Termino 2018 con más libros leídos (aquí están casi todos) que en 2017, con más series vistas y probablemente con más deporte en mis piernas, pero una sensación amarga de no haber aprovechado, disfrutado y aprendido como podía. Como (creo) quería.

Ha sido un año de cambios, de salidas, de tristes despedidas y ausencias. De cierta sensación de vacío emocional y personal. Con, una vez más, un inexplicable blackout, en el trimestre después del verano, en el que soy prácticamente incapaz de tocar un libro y girar una página, ni de ficción ni de ensayo. Ya me pasó en 2016 y 2017. Al princio buscaba y tenía teorías, pero he acabado por dejarlo correr. Si es así, que así sea.

La literatura siempre ha sido una forma de conversación. No busco provocación, no busco proezas estilísticas, ni me cuelan ya trampas y falsas dicotomías morales o estéticas. Me gusta escuchar. Los desnudos totales, la cirugía a corazón abierto, y eso, claro, no es fácil. Tenemos miedos, inseguridades, traumas, complejos, fantasmas. Nos cuesta decir lo que pensamos, lo que sentimos, lo que queremos. Lo que nos gusta y lo que nos repugna, lo que nos excita y lo que nos atrae, sobre todo si se sale de la norma.  Los libros llenan en buena parte ese vacío, esa añoranza y esa necesidad.

Hoy, más que nunca, me llaman los silencios, la impotencia, la cobardía (la emocional, no la física). En lo que he léido y en lo que me encantaría saber escribir. Lo veo con un prisma mucho más definido y me pregunto, mientras leo, por qué no fui capaz de actuar de otra forma cuando estaba claro que podía. Qué es lo que me frenó o lo que me empujó a hacer el idiota. El frágil equilibrio entre necesidades, aspiraciones y exigencias. Do ut des.

En los años pasados descubrí, a menudo por las malas o malísimas, que soy mucho más flexible de lo que pensaba y que eso está bien. Que la asimetría es perfectamente llevadera y acaba más veces en la tranquilidad y la felicidad que en desastre. Pero también he constatado  que puedo serlo muchísimo más. Que la generosidad, como la vida, no implica ni debe implicar reciprocidad. Y que si lo aceptas y dejas de chocar contra una idea predeterminada de la lógica, serás, seré, más feliz.

Miro atrás y aunque ha sido un año un tanto triste y algo más solitario de lo habitual, acabo razonablemente bien. Más fuerte, más maduro y mucho más libre de prejuicios, axiomas y dogmatismo. He librado demasiadas batallas y aunque no sé si puedo decir que haya ganado, tengo muy claro que no he perdido.

Para Wilde, era «abrumadoramente triste que el talento dure más que la belleza». No puedo discrepar más. En 2018 he encontrado talento desbordante , mucho más que belleza, y eso me ha hecho muy feliz.

Aquí os dejo mis favoritos de los últimos meses.Ensayo y ficción sin un orden ni criterio especial más allá de los dos primeros.

Muy feliz 2019 a todos y gracias por estar siempre ahí.

 

calle este oesteCalles Este-Oeste, de Philippe Sands. Extraordinario. Uno de los mejores libros que he léido en los últimos tiempos. Cuatro historias familiares y tres grandes investigaciones paralelas: la de los abuelos del autor, la del jerarca nazi Hans Frank, la de Hersch Lauterpacht y la de Rafael Lemkin. Un repasto exhaustivo, minucioso, a la insportable destrucción del siglo XX a través de casos cercanos, personales .Cómo de una pequeña facultad de leyes en Polonia salieron dos rivales que cambiaron para siempre el Derecho Internacional. Un talento narrador inmenso combinado con una precisión quirúrgica, un trabajo de historiador y cronista con una desbordante pasión en primera persona. Y todo alrededor de la ciudad de Lemberg, Lviv, Lvov, Lwòw, sus secretos y sus desgracias.

la primera manoLa primera mano que sostuvo la mía, de Maggie O’Farrell. Qué barbaridad de libro. Una novela perfecta, conmovedora. Qué talento para mirar, describir, contar. Para penetrar en sus personajes. Para el detalle, para los sulencios. Para comprender los resortes del pensamiento y el miedo. Para sentir la vida como soledad, como falta de control. Una dolorosa radiografía de un alejamiento imparable entres seres que se aman y de cómo las relacione se pudren centímetro a centímetro. Y qué ganas de llorar. Me había gustado ‘Tiene que ser aquí”, pero éste es muy superior. Mi obra de ficción favorita este 2018.

