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Maven Trap

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One cannot have everything one wants

09 martes Feb 2016

Posted by suanzes in Filosofía, Historia, Uncategorized

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berlin y trevorIlustración de Richard Wilkinson para Intelligent Life

Haciendo limpieza en enlaces pendientes he encontrado un artículo de 2012: Old polymaths never die. The unstoppable legacies of Isaiah Berlin and Hugh Trevor-Roper, de Adrian Wooldridge.

El autor es un conocido periodista de The Economist, donde ahora firma la columna Schumpeter,  y el ensayo lo publicó Intelligent Life. Es un texto fantástico, delicioso, de obligada y disfrutada lectura.

Una reflexión sobre dos hombres clave del Oxford del siglo XX. De edades similares. Colegas, pero no amigos. Un historiador puro y un historiador de las ideas que, incluso después de fallecidos, han sido éxitos editoriales. Dos personalidades fuertes, complejas. Con grandes éxitos y algunos fracasos.

Respetados, admirados, populares. Con una enorme influencia en el mundo de las ideas, pero también de la política o el periodismo. Dos recuerdos de una época intensa, de un mundo pequeño, elitista, aristocrático, formidable en muchos aspectos.

«The twin cults of Berlin and Trevor-Roper show no sign of fading. They continue to produce new books and fresh insights. They remind us of a world in which academics could be intellectuals and also wonderful writers, and of a time when, as Matthew Arnold put it in The Scholar Gypsy, ‘wits were fresh and clear,/and life ran gaily as the sparkling Thames’«.

Es curioso que alguien que disfrutaba «de la monotonía de la ruina» como Berlin dedicara a sus discípulos y a los alumnos en general tanto de su tiempo. Lo  evocaba hace un tiempo Nick Kristof y, con más ejemplos, lo explicó estupendamente Hitchens en sus memorias de la época univesitaria.

He encontrado continuas referencias a Berlin en mis favoritos, más de las que imaginaba A la sonata para piano 960 de Schubert que le emocionaba en los dedos de Brendel.

Por ejemplo a The Counter-Enlightenment, en sus archivos, brillante y necesario para que la visión whig de la historia y de la filosofía no nos haga pensar que todo ha sido un camino marcado, un sendero fijo y fijado que nos conduce inevitablemente hacia el progreso. Con Vico, Hamann, Herder o Jacobi desfilando entre sus párrafos

He releído el ensayo de Enrique Krauze en Letras Libres: El profeta Isaiah. Sobre su identidad judía, la decisión de optar por la asimilación y no la emigración (de nuevo) y el desarrollo de la idea de libertad negativa contra el autoritarismo de Helvétius, Rousseau, Fichte, Hegel, Saint-Simon o De Maistre.

O en Rea Silvia, una reflexión sobre La mentalidad soviética. La cultura rusa bajo el comunismo y de cómo «los intelectuales bajo el régimen soviético fueron un instrumento más al servicio del Estado, algo que Isaiah Berlin supo ver y analizar a la perfección». Un análisis sobre el espíritu erasmista del filósofo y la influencia de los intelectuales.

Ha encontrado un par de muy buenas reflexiones en The New York Review of Books. El primero, publicado en 1968, sobre Alexander Herzen: The Great Amateur.

El segundo, el más importante para este post y para nosotros como sociedad lo recuperaron en 2014 con el título A Message to the 21st Century. Exactamente 20 años antes, Berlin aceptó el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Toronto. En su nombre se leyó éste discurso que contiene algunas de sus ideas fuerza más importantes.

Es EL discurso. Lo que deberíamos leer, estudiar, memorizar y enseñar. Lo que deberíamos tatuar en nuestras almas revolucionarias. Lo que nos enseña Víctor Lapuente en su El retorno de los chamanes. De verdad, tienen que dedicarle unos minutos.

Es un discurso, una lección, sobre cómo los horrores del siglo XX no fueron responsabilidad de sentimientos (miedo, codicia, odio tribal, celos, amor por el poder), aunque estos jugaron un papel importante, sino de las ideas. O más bien: de una idea en concreto.

[Los horrores]»They were, in my view, not caused by the ordinary negative human sentiments, as Spinoza called them—fear, greed, tribal hatreds, jealousy, love of power—though of course these have played their wicked part. They have been caused, in our time, by ideas; or rather, by one particular idea. It is paradoxical that Karl Marx, who played down the importance of ideas in comparison with impersonal social and economic forces, should, by his writings, have caused the transformation of the twentieth century, both in the direction of what he wanted and, by reaction, against it. The German poet Heine, in one of his famous writings, told us not to underestimate the quiet philosopher sitting in his study; if Kant had not undone theology, he declared, Robespierre might not have cut off the head of the King of France».

¿De qué idea se trata? De algo simple, tanto que asusta. Tanto que es difícil resistirse:

«Let me explain. If you are truly convinced that there is some solution to all human problems, that one can conceive an ideal society which men can reach if only they do what is necessary to attain it, then you and your followers must believe that no price can be too high to pay in order to open the gates of such a paradise. Only the stupid and malevolent will resist once certain simple truths are put to them. Those who resist must be persuaded; if they cannot be persuaded, laws must be passed to restrain them; if that does not work, then coercion, if need be violence, will inevitably have to be used—if necessary, terror, slaughter. Lenin believed this after reading Das Kapital, and consistently taught that if a just, peaceful, happy, free, virtuous society could be created by the means he advocated, then the end justified any methods that needed to be used, literally any».

«Si estás totalmente convencido de que hay una solución para todos los problemas de la humanidad, de que se puede concebir una sociedad ideal y que los hombres pueden lograrla simplemente si hacen lo que sea necesario para ello, entonces tú y tus seguidores debéis pensar que no puede haber un precio demasiado alto que pagar para abrir las puertas de ese paraíso. Sólo los estúpidos y los malvados se resistirían si se les presenta una verdad tan simple. Los que se resisten deben ser persuadidos. Si no pueden ser persuadidos habrá que aprobar leyes para contenerlos. Si eso no funciona, coerción. Si hace falta, violencia. Si es necesaro, terror, matanzas». (Traducción veloz mía). El fin justifica los medios, cualquier medio.

¿Qué se puede hacer ante algo tan obvio y poderoso como la Revelación? ¿Se puede hacer algo? La respuesta de Berlin es puro Berlin: «The central values by which most men have lived, in a great many lands at a great many times—these values, almost if not entirely universal, are not always harmonious with each other. Some are, some are not».

Hay que entenderlo, asumirlo, aceptarlo y respetarlo: los valores son y serán siempre diferentes y difícilmente compatibles. Libertad e igualdad, libertad y seguridad, justicia y piedad, imaginación y espontaneidad vs planificación y orden. La búsqueda de la verdad y la felicidad no siempre casan bien.

«If these ultimate human values by which we live are to be pursued, then compromises, trade-offs, arrangements have to be made if the worst is not to happen. So much liberty for so much equality, so much individual self-expression for so much security, so much justice for so much compassion. My point is that some values clash: the ends pursued by human beings are all generated by our common nature, but their pursuit has to be to some degree controlled—liberty and the pursuit of happiness, I repeat, may not be fully compatible with each other, nor are liberty, equality, and fraternity«.

