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El odio

25 martes Mar 2025

Posted by suanzes in Historias, Periodismo

≈ 3 comentarios

Luisge Martín ha escrito un libro sobre José Bretón, el hombre que asesinó a sus hijos para hacer daño a su ex pareja. Sus referentes y ambición son Truman Capote y Emmanuel Carrere. La madre de los niños, Ruth Ortiz, ha solicitado la paralización del libro, y la editorial, Anagrama, ha suspendido temporalmente su distribución mientras valora las posibles consecuencias, supongo que no sólo legales.

ACTUALIZACIÓN 27 de marzo: la editorial ha decidido suspenderlo indefinidamente tras la polémica provocada.

No he leído el libro. No tengo ningún interés especial en el true crime ni veo ninguna serie al respecto, pero claro que tengo curiosidad sobre la mente de un asesino. No tengo ‘dudas’ jurídicas, no creo que el libro pueda o deba ser prohibido, censurado, bloqueado por un juez. El debate es otro, y es más que interesante. Aquí una recopilación de lecturas con posiciones desde todos los puntos de vista, aunque son abrumadoramente a favor de la publicación del libro, tanto desde el punto de vista jurídico como moral, y muy pocos sobre el libro en sí, ya que no ha salido a la venta y sólo unos cuantos periodistas han tenido acceso.

No están ordenados o jerarquizados de ninguna manera. En rojo destaco cuando el autor o la autora dejan claro que lo han leído.

Cualquier otro que hayan leído o crean interesante, no dejen de decírmelo y lo incluyo.

En El Confidencial, una prepublicación antes de la polémica: Cara a cara en la cárcel con José Bretón, el asesino de sus hijos: «Me pudo la impaciencia».

En El País, una previa también sobre el proceso del libro: Luisgé Martín, el escritor que conoció al asesino

– Daniel Arjona, en El Mundo tras leerlo, dice que cuando uno acaba «siente entre las manos un objeto viscoso y sucio. Y no tanto por el retrato del criminal despreciable que mató y quemó a sus dos hijos pequeños como por la sospecha de que el escritor nunca tuvo claro lo que quiso hacer y aún así, lo hizo. Con desagradables consecuencias(…) Lo diremos una sola vez, aunque maldita la falta que hace. El odio debe difundirse y encontrar sus lectores. Serán muchos, además, después de lo ocurrido». Y sin embargo, dice, más allá de la calidad literaria, o la falta de ella, hay un elemento fundamental: «¿Cómo es posible que Luisgé Martín, cuando al principio de El odio, analiza cuatro causas posibles que expliquen por qué a Bretón «le entusiasma colaborar con él», omita la más evidente? Cita el deseo de confesión, la pura vanidad, la justificación de sus actos y, por último, la soledad. Pero no se ocupa, o no quiere ocuparse porque quizás entonces no podría dar rienda suelta a su fascinación, de lo que la madre no ha dudado en observar: el deseo de continuar causándole con la publicación de estas 177 páginas todo el dolor posible«.

– Marina Perezagua en Jotdown: Mirar el abismo: cuando el dolor pide silencio y la libertad exige palabras. La escritora dice que en el fondo sólo hay una cuestión, por jodida, que sea: «¿tiene una sociedad el derecho —o incluso el deber— de enfrentarse al mal en estado bruto, sin filtros ni anestesia?». Su tesis es que «vivimos tiempos en los que la censura ya no se impone a golpe de decreto, sino bajo la forma más insidiosa del paternalismo moral. Se la disfraza de compasión, de respeto a las víctimas, de sensibilidad institucional. Me pregunto si esa “sensibilidad” no es otra cosa que miedo: miedo a lo que ciertas obras podrían revelar sobre nuestra condición, sobre nuestros límites, sobre el vacío que se asoma cuando dejamos de mirar desde la comodidad de lo soportable y nos adentramos en el territorio de lo insoportable», y en consecuencia cree que el libro claro que debe publicarse. Y que «Desde la empatía más absoluta hacia Ruth Ortiz, cuya pérdida no admite comparación posible ni consuelo alguno», hay que recalcar que «el dolor no puede ser criterio jurídico. Ser víctima otorga muchas cosas: dignidad, respeto, reparación. Pero no confiere la prerrogativa de censurar la mirada del otro«.

Completamente de acuerdo, pero no entiendo la parte en la que se atreve a decir(le) que «ojalá existiera un libro capaz de aliviar el sufrimiento de Ruth Ortiz, pero ese libro no puede existir. De la misma manera, tampoco imagino que exista un libro que pueda incrementar su dolor. Pero aun asumiendo que las palabras ajenas pudieran reabrir el sufrimiento de esta madre (tarea que como digo considero imposible)». Terrible arrogancia intelectual

– Pilar Álvarez en El País leyendo las galeradas: ¿Por qué nadie avisó a Ruth Ortiz? Un libro como forma de maltrato. ‘El odio’, la obra sobre José Bretón, es un vehículo para perpetuar el daño sobre la madre de los niños asesinados, a la que nadie tuvo en cuenta en el proceso. «Inexplicablemente, ni el autor ni la editorial contactaron en ningún momento con Ruth Ortiz para contarle lo que estaba haciendo. “Cuando inicié el proyecto de este libro (…) tomé la decisión —quizá equivocada— de hablar únicamente con José Bretón. Mi propósito era tratar de comprender la mente de alguien que había sido capaz de asesinar a sus propios hijos, y para ello me resultaba distractivo cualquier otro punto de vista, especialmente el de Ruth Ortiz, a la que, en cualquier caso, no me habría atrevido a mortificar con indagaciones”, escribe el autor de El odio. No la quería mortificar con indagaciones, pero no pensó en todo lo que podría suponer para ella lo que iba a describir en su obra. No la alertó de que iba a sacar un libro donde relata pasajes de su vida, recrea la convivencia entre ambos, desmenuza detalles del asesinato de sus niños narrados por Bretón. No reparó en que puede haber cosas que no son como le dice el asesino y él cuenta en su libro. ‘Lo tengo ya en el pasado’, decía Ruth Ortiz sobre su verdugo. Desgraciadamente, este libro le ha devuelto a Bretón a su presente«.

– Bruno Pardo Porto en ABC, tras leerlo: El libro que ‘quitó’ la voz a José Bretón sin dársela a Ruth Ortiz, «La primera carta se la envió en julio de 2021. En total intercambiaron unas sesenta, según las cuentas de Martín. Las primeras, precisa en el libro, estaban escritas con una «limpieza maniática»: líneas rectas, caligrafía cuidada, márgenes exactos, ninguna tachadura. «Más tarde, a medida que íbamos estableciendo una relación de confianza personal, Bretón comenzó a escribir con menos entumecimiento». En verano de 2022 hablaron por teléfono por primera vez, en una conversación que duró ocho minutos, que es el tiempo que duran las llamadas autorizadas. Luego hubo más (…) Martín se pregunta por qué Bretón accede a participar en su obra. «Me entusiasma tu propósito», le dice el asesino. El escritor baraja cuatro opciones: el deseo de confesión; una vanidad enorme, propia de un narcisista; la posibilidad de conseguir algún beneficio, como colar su relato; y por último, la soledad. Martín marca distancias y no se decanta por ninguna de esas explicaciones. Pero al final del libro (página 131), reconoce: «De repente me encontré sintiendo hacia José Bretón un afecto que me avergonzaba e incluso me enfurecía».

– Tras leerlo, Juan Soto Ivars en El Confidencial: He leído el libro de Luisgé Martín sobre José Bretón: muchos aciertos y un error insensible. «Porque es un libro terrible. Lo digo sin paños calientes y como un mérito literario. Terrible, porque lo pretende. Luisgé Martín tiene un gusto por la oscuridad que roza la impudicia baudeleriana. Lo demostró con La mujer de sombra, novela que aborda perversiones sexuales con los niños (…) Ha sido un acierto literario que Luisgé Martín utilice a José Bretón como única fuente directa, más allá de los sumarios judiciales y recortes de prensa que recogen la opinión de Ruth Ortiz y otros testigos. Sin embargo, justo por este afán literario de conocer y narrar el odio homicida sin intermediarios, viene el error más insensible y cuestionable por parte del autor y su editorial. No han querido hablar con Ruth como fuente para escribir el libro, pero me sorprende la torpeza y la negligencia de no contactar con ella, antes de la publicación, para explicarse y acompañarla.».

Violeta Assiego en Eldiario.es: La libertad creativa de un asesino confeso. «Quizá el autor no lo sepa –o no lo quiera saber porque piensa que tiene el historión de su vida entre manos– y parece que la editorial tampoco se da cuenta –quizá porque está pensando en las ventas–, pero Bretón los está utilizando e instrumentalizando para volver a agredir a su exmujer. El libro que Anagrama defiende como libertad creativa es, en realidad, la libertad recreativa que un asesino se está tomando para volver a violentar a Ruth Ortiz y a sus dos hijos. Porque a pesar de no estar vivos, vulnera sus derechos al honor, a la intimidad y a la propia imagen (…) No se trata de prohibir un libro. Se trata de que un libro no sea una extensión de la violencia machista que un hombre ha ejercido contra su mujer y sus hijos. Ese es, a mi juicio, el foco cuando para José Bretón (según confiesa) es tan importante su impunidad. La publicación íntegra de su versión y de su crueldad sin que haya ningún tipo de filtro que piense en cómo esto daña y afecta a Ruth Ortiz, es impunidad.

– Borja Martínez , tras leerlo, en El Independiente: El gran problema de ‘El odio’: ¿Dónde está Ruth Ortiz? “El resultado es un true crime deslavazado y oportunista, anegado por la escatológica adjetivación marca de la casa y disfrazado de reflexión profunda en torno al mal que no renuncia al efectismo. Como cuando asegura que en la víspera del crímen «Bretón seguía confiando en que su mujer le llamara y detuviera la cuenta atrás, pero Ruth, que ni quiera había leído la carta», la famosa carta, «no le llamó». O en la risible despedida en el locutorio de la cárcel. «Hice un gesto melodramático que había visto en las películas carcelarias muchas veces: puse la palma de la mano abierta en el cristal. Bretón no lo hizo .El odio ha obtenido una inmerecida relevancia, antes incluso de ser publicado, por una sucesión de errores. El más grave, el de un sistema editorial que ya no edita: que no pone a los autores consagrados ante los problemas de sus textos, que no somete su vanidad al escrutinio de un profesional de la claridad, la pulcritud y el rigor. Una edición bien entendida –y ardua– de El odio hubiera evitado esta lamentable colisión de derechos fundamentales que aflige innecesariamente a una víctima y que se resolverá con la publicación del libro, porque si yo lo he leído usted también debe poder hacerlo, porque los libros no se prohíben y porque el daño ya está hecho (y habrá que resarcirlo)”.

– Antonio Maestre en La Sexta antes de leer el libro: El dolor de una víctima no puede ser ley. «»Los argumentos que se esgrimen para justificar el secuestro y la censura de El odio de Luisgé Martín pasan por decir que como lo ha pedido la víctima ya no hay más posibilidad de debate y hay que cumplir su voluntad sin importar cuántas y qué derechos fundamentales se violan con su exigencia, a explicar que como hay expertas que consideran que el libro, que no han leído, supone una revictimización es preceptivo prohibir su publicación».

Y después de leerlo: No puedes conocer al asesino sin conocer a su víctima. «El odio, de Luisgé Martín, no tenía que haberse publicado, no todavía, no como lo ha hecho, pero porque es un libro incompleto, fallido, que ni siquiera logra lo que el autor se había planteado en sus primeras páginas. El autor, el editor y quienes leyeron el borrador, que fueron muchos, debieron prever que una obra con un contenido tan delicado solo puede salir estando perfectamente cerrado y limpio. Y este texto no lo está. Es un error editorial. De forma y de fondo» (….) El libro en ocasiones adquiere tintes frívolos que sobran en un libro de esta temática. Los pasajes donde explica que su familia le compra calcetines, o sobre todo, en mi parecer, el inicio del libro donde el autor explica que hace un listado de la gente que ha conocido en su vida y que hubiera merecido morir creando una escala de bondad-maldad medida en un baremo que va de Nelson Mandela a Adolf Hitler. Eso sí. No creo justo que se haya considerado que el libro es un vehículo de José Bretón hacia la revictimización de Ruth Ortiz. No he encontrado eso en el libro en ningún pasaje, a no ser que creamos que el simple hecho de hablar del crimen lo es. Si es así no lo es más que cualquier documental, noticia o artículo que lo haga en cualquier forma. No dudo que esa hubiera sido la intencionalidad de José Bretón cuando se muestra entusiasmado con la posibilidad, pero el autor no le da esa oportunidad en el libro.

– Arcadi Espada en El Mundo: La desgana del destino. «Mi interés sobre este tipo de hombres es escaso. Alguien capaz de hacer lo que hizo Bretón merece el interés de los neurocientíficos, de los genetistas, quizá de los psiquiatras. Es decir, de todos aquellos que puedan trazar la ruta probable de su desvarío. Una vez pasaran ellos quizá tuviera interés relatar sus hallazgos. Por el contrario, encararse con Bretón desde el pensamiento literario ya está descatalogado. Y mucho más si la conclusión es el insufrible tópico escolar de que todos podríamos ser Bretón, como Martín declara, incurriendo, además, en una incorrección impropia de su tribu: todos y todas, Martín (…) Un escritor tiene derecho a jugarse su honor, su dinero, su libertad y hasta su vida con la escritura, y no hay un sistema democrático digno de sí mismo que pueda privarle cautelarmente de ese derecho.»

– Sergio del Molino en El País, sobre su amigo pero sin leer aún el texto: Luisgé Martín y la industria del ‘true crime’. «Ruth Ortiz está en su derecho de ejercer las acciones que crea convenientes, y la justicia dispondrá lo que sea. Nadie puede cuestionar su dolor, ni dejar de comprender e incluso compartir su rabia. Pero no es Luisgé Martín quien ha causado el daño. De Bretón son las palabras, suya es la culpa. Al igual que el resto de los asesinos que hablan, balbucean, mienten, lloran y lastiman en los cientos de documentales que mucha gente verá esta noche mientras vapulea por las redes sociales a un escritor».

– Jesús García Calero en ABC: Por qué el libro de Luisgé Martín sobre el crimen de José Bretón debe publicarse. «La narración incluye el proceso de escritura, las dudas sobre su pertinencia y la descripción del desamparo carcelario del criminal. Lo que en las noticias fue fundamental, el rigor al informar y el resultado del proceso, es en este caso, en el libro, secundario. Importa más adónde lleva Luisgé Martín al lector, si vale la pena el viaje a un odio y un dolor que, por muchas palabras que le pongamos, no tendrá nombre. Debe publicarse el libro. Y quien quiera que lo lea y piense si le valió la pena sentir algo difícil, nauseabundo, cuando la lectura de ‘El odio’ llega a su fin».

– Muy dura Adriana T. en Contexto: Por qué alguien querría convertirse en portavoz de un asesino. “Me provoca mucho repelús la gente que, fingiendo un interés erudito –que a duras penas logra ocultar una curiosidad morbosa muy pueril, o quizá una especie de fascinada admiración–, vienen a preguntarse, poniendo carita solemne, qué demonios habrá en la mente de esos asesinos malvados. Como si el asunto fuera un misterio de todo punto incognoscible y ellos se dispusieran, revestidos de sacerdotes literarios, a revelarlo ante nosotros, los profanos. Como si hablar con criminales les provocara el mismo placer maravillado que echar una ojeada al cielo nocturno y preguntarse por las estrellas que titilan a lo lejos. Como si el gusto por lo escabroso denotara una intelectualidad elevada, un grado de sofisticación fuera del alcance del público menos refinado”.

– Maite Rico en El Mundo: La voz del asesino y la censura previa. La libertad de expresión también existe para los criminales, y el dolor no otorga autoridad para poner mordazas. «Recientemente Patricia Ramírez, madre del Pescaíto, el niño asesinado en Almería por la entonces pareja de su padre, logró que una productora desistiera de rodar un documental cuya estrella era aquella mujer sórdida. Pero Ramírez va más allá en su batalla y pretende que «ningún preso pueda conceder una entrevista». En un Estado de Derecho la libertad de expresión también existe para los criminales, y el dolor no otorga autoridad para poner mordazas».