con rabbiaCon rabbia, de Lorenza Mazzetti. Hay rabia, mucha rabia, en casi cada página de este libro. Tiene cincuenta años y una vigencia increíble y poderosa. Penny es adolescente y vive, aprende y crece en un entorno que no entiende, no soporta y la asfixia. Es explosiva, pura, intensa, inteligente, incontrolable. Y arrastra una pena, una rabia y una furia absoluta hacia un mundo que permitió el exterminio de su familia en el Holocausto. Hacia los adultos. Hacia la sociedad que convierte a las niñas en inferiores a los niños. Hacia la religión. La pecatería. Rabia ante el machismo, la hipocresía de sus referentes. Y miedo, mucho miedo por todas partes a perder el control, a salir de la seguridad de la infancia. Hay muchísima frustración, dolor, pasión, ganas de rebelión. Y literatura de primer nivel.

celeste ngTodo lo que no conté, de Celeste Ng. Todo lo que no conté es una novela dolorosa. Qué triste, y qué bueno. Cada vez me llegan más las historias sobre distancias inapreciables, los códigos rotos, las conversaciones imposibles. Sobre todo lo que (nos) pasa y somos incapaces de decir y de ver. De cómo asistimos en primera fila a la caída de nuestras vidas pero nuestros fantasmas, nuestros miedos , nuestro orgullo, nos impiden reaccionar. Lo simple convertido en un muro que crece día a día. Celeste Ng tiene un talento desbordante para transmitirlo a todos los niveles. Entre el matrimonio, entre padres e hijos, entre hermanos, entre amigos, entre vecinos, entre razas y hasta entre aparentes enemigos. Todos ellos, en algún momento, son capaces de detectar increíblres sutilezas en la vida, el comportamiento y el caracter de sus seres más cercanos. Pero son incapaces de ver lo que tienen delante, de pensar con claridad, de evitar cometer los errores más estúpidos y graves. Son, sobre todo, incapaces de decir y de aceptar la verdad.

sing unburiedSing, unburied, sing, de Jesmyn Ward. Buenísimo. Espectacular ejercicio. Bellísimo en la tristeza, demoledor en la crónica. Siglos de humillaciones, derrotas y fracaso en la piel de los protagonistas. Raza, división y pobreza en un país herido. Un talento descomunal para relatar la degradación, la impotencia (o más incluso, la derrota interiorizada hasta el punto no de saber que existe siquiera el derecho a luchar o protestar). El dolor de la abuela, la entereza del abuelo, la inteligencia de los hijos. La rabia por la madre y el padre, tan deprimentes e incapaces de asumir las consecuencias de sus actos. Drogas, cárcel, Mississippi. Brillantísima.

krastevAfter Europe, de Ivan Krastev. Krastev es ahora mismo el analista más interesante para intentar comprender Europa y sus problemas. El profesor búlgaro ha logrado una combinación casi perfecta entre la historia y presente. Con una crítica feroz, algunas recetas y una capacidad extraordinaria de simplificar lo complejo y ver lo infinitamente complicado en lo que aparentemente es obvio. Escribí esto inspirado en sus ideas y el material del libro lo he usado en muchas charlas y tertulias. Leed todo lo que os caiga en las  manos, antes de que pierda en toque.

future humanityThe Future oh Humanity, de Michio Kaku. Fantástico libro. Ameno, profundo, completo, bien escrito. Uno de los que más he disfrutado los últimos meses sin duda. Un repaso extraordinario a lo que podemos y no podemos hacer todavía partiendo de una premisa muy simple: el futuro de la humanidad no está en la tierra. Vemos el desarrollo de cohetes, de naves, de ascensores. El ¡terraforming’ de Marte, la luna o asteroides. Viajes interestelares, la inmortalidad, inteligencia articifical, nanotecnología. Kaku tiene un don para la narración y para guiar a profanos en un campo de ciencia avanzada. Más que recomendado a  todo tipo de lectores curiosos.

la fractura blomLa fractura, de Philip Blom. Las primeras 30 páginas son un ensayo casi perfecto sobre el periodo de entreguerras. Qué bueno es Blom. Un estilo y un conocimiento inmenso para conocer la época, las fuentes, los hechos, los vínculos. Para relacionar la música y el arte con al teconología y la política, al guerra con la danza, la psicológica de masas con las figuras individuales. No me gustó tanto como Años de Vértigo, serguramente porque éste peca de ambicioso. Apunta a “Occidente”, que es Europa y EEUU básicamente, sin tocar Australia, o Canadá, sin menciones a América Latina. Y abarca tanto que algunas partes quedan cojas o menos atadas que sus obras anteriores. Pero se disfruta mucho.