Es decir: «we must weigh and measure, bargain, compromise, and prevent the crushing of one form of life by its rivals». Hablar, escuchar, negociar, ceder, pactar, perder, ganar.

Aquí Berlin me llama directamente. Lo escucho perfectamente, hace ya muchos años. «I know only too well that this is not a flag under which idealistic and enthusiastic young men and women may wish to march—it seems too tame, too reasonable, too bourgeois, it does not engage the generous emotions».

Berlin suena flojo, aburrido, burgués, blando. La de veces que habré llamado blando a Berlin en mi vida. Por querer pactar en vez de luchar, por no hacer frente (pensaba, idiota) al enemigo, al a fatal arrogancia, a los enemigos de la sociedad abierta. No levanta la voz y  muchas veces deja que los más lanzados dominen el escenario, que vendan o impongan su mensaje. Que atraigan a los jóvenes con sus promesas de reivindicación, batalla y gloria.

Qué razón llevaba, llevó siempre. Lo sabía y sabía también que el camino no estaba en la guerra abierta, sino en la estrategia de guerrilla. En encontrar y señalar a los profetas del autoritarismo. Para eso había que leerlos, no ignorarlos. Remontarse a sus orígenes, a sus ideas, a sus fundamentos. Comprender de dónde viene su fuerza y dónde está su debilidad. Y escribirlo, contarlo y enseñarlo.

«Isaiah Berlin era un liberal, un hijo de la Ilustración. Pero también era un adulto. Sabía que el exceso de confianza de la Ilustración era un error, y que sus adversarios habían planteado objeciones, especialmente sobre el valor del conocimiento, que cualquier persona rigurosa debe tomar en serio. Pocos liberales son liberales cuando se enfrentan a sus críticos. Berlin lo era. Les dejaba hablar y escuchaba, aunque lo que los críticos expresaran tuviera la forma de gritos o lamentos, o aunque en última instancia sus puntos de vista, como los de Joseph de Maistre, le parecieran completamente odiosos. Se convertían en “casos” que ofrecían lecciones de las que la filosofía podía aprender», ha escrito con mucho acierto Mark Lilla, alguien que conoce bien los peligros de las ideas equivocadas de los intelectuales.

Berlin es fundamental para explicar, sin odios, sin rabia, sin ira, que el problema no estuvo sólo en la praxis. Jamás. El problema estaba, está, en las ideas, en lo que subyace. En ese espíritu redentor que nos ofrece el paraíso a un precio ridículo. Que nos promete el maná si se lo arrebatamos a los que nos lo quieren robar o los que siempre lo han escondido para su uso personal.

«El chamán es astrólogo, ideólogo o economista teórico, lo que corresponda a cada periodo histórico. El chamán conoce ese Mundo con mayúsculas. Da igual el álgebra que utilice, si se pone la túnica sacerdotal o la toga filosofal, o si sermonea desde el púlpito de una iglesia o desde el estrado de una universidad. Es un chamán porque transmite la certeza de que existe un orden cósmico. El negocio del charlatanismo es vender el sueño colectivo de ese orden. El charlatán nos alerta de que estamos lejos de ese orden, pero que alcanzarlo está en nuestras manos Para ello el chamán nos ofrece su plan, el Gran Plan», escribe Lapuente (página 86)

Berlin, en su discurso, en toda su obra, nos insiste en un precepto fundamental: «you must believe me, one cannot have everything one wants—not only in practice, but even in theory«.

Lena despacio, las veces que sea necesario. Si hubiera que memorizar una frase, menos de 20 palabras, deberían ser éstas: no podemos tener todo lo que queremos, ni en la práctica ni en la teoría. Sobre todo en la teoría. No es una cuestión de recursos, de gestión, de administración, de propiedad de los medios de producción, del boicot de los enemigos, de la falta de fe.

«Si queremos construir una sociedad más igualitaria, justa y sostenible necesitamos el sentimiento opuesto a la indignación: la templanza. Necesitamos aparcar el lenguaje grandilocuente de la ‘lucha’ y las ‘conquistas sociales’ y abrazar el lenguaje humilde del consenso y el pacto»… «La cultura de la templanza y del consenso nose asienta tampoco en unas instituciones políticas definidas, como una democracia madura o un particular sistema electoral, ni en un determinado umbral de renta per cápita. No se asienta en estructuras materiales o superestructuras inamovibles. Se asienta entre nosotros, pero no lo vemos. Ese factor incorpóreo, pero hercúleo, es la retórica política: cómo se configura el arte del discurso político, cómo respiramos y procesamos los problemas políticos. Un factor fundamental para entender por qué unos países prosperan en cierta armonía mientras otros se ahogan ante los problemas colectivos  (Lapuente, páginas 19 y 20).

En sus ensayos «que trataron de tantos autores de tantos siglos, Isaiah Berlin creó una especie de ciudad intelectual que podemos explorar y en la que podemos volvernos más sabios, un lugar en el que podemos empezar al fin a pensar por nosotros mismos. Contra la corriente es una invitación abierta a visitar esa ciudad y unirnos a las cada vez más despobladas filas de los que no se dejan engañar», concluye Lilla.

Y no puede llevar más razón. Es todo una cuestión de ideas.

Lecturas de Domingo

07 domingo Feb 2016

Posted by suanzes in Lecturas de domingo, Uncategorized

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– The Waypoint: a visual journey through Lesbos, the gateway to Europe. En The Washington Post un formato visual y sonoro brutal para contar la llegada de refugiados. Una maravilla

– Cover Story. The head scarf, modern Turkey, and me. Una larga historia de Elif Batuman en The New Yorker que deberíais leer.

– Down Dog. Ellen Collet en LA Review of Books. Una historia extraña sobre quitar una vida, la curiosidad y nuestros sentimientos.

– En el Washington Post también «The definitive story on Christine Chubbuck, the anchorwoman who killed herself on live TV«. En 1974, Christine Chubbuck sacó un arma y se pego un tiro en directo. Ésta en su historia.

– Love in the Graveyards of Industry. Esto de Jeremy Seabrook en Granta sobre la educación yy la vida siendo homosexual en la Inglaterra de los años 50.

– A Fighter’s Hour of Need.  Interviews reveal the events in the 60 minutes after a 2013 bout at Madison Square Garden that left Magomed Abdusalamov with severe brain damage. Vía Jaime Mora.

– The Lives and Lies of a Professional Impostor. 25 años robando identidades. ¿Quién es Jeremy Wilson? si es que ése es su verdadero nombre…

– Michael Lewis en Vanity Fair: «How Tom Wolfe became… Tom Wolfe»

– Henri Cole en The New Yorker: Swimming with Oliver Sacks

Buen domingo a todos

Carlyle

05 viernes Feb 2016

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NPG 1002; Thomas Carlyle by George Frederic Watts

by George Frederic Watts, oil on canvas, 1868

El 5 de febrero de 1881 murió en Londres Thomas Carlyle. Escritor, ensayista, historiador, polemista. Uno de los autores más importantes en lengua inglesa. Lector voraz, pensador original, caracter indomable e insoportable. Un genio, un maestro de las contradicciones.

