de lucha contra la miseria, considera que no hay una sola «cosa que puede acabar con la pobreza». Que no se trata de «una cruzada, con un enemigo bien identificado y específico, ya sea el ‘capitalismo salvaje’, los gobiernos deshonestos, el exceso de reglamentación, el hambre o la malaria. Todo esto probablemente tiene algo que ver con la persistencia de la pobreza. Pero ninguno de los factores es fácil de solucionar y, más importante aún, incluso si se lograra, la pobreza todavía estaría con nosotros».

Ella y su equipo, recientemente galardonados con un Dan Daviz Prize y un millón de dólares, apuestan por un enfoque práctico y muy concreto. «La lucha contra la pobreza consiste en combatir, con paciencia y deliberación, los muchos problemas que hacen que la vida de los pobres sea difícil: las malas escuelas, el agua sucia, las enfermedades infecciosas, los caprichos del clima y otros desastres naturales, el saneamiento deficiente, la falta de habilidades, la corrupción a pequeña escala, los baches de una carretera. La lista es interminable».

Y precisamente por ello, y en lugar de despilfarrar cientos de millones en políticas tan bien intencionadas como inefectivas, la mejor manera de saber qué funciona y qué no es mediante experimentos, tanto para el uso de vacunas en la India como el de mosquiteras en Kenia, como explica Duflo en esta charla.

Acabar con la pobreza es posible. Lleva mucho tiempo y hay muchos obstáculos, pero cuanto más se ‘parecen’ las economías en desarrollo a las desarrolladas, cuantas menos trabas haya para hacer negocios, cuanta más seguridad jurídica, e imperio de la ley e infraestructuras, cuantos más derechos y títulos de propiedad, más fácil es prosperar.

La lucha contra la pobreza a través de la economía, de lo que sabemos que realmente funciona, es como la medicina actual. No hace milagros, no lo cura todo y comete errores, pero salva más vidas que nunca antes en la historia de la humanidad. El camino es complicado y largo, pero la ruta está muy clara».

Ellos, Duflo y Banerjee, en la entrevista con Alicia, al ser preguntados por el principal error de la Economía del Desarrollo, lo tenían más o menos claro:

A. B. «Es difícil porque hay unas cuantas. Pero diría que es la impaciencia. Ese convencimiento generalizado de que si no logramos eliminar la pobreza en, digamos, cinco años hemos fracasado. No es así. Nada cambia en un día.

E. D. Yo lo combinaría con la creencia de que una sola cosa lo conseguirá. Ninguna solución sirve para todos los problemas.

La Economía no es una ciencia perfecta, ni una ciencia, pero ofrece valiosas herramientas si se usa con rigor humildad. El trabajo de Duflo nos invita a ser humildes, a pensar, a probar, a ver qué va bien y qué no va bien. A medir, a experimentar, a controlar. A admitir que fracasaremos y a seguir intentándolo, sin prisa, sin pausa.

Nos invita y empuja a abrir la mente y no tener prejuicios. A salir de los esquemas tradicionales. A ir al terreno, a a observar, a mancharnos las manos. A no usar a las personas como números distantes y todos iguales. A desconfiar de las grandes soluciones, de los remedios globales, de la tiranía de los expertos, de los reyes taumaturgos.

No lo dijo ella precisamente, pero seguro que está bastante de acuerdo: «The curious task of economics is to demonstrate to men how little they really know about what they imagine they can design».

Por eso este premio es una buena noticia.

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He añadido esta mañana un párrafo con el artículo de Kiko Llaneras y Octavio Medina. Como me comentó anoche Octavio, mi post puede hacer pensar que Duflo está más cerca de Easterly de lo que seguramente está (por referencias como la del final a la tiranía de los expertos), por lo que los matices del texto de Politikon hay que leerlos y tenerlos muy en cuenta. Porque de estos temas, desde luego, el que más sabe es él.