– Víctor J. Vázquez en El diario de Sevilla: El escritor y un asesino abyecto. «El escritor, sin embargo, puede querer abandonar la ficción y hacer literatura sobre la base de un pacto distinto en el que ya no pide al lector que haga como si cree, sino que directamente lea como cierto su relato. En estos supuestos, la libertad de creación no disfruta de ese carácter ilimitado que otorga la excepción de ficción, sino que puede entrar en conflicto con otros bienes jurídicos, muy especialmente con el honor o la intimidad, pero también con la memoria de aquellos que, ya muertos, son protagonistas de ese relato. El literato no pierde aquí su libertad para crear, pero su obra ya no puede ser libérrima para emocionar o compungir con cualquier recurso, sino que ha de atender a límites que son propios de la lex artis periodística, como la relevancia pública o la veracidad».

Un punto relevante porque Bretón, precisamente, escoge o acepta a Martín porque es escritor y no periodista: «Ellos creen que su obligación es destruirme y no tienen necesidad de escuchar lo que les digo», afirma en la pieza de prepublicación mencionada al inicio del post.

– Casimiro García Abadillo en El Independiente: La voz del asesino. «Tanto desde el punto de vista legal, como, sobre todo, desde una perspectiva moral, el libro de Luisgé Martín, El Odio, no debería ser difundido por respecto a Ruth Ortiz».

– Germán Teruel en Letras Libres sólo sobre el debate jurídico, no el trasfondo moral o la calidad de la obra: El caso de “El odio”: libertad, censura y protección de las víctimas. Por todo ello, con la prudencia debida al no haber podido leer la obra, creo que estamos ante uno de esos manjares solo aptos para estómagos sanos, como señalara J. Milton, pero que una sociedad abierta y plural tiene que admitir como legítimo ejercicio de la libertad. Una sociedad que, al mismo tiempo, ha de encontrar también fórmulas para acompañar y dar su calor a las víctimas de tan trágicos delitos sin tener que caer en la censura».

– Isabel Valdés en El País: ‘El odio’: la colisión de la libertad de creación y los derechos de las víctimas. «Varias especialistas coinciden en que el libro de Luisgé Martín supone una violencia directa y extendida hacia Ruth Ortiz, y en que el problema no es el tema que trata sino cómo se abordó».

– Elisa Beni en Eldiario.es: Quiero elegir si leo o no El odio. «Quieren matar un libro antes de que nazca porque dicen que causará dolor a una persona, mas eso no es motivo suficiente. Libros han nacido que han causado dolor a masas completas. Los libros no son el mal, el mal está en algunos de sus lectores».

– Pedro Simón en El Mundo: Necesitaba decir que se arrepentía. «Lo peor que le podría pasar a Anagrama es que el libro (paralizado por la Justicia) se vendiera como rosquillas a 17,95 euros; que la cubierta ocupase el espacio de los más vendidos en las librerías; que fuese el gran hito lucrativo de la editorial en 2025; ese neón. Porque ni el libro es un viaje a la mente del asesino, ni Luisgé es Capote ni Carrère (quién lo es), ni los tiempos de El odio tienen nada que ver con los de A sangre fría.

– Diego S. Garrocho en El País: José Bretón, el mal infinito. «Los seres humanos no sabemos lidiar con el mal infinito. Cuando el error moral es mesurable, podemos comprenderlo y acotarlo. Todos hemos cometido errores, y en el corazón de cualquier persona anidan pasiones miserables. También en la suya, lector, o en la mía. Porque si no, no seríamos humanos. Pero lo monstruoso, por fortuna, no está al alcance de cualquiera y su mera concepción supone un desafío para las categorías con las que normalmente ordenamos la realidad. Hay cosas que se hacen infinitas no porque se antojen colosales, sino porque simplemente hacen añicos la vara de medir. La maldad perfecta, la expresión superlativa del odio o los confines patológicos del egoísmo humano generan un terror fascinante desde su mera contemplación».

– Alfonso J. Ussia en ABC: El odio de Luisge Martín. «Muchas veces nos quejamos de que los telediarios son un reguero de sucesos. Pero la cosa no está en la libertad de expresión de publicar cosas que se dicen «malas», sino en el hecho de sentirlas, es decir, de incomodar, de no gustar, y de escribir sabiendo que tu obra va a molestar o a doler, como es el caso de ‘El odio’. Pero es precisamente ahí dónde la libertad de expresión adquiere una importancia fundamental. Porque si un escritor no puede teclear sobre un crimen, sobre cómo es la cabeza de un asesino y, además, aportar las confesiones que no hizo en sede judicial, estamos perdiendo la libertad de escribir sobre lo que nos dé la gana. ¿Acaso no tiene interés saber cómo funciona la mente de un depravado como Hitler? No se debe prohibir ‘El odio’ de Luisgé Martín. No es un terapeuta, no es un psicólogo: es un escritor. La libertad es poder elegir, no prohibir

– Noemí López Trujillo, en Newtral, no sobre el caso en si, sino sobre El fenómeno ‘true crime’ a raíz del libro de José Bretón: la obsesión masculina por desentrañar la mente de los asesinos. «Más allá de las implicaciones éticas que puede conllevar la publicación de un true crime literario de estas características —que cuenta solo con el testimonio del asesino—, la frase de Martín reconoce que su punto de partida es una obsesión por desentrañar un misterio aparentemente insondable: la crueldad humana. Un enfoque que se inserta en la cultura masculina del mindhunter —cazador de mentes—«.

– Silvia Nanclares en Público: Los calcetines de Bretón. «El propio título de El odio o tildar a Bretón como monstruo invisibilizan la violencia estructural que se quiere analizar, que es la violencia machista. Llamadme simplista pero la única explicación de estos crímenes es la misoginia. Para este viaje no hacían falta tantas alforjas, ni siquiera 177 páginas en papel ahuesado. ¿Por qué hablar de violencia extrema en general pudiendo hilar más fino?».

– Interesantísimo esto de Elisabeth Duval en Kaminker: La ética de reescribir vidas ajenas. No sobre el caso, que aborda un poco de pasada y como percha, sino sobre la creación literaria a partir de un par de ejemplos de la vida real. «Casi nada se habla del libro en sí o de su calidad, hecho normal, por otra parte, en un texto cuya publicación ha sido retenida; todas las consideraciones ético-morales, además, se centran en su publicación, cuando también cabría hacerse las preguntas oportunas sobre qué ética trasluce de la propia conversación que los lectores o no lectores están teniendo en redes sobre el libro y su paratexto. Luisgé Martín construye el texto sin una particular reescritura y reelaboración, retomando correspondencia y transcripciones; a nivel de crítica genérica, podríamos casi acercarlo más a la crónica o a una forma elaborada de no-ficción, pero difícilmente a cualquier cosa semejante a una novela. Me parece que los otros casos plantean preguntas algo más interesantes y para las cuales sí que no tengo respuestas, pero sobre todo un punto de partida en el que encuentro la raíz del problema: la ética no de la recepción o distribución, sino de la creación literaria, la forma en la que pergeñamos textos o artefactos, para qué y cómo lo hacemos, con qué intenciones y motivos. No creo que nos hagamos todo el rato las preguntas adecuadas cuando creamos; somos igual de caprichosos e irracionalmente humanos en la creación que en todo lo demás. Y, quizá, buena parte del debate, drama y discusión pública al que asistimos hoy se habría ahorrado si, en ese instante de la creación, la forma en la que el autor se preguntara por su responsabilidad ética hacia las personas que convierte en literatura o a las que van a afectar sus daños colaterales fuera distinta».

– Federico Jiménez Losantos en El Mundo: Humillar a una víctima no es libertad de expresión. «José Bretón es uno de los asesinos más abyectos de la historia de España, mató a sus dos hijos pequeños para hacer todo el daño posible a su esposa, Ruth, como acabó confesando sin remordimiento alguno; y se le condenó a prisión permanente revisable, la máxima pena, demasiado mínima, de un ordenamiento jurídico compasivo con los asesinos y cruel con sus víctimas. Pero, como es famoso, ha urdido un plan para seguir machacando a su víctima: que alguien le haga un libro en el que se recree en los detalles de su crimen y siga disfrutando de la humillación de Ruth. Así que llamó a un escriba de Sánchez, que va de Truman Capote y no pasa de Irene Lozano. Este, a espaldas de Ruth, encantado».

– Manuel Jabois en El País: Bretón entusiasmado. «Mi problema con el libro de Luisgé Martín sobre José Bretón es que, cuando el autor le escribe a la cárcel para sugerirle la idea, el asesino de Ruth, de seis años, y José, de dos, responde: “Me entusiasma tu propósito”. Ese era un momento extraordinario para abandonar el libro si lo que se quería era hablar con Bretón y nada más que con Bretón. La mejor manera de entrevistar a un asesino es convencerlo; la peor, que el asesino, con la orden de no comunicarse por ningún medio con su víctima, estuviese esperando la entrevista como agua de mayo. No se puede hablar con un asesino que está más contento con la charla que tú, y sobre todo no se puede inferir de su entusiasmo cuatro razones peregrinas y obviar la que está a la vista de todos, que es la de continuar torturando a su exmujer desde prisión después de matar a sus dos hijos, cumpliendo aquello que anunció el comisario de Córdoba a Marlasca y Rendueles en el libro Territorio Negro: “Cuando nadie se acuerde ya de él, contará con todo detalle lo que hizo con los niños. Y lo hará, como siempre, para hacer daño a Ruth”.

– Manuel Arias Maldonado en Letras Libres: Sistema cultural y abyección verídica.»Todo indica que seguimos sin comprender la distinción entre realidad y representación; con demasiada facilidad se da por supuesto que el espectador sufrirá al contacto con la obra una irremediable transformación moral. Es como si nos viéramos arrastrados una y otra vez al patio de Alonso Quijano, donde el cura y el barbero se dedican a quemar los libros de caballería que han vuelto loco al viejo hidalgo; como es sabido, los nazis harían mucho después una hoguera real de consecuencias mucho más serias. En todo caso, los datos no avalan la hipótesis de la hipnosis masiva: aunque el nivel medio de cada país viene dado por el nivel medio de los productos culturales que consumen sus habitantes, las últimas décadas no han visto un aumento de la violencia condigno al incremento de la oferta literaria y audiovisual que contiene violencia o crudeza o abyección. En una sociedad abierta, donde los públicos se fragmentan y solapan, la conformación de la subjetividad es un asunto mucho más complicado de lo que suele pensarse y no hay razones suficientes para acabar con el paradigma vigente: aquel que otorga primacía a la libertad de expresión, salvo que concurra vulneración de derechos fundamentales, dejando que sea el cuerpo social quien decida si una obra es valiosa o irrelevante».

– David Jiménez Torres en El Mundo: Bretón y la literatura: una polémica viscosa. «as comparaciones con Capote son problemáticas: A sangre fría no es un libro extraordinario solo por el episodio que aborda, sino porque está maravillosamente escrito. Los argumentos sobre la autonomía de la literatura frente a la ética no deberían depender de la calidad de cada obra, y, sin embargo, parece que es más fácil tolerar que un autor se tome ciertas licencias si el resultado es asombroso. Si El odio quedase muy lejos de las alturas literarias de A sangre fría, ¿se argumentaría con la misma contundencia que estaba bien ignorar las protestas de la víctima? Y, en caso de que sí alcanzara esas alturas, ¿sería menos real el dolor que se habría causado a Ruth Ortiz? El debate resulta viscoso, en parte, porque hay mucho en nuestra relación con la literatura que también lo es».

– Víctor Lenore en Voz Populi sobre el autor más que sobre la obra: ¿Vale todo en literatura? La controversia tras el libro sobre José Bretón. «Es legal poner la literatura por encima de los sentimientos de los demás, pero no lo es hacerlo y encima querer quedar como un señor (…) En cada entrevista de Martín suele haber media docena de frases redondas, entre indecentes y escalofriantes. Para no abrumarles mucho, les citó la que me parece definitiva: “Si yo pudiera elegir, elegiría no haber nacido, porque me parece que es un esfuerzo innecesario. Si uno no comparte esa premisa, normal que no entienda mi postura cuando digo que me da igual cargarme la literatura y el arte”. Por lo que sea, Anagrama ha preferido invocar a Capote y Carrère antes que compartir estas reflexiones de su autor, alguien deseoso de renunciar a su humanidad y a cultivar su oficio a cambio de ser feliz como un cerdo en una pocilga».

– Winston Manrique Sabogal en WMagazine: El mal: el deseo de los escritores por saber sus motivaciones y la fascinación que despierta en las personas. «La clave en toda obra de arte es el cómo, mucho más que el qué, pues los qué son los mismos siempre. El secreto es el cómo en su forma y en su fondo lo que lleva implícitas preguntas como por qué o para qué, cuál es la intención de la obra, ningún acto humano es gratuito. Todo es susceptible de ser tratado por un creador donde el cómo es lo que lo elevará a categoría de arte o de respeto o de responsabilidad. Y, llegado el caso, pueden ser asuntos delicados, polémicos, cuestionables ética o moralmente, según la época y la sociedad, vidriosos, resbaladizos, señalados, neblinosos o criticados. A todo eso se expone el creador, al menos en un mundo libre y democrático. Ello ante el riesgo de hacer apología, blanqueamiento del verdugo de manera consciente o no o de expresar más o menos comprensión sobre el asesino, de manera consciente o no, debido a que el autor ha investigado y conocido diferentes facetas humanas del monstruo que el público no ha vivido, y que pueden chocar con lo que cada persona/lector/espectador puede considerar tolerable».

El futuro no está escrito todavía

26 domingo Ene 2025

Posted by suanzes in Historia, Periodismo

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En el periódico de este sábado se ha publicado una doble página con mi entrevista al historiador público Jason Steinhauer, que trabaja en la intersección entre tecnología, redes y política. Afirma que estamos en el ocaso de la era industrial y mecánica, de la confianza en los expertos, de la fe en las vacunas. Ante el fin de la linearidad de la información y el entretenimiento. Da bastante juego y se habla de cosas que van a ser decisivas en los próximos años.

La podéis leer pinchando aquí.

Hay varias ideas fuerza:

«El scroll infinito pasará a la historia como el invento más importante de nuestro tiempo”

“Hay muchos motivos para ser pesimistas cuando analizamos el futuro de la democracia, pero el hecho de que algo sea una anomalía no significa que esté condenado a la extinción”.

“El futuro no está escrito todavía, no debemos asumir que el regreso del autoritarismo en todo el mundo es inevitable”.

“Si pensamos que la democracia, las libertades individuales, los derechos humanos, la seguridad de todas las especies de este planeta son importantes y valiosos y merecen ser defendidos, entonces tenemos que luchar por ello”.

“Los argumentos que planteamos en el siglo XX, las instituciones en las que confiamos, probablemente no van a funcionar en el siglo XXI”

“Si bien la represión puede funcionar a corto plazo, la libertad casi siempre triunfa al final”

“Tengo mucho miedo de que deleguemos gran parte de nuestra vida diaria en las máquinas y perdamos la capacidad de pensar crítica y analíticamente sobre el mundo”

Si tenéis interés, esto que él escribió en Substack hace un par de meses está realmente bien.

El fin del Antiguo Régimen y la promesa de un mundo nuevo

20 lunes Ene 2025

Posted by suanzes in Historia, Internacional, Periodismo

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El pasado miércoles por la noche Joe Biden leyó desde el Despacho Oval su último gran discurso, la tradicional despedida del presidente saliente de Estados Unidos a la nación. Fueron 17 minutos de advertencias sobre los principales peligros (el «complejo industrial-tecnológico», la «oligarquización», la desinformación, las redes sociales sin control, la inteligencia artificial que ayuda a asfixiar la verdad), de sacar pecho de sus éxitos (desde creación de empleo a regulación de armas) y de recomendar cambios pendientes (retocar la Constitución y poner límite al mandato de los jueces). Pero su discurso, el de un veterano con 50 años de servicio público, cargado de nostalgia, ilusiones y la ingenuidad idealista que ha caracterizado los guiones de la política estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial, fue en realidad el punto y final a una era, un régimen y una forma de entender el mundo, la política y las instituciones que se apaga con él.

En el periódico del fin de semana, y con unas ilustraciones espectaculares, he publicado un largo artículo sobre eso que se apaga y cierra. ¿Una era? ¿La democracia? ¿El neoliberalismo? ¿El siglo XX? Sobre esto último, por cierto, escribí hace unas semanas también desarrollando más en profundidad.

Un análisis sobre el fondo, más que a fondo, de la mano de Peter Thiel, Branko Milanovic, Aaron Sorkin, Ezra Klein, Antonio Gramsci, Neil Gainman, Daniel Freid y el gran Fernand Braudel.