The Economist lo recordaba hoy con una cita más que oportuna: «It is a vain hope to make people happy by politics». «Vana es la esperanza de hacer feliz a la gente mediante la política».

A España llegó tarde, poco y mal. Lo intentaron, a su manera, Clarín o Unamuno. Pocos lo han descrito mejor que G. K Chesterton: «There are two main moral necessities for the work of a great man: the first is that he should believe in the truth of his message; the second is that he should believe in the acceptability of his message. It was the whole tragedy of Carlyle that he had the first and not the second».

Chesterton, demoledor en en análisis de las flaquezas de Carlyle, como su ridícula defensa de la esclavitud, sabe ir al corazón. «The supreme value of Carlyle to English literature was that he was the founder of modern irrationalism; a movement fully as important as modern rationalism. A great deal is said in these days about the value or valuelessness of logic. In the main, indeed, logic is not a productive tool so much as a weapon of defence. A man building up an intellectual system has to build like Nehemiah, with the sword in one hand and the trowel in the other. The imagination, the constructive quality, is the trowel, and argument is the sword. A wide experience of actual intellectual affairs will lead most people to the conclusion that logic is mainly valuable as a weapon wherewith to exterminate logicians».

Carlyle debió ser una persona insoportable. Amargada por dolencias estomacales durante su vida, por una situación económica delicada. Aquejado de disgustos tan insoportables como cuando una de las criadas de John Stuart Mill tiró a la chimena la única copia disponible del primer volumen de La Revolición Francesa, obra que un apurado Carlyle envió al economista para recibir su bendición y que tuvo que reescribir prácticamente de memoria desde el inicio.

Como historiador es uno de los padres y de los responsables decimonónicos de esa idea de la Historia como sucesión de biografías de los grandes hombres. Estadistas, profetas y guerreros.  «No great man lives in vain. The history of the world is but the biography of great men».

Una idea, una cosmovisión imperante contra la que mucho tiempo después se revolverían afortunadamente marxistas británicos por un lado y los de Annales por el otro.

Como persona…»No one would have found it easy being married to Thomas Carlyle» escribe Kathryn Hughes en la reseña de Thomas and Jane Carlyle: Portrait of a Marriage, publicado por Rosemary Ashton hace casi 15 años. «In a period that specialised in spectacularly unhappy celebrity marriages – the Ruskins, Dickenses and Thackerays – the Carlyles still managed to take the prize as the couple least likely to endure. That their union, unlike these others, ended in neither divorce nor madness says a lot for their need to stick together, hurting and being hurt, until the end came in 1866, with Jane’s death at 64».

Por cierto, ¿recuerdan la definición de la economía como «dismail science»? Sí, la ciencia lúgubre. Viene de Carlyle, y precisamente sobre esclavitud, cuando sugirió recuperarla para estabilizar el mercado laboral en las Indias Occidentales.

Es difícil imaginar hoy a Carlyle, un eco de la antiguedad. En su físico, sus palabras, en ese anmodernismo que hacía las delicias de Isaiah Berlin. En su relación con Herzen, el gran amateur. Esa ira, ese desprecio del cambio, ese decoro religioso y conservador. Esa fatal arrogancia cargada de pesimismo «Every pitifulest whipster that walks within a skin has had his head filled with the notion that he is, shall be, or by all human and divine laws ought to be, ‘happy'».

También es complicado comprender y contextualizar esa potencia, esa capacidad de trabajo, esa fuerza lectora, ese dominio del lenguaje. Esa sensibilidad en los ensayos sobre Robert Burns o en el recuerdo de su mujer tras su muerte, esos bosquejos biográficos que tan bien hacía (página 231 y posteriores). A pesar de que no se querían, tal y como lo entendemos. De que él flirteaba con Lady Ashburton y ella lo hacía casi abiertamente con Mazzini.

En sus poemas y la influencia de Tennyson. En su visión de Dios y de la religión, de la costumbre y el orden. En el placer estético del lenguaje, en el honor de la palabra.

carlyle primero

Hoy he leído el artículo que publicó The New York Times el 6 de febrero de 1881, el día siguiente a su fallecimiento. Es una obra de arte. Sin exagerar. Uno de los mejores artículos que he leído en mi vida en un periódico. Un texto larguísimo, en esos formatos infames e infernales. Arrancando en portada, larguísimo, erudito y profundo. Escrito con un estilo delicioso, perfecto.

Un obituario, una crítica, un análisis de su importancia en el altar de la laiteratura británica. Con la cara y la cruz, los méritos y los deméritos. Un texto sin firma, cuidado, trabajado y extremadamente documentado. Capaz de citar Die Welt als Wille und Vorstellung de Schopenhauer (¡en alemán!), el contenido del Sartor Resartus, la relación del autor con Ralph Waldo Emerson o deliciosas anécdotas como cuando Dickens le pidió algo de bibliografía para su ‘Historia de Dos Ciudades’ y le envió un carromato cargado de volúmenes en cinco idiomas.

El texto del NYT es espectacular. Con partes asombrosas. «If he was unjust, he was intrepid; if he was intolerant, he was exalted; is he was unsympathetic, he was loyal to his convictions».

carlyle 2

Por desgracia no tengo un enlace directo al texto. La pieza está en la times machine del periódico, para suscriptores sólo, con un formato parecido a PDF muy incómodo de leer y de reproducir. Pero animo a todo el que pueda a buscarlo y leerlo. Es lo que yo quiero encontrarme en los medios. Es lo que pagaría por leer. Es lo que mataría por escribir.

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Haz clic para acceder a thomascarlyleses00carl.pdf

Un modelo, un template de lo que se puede hacer con las ideas y las estructuras adecuadas. Hace 135 años, sin ordenadores, documentalistas, internet, wikipedias o atajos. Sin improvisaciones. Con conocimiento. Apostando por el contenido, por el saber, por la calidad. Con ambición y respeto por el que paga. Con pasión y dedicación. Suscríbanse, cuesta unos pocos euros al mes y merece la pena.

Como dijo Carlyle, y bien vale para el periodismo, the merit of originality is not novelty; it is sincerity».

Spain, what next?

25 lunes Ene 2016

Posted by suanzes in Internacional, Periodismo, Uncategorized

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El pasado sábado, Steve Bloomfield tuvo la gentileza de invitarme a participar en su programa, Foreign Desk, en la radio de Monocle.

Un pequeño debate con David Alandete, de El País, sobre la situación de España, el nuevo escenario político, posibilidades y qué suponen los cambios que se están viviendo. Si tenéis un rato y entendeís algo de inglés, el podcast está ya colgado. Y sale también Ana Romero hablando de los desafíos de la Corona.

Who governs Spain? Elections in December were inconclusive: the old parties lost votes, the new ones won some and no-one came out on top. Spain’s divide will not be easy to fix. Monocle’s Steve Bloomfield is joined by David Alandete, managing editor of ‘El País’, and Pablo Rodriguez Suanzes of ‘El Mundo’ to discuss what happens next in the Iberian nation.