Lady LLady L., de Romain Gary. Es un extremista del alma”, dicen de uno de los protagonistas. Lady L es un libro (estupendo) sobre contradicciones, nihilismo, pasión. Sobre libertad y la esclavitud de su misma idea. Entre la independencia y la sumisión. Me encanta Gary y cómo esconde la profundidad tras la frivolidad. Nos habla de los “Soñadores de lo absoluto que toman su nobleza y la exquisita cualidad de sus sentimientos por doctrina sociológica (..) lanzan sus bombas como Víctor Hugo sus destellos poéticos”. Gary mezcla, pervierte, el anarquismo emocional con la flema más británica posible. Y une lo imposible a través de la devoción, una y otra vez. “Después de casi 40 años, la amaba con una constancia tal que a veces le parecía que no iba a morirse jamás, simplemente porque no podía imaginar que el cariño que tenía por ella pudiera tener un fin”

vertigoVértigo, de Joanna Walsh. Íntimo, cuidado, quirúrgico. Un desnudo valiente, total en algunos instantes, del corazón y la mente. Las desmonta pieza a pieza, deconstruye desde el final hasta el principio el pensamiento, su pensamiento, por boca de muchas mujeres, de ella misma muchas veces y en diferentes lugares y épocas. Es un libro muy especial, en la forma de escribir, pero sobre todo de mirar, enfocar y diseccionar. Hay una profundidad asombrosa en su percepción y una ingenuidad delicada en sus pasos y su indecisión. Es incisiva y vulnerable. Quiere dar pasos, pero cada uno de ellos le quita el aliento, literalmente, y le da vértigo. Y el resultado, prístino, es terriblemente triste y pesimista.

El-ojo-del-observador-Laura-Snyder_cubierta-editorial-Acantilado-600x920El ojo del observador. Johannes Vermeer, Antoni van Leeuwenhoek y la reinvención de la mirada, de Laura J. Snyder.  El libro de Snyder es una investigación finísima, quirúrgica. Miles de detalles del día a día sobre vestuario, inventario, costumbres, cuentas, comidas. sobre la época y sobre sus protagonistas. Está claro que es un ensayo mucho más sobre Leeuwenhoek que sobre Vermeer. La pasión con la que habla del científico, su conocimiento absoluto, es fascinante y contagiosa. A Vermeer lo conoce y lo disfruta menos. Entiendo la técnica, pero no le fascina el artista. Sin embargo, y a pesar de eso, la forma en la que escribe y aprendes sobre la mirada, la importancia de querer ver y de creer para ver es extraordinaria. Más que recomendable.

hombre felizMuerte de un hombre feliz, de Giorgio Fontana. Giacomo Colnaghi es  fiscal antiterrorista en el Milán de principios de los 80, los años de plomo. Viene de abajo y cree y quiere creer que aunque la suya no es una socidad totalmente justa, ni buena, ni perfecta, es abierta y democrática. Que hay oportunidades si trabajas. Que las hay, si eliges. Le atormenta no ser capaz de entender a los críos que deciden matar por sus ideas. Es un hombre solitario, austero, adicto al trabajo. Y atormentado (en su acepción más laxa) por el padre partisano al que nunca llegó a conocer. Como él, quiere hacer lo correcto, lo que debe, a pesar de los riesgos. Es creyente, conservador en sus principios pero abierto en sus actitudes. Tímido, introvertido, incapaz de expresar la mayoría de sus sentimientos, sufre cuando se da cuenta de que la debilidad de su hijo le irrita más de lo que le despierta compasión. Necesita hablar y aunque no logra explicarlo, como la mayoría de nosotros, cree que se salvará siendo escuchado. Y mira al mundo, sin saberlo, siguiendo los versos de Dylan Thomas:

And all your deed and words / Y todos tus actos y tus palabras
Each trueth, each lie / Cada verdad, cada mentira
Die in injuring love / Mueren en el amor que no juzga.

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Cada vez más amigos se van apuntando a hacer listas anuales. Aquí os dejo las que he visto.

Lara Hermoso

Ramón González Ferriz

Jorge San Miguel

Aloma Rodríguez (a su manera).

Manu de la Chica

Ariane Aumaitre

Nuria Val