Con Donald Trump están agotados todos los adjetivos, todos los superlativos, las comparaciones históricas y literarias. Todo se ha dicho, todo se ha dramatizado. La gran diferencia quizás en 2025 es que esta vez los avisos o anuncios sobre un cambio de era, de paradigma de visión, de reglas, de sociedad, de país, no vienen (sólo) de los que han perdido, los que temen a la Administración entrante por su retórica, sus conexiones, por el poder sin precedentes de los multimillonarios o gurús tecnológicos. El catastrofismo es de los que han ganado. Hay muchos profetas que se han ganado la vida anticipando el apocalipsis, como denunciaba con sorna el filósofo Jacques Derrida. Pero no hay tantos casos de líderes que lleguen deseando abrazarlo.

Es el tiempo de los monstruos.

Mis libros de 2022

30 viernes Dic 2022

Posted by suanzes in Lecturas, Lecturas sin Enlace, Periodismo

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Iván Aivazovski. La creación del mundo, 1864

Este 2022 que ahora se va ha sido un buen año. De recuperación, de mucha cocina, de deporte, de juergas, de sonrisas, de infinitos aviones, de amor sano. De cicatrizar las heridas y aprender, poco a poco, a pasar página. A despegar(me). No ha sido fácil, no ha sido siempre fluido, pero sí gratificante. He encontrado la paz, la serenidad, la mejor compañía. La felicidad.

El año pasado no me gustó, ni me gusté, pero el trabajo específico con mi cabeza y la ayuda me permitieron encontrar(me) y seguir. No soy el que era, ni volveré a serlo nunca, y bien está. Ese nuevo equilibrio se ha notado en todos los aspectos y niveles. Redescubrir la ilusión en el trabajo, en el ejercicio (a pesar de una larga lesión que no acaba de irse), en la lectura. Y casi casi, en los viajes también.

Este año no hubo tampoco parones de meses sin leer, y tampoco de semanas. Sólo algunas rachas por trabajo o diversiones alternativas. 2022 ha sido de nuevo el año de los burpees y las dominadas, de las cenas en casa y amigos nuevos. De marcar distancias y dejar de hacer el idiota. El año en el que las fricciones fueron desapareciendo y en el que los disgustos y el dolor, siempre reales y a menudo presentes, se volvieron residuales. Nocivos, pero no letales. Próximos, pero no cercanos.

El mundo, y mi vida, no son como me gustaría o me hubiera gustado, no son como habrían podido ser o incluso deberían haber sido. Pero estoy aprendiendo a aceptarlo, a resignarme y soportar que lo que siempre (me) había funcionado ha dejado de hacerlo. Que quienes pensaba que estarían siempre a mi lado, se han ido para no volver. Y bien estará, algún día.

Dice Óscar Martínez en Los muertos y el periodista, que no está en esta lista pero podría perfectamente, que “El periodismo exige comprensiones, no verdades ni dogmas ni finales, comprensiones, explicaciones. Si no descubrís nada, no sirven tus dudas. Descubrir no es sólo demostrar. Descubrir también es interpretar, concluir, y lamentablemente, dudar otra vez, y sufrir y joderte, quizá”. Lo mismo vale para mi 2022. Dudar, sufrir y joderte para descubrir.

Dejé atrás la soledad, gracias a Dios. O mejor dicho, volví a convivir en armonía con ella. Y ya no hubo obsesiones, noches en vela, falta de motivación. Ni rencor, impotencia o rabia. Ni monotemas. Tampoco orden. Se ve en la lista completa de lecturas, completamente aleatoria, arbitraria, ecléctica. No ha sido el mejor año en libros, ni el más activo, ni el que me haya traído más sorpresas y descubrimientos. Pero ha estado bien, y con eso me conformo.

Aquí les dejo mis libros favoritos del curso. No son, forzosamente, publicados recientemente, sino leídos en los últimos 12 meses. Por comodidad, una vez más, he puesto la versión en español de todos.

Muy feliz Navidad, feliz Año Nuevo y buena lectura en 2023 a todos.

Claus y Lucas, de Agota Kristof

Una crueldad insoportable. Una lucidez despiadada. Una prosa mínima y brutal para explicar cómo a veces la única manera de sobrevivir es destrozar, integrar el dolor más inhumano para resistirlo. Cómo el bien y el mal son oscilaciones. Soledad y destino. La verdad construida mentira a mentira

Es un libro perturbador, desolador, que explora las partes más oscuras del alma. Que arrasa antes de intentar, más que tímidamente, dejar el sustrato para plantar algo. El estilo, el tono, lo crudo del lenguaje y los sentimientos. Cómo aborda todo Kristof, desde el bestialismo al incesto, del antisemitismo a los abusos, de una forma tan limpia. Una tarea impresionante que, quizás, sólo se podría haber culminado así, con ese estilo, precisamente por estar escrito en una lengua no materna y aprendida de adulta

La primera parte es la ‘macro’, la crueldad de Estado, régimen, clase, ideología. La segunda, la micro, de familia, cultura, miedos, celos, distancias tan cortas como insalvables. Maldad y bondad, amor y odio, egoísmo y generosidad que conviven en un mundo arrasado por una guerra sin nombre. Que conviven en cuerpos marcados, corazones rotos y una especie de fe laica para creyentes sin causa.

Vivir con nuestros muertos, de Delphine Horvilleur

Dice la rabina Horvilleur que no es necesario creer de forma literal en una vida más allá de la muerte, ni en la presencia de almas en pena en nuestras viejas casas, para reconocer muy racionalmente que todos convivimos con fantasmas. Los de nuestras historias personales, familiares o colectivas; los de las naciones que nos vieron nacer, los de las culturas que nos acogen, los de las historias que nos han contado (o no) y, a veces, los de las lenguas que hablamos.

Ella, que intentó carrera en la medicina y el periodismo antes de estudiar la Torá, sabe mejor que nadie que “nunca se tienen que coger los caminos rectos, en la vida”. Vivir con los muertos, una pequeña historia del consuelo, me ha gustado muchísimo.  Horvilleur tiene una sensibilidad, una delicadeza y una compasión maravillosas. La historia del niño Isaac, de su propia amiga o la del asesinato de Rabin son excepcionales.

Su libro es sobre la transición, el miedo, la soledad y la indefensión. Sobre la aprensión y la vergüenza, los ritos y las tradiciones. Sobre el dolor y el amor. En la mayoría de lenguas no hay palabra para unos padres que han perdido a su hijo. En hebreo sí, ‘shakul’: la rama de la vid cuyo fruto ya se ha vendimiado. Una rama amputada de su fruto, nos explica.

Horvilleur concibe la muerte, y no sólo la vida, como una narración, y afirma que sólo cuando ambas se dan la mano puede continuar la historia. Se acerca y no la evita. La teme, pero se respetan. Lo hace con una delicadeza y ternura increíble, combinando lo individual con lo colectivo, las dudas contemporáneas con los dilemas inmemoriales- Con serenidad, con una sonrisa, con sabiduría.

La octava vida, de Nino Haratischwili

Una historia de Georgia, del siglo XX, de la dictadura, la opresión, la crueldad del comunismo. Una historia de Georgia y de la URSS y de Europa a través de varias generaciones de una familia tan especial como corriente, unida por los secretos de un chocolate mágico y unos lazos irrompibles. Es un libro insuficientemente largo con sus 1.000 páginas y de lectura breve y urgente.

Son seis mujeres de vidas entrelazadas, vidas perpendiculares que se cruzan apenas un instante para luego alejarse irremediablemente, y vidas paralelas, condenadas a no tocarse nunca de verdad. Stasia, Cristina, Kitty, Elene, Niza y Brilka, fuertes, rebeldes, celosas, generosas, egoístas. La autora logra que una novela aparentemente simple en su disposición (pese a lo complejo de su estructura) abarque más que tratados de Historia, Filosofía, Ciencia Política y sobre todo Psicología.

Todo con una prosa bella y cuidada, sin florituras innecesarias. Un tapiz elaborado con retales de decenas de personas y tragedias, lleno de sueños rotos y aspiraciones (casi) imposibles. De supervivencias y traiciones. De una enorme soledad en una familia grande y un estado opresivo. Es un libro enorme, monumental, en todos los sentidos. Una reseña que decía que es “un pedazo de verdad”, y pocas cosas mejores se pueden decir de una obra universal y destinada a perdurar.

La ciudad de los vivos, de Nicola Lagioia,

Esta crónica de un asesinato inexplicable es extraordinaria y no es casualidad que salga en casi todas las listas de libros de los periodistas españoles. Dos chavales, hasta arriba de drogas y alcohol, invitan a casa a un conocido y se lo cargan con decenas de puñaladas y martillazos. Luego siguen su noche, se van a casa y poco después lo confiesan a unos padres superados. Sin razón alguna. No le debían dinero, no les caía mal, no era su enemigo, no eran agresivos. No tenían, objetivamente, ninguna razón.

La reconstrucción y el análisis de la banalidad del mal es brillante. Un ‘A sangre fría’ pero sin inventarse las cosas ni adornar demasiado. No voy a decir que el autor no tenga parte de protagonismo, porque en determinados momentos de la investigación es uno de los propios personajes. Pero no se centra en entrevistas con los asesinos, pues de eso hay poco. Sino en decenas de entrevistas, papeles y testimonios. Es un ensayo perturbador, porque no eran violentos, ni conflictivos, ni agresivos ni nada parecido. Se drogaban y desfasaban y tenían sus taras, como cualquiera de nosotros. Pero de golpe, ese día..,

El análisis que hace Lagiogia de la sociedad romana, y en realidad también de la nuestra (de una parte), es impecable, profundo y desolador. Es un libro sobre un crimen, pero en realidad es una reflexión sobre la ciudad y sus miserias, su abandono, su hostilidad e indiferencia. Sobre una decadencia anunciada, denunciada y, parece, imparable.

El Club de los desayunos filosóficos. Cuatro notables amigos que transformaron la ciencia y cambiaron el mundo, de Laura J. Snyder

Snyder es una historiadora espectacular y una narradora increíble, como ya demostró con el libro de Vermeer y van Leeuwenhoek. Es un ensayo ameno, erudito, profundo. Leerlo es como estar con los protagonistas, cuatro genios de muy diferente recorrido, desayunando en Cambridge los domingos temprano.

William Whewell, Charles Babbage, John Herschel y Richard Jones fueron los últimos filósofos naturales, esa mezcla irrepetible de sabios de todas las disciplinas conocidas y ambición total y los primeros científicos, dedicados sin descanso al detalle, el experimento y la especialización. Cuatro hombres unidos por el amor y la devoción al progreso, e inspirados Francis Bacon, que protagonizaron la transformación de la ciencia. La autora nos lleva con un talento increíble y una prosa envidiable por sus largas vidas, los altibajos de sus amistades, sus tensiones políticas y religiosas.

Se aprende muchísimo. Al ir leyendo mi pensamiento se fue, con máxima y sincera admiración, para el traductor, al que esperaba que le hayan pagado una fortuna, porque se lo ha ganado. Me impresionó tanto que fui a buscarlo y descubrí, con enorme tristeza que José Manuel Álvarez-Flórez, murió el año pasado https://amp.elperiodico.com/es/opinion/20210606/muerte-traductor-jose-manuel-alvarez-florez-articulo-silvia-cruz-lapena-11794463 Y que le debo alguno de los mejores momentos de mi juventud. Él fue quien que me llevó a Oliver Sacks, Kennedy Toole, Wolfe, Capote, Kerouac o Steinbeck. Descanse en paz.

Grand hotel Europa, de Ilja Leonard Pfeijffer

Pues no es en absoluto lo que esperaba, ni lo que imaginaba, pero me lo he pasado más que bien. El inicio es desconcertante, muy desconcertante. A ratos parece incluso una parodia, pero merece la pena aguantar. Reconozco que dudé, pero acerté

Mientras se documenta para un libro sobre el turismo de masas, un escritor llamado Ilja Leonard Pfeijffer sufre una dolorosa ruptura y lo deja todo para poner orden en su vida. Y lo hace en el Grand Hotel Europa, un establecimiento de renombre, histórico, pero venido a menos, medio vacío, comprado por un millonario chino y poblado por un elenco de personajes delirantes e imposibles.

Dice el autor que ninguna buena historia de amor acaba bien. Le gusta provocar, despistar, confundir. Durante largas fases del libro no sabes muy bien en qué consiste, si es ensayo, novela, historia o filosofía, si es todo a la vez o sólo una gran broma durante la que va, y vamos, discutiendo con Dante, Mann, Steiner y todos los clásicos. Un elenco de personajes absurdos que desfilan siendo parte imprescindible d ela tomadura de pelo. Una reflexión camuflada sobre la sociedad de masas y cómo la identidad europea es en realidad el pasado, que oprime e impide avanzar.

Una novela (sic) que no hay que tomarse en serio en ningún momento, porque aborda, una detrás de otra, todas las cuestiones realmente serias e importantes de la vida. Y con Caravaggio de fondo.

Mi lista de libros del año en:

2021

2020

2019

2018

2017

2016

2015

2014

2013

Otras listas de interés

Las sugerencias de Twitter en este hilo estupendo

Ramón González Férriz

Antonio Muñoz

David Azcárate

Azahara Palomeque

Carlos Hortelano

Alain Acevedo

Beatriz Hoya

Clionauta I, II y III

Piedras de Papel

Si no he visto la vuestra, ¡avisadme por favor!

Los lunes perdidos

13 miércoles Ene 2021

Posted by suanzes in Bélgica, Historias, Periodismo

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«En Bélgica, el primer lunes tras el primer domingo después del Driekoningen, la Epifanía, es el Verloren Maandag, el Lunes Perdido. De todas sus curiosas tradiciones y celebraciones es, probablemente, con la que más me identifico. Aunque sólo sea por el hecho de que hasta en estas cosas rompen siempre las reglas, pues un año de cada siete, cuando Reyes cae el domingo, el jolgorio se pasa al primer lunes. ¿Lo entienden? Da igual, ellos tampoco».

Los lunes perdidos. Mi segunda columna de cosas belgas de 2021. Las anteriores (desde 2018) las podéis encontrar todas, en orden inverno de publicación, aquí abajo.

05-01-2021 Caraduras reales. «Hay gente que en Año Nuevo hace largas listas y propósitos, pero yo, al arrancar cada curso, sólo hago una cosa: pensar en el príncipe Laurent y jurar que, pase lo que pase, no acabaré como él. El hermano pequeño del Rey de los Belgas es mi personaje favorito, aunque eso quiere decir en realidad una combinación de indignación, sorpresa perpetua, risa, pena y amor-odio.

EN 2020

29-12-2020 La ruta de la felicidad. «No sé si fue el mayor disgusto de mi vida, pero lo recuerdo como el mayor disgusto de mi vida belga. Ocurrió el fatídico día en que pedí una taza de chocolate caliente en una muy fría soirée culturelle, antes de un concierto en el Bozar. Era un sitio mono cerca del Sablón, al poco de llegar, y la bofetada todavía me duele. En el país de los Marcolini y Godiva, de los bombones de oro y maravillosas tartas, no saben hacer chocolate caliente«.

22-12-2020 Renglones torcidos en el alma oscura. «Sostiene Yeats que la vida es como un viaje por una escalera de caracol, pues a medida que envejecemos vamos cubriendo el terreno ya cubierto, pero desde un poquito más arriba. Al madurar, al acercarnos al final, miramos atrás, que es abajo, y «medimos el progreso por el número de lugares en los que estuvimos, pero ya no estamos». El irlandés, sin saberlo, escribió la imagen perfecta de una escalera belga».

15-12-2020 El oxígeno de la edad moderna. «Vecindad, identidad, pertenencia, distancia son conceptos más relativos que absolutos. No descubro la pólvora, pero nada funciona mejor para que alguien de Madrid abra los ojos que vivir un tiempo en el centro de Europa. No es como cruzar a Biarritz o Perpiñán a ver películas no censuradas, lo sé, pero las fronteras tienen un significado muy diferente cuando cambias de nación conduciendo poco más de una hora en línea recta en cualquier dirección desde tu cocina».

08-12-2020 La gran ilusión. «¿Saben eso de que se puede engañar a unas pocas personas durante mucho tiempo o a un montón de gente un poco, pero no a todos todo el tiempo? Ay. En Bruselas llevamos décadas haciendo pensar a millones de crédulos que los asuntos comunitarios son infumables, que la ciudad es muy aburrida, gris, que nunca pasa nada y que llueve todo el tiempo. Y ha colado, porque aprendimos, de los ilusionistas más legendarios. Somos herederos de Étienne-Gaspard Robert, Robertson, el padre belga de la fantasmagoría, y sabemos que la mejor forma de esconder un tesoro es exponerlo a plena vista entre infinitas distracciones. Por eso colocamos el mejor secreto de los últimos 50 años en el corazón mismo del continente, ante sus ojos y con varios miles de periodistas hablando todo el día sobre él. Y siguen sin verlo».