Pasión, objetividad y la decisión de no mirar

18 lunes Ene 2016

Posted by suanzes in Periodismo, Uncategorized

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Escribe Kiko Llaneras en Jot Down «Sobre la objetividad: existe, importa y está al alcance de los niños».  Y sostiene algo muy sencillo, pero poco intuitivo: «Porque la objetividad claro que existe. Existe como existe el coraje, la libertad o la justicia: como un ideal. No es posible ser perfectamente iguales, ni del todo libres, pero a nadie se le ocurre decir que la igualdad o la libertad son invenciones».

Es un punto muy interesante, sobre todo porque como dice justo a continuación «esta discusión no es solo semántica. Y es que negar la objetividad daña al periodismo y empobrece el debate público. Lo hace a través de una lógica falaz: como es imposible librarnos de nuestros sesgos, entonces hay que abrazarlos y entregarse a ellos».

Es verdad que de lo primero no se deriva automáticamente lo segundo, igual que, a pesar de lo que cierta escuela filosófico-teológica ha defendido durante siglos, la negación de la existencia de Dios no lleva a la desaparición de la moral o la ética y al caos y el triunfo del mal. Pero sería absurdo negar que lo que describe Kiko es un non sequitur que escuchamos o vemos cada día.

Me gusta la idea de objetividad no (sólo) cono valor en sí misma, sino como objetivo, como camino y como guía. Que sea la brújula y el destino al mismo tiempo. Que haya que perseguirla en cada texto, pregunta o en cada tuit (más o menos). «No es un propósito fácil para el periodismo. La culpa es de las personas, por cómo somos. No nos gusta poner en cuestión lo que ya sabemos, o creemos que sabemos, y tenemos un sesgo natural que nos hace preferir la información que confirma nuestras creencias. Nos parece más convincente y más gratificante. Por eso existe una demanda importante, y quizás mayoritaria, de información sesgada e ideologizada. A este respecto, internet quizás haya sido perjudicial. Antes cada medio necesitaba alimentar una gran audiencia y eso les obligaba a mantener cierta pluralidad».

Recordaba también hace unas semanas Martín Caparrós la historia de Gareth Jones y cómo «la decisión de no mirar no es un invento actual», precisamente. Explica por qué hay que ir «Contra el público» y por qué, pese al dicho que todos conocemos y citamos, hacer periodismo no es exacamente siempre eso de «contar lo que alguien no quiere que se sepa», sino «quizá, cada vez más, sea contar lo que muchos no quieren saber».

Por ambos motivos, me temo, es necesario informarse de lo que ocurre no (sólo) a través de filtros demasiado finos. Cada decisión de informarse es un filtro, claro. Pero de igual forma que es más enriquecedor leer dos periódicos que uno y escuchar dos emisoras y no una, informarse sólo a través de newsletters, servicios de clipping o tu timeline de Twitter se acaba convirtiendo en un error.

Porque reduces, limitas, sesgas. Porque es mejor, al menos desde el punto de vista de la ciudadanía, que alguien más haga la selección. Que no seas tú mismo, aunque creas que eres plural, objetivo, variado, el que hace toda la selección. Que alguien escoja, priorice y jerarquice una serie de eventos a nivel local, nacional e internacional. Porque por muy listo que seas, y seguro que lo eres, el mundo está lleno de gente que sabe más que tú. E ignorando lo que te aburre, lo que ignoras, lo que te cansa, lo que te irrita, lo que te enfada, te encierras.

Mi opinión no es original. Lo escribí hace un tiempo aconsejando a futuros periodistas: «No eres inmune, no eres objetivo, no eres imparcial. Eres humano. Pero puedes ser íntegro, honesto y profesional«.Y la mantengo. No niego la objetividad, asumo mis limitaciones. Cada día que pasa las conozco mejor. Una vez aceptada mi enorme arrogancia, entiendo mejor mis carencias, aprecio muchísimo más el talento que antes no detectaba y veo que tengo delante dimensiones, enfoques, que ni sabía que estaban ante mis ojos, lo que me lleva a dudar de mi objetividad una y otra vez.

Estoy también muy cerca de lo que el legendario John F. Burns explicaba a los lectores en su despedida del NYT hace unos meses, cuando le preguntaban lo siguiente: «How do you manage to not get mad at the injustices man heaps upon other humans? Especially children and women? Does it ever provoke you to take matters into your own hands and get justice, instead of being a neutral observer?«.

Él lo decía muy bien (negritas mías): «I’ve always felt that passion is a legitimate — an indispensable — tool for a reporter in the face of the malevolent outrages of war. But that can never be allowed to overwhelm what matters critically to a newspaper like The Times, with the trust it has with its readers to render balanced accounts that hold true to the facts, or as many of them as are accessible amid the tide of confusion and deceit that are the inescapable companions of violent conflict. That is the gold standard, the compulsion to which passion must always yield, and it’s one that Times editors work vigilantly to uphold — sometimes, to an extent that almost all war reporters have experienced at one time or another, recasting stories in ways that cotton-wrap all passion. But, bottom line, I have held stubbornly to the belief that the reporter’s duty is not to be neutral in the face of outrage so much as to be fair, the more so when neutrality has the damnable effect of making unequal things appear equal. Identify the villains, and depict them as the satanic killers they often are? Yes, but never at the cost of obscuring the perpetrators’ accounts in justification, however mendacious, of what they have done.

«En mis pesadillas veo el debate público cayendo en un equilibrio perverso: un montón de medios y periodistas parciales e ideologizados que los ciudadanos consumen encantados», dice Kiko. No creo que esté hablando del futuro. Es el presente. Cada día, en cada tertulia, sí y en cada artículo de opinión y en cada análisis o artículo o crónica.En los que odias, y en los que te gustan. En tus enemigos, y en tus amigos. Es cierto. Pero no nos volvamos locos con ese pasado que nunca existió. La decisión de no mirar no es un invento actual.

 

Los libros del año (y III)

01 viernes Ene 2016

Posted by suanzes in Lecturas sin Enlace, Uncategorized

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En los dos posts anteriores recogí las listas de otros lectores o medios y mis libros favoritos de 2015. Éste, en cambio, es el que más me gusta hacer siempre. Su valor es nulo, al nivel de una lista de propósitos imposibles de Año Nuevo. Si se mira lo ocurrido en el pasado encontramos una enorme disonancia entre los objetivos y la realidad final.

Pero es muy divertido y enriquecedor buscar. Así que aquí van (algunos de) los libros que me gustaría leer en 2016.