01-12-2020 No en mi nombre, no en mi casa. «Nada bueno ha salido nunca de Saint-Gilles. Ya, lo sé: hordas de modernos, hipsters y bienintencionados se me van a echar encima, hablarán del orgullo de su barrio, del mestizaje, de la tradición, del calor humano frente al frío de las zonas residenciales, del alma viva frente al aburrimiento del barrio europeo. Del color y los olores frente a la homogeneidad, de los bares, pero no. Es una zona tan sobrevalorada de la capital que hasta la famosa Union Saint-Gilloise, santificada por los inmigrantes con pasta, juega en Forest».

24-11-2020 Honra sin buque. «Un belga es alguien dispuesto a morir para demostrar que tenía prioridad. La perfecta definición -de mi amigo Luis- explica bien el carácter de un pueblo, una contumacia mayor que la de los cátaros y, sobre todo, el estrés permanente al ponerse al volante en este país».

17-11-2020 Manjar de dioses, pecado de hombres. «Cometieron un error. La lógica de negocio es aplastante, pero qué error. Hay países unidos por la historia, países unidos por una bandera o un idioma, los hay unidos por una amenaza, pero cuando lo único que puede mantener cohesionado a un país (acéptenme esta hipérbole) es una galleta, lo mejor que pueden hacer los caros asesores de marketing, los directivos creativos y los presidentes más modernos es cerrar el pico y escuchar».

10-11-2020 Entre el viento, la arena y las estrellas. «Hay dos habilidades en la vida que admiro por encima de todo: la fuerza sobrehumana necesaria para no dormirse viendo Blade Runner y la capacidad de saber dónde están los puntos cardinales. Siempre que algún amigo norteamericano identifica la salida norte de una boca de metro le miro con los ojos que debió de poner el hijo de la primera persona que domesticó el fuego. Ambas cualidades resultan francamente útiles en Bélgica: la primera, para seguir los debates nacionales y las cumbres de cinco días con sus noches. La segunda, porque para llegar a algunos sitios hace falta un sentido de la orientación que ni los Navy Seal. La NASA hace pruebas en los suelos del río Tinto (Huelva) para saber cómo es la vida en Marte y estoy seguro de que prueba los navegadores de sus sondas por los campos de Flandes«.

03-11-2020 Fantasmas y fantoches. «Bélgica está llena de fantasmas. No me refiero a los del pasado colonial, porque ya saben que aunque muertos y torturados los hubo por cientos de miles, esa parte de la Historia está todavía encadenada como los espíritus de los dibujos animados. Ni siquiera hablo de los infinitos fantoches, más que fantasmas, que llenan los europasillos, con tantos funcionarios de élite, diplomáticos, lobistas y periodistas estrellita pagados de sí mismos».

27-10-2020 Momentos estelares. «La vida se vive de mil maneras diferentes, se siente de un millón de formas simultáneas, pero se define en apenas unos cuantos instantes. Momentos clave, episodios que sintetizan experiencias muchísimo más grandes y complejas. Intentar resumir así mi vida belga es un ejercicio frívolo, pero si cierro los ojos y pienso rápido, lo que viene a la mente son siempre las tres mismas lecciones. Anécdotas que marcan con moralejas que perduran.

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20-10-2020 El monstruo de la razón. «Todo inicia y acaba en el Palacio de Justicia. Es el alfa y el omega. No se comprende esta Bruselas sin la historia del Palacio, y creo no es posible entender un edificio de hace un siglo sin (sonreír ante) el país de hoy. Creo que ni libros, ni sociólogos ni psiquiatras: todo lo que hace falta para explicar quiénes son, de dónde vienen, está en esos 25.000 infames metros cuadrados».

13-10-2020 Pulsiones, almas y banderas. «Las megaurbes tienen barrios con distintivos geográficos o étnicos, tipo Chinatown o Little Italy, pero en Bruselas eso nos parece poco. Tenemos, claro, como la petite Anatolie o el congoleño, Matongé. Y barrios que podrían estar en Rabat o Argel. Pero además, la ciudad ofrece a residentes y visitantes dos vías únicas para conocer la idiosincrasia, misterios y matices de la vida política, cultural o deportiva del resto del planeta. La primera es decorar el Manneken Pis. A los españoles nos gusta muchísimo esto, da juego, y por eso lo hemos visto a lo largo de los años con los colores de equipos de fútbol, regiones y hasta de Rociero. Ayer, unas decenas de personas lo pudieron disfrutar recién vestido para homenajear a los muchos profesionales sanitarios que fallecieron este año combatiendo el Covid».

06-10-2020 Identidad. «A finales de los 90 hice un largo Interrail por Europa. Tengo una batería de recuerdos difusos y unas cuantas impresiones pseudo- sociológicas de post adolescencia muy bien grabadas: los franceses eran unos snobs; los luxemburgueses, unos estirados cuya Policía soltaba a los perros para echar a críos de estaciones vacías y frías. Países Bajos, una revelación, el primer lugar donde aprendí el concepto de laissez-faire viendo a grupos de neonazis, jipis e inmigrantes compartir las plazas en armónica indiferencia y paz. Y Bruselas, un antro feo, desagradable, digna capital de un pueblo sin alma. El paso del tiempo ha confirmado prácticamente todos los juicios y prejuicios, salvo el de los belgas».

29-09-2020 Heroínas sin capa. «Hay ratas. Esto no es como el metro de Barcelona o las calles de Nueva York, pero no nos engañemos: las hay. Lo habitual son los ratoncitos, y cuando digo habitual no es una forma de hablar, pero en un país que se caracteriza por dejar las bolsas de basura en la calle durante horas y horas (sin cubos) tampoco se puede esperar algo diferente. La pasada Navidad hubo crisis importante porque en la Grand Place campaban a sus anchas muchas más que siempre, y con los mercadillos y las luces el espectáculo cada noche era repugnante. Y es posible que en los próximos días vuelvan las alarmas, porque con las lluvias, y hay muchas, se inundan las alcantarillas y los roedores salen a la superficie».

22-09-2020 La sonrisa de nuestro apocalipsis. «Empezó como un comentario suelto, una anécdota que circuló entre algún conocido. Después, la historia empezó a repetirse, poco a poco primero pero cada vez con más frecuencia. Lo que era insólito empezaba a volverse norma. Recuerdo cuándo fui consciente, la caída del caballo a finales de junio, a medio camino entre la bella Dinant y Bruselas. Una braserie clásica, sin lujos ni pretensiones, en la que el camarero, sacando todo su pobre español, no sólo ofreció un licor, sino que invitó a los cafés. Les parecerá nimio, pero nunca, jamás, había ocurrido algo remotamente similar. A nadie. Durante unos minutos el grupo barajó muy seriamente la opción de llamar a un juez de los Record Guinness o comprar una placa conmemorativa».

15-09-2020 Odios atávicos. «A lo largo de mi vida (belga) he visto todo tipos de odios. El de la gente sensata hacia las endivias con cosas, el irracional al delicioso atún con melocotón. El odio nacionalista por cuestión de lengua o comunidad nacional. El odio ancestral que crece con las fronteras. Incluso el odio futbolístico, absurdo siempre pero aún más sabiendo que en verdad a nadie le importa lo que pasa en los partidos aquí. Pero hay pocos odios más genuinos y pujantes que el que se profesan ciclistas y conductores».

08-09-2020 Ciudad sin ley. «Hay cada vez más persecuciones, tiros y heridos. Noticias que hablan de explosiones y lanzamientos de granadas en las calles. La Policía encontró hace unas semanas una cámara usada por bandas criminales para torturar a sus rivales. Los laboratorios de metanfetamina se cuentan por decenas y los cargamentos incautados de cocaína, por toneladas. La mafia se han infiltrado en los puertos, entre los estibadores y las autoridades. El alcalde, siempre en campaña, ha prometido mano dura y ha lanzado NightWatch, la operación más grande en 20 años. «Ellos se adaptan, nosotros lo haremos también», aseguró en el anuncio de la compra e inminente despliegue del BearCat, un vehículo armado, blindado y temible propio de zonas de guerra. No es Baltimore, no es The Wire, sino la vida (nocturna) en la agradable y hasta aburrida Amberes».

01-09-2020 Dinastía. «Ustedes conocen los grandes apellidos de la política griega: los Karamanlis, los Mitsotakis, los míticos Papandreou. Qué decir de los Kennedy, Bush o Clinton en EEUU. Pero si quieren un ejemplo de cortijo dinástico, ojo a la poco sexy Bélgica. El caso reciente más claro es el de los Michel. El hoy presidente del Consejo Europeo y primer ministro la pasada legislatura, Charles, es hijo de Louis, ex ministro de Exterior y Comisario Europeo. Su predecesor en ambos puestos, Herman Van Rompuy, tiene a su hermana Tine y su hijo Eric en el negocio. Están los De Clercq (Mathias, Yannick, Willy). Oaquellos De Bethune/Cauwelaert de Weyls. No podemos olvidar a los famosos Moureaux y cónyuges, emperadores de Molenbeek. Por no hablar de sagas en ciernes como los Mathot, Ducarme o Reynders, etc. En 2016, casi el 20% de los diputados federales tenían un pariente con escaño en su CV».

28-07-2020 Ostende, 1936. «Ocupa una estancia en el tercer piso de una casa en el bulevar, frente al mar. Un mar abierto, oscuro, frío. En pie, frente al cristal, la misma perspectiva que tendrán los héroes del desembarco. No hay dónde esconderse, protegerse. Es sólo el hombre frente a su destino. Arriba le espera sin prisa Lotte, secretaria, confidente, amante. Abajo, en el bistró, le aguarda Roth. Pobre, inseguro, débil, formidable. Luego se unirán Müzenberg, Kesten, Irmgard Keun, Toller, Koestler. Y hablarán de España, de la guerra que empieza y no terminará en los Pirineos. Del futuro que se escapa. Del naufragio inminente. Del mundo de ayer.

21-07-2020 Asaltar los cielos, vivir en la tierra. «Dónde si no es aquí sería posible que tras un millón de días de interinidad, en medio de una súpercumbre europea de cuatro días, de una pandemia mortífera, de rebrotes, de broncas fronterizas con Luxemburgo y con la primera ministra en funciones triunfando, los principales partidos (de espectros opuestos y de dos comunidades nacionales y lingüísticas rivales) lleguen a un principio de entendimiento para intentar formar Gobierno».

14-07-2020 ‘État des lieux’. «n el Infierno, Dante popularizó la mítica ley del contrapaso, del latín contra y patior, sufrir lo contrario. Los que se dejaron llevar en vida por la gula están condenados en su obra a sufrir el hambre más atroz toda la eternidad. A los pusilánimes, avispas y gusanos castigan sus cuerpos desnudos. Pródigos y avaros, como Sísifo, arrastran pesadas rocas sin pausa. Y aquellos que, como Francesca y Paolo, sometieron la razón a la tentación, vagan sin destino arrastrados por los vientos más terribles. Aquí nos pasa algo parecido. Dios, que como he argumentado otras veces, es belga y vengativo, valga la redundancia, ofrece a los incautos ofertas inmobiliarias únicas, pisos increíbles, casas que en otros lugares no existen. Pero les castiga, en la salida, con el más brutal contrapaso, la peor de las torturas: el État des lieux«.

07-07-2020 La conga. «El Consejo de Seguridad Nacional belga ha tomado una de las decisiones más esperadas, polémicas y divisivas de los últimos años. Se reunía para ir actualizando algunas de las medidas de desconfinamiento. Ver qué actividades se pueden volver a practicar, qué aforos máximos están permitidos. Lo normal. Pero de fondo, y muy discretamente, yacía uno de esos debates existenciales, una de esas cuestiones que toda sociedad abierta, libre y democrática debe afrontar en algún momento: qué música puede sonar en un banquete nupcial«.

30-06-2020 Y aún me preguntan por qué. «Una señora en su patinete por el Ring, la gran circunvalación de Bruselas. El Ring, que tiene 12 velocidades diferentes en su raro trazado y sin razón aparante. El (enorme) tipo en dirección contraria con otro (diminuto) trotinette increpando a quien casi lo mata por mi barrio. La ministra que cogió un avión para ir desde Bruselas a Amberes para apoyar al sector aéreo el otro día. La alegría por Saint Boniface peatonal mientras los coches se apilan en el pulmón del Cincuentenario. Lo del distanciamiento social medido en tamaños de animales. Los memes del servicio público de transportes mostrando tranvías con los looks de Stromae. La música de Stromae en calles desiertas del centro».

23-06-2020 La lógica de la razón. «Grandes filósofos, ensayistas, sociólogos, psicólogos y gurús de todo tipo se preguntan cómo afectarán la pandemia y los confinamientos a nuestras sociedades. Si lo cambiará todo y nos cambiará a todos o si será una gota en un océano de historia. Hay optimistas y pesimistas en todos los sentidos, desde el insufrible saldremos mejores al recurrente estamos condenados. Esta incertidumbre genera ansiedad, pero en realidad es un debate vacío: cualquiera que mire a Bélgica sabe muy bien la respuesta».

16-06-2020 El muro de las leyendas. «Hay muros, como el de Berlín, que desnudan la línea entre libertad y opresión. Hay otros, sagrados como el de las Lamentaciones, que forjan en los siglos la identidad de todo un pueblo. Hay murallas que sellan los confines de imperios, desde Britania a China. Y luego ya está el Muur. Épico, formidable. Muur-Kapelmuur, el temible Muro de Geraardsbergen, que no es pared sino cuesta, y que tiene todo lo anterior: separa a leyendas y mortales, es sagrado como nada en Flandes, divisivo como si fuera fruto del Pentateuco y que ha coronado emperadores desde 1950: Fiorenzo Magni, Achiel Buysse, Eric Leman, Fabian Cancellara, Tom Boonen o Johan Museeuw, los que han logrado imponerse tres veces en De Ronde, la Vuelta a Flandes».

09-06-2020 Nsala. «Se llamaba Boali, tenía cinco años y le cortaron las manos y los pies. Una de las fotografías más desgarradoras de la historia muestra a su padre, Nsala, roto para siempre. Mira, ido, lo único que le queda de su pequeña, de su familia. La imagen la tomó Alice Seeley Harris, misionera que a principios del siglo XX documentó y peleó para que el mundo conociera las atrocidades del Rey Leopoldo II y la Compañía Anglo-Belga del Caucho en el Estado Libre del Congo. Nsala no había logrado el objetivo diario exigido, y el castigo fue automático».

02-06-2020 Jardineros de sueños. «Hemos visto todo tipo de escenas en Bélgica. El alcalde pillado en plena rave con sus vecinos en la fase dura del confinamiento. Los tres policías borrachos y de barbacoa en el puesto fronterizo que vigilaban. El tipo que se ha recorrido Bruselas con un invernadero en la cabeza a modo de mascarilla. Pero quizás la imagen más icónica sea la del Mercedes negro que circula por Flandes con matrícula Covid-19«.

26-05-2020 Todos los rayos del crepúsculo. “La semana pasada di dos paseos increíbles en bicicleta por los bosques y parques que rodean Bruselas. A todo el que diga que La Capital es una ciudad fea, gris y que no hay nada divertido que hacer en ella le voy a grapar al cuerpo un mapa de las infinitas rutas y senderos a tiro de piedra y una foto de árboles, estanques y rincones imposible. El único ‘Síndrome de Stendhal’ que he sentido con la naturaleza desde que estuve en Noruega ha sido aquí. Sin vértigo o confusión, temblores o palpitaciones, pero con parte de ese dolor profundo que se experimenta a veces al ver, al vivir, las cosas más bellas. O más bien al pensar, al constatar al más puro estilo Cuartango, la esencia de lo efímero, la velocidad con la que pasa el tiempo y lo increíblemente estúpido que fuiste al dejar pasar la oportunidad. Tantas oportunidades, cuando la felicidad está al alcance de tu mano, del pedal. Porque nada vuelve”.

Todos los rayos del crepusculo

19-05-2020 Huelga emocional. “El pasado jueves, un dron fue interceptado tras hacer varios viajes a la prisión de Forest. No cerca ni sobre la prisión, sino a la misma. Llevando, claro, un cargamento de drogas. Mi frase favorita de 2020 la encontré en La Libre Belgique: ‘La entrega de drogas por drones no es infrecuente en Bélgica‘. Con absoluta normalidad”.