Los que ya he comprado y están esperando su turno:

Ficción (o algo así)

Irvine Welsh: La vida sexual de las gemelas siamesas

Ian McEwan: La Ley del menor

Paul Beatty: The Sellout

Mary Ann Shaffer: La sociedad literaria y el pastel de piel de patata

Edna O’Brien: Chicas Felizmente Casadas

 

No ficción

Oliver Sacks: En movimiento

Emmanuel Caarrère: El reino

Michel de Montaigne: Los ensayos

Svetlana Alexievich: Voces de Chernobil y El fin del Homo Sovieticus

Sven Beckert: Empire of Cotton: A Global History

Jürgen Osterhammel: La Transformación Del Mundo

AJP Taylor: The Struggle for Mastery in Europe, 1848-1918

Tim Tzouliadis: Los olvidados: Una tragedia americana en la Rusia de Stalin

Asne Seierstad: One of Us: The Story of Anders Breivik and the Massacre in Norway

Joby Warrick: Black flags. The rise of ISIS

Ben Macintyre: Un Espía Entre Amigos

Ta-Nehisi Coates: Between the World and Me.

 

 LOS QUE NO TENGO TODAVÍA

Ficción

Elena Ferrante: L’amica geniale

Melania G. Mazzuco: Limbo

Mircea Eliade: La noche de San Juan

Andrzej Kusniewicz: El rey de las Dos Sicilias

No ficción:

Patrick Deville: Peste & Colera

Reinhard Mehring: Carl Schmitt. A Biography

Heinrich Meier: Carl Schmitt and Leo Strauss: the hiden dialogue<

Jonathan Haslam: Near and Distant Neighbours: A New History of Soviet Intelligence.<

Timothy H Parsons: The rule of Empires: those who built them, those who endured them and why they always fall.

Eugene Rogan: The Fall of the Ottomans: The Great War in the Middle East.

Mary Beard: SPQR: A History of Ancient Rome.

Chris Wickham: The Inheritance of Rome: Illuminating the Dark Ages 400-1000

Johannes Fried: The Middle Ages

Timothy Snyder: Black Earth: The Holocaust as History and WarningBlack Earth: The Holocaust as History and Warning.

Alfonso Lazo: Historias falangisats del Sur de España

Robert Putnam: Our Kids: The American Dream in Crisis.

 Stephen Gaukroger: The Collapse of Mechanism and the Rise of Sensibility. Science and the shaping of modernity 1680-1760

Lisa Randall: Dark Matter and the Dinosaurs: The Astounding Interconnectedness of the Universe

Nick Lane: The Vital Question: Why is life the way it is?

Garett Jones: The Hive Mind. Why national IQ matters.

Elizabeth Kolbert: The Sixth Extinction

Andrea Wulf: The Invention of Nature: Alexander von Humboldt’s New World.

Jan M. Ziolkowski: Dante and the Greeks

James Rhodes: Instrumental

William Kotzwinkle: El nadador en el mar secreto

Rebecca Herzig: Plucked: A History of Hair Removal.

Toda recomendación es más que bienvenida. Las podéis dejar en los comentarios y así es fácil que las encuentre o encontremso en el futuro. Si me queréis regalar cualquiera de los que no he comprado todavía, yo encantado :)

 

Mis libros de 2015 (y II)

31 jueves Dic 2015

Posted by suanzes in Lecturas sin Enlace, Uncategorized

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Este año he leído poquísimos libros. Ha sido un 2015 fascinante, agotador, estresante, divertido, divertido. Con un ritmo frenético en Bruselas, la carga de trabajo más importante y desbordante de mi vida. La crisis griega, la de los refugiados, la del terrorismo. Expedientes fiscales, unión bancaria, hundimiento político, la amenaza de Schengen, el referéndum británico.

He leído millones de palabras, pero mucha menos novela y ensayo del que me hubiera gustado. No sólo de los libros que me gustaría haber leído, sino de verdad de los que quiero leer. Al mismo tiempo, y por suerte, he encontrado cosas maravillosas.

Como siempre, la lista de obras que he leído está aquí. Es más que probable que alguno  se me haya traspapelado, porque durante semanas, y quizás meses, no sólo dejé de leer, sino que mi cabeza procesaba apenas procesaba otras cosas que asuntos helenos. Son libros leídos en 2015, pero no forzosamente publicados este año que hoy acaba.

En 2015 he cumplido 35 años. Para mí no es una fecha sin más. Está cargada de simbolismo.

Nel mezzo del cammin di nostra vita
mi ritrovai per una selva oscura
ché la diritta via era smarrita.

Ahi quanto a dir qual era è cosa dura
esta selva selvaggia e aspra e forte
che nel pensier rinova la paura!

Tant’è amara che poco è più morte;
ma per trattar del ben ch’i’ vi trovai,
dirò de l’altre cose ch’i’ v’ho scorte

Así empieza la Commedia, en muchos aspectos el libro de mi vida. Para Dante, «Nel mezzo del cammin di nostra vita» es precisamente los 35 años. Nació en 1265 y el viaje arranca en la primavera del año 1300. El año del primer jubileo del odiado Papa Bonifacio VIII. Un momento de esperanza, de catarsis, de búsqueda de renovación. Sobre todo interna.

Soy un lector impulsivo, anárquico, despistado. Compro con apetito voraz y una semana después no entiendo, no me entiendo. Así una y otra vez. Me miran desde la estantería durante días, semanas o años. Los miro durante días, semanas o años. A veces voy, a veces vienen. A veces se quedan inmóviles, conscientes de que el Pablo que una vez fue y los necesitó, los quiso, se ha ido y no volverá.

La de Navidad y la de Año Nuevo son dos de mis mañanas favoritas. En Nochebuena y Fin de Año, con la casa llena de gente, ruido, invitados, comida, es cuando más ganas tengo de recluirme en casa de mis padres, en mi habitación, rodeado de mis libros, los que no me puedo llevar a ningún otro sitio. Quiero leerlos, quiero querer leerlos. Me gusta encender la lámpara, siempre con la luz hacia arriba, y mirarlos, ordenarlos, sentirme arropado.

Es entender, de verdad, lo que decían, escribían y sufrían  Zweig y sus amigos exiliados cuando miraban atrás y pensaban en sus bibliotecas, en su memoria, en mi mundo de ayer.

Cada año que termina y paso en esta habitación me enfado por todo lo que no he leído, por los cientos de volúmenes que debo leer y no leo y por las distracciones que siempre se cruzan. Por pensar que estoy en medio del camino de mi vida y no llegará a todo lo que me encantaría llegar.

Estas semanas, en las que he leído por pura necesidad, con ansia y algo de rabia acumulada, he apreciado más que nunca Libros del Asteroide, Anagrama, Acantilado y Periférica. Son los colores que busco al entrar en una librería, las formas a las que voy sin pensar y que rara vez decepcionan

LUDWING WINDER EL DEBER.cdrEmpecé el año con El deber, de Ludwig Winder. Escrito en 1943, ambientada en la Checoslovaquia de 1939. Un fabuloso y triste grito en voz baja contra la dictadura. Con antihéroes, con un paso lento, casi a cámara lenta, del orden al caos, de la felicidad a los actos más bárbaros. Un estudio sobre la naturaleza  humana, lo poquísimo que separa el honor de la traición, el valor de la cobardía, la infamia del deber. Poco a poco voy apreciando adecuadamente la profundidad de la literatura centroeuropea del periodo de entreguerras. La carga detrás de la sencillez, las pretensiones detrás de la falta de pretensión. El profundo conocimiento que desborda en las últimas generaciones de los imperios caídos.

yunqueDescubrí a Augusto Assía y las crónicas de Cuando yunque, yunque. Cuando martillo, martillo. Y encontré puro delite y felicidad en palabras sueltas, en los pequeños detalles sobre los sastres británicos, la actitud ante la guerra, el cuidado de los jardines. Sobre la política de los años 40 a través del espíritu nacional. Palpé la flema, la pompa y circunstancia que también ha entendido Ignacio Peyró, prologuista de la edición de Asteroide. Que está en Wodehouse, los victorianos o los maestros de la cetrería. Son crónicas durante la guerra, que no de guerra. Es, pienso algunas mañanas, lo que me gustaría hacer como corresponsal y, me resigno, es de lo que más lejos estoy. Brillantes, hermosas. Un dominio envidiable del español, de la época, del ritmo. Más que necesario para periodistas.

hercules“The 13th labour of Hercules. Inside the Greek crisis“, de Yannis Palaiologos. Para comprender Grecia y sus desastres, a lo que he dedicado tantos meses y viajes este curso. Las razones de un estado semifallido, el desastre administrativo, la corrupción, la pasividad, en anquilosamiento. Se lee rápido, fácil. No requiere un conocimiento profundo del país o de su historia. Por desgracia, se lee negando todo el tiempo con la cabeza, con incredubilidad. Mientras se entiende perfectamente todo lo que cuenta.

 

sangreEn verano, en la playa, leí Tierras de sangre, de Timothy Snyder. Brutal, salvaje, violento. Sacude en lo más profundo y da bofetadas de realidad. Sobre las atrocidades, prácticamente inconcebibles, en las tierras de sangre, esa zona perfectamente delimitada geográficamente en la que nazis y comunistas asesinaros a millones de personas entre los años 30 y 1945. Uno de los mejores ensayos que he leído nunca. Sistemático, detallado. Crimen a crimen, con precisión de cirujano y enorme sensibilidad. Un libro obligario, por duro que sea. El mejor relato de los exterminios, de las hambrunas, de los planes de aniquilación y los métodos del exterminio. Lloras, sufres de verdad. A mí me afectó físicamente durante un par de días. Por eso es necesario. Hay que leerlo, estudiarlo, difundirlo. Tatuarlo en nuestras mentes para comprender lo que fue y lo que puede volver a ser. Esencial en toda casa, en toda estantería. De verdad, no exagero.

mortalUno de los libros más interesantes y diferentes que he leído estos años es Being mortal de Atul Gawande. Un ensayo fantástico de cómo en las sociedades desarrolladas modernas afrontamos la muerte. O de cómo, de  hecho, no lo hacemos y tratamos de no hacerlo. Un médico con una prosa refinada explica cómo el miedo a la muerte ha hecho que la saquemos de nuestras vidas y nuestros pensamientos. Que todos, como pacientes, familiares, pero también gobiernos y profesionales de la salud, hemos convertido la muerte en un tabú impensable e inaceptable. De cómo en tratar de tener una buena muerte dejamos de tener una buena vida. Un enfoque interesantísimo y un paseo guiado por las diferentes opciones sanitarias, sobre los tratamientos paliativos, sobre la calidad de vida en los últimos meses cuando la muerte es inevitable. Un canto a la vida, hasta el final. Asumiendo que no hay atajos ni engaños. Muy recomendable.

diosaEn ficción, pocos libros me han sorprendido y entusiasmado más que “La diosa de las pequeñas victorias“, de Yannick Grannek. La protagonista de la historia es Adele Gödel, la mujer de uno de los matemáticos más importantes del siglo XX. Es un libro buenísimo, extraordinario. Por el repaso al siglo XX, a la figura del matemático y los exiliados de Princetos, con Einstein a la cabeza. Las matemáticas están siempre de fondo, como la Viena de inicios de siglo, la (mi) Arcadia intelectual. Pero es sobre todo un análisis fascinante de dos personalidades, la de Adele y la otra protagonista, atrapadas. Dos mujeres en un entorno de genios reconocidos, de eminencias en sus campos. Sobre la difícilísima convivencia con el genio y la locura. Sobre las ambiciones personas y las «pequeñas victorias». Sobre esperanzas, límites, limitaciones y prejuicios. Si os gustan las matemáticas, dais un respingo siempre que se habla de Von Neumann y os dan ganas de discutir las referencias a Schlick y el positivismo, la novela es la idónea.

comensalLeí hace unas semanas El comensal, de Gabriela Ybarra. Un libro corto, aparentemente sin pretensiones. Brutalmente honesto. Personal. No es el mejor libro que vais a encontrar. No está escrito maravillosamente. No es una historia única. Es el relato de cómo una niña quiere saber qué le pasó a su abuelo, asesinado por ETA. Pero es, más bien, la historia de una mujer y su pelea por entender la vida y la muerte. Por entenderse en mitad del dolor. A distancia. De alguien que se busca y se encuentra junto al lecho de su madre moribunda, sola en su piso en NY o en los brazos de un cretino. Que se busca en los pasillos de los hospitales y se busca en sus propias palabras. Que no sabe dónde va, ni en vida ni en el propio libro, pero que página a página va encontrando un poco de luz. Se aprecia y disfruta la tranquilidad de todo el libro, la ausencia de artificialidad, de complejos. La aceptación. La enorme valentía de quien está tan en paz al final del camino que puede escribir algo así.

chamanesPara entender ahora mismo España ayuda mucho leer «El retorno de los chamanes«, de Víctor Lapuente. Es un ensayo necesario. Hablé de él en La Brújula el mes pasado (aquí, a partir del minuto 1.05.00) Hay partes que cortaría, repeticiones y reiteraciones. Pero la idea, la idea principal del libro, es fundamental de verdad para evitar a los charlatanes que nos amenazan. No exagero, es la pregunta a la que debemos resolver como sociedad, como país, como sociedad civil. En la vida (política) hay exploradores y chamanes.  Unos y otros no son de izquierda o derecha, son un conglomerado. Unos ofrecen teorías del todo y un plan único. Otros, partiendo de la duda y el escepticismo, experimentan para encontrar soluciones. Hay párrafos y páginas que deberíamos tatuarnos y más en estos momentos en los que creemos que necesitamos una revolución en lugar de una política aburrida. Hay que comprender qué necesitamos para prosperar, por qué debemos superar retóricas de naftalista y entender, como han hecho ya otros, qué recetas funcionan y cuáles no. Las políticas públicas son ideología. Sigue habiendo ejes. Hay que verlo y cambiarlo. Ya.