Huelga emocional

12-05-2020 Yincanas sociales. “Algo intuitivo y práctico. Ha habido mucho cachondeo, dentro y fuera del país. Esto es la esencia de la belgitude, ese talento intraducible para parchear la realidad y encajarla a martillazos donde haga falta. Prefieren y preferirán siempre una yincana loca a una rigidez centralizada, y hay que quererlos pese o seguramente por ello”.

Yincanas sociales

07-05-2020 El bosque de los jacintos. “Es un lugar especial, en donde durante unos pocos días al año, entre abril y mayo, se produce el mayor espectáculo de luz y de color imaginable. Un festival de morados con la eclosión de los jazmines más hermosos y poderosos, los bluebell por la forma acampanada y torcida de su flor. Se despliega de golpe una alfombra infinita de púrpuras, azules y finalmente grises, cuando crecen las hojas y se apaga la luz, a las faldas de los abedules, las hayas y las inmensas sequoias”.

El bosque de los jacintos

28-04-2020 Ubi patatas, ibi patria. “Belgapom, la asociación nacional del ramo (y miembro de Europatat, la mejor de todas las asociaciones europeas de cualquier tipo y colaboradora de Cipotato, The International Potato Center) ha hecho un llamamiento que ha tenido más eco y respuesta que los del Gobierno: coman patatas al menos dos veces por semana. Preferiblemente fritas, para poder vaciar las cámaras congeladoras saturadas, pero en cualquier formato. Con restaurantes cerrados, festivales de música y eventos deportivos prohibidos, los hogares son la última esperanza. A esta generación nos ha sido encomendada la tarea más dura: quedarnos en casa, jugar a la consola  y saturarnos de grasas. No vamos a fallar, estaremos a la altura”.

Ubi patatas ibi patria

21-04-2020 Agua fría, agua negra. “Es probable que si menciono localidades como De Panne, Blankenberg, De Haan, Zeebrugge, Knokke o Koksijde no suene ninguna campana. No son Amberes o Brujas. No tienen monumentos ni fama. Sin embargo, en los próximos meses es de esperar que haya desplazamientos masivos y sin ningún precedente hacia todas ellas. Tienen tres cosas en común: están en Flandes, las recomiendan las guías y todas tienen playa. En nuestro mundo postcoronavirus, con viajes limitados y sospechas ilimitadas, los pueblos cercanos con mar van a ser el destino de millones de belgas desesperados y acostumbrados al litoral mediterráneo”.

Agua fria agua negra

14-04-2020 La lengua del alma. “Tenía el patriarca la convicción secreta de que la honestidad, una básica y brusca, era la mejor manera de desafiar los estragos del tiempo. Maeterlinck, la gran voz belga de la primera mitad del siglo XX, defendía que “la vida verdadera, la única que deja alguna huella, no está hecha sino de silencio”. Sostiene Alain Corbin siguiendo sus pasos que “la lengua del alma es el silencio”. Y creía Jacques de Decker, y así lo dejó escrito como despedida, que la vida es precisamente “un pequeño fragmento, una página sigilosa en el gran libro salido de la pluma de Dios”.

La lengua del alma

07-04-2020 Renglones torcidos. “Esta es una historia de éxito. De la lucha contra un entorno hostil, el clima adverso y el ruido. Una historia de superación, de adaptación y de esperanza. Un milagro urbano que inspira cuando más frío hace. De cómo lo imposible ocurre cada día a nuestro alrededor. Es, les aviso ya, una historia de loros”.

renglones torcidos

31-03-2020 Aire puro. “La retirada del hombre le ha devuelto la iniciativa a la naturaleza. Sin coches, camiones, sin atascos, compradores y vendedores, el cantar de los pájaros llega más nítido que nunca en las grandes urbes. Los animales salvajes se aventuran hasta las arterias principales. En Bruselas era posible ver de noche, salidos de la nada, pequeños zorros. Pero ahora se mueven con aún más libertad y desparpajo. Los cielos están despejados, el aire limpio. La sensación de fuerza, de total comunión con el entorno, es algo increíble, único. Una experiencia extraordinaria y reconfortante en mitad de la pandemia. Hasta que llega el olor a mierda y se te incrusta en el cerebro. Literalmente”.

Aire puro

24-03-2020 El rincón de los patriotas. “El rincón más extraordinario y representativo de Bélgica no está en la Grand Place o en los museos del Sablón. No es un Palacio Real o una sede comunitaria en el Barrio europeo. No está en el pavé de Flandes, las playas de Ostende o las llanuras de las Ardenas. No está a los pies de los macizos de Dinant ni en los puentes sobre el Mosa de Namur. Ni en las murallas del castillo de Bouillon o las calles de fantasía de Brujas. El rincón más extraordinario es un pequeño hexágono, con lados de apenas cuatro o cinco metros, en el Carrefour de l’Europe, la explanada circular frente a la entrada principal de la Gare Central de la capital”.

el rincond e los patriotas

17-03-2020 La textura del tiempo. “Hay cierta sorna en el hecho de que Bruselas sea la ciudad de la velocidad cuando la UE y Bélgica están siempre al ralentí. Aquí nos movemos deprisa, muy deprisa, siempre acelerando y acelerados, haciendo mucho ruido. Los artistas tienen a veces horror vacui. Nosotros, en cambio, una especie de difuso horror silentii, miedo del y al silencio de la inmovilidad. Uno atroz, colectivo y contagioso. Silencio como sinónimo de parálisis, de fracaso. Pero sobre todo, de distancia. No son las cuatro paredes y el blancor opresivo. No es la falta de aire o de luz. No es la oxidación de músculos y del carácter. Es el silencio repentino, la bofetada que te hace consciente de la distancia con los tuyos. De la soledad”.

La textura del tiempo

10-03-2020 Raíces podridas. “Bruselas es un sitio hostil para las mujeres. Insultos, acoso, escupitajos, agresiones sexuales. Es casi imposible encontrar a una amiga que lleve tiempo suficiente por aquí y no haya tenido sustos. Sola o en grupo. Desagradables en el mejor de los casos, de mucho miedo en otros. Hay un machismo y una cultura de acoso totalmente extendida, que se palpa en las calles, en eventos sociales y en el transporte, público o privado. Con total impunidad y complicidad. Es desproporcionado entre los jóvenes de origen magrebí, árabe o turco, pero no sólo”.

raices podridas

03-03-30 La Grande Colère. “Cuesta darse cuenta porque la fachada de laissez faire y pasotismo tiene el grosor de un muro románico, pero prestando atención uno se da cuenta de que Bélgica es el país de los cabreados. Estamos siempre enfadados. Por el clima, por el tráfico, por el Gobierno, por no tener Gobierno, por los impuestos, por las obras, por la burocracia, los precios. Están enfadados los obreros, los camareros, los propietarios, los profesores, los padres. Se puede cruzar el país saltando de indignación en indignación genuina. Por o a pesar de la aparente displicencia, los parches y la genial capacidad de apañarse”.

la grande colere

25-02-2020 Carnaval. “En 2019, el carnaval de Aalst, en Flandes Oriental, generó titulares en todo el mundo. Acostumbrados a burlarse de primeros ministros, deportistas o de esa alcaldesa a la que pillaron en furor amoroso en el Palacio Real de Olite, y que se disfrazó de torre ella misma el año siguiente, vecinos y organizadores desoyeron las acusaciones de banalización y flirteo con el antisemitismo. Unos cuantos judíos de largas narices, bolsas de dinero y rodeados de ratas eran parte del espíritu canalla de la fiesta”.

Carnaval

18-02-2020 Descanso eterno. “Morirse es una cosa muy seria. Tanto, que los belgas hacen con la muerte lo más consecuente que se puede hacer tras una vida crujiéndote: meterle un impuesto. Y, además, uno que varía de comuna en comuna y que mete el dedo en las injusticias fiscales habituales. Si tienes a bien irte en paz en tu casa es una cosa más barata. Si en cambio decides hacerlo en una cama del hospital…”.

Descanso eterno

11-02-2020 La gran mentira: “Decía Jean-François Revel que la primera de las fuerzas que mueven el mundo es la mentira, y nunca se dijo una verdad mayor. Hay muchos tipos de mentiras, pero entre las peores probablemente estén, en orden creciente, la nocilla blanca, el jazz y sostener que uno entiende el sistema político belga”.

la gran mentira

04-02-2020 Reñideros. “Los belgas son gente paciente, perseverante, indiferentes al paso del tiempo. Las peleas de gallos están prohibidas desde 1929, hace casi un siglo, y sin embargo la afición sigue muy viva. Los animales se matan en realidad en Francia, donde una exención similar a la de las corridas de toros permite combates en el Norte y Pas-de-Calais. Algo parecido a lo que ocurre en Andalucía o Canarias. La cuestión es muy sensible aquí, porque históricamente ha sido uno de los lugares con más tradición y estructura. Y ha sobrevivido. La legislación es dura desde 1986, y cualquier pelea puede acabar con condena por maltrato animal, incluyendo a los espectadores. Las multas son altísimas, pero vecinos y periodistas constatan que las autoridades locales y los veterinarios miran para otro lado”.

Reñiederos

28-01-2020 Truhanes y vitriolos. “Yo, como Vicente Huidobro, “nada amo tanto como lo imprevisto”, y si una gitana en Budapest me leyera el porvenir en las líneas de la mano, me echaría vitriolo para borrarlas. En un mundo estandarizado, reglado, previsible, y qué les voy a decir desde Bruselas, todo lo que se sale de lo normal, por esperpéntico que sea, proporciona luz. Dos belgas, de lo más peculiares, han contribuido en las últimas semanas a ello”.

truhanes y vitriolo

21-01-2020 Chanson triste. La canción belga está muriendo. Admito que la frase es exagerada, pero da la sensación de que cada pocas semanas perdemos a una de las grandes voces del país. Eso o los algoritmos creen que tengo unas filias extrañas. Remontándonos apenas un par de años hacia atrás, es una cascada de disgustos. Art Sullivan, Marc Morgan, Paul Severs. Pero también la mítica Maurane (Claudine Luypaerts), Tim Visterin, Johan Stollz, Mario Guccio, el cantante de Machiavel. Incluso la joven Celine Lechanteur”.

chanson triste

14-01-2020 Una buena conciencia. “Hay tres momentos que sintetizan y condensan el dolor de la vuelta al trabajo después de Navidades en Bélgica. La puñalada nada más poner un pie fuera del avión y ver el gris por todas partes tras diez días de sol y luz en España. La puñalada que llega con el torrente infinito y culpable de emails de unas instituciones desconectadas y unos partidos sobreexcitados. Y, sobre todo, el cementerio urbano de abetos abandonados. Calles y calles teñidas de verde pálido y marrón seco. Sin luces, adornos, vida ni esperanza”.

Una buena conciencia

07-01-2020 Los dados de Dios. “En la noche de San Silvestre, un hombre fue apuñalado en la estación de Beekkant. En Charleroi un tiroteo dejó dos heridos. En Lieja, 60 personas montaron barricadas y se enfrentaron con la Policía usando piedras, y petardos. Coches y motos ardieron en lugares tan dispares y distantes como Molenbeek y Woluwe Saint-Lambert. Y cerca de 200 personas fueron detenidas. No empezaba una guerra, no era una protesta, sino Fin de Año. Hay países en los que se comen uvas, otros en los que maltratan lentejas. En Bélgica, el cambio de año se celebra con el resonar de las trompetas de apocalipsis”.

Los dados de dios

Y las de 2018 y 2019

Jardineros de sueños

02 martes Jun 2020

Posted by suanzes in Bélgica, Patio Global, Periodismo, Uncategorized

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Hemos visto todo tipo de escenas en Bélgica. El alcalde pillado en plena rave con sus vecinos en la fase dura del confinamiento. Los tres policías borrachos y de barbacoa en el puesto fronterizo que vigilaban. El tipo que se ha recorrido Bruselas con un invernadero en la cabeza a modo de mascarilla. Pero quizás la imagen más icónica sea la del Mercedes negro que circula por Flandes con matrícula Covid-19«.

Jardineros de sueños, mi columna semanal de cosas belgas, sobre oportunidades y facilidades generacionales. Las que aquí hay, la que los míos nunca han tenido.

Las columnas anteriores de este años las tenéis a continuación en orden inverso de publicación. Y las de los años anteriores, al final del post.

ANTES EN 2020

26-05-2020 Todos los rayos del crepúsculo. «La semana pasada di dos paseos increíbles en bicicleta por los bosques y parques que rodean Bruselas. A todo el que diga que La Capital es una ciudad fea, gris y que no hay nada divertido que hacer en ella le voy a grapar al cuerpo un mapa de las infinitas rutas y senderos a tiro de piedra y una foto de árboles, estanques y rincones imposible. El único ‘Síndrome de Stendhal’ que he sentido con la naturaleza desde que estuve en Noruega ha sido aquí. Sin vértigo o confusión, temblores o palpitaciones, pero con parte de ese dolor profundo que se experimenta a veces al ver, al vivir, las cosas más bellas. O más bien al pensar, al constatar al más puro estilo Cuartango, la esencia de lo efímero, la velocidad con la que pasa el tiempo y lo increíblemente estúpido que fuiste al dejar pasar la oportunidad. Tantas oportunidades, cuando la felicidad está al alcance de tu mano, del pedal. Porque nada vuelve».

Todos los rayos del crepusculo

19-05-2020 Huelga emocional. «El pasado jueves, un dron fue interceptado tras hacer varios viajes a la prisión de Forest. No cerca ni sobre la prisión, sino a la misma. Llevando, claro, un cargamento de drogas. Mi frase favorita de 2020 la encontré en La Libre Belgique: ‘La entrega de drogas por drones no es infrecuente en Bélgica‘. Con absoluta normalidad».

Huelga emocional

12-05-2020 Yincanas sociales. «Algo intuitivo y práctico. Ha habido mucho cachondeo, dentro y fuera del país. Esto es la esencia de la belgitude, ese talento intraducible para parchear la realidad y encajarla a martillazos donde haga falta. Prefieren y preferirán siempre una yincana loca a una rigidez centralizada, y hay que quererlos pese o seguramente por ello».

Yincanas sociales

07-05-2020 El bosque de los jacintos. «Es un lugar especial, en donde durante unos pocos días al año, entre abril y mayo, se produce el mayor espectáculo de luz y de color imaginable. Un festival de morados con la eclosión de los jazmines más hermosos y poderosos, los bluebell por la forma acampanada y torcida de su flor. Se despliega de golpe una alfombra infinita de púrpuras, azules y finalmente grises, cuando crecen las hojas y se apaga la luz, a las faldas de los abedules, las hayas y las inmensas sequoias».

El bosque de los jacintos

28-04-2020 Ubi patatas, ibi patria. «Belgapom, la asociación nacional del ramo (y miembro de Europatat, la mejor de todas las asociaciones europeas de cualquier tipo y colaboradora de Cipotato, The International Potato Center) ha hecho un llamamiento que ha tenido más eco y respuesta que los del Gobierno: coman patatas al menos dos veces por semana. Preferiblemente fritas, para poder vaciar las cámaras congeladoras saturadas, pero en cualquier formato. Con restaurantes cerrados, festivales de música y eventos deportivos prohibidos, los hogares son la última esperanza. A esta generación nos ha sido encomendada la tarea más dura: quedarnos en casa, jugar a la consola  y saturarnos de grasas. No vamos a fallar, estaremos a la altura».

Ubi patatas ibi patria

21-04-2020 Agua fría, agua negra. «Es probable que si menciono localidades como De Panne, Blankenberg, De Haan, Zeebrugge, Knokke o Koksijde no suene ninguna campana. No son Amberes o Brujas. No tienen monumentos ni fama. Sin embargo, en los próximos meses es de esperar que haya desplazamientos masivos y sin ningún precedente hacia todas ellas. Tienen tres cosas en común: están en Flandes, las recomiendan las guías y todas tienen playa. En nuestro mundo postcoronavirus, con viajes limitados y sospechas ilimitadas, los pueblos cercanos con mar van a ser el destino de millones de belgas desesperados y acostumbrados al litoral mediterráneo».

Agua fria agua negra

14-04-2020 La lengua del alma. «Tenía el patriarca la convicción secreta de que la honestidad, una básica y brusca, era la mejor manera de desafiar los estragos del tiempo. Maeterlinck, la gran voz belga de la primera mitad del siglo XX, defendía que «la vida verdadera, la única que deja alguna huella, no está hecha sino de silencio». Sostiene Alain Corbin siguiendo sus pasos que «la lengua del alma es el silencio». Y creía Jacques de Decker, y así lo dejó escrito como despedida, que la vida es precisamente «un pequeño fragmento, una página sigilosa en el gran libro salido de la pluma de Dios».

La lengua del alma

07-04-2020 Renglones torcidos. «Esta es una historia de éxito. De la lucha contra un entorno hostil, el clima adverso y el ruido. Una historia de superación, de adaptación y de esperanza. Un milagro urbano que inspira cuando más frío hace. De cómo lo imposible ocurre cada día a nuestro alrededor. Es, les aviso ya, una historia de loros».

renglones torcidos

31-03-2020 Aire puro. «La retirada del hombre le ha devuelto la iniciativa a la naturaleza. Sin coches, camiones, sin atascos, compradores y vendedores, el cantar de los pájaros llega más nítido que nunca en las grandes urbes. Los animales salvajes se aventuran hasta las arterias principales. En Bruselas era posible ver de noche, salidos de la nada, pequeños zorros. Pero ahora se mueven con aún más libertad y desparpajo. Los cielos están despejados, el aire limpio. La sensación de fuerza, de total comunión con el entorno, es algo increíble, único. Una experiencia extraordinaria y reconfortante en mitad de la pandemia. Hasta que llega el olor a mierda y se te incrusta en el cerebro. Literalmente».

Aire puro

24-03-2020 El rincón de los patriotas. «El rincón más extraordinario y representativo de Bélgica no está en la Grand Place o en los museos del Sablón. No es un Palacio Real o una sede comunitaria en el Barrio europeo. No está en el pavé de Flandes, las playas de Ostende o las llanuras de las Ardenas. No está a los pies de los macizos de Dinant ni en los puentes sobre el Mosa de Namur. Ni en las murallas del castillo de Bouillon o las calles de fantasía de Brujas. El rincón más extraordinario es un pequeño hexágono, con lados de apenas cuatro o cinco metros, en el Carrefour de l’Europe, la explanada circular frente a la entrada principal de la Gare Central de la capital».

el rincond e los patriotas

17-03-2020 La textura del tiempo. «Hay cierta sorna en el hecho de que Bruselas sea la ciudad de la velocidad cuando la UE y Bélgica están siempre al ralentí. Aquí nos movemos deprisa, muy deprisa, siempre acelerando y acelerados, haciendo mucho ruido. Los artistas tienen a veces horror vacui. Nosotros, en cambio, una especie de difuso horror silentii, miedo del y al silencio de la inmovilidad. Uno atroz, colectivo y contagioso. Silencio como sinónimo de parálisis, de fracaso. Pero sobre todo, de distancia. No son las cuatro paredes y el blancor opresivo. No es la falta de aire o de luz. No es la oxidación de músculos y del carácter. Es el silencio repentino, la bofetada que te hace consciente de la distancia con los tuyos. De la soledad».

La textura del tiempo

10-03-2020 Raíces podridas. «Bruselas es un sitio hostil para las mujeres. Insultos, acoso, escupitajos, agresiones sexuales. Es casi imposible encontrar a una amiga que lleve tiempo suficiente por aquí y no haya tenido sustos. Sola o en grupo. Desagradables en el mejor de los casos, de mucho miedo en otros. Hay un machismo y una cultura de acoso totalmente extendida, que se palpa en las calles, en eventos sociales y en el transporte, público o privado. Con total impunidad y complicidad. Es desproporcionado entre los jóvenes de origen magrebí, árabe o turco, pero no sólo».

raices podridas

03-03-30 La Grande Colère. «Cuesta darse cuenta porque la fachada de laissez faire y pasotismo tiene el grosor de un muro románico, pero prestando atención uno se da cuenta de que Bélgica es el país de los cabreados. Estamos siempre enfadados. Por el clima, por el tráfico, por el Gobierno, por no tener Gobierno, por los impuestos, por las obras, por la burocracia, los precios. Están enfadados los obreros, los camareros, los propietarios, los profesores, los padres. Se puede cruzar el país saltando de indignación en indignación genuina. Por o a pesar de la aparente displicencia, los parches y la genial capacidad de apañarse».

la grande colere

 

25-02-2020 Carnaval. «En 2019, el carnaval de Aalst, en Flandes Oriental, generó titulares en todo el mundo. Acostumbrados a burlarse de primeros ministros, deportistas o de esa alcaldesa a la que pillaron en furor amoroso en el Palacio Real de Olite, y que se disfrazó de torre ella misma el año siguiente, vecinos y organizadores desoyeron las acusaciones de banalización y flirteo con el antisemitismo. Unos cuantos judíos de largas narices, bolsas de dinero y rodeados de ratas eran parte del espíritu canalla de la fiesta».

Carnaval

18-02-2020 Descanso eterno. «Morirse es una cosa muy seria. Tanto, que los belgas hacen con la muerte lo más consecuente que se puede hacer tras una vida crujiéndote: meterle un impuesto. Y, además, uno que varía de comuna en comuna y que mete el dedo en las injusticias fiscales habituales. Si tienes a bien irte en paz en tu casa es una cosa más barata. Si en cambio decides hacerlo en una cama del hospital…».

Descanso eterno

11-02-2020 La gran mentira: “Decía Jean-François Revel que la primera de las fuerzas que mueven el mundo es la mentira, y nunca se dijo una verdad mayor. Hay muchos tipos de mentiras, pero entre las peores probablemente estén, en orden creciente, la nocilla blanca, el jazz y sostener que uno entiende el sistema político belga”.

la gran mentira

04-02-2020 Reñideros. “Los belgas son gente paciente, perseverante, indiferentes al paso del tiempo. Las peleas de gallos están prohibidas desde 1929, hace casi un siglo, y sin embargo la afición sigue muy viva. Los animales se matan en realidad en Francia, donde una exención similar a la de las corridas de toros permite combates en el Norte y Pas-de-Calais. Algo parecido a lo que ocurre en Andalucía o Canarias. La cuestión es muy sensible aquí, porque históricamente ha sido uno de los lugares con más tradición y estructura. Y ha sobrevivido. La legislación es dura desde 1986, y cualquier pelea puede acabar con condena por maltrato animal, incluyendo a los espectadores. Las multas son altísimas, pero vecinos y periodistas constatan que las autoridades locales y los veterinarios miran para otro lado”.

Reñiederos

28-01-2020 Truhanes y vitriolos. “Yo, como Vicente Huidobro, “nada amo tanto como lo imprevisto”, y si una gitana en Budapest me leyera el porvenir en las líneas de la mano, me echaría vitriolo para borrarlas. En un mundo estandarizado, reglado, previsible, y qué les voy a decir desde Bruselas, todo lo que se sale de lo normal, por esperpéntico que sea, proporciona luz. Dos belgas, de lo más peculiares, han contribuido en las últimas semanas a ello”.

truhanes y vitriolo

21-01-2020 Chanson triste. La canción belga está muriendo. Admito que la frase es exagerada, pero da la sensación de que cada pocas semanas perdemos a una de las grandes voces del país. Eso o los algoritmos creen que tengo unas filias extrañas. Remontándonos apenas un par de años hacia atrás, es una cascada de disgustos. Art Sullivan, Marc Morgan, Paul Severs. Pero también la mítica Maurane (Claudine Luypaerts), Tim Visterin, Johan Stollz, Mario Guccio, el cantante de Machiavel. Incluso la joven Celine Lechanteur”.

chanson triste

14-01-2020 Una buena conciencia. “Hay tres momentos que sintetizan y condensan el dolor de la vuelta al trabajo después de Navidades en Bélgica. La puñalada nada más poner un pie fuera del avión y ver el gris por todas partes tras diez días de sol y luz en España. La puñalada que llega con el torrente infinito y culpable de emails de unas instituciones desconectadas y unos partidos sobreexcitados. Y, sobre todo, el cementerio urbano de abetos abandonados. Calles y calles teñidas de verde pálido y marrón seco. Sin luces, adornos, vida ni esperanza”.

Una buena conciencia

07-01-2020 Los dados de Dios. “En la noche de San Silvestre, un hombre fue apuñalado en la estación de Beekkant. En Charleroi un tiroteo dejó dos heridos. En Lieja, 60 personas montaron barricadas y se enfrentaron con la Policía usando piedras, y petardos. Coches y motos ardieron en lugares tan dispares y distantes como Molenbeek y Woluwe Saint-Lambert. Y cerca de 200 personas fueron detenidas. No empezaba una guerra, no era una protesta, sino Fin de Año. Hay países en los que se comen uvas, otros en los que maltratan lentejas. En Bélgica, el cambio de año se celebra con el resonar de las trompetas de apocalipsis”.

Los dados de dios

Y las de 2018 y 2019.

La ‘eurobeatería’ y sus consecuencias

24 lunes Feb 2020

Posted by suanzes in Internacional, Periodismo, Política, sociologia, Union Europea

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eurobeateria y euroescepticismo

Este domingo, en EL MUNDO, he publicado un Gran Angular, un texto muy largo sobre las débiles bases del europeísmo español. Lo podéis encontrar, en la versión Premium, aquí: España: del europeísmo naif a la amenaza euroescéptica.

Una versión no tan completa, pero casi, en un link de Orbyt.

Encantado de discutir sobre el tema si quieren comentarlo.

La tesis principal es que tenemos un europeísmo claro, comprometido y genuino, pero tan indiscutible como indiscutido. Es ingenuo, inocente y hasta «beato, como le gusta destacar a Josep Borrell . Y es un problema. Nunca ha habido en nuestro país fuerzas o discursos eurófobos, pero no hay ninguna razón para que no pueda haberlo. La austeridad, el ‘caso Puigdemont’ o la pasividad ante otras crisis pueden incubarlos. La falta de debate, críticas y conocimiento sobre la UE han tejido un sentimiento europeísta amplio pero débil que puede quebrarse ante un ‘shock’ potente

«La idea europea alcanza entre nosotros carácter de mito salvador”, decía el ex ministro Fernando Morán, fallecido hace unos días, y sigue siendo válido. Porque ‘Spain is not different’.

Europa ha sido la solución a muchos problemas, pero no a todos. Es también fuente de crisis, de decepciones, de fracasos, y no hay nada malo en reconocerlo, explicarlo y contextualizarlo. Pero nos da miedo. O nos parece impensable. Seguimos viendo la Unión en términos simples, distantes. Fuente de Fondos de Cohesión, ayuda a la agricultura, pagadores de obras públicas. Y esperamos muchísimo de ella, como que solucione todo lo que a nivel doméstico falla. Y por eso cuando hay decepciones, sobrerreaccionamos.

En nuestro país no hay antieuropeísmo pero no hay ninguna razón para pensar que no vaya a haberlo. Spain is not different. No hay inoculacion, milagro. No ha pasado, pero puede llegar y no hay bases sólidas para frenarlo porque no hay debate, posición crítica, grises.

europeismo

Ante otra deriva del Procés o la euroorden de Puigdemont, una nueva recesión, o cuando disminuyan los Fondos de Cohesión o el presupuesto para la PAC. Si Europa ha sido principalmente para los españoles una fuente de dinero y bienestar y los euros dejan de llegar, ¿qué es Europa entonces?

La ausencia de un debate profundo, maduro y crítico sobre la UE, la construcción, las instituciones, las ambiciones, es sangrante. En nuestro entorno, la discusión existe. A veces en términos razonables y otras muchas no, pero los ciudadanos conocen posturas que aquí ignoramos.

Igualmente, al no haber debate, se mete en un mismo saco a todos los que tienen opiniones que se alejan de la convención, equiparando a partidos o voces extremistas con quienes simplemente aspiran a menos integración o añoran los tiempos del mercado único y poco más. Decía esta semana Pedro Sánchez en Bruselas que los autodenominados Frugales nórdicos presentaban la pelea Presupuestaria de la UE asociando las políticas antiguas (PAC o Cohesión) como algo malo y las nuevas (cambio climático, innovación) como buenas. Aquí hacemos algo muy similar y peligroso con la visión de la UE, dando por hecho que la única vía aceptable es una Unión cada vez más fuerte y marginando y despreciando posiciones escépticas sobre el ritmo o el destino. Como si sólo hubiera un europeismo bueno. Y eso empuja al que discrepa hacia el extremo y lo arrincona.

La ministra de Exteriores, Arancha González Laya, cogió el asunto por los cuernos esta semana en el Congreso: “No somos eurobeatos, somos euroconvencidos», afirmó. A ver si esto lo tomamos en serio. Si no, como dicen varios expertos en el artículo, el primer partido que politice la UE se puede llevar un premio inesperado.

Silencio en la sala

18 martes Feb 2020

Posted by suanzes in Economía, Periodismo, Surtido de links, Union Europea

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– En el Eurogrupo, el comisario Gentiloni y Francia presentaron un papel sobre la necesidad de un estímulo fiscal para prevenir una larga época de estancamiento. La respuesta fue eolcuente: silencio obsoluto. Lo cuentan en Bloomberg: Calls for Euro-Area Fiscal Stimulus Met With Silence, Literally.

– Quizás en la próxima reunión le puedan echar un vistazo al paper de Matthias Matthijs y Silvia Merler de inspiración hirshmaniana: Mind the Gap: Southern Exit, Northern Voice and Changing Loyalties since the Euro Crisis: «We observe a rather puzzling North–South divergence in identity among the young and a widening skills gap overall. We argue that the Euro crisis triggered dynamics of southern exit (through surging South–North migration), northern voice (based on EU adoption of policies preferred in the North) and shifting national versus European loyalties, which may have consequences for the changing nature of European identity research.

– Penny Goldberg, economista jefe del Banco Mundial, ha dimitido tras apenas 15 meses en el puesto. Sus superiores le impidieron publicar una investigación interna que muestra correlación entre la ayuda internacional a economías en desarrollo (incluyendo la de su propia institución) y un salto notable en sus depósitos en paraísos fiscales en el extranjero. The World Bank loses another chief economist. SIempre es importante recordan en estas ocasiones a William Easterly. Conté su historia hace casi una década en el periódico: La carga del hombre blanco.

Y dos entrevistas de mucho interés:

La primera, a Mario Monti en Politico, sobre por qué sería un «suicidio» minar las normas de competencia en la UE (como quieren Francia, Alemania, Italia o Polonia, que presionan estos días como nunca a Vestager): Don’t blame Brussels: Mario Monti weighs into clash over EU champions.

La segunda, la de Isabel Schnabel, miembro del comité ejecutivo del BCE, a Die Welt. Sobre cómo quiere combatir los «malentendidos» y la mala fama de la institución en Alemania, en especial la de idea de que se está «expropiando a los ahorradores». Dedica buena parte a eso en las respuestas, pero también se muestra en contra por ejemplo de la tasa a las transacciones financieras (This measure is mainly politically motivated. From a economic point of view, I see it rather critically. However, the plan is on such a small scale that it will not really change the financial world). Y crítica con la concentración de deuda soberana en los bancos (del mismo país).

Su estilo es directo, muy refrescante. Y tiene recados para todos.

Los políticos: «Instead of constantly complaining to the ECB about low interest rates, it would be better to ask politicians to implement measures that would push up long-term growth. The ECB is the wrong addressee of such complaints»

Las entidades: «Banks themselves are primarily responsible for their weak profitability. Many banks were not very cost-efficient even before the financial crisis. They need now to consider what they can do to make themselves more efficient and remain competitive, whether that is through mergers or other means».

Un poquito a los medios alemanes: «I’m not so sure about this notion of alienation that the media likes to project. If you look at survey results, the euro is incredibly popular in Germany and has higher approval ratings than elsewhere in the euro area. Interestingly, trust in the ECB as an institution is also above the euro area average in Germany».

 

 

David Gistau (1970-2020)

11 martes Feb 2020

Posted by suanzes in Lecturas, Obituario, Periodismo

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portada gustau

No es casual cuando en la muerte hay no conenso, sino unanimidad. En la admiración y el dolor.  David Gistau ha sido un gigante en las últimas dos décadas y así se lo han reconocido sus colegas.  Los de su generación, los de la siguiente y los de la anterior. Primus inter pares.

Aquí voy a recoger tantos homenajes y recuerdos como sea posible. Iré actualizando, añadiendo según se vayan publicando o los vaya encontrando. Hay algunos que han salido en papel y para los que (aún) no hay enlace. Si echan de menos alguno, no dejen de avisarme.