killingSi quieren algo más internacional, “Killing a King. The Assassination of Yitzhak Rabin and the Remaking of Israel“, de Dan Ephron. Fantástico. Divertido, documentado, como un thriller. Un trabajo periodístico excepcional que recrea el último año de vida de Isaac Rabin, desde su punto de vista, el de su equipo, su familia y su gobierno, pero también del de su asesino, su entorno y su radicalización. Un libro que nos devuelve a 1995, a Oslo y sus acuerdos. Que se hace la pregunta clave todo el tiempo, claro (qué hubiera pasado si Rabin hubiese sobrevivido) pero que recrear una época frenética de disputas y atentados. Qué bien estos libros que combinan ensayo, cientos de entrevistas, hemerotecas, divulgación y miles de horas de reporting sobre el terreno, en las calles, los parlamentos, hospitales y las casas de los protagonistas. No está traducido aún, acaba de salir. Pero merece absolutamente la pena. Escrito al modo americano, con periodismo directo, sin muchas florituras y con un control del timing envidiable.

vidaSi quieren una novela para pensar, llorar y reír, prueben “La vida ante sí“, de Romain Gary. No la conocía. No lo conocía o lo había olvidado. Excepcional. Quizás el libro que más he disfrutado en 2015. Tan bonito, íntimo y profundo como triste. La vida de un hijo de puta (literalmente) criado por una ex prostituta judía superviviente del holocausto, cuyo mayor miedo es que vuelvan a buscarla una noche para llevarla de nuevo a los campos y que guarda un retrato de Hitler debajo de la cama para poner perspectiva cuando tiembla. Una mujer buena que cuida a los hijos de las meretrices que no pueden hacerse cargo de ellos. Un chico de mente abierta, observador, asustado, perdido en el mundo. Inocente y espabilado. Novela extraordinaria de verdad, para leer y regalar a todas horas. Con cientos de frases que subrayar, guardar, repetir, tuitear. No puedo recomendarlo lo suficiente.

exileQué les voy a decir sobre “The impossible exile. Stefan Zweig and the end of the world“, de George Prochnik. Es sobre Stefan Zweig. Años y años de estudio sobre él y el fin de su mundo. No es una biografía, no es una novela, no es historia. Es un poco de todas. Es Zweig y su mundo, su entorno, sus cambios, sus dudas, sus miedos. No entiendes por qué se suicidó, ni por qué lo hizo ella. O sí. Vas viendo, de fondo, los ecos de la depresión, del miedo atroz. El dolor del hombre que a miles de km lee noticias atrasadas sobre el avance nazi y no puede soportrlo. Del hombre de éxito, rico, famoso. Aclamado por las calles, recibido por presidentes, adorado por cientos de miles de lectores. Un trabajador formidable, incansable, que lo único que quiso siempre fue convertirse en una autoridad moral. En un referente para hablar de paz, humanismo y Europa. Quizás esperaba más. Quizás es imposible darme más, darme lo que necesito sobre él y la época. Es un trabajo extraordinario de investigación y de documentación. Está muy bien escrito. Pero no me lleva al fondo del alma de Zweig. Es una tarea para un poeta, no para un historiador. El ensayo definitivo está todavía por llegar,afortunadamente.<

judiosLa ciudad sin judíos“, de Hugo Bettauer. Un contrapunto perfecto para un año que empezó con Winder. Una distopía, o algo parecido a ratos, sobre una Viena en los años 20 del siglo pasado en la que el Gobierno decide expulsar a todos los judíos y sus familiares y descencientes. Admitiendo que lo hacen porque son mejores que los arios y éstos no pueden competir. Una parte inicial que pone los pelos como escarpias. Publicada, de forma profética, en 1922. Por un autor (no judío) que fue asesinado en 1935 por un simpatizante nazi. Una segunda parte, más irónica. Lean, lean.

FARINA_PORTADAFariña, de Nacho Carretero, es un libro que me reconcilia con mi pasado, con tantos veranos pasados en Cambados. Una historia del contrabando y del narcotráfico en Galicia. Una historia necesaria de una región, una cultura y una época difícil de entender. De una clanes que convirtieron a Galicia en lo más parecido que puede haber a una mafia sin extrema violencia. Una cronología del paso del tabaco a la cocaina. Del hundimiento y la desaparición de una generación. Una historia y un reportaje largo de narcos, de excesos y riqueza. De mariscadas, BMW’s y lanchas voladoras. De  desembarcos nocturnos y riquezas efímeras. De una sociedad corrupta y comprada. Un libro (que yo hubiera editado un poco más para evitar ciertas reiteraciones y desorden de capítulos) que aporta toneladas de información, de detalles, anécdoras y tragedias. Que habla de corrupción política y policial. De cómo durante décadas todos o casi todos miraron para otro lado.

Hay más, claro, pero ya en un peldaño más bajo. Las lecciones peligrosas“, de Alissa Nutting, me ha atraído muchísimo. La historia de una pederasta fría, calculadora. Sin ningún tipo de remordimiento, complejo o problema. Una cazadora en una sociedad con una clarísima doble moral. Un libro que fue, que es, muy polémico. Por el tema, el tratamiento, el lenguaje, las escenas explícitas y continuas de sexo con menores. “La música en el castillo del cielo. Un retrato de JS Bach“, de John Elliott Gardiner, es un trabajo abrumador, descomunal. Pero que me exigía un conocimiento y una pasión por la música de los que carezco.

“Sapiens: A Brief History of Humankind“, de Yuval Noah Harari, tiene partes interesantísimas. El inicio y la parte de la revolución agrícola están muy bien, pero no me ha contado mucho que no supiera. Para ‘no iniciados’ puede ser una oportunidad estupenda de hacer un repaso histórico.

“Kissinger. The Idealist, 1923-1968“, de Niall Ferguson, está bien, pero no es lo que yo esperaba. Llevaba, literalmente, años esperando este libro. Emocionado desde que supe que Ferguson (un historiador que me encanta, un polemista que detesto) trabajaba sobre Kissinger (un historiador que me encanta, un estadista que detesto). Es la biografía que más ansiaba leer. Y no me ha convencido. Estoy completamente seguro de que de haber seguido vivo Christopher Hitchens, Ferguson no se hubiera atrevido a publicarla tal y como está. Técnicamente es perfecta. Documentada, trabajada. Millones de referencias desde la adolescencia de Kissinger. Pero le falta algo. Es sumamente positiva, muy poco crítica. Pero no es siquiera eso. Veo el avance del personaje, pero no llego a comprender bien la grandeza de su mente, los mecanismos que llevan a un refugiado brillante a ser la persona de confianza de presidentes. Me ha decepcionado, pese a todo.

Muy Feliz Año nuevo a todos. En 2016, mucho más.

Los libros de 2015 (I)

30 miércoles Dic 2015

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Cierra 2015. Un año intensísimo de trabajo en Bruselas. Con la crisis griega, la de refugiados, de terrorismo. Con avances en la gobernanza y retrocesos en la unión política. Con heridas y fracturas. Con muchísimos libros buenos. Voy a hacer, como en el pasado, tres de posts. El primero, éste, con enlaces a las recomendaciones y balances de otros. De grandes medios, pero también y sobre todo de amigos y gente cercana. El segundo, mañana, de los libros que he leído en 2015 y más me han gustado. El tercero, en Año Nuevo, con los que quiero leer 2016 y quizás no lea jamás.