Hoy, El Mundo y ABC, sus casas los últimos 15 años, le han dedicado dos sumplementos especiales que se pueden encontrar en los kioskos. Por las firmas, por las fotos, por quién fue, les recomiendo que lo compren. Merecen la pena. Y él lo merecía.

Mi favorito, de entre los muchísimos textos que se han escrito en las últimas horas, es el de Jabois en El País: Cuando os pregunten quién fue David Gistau. «Era algo más que un amigo o un hermano; era una manera de ser, una manera de estar en el mundo que había que tratar de imitar (…) se ganó el respeto de una profesión a menudo cainita, la de periodista, y lo hizo de una forma tan insobornable que daba vértigo el filo en el que se instalaba respecto a jefes, políticos y lectores; a todos los mandó a paseo».

Magnífico también Antonio Lucas en EL MUNDO: Gistau, aquel ruido de vida. «Gistau baldeaba artículos donde esa infiltración de experiencias goteaba. Igual en una crónica parlamentaria, en un texto complejo y burlón sobre los derrapes del independentismo o en una pieza de última hora alrededor de un partido donde no se distingue su voz de las palabras. Ya dijimos ayer que su estilo era de contundencia, maza de yunque, sin un gramo de lastre. Mejor revelación que símbolo. Tal vez sea eso lo que pasa cuando uno habla desde dentro, cumpliendo el principio socrático de que inteligencia y virtud son intercambiables. Sabía olfatear el incendio antes de que alguien chascase el fósforo. Gistau era (o es ya) de esos periodistas que se anticipan oponiendo resistencia a la mentira, a la estupidez, a la estulticia, a lo fácil, a cualquier plasta psicológica. Detectaba a los conspiradores por su tez cetrina y las ojeras moradas. También a los palmeros de oficio, a los que espantaba consciente de que el elogio extremo siempre oculta un responso de mentira. Si entraba un tipo así donde él estuviera, lo auscultaba con las córneas hasta descifrar todos sus movimientos y elaborar el mejor sarcasmo a lo francés (a ratos jugaba a ser un sujeto de Chamberí tocado de Robespierre). Dejarse ver algo francés es lo que le gustaba, lo que íntimamente sentía, forofo del sistema laico de educación del país de su madre y de su otro idioma de casa».

Arturo Pérez Reverte en EL MUNDO: Lo estaba haciendo bien. «Ésa era, en efecto, su obsesión. Seguir la huella del padre pero con pasos acertados esta vez: una familia unida, hijos bien criados, paz de hogar, libros, cultura, vida. No quería ser González Ruano ni Umbral, ni tampoco Faulkner o Balzac. No lo necesitaba, porque su ambición era otra. Quería ser cabeza de familia a la antigua, clásico, ejemplar. Que sus hijos nunca tuvieran clavada en el corazón la astilla del padre perdido y el hogar destruido, sino todo lo contrario».

Rubén Amón en El Confidencial: Yo quería ser David. «Y no porque fuera un castizo. Lo que era David es un cosmopolita. Afrancesado y anglófilo a la vez. Le hubiera gustado escribir como Norman Mailer, cruzar los puños con Hemingway, pero me parece más oportuno el paralelismo con Chesterton. No por el estilo, ni por la estética. Pero sí desde una concepción iconoclasta. Y por haber consolidado una posición a contracorriente que impedía clasificarlo. David votaría siempre a los demócratas en EEUU. Y era un liberal, no desde la concepción depredadora del capitalismo, sino desde una visión generosa de las libertades. Empezando por la de expresión, que hizo de sus columnas un maridaje asombroso entre la forma y el fondo. Recelaba David de los dogmas. Y era un hombre incómodo. Porque escribía desde la responsabilidad y desde la inteligencia. Un erudito era David. Le gustaba Albert Camus y ACDC. Y la comida japonesa. Y pasear por la playa de Comillas. Un padrazo. Un expatriado que te sorprendía con el acento porteño que heredó de Romina, su doña.

Y las 8 preguntas de cada mañana de Rubén en lo de Alsina, completamente roto: «¿Y a quién coño leemos mañana? Y aquí también en el monólogo de la Cultureta. «Era uno de los nuestros«.

Pedro G. Cuartango en ABC: El final de la escapada. «David Gistau dormía plácidamente la última vez que le vi. Manuel Jabois estaba en una minúscula habitación del Clínico, leyéndole un libro cuando yo llegué. Nunca pensé que jamás le volvería a ver. Pero siempre hay una última vez. La vida es cruel, vengativa, absurda. No hay consuelo ni explicación posible a una muerte como la suya (…)  Su cuento favorito de Hemingway era uno en el que los gánsteres llegan a un bar preguntando por el propietario. La acción empieza y acaba ahí, pero todo el mundo sabe que le han ido a matar. No hay comienzo ni final, pero el lector se queda con la duda de si la víctima ha logrado escapar en el último momento. Yo creía que David iba a escapar, pero el destino -o lo que sea- le atrapó».

Gistau nieto

Pedro Simón en EL MUNDO: El miedo a faltar pronto. «Era de una fraternidad de clan palermitano: de esos que se harían cortar un dedo por uno de los suyos. En el periodismo, ha sido lo más parecido a Liebling que hemos tenido en España. En lo epidérmico, un sonido de Motörhead con ecos cántabros. Unas noches decía que querría escribir como Budd Schulberg y haber boxeado como Foreman (yo le tomaba el pelo con que lo había logrado, pero cambiando la ecuación).

Carlos Alsina en Onda Cero: En estos tiempos de militancias. «Ha muerto Gistau. Periodista, escritor, lector, animador. Libre entre los libres. Si algo demostró siempre, en estos tiempos de militancias y banderías, fue su libertad de criterio y su soberana independencia».

Javier Aznar, en su Hotel Jorge Juan, despide con una inmensa tristeza y entre lágrimas al Gistau más generoso, amable y protector. Como un primo que desde la Universidad de descubre cosas de la vida adulta; como una estrella que escribe a un columnista novato y asustado para disculparse por haber usado el mismo título en un texto. Que te arropa en las presentaciones y te hace sentir parte de la familia.

Carlos Herrera en ABC: El Gobierno del verbo. «Cada una de sus frases, tanto en el periódico como en la radio, estaba gobernada por un verbo. Era poseedor de una prosa brillante como pocas, fruto de ese acercamiento muy personal a la actualidad con licencias literarias. Inventó un género que le permitía ser culto sin ser pedante y le habilitaba para desprender, en cada exhalación, un sentido del humor inteligente y deslumbrante. David era un gran conversador y en la radio uno de sus éxitos fue trasladar la sensación de un diálogo en el bar».  Y aquí, su despedida en antena.

Rosa Belmonte en ABC: Vecinos de un torero. «A veces nos cruzábamos en el ascensor. Él con la basura, yo con una maleta camino del primer debate presidencial de 2008 de Obama y John McCain en la Universidad de Mississippi (una carambola extraordinaria del periódico me lo permitió). «Te envidio», me dijo. Pero tú qué me ibas a envidiar a mí. Yo envidiaba sobre todo su libertad. Con Florentino. Con quien fuera»:

Raúl del Pozo en EL MUNDO: Gistau, columnista de culto. «Se ha retirado del ruedo entre ovaciones el columnista de metáfora rápida como los pistoleros y mafiosos que tanto admiraba. Lo han despedido con una esquela triunfal, colectiva, como a los escritores de antes. No lo han linchado, como suelen, en las redes sociales. Le han dedicado necrológicas radiantes el presidente del Gobierno y los líderes de la oposición, a los que tanta estopa les dio con mordacidad e ingenio satírico. Está claro que gozaba del respeto de la afición y ahora le escriben necrológicas los columnistas, ese fatigoso trabajo español y egipcio de apalancar bien a los doblados».

Gistau dedo

A. Di Loli

Rafa Latorre en EL MUNDO: Una burla a la impostura. «En cuanto al puto folio, siempre hizo lo contrario de lo que se esperaba de él, que era uno de los consejos que solía repetirle a sus amigos que escribían pero no como él. Sus jefes de La Razón lo enviaron con treintaytantos a una guerra convencidos de que llegarían las crónicas desgarradoras de un reportero de raza y lo que llegó desde Pakistán fue una burla a la impostura. La solemnidad le producía bochorno e iba huyendo de las modas que él mismo había inspirado. No respetaba nada, ni siquiera la mística de la columna, quizás eso menos que nada. Esa aversión por la muchedumbre terminaba convirtiéndole en un disidente de todas las causas cuya militancia le suponían. Cuando llegaban los que le seguían, él ya no estaba allí. De ahí que sea tan pertinente la pregunta que se hizo ayer y se hace hoy y se seguirá haciendo Rubén Amón: ¿a quién coño leemos mañana? El periódico ahora es más previsible».

Karina Sainz Borgo en Voz Populi: Gracias, Gistau. «Así era su escritura, refinada y contumaz, certera, directa, magra. Rápida y ágil como un peso welter e invencible como la de un peso completo. En él hasta la nostalgia pegaba fuerte, pero sin renunciar al combate de la ironía y la inteligencia. Tenía razón Javier Aznar cuando escribió que David Gistau era un perro sin collar. Un tipo que sabía morder e hincaba el diente en la frase perfecta. Más que lector, con Gistau uno se sentía esparrin. Sus libros dejaban claro que no bastaba el periódico para todo lo que tenía dentro. Como narrador, Gistau derribaba con la primera persona e iba directo a la quijada con la tercera. Como periodista era capaz de convertir una coma en una navaja».

gistau puebla

Jorge Bustos en EL MUNDO: Nunca bajarás del ring. «Cuando murió Jorge Berlanga, escribió de su compañero de contraportada el más aséptico de los obituarios porque así se lo pidió Jorge desde la cama terminal del hospital. A diferencia de la nuestra, la suya es una generación que aprendió la insinceridad espantable de la cursilería«.

Francisco Rosell, director de EL MUNDO: El sueño roto de David Gistau. «Un gran periodista, de esos que marcan época, puede acabar acribillado por el poder al que critica, narcotizado por las adormideras del ídolo de barro al que adula o simplemente destrozado como un muñeco roto por la leyenda que ha dejado tejer a su alrededor. Es sumamente difícil esquivar cualquiera de esos peligros que se ciernen peligrosamente merodeadores, pero quien sobrevive a ellos y lo logra adquiere una aureola que trasciende por encima de su recuerdo. Ese es el caso de nuestro David Gistau».

Luis Enríquez en ABC: Gistau, rockanroll. «La tribuna de autoridades estará vacía. Esto tiene un propósito testimonial: ellos nunca entendieron la crítica de David y él siempre los quiso lejos para que no comprometieran su independencia. Lo llamaba «el mamoneo». Creo que él y Martín Ferrand son los únicos que yo he conocido que llevaron esta forma de entender la profesión hasta las últimas consecuencias. Recuerdo varias ocasiones en que, después de contarme lo simpáticos que habían sido con él este presidente de club de fútbol o aquella vicepresidenta del Gobierno, les pegaba un columnazo en la cabeza. «¿Y esto por qué?». «Empezaba a sentirme demasiado cerca…». La frase que más he escuchado en mi vida profesional es «¿qué le pasa últimamente a David?». Siempre he respondido lo mismo: «Nada, que es periodista».

Gistau negronis

A. Di Loli

David Jiménez Torres en Letras Libres: Una especie de superhéroe (en recuerdo de David Gistau). «Encuadrado generalmente en el liberalismo político, era sobre todo un comentarista libre, con una fuerte alergia hacia las grandilocuencias engañosas y los simplismos moralizantes que pretendiesen tratar al ciudadano como a un menor de edad. En entrevistas solía hablar de cuán necesario era para alguien que ocupaba su lugar en la esfera pública estar dispuesto a decepcionar a aquellos que pudieran haberle convertido en su columnista de cabecera. No era una pose: su obra da fe de ese esfuerzo por no ser un comentarista predecible sin caer a cambio en el vacuo efectismo del enfant terrible. Así, encontró un equilibrio que muchas veces se antoja imposible: tener criterio sin acomodarse en el dogmatismo, ser independiente sin ser arbitrario».

Agustín Pery en ABC: Artillero de tinta. «Y ahora ¿qué coño hago? David. No, esto no. ¿A quién le envío ese whatsapp mañanero después de leerte? La respuesta siempre certera, el consejo del amigo con alergia al púlpito. Ando hurgando en el pasado, consciente pero incrédulo porque ya me han jodido el presente y embargado el futuro».

Alberto Olmos en El Confidencial: David Gistau ha ido a una guerra. «‘La razón’ no era el mejor periódico para ser joven, y Gistau comprendió pronto que su rival no era la izquierda, sino la misma gente que le había contratado. Desde el principio, propuso una columna que parecía llevarle la contraria a todo su periódico, pues estaba llena de desacomplejadas alusiones a la cultura que ideologizaban las cabeceras contrarias, desde Woody Allen a Los Simpson, que de pronto estaban también de su parte. Esto generaba mucho despiste, que alguien pudiera ser divertido y de derechas».

Ignacio Rúiz Quintano en su blog: DG. «En una España de vividores sedentarios, David Gistau, con su algo de Bakunin (la misma barba de Jehová y una disposición a fumar cigarros sentado en un barril de pólvora para poner de los nervios a las visitas), fue, lo primero, un hombre de acción. Y en busca de acción se alistó en el periodismo».

Santiago González en su blog: David Gistau, siempre en la memoria. «Tenía una humanidad expansiva que imponía con su conversación y su risa. No llegar a cumplir los cincuenta es una tesitura vital impropia. Es una edad indecente para morirse».

Cayetana Álvarez de Toledo en su blog. Tanto, tanto. «Nuestros mundos se solapaban en todas las esquinas: casi más porteño que yo, algo más francés y definitivamente más español. Periodista, liberal y salmón, aunque habría vivido más. Mucho más. Nada de desovar para morir. Su romanticismo, no sólo literario, tenía un límite limpio. Y además había construido la familia perfecta».

Carlos Malpartida en Medium: El puto Gistau. «Cada uno tiene sus vocaciones y sus vicios. Algunos de ellos inconfesables por frustrados. En mi caso, no me escondo, siempre quise ser Francisco Umbral. Ahora tengo una gata y es lo más cerca que estaré nunca de escribir como él. Bueno, no siempre he querido ser Umbral en realidad, solo hasta que empecé a leer a David Gistau. Desde ese momento el objetivo era parecerse a David Gistau. O, siendo realmente sinceros y porque yo ya empezaba a tener una edad, ninguna lectura, nula formación y muy poquita valentía, lo que realmente anhelaba, ahora lo sé, es que David Gistau fuera el mejor Francisco Umbral posible. Que matara al padre por uno».

Manuel Marlasca en EL MUNDO: Hijos del diario Pueblo. «David me confesó que decidió hacerse periodista en aquel edificio de la calle Huertas, igual que yo. Él pronto se destapó como uno de los más grandes escritores de su generación, alejado de dogmas y verdades absolutas, más allá de su adhesión al boxeo, el Real Madrid y a la escritura exquisita. Yo tomé el camino del periodismo de sucesos y siempre que nos vimos, la última vez en el funeral de mi padre, recordamos aquellos ascensores del diario Pueblo y a aquellos gigantes a los que conocimos siendo niños. Él ha muerto convertido en uno de ellos. Y yo me quedo sin el abrazo que nos prometimos la última vez que nos comunicamos por Whatsapp, mientras releo su última columna, esa que publicó en EL MUNDO y que hablaba de nuestro Real Madrid, de Samantha Fox y de madrasas andrófobas».

Ignacio Camacho en ABC: Imprescindible. «No es sólo que fuera uno de los mejores de este oficio, si no el mejor: es que era un imprescindible. Uno de esos tipos con los que te alistarías en cualquier causa que tuviera que ver con la justicia, con el honor, con la dignidad, con la decencia. Con David Gistau podías apuntarte a cualquier cosa y a cualquier sitio: a una velada de boxeo, a una tertulia cultural, a narrar una revolución, a ver un partido del Madrid, a tomar un café, una copa o una colina fortificada por un nido de ametralladoras. Porque contagiaba nobleza, hombría de bien, generosidad y coraje».

idigoras y pachi

Miguel A. Herguedas en EL MUNDO: Y Gistau convocó a Luca Brasi. «Cuando empezó a escribir en este diario, sus denuncias contra las trapisondas de Ramón Calderón fueron acogidas con entusiasmo por directivos que luego recelarían de la libertad de su criterio. Combatía esas minucias mesándose las barbas y sonreía cuando le recordábamos lo que escribió sobre el fichaje de Mourinho. Todos sabíamos que había sido como llamar a Luca Brasi, pero sólo él fue capaz de ponerlo sobre el papel».

Hughes en ABC: Gracias, David. «Estos meses sin él ya han sido suficientes para notar un vacío. Gistau no era nada en extremo, pero era firme; era intuitivo, pero no fue nunca un frívolo o un desahogado. Se estuviera o no de acuerdo con él, no participaba de la desfachatez ambiental. David no iba a fallar cuando llegase lo importante, y por eso hay una sensación de que algo cambia, algo ha cambiado si él no puede contarlo, y un cierto vértigo que da miedo confesar. Somos menos, estamos menos acompañados».

Xabi Alonso en EL MUNDO: El abrazo de Tony Soprano. «Su conversación era brillante, pero sin caer en la pedantería. Recomendaba libros y apuntaba los consejos literarios de los demás. Porque le gustaba, sobre todo, escuchar. Más aún al contrario. Hubo temas en los que no coincidíamos, y ahí es donde la cosa se ponía más interesante».

Y Álvaro Arbeloa en EL MUNDO también: Su Madrí. «Era mordaz, irónico, pero siempre educado, cercano en el trato y muy independiente en su criterio. Su madridismo de pasión y respeto, sin estridencias, destacó en una época muy intensa. No tenía complejos en reconocer sus colores ni en aplaudir al rival. Era libre, era auténtico. También divertido, curioso con el amigo y alegre. Historia, guerra, política, su Buenos Aires, su Madrí. No olvido las fiestas de Halloween que compartimos, protagonista sin pedir foco, con imán aunque no quisiera».

La despedida, en Twitter, de Loquillo.

gallego y rey gistau

La huella de Gistau. El adiós entre lágrimas de Luis Herrero en su programa de EsRadio. Y en el programa, días después, un Homenaje a un gran periodista, con la presencia en ele studio de Jabois, Enríquez, Garcia

Y en la misma emisora, Dieter Brandau a su amigo: «David era un tipo leal y si alguien se metía con un miembro de alguna de sus múltiples pandillas salía siempre a dar la cara. Por ejemplo, decía que si algunos progres nos atizaban a Cayetana, a él o a mí era porque les daba rabia el no poder meternos en el mismo saco de la derecha casposa porque a nosotros nos gustaban los Simpsons, Los Rolling y Tarantino y no la película Raza».

Ricardo F. Colmenero rescata en su blog unExtracto del capítulo ‘El sueño del columnista’, del libro ‘Literatura infiel’:  «De ahí que no tuviera ningún sentido que ahora me hubiera encontrado en Madrid frente a un tipo dormido junto a su teclado al que presuntamente pagaban por pensar, y que imaginé que había venido precisamente a que viéramos como pensaba. Es decir, para que viéramos que no había agravio comparativo con los que no cobrábamos por pensar. Es decir, quería que viéramos que le llevaba un montón de tiempo y esfuerzo elaborar sus cuatro párrafos de mierda. No se podía caer más bajo. En aquello vi además una gran inseguridad por su parte, ya que a los columnistas del año 2000 les daba exactamente igual si todo el mundo imaginaba que redactaban sus textos en gayumbos en jornadas laborales de cuatro minutos, o si sus intrincados razonamientos eran en realidad los del portero de su finca. Volví a preguntar su nombre, ésta vez para que no se me olvidara, y que cada vez que me encontrara con su careto en una página pudiera pasar de largo sin remordimientos. Su nombre era David Gistau, y por culpa de aquella decisión perdí años de sentir envidia, lo que suponía que había perdido años de mi propia vida».

Juan Diego Madueño en El Español: Llanto por Gistau. «Su logro principal fue desmontar el lugar sagrado del periodismo, por el que varios de sus colegas matarían, a base de textos perfectos que decoraron las habitaciones de los recién llegados a la capital en busca de oportunidad y voz propia. A Gistau se le veía la aleta dorsal a mil millas cuando acechaba las metáforas. Para mí, siempre estará sentado en la barra de aquel bar en Georgetown junto al veterano de guerra al que sólo le quedaba la copa que tenía delante.En la vida, parecía decir, no hay más literatura que la de formar una familia, ni más malditismo que ser un hombre sólido que mantiene su visión del mundo a pesar de todo. Gistau era una idea sobre cómo afrontar la vida».

Cristina Pardo en El Periódico: Ser y estar. «Gistau me parecía una persona acogedora. Era un jugón. Se apuntaba a todo. Su risa se escuchaba y no hay sonido más agradable que el de la carcajada. Era un columnista brillante y muy completo. Tenía una mentalidad abierta, se le salía la inteligencia por todas partes y poseía un humor y una ironía que yo hubiera querido para mí. Era un periodista decente, independiente, íntegro. Y valiente. Recuerdo la época en la que los periodistas sufríamos el desmesurado poder de la entonces vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Gistau fue uno de los primeros que se atrevió a denunciarlo en sus columnas. Aquel día le admiré todavía más, si cabe. Porque David escribía para que se le entendiera. No era redicho. Era culto, pero apto para todos los públicos. Cuántas veces le leí y deseé ser capaz de expresarme como lo hacía él».

Pedro Vallín en La Vanguardia: David Gistau, estirpe de Heminway. «Lo descubrió Luis María Anson y lo apadrinó Francisco Umbral, a su manera mentor de una ge­neración de nuevos columnistas que lo secundarían en su deleite por el lenguaje. Sin embargo, el Gistau umbraliano pronto dio paso a uno menos manierista y mucho más sofisticado, provocador no siempre adrede, molesto a discreción y de prosa aguerrida, sin flancos débiles. Pese al coro halagador y confortable, ­supo deshacerse del abrazo del ­periodismo conservador capi­talino para trascender el cepo auto­rreferencial de la mutua celebración y fundó él mismo una corriente de columnistas que en Madrid quisieron ser Gistau mientras él iba siendo ya otra ­cosa».

José Ramón Iturriaga en ABC: Su escala de valores. «David, nunca entraba en el juego, miraba cómo sus colegas se dejaban llevar por las emociones y seguía su camino como si aquello no fuera con él. Y acertaba. Esos problemas, como muchos otros, lo eran para el común de los mortales pero a él no le preocupaban, estaba por encima de ellos, eso sí, sin atisbo de soberbia o cinismo, al revés. Qué más da lo que pueda pasar con el sistema financiero mundial o con los depósitos de los bancos, su escala de valores era otra. Y quizá esa fuera la mejor medida de su manera de entender la vida y la lección pendiente para todos los que le conocimos. Estamos de paso, y él se aplicó en lo que se desprendía de sus columnas: no tomarse la vida ni demasiado en broma ni desde luego demasiado en serio«.

Fernando Iwasaki en ABC: Manual para ser David Gistau. «Como su personaje Daniel, los hijos de David Gistau tampoco crecerán viendo a su padre, pero a ellos quiero decirles que no hay ninguna pieza esparcida por el suelo, sino maravillosos rastros de valor, nobleza y conocimiento que los aguardan impacientes en la memoria que atesoramos radios, periódicos, televisiones y amigos, para que siempre puedan añadir una línea más al manual de instrucciones del gran hombre que serán a imagen y semejanza de su padre».

Agustín Rivera en El Confidencial: David Gistau, el más brillante articulista de su generación. «Era un reportero. Siempre se sintió un reportero. Consiguió ganarse la vida, el oficio e incluso la fama como columnista; pero lo que en realidad le gustaba era salir a la calle y empaparse de una historia. Amaba el periodismo y el boxeo. Era el mejor».

Alfonso Ussia en La Razón: David Gistau.

Jesús Nieto Jurado en El Español: Gistau, luto con guantes. «Gistau llegó a la cúspide del articulismo con una humanidad cachazuda, artículos macho y ninguna concesión al pensamiento débil o así. Su periodismo de Cortes es una mirada, un ambiente, un olor y todo lo que da de sí un gallinero como el que tenemos. Y ahí queda en las hemerotecas para recordarnos que, de aquellos polvos, estos lodos».

Guillermo Garabito en The Subjective: Cuando se mueren los héroes. «Se han muerto los periódicos en papel. Se ha muerto otra vez Ruano y Chaves Nogales y Umbral. Se ha muerto la vocación de la mitad de los chavales que antes de ayer querían escribir en España pudiendo estudiar una ingeniería o cualquier cosa que dé de comer. Se ha muerto David Gistau y la prosa se nos ha cortado, se nos ha quedado la vocación en los huesos en una tarde angustiada de primavera (…) El papel tiene menos sentido cuando se mueren los héroes».

Juan Soto Ivars en El Confindencial: El tipo que tenía miedo a Gistau. » Lo que se pierde hoy es más que un poeta que escribía prosa en los periódicos: se esfuma una opinión desacomplejada. No le tenía miedo a las turbas, ni a los anunciantes, ni a los jefes, ni a los lectores. No había venido para agradar a la despectiva ortodoxia del pensamiento dominante. El menosprecio de quien no entiende los dobles sentidos no le hacía mella. Lo que quería escribir, lo escribía. Tampoco se pervertía en su propia opinión. El orgullo no le corrompía. Unas veces escribía a puñetazos, como Jack Johnson, y otras con caricias. Lo último que se le puede copiar a un maestro es el sentido del ritmo. He leído sus columnas sin que se me pegue el acento. Y por eso pienso ahora que no quise ser su amigo porque podía ser algo mejor: su lector. O porque soy una polilla prudente con la llama de la vela».

Miguel Ángel Uriondo en la web de Globalia: Gistau y el turismo. «Hoy creo que la falta de Gistau me hizo caer en la melancolía porque es, de todos los grandes columnistas españoles que admiro y a quienes considero mis contemporáneos, el único con quien me sentía realmente identificado. Siempre me ganó con su normalidad de señor gigante y barbudo. Y, especialmente, con su obsesión de los últimos años por ser tan buen periodista como padre, con su deseo transparente de permanecer vivo por sus criaturas. Un afán tan lógico y humano, y expresado tan a menudo, que hace que su muerte suene a castigo desproporcionado. No era un Ícaro que quisiera volar, sino un señor que quería boxear y estar ahí para sus hijos.

Yayo Delgado en La Opinión de Murcia: Gistau. «Su muerte ha sido como alcanzar un escalón generacional desde el que comienza un declive. No tiene por qué ser una palabra negativa, como no lo es nostalgia. En la vida hay etapas y todas tienen algo maravilloso que es mejor tener claro».

Javier Yanes en 20 minutos: Va por Gistau. «Allá por el año 2003, si no me patina la memoria, entré a trabajar en una editorial de revistas de viajes llamada Temascinco, o T+5. Fue el trabajo más divertido que he tenido, en una empresa inevitablemente destinada al naufragio, y aún no estoy seguro de la relación entre ambas cosas. Tratábamos de hacer revistas bonitas en fotos y textos, que al lector le dieran hambre de viajar. Y David Gistau era uno de nuestros colaboradores estrella. Lo de estrella le iba que ni pintado. No porque su actitud fuera la de tal, sino porque era un tipo que hacía saltar chispas a la cuartilla (es un decir; ya escribíamos en Word). Era como si le atizara una paliza a la hoja en blanco. Y cuando se pasaba por la redacción, siempre desprendía un torrente de carisma, de esa clase que los tímidos siempre hemos envidiado y del que hemos tratado de aprender, sin éxito, porque para eso hay que nacer».

Aurora Nacarino-Brabo en The Objective: Yo no me voy a morir. «Es un disparate que Gistau, que fue libre como Santillana en pleno vuelo hacia el remate, haya perecido como un Don Álvaro cualquiera. No como un Don Álvaro, claro, que Gistau murió con los guantes puestos, pero sí resulta una excentricidad macabra este final prematuro de quien creíamos tan libre como para no estar obligado por las leyes de la física y la historia. ¡Ni por las del periodismo! Alguien tan libre como para jurar a sus hijos que él no se iba a morir».

Jesús García Calero en ABC: La confusión del mundo. «Estuvo en estas páginas, las hizo mejores y más divertidas, porque su estilo era la pura mirada hacia las cosas. La que brota mordaz y deslumbrante, natural como una respiración -esa que hoy nos falta- después de mil lecturas, viajes, bromas, conciertos, cierres, crónicas, carcajadas… Un escalpelo limpio y esa fuerza de la ironía incruenta manejada con audacia ayudan en sus textos a poner un rato en claro la confusión del mundo. Qué difícil es eso».

José Antonio Trujillo en el Diario Sur: David Hemingway Gistau. «En los inicios de los años dos mil descubrí a David Gistau en la última página de ‘La Razón’ de un artrósico Ansón. Sus columnas tangenciales nos presentaban a un autor en el que la actualidad tenía la tentación de convertirse en literatura. Como los buenos toreros, sabía que tenía la moneda para cambiarla, y no cejó en su empeño de escribir en el centro del ruedo sin más defensa que la seguridad de conocer su oficio».

Gistau heredia

Antonio Heredia

Sit tibi terra levis

La gran mentira

11 martes Feb 2020

Posted by suanzes in Bélgica, Patio Global, Periodismo, sociologia

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«Decía Jean-François Revel que la primera de las fuerzas que mueven el mundo es la mentira, y nunca se dijo una verdad mayor. Hay muchos tipos de mentiras, pero entre las peores probablemente estén, en orden creciente, la nocilla blanca, el jazz y sostener que uno entiende el sistema político belga».

La gran mentira: mi columna semanal de cosas belgas, sobre el frustrante, delirante e ineficiante sistema de organización territorial y político de Bélgica. Y que sin embargo….

Las columnas anteriores de este año, aquí.

04-02-2020 Reñideros. «Los belgas son gente paciente, perseverante, indiferentes al paso del tiempo. Las peleas de gallos están prohibidas desde 1929, hace casi un siglo, y sin embargo la afición sigue muy viva. Los animales se matan en realidad en Francia, donde una exención similar a la de las corridas de toros permite combates en el Norte y Pas-de-Calais. Algo parecido a lo que ocurre en Andalucía o Canarias. La cuestión es muy sensible aquí, porque históricamente ha sido uno de los lugares con más tradición y estructura. Y ha sobrevivido. La legislación es dura desde 1986, y cualquier pelea puede acabar con condena por maltrato animal, incluyendo a los espectadores. Las multas son altísimas, pero vecinos y periodistas constatan que las autoridades locales y los veterinarios miran para otro lado».

28-01-2020 Truhanes y vitriolos. «Yo, como Vicente Huidobro, «nada amo tanto como lo imprevisto», y si una gitana en Budapest me leyera el porvenir en las líneas de la mano, me echaría vitriolo para borrarlas. En un mundo estandarizado, reglado, previsible, y qué les voy a decir desde Bruselas, todo lo que se sale de lo normal, por esperpéntico que sea, proporciona luz. Dos belgas, de lo más peculiares, han contribuido en las últimas semanas a ello»:

21-01-2020 Chanson triste. La canción belga está muriendo. Admito que la frase es exagerada, pero da la sensación de que cada pocas semanas perdemos a una de las grandes voces del país. Eso o los algoritmos creen que tengo unas filias extrañas. Remontándonos apenas un par de años hacia atrás, es una cascada de disgustos. Art Sullivan, Marc Morgan, Paul Severs. Pero también la mítica Maurane (Claudine Luypaerts), Tim Visterin, Johan Stollz, Mario Guccio, el cantante de Machiavel. Incluso la joven Celine Lechanteur».

14-01-2020 Una buena conciencia. «Hay tres momentos que sintetizan y condensan el dolor de la vuelta al trabajo después de Navidades en Bélgica. La puñalada nada más poner un pie fuera del avión y ver el gris por todas partes tras diez días de sol y luz en España. La puñalada que llega con el torrente infinito y culpable de emails de unas instituciones desconectadas y unos partidos sobreexcitados. Y, sobre todo, el cementerio urbano de abetos abandonados. Calles y calles teñidas de verde pálido y marrón seco. Sin luces, adornos, vida ni esperanza».

07-01-2020 Los dados de Dios. «En la noche de San Silvestre, un hombre fue apuñalado en la estación de Beekkant. En Charleroi un tiroteo dejó dos heridos. En Lieja, 60 personas montaron barricadas y se enfrentaron con la Policía usando piedras, y petardos. Coches y motos ardieron en lugares tan dispares y distantes como Molenbeek y Woluwe Saint-Lambert. Y cerca de 200 personas fueron detenidas. No empezaba una guerra, no era una protesta, sino Fin de Año. Hay países en los que se comen uvas, otros en los que maltratan lentejas. En Bélgica, el cambio de año se celebra con el resonar de las trompetas de apocalipsis».

Y las de 2018 y 2019.

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