Leo muchos lamentos estos días por las listas. Saturación, parodias, hastío. A mí me resultan muy, muy útiles. Lo que leen Ramón, Domingo y Lara, Tsevan o Karina, Popova o Rachman, Capó y Louzao es una ayuda fantástica. Me cuestan un riñón, pero si de algo sirve internet, los blogs, Twitter, es que son un proxy fantástico.

Cada semanas veo sugerencias bueenísimas, cosas que escapan a mi radar continuamente. Y con el balance del año me cargo para los primeros meses del siguiente y para la maleta de los próximos años. Haters gonna hate. ¿Y qué?

– Ramón González Ferriz en Ahora: Mis libros preferidos de 2015 (más o menos)

– Lara Hermoso en su blog: Un año de Lecturas

– Tsevan Rabtan en Jotdown: Acabemos leyendo

– Domingo Soriano en Libertad Digital: Siete libros de economía publicados en 2015 que debería leer en 2016

– Agus Morales en su blog: Mis libros de 2015

– Karina Sainz Borgo en Voz Populi: Los 10 libros del 2015 que deberías haber leído, o no.

– Tyler Cowen en Marginal Revolution: Best non-fiction books of 2015

– Aloma Rodríguez también en Ahora: Algunos libros buenos.

– Enric González en Jotdown también: Libros que habría lamentado perderme en 2015.

– Sergio J. Rivas ha hecho la metalista de todas las listas. Congelador 2015.

– Maria Popova en Brainpicking: The 15 best books of 2015

– Bill Gates: The best books I read in 2015

– The shelf life: la siempre útil lista de The Economist

– Los 10 mejores del New York Times y sus 100 libros notables de 2015 por categoría

– The books we loved in 2015, en The New Yorker

– La lista, siempre eterna, de Financial Times. Y ojo a esto para el que viene: Books to look forward in 2016.

– En The Wall Street Journal: Books of the Year 2015 Who Read What

– The Guardian: The best history books of 2015

– En Time: Here Are the Best Books of 2015 So Far

– En Busines Insider: The 20 most popular business books of 2015

– Y la lista de Bloomberg Business Week.

– Los mejores para La Vanguardia.

– En Sabemos, David Martínez elige Los diez libros políticos del año 2015. Y Miguel Gutierrérez, los deportivos.

– Los mejores libros de 2015 para Babelia. Y los de Historia para el blog especializado de El País

– Una pelota bordada con palabras. Los mejores libros de fútbol en Panenka.

– Los mejores libros de la cosecha 2015, en La Revista de Ana Rosa (c’mon, estamos en Navidad)

Lecturas de Domingo

13 domingo Dic 2015

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Helene Cooper en The New York Times: «They Helped Erase Ebola in Liberia. Now Liberia Is Erasing Them«. Tremenda y tristísima historia de los 30 jóvenes que ayudaron a frenar la epidemia de ébola quemando los cuerpos de los fallecidos. Muchos no se lo han perdonado y, deprimidos, viven en ostracismo.

Adrian Chen en The New Yorker: «Unfollow. How a prized daughter of the Westboro Baptist Church came to question its beliefs«. La historia de Megan Phelps-Roper, miembro de la iglesia de Westboro, los que van a los entierros de homosexuales que han muertos por sida o a los de los soldados americanos caídos en Irak o Afaganistán a celebrar. Que se ríen y burlan de lo más doloroso porque creen que ambas cosas, como el 11S, son castigos de Dios por los pecados del país. Cuenta cómo Megan se convirtió en la voz del grupo en las redes sociales, tras entender el potencial de difusión. Y cómo ella, ellos, lo aprovecharon para lanzar su mensaje e indignar al mundo entero. Y de cómo la bondad, la paciencia y la humanidad de algunos usuarios, anónimos incluso, sirvieron para que ella cambiara de idea, se empezara a hacer preguntas, comprendiera su error y acabara abandonando la iglesia y a su familia. No fueron los insultos, la soberbia, la condescendencia, la ira. Fueron las palabras amables y el intento de comprensión de las víctimas de sus ataques las que cambiaron su vida y la de su hermana. Larguísimo, pero merece la pena.

Ander Izagirre en Papel: «Tadeo Casañas, el ordeñador de nubes que salvó a los habitantes de El Hierro«.

Thomas Meany en The Guardian: «The Machiavelli of Maryland«. Military strategist, classical scholar, cattle rancher – and an adviser to presidents, prime ministers, and the Dalai Lama. Just who is Edward Luttwak? And why do very powerful people pay vast sums for his advice?

Anna Krein en The Monthly australiano: «In danger. The strange life and tragic death of Julia the gorilla«. Sold as a baby by a Belgian trafficker, bought by wildlife campaigners, abandoned in Africa, then shuttled between zoos in Jersey and Melbourne until beaten to death by another Melbourne gorilla.

Ekaterina Sokirianskia en Crisis Group: «To the Islamic State and Back«. La historia de un hombre de Daguestán para recuperar a sus hijos tras la huida de su radicalizada mujer hacia Siria.

Svetlana Alexievich: «On the battle lost«, su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura.

Lecturas de Domingo

29 domingo Nov 2015

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José A. Guardiola en El Mundo: «Nos vemos en Kandahar. La muerte jamás contada de Julio Fuentes«.

George Packer en The New Yorker: «The Other France. Are the suburbs of Paris incubators of terrorism?«. Larguísimo y espectacular artículo. Para enseñar en las facultades. Es de este verano pero me lo ha descubierto R. Dudda.

Lydia Wilson en The Nation: What I Discovered From Interviewing Imprisoned ISIS Fighters.  They’re drawn to the movement for reasons that have little to do with belief in extremist Islam. Vía Jarno Hartikainen.

En el Telegraph: «Hugh Leach, Arabist – obituary Soldier, diplomat and Arabist who explored Yemen with Freya Stark and was a circus ringmaster».

Robert Kagan en el WSJ: «The Crisis of World Order. After Paris, Islamic State’s rise and Syria’s agony are shaking a weakened Europe—and the international system. Can the U.S. summon the resolve to respond?». Vía Alfredo Timermans.

Kevin Mourer en The Daily Beast: » What It’s Like to Have an American War Criminal in Your Barracks«.  The U.S. military’s biggest mass murder in decades happened under the watch of Dan Fields. For the first time, he opens up about the war crime—and the soldier who did it

Chris Mcgreal en The Guardian: «America’s poorest white town: abandoned by coal, swallowed by drugs«.En Kentucky, claro.

Droblo en su blog: «Eduardo Barreiros, empresario«.

Jessica A. Clarke en el Yale Law Journal: «Against Immutability«. Why is it illegal to discriminate on the basis of certain traits, like race or sex, but not others, like experience or beauty?

Anne Helen Petersen en BuzzFeed «The keys to Enya’s kingdom»

John Lanchester en Intelligence Life: «Agony to ecstasy«. At the Prado in Madrid, John Lanchester, a novelist and journalist, admits that his parents were right to drag him round museums when he was a child

Paul Voosen en The Chronicle of higher education: «Bringing Up Genius. Is every healthy child a potential prodigy?«